INTRODUCCIÓN
A nivel mundial, se calcula que un tercio de los niños menores de cinco años no se desarrolla de manera adecuada debido a problemas de malnutrición que generan retraso en el crecimiento, sobrepeso u obesidad, entre otros.(1) La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la existencia de alta prevalencia de emaciación en esa población, además de que 155 millones de infantes presentan retraso en el crecimiento y 41 millones de niños tienen sobrepeso u obesidad.(2)
La Unicef informa que Ecuador es el segundo país de América Latina y el Caribe con mayor prevalencia en el retraso del crecimiento por desnutrición infantil crónica, resaltando que se apreció una reducción de este problema en los niños y niñas menores de 5 años al comparar las estadísticas de 2018 con respecto a 2012.(3) En 2012, las cifras de sobrepeso y obesidad en esa población mostró que uno de cada diez presentó estuvo afectado; así como, uno de cada tres escolares y uno de cada cuatro adolescentes;(4) sin embargo, en 2018, 35 de cada 100 niños con edades entre 5 y 11 años tenían esa enfermedad, con mayor presencia en zonas urbanas.(5)
Las afectaciones de la malnutrición en los pacientes pediátricos pueden generar consecuencias graves en su estado de salud, entre las que se puede mencionar: el retraso en el crecimiento.(7,8)
La familia resulta el núcleo fundamental de la sociedad y su dinámica organizacional marca patrones en los hábitos alimentarios de sus miembros que definen el estado nutricional.(9) La existencia de disfuncionalidad en esta estructura social pueden generar trastornos en la alimentación.(10,11)
Teniendo en cuenta los elementos mencionados, se desarrolló una investigación con el objetivo de describir el estado nutricional de población pediátrica y la funcionalidad familiar en una unidad educativa pública en la provincia Cotopaxi, Ecuador, durante 2020.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se aplicó un estudio de corte transversal y de alcance descriptivo acerca de la funcionalidad familiar y el estado nutricional de niños y adolescentes en una unidad educativa pública en la provincia Cotopaxi, Ecuador, en 2020. Se trabajó con la totalidad de la población, integrada por 179 familias de alumnos con edades entre 5 y 19 años, cuyos padres o tutores legales consintieron en participar en el estudio, los que aportaron los datos de interés al llenar los instrumentos empleados.
Los datos referidos a las dos variables fundamentales de estudio fueron recolectados mediante instrumentos validados previamente por otros autores, los que fueron aplicados en línea a través de diversas plataformas de la Internet, en dependencia de las facilidades de los informantes:
· Con un alfa de Cronbach de 0,901; el test de funcionalidad familiar (FF-SIL, por sus siglas en inglés)(12,13) basa su procesamiento en las variables: cohesión (ítems 1 y 8), armonía (ítems 2 y 13), comunicación (ítems 5 y 11), permeabilidad (ítems 7 y 12), afectividad (ítems 4 y 14), roles (ítems 3 y 9) y adaptabilidad (ítems 6 y 10).(12) Este posee una escala tipo Likert de probabilidad con las opciones siguientes: casi siempre (5), muchas veces (4), a veces (3), pocas veces (2), casi nunca (1). Entonces, la puntuación posible oscila entre los valores de 14 y 70; considerándose funcional de 70 a 57, moderadamente funcional de 56 a 43, disfuncional de 42 a 25 y severamente disfuncional de 27 a 14.(14)
· La evaluación del estado nutricional se hizo a partir del reporte dado por los padres y tutores legales de edad, peso y talla de los infantes, que permitió establecer el índice de masa corporal y analizarlo según la edad (IMC//E), cuyas categorías se correspondieron con los criterios de la OMS: normal, delgadez, sobrepeso y obesidad, las que se establecieron empleando el software WHO AntroPlus.(15)
Los datos fueron almacenados en una base generada en el programa SPSS, versión 23.0, lo que favoreció el procesamiento mediante estadísticos descriptivos (tendencia central y frecuencias) e inferenciales (chi cuadrado).
El proceso investigativo contó con el aval metodológico y procedimental de la Facultad de Salud Pública, de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo. La máxima autoridad de la unidad educativa en cuestión emitió el permiso para acceder a la población de estudio, con el compromiso de mantener el anonimato de la institución en las publicaciones derivadas del estudio. Además, los padres y tutores legales participantes firmaron el correspondiente consentimiento informado.
RESULTADOS
Los datos acerca de la población pediátrica de interés arrojaron que 91 se encontraban en la niñez (de 5 a 9 años) y 88 en adolescencia (de 10 a 19 años). Los primeros con una mediana de la edad de 6 años y los segundos de 14 años.
El sexo femenino predominó en ambos grupos etarios de la población pediátrica (54,7%), estando más presente entre los adolescentes (tabla 1).
Considerando los valores del IMC y la talla, el estado nutricional catalogado como normal resultó mayoritario entre los niños y adolescentes en el contexto estudiado, observando que la obesidad fue más frecuente entre los menores de 10 años (26 individuos). El resultado de la prueba de chi cuadrado (p=0,02) permitió establecer la existencia de dependencia entre el IMC y el grupo etario (tabla 2).
Aunque, la existencia de familias funcionales preponderó en ambos grupos etarios en los que se distribuyó la población pediátrica (57%), el número de familias moderadamente funcionales fue más elevado en el grupo de los adolescentes (21,2%). Estas dos variables se asociaron significativamente, con un valor p=0,047 (tabla 3).
La mayoría de los menores de edad con una talla normal se agruparon en familias funcionales o moderadamente funcionales, hallándose la existencia de dependencia significativa entre estas dos variables para el grupo etario correspondiente a los adolescentes (p=0,021) (tabla 4).
Sin embargo, se observó un predominio de la población pediátrica clasificada como obesa (según el IMC) que vivía en el entorno de familias funcionales o moderadamente funcionales; además de no establecerse asociación entre estas dos variables (p>0,05) en ambos grupos etarios conformados (tabla 5).
DISCUSIÓN
La familia es la estructura básica de la sociedad, su funcionamiento organizacional influye en el bienestar de sus integrantes.(16) La interacción entre sus miembros constituye la fase primaria del proceso de socialización, la adquisición de principios, costumbres y valores acorde con su entorno cultural, siendo la forma en que se mide el cumplimiento de las funciones de esta organización social.(17)
Los resultados relativos al estado nutricional según talla/edad en la población pediátrica estudiada fueron muy similares a los reportados en la encuesta nacional de salud, este documento mostraba la presencia de baja talla en el 19,1% de los adolescentes y en el 15% de los niños.(18) Esta problemática ha sido relacionada con el ingresos económico familiar. En Ecuador, el INEC informó un incremento al 29,3% de la pobreza para septiembre del 2020.(19)
Las cifras de sobrepeso y obesidad observadas estuvieron por debajo de las dadas a partir de la encuesta nacional de salud y nutrición de 2018 en Ecuador, las que refería una frecuencia del 35,4% en individuos de 5 a 11 años.(5,6) Los problemas de malnutrición en la población pediátrica de ese país es congruente las cifras epidemiológicas que exhibe la región de América Latina al respecto.(20)
Otro hallazgo importante en este estudio fue que la mayoría de las familias se catalogaron como funcionales. En una investigación realizada en Venezuela se observó un 40% de familias con esta clasificación, lo que se relacionó con la demostración de buena adaptabilidad, participación, desarrollo, afectividad y resolución por los adolescentes.(21) Sin embargo, en un entorno colombiano se halló un 67% de disfuncionalidad familiar por dificultades con la cohesión y armonía en su estructura social y, en un contexto peruano, el 24,5% se valoró con una disfunción severa.(16,22)
El estado nutricional de la población pediátrica no se asoció con la funcionalidad familiar, a diferencia de los obtenido en estudio desarrollado en Antioquia, Colombia; donde la desnutrición crónica en niños se asoció positiva y significativamente con la disfunción familiar.(23) Otros autores señalan que el deterioro alimenticio también puede deberse a otros factores, tales como: retardo del crecimiento intrauterino, alteraciones digestivas, dietas restrictivas, trastornos endocrinos, maltrato infantil, entre otras.(24,25)
Román(26) menciona que la funcionalidad familiar puede afectarse por la independencia de los adolescentes que reciben menor influencia educativa de los padres, ilimitado consumo de sustancias psicotrópicas, sobreestimulación sensorial, incremento de la irritabilidad y sensación de vacío emocional, lo que también repercute en el estado de nutrición.
Los datos recolectados en la zona 7 ecuatoriana durante 2015-2016 posibilitaron establecer la existencia de independencia entre estado nutricional y funcionalidad familiar en adolescentes.(27)
En una población preescolar de Nuevo León, México, se estableció una relación significativa de la percepción de unión familiar y lazos afectivos con el estado de nutrición.(28) Licea et al.(29) reportaron una correlación significativa y directa entre la disfuncionalidad familiar y el porcentaje de grasa corporal en niños de 8 a 10 años, afirmando que el estado de la funcionalidad de esta organización social influye la aparición de sobrepeso y obesidad en ese grupo poblacional. La funcionalidad familiar se ha asociado con menores índice de masa corporal, bajo porcentaje de sobrepeso, mayor actividad física y mejores hábitos alimenticios.(30,31,32,33,34,35,36)
CONCLUSIONES
El número de niños/as y adolescentes en la población pediátrica resultó muy similar, predominando el género femenino en ambos grupos, el estado nutricional normal y las familias funcionales.
La funcionalidad familiar se asoció significativamente con el grupo etario y el estado nutricional atendiendo a la talla/edad. Sin embargo, esa variable resultó independiente con respecto al estado nutricional según IMC/edad.
Conflicto de intereses: los autores declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Gabriela Elizabeth Pérez Armas participó en todas las etapas del proceso investigativo.
Verónica Carlina Delgado López y Clara de las Mercedes Mayorga Mazón hicieron búsqueda y procesamiento de información y participaron en la redacción del artículo científico.
Tannia Valeria Carpio-Arias realizó la dirección de la investigación y realizó la revisión del artículo científico.