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Ganga-Contreras, F., Suárez-Amaya, W., Valderrama-Hidalgo, C. y Salazar-Botello, C. (2022). Rankings universitarios y su influencia en el desempeño: Comparando perspectivas expertas de Chile y Venezuela. Retos Revista de Ciencias de la Administración y Economía, 12(24), pp. 8-18. https://doi.org/10.17163/ret.n24.2022.01
Introducción
El estudio de los rankings de universidades suscita un gran interés para el área de la gestión, en tanto, resulta cada vez más evidente la influencia que ejerce en aspectos como estrategias, misiones, estructuras y funciones de las universidades (Veliz y Marshal, 2022; Katsumoto et al., 2022). Diversos estudios demuestran cómo los rankings representan información de entrada para la calidad en el proceso de evaluación y de posicionamiento de las universidades en el contexto de un mercado de la evaluación académica que establece diferencias de estatus, reputación de las universidades y sus integrantes, al tiempo que, promueven la internacionalización (McAleer et al., 2019; Xi y Rowlands, 2021; Artyukhov et al.,2021; Lee et al.,2021; Fernandes et al., 2022a).
En este sentido, las instituciones con excelentes calificaciones en estas evaluaciones se convierten en las preferidas por estudiantes nacionales e internacionales, lo cual favorece a su vez la colaboración (Jeyaraj et al., 2021, y Soysal et al., 2022). De esta manera, califica la información que ofrecen los rankings como esencial, útil e independiente, (Ramírez et al., 2019), lo cual permite a los tomadores de decisiones comparar a sus instituciones con respecto a otras, identificando fortalezas y debilidades. Es importante tomar en consideración que el uso de rankings ha sido cuestionado como criterio de evaluación de calidad, debido a que presentan deficiencias metodológicas (Serra et al., 2021; Moskovkin et al., 2022), tales como el uso de datos blandos como encuestas de reputación y la presencia de sesgos estructurales que afectan de manera no homogénea los resultados de las universidades de contextos territoriales y educativos diversificados (Marginson y Van-der-Wende, 2007; Williams y Van-Dyke, 2008; Calderón y Franca, 2018; Krauskopf, 2021; Bellantuono et al., 2022; Wut et al., 2022).
De lo anterior se desprende que al analizar los resultados de los rankings es necesario tener presente la metodología, indicadores y sus ponderaciones (García y Pita, 2018). A pesar de algunas críticas teóricas y técnicas, los académicos reconocen en gran medida la influencia de las posiciones de clasificación de las universidades en las preferencias de los proveedores de fondos, académicos y estudiantes, a nivel nacional e internacional (Uslu, 2020).
En lo que respecta a las dimensiones e indicadores de los rankings universitarios, diversas investigaciones se han levantado indicando la importancia de ciertas categorías dentro del sistema de medición general (Çakır et al., 2015; Olcay y Bulu, 2017; Vernon et al., 2018; Lukić y Tumbas, 2019; Iordache-Platis y Papuc, 2019; Kosztyán et al., 2019; Uslu, 2020). Estas investigaciones coinciden en confirmar que los rankings ofrecen un mayor peso a ciertos indicadores. El número más significativo de sistemas de clasificación global se enfoca predominantemente en el contexto de medir el desempeño de la investigación como el indicador crucial de la calidad y competitividad de las universidades, seguido de los indicadores de categoría de reputación, la calidad docente y el rendimiento web, en algunos casos. Lo anterior se evidencia al observar los indicadores de algunos de los rankings globales más reconocidos como: Shanghai Academic Ranking of World Universities (ARWU), World University Rank (THE), Quacquarelli Symonds (QS) University Ranking, y Scimago Country Rank (ver tabla 1).
Dogan y Al (2019) señalan que, a pesar de la diversidad de criterios en las clasificaciones, la comparación entre los mismos puede ser útil principalmente para que los organismos de clasificación, políticos y los responsables de decisiones revisen qué indicadores utilizar en sus clasificaciones y se cuestionen si es necesario continuar con las clasificaciones generales. Este es un proceso desafiante dadas las complejidades y especificidades de la instituciones, que requieren, como señalan Dixon y Hood (2016), un sistema de evaluación capaz de distinguir significativamente el desempeño de las instituciones, que además sea lo suficientemente estable como para identificar los cambios en el desempeño a lo largo del tiempo, y que evite perversidades derivadas por las respuestas estratégicas de las instituciones; este esfuerzo podría complementarse con los planteados por la Norma UNE-ISO 21.001:2018, que establece las bases de un sistema de gestión para organizaciones educativas, con énfasis en el estudiantado y en todos los actores del sistema educativo.
Por otro lado, la fascinación mundial por los rankings y la aspiración por la mejora continua en las clasificaciones ha contribuido a fomentar una cultura de investigación y a proporcionar mayor inversión para desarrollar esta actividad (Jeyaraj et al., 2021; Wandercil et al., 2021). Desde la perspectiva de las partes interesadas, el ranking muestra la posición o la percepción académica de calidad de una universidad focal en relación con las universidades competidoras (Sukoco et al., 2021; Fernandes et al., 2022b), así la creciente influencia de los rankings globales aumenta la competitividad entre las universidades de todo el mundo con un apoyo sustancial del gobierno, ya que el estatus de clase mundial de las instituciones también representa el prestigio del país (Hazelkorn 2011; Sanz-Casado et al., 2013; Bak y Kim, 2015; Hubbard et al., 2021; Singh y Singh, 2021).
Estudios desarrollados en diversas realidades en el contexto de educación universitaria hacen evidente el impacto de estos clasificadores. Dowsett (2020) en un estudio desarrollado en universidades australianas revela que a partir de cambios específicos en la dirección estratégica no solo mejoran la posición de mercado de una universidad, sino que también pueden contribuir a un aumento significativo en su clasificación. Este impacto trasciende los muros institucionales para convertirse en parte de las estrategias de fomento de los países. Otro ejemplo de ello, son los estudios de Lee et al. (2020), Shreeve (2020) a partir de iniciativas de financiamiento en el continente asiático para que las instituciones sean reconocidas mundialmente. En el ámbito latinoamericano también destacan los trabajos desarrollados por King-Domínguez et al. (2018), Ganga-Contreras et al. (2020; 2021), Ortiz et al. (2021) y desde la perspectiva de los académicos, el trabajo de Suárez-Amaya et al. (2021), aportando antecedentes en la región.
En este orden de ideas, el objetivo principal de esta investigación es analizar comparativamente la percepción que tienen las personas expertas de universidades de Chile y Venezuela, en relación con dimensiones y variables que son parte de los indicadores que utilizan rankings universitarios.
Para alcanzar los propósitos trazados, se realiza una investigación de tipo cuantitativa, no experimental con diseño transversal. Los datos son obtenidos de la aplicación de un cuestionario a una muestra no probabilística intencionada, la cual está compuesta por 189 funcionarios de diferentes cargos provenientes de diversas entidades de educación superior (en total 33), de las cuales el 41,2 % corresponden a Venezuela y el 58,8 % a Chile.
Entre los resultados más significativos, destaca la enorme importancia que se le otorga a la dimensión internacionalización, especialmente desde la mirada de los encuestados chilenos; algo similar ocurre con la dimensión infraestructura, que es altamente ponderada por las universidades públicas, que suelen presentar debilidades en este aspecto, particularmente las ubicadas en regiones.
Materiales y método
Esta investigación es de tipo cuantitativa, no experimental con diseño transversal. En el contexto del estudio, la muestra está constituida por 189 funcionarios de diversos cargos provenientes de instituciones de educación superior, de las cuales el 41,2 % corresponden a Venezuela y el 58,8 % a Chile. La muestra es no probabilística intencionada. La cantidad de instituciones involucradas en el estudio alcanza a 33, entre ambos países.
En relación con el instrumento de recopilación de información, esta contempló en primera instancia siete preguntas de caracterización de los encuestados que incluían: universidad/institución a la que pertenece el encuestado (1); país (2); cargo en la universidad/institución (3); años trabajando en la universidad/institución (4); rango de edad (5); sexo (6); y estudios (7). Para el caso específico de las preguntas (3) y (4), las variables para el análisis de los datos se organizaron en las siguientes categorías:
Para los años de trabajo universidad/institución se agruparon en: meses laborando, entre 1 a 5 años, entre 6 a 15 años, entre 16 a 25 años y más de 26 años en la institución.
Para la variable cargos, se distribuyeron los datos en: directivo superior, director, jefe de unidad, investigador, académico, profesional administrativo y otro.
En segundo lugar, se incorporaron 13 preguntas con alternativas de respuesta de medición Likert, todas las cuales abordaron la percepción de los índices de desempeño en la constitución de los rankings para clasificar a las instituciones de educación superior.
La primera sección se compone de nueve dimensiones: infraestructura (1), investigación (2), vinculación con la comunidad (3), internacionalización (4), percepción de calidad (5), características del cuerpo académico (6), características de los estudiantes (7), gestión de la universidad/institucional (8) y forma de gobierno de la universidad (9), donde cada sujeto respondió asignado un valor de 1 a 5, considerando 1 como poco importante y 5 como muy importante para cada dimensión.
En la tercera parte, los sujetos respondieron con la misma valoración de 1 a 5 pero en referencia a cuatro variables de contexto que son: territorialidad (1), tamaño de la universidad (2), presupuesto (3) y concentración de otros centros universitarios (4), en cuanto al nivel de importancia. Adicionalmente, en la segunda parte, se realizó una pregunta donde los encuestados debían distribuir porcentualmente los valores que asignarían en un ranking de desempeño universitario, a las nueve dimensiones previamente señaladas.
Para el análisis de datos se utilizó el programa estadístico Statistical Package for the Social Sciences (SPSS) 25.0 para Windows. Para poder verificar si las puntuaciones de la muestra siguen o no una distribución normal, se realizó la prueba no paramétrica de Kolmogorov-Smirnov de normalidad, donde se obtuvieron valores p<.05 en todas las dimensiones, por lo que se utilizó estadística inferencial no paramétrica. También se utilizó estadística descriptiva como tablas de frecuencias, medias y desviaciones estándar.
En relación con la estadística inferencial, se realizó la prueba U de Mann-Whitney, para comparar las medias de las dimensiones por país y por tipo de institución. Además, se compararon las medias de los puntajes por cargo y por rango de años laborando en la institución con la prueba de Kruskall-Wallis. Se consideraron significativos valores p<.05.
Resultados
Caracterización de los encuestados
En relación con los encuestados, para la sección edad, esta se categorizó en cuatro grupos. El primero considera a menores de 35 años con el 9,1 % de los sujetos; luego, entre 36 a 45 años, con el 31,6 %; entre 46 a 60 años, con 48,1 % y mayor de 60 años con el 11,2 %. Al respecto, se identificó una media de 2.61, con una desviación estándar de ±0.804. En relación con la conformación por sexo, los resultados arrojaron una distribución del 52,4 % femenino y el porcentaje restante masculino.
Otra variable analizada fue el tipo de institución, según el origen de la propiedad a la cual pertenecen las personas encuestadas; al respecto, quedó en evidencia que la gran mayoría son de entidades públicas (85 %) y el porcentaje restante son de universidades privadas. En este sentido, es valorable que las personas que contestaron la encuesta llevan tiempo trabajando en sus respectivas universidades. De esta manera, se identificó, que solo el 11 % de los sujetos tenían meses laborando, mientras que el 20,3 % de ellos indicaron oscilar entre 1 a 5 años, 25,1 % entre 6 a 15 años, 32,6 % entre 16 a 25 años y solo 11,2 % ha estado empleado más de 26 años en la institución. La frecuencia relativa, en relación con la cantidad de tiempo laborando de los sujetos en cada institución, está distribuida en las categorías solo meses, entre 1 a 5 años, entre 6 a 15 años, entre 16 a 25 años y 36 años o más; concentrando el 57,8 % de los casos, las categorías entre 6 a 15 años y entre 16 a 25 años en conjunto.
Sobre los tipos de cargos, se dividen en siete categorías (directivo superior, director, jefe de unidad, investigador, académico, profesional administrativo y otro) y solo los académicos representan el 52,4 % de los datos. Por otra parte, las edades se organizaron en cuatro categorías, las cuales son: menor de 35 años, entre 36 a 45 años, entre 46 a 60 años y mayor de 60 años. En conjunto, las opciones entre 36 a 45 años y entre 46 a 60 años registran el 79,7 % de los casos.
Dimensiones de los rankings
En relación con la prueba de U de Mann Whitney en la comparación de medias entre las nueve dimensiones, en el caso del sexo, se obtuvieron valores en: infraestructura (p=.815), investigación (p=.674), vinculación con la comunidad (p=.715), internacionalización (p=.917), percepción de calidad (p=.172), características del cuerpo académico (p=7.03), características de los estudiantes (p=.393), gestión de la universidad/institucional (p=.660) y forma de gobierno de la universidad (p=.166), por lo tanto, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas.
En la tabla 2, se puede observar que la situación es similar en la comparación por país a excepción de la dimensión de internacionalización (p=.049) con diferencias significativas, es decir, para los encuestados de las universidades chilenas el criterio de internacionalización tiene mayor peso que el resto de las dimensiones presentadas.
En el caso de la comparación por tipo de institución, la tabla 3 muestra diferencias significativas en la dimensión de infraestructura entre instituciones públicas y privadas (p=.001), en la cual se puede interpretar que los espacios físicos y el nivel de equipamiento en las universidades es otro indicador que se considera importante para elevar el desempeño institucional, principalmente para las instituciones públicas.
Por otra parte, la prueba Kruskall Wallis para la comparación de las nueve dimensiones por los años de antigüedad trabajando en la institución no mostró diferencias significativas en infraestructura (p=.202), investigación (p=.638), vinculación con la comunidad (p=.496), internacionalización (p=.880), percepción de la calidad (p=.999), cuerpo académico (p=.775), características de los estudiantes (p=.819), gestión de la institución (p=.947) y gobierno institucional (p=.516). En cuanto a las diferencias por cargos según dimensión (p=.357; p=.527; p=.676; p=.271; p=.241; p=.568; p=.987; p=.852 y p=.789), no se encontraron diferencias estadísticamente significativas, evidenciando que independientemente del tiempo de antigüedad trabajando en la institución y el cargo que poseen los sujetos, la percepción del peso que se le asigna a estas dimensiones son estadísticamente iguales.
Sobre las variables de contexto
Para la comparación de medias se utilizó la prueba de U de Mann Whitney para las cuatro variables de contexto por sexo y se encontraron los siguientes resultados: en territorialidad (p= .067), tamaño de la universidad (p=.183), presupuesto (p= .931) y concentración de otros centros universitarios (p= .685). Misma situación por país (p= .692; p= .638; p= .050 y p= .182) y por tipo de institución (p= .332; p= .736; p= .426 y p= .759) en cuanto al nivel de importancia de dichas variables. En consecuencia, no se han encontrado diferencias estadísticamente significativas por sexo, país y tipo de institución en el nivel de importancia de las variables de contexto que influyen en los índices de desempeño de las universidades.
Se realizó la prueba de Kruskall-Wallis para comparar las variables de contexto con los años de antigüedad trabajando en la institución, la cual arrojó diferencias significativas en la variable de contexto “territorialidad” (p= .041), mientras que en las otras tres variables no se encontraron diferencias significativas. Para la variable de contexto territorialidad, se realizó prueba U de Mann Whitney por la cantidad de pares con la corrección de Bonferroni, donde se obtuvieron diferencias significativas (p= .003) entre los sujetos que tienen meses trabajando en la institución y los que llevan entre 6 a 15 años, por lo tanto, es interesante comprender que el nivel de importancia sobre la ubicación geográfica y las características demográficas de la zona donde se encuentra la universidad según la percepción de los pares mencionados anteriormente son altos, principalmente para quienes se inician en la carrera académica. Para el resto de las personas expertas el análisis no presenta diferencias significativas.
En cuanto a la comparación de las cuatro variables de contexto con los cargos, se encontraron valores (p=.268; p=.363; p=.271 y p=.120), por consiguiente, no existen diferencias significativas en relación con el nivel de importancia en las variables que afectan a los componentes y dimensiones con los que se construyen los índices de desempeño de las universidades según los cargos de los sujetos, es decir, son iguales estadísticamente.
Discusión y conclusiones
Esta investigación ha dejado en evidencia, desde la revisión teórica previa, que las universidades en la época actual están altamente influenciadas en su gestión por los criterios de medición establecidos por los rankings globales, y esto no es ajeno a la cotidianidad de las personas que hacen vida en las universidades. En la práctica, esta investigación propuso realizar comparaciones de personas expertas ubicadas en universidades de Chile y Venezuela respecto a las dimensiones y variables que presentan los rankings y cómo estas tienen peso en el desempeño institucional. Podría haberse pensado en un diagnóstico preliminar, que los resultados serían disimiles dados el contraste de contextos económicos y sociales que rodean el sistema de educación superior en Chile y Venezuela, sin embargo, no ha sido así, dado que en líneas generales no se observaron diferencias significativas, es decir el peso otorgado por las personas a las dimensiones y variables analizadas en este estudio es similar, a excepción de tres aspectos que se identificaron como significativos en la interpretación estadística: internacionalización, infraestructura y territorialidad.
En el caso de la internacionalización, esta aparece como una dimensión con un peso importante, principalmente desde el ámbito chileno. Estos resultados son consistentes con los obtenidos por McAleer et al. (2019) en cuyo trabajo la internacionalización resulta estadísticamente significativa para explicar las clasificaciones de todas las universidades, inclusive cuando se analizan universidades privadas y no privadas.
Otro dato resaltante en este estudio es el peso otorgado a la dimensión infraestructura, el cual aparece ligado con mayor preponderancia en universidades públicas, lo que es consecuente con las limitaciones que tradicionalmente presentan este tipo de instituciones.
Cabe destacar el mensaje —que impacta ambos tópicos— a partir de la investigación realizada por Xi y Rowlands (2021) sobre la realidad del proceso en universidades regionales, principalmente en lo que respecta a la atracción de estudiantes extranjeros, dado que una adecuada infraestructura es crucial cuando se trata de desarrollar una estrategia orientada a la internacionalización.
Lo anterior se relaciona con una variable de contexto que es la territorialidad, las universidades parecen estar inmersas en una disyuntiva entre dar preponderancia a las necesidades locales, pero sin quedar fuera del concierto internacional, la investigación de Suárez-Amaya et al. (2021) refleja esta realidad. Llama la atención que, en los resultados obtenidos en esta investigación, la inclinación hacia el tema de la territorialidad sea desde las personas con menor antigüedad en el cargo; sería interesante ahondar en los análisis para identificar en profundidad las razones que expliquen estas derivaciones.
Finalmente, se espera que los resultados de esta investigación sirvan de referencia para los tomadores de decisiones, ya que permite identificar, desde la mirada de actores universitarios, factores críticos de éxito a promover en los planes estratégicos de las instituciones, en adecuación a las condiciones particulares que cada una de ellas tiene.