Introducción
Las conductas desadaptativas en la infancia constituyen un problema creciente en la sociedad actual. Diversos estudios han analizado los factores asociados a la aparición de estos comportamientos disruptivos, señalando la influencia de los estilos de crianza de los padres como uno de los principales determinantes (Jorge y González, 2017). En ese sentido, el objetivo de este artículo es analizar la relación entre los estilos parentales y el desarrollo de conductas disruptivas en niños de la ciudad de Ambato, así el estilo de crianza que adoptan los padres juega un papel fundamental en el desarrollo socioemocional de los niños. Diversos estudios han demostrado que ciertos estilos parentales se asocian a problemas de conducta y desadaptación en los menores.
Los estilos de crianza parental hacen referencia a los comportamientos y actitudes de los progenitores hacia los hijos, los cuales se expresan a través del grado de control, exigencia, comunicación y respuesta empática que manifiestan en la interacción con ellos (Yaffe, 2018). La clasificación más utilizada distingue tres estilos principales: democrático o autorizativo, caracterizado por el equilibrio entre afecto y control; autoritario, que privilegia la obediencia y el sometimiento a reglas rígidas; y permisivo, con escasa supervisión y disciplina hacia los menores (Izzedin y Pachajoa, 2009).
Baumrind (1966) propone tres tipos de estilos de crianza en función al grado de control que los padres poseen sobre los hijos: los padres autoritarios son padres que ejercen el castigo para lograr la obediencia del hijo, donde no existe dialogo, pero con la dominancia de control, influencia y poca autonomía. Este es el estilo que genere mayores inconvenientes en el desarrollo de los hijos; también señala el estilo de crianza permisivo es donde se evita las restricciones y castigos por el contrario se dota a los hijos de eximirse de responsabilidades y existen pocos límites, mucha permisividad teniendo como resultado conductas agresivas y bajos niveles de madurez y los padres autoritativos aquí se hace mención a la reciprocidad jerárquica, donde cada miembro de la familia sin importar el rol que cumpla tiene responsabilidades que cumplir, pero también derechos que deben ser respetados por lo que la comunicación bidireccional es fundamental; se menciona que este estilo de crianza genera autonomía, independencia, cumplimiento de normas y responsabilidad social de las acciones. (Burgos y García, 2020)
Maccoby y Martin (1983) mencionan que existe un estilo de crianza más; estilo parental de enseñanza negligente que define a los padres como evasores de responsabilidad, donde se ejerce pocas normas, son poco afectivos y cuidadosos con sus hijos y si cometen algún error no es responsabilidad del adulto si no del hijo y hostil donde los padres no tienen una comunicación asertiva con los hijos (Acosta Muñoz et al., 2015)
Diversos estudios confirman que el estilo parental democrático promueve en los niños un mejor desarrollo socioemocional, mientras que los estilos autoritario y permisivo se asocian con mayores problemas de conducta y psicopatología infantil (Romero Godínez et al.,2017). Así, los menores criados en un ambiente autoritario suelen mostrar inseguridad, baja autoestima, ansiedad y dificultades en la regulación emocional. Por su parte, la permisividad y falta de límites parentales favorece el surgimiento de comportamientos desafiantes, consumo de sustancias e irresponsabilidad en los hijos (Torío López et al., 2008).
La literatura especializada ha identificado seis estilos parentales principales: autoritario o controlador, comunicativo o autoritativo, permisivo, negligente, sobreprotector y hostil (Velásquez, 2020). Cada uno de ellos conlleva prácticas, actitudes y un clima emocional distintivo en la interacción con los hijos, que repercuten sobre su bienestar psicológico. Por ejemplo, la crianza negligente, hostil o controladora se asocia a problemas externalizantes como: depresión y ansiedad e internalizantes como: hiperactividad, poca adaptabilidad; mientras que un estilo comunicativo o asertivo promueve un mejor ajuste conductual y emocional (Burgos y García, 2020).
En cuanto a las conductas disruptivas, se definen como patrones de comportamiento que violan los derechos de otras personas o transgreden las normas sociales establecidas, causando perjuicio al entorno (De la Peña, 2010). Entre sus manifestaciones más frecuentes se encuentran la desobediencia persistente, rabietas, agresividad, mentiras reiteradas, robos y actos vandálicos. En la mayoría de los casos, dichos comportamientos reflejan problemas subyacentes de regulación emocional e inadaptación psicosocial en el niño (Schulz et al., 2019). Por ello, su abordaje requiere identificar los factores psicológicos, familiares y contextuales asociados.
De hecho, la evidencia disponible señala que la crianza parental inadecuada constituye uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de problemas externalizantes en la infancia (Raya et al., 2009). Así, diversos estudios señalan que los hijos de padres negligentes, autoritarios o extremadamente permisivos tienen mayor probabilidad de involucrarse en conductas antisociales y delictivas durante la adolescencia, en comparación con aquellos que crecieron en un ambiente democrático (Palacios y Andrade, 2008; Steinberg, et. al, 2006).
Otros factores que incrementan el riesgo de comportamientos disruptivos son la exposición a modelos sociales desviados, el rechazo de pares, el fracaso escolar y determinadas variables familiares como la monoparentalidad, los conflictos conyugales o el hacinamiento (Antolín y Oliva 2009; Aguilar-Cárceles, 2012). Su interacción con prácticas parentales negligentes o coercitivas potencia los efectos negativos sobre el desarrollo infantil.
En esa línea, Mayorga (2013) enfatiza que los problemas conductuales en la infancia obedecen a una multicausalidad, en la que confluyen factores personales, familiares y contextuales. De ahí la necesidad de adoptar un enfoque ecológico para su comprensión. Asimismo, se requieren mayores estudios que analicen las particularidades de este fenómeno en los diversos grupos socioculturales (Castillo et al., 2019).
Sobre la situación actual en Ecuador, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020 reportó deficiencias importantes en las prácticas de crianza, lo cual estaría incidiendo en el incremento de trastornos comportamentales en la niñez. Por su parte, un estudio del Ministerio de Inclusión Económica y Social [MIES], 2020), señala que 4 de cada 10 niños del país habrían sufrido algún tipo de violencia intrafamiliar durante la pandemia por COVID-19. Este contexto de vulnerabilidad psicosocial alerta sobre la urgencia de implementar programas de prevención focalizados en la parentalidad positiva y el buen trato infantil.
En la provincia de Tungurahua no se cuenta con datos oficiales sobre la prevalencia de problemas conductuales en menores de edad. Tampoco existen estudios que analicen particularmente los estilos de crianza predominantes en las familias de Ambato y su posible asociación con comportamientos disruptivos infantiles. Investigaciones previas se han centrado en otras ciudades o comunidades (Gaxiola et al., 2006; Palacios y Andrade, 2008), limitando la posibilidad de generalizar sus resultados a nuestra realidad local.
De ahí la relevancia de la presente investigación, cuyo propósito es determinar la influencia de los estilos parentales sobre la aparición de conductas desadaptativas en escolares ambateños, considerando variables sociodemográficas como edad, sexo, nivel educativo y socioeconómico. Los resultados permitirán orientar el diseño contextualizado de programas preventivos en parentalidad, así como la implementación de políticas de protección infantil en la localidad.
Metodología
Participantes
Se llevó a cabo mediante un estudio cuantitativo de diseño no experimental de corte transversal y alcance correlacional. La población estuvo conformada por 104 estudiantes (51% mujeres y 49% hombres) de entre 8 y 11 años (M = 9.6 años, DE = 1.2) que cursaban de 3ro a 6to de EGB en la Unidad Educativa Pasa de la ciudad de Ambato, Ecuador. Los criterios de inclusión para delimitar la población fueron: a) Tener entre 8 y 11 años. b) Estar matriculados en la institución educativa. c) No presentar necesidades educativas especiales según el reporte de las autoridades. d) Cuyos padres hayan firmado el consentimiento informado. Los criterios de exclusión fueron los siguientes: a) Estudiantes cuya edad estuviera fuera del rango de 8 a 11 años. b) Estudiantes con necesidades educativas especiales diagnosticadas. c) Casos en los que los padres o tutores legales no hubieran firmado el consentimiento informado. d) Casos en los que el menor no hubiera dado su asentimiento para participar.
Los participantes fueron seleccionados mediante un muestreo probabilístico estratificado considerando el grado y sexo. Se estimó el tamaño muestral utilizando la fórmula para estudios correlacionales de Cortés et al., (2020), asumiendo un nivel de confianza del 95%, poder estadístico del 80% y un tamaño del efecto mediano (r = 0.3). El tamaño muestral calculado fue de 89 participantes, al cual se agregó un porcentaje adicional del 15% para compensar posibles pérdidas, resultando en una muestra final de 100 estudiantes.
Instrumentos
Se utilizaron dos instrumentos para evaluar las variables de interés:
El Sistema de evaluación de la conducta de niños y adolescentes conocido como BASC-3 por su nombre en inglés: Behavior Assessment System for Children (Reynols y Kamphaus, 2015). Este es un instrumento diseñado para evaluar aspectos emocionales y conductuales en niños y adolescentes de 4 a 18 años. Consta de 137 ítems con formato de respuesta dicotómica (verdadero o falso) en las preguntas de la 1-42 y en escala Likert (nunca, solo algunas veces y siempre) en las preguntas 43-137. Consta de dos escalas cada una con subescalas e índices de evaluación: Escalas clínicas (Problemas escolares, problemas de interiorización, falta de atención e hiperactividad) y adaptativas (índice de síntomas emocionales). En las subescalas de evaluación se cuenta con: Índice de Problemas Escolares (Actitud respecto a la escuela, Actitud respecto a los profesores). Problemas de interiorización (Ansiedad, Depresión). Falta de atención / Hiperactividad (Problemas de atención, Hiperactividad) Índice de síntomas emocionales (Relación con los padres, Relaciones interpersonales, Autoestima, Confianza en sí mismo).
La evaluación con el BASC-3 utiliza diversas fuentes de información (padres, tutores y el propio sujeto). Concretamente, para la presente investigación, se usó el auto cuestionario (S2) para niños de 7 años a 12 años. BASC-3 tiene importantes índices de alfa de Cronbach como 0.80 en población chilena, asimismo, facilitando así la comprensión de los problemas de conducta y como los mismos pueden presentarse en cada esfera en la que los niños se desenvuelven (Aguilar Valera, 2019).
Además, El BASC-3 ha demostrado tener propiedades psicométricas adecuadas en diversas muestras como en la población española que cuenta con estudios consistencia interna 0.85. Asimismo, presenta evidencias de validez convergente y discriminante comparándolo con otros instrumentos que miden sintomatología emocional y conductual en niños (Reynols y Kamphaus, 2015).
Para medir los estilos parentales se aplicó la escala Children's Report of Parental Behavior Inventory (CRPBI-A) en su formato para niños. Consta de 29 ítems con formato de respuesta Likert (nunca, solo alunas veces y siempre) que evalúan: estilo de crianza comunicativo (7 ítems), hostil (5 ítems), controlador (5 ítems), permisivo (4 ítems), sobreprotector (4 ítems) y negligente (4 ítems); aplicable en las edades de 8 a 14 años. El estilo de crianza permisivo, sobreprotector y negligente pueden obtenerse una puntuación de máximo 12 mínimo 4, en el estilo de crianza comunicativo las puntuaciones mínimas pueden ser de 7 y máximas de 21, por otra parte, en el estilo de crianza controlador y hostil pueden tener las puntuaciones mínimas de 5 máximo de 15 (Carrasco Ortiz et al., 2007).
Para la versión española, las dimensiones muestran una buena fiabilidad para todos sus subdimensiones con una α = 0.75 en el estilo materno; y α = 0.70 en el estilo paterno. (Carrasco Ortiz et al., 2007). En la población ecuatoriana en todas sus dimensiones tanto para el estilo materno como el paterno son aceptables siendo en el estilo materno α = 0.83 y en el paterno α =0.80 que son aceptables, además de una validez convergente es decir que los constructos de la evaluación estén relacionados entre sí. (Vilchez, 2019).
Procedimiento
En primera instancia se trabajó para la aprobación autorización de las autoridades de la Unidad Educativa Pasa. Posteriormente, se envió una carta de consentimiento informado a los padres explicando los objetivos, procedimientos, beneficios y riesgos potenciales del estudio. Una vez obtenido el consentimiento informado de los representantes y el asentimiento de los estudiantes se coordinó la aplicación colectiva del Sistema de evaluación de la conducta de niños y adolescentes (BASC-3) y del Cuestionario de percepción de estilos de crianza abreviado (CRPBI-A) a los estudiantes en grupos de 25 dirigidos por el investigador. Se aseguró un ambiente de evaluación adecuado y se dieron las instrucciones estandarizadas del BASC-3 y del CRPBI-A. La aplicación duró aproximadamente 40 a 50 minutos por grupo.
Se verificó la integridad de los protocolos y se realizó la codificación de las respuestas según las especificaciones técnicas de cada prueba. Se llevó a cabo análisis de correlación de Pearson y regresión lineal múltiple para cumplir con los objetivos planteados. En todos los análisis se asumió un nivel de significancia estadística de p < .05.
El estudio cumplió con los estándares éticos de investigación con seres humanos incluyendo el consentimiento informado de los padres, la participación voluntaria y confidencialidad de los datos recabados. Los resultados de la evaluación psicológica de cada niño fueron entregados a los padres para que puedan tomar acciones para beneficio del estudiante si fuese necesario.
Resultados
Análisis de datos sociodemográficos
El análisis sociodemográfico fue importante dentro de la investigación; pues se logró establecer el género (tabla1), la edad (tabla 2) localizar la media, media y curtosis de los datos analizados (tabla3).
En el estudio participaron 104 niños, de los cuales 51 (49%) eran niños y 53 (51%) eran niñas.
Por rangos de edad, 25 (24%) tenían 8 años, 23 (22%) tenían 9 años, 17 (16%) tenían 10 años y 39 (38%) tenían 11 años.
En el presente estudio se obtuvo la media, es decir; el promedio aritmético de los datos y el mismo se obtiene sumando todos los valores y dividiendo entre el número total de datos. En este caso la suma total de las edades es 998 y dividido entre 104 participantes da un promedio de 9,6 años.
La mediana siendo el valor que separa en dos partes iguales los datos ordenados de menor a mayor. Como hay 104 participantes, el dato en la posición (104+1) /2 = 52 es 10 años. Este es el valor de la mediana.
Para indicar el grado de concentración alrededor de la media se sacó la curtosis. Una curtosis negativa indica colas pesadas y mayor probabilidad de valores extremos. Se calcula con la fórmula mostrada, elevando al cuadrado las desviaciones de la media, sumando y dividiendo entre el número de datos y desviación estándar elevada a la cuarta potencia. Por lo que el estudio al dar una curtosis de -0.97 nos da a conocer que los datos están distribuidos de una forma homogénea.
Análisis descriptivo de las escalas de conducta
Para realizar los análisis descriptivos y correlacionales entre las escalas de problemas de conducta del BASC-3 y los estilos de crianza del CRPBI-A a través del programa SPSS versión 25. Los resultados indican altos niveles de falta de atención e hiperactividad, así como problemas de interiorización. (Tabla 4).
Los resultados descriptivos del BASC-3 evidenciaron niveles altos de problemas externalizantes e internalizantes en la muestra evaluada. Los índices con puntuaciones más altas fueron falta de atención e hiperactividad (M=15.6, DE=6.9), mientras que los problemas de interiorización obtuvieron un promedio de (M=14.7, DE=6.8).
Análisis categorial de las escalas de conducta
Donde ND significa "No Disponible" ya que no se proporcionaron datos para determinar el nivel bajo en la escala de problemas escolares.
De acuerdo al análisis:
• En la escala de Problemas escolares, la mayoría obtuvo un nivel medio (49%), seguido de un 31% en el nivel de riesgo. Solo un 4% obtuvo un nivel clínicamente significativo.
• En la escala de Problemas de interiorización, la mayoría de la muestra (53%) obtuvo un nivel medio, seguido de un 33% en el nivel de riesgo.
• En la escala de Falta de atención/Hiperactividad, la mayoría obtuvo un nivel medio (58%), seguido de un 34% en el nivel de riesgo. Solo un 3% obtuvo un nivel clínicamente significativo.
• En la escala de Índice de síntomas emocionales, la distribución está más equilibrada entre los niveles medio (39%), riesgo (36%) y bajo (20%). Solo un 5% obtuvo un nivel clínicamente significativo.
Análisis descriptivo de los estilos de crianza
Asimismo, se proporcionan los niveles de mayor dominancia en cuanto a los estilos de crianza: hostil y negligente (Tabla 6).
En la mayoría de estilos predomina el nivel medio en padres y madres, con algunos matices. Las puntuaciones promedio y dispersión corroboran este patrón. Siendo así los el estilo hostil y negligente los de mayor dominancia.
Análisis categorial de los estilos de crianza
Análisis:
• En el estilo permisivo, tanto en padres como en madres predomina el nivel bajo (65% y 70% respectivamente).
• En el estilo comunicativo, en ambos padres y madres prevalece el nivel medio (60% y 68%).
• En el sobreprotector, vuelve a predominar el nivel medio tanto en padres (55%) como en madres (61%).
• Para el controlador, el nivel medio también es el más frecuente (53% en padres y 67% en madres).
• En cuanto al estilo hostil, destaca el nivel alto para padres (60%) mientras que en las madres el nivel es medio con (32%).
• Finalmente, en el estilo negligente, en madres predomina el nivel medio (66%) mientras que en padres prevalece el nivel medio (57%).
La mayoría de estilos de crianza evaluados, el nivel medio es el que destaca tanto en padres como en madres. La excepción se da en el estilo permisivo donde prevalece el nivel bajo y en el hostil donde predomina ampliamente el nivel bajo.
Relación entre problemas de conducta y estilos parentales
Se encontraron correlaciones positivas entre estilos parentales negligentes y hostiles y problemas de comportamiento, mientras que el estilo comunicativo se asoció negativamente.
Se realizaron correlaciones entre las escalas del BASC-3 y del CRPBI-A. Se encontraron correlaciones positivas y estadísticamente significativas entre negligencia materna y paterna con todos los problemas externalizantes e internalizantes evaluados (ver Tabla 8). Asimismo, la hostilidad paterna se asoció positivamente con medidas de hiperactividad, problemas de atención y ansiedad.
La escala de aceptación/comunicación materna se correlacionó negativamente con las medidas de problemas emocionales y comportamentales. Es decir que, a mayor comunicación y aceptación materna, menores problemas en los niños.
Este estudio provee evidencia sobre la asociación entre estilos parentales disfuncionales y problemas de conducta en niños, así como el rol protector de la parentalidad cálida y receptiva. Se enfatiza la relevancia de fortalecer las prácticas de crianza positivas a nivel familiar y comunitario para la prevención de dificultades socioemocionales y conductuales infantiles.
Discusión
El presente estudio tuvo como objetivo analizar la relación entre los estilos parentales y los problemas de conducta en una muestra de niños de Ambato, Ecuador. Los hallazgos coinciden con investigaciones previas que han reportado el impacto negativo de estilos parentales disfuncionales como la negligencia y hostilidad en el incremento de problemas externalizantes como déficit atencional e hiperactividad, así como internalizantes como ansiedad y depresión infantil (González et. al., 2014; Moreno-Méndez, et al., 2020).
La crianza ejercida por los padres juega un rol fundamental en el desarrollo socioemocional de los niños. Diversos estudios han demostrado que los estilos parentales marcan una diferencia significativa en los problemas de conducta que pueden presentar los niños, tanto externalizantes como internalizantes (Luján, 2022).
Específicamente, en este estudio se encontraron correlaciones positivas entre negligencia materna y paterna con medidas de hiperactividad, problemas de atención, ansiedad y depresión. Estos hallazgos son consistentes con un estudio en población española que reportó asociaciones similares entre cuidado parental negligente y síntomas emocionales y conductuales en niños (Císcar et al., 2021). Asimismo, un estudio longitudinal en Estados Unidos evidenció que la negligencia parental temprana predijo incrementos en problemas externalizantes e internalizantes durante la adolescencia (Romero et al., 2022).
En la presente muestra la hostilidad paterna se asoció con medidas de hiperactividad, problemas atencionales y ansiedad. Esto concuerda con hallazgos previos que vinculan el castigo corporal y la agresión verbal con un mayor riesgo de déficit atencional e hiperactividad en niños (Bernal, 2021).
La asociación inversa entre la comunicación materna y los problemas emocionales y conductuales resalta la relevancia de la crianza cálida, sensible y receptiva para un mejor ajuste psicosocial de los niños. Un estudio cualitativo en madres adolescentes evidenció que la parentalidad caracterizada por el apoyo y la comunicación positiva promueve la autorregulación infantil y previene problemas de conducta (Soto, 2023).
Otro hallazgo relevante del presente estudio fue la presencia significativa de problemas internalizantes como ansiedad y depresión en la muestra de niños de Ambato. Niveles elevados de síntomas internalizantes pueden estar relacionados a factores ambientales como la exposición a violencia y adversidad en la comunidad, así como a estilos parentales disfuncionales. Un estudio en población latina en EE.UU. encontró que la exposición a violencia comunitaria predijo incrementos en depresión infantil, pero este efecto fue amortiguado por el apoyo parental percibido (Clavijo y Neira, 2021). Es necesario que futuros estudios analicen conjuntamente predictores familiares y ambientales de los problemas internalizantes en niños ecuatorianos.
Los niveles significativos de problemas externalizantes como déficit atencional e hiperactividad requieren particular atención, dado su impacto negativo en el desempeño académico. Una revisión sistemática evidenció que los problemas de atención en la infancia predicen retrasos en lectura y matemáticas, así como fracaso escolar (Miralles et al., 2018). Considerando esta influencia negativa en el funcionamiento académico, es prioritario desarrollar programas de prevención e intervención temprana enfocados en mejorar la atención y reducir la hiperactividad infantil en escuelas de la región.
Este estudio provee evidencia sobre la asociación entre estilos parentales disfuncionales y problemas de conducta en niños de Ambato, así como el rol protector de la parentalidad cálida y receptiva, consistente con hallazgos en otras poblaciones. Se enfatiza la relevancia de fortalecer las prácticas de crianza positivas a nivel familiar y comunitario para la prevención de dificultades socioemocionales y conductuales infantiles. Futuros estudios deberán profundizar en los procesos subyacentes a estas relaciones.
Conclusiones
Este estudio transversal provee evidencia sobre la asociación entre estilos parentales disfuncionales como la negligencia y la hostilidad, y la presencia de problemas de comportamiento en niños de 8 a 11 años de Ambato. Los análisis correlacionales muestran que, a mayor negligencia y hostilidad parental, se manifestaron más problemas externalizantes e internalizantes en los menores. Por el contrario, el estilo parental cálido y comunicativo mostró una correlación negativa con las dificultades conductuales. Estos hallazgos coinciden con investigaciones previas que vinculan los estilos parentales hostiles, negligentes y autoritarios con un incremento en el riesgo de problemas socioemocionales infantiles.
Una conclusión relevante es la identificación de problemas internalizantes como ansiedad y depresión en niveles clínicamente significativos en esta muestra de escolares. Estos síntomas emocionales podrían tener un impacto negativo en el funcionamiento y bienestar de los niños. Otro resultado importante es la asociación entre el estilo parental negligente y hostil con los problemas de atención e hiperactividad en los participantes, lo cual podría afectar su desempeño académico.
Si bien el diseño transversal de este estudio no permite establecer relaciones causales, sus resultados aportan evidencia sobre la influencia de los estilos parentales en el desarrollo socioemocional y conductual infantil. Se requieren más investigaciones longitudinales para profundizar en los procesos subyacentes y las trayectorias evolutivas de estas asociaciones.
En cuanto a recomendaciones e inferencias, los hallazgos apoyan la necesidad de implementar programas de orientación familiar dirigidos a promover estilos de crianza positivos caracterizados por el afecto, la comunicación asertiva y el razonamiento inductivo. Diversas investigaciones respaldan que las intervenciones para mejorar las prácticas parentales repercuten en la prevención y reducción de problemas conductuales y emocionales en los hijos. Fortalecer los vínculos afectivos la comunicación en las familias puede beneficiar la capacidad atencional y el autocontrol conductual de los niños. Las escuelas pueden ser un vehículo importante para la capacitación de padres sobre pautas de crianza funcionales.
Este estudio en una muestra ambateña replica la evidencia internacional sobre la influencia de los estilos parentales en el ajuste conductual infantil. Aporta hallazgos específicos para el contexto local que podrán orientar acciones de política pública y práctica clínicas orientadas a la prevención y el abordaje oportuno de los problemas de comportamiento en los niños a través del fortalecimiento de las competencias parentales.