Introducción
El universo del transmedia storytelling contemporáneo ha abierto el abanico de posibilidades a la producción ciudadana de contenidos de todo tipo, donde incluso el arte no ha sido ajeno al fenómeno. Las bondades tecnológicas como la posibilidad de construir ambientes inmersivos 360° a consecuencia de la sofisticación de realidad virtual (RV) se constituyen en la membrana que puede llegar a recubrir sustratos sociales traducidos en relatos más cercanos, sensorialmente distintos a los convencionales y que pueden sacar partido de las bondades de la imagen emancipada, un régimen de la imagen que ahora se encuentra desprovisto del aura de otros tiempos (Benjamin, 2003).
El presente artículo tiene como objetivo describir y reflexionar el producto con tintes transmedia denominado Inveniam Locum, se trata de un conjunto de relatos que fueron construidos colectivamente por estudiantes de Comunicación Social - Periodismo de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Colombia). Dicha experiencia nace del proyecto Creatividades Amateurs 360°1, el cual parte de la premisa de contraponerse a la exacerbación informativa y revitalizar el valor de la narración a partir, en esta ocasión, de las musas provenientes de historias migrantes, de las emocionalidades que están en juego allí y de las posibilidades de creación artística para dar cuenta de los avatares que atraviesan aquellos que se aventuran a recorrer largas distancias bajo rótulos de ilegalidad y muchas veces también de rechazo.
Narrativas y arte
Encontrar un lugar, es lo que traduce del latín Inveniam Locum, y es justamente esa búsqueda constante del migrante la que motivó alimentar su narrativa desde el arte. Si bien es una actividad que data desde tiempos del paleolítico, las fronteras en el ahora parecen ser más vigiladas, reforzando el sistema mundo contemporáneo donde algunas geografías parecen ser más apetecidas (Wallerstein, 2005). Esas restricciones han hecho de los migrantes irregulares un fenómeno con múltiples matices que les han hecho portadores de rótulos de aquellos que no son necesariamente bienvenidos. “Existen infinidad de nombres para designar a los miembros no deseados de una comunidad y el caso de los migrantes no autorizados no constituye una excepción” (González Cámara, 2010, p. 671).
Es en este paisaje donde los medios masivos de información en su quehacer no siempre contribuyen a la construcción de una imagen holística del fenómeno, por el contrario, en muchas ocasiones sus prisas informativas les llevan, tal como señala Alsina (2006), a representar la inmigración a partir de un relato inscrito en un discurso histórico enraizado en el imaginario colectivo. De allí que se valga soñar en nuevas audiencias, aquellas que son participativas, que crean contenidos novedosos, también experimentales, que se arriesgan a tener nuevas miradas de la realidad (Rincón, 2008).
El arte sin duda se constituye en ese espacio para tener otras perspectivas y “tomar riesgos”, para complementar los actos informativos y, más bien, profundizar en los escenarios creativos. Herencias como las del Movimiento Dadá, las corrientes surrealistas e incluso el pop art, dan cuenta de una reflexividad del arte, de un intento de regresar a la gente lo que desde un principio les ha pertenecido: el acto creativo. Son aquellos legados los que propiciaron años más tarde el aparecimiento del arte digital, que encabezada por el net art de finales del siglo XX se enfocó en construir mensajes experimentales de todo tipo con una gran potencia comunicativa, incluso sacrificando en muchos casos los valores estéticos del momento (Alvarado, 2017).
Es allí donde el acto prosumer se potencia, pues el arte digital saca provecho de la imagen representada en bits para multiplicar a casi infinitas posibilidades sus intenciones comunicativas. Ahora es posible tomar una imagen, incluso la de un lienzo emblemático del arte y someterlo a modificaciones digitales, a mutaciones como parte de aquellas promesas de emancipación alguna vez descritas por Walter Benjamin (2003) al referirse a la pérdida del aura de la imagen preindustrial a razón de la reproductibilidad técnica.
Es en este sentido, que el potencial narrativo del prosumer se articula con el arte, dado que es inevitable encontrarse a diario con las creaciones ciudadanas que con distintos fines circulan por internet. Al respecto, Juan Martín Prada (2015) se refiere al fenómeno como a creatividad amateur, refiriéndose a aquel estado de emergencia del hazlo tú mismo o hagámoslo juntos, donde las tecnologías apoyadas en internet han venido vertebrando la cotidianidad de los ciudadanos, se trata de un nuevo paradigma colaborativo de multitudes interconectadas que desencadenan prácticas creativas que ponen frente al profesionalismo agudo del siglo XX. Ahora el amateur no necesariamente busca un beneficio económico tras sus realizaciones, creaciones o performances sino más bien producir narraciones que pese a su casuística de repetición e imitación buscan dar cuenta del horizonte participativo que ofrece el mundo digital en el hoy. Este panorama contemporáneo da cuenta de un nueva habitar de las imágenes, las cuales ahora poseen “una inmensa capacidad para moverse por sí mismas, (...) para replicarse casi a la manera de un virus en mutación continua” (Martín-Prada, 2018, p. 96).
Cartografías migratorias
El proceso de creación artística de Inveniam Locum demandó, en primera instancia, una fundamentación a propósito de la cibercultura, las narrativas transmedia y el rol de la imagen como núcleo del conjunto de relatos a concebir. Posteriormente, de manera colectiva se establecieron y se asignaron siete rutas migratorias, de las cuales se partieron para la indagación y la posterior creación narrativa. En el continente americano se abordaron dos rutas: la migración latinoamericana rumbo a Estados Unidos y la migración venezolana a otras latitudes del continente. En el caso de África, una de las zonas más críticas, se eligieron tres rutas: el trayecto de África oriental rumbo a costas italianas; el camino de África centro occidente rumbo a playas españolas y francesas, y el particular caso del Sahara Occidental. Finalmente, en territorio asiático se definieron dos trayectos: la ruta de oriente medio, donde migrantes sirios, iraníes e iraquíes van rumbo a Europa y la migración rohingya en el sur de Asia.
La creación narrativa transitó por varios estadios, el primero tuvo que ver con una investigación transversal de la ruta migratoria correspondiente; contexto político, social, histórico, además de las condiciones culturales y geográficas que permean a los migrantes fueron necesarios para así tener pilares suficientes para aproximarse a la construcción de un relato verosímil, que además tuviese como ingrediente una intención narrativa expresa de intentar contarlo en primera persona, con tintes testimoniales. Luego se realizó un proceso de creación narrativa donde tal como señala Scolari (2008) es fundamental saber a dónde se quiere llegar, para lo cual fue necesario comenzar a perfilar las geografías, la historia, y por supuesto los personajes y sus relaciones.
Como un tercer momento, quizás uno de los más relevantes por lo decisivo en el desenlace del proceso de producción de la narrativa, se realizaron workshops inspirados en las consignas del arte digital y sus herencias (Alvarado, 2018), donde los participantes iniciaron un rastreo y selección de lienzos, procurando asignar cuando menos un par de pinturas para cada momento (inicio, nudo y desenlace). El criterio de la elección de las pinturas corrió por cuenta de cada uno de los grupos de creadores, quienes debían elegir los cuadros a la luz de elementos estéticos (aportes a las apuestas visuales del relato) o aspectos narrativos (retóricas del discurso para narrar de formas menos convencionales). El proceso por supuesto también contempló la necesidad de indagar tras cada una de las imágenes elegidas, con el fin de conocer lo más posible respecto a sus circunstancias de elaboración, significados, intencionalidades del artista e interpretaciones realizadas sobre las mismas.
Tras el proceso de creación narrativa, se sobrevino el trasegar de la creación visual y artística de los relatos de las siete rutas migratorias, escenario donde se tuvo que planificar la repartición de la historia en los diferentes medios: audiovisual, fotografía convencional, audios, textos breves y fotografía 360°, esta última como la plataforma cohesionadora y articuladora de las narrativas. Dicha distribución se hizo bajo la premisa de ofrecer relatos breves pero que interconectados entre sí pudiesen dar sentido a una historia enlazada con muchas otras pese a las distancias geográficas o culturales.
La migración desde la mirada del amateur
La producción colectiva realizada por los estudiantes de Comunicación Social - Periodismo de Uniminuto se cristalizó con la construcción de diecinueve entornos inmersivos en fotografía 360° los cuales fueron hilados con botones para navegar los panoramas entre sí en la plataforma Roundme.com (fig. 1). Allí, también se desplegaron contenidos como piezas sonoras, audiovisuales y textos breves que anclan algunos detalles del contexto de las circunstancias migratorias abordadas. Asimismo, se contó con una exposición in situ en la universidad,en donde varias fotografías de los relatos fueron impresas con códigos QR para invitar a los visitantes a tener un acercamiento sensorial con los relatos migrantes.
Como resultado, esas miradas amateurs frente al fenómeno migratorio dieron forma a trece historias que comprendieron diversos abordajes alrededor de las rutas elegidas. Relatos que se interconectan entre sí más allá de las geografías, donde los creadores invitan a una implicación y una exploración sensorial aumentada para entender la migración como un fenómeno social y no como un problema.
Fue allí el momento para que el arte tomara protagonismo, varios lienzos, muchos de ellos emblemáticos cuadros en la historia del arte, se convirtieron en el revulsivo para invitar a creaciones que intentaran desmarcarse de los cánones informativos. Un ejemplo destacado fue el relato Diario de un escape (fig. 2), que enmarcado en la migración rohingya, narra a partir de las notas de un diario de un migrante llamado Abud Abad sus sentires y cómo vivió ese peligroso trayecto huyendo de Birmania. El diario se convierte en un vestigio que entre sus líneas evoca imágenes las cuales se anclan a pinturas como El Desfile de Fernando Botero (2002) para referirse a la masacre en la que se constituyen fenómenos migratorios bajo condiciones de precariedad. La desgarradora pintura de Iván el Terrible y su hijo de Ilía Repin (1885) también inspiró trozos del diario de Abud, aquella mirada de Iván en el lienzo de desasosiego por perder a su ser amado es lo que sintió el migrante, quien durante su travesía perdió a su hijo, viéndose obligado además a arrojar su cuerpo al mar en medio de la impotencia.
En la misma ruta de migración rohingya en el sur de Asia, también surgió otro relato llamado Aquí no Manda el Miedo, el cual se concentra en la lucha y resiliencia de las mujeres huyendo rumbo a Bangladesh. Aquí Jamalia Begum es la protagonista de una historia donde la lucha social y la búsqueda de la reivindicación de sus derechos son el eje que hila las dificultades y obstáculos de migrantes que solo buscan ser escuchados y recibir ayuda ante su evidente vulnerabilidad. Delegados femeninos del VI Congreso (Yanovskaya, 1932), fue la inspiración artística para los creadores de esta historia, fue en este lienzo donde encontraron aspectos claves para comprender las diversas dimensiones y fortalezas de la mujer como sujeto político, como activista, como líder. También se sumó La balsa de Medusa de Géricault (1819), símbolo del romanticismo francés, imagen que recuerda un catastrófico naufragio ocurrido en 1816 y que aquí fue la musa para reflejar los peligros e incertidumbres navegando, muchas veces a la deriva, presos del miedo, huyendo en el caso de los rohingyas de su natal Birmania. Ahora es aquella mujer idealizada bajo un rol limitado y misógino representada en una muñeca Barbie la que sufre una transformación sustancial, ahora pareciese ser una nueva línea de juguetes denominada Barbie migrante (Fig. 3), es una apuesta atrevida por parte de los creadores, irónica a su vez, lo que sin duda permite ver en la estética de la narrativa una crítica en diferentes niveles ante los flagelos que sufren las mujeres migrantes en el mundo.
A partir de la migración a través del África centro occidental, se construyó el relato denominado Hermandad a través de las fronteras una narración que cuenta la historia de tres hermanos que, impulsados por la falta de oportunidades, las constantes sequías, el hambre y el abandono estatal de su país, emprenden una riesgosa travesía en una caravana migrante que tiene como destino tierras europeas. A través de la obra Girl with blue (2013) del artista Sudafricano Lionel Smit los estudiantes se inspiraron en los matices y colores que hacen contraste en el lienzo para representar la tristeza y la tragedia que se viven diariamente en dicho continente. Sin dejar a un lado las marcas en la piel de la musa de la pintura, que significaron en este proyecto una forma de evocar las marcas que deja el fenómeno de la migración, que no solo son físicas, sino que se convierten en huellas.
En el mismo sendero migratorio, a través de la figura narrativa de la comparación, se genera una historia que pretende acercarnos a las problemáticas que afrontan diferentes especies en el fenómeno migratorio. Esto con el fin, de comprender que no solo permea a la especie humana, nos incita a entenderlo e interpretarlo desde una mirada menos etnocentrista. Contra viento y marea (fig. 4) evidencia cómo se vive el proceso migratorio, por un lado, de algunos habitantes africanos y por el otro, el de las mariposas, especialmente, la especie Vanessa Cardui, quienes, sin saberlo, comparten la misma ruta migratoria.
Inspirados en la serie La epopeya de la gran migración (1941) de Jacob Lawrence, reflejaron la estrecha relación que existe entre ambas especies, valiéndose de las formas renacentistas expuestas por Lawrence, para hacer alusión no sólo a los desafíos, sino también a los sentimientos compartidos, en medio de la desesperanza.
El rapto de la imagen
Tal como señala Berger (2000), tradicionalmente cuando se presenta alguna imagen bajo el rótulo de obra de arte la gente la mira de una forma distinta, regida por ideas preconcebidas de la belleza, las formas, el gusto, etc. Sin embargo, muchas de estas ideas ya no encajan en el mundo actual. En consecuencia, la experiencia de Inveniam Locum, no pretende limitarse a esa experiencia clásica de contemplación artística, resulta más sensato, considerar este conjunto de producciones mediáticas como un rompecabezas transmedia que se inspiró en el arte para raptar y encauzar imágenes del pasado hacia una conexión mucho más viva del tiempo reciente. Asimismo, el potencial transmedia que tiene Inveniam Locum obedece a cuando menos un intento de observar desde distintas miradas, estéticas y abordajes el fenómeno migratorio, un ejercicio holístico tal como el que realizaban los cubistas al tratar de mostrar en sus cuadros una diversidad de puntos de vista alrededor de un objeto (Berger, 2000).
El arte se convierte entonces en un revulsivo para elevar las calidades estéticas, pero sobre todo, para hallar formas abstractas, simbólicas y en general, menos convencionales de narrar. Son los ciudadanos ahora quienes pueden hallar en ese gigantesco baúl de la historia del arte todo un compendio de imágenes de otros tiempos, lienzos que ahora digitalizados permiten su modificación, una alteración con fines cercanos a sus contextos, que les suscitan emociones, que les conectan. Hallar un lugar no es una condición exclusiva del migrante, Inveniam Locum también implica el encontrarse con el otro desde el valor del relato, entre pares, entre ciudadanos, entre artistas amateurs.