INTRODUCCIÓN
La familia influye directamente en la formación de la personalidad del individuo, esta constituye la célula estructural y funcional básica de la sociedad y principal vehículo de transmisión de una cultura, representando el medio natural en el que se desarrollan los patrones conductuales de la mayoría de los seres humanos.(1,2)
A menudo, en ese contexto pueden surgir adicciones a sustancias psicoactivas; las que, en ocasiones, se producen durante la interacción de diversas generaciones con la potencialidad de generar situaciones de violencia y otras manifestaciones negativas de mala comunicación social.(2,3) Este fenómeno afecta la vida personal y social que constituye un problema de salud a nivel global.(4,5)
La violencia resulta en una transgresión a las normas sociales, siendo un problema complejo que afecta el funcionamiento familiar y obedece a múltiples factores en relación con su aparición y mantenimiento. En muchos casos, esta se vincula con el consumo de sustancias psicoactivas que generan múltiples implicaciones.(6,7)
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en su informe sobre la situación mundial de la prevención de la violencia, estableció que está a nivel intrafamiliar puede transmitirse intergeneracionalmente y en todas sus formas: psicológica, física y sexual. Este elemento constituye un factor de riesgo para el desarrollo de trastornos adictivos y debe ser abordada desde una perspectiva interdisciplinaria por su complejidad y mal pronóstico.(8,9,10,11)
Así, los investigadores se propusieron el objetivo de determinar la direccionalidad de la violencia intrafamiliar en relación con el tipo de agresión, droga de inicio de consumo, nivel educativo, sexo, experiencias perturbadoras, grupo de edad y estado civil, en pacientes drogodependientes atendidos en la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) del Instituto de Neurociencias de Guayaquil (INC), durante el periodo comprendido entre 2010 y 2016.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se realizó un estudio con diseño no experimental-correlacional para alcanzar el objetivo propuesto. Los sujetos fueron seleccionados del programa de rehabilitación de drogodependientes ingresados en la UCA del INC.
Se trabajó con toda la población, constituida por 1015 (845 hombres y 170 mujeres) pacientes con perfil de violencia intrafamiliar consumidores de drogas y sustancias psicoactivas. Luego de obtener la autorización pertinente, los datos fueron obtenidos a partir de las correspondientes historias clínicas, los que fueron categorizados por tipo de droga de inicio de consumo (alcohol, heroína, tetrahidrocannabinol, cocaína y policonsumo), grupos de edad (14-20 años; 21-30 años; 31-40 años, 41-50 años y más de 50 años), nivel educativo, estado civil, tipos de experiencias individuales perturbadoras (relacionadas con el inicio del consumo y recogidas en su historia clínica al ingreso) y haber padecido o propinado agresiones físicas, sexuales, psicológicas y/o verbales. Durante todo el proceso, la base de datos se mantuvo en la cadena de custodia bajo estricto régimen de confidencialidad, con accesibilidad exclusiva de los investigadores que hicieron estudio.
Para la organización de los datos se empleó el software Microsoft Excel para Mac versión 15.16; mientras que, el programa IBM® SPSS® Statistics, versión Macintosh 24 se utilizó para el procesamiento estadístico.
El análisis de los datos se realizó mediante la técnica del árbol de decisión tipo CHAID exhaustivo, que consiste en un algoritmo estadístico y multidireccional que explora la interacción entre las variables mediante la prueba Chi-cuadrado.(12) Su aplicación se desarrolló atendiendo a cada tipo de agresión referida, relacionándola con: droga de inicio de consumo, nivel educativo, sexo, experiencias perturbadoras, grupo de edad y estado civil.
Cada árbol permitió establecer un modelo de clasificación; en el que, se pronosticaron valores de una variable dependiente (criterio) basada en valores de variables independientes (predictores). Los nodos fueron determinados por la prueba de Chi-cuadrado (p=0,05), englobando patrones en el estado de cada variable.
El árbol CHAID fue procesado como razón de verosimilitud para considerar el trabajo con muestras pequeñas (otras drogas de inicio) y analizado bajo el test de división de categorías fusionadas, a fin de precisar la dependencia y direccionalidad en las categorías con respecto a la variable de estudio que corresponda.
RESULTADOS
El 93,8% de los hombres correspondió a pacientes consumidores de alcohol como droga de inicio, prevaleciendo entre estos: el grupo de edad comprendido entre 21 y 30 años (43%), el nivel educativo secundario (79,2%) y los solteros o divorciados (92,3%). Entre las experiencias perturbadoras, la más frecuente fue ser parte de una familia disfuncional (padres divorciados), para un 35,3%.
En las mujeres, el 91,2% comenzó el uso de drogas consumiendo alcohol, el 40% tenían edades entre 21 y 30 años y el 77,1% concluyó el nivel educativo secundario. La experiencia perturbadora predominante fue la existencia de familia disfuncional (42,4%). Además, el 92,5% eran solteras o divorciadas.
Con respecto a la agresión física, el árbol de decisión CHAID (figura 1) posibilita establecer un predominio de aquellos que fueron víctimas y victimarios de este fenómeno psicosocial (92,4%). Este se asoció con tipo de droga de inicio de consumo (X.= 88,213; p<0,05); lo que, a su vez, fue relacionado con el nivel educativo (X.=11,286; p<0,05), obteniéndose una direccionalidad de causa-efecto.
Figura 1. Árbol de CHAID relativo a la agresión física
El árbol de decisión CHAID acerca de la agresión verbal (figura 2) muestra que la mayoría de la población estudiada (94,0%) empleó y recibió este tipo de acto violento. La relación causa-efecto definida también asoció significativamente al nivel de escolaridad (X.=12,648; p=0,002) con el tipo de droga de inicio de consumo (específicamente con el alcohol) y a este se le conectó con la agresión verbal (X.= 83,111; p<0,05).
Figura 2. Árbol de CHAID relativo a la agresión verbal
El 93,9% del total de los individuos participantes agredió y fue agredido psicológicamente. Al respecto, el árbol de decisión CHAID (figura 3) también señaló una conexión significativa de esta categoría de acto violento con el tipo de droga de inicio de consumo (X.=81,367; p<0,05) y a esta variable con el nivel de escolaridad (X.=7,623; p=0,022).
Figura 3. Árbol de CHAID para la agresión psicológica
Los resultados de la prueba de Chi-cuadrado permitieron asociar significativamente (p<0,05) a los tres tipos de agresión con las variables: sexo, experiencias perturbadoras, edad y estado civil.
DISCUSIÓN
La violencia intrafamiliar es relacional, tiende a perpetuarse y representa un problema íntimamente vinculado con el consumo de drogas.(13,14) Este patrón resulta coincidente con lo observado en la presente investigación. Además, en algunos estudios recientes se demostró que la violencia es uno de los elementos que más afecta las relaciones de parejas, con una incidencia alrededor del 6%.(15,16)
Según datos del Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual (PNCVFS) y el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), alrededor del 50% de las mujeres víctimas de violencia física por parte de su cónyuge plantean que los actos sucedieron bajo los efectos del alcohol u otro tipo de drogas.(17)
En esta investigación se evidenció que en la mayoría de los parcticipantes consumían algún tipo de droga y que habría comenzado con el alcohol. Este hecho en específico se ha señalado por múltiples autores como un elemento frecuente y de agravamiento de la violencia en la pareja.(18,19,20)
La violencia doméstica está asociada significativamente con el alcoholismo.(21,22,23) Sin embargo, Rey(24) reporta que no observó diferencias significativas entre mujeres y hombres víctimas de maltrato emocional o sexual atendiendo al consumo de sustancia psicotrópicas. Otros estudios tampoco reportan relación directa entre el sexo y los problemas de consumo abusivo de alcohol u otras drogas,(25,26) aunque este tipo de comportamiento puede ser muy contextual.(27)
Con frecuencia, las formas de violencia se experimentan desde edades muy tempranas, por lo que muchos estudios se centran en la victimización antes de los 25 años, con reportes importantes en la niñez, adolescencia y etapa universitaria.(21,24,28,29,30)
Rey(24) halló mayor frecuencia del tipo de violencia psicológica, seguido por la física, sin exhibir diferencias significativas atendiendo al género (p=0,343). Lo que concuerda con las cifras determinadas en el presente estudio; pues, el estado de los tipos de agresión fue similar en hombres y mujeres.
El divorcio de los padres resultó la experiencia perturbadora más común en la población investigada: (35,3%) en los varones y (42,4%) en hembras, coincidiendo con lo publicado por Tharp et al.,(31) cuyo metaanálisis abarcó 191 estudios empíricos sobre factores de riesgo y de protección para la perpetración de violencia sexual por y contra adolescentes y adultos.
CONCLUSIONES
Las características de la población permitieron establecer un predominio del consumo de alcohol como droga de inicio, el nivel escolar secundario, el estado civil soltero(a) o divorciado(a), el grupo de edades comprendido entre 21 y 30 años y del divorcio de los padres como experiencia perturbadora.
Los resultados de la técnica del árbol CHAID reflejaron una conexión estadísticamente significativa con el tipo de droga de inicio y el nivel educativo en los participantes.
Financiamiento: la investigación contó con el apoyo del Instituto de Neurociencias de Guayaquil.
Agradecimientos: a la inspectoría, dirección técnica y gerencia del Instituto de Neurociencias de Guayaquil por el apoyo incondicional.
Conflictos de intereses: los autores declaran que no existen.
Declaración de contribución:
José Alejandro Valdevila Figueira: revisión bibliográfica, análisis y redacción. Discusión de resultados.
Rocío Valdevila Santiesteban: búsqueda, organización y análisis de la bibliografía.
Mariela Alexandra González Narváez: análisis estadístico y búsqueda bibliográfica.
Omar Ruiz-Barzola: análisis estadístico y discusión de resultados.
Paulina Gabriela Andino Peñafiel: revisión bibliográfica y discusión de resultados.
Justo Fabelo Roche: discusión de resultados y revisión bibliográfica.