Introducción
Las prácticas lectoras en la biblioteca escolar constituyen un eje dinamizador del aprendizaje, este trabajo se vincula al enfoque teórico de la pedagogía crítica que busca que este proceso vaya de la mano con el carácter cuestionador y reflexivo que la construcción del conocimiento implica. El uso diario para consultas enviadas por los profesores, búsqueda de datos, lecturas individuales y grupales, propicia que se empiece a forjar en este tipo de espacios, el hábito lector que traerá excelentes resultados en el futuro académico de los estudiantes que recién empiezan a formarse.
Es sustancial que el docente incentive a sus estudiantes a la práctica de la lectura, porque existen factores que influyen en la problemática como la desmotivación por parte de ellos, sin considerar la excelencia de leer como destreza significativa para la evolución de sus conocimientos, porque estas deficiencias son arrastradas incluso cuando llegan a los niveles universitarios, estos estudios han sido demostrados científicamente gracias a las evaluaciones que realiza el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), en la que participan varios países de todo el mundo (Vidal & Manriquez, 2016).
La lectura se remonta desde años atrás y con el transcurso del tiempo a la vez entender cómo es el proceso de comprensión, por lo que varios profesionales en especial los psicólogos cognitivos han elaborado y diseñado herramientas de enseñanza- aprendizaje de las prácticas lectoras, y saber cómo son utilizados aquellos conocimientos aprehendidos por medio de la lectura; es recomendable que desde la primaria se corrijan estas estrategias para que la humanidad no conlleve estos problemas, hay estudios que demuestran prevalencia en dificultades por la lectura, como en Estados Unidos el 33% de los alumnos leen por debajo del nivel básico, en Reino Unido el 10% de niños entre 8 y 12 años, en Cuba el 28% de escolares presentan dificultades y en un reciente estudio en Argentina e Italia el 10 a 15% de la población escolar también presenta dificultades (González & Laura, 2016).
Leer no significa pasar la mirada por las líneas textuales, es comprender y analizar el significado de los contenidos, siendo este la esencia de la lectura, porque se conjugan un grupo de percepciones, de diferentes procesos como el sintáctico, gramatical, léxico; es por la lectura que el ser humano adquiere la mayor parte del conocimiento (Sánchez, 2013).
Las bibliotecas escolares ofrecen un espectáculo de obras de arte, que permiten el enriquecimiento de la imaginación, el desarrollo del intelecto, la expresión de las emociones, y la relevancia que tiene la persona quien reciba en la biblioteca y tenga esa chispa o motivación para que el estudiante se incentive a leer, y visitar siempre aquel lugar en donde construirá nuevos aprendizajes (Jiménez, 2012).
En el marco de la Alfabetización Informacional, las bibliotecas escolares satisfacen las incipientes necesidades de información de los alumnos, pero también se convierten en una posibilidad de innovación en la práctica del quehacer docente. Siempre es un error caer en el ámbito de las generalizaciones, pero se puede afirmar que todo estudiante que no posee una conexión con la biblioteca escolar, que no lee y no fomente este hábito, va a tener serios problemas en su aprendizaje.
Es indudable que las visitas asiduas a la biblioteca escolar otorgan al educando un juicio más amplio y lo predisponen para que aprecie el mundo que lo rodea desde otras perspectivas.
Como medio para mejorar el proceso de aprendizaje en los estudiantes el sistema educativo ecuatoriano tiene como ventaja fortalecer las prácticas lectoras, y desde el hogar el apoyo es fundamental para crear en los niños hábitos que permitan fortalecer su nivel de creatividad y comprensión. A nivel de Manabí existen datos donde se demuestran un alto índice analfabetismo según el último censo realizado en el año 2011, por esta razón se realizan programas donde promueven e incentivan la relevancia que tiene la lectura, en la formación se conocimientos (Rivas, 2015).
Particularmente, este trabajo pretende indagar en el carácter reflexivo y cuestionador que las prácticas lectoras le proporcionan al estudiante, aplicándole encuestas, como método de la investigación de campo, y bibliográfico para el respaldo teórico- científico. Desde la aguda mirada de la pedagogía crítica, se explora en este estudio la forma en que la lectura favorece el desarrollo el razonamiento de los alumnos y la manera en que la biblioteca se convierte en la herramienta más próxima y cotidiana en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Metodología
Esta investigación, tiene un enfoque metodológico cualitativo, cuantitativo y bibliográfico, se trata de un estudio de caso, realizado en la biblioteca de la Unidad Educativa del Milenio Olmedo, ubicada en la Ciudad de Portoviejo, Provincia de Manabí. La elección de este espacio responde a su ubicación y a su carácter accesible para los estudiantes y público en general.
Para la elaboración de este trabajo se utilizó la técnica de la encuesta a un grupo de 88 alumnos lectores que visitan con frecuencia este lugar, el nivel de estudio investigado se encuentra en el noveno y décimo año de educación básica.
En el análisis cualitativo se verificó que los lectores obtienen aprendizajes durante las prácticas de lectura, y cómo transforman sus conocimientos a través de ella, el cuantitativo se ejecutó mediante los resultados que se obtuvieron con la aplicación de la encuesta y el bibliográfico de acuerdo a las investigaciones realizadas en fuentes de artículos científicos de alto nivel.
Resultados
La ubicación de la biblioteca escolar investigada se encuentra situada en la Avenida Metropolitana frente a la Universidad Particular San Gregorio de Portoviejo, como se observa en la figura 1, un lugar de fácil acceso y muy concurrido especialmente por estudiantes.
La biblioteca escolar es un espacio de aprendizaje que ayuda a los estudiantes a fomentar sus hábitos lectores y contribuye a que sean más responsables en el desarrollo de sus tareas. Este espacio es fundamental porque en él se hace realidad el placer de la lectura y en muchas ocasiones constituye el primer acercamiento que los niños tienen con los libros.
Este lugar sirve por igual a estudiantes y maestros en la búsqueda de motivación para investigar, buscar, informarse y en interesarse en textos para poder desarrollar el proceso de aprendizaje. Desde la perspectiva de la pedagogía crítica, se puede considerar que la experiencia de visitar la biblioteca escolar proporciona la oportunidad de acceder al conocimiento, contribuye a la formación de una conciencia crítica, una mentalidad abierta a otras realidades y culturas que despiertan la creatividad e imaginación de los estudiantes.
De acuerdo a la metodología aplicada, como se observa en la figura 2, la mayoría de estudiantes que visitan la biblioteca escolar oscilan entre los 13 a 14 años, de ellos la mayor parte son de sexo femenino que corresponden a 53 estudiantes, mientras que 35 son de sexo masculino, 37 cursan el noveno año, y 51 el décimo año de educación general básica.
Como indica la figura anterior las mujeres son las que practican más la lectura en la biblioteca escolar de esta Institución.
Las asistencias que los estudiantes realizan a la biblioteca constituyen un factor esencial en su proceso de aprendizaje. El maestro puede motivar este tipo de inspección cuando les sugiere a sus alumnos acudir a la biblioteca en lugar de sacar el contenido de cualquier página de internet. Otra forma también es ir con los estudiantes a este lugar durante la hora de clases, sabiendo que jamás esta hora podría ser considerada como perdida, porque los contenidos de cualquier asignatura pueden vincularse con la búsqueda de información en la biblioteca, como se demuestra en la tabla 1:
De los 88 estudiantes encuestados, como se observa en la tabla 1, apenas 8 alumnos, señalaron que visitan la biblioteca a diario. La gran mayoría, con el 59%, señaló que acude a la biblioteca más de dos veces a la semana, mientras que un significativo 32% expresó que va a este lugar por lo menos una vez al mes.
En cualquier sentido, la biblioteca escolar es un elemento fundamental en la identidad y vida colectiva de la Institución Educativa. Se trata de un espacio que tiene que ser aprovechado por los docentes y que debería ser incluido como una práctica o actividad cotidiana. El estudiante debe tener la visión de que aquí se prolonga la actividad rutinaria de las clases. Como se demuestra en la Figura 3, las razones de ir a la biblioteca; cuando hay este tipo de criterios es posible sacar el mayor provecho a los recursos que el docente tiene disponible en el fomento del aprendizaje.
De los resultados de esta pregunta hay varios aspectos a analizar. Un 37% de alumnos acude para realizar una consulta que les ha dejado un profesor. Las alternativas de búsqueda de espacio distinto para le lectura y el hecho de leer un texto en la biblioteca tuvieron un 17% de aceptación cada una. Mientras que un significativo 29% aseguró que visita la biblioteca escolar porque les obligan sus docentes.
Es relevante que el maestro aplique principios de la pedagogía crítica desde el contexto de la interacción comunicativa para que el estudiante analice, comprenda, interprete y cuestione los datos que obtiene sobre algún tema en concreto. Cuando esto ocurre se puede concebir a la educación como posibilidad para la identificación de problemas o búsqueda de alternativas de solución desde las posibilidades de la propia cultura.
Las respuestas dadas por los alumnos son un factor para entender el aspecto crítico de la información que obtienen de la biblioteca, como lo indica la figura 4.
Los resultados indican que la gran mayoría de encuestados, lo que corresponde al 64%, busca datos que se ajusten a lo que el profesor solicita y no cuestionan la información obtenida. Solo el 13% valora los resultados que busca y los cuestiona de alguna manera, mientras que un 23% aseguró no tener un criterio particular o específico sobre este tema.
La biblioteca escolar es un elemento enriquecedor no sólo del proceso de enseñanza aprendizaje, sino también del propio pensamiento, y el fortalecimiento del hábito lector como un factor a tomar en cuenta para considerar su grado de trascendencia. Este tipo de espacios son el recurso fundamental en el que los alumnos podrán encontrar los conocimientos que les sean necesarios y además descubren un mundo nuevo que se les muestra por medio de la lectura, la población está consciente que mientras más visite la biblioteca, se hará más fuerte su hábito lector.
Empieza en el hogar, se puede consolidar en las instituciones educativas y, dentro de ellas, en el ámbito de la biblioteca. La pertinencia de esta interrogante trajo consigo resultados merecedores de análisis. El 91% de los encuestados considera que las visitas a las biblioteca sí contribuyen en la formación de sus hábitos como lectores y apenas el 9% restante piensa lo contrario.
La biblioteca en la formación del conocimiento
La biblioteca escolar carece de definiciones o concepciones complejas, su interpretación es, en cambio, bastante sencilla. Se trata de un fondo de libros, textos, revistas y otros tipos de documentos que tienen un orden y estructura según criterios racionales y pragmáticos, para su uso adecuado en la actividad educativa en las instituciones educativas. Este lugar requiere de un espacio de almacenamiento y otro de lectura, sin olvidar su extensión digital; la selección de libros debe responder a las necesidades específicas de la propia actividad educativa, este espacio debe ser un lugar al que acudan los estudiantes de forma espontánea. La manera de asegurar los hábitos de lectura en los niños se da a través de un proceso gradual y mediado por un adulto; además, se conectan prácticas lectoras que se desarrollan en la familia, en la escuela y en la biblioteca, de manera dialogada, tejiendo una red entre estos espacios (Marlasca, 2015).
La trascendencia de estas prácticas permite estimular la lectura y planear el desarrollo del comportamiento del lector en la búsqueda de la sostenibilidad social y cultural, equivale a promover la reducción de la desigualdad de la sociedad, porque brinda el acceso de todos los ciudadanos a la información y al conocimiento; agrega que para envolver y conocer el universo infinito de la enseñanza de la lectura desde la biblioteca escolar es pertinente saber direccionar y mediar situaciones favorables para que la comprensión suceda (Duarte ,2012).
En este proceso, la colaboración del docente es imprescindible, porque debe proporcionarse el uso de la biblioteca y ofrecer condiciones para que la lectura ocurra y sea comprendida, para desarrollar comportamientos lectores. Este espacio es un centro de recursos al servicio de las programaciones didácticas, del aprendizaje autónomo de los alumnos y del desarrollo de su competencia lingüística (Rebollar, 2014), este contexto constituye en la actualidad un factor de primer orden para la consecución de los objetivos educativos.
La lectura es el camino o instrumento de una gran parte de los aprendizajes que los docentes desean transmitir a sus alumnos, por tanto, la biblioteca escolar constituye el entorno y el recurso privilegiado para facilitar esa lectura educativa, especialmente en etapas tempranas del aprendizaje.
Tiene la particularidad de ser un espacio y un instrumento colectivo de la institución educativa, no adscrita a cursos, ciclos o áreas concretas, con un frecuente carácter polivalente, que empieza a recibir la consideración y el tratamiento que merece con la designación o nombramiento de un responsable específico o coordinador de sus actividades, papel que frecuentemente se realza en los planteles por su asociación a los planes de fomento de la lectura, obligatorios e indispensables para las instituciones que requieren de un fondo bibliográfico adecuado y accesible.
La manera en que una institución educativa puede incentivar la lectura es utilizando la biblioteca como pilar de sostenibilidad del comportamiento lector, es una inversión con beneficio garantizado, los libros deben ser de fácil acceso para los estudiantes, pese a que muchas concepciones definen a la biblioteca como un elemento estático, ello no es tal, porque dinamiza el actuar de los estudiantes; a través de este espacio los alumnos viajan más allá de los conocimientos trabajados en clase, descubren el mundo de la literatura, profundizan conceptos y aprenden historias (Moreno 2017).
Leer y escribir hoy supone no sólo desarrollar la capacidad lectora sino, además asociarlo a todas las competencias básicas especialmente para aprender a aprender. Las bibliotecas escolares suponen una herramienta básica en este nuevo concepto de lectura, transformando sus objetivos y funciones, debiendo convertirse en el motor del cambio, actuando como centro de recursos para la enseñanza y el aprendizaje, como espacio dinámico que apoye la labor del profesorado de las distintas áreas del currículo, como agente de compensación social, llegando así a convertirse en el elemento central de toda la estructura organizativa de la institución educativa (Rebollar Op. Cit., 2014).
Crear hábitos de lectura, porque el niño construye sus propias prácticas lectoras a consecuencia de la asiduidad a la sala, la mediación de lectura y su rol de actor dinámico como usuario de biblioteca, estas tiene componentes lúdicos, educativos y funcionales. En la medida en que el niño deviene en un lector, las prácticas de lectura se van complejizando y adquieren otros matices (Sandoval & Landaverry 2019).
La biblioteca infantil constituye un buscador concreto y real de información abierto a la comunidad, en su interior desaparecen las estructuras y los límites marcados por la cotidianidad de las clases, y cobra especial relevancia el juego, la palabra y el dialogo en un entorno amigable, flexible y rico en experiencias de aprendizaje para los jóvenes lectores (Slaby 2014).
Leer desarrolla en los alumnos habilidades para lidiar con la información, la biblioteca es un instrumento facilitador del proceso de enseñanza de la lectura y ejerce uno de los más relevantes papeles en la formación del comportamiento lector, porque es en ese espacio donde los niños pueden aproximarse al pasado, aprender a desafiar el presente y crear condiciones de proyectarse al futuro, es un laboratorio de aprendizaje que contribuye al acceso a la utilización de la información y ofrece condiciones para la formación de actitudes lectoras (Duarte ,2012).
Ofrece servicios de aprendizaje, libros y otros recursos que permiten a todos los miembros de la comunidad escolar forjarse un pensamiento crítico y utilizar eficazmente la información en cualquier formato y medio de comunicación, proporciona a los alumnos competencias para el aprendizaje a lo largo de toda su vida y contribuye a desarrollar su imaginación, permitiéndoles que se conduzcan en la vida como ciudadanos responsables. En esta línea, el fomento de las prácticas sociales del lenguaje son un conjunto de acciones como la lectura, la escritura y la oralidad, que se conciben y se construyen en circunstancias reales de comunicación, y que entran en funcionamiento con propósitos comunicativos (Rodríguez 2014).
Activar las bibliotecas existentes en las escuelas es necesario para instituir el comportamiento lector en los niños, el uso dinámico de las bibliotecas propicia un trabajo pedagógico de calidad, ya sea a través de actividades adecuadas para desarrollar la capacidad de comprensión o las realizadas a partir de lecturas en voz alta hechas por el profesor y las actividades que llevan al niño a compartir su emoción y comprensión con los compañeros, evaluando, comentando, resumiendo, explicando y haciendo extrapolación, por ejemplo, proyectando el sentido del texto para otras vivencias y otras realidades (Petite 2016).
El bibliotecario tiene un acercamiento conciliador al alumno-usuario que no debe ser desperdiciado a la hora de ofrecer lecturas. Una ventaja que tiene es que puede realizar una atención más personalizada y atenta a los intereses del alumno, al no tener simultáneamente a un curso entero. El profesor por su parte tiene otros aportes de los que el bibliotecario carece, por ejemplo la interacción áulica de cada alumno, sus trabajos escritos, encuentros regulares con cada curso, conocimientos profundos en su materia que le pueden proporcionar orientaciones sobre materiales de lectura en función de las características de cada alumno, el rol que debe ejercer el docente se destaca como una guía valiosa para obtener resultados concretos. (Lanche, 2008).
Se considera que la biblioteca siempre debe estar predispuesta en atender al público, disponer de un atractivo espacio de lectura y una amplia colección bibliográfica que debe ser continuamente movilizada por las personas encargadas del lugar. En este sentido, la biblioteca juega un rol preponderante en la promoción de la lectura (Munita 2014), se pretende que la biblioteca escolar sea agente de transformación de la enseñanza y coadyuvante de la mejoría del desempeño del alumno, en la medida que provoca cambios pedagógicos.
La pedagogía crítica en el contexto de la biblioteca escolar
Cuando la biblioteca escolar asume su verdadera función se convierte en un instrumento de desarrollo del currículo, permitir el fomento de la lectura y la formación de una actitud científica y crítica, para pasar a constituirse en un elemento que forma el individuo para el aprendizaje permanente, lo estimula en su creatividad y la comunicación.
Se determina a la pedagogía crítica como una asociación de ciertas técnicas que facilita instaurar en el proceso enseñanza aprendizaje una alternativa que dirija a un pensamiento reflexivo y examinador en las personas, es sociológica, activa, predispone un sistema de conducta estable, y a la vez involucra la transformación de las prácticas y valores humanos.
Este tipo de enfoques basa su accionar en un currículo crítico, pues pretende enriquecer el sistema interpretativo-crítico de la realidad educativa, los alumnos desarrollan su personalidad y conocimientos en base a las necesidades de su entorno. Es allí cuando juega un rol activo la biblioteca escolar porque permite desarrollar actividades de incentivo a la lectura en las escuelas para atender innumerables necesidades existentes, principalmente, con los alumnos de los primeros grados de enseñanza primaria (Toruño, 2015), cuestionar sobre la función de la biblioteca implica buscar respuesta para la siguiente interrogación: ¿La biblioteca de la escuela puede ser considerada pilar de la sostenibilidad de la lectura?
El rol crítico de la biblioteca escolar deja de cumplirse cuando existe falta de oportunidades de convivencia de los alumnos con el acervo existente, la falta de una planificación pedagógica en cuanto al funcionamiento de la misma, la carencia de recursos humanos y a las exigencias frecuentes del personal de la biblioteca con la entrega de los libros y no con la formación de lectores (Orias, 2017).
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) juegan un rol importante en tanto y en cuanto logran conectar la actividad cotidiana del bibliotecario escolar con la era de la información (Suárez, 2016).
Es fundamental lograr, a partir de las prácticas de lectura , a un estudiante capaz de razonar por sí mismo sin dejarse influenciar por las sociedades que emergen de los diferentes procesos sociales, preparados para responder a las vicisitudes de la vida que enfrentan, modificando a diario su conocimiento con el fin de irlo perfeccionando (Sánchez, 2015).
La educación contemporánea se encuentra orientada hacia un modelo de formación que pretende que el alumno desarrolle sus propias capacidades y habilidades para un aprendizaje autónomo. De esta manera, la biblioteca escolar desempeña un papel medular por cuanto fomenta el conocimiento y contribuye para que los estudiantes tengan una lectura crítica tanto de los textos como de la realidad que lo rodea.
Conclusiones
De acuerdo a los datos obtenidos con la aplicación de encuestas a los estudiantes de la Unidad Educativa investigada, existe un alto índice de motivación por parte de los docentes, para que los alumnos visiten con mayor frecuencia la biblioteca escolar, con la finalidad de crear en ellos capacidades de reflexión y criticidad.
La biblioteca escolar constituye, por tanto, un espacio donde el estudiante construye prácticas lectoras siempre que tenga un rol activo en la elección de los libros, se beneficie de las mediaciones de lectura, conozca diversos tipos de textos y tenga la posibilidad de hacer uso del espacio e interactuar con niños que frecuentan la sala. El proceso de exploración es fundamental para desarrollar prácticas de lectura.
El componente crítico tiene un proceder relevante, por cuanto los alumnos cuestionan la información obtenida. Además este tipo de biblioteca funciona como ente democratizador del acceso al mundo escrito porque permite que los niños de diversas edades, de diferentes condiciones socioeconómicas y culturales accedan a ella, y les brinda acceso a diversas experiencias cuando en las lecturas se funden la emoción y la afectividad, hay que incentivar a la construcción y uso de estos espacios pedagógicos en todas las instituciones educativas.