INTRODUCCIÓN
Como cualquier otro, el contexto universitario puede convertirse en escenario de acto de acoso sexual, lo que implica la necesidad de establecer políticas al respecto.(1) El uso de este término se atribuye al movimiento feminista americano de la Universidad de Cornell en los años setenta.(2) Aunque, en la literatura existen varias definiciones, este incluye la presencia de una serie de conductas de carácter sexual, explícitas o implícitas que resultan ofensivas para la persona que lo recibe, pudiendo ser sutiles: bromas o insinuaciones reiteradas por cualquier vía de comunicación, exhibición de imágenes con contenido sexual o pornográfico, contacto físico atrevido, lenguaje humillante, entre otras; existiendo también manifestaciones de naturaleza más agresiva como amenazas y exigencias con propósitos sexuales.(3,4,5)
Ese tipo de situaciones violentas y discriminativas han sido reportadas en instituciones de educación superior (IES),(6) pero no siempre se investigaron adecuadamente ni se tomaron las medidas necesarias.(7) Lamentablemente, las víctimas en el mundo académico suelen tomar la decisión de no denunciar.(8) La forma en que se afrontan este tipo de problemas puede estar influenciada por varios factores: posible afectación del prestigio universitario, insuficiencia de evidencias, escaso conocimiento de las víctimas sobre el acoso y abuso sexual, políticas ambiguas de prevención y afrontamiento, entre otros.(9) Este fenómeno puede manifestarse de manera oportunista cuando se aprovechan las estructuras jerárquicas y también entre pares al manifestarse conductas de dominación.(10,11,12,13,14,15,16,17)
El acoso sexual perjudica tanto a docentes como a estudiantes, desde el punto de vista de la salud mental, las víctimas pueden presentar efectos negativos a largo plazo como episodios depresivos; en el ámbito económico puede incrementar la deserción, absentismo e insatisfacción laboral, impactando negativamente en el logro profesional de las mujeres y el avance de sus carreras universitarias(16,18).
La magnitud del impacto social y psicológico del acoso sexual, además de su tipificación legal como delito, no impiden que en algunos contextos se siga concibiendo como un acto aceptable.(19) En el caso de los estudiantes, se menciona el miedo a recibir represalias como venganza por denunciar o enfrentar estos actos; mientras que, los docentes se cohíben por temor a perder el empleo, el aislamiento profesional, la obstaculización de la promoción de categoría, entre otras posibles consecuencias.(20)
El presente estudio tuvo como objetivo: determinar la asociación entre tipo de acoso sexual y género en docentes y personal de apoyo a la academia en una universidad ecuatoriana durante 2021.
MATERIAL Y MÉTODOS
El estudio tuvo un diseño observacional, con alcance asociativo y corte transversal. Este se desarrolló en un entorno universitario durante el año 2021, con una población de 1247 docentes y personal de apoyo a la academia, seleccionando 484 sujetos mediante un muestreo no probabilístico de tipo sujetos voluntarios.
Los datos se recolectaron a través de la aplicación de la encuesta ASIES(21) para valorar el acoso sexual en el entorno académico, la que fue validada cuantitativamente en Ecuador por su creadora mediante una prueba piloto, determinando que posee una adecuada consistencia interna, con un alfa de Cronbach de 0,837, mediante 21 ítems, este instrumento permite establecer la presencia de los cuatro tipos de acoso (tabla 1).
El instrumento contó con una sección de variables sociodemográficas y de sexualidad de interés detalladas más abajo (tabla 2).
Utilizando la versión 25 del paquete estadístico SPSS, los datos recopilados se procesaron empleando un análisis descriptivo mediante frecuencias absolutas y relativas (porcentajes). El estado de la relación entre las variables de interés y el acoso sexual se realizó mediante la prueba inferencial no paramétrica chi cuadrado.
Los presupuestos éticos de la investigación en salud fueron respetados: garantía del anonimato de los participantes, confidencialidad de los datos individuales, voluntariedad (solicitud de firma del consentimiento informado). La investigación contó con el aval del Comité de Ética de Investigación en Seres Humanos de la Universidad San Francisco de Quito (CEISH USFQ) código IE-EXP010-2020-CEISH-USFQ.
RESULTADOS
El 58,3% de los 484 participantes pertenecían al género masculino, existió un predominio de aquellas personas que se autoidentificaron como heterosexuales y el promedio de edad fue de 41 años. El 14,3% (69 casos) refirió haber sufrido alguna situación de acoso sexual durante su estadía en la institución.
Figura 1. Tipo de acoso sexual auto percibido en la población de estudio (n=69)
El tipo de acoso sexual más frecuente entre los que declararon haberlo sufrido (69 casos) fue el verbal (39%) (figura 1), mencionando que percibieron situaciones de comentarios incómodos sobre su cuerpo y/o sexualidad, insinuaciones verbales o escritas, bromas y mensajes por diversas vías de comunicación con contenido sexual ofensivo y no consentido. El 72,5% refirió haber sentido este tipo de conducta por otro docente, el 26,1% por estudiantes y el 15,9 % por un miembro del personal administrativo.

Tabla 3 >Distribución de edad, género, orientación sexual y etnia en las víctimas de acoso sexual (n=69)
De los 69 participantes que experimentaron alguna situación de acoso sexual, el 76,8% correspondió al género femenino, observándose que esta variable se asoció significativamente con el hecho de haber sufrido situaciones de acoso sexual (χ²=42,378; p=0,000). La mayoría fueron los menores de 55 años (91,3%) y aquellos que se autoidentificaron como heterosexuales (97,1%) (tabla 3).
Se realizó un análisis del tipo de acoso sexual percibido según género, observándose que, excepto en el que involucró abuso de poder, estas variables se asociaron significativamente en el resto de las categorías de tipología (p<0,05). Entre los hombres predominó el acoso verbal; mientras que entre las mujeres fue el no verbal. En todas las tipologías, las representantes del género femenino resultaron mayoría con respecto a los del masculino (tabla 4).

Tabla 5 Consideración de denuncia de situaciones de acoso sexual como un deber atendiendo a haber sido víctima de estas
En la muestra estudiada predominó el criterio de las situaciones de acoso sexual deben ser denunciadas siempre (96,5%); aunque no se asociaron estadísticamente ambas variables (χ²=4,915; p=0,086) (tabla 5).
DISCUSIÓN
Lizama y Hurtado(12) reportan que el 9,8% del personal académico de la Universidad de Santiago de Chile refirió haber sido víctima de acoso sexual, siendo una cifra menor que la obtenida en el presente estudio, pero coincidieron con respecto al predominio de las situaciones de acoso verbal y de las víctimas de género femenino. Igualmente, en la Universidad de Antioquia se halló un 8% de docentes que mencionó haber sufrido acoso sexual en ese entorno, resaltando el abuso verbal mediante frases obscenas con connotaciones sexuales.(24)
Bondestam y Lundqvist(25) en su revisión sistemática sobre acoso sexual en la educación superior mencionan que, en investigaciones desarrolladas en Estados Unidos se observó que entre el 22% y el 30% de las profesoras informaron haber sido acosadas sexualmente por un empleado o estudiante en el ambiente del campus; mientras que, del 20 al 25% de los estudiantes refirieron se víctimas de este fenómeno, pero el número fue ligeramente inferior en el personal femenino a diferencia del presente estudio.
Con respecto a la divulgación y la denuncia del acoso sexual en el contexto académico, Kirkner et al.,(26) en una muestra de 88 profesores que declararon experimentarlo, hallaron que el 40% no denunció ni reveló a nadie lo que le sucedió; además, entre los que denunciaron, lo recibieron mayoritariamente de personas ajenas a su institución. Las razones más comunes para no denunciar fueron: la interpretación del suceso como insuficientemente grave y la posibilidad que su denuncia fuera ignorada.
El predominio de las víctimas de género femenino también fue observado por Alonso Ruido et al.(27) Ese autor menciona que en 74 estudios europeos, la cifra de mujeres acosadas en su entorno laboral osciló entre el 17 y el 81%; sin embargo, a partir de una revisión sistemática, Navarro Guzmán et al.(28) informó valores inferiores en instituciones universitarias del viejo continente, hallando el mayor reporte en una universidad pública de Galicia (11,8%).
CONCLUSIONES
La mayoría de los integrantes de la muestra de estudio tenía género masculino, se autoidentificó como heterosexuales, declaró no haber percibido ser víctima de acoso y consideró que las situaciones de acoso sexual deberían ser denunciadas siempre.
El acoso sexual verbal predominó entre los que percibieron haber sido víctimas, así como, tener edades menores de 55 años, ser de género femenino y tener orientación sexual heterosexual.
El acoso sexual se asoció significativamente con el género, observándose que en los hombres predominó el acoso verbal; mientras que en las mujeres fue el no verbal. En todas las tipologías, las representantes de género femenino resultaron mayoría con respecto a los del masculino.
Financiamiento
El proyecto fue financiado por la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo.
Conflicto de intereses: los autores declaran que no tienen.
Declaración de contribución
Martha Cecilia Mejía Paredes y Rosa del Carmen Saeteros Hernández participaron en la totalidad del proceso investigativo y en la redacción del artículo científico.
Ana Francisca Chiriboga Tapia realizó la búsqueda bibliográfica, sintetizándola en la introducción, fundamentación teórica y discusión.
Alex Alberto Tacuri Uquillas hizo análisis e interpretación de resultados.