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Revista Científica UISRAEL

On-line version ISSN 2631-2786

RCUISRAEL vol.8 n.2 Quito May./Aug. 2021

https://doi.org/10.35290/rcui.v8n2.2021.267 

Articles

La narración oral como herramienta pedagógica en la promoción de la ficción breve

Oral narration as a pedagogical tool in the promotion of short fiction

Claudia Zuriaga Bravo1 
http://orcid.org/0000-0002-1411-2949

Ivo Leonel Pereira Díaz2 
http://orcid.org/0000-0001-9797-9793

11 Universidad Internacional del Ecuador, Ecuador clzuriagabr@uide.edu.ec

22 Universidad Pedagógica Rural “El Mácaro”, Venezuela leonelupel@hotmail.com


Resumen

La literatura ha representado para muchos estudiantes la asignatura menos atractiva, casi siempre es relegada por aquellas en las que hay un nivel de actividad mayor, en las que el cuerpo en su totalidad está en constante movimiento (deportivas, manuales, lúdicas). El estudiantado manifiesta un gran desinterés por la lectura y la escritura, porque encuentra que la metodología de enseñanza es “aburrida”, “obsoleta” o simplemente “clásica” con la impartición de textos que solo tienen como objetivo una convencional comprobación del acto lector, por lo que no existe entre lector y texto una vinculación más profunda, más reveladora o significativa. Una relación que desemboque en una búsqueda de otras referencias, de otros paisajes, otras visiones sobre un mismo o varios temas. Este estudio tiene como objetivo facilitar un puente teórico y práctico entre los estudiantes y el texto breve, a través de la narración oral como una herramienta clave en este proceso. Ante esta problemática surgen dos interrogantes ¿Cómo acercar positivamente a los estudiantes al discurso literario? ¿Cómo contagiar el gusto por la disciplina literaria? Puede que, la respuesta a ambas cuestiones sea difícil de encontrar, pero, la narración oral, como un medio entre el acercamiento y la comprensión de estos textos es un camino ideal para comenzar a fomentar el deseo por la literatura, o en este caso, por la ficción breve.

Palabras clave: texto; oralidad; literatura; discurso literario; estudiantes

Abstract

The literature has represented for many students the least attractive subject, those in which usually relegate it there is a higher level of activity, in which the body as a whole is in constant motion (sports, manuals, games). The student shows a great disinterest in reading and writing, because they find that the teaching methodology is “boring”, “obsolete” or simply “classical”. Delivery of texts that only aim at a conventional verification of the reading act. There is no deeper, more revealing, more meaningful link between reader and text. A relationship that leads to the search for other references, other landscapes, other visions on the same or several topics. Two questions arise: How to positively approach students to literary discourse? How to spread the taste for literary discipline? It may be that the answer to both questions is difficult to find, but oral narration, as a means between the approach and understanding of these texts, is an ideal way to start fostering the desire for literature, or in this case, the short fiction. When one speaks of oral narration, one speaks of the exploration of the body, of the accumulation of gestures and expressions that integrate orality, not only with the act of saying, but not saying. Narrating a text implies that the subject connects with the characters, with the events surrounding those characters, with their conflicts and interests. Rate text with voice.

Keywords: Text; orality; literature; literary discourse; students

Introducción

Desde tiempos inmemoriales, la necesidad de contar las cosas ha estado presente en la vida del hombre. Relatos ancestrales, mitológicos y oníricos aparecen en momentos en los que ninguna de estas categorías tenía un nombre aún. Se trataba del recurso que los humanos empleaban para que ese mensaje llegara al otro, porque narrar los acontecimientos representaba, de algún modo, el registro de los sentimientos, las emociones, la historia misma. ¿Cómo es que conocemos tantas leyendas y cuentos de épocas que no vivimos? Pues gracias a la tradición oral que, se ha encargado de la transmisión generacional, hombres que les cuentan a otros todo lo que han vivido, imaginado o soñado. Las explicaciones que les han atribuido a eso que no tiene descripción lógica o procedencia demostrable. Los términos que han atribuido a sucesos de índole extra normal o espiritual, etc. Probablemente, muchos de los libros de textos que hoy circulan en las ciudades del mundo o que ornamentan las tantas bibliotecas existentes contienen una información que ha sido inventada y jamás cuestionada. Y es que transferir un mensaje a través del famoso, boca a boca, también tiene sus desventajas. La credibilidad es una de ellas.

Este apartado de naturaleza pedagógica tiene como norte promover la ficción breve a través de la narración oral. Es preciso identificar las causas por las cuales la literatura dentro del programa académico de cualquier institución resulta aburrida o poco valorada, en la siguiente aseveración, Fernández (2000) describe con precisión una de las causas principales de ese desinterés:

La principal dificultad estriba, sin duda, en el escaso hábito lector de una mayoría de los alumnos de bachillerato, que traen, por consiguiente, un bagaje de lecturas literarias bastante pobres. Sus capacidades como lectores competentes de literatura (con un criterio mínimamente riguroso) tienen que formarse casi desde cero, desde unos presupuestos muy básicos (p.10).

La idea surge a raíz de una tesis anterior en la que se trabajó con relatos breves, para incentivar en estudiantes de bachillerato el estudio de textos narrativos que conocieran por medio de esta tendencia literaria la estructura, las características y la importancia de estos textos en la vida diaria. Y aunque los corolarios arrojados por este trabajo fueron positivos en su totalidad, se pudo notar que, muchos de los chicos disfrutaban más la lectura cuando ésta se hacía en voz alta y en grupo, haciendo uso de su cuerpo para escenificar algunas escenas descritas en los relatos. Posteriormente, cuando el docente realizaba preguntas sobre lo leído, era revelador comprobar cómo el estudiante podía formular planteamientos, predicciones y conclusiones sumamente innovadoras y coherentes. Es decir, el acercarse de manera más activa y personal al texto los llevaba a descubrir otras cosas que el argumento no contenía, o al menos expresaba explícitamente. Mostraban más interés y entusiasmo cuando se les pedía que dramatizaran el texto, mientras en paralelo se efectuaba la narración del mismo.

¿Por qué promover la ficción breve? ¿En qué puede ser de utilidad narrar estos breves relatos sobre seres desconocidos y eventualidades imaginarias y/o reales? La diferencia entre leer un texto de larga extensión a uno de menor proporción, reside en el tiempo invertido, y es de esto, justamente, de lo que escaseamos muchos humanos en la actualidad. Si se le pide a alguien que lea una novela de trescientas páginas (lector no asiduo) es probable que rechace la solicitud, aunque, se tendrían que evaluar otros criterios, tales como: temáticas, intereses culturales o políticos, recompensas, premios, etc. Pero si se le presenta un texto de menos de cien palabras, hay mayor garantía de que lo lea. La literatura ofrece la posibilidad de construir otras realidades, de mejorar las existentes, de generar cambios de conciencia, fomentar la discusión y problematización del ser. Si se incluye el acto de narrar, será más divertido para el estudiante.

1.1 El relato breve: una breve visión dialéctica

En clases de literatura, un profesor recordaba una mítica locución del escritor norteamericano Edgar Allan Poe, quien decía “es necesario que una historia que pretendiera permanecer por largo tiempo en la mente de los lectores, tuviera una extensión suficiente como para ser leída y de corrido durante el lapso de una hora” con mucha diplomacia, sugirió la idea de que la brevedad resulta beneficiosa siempre y cuando se logre condensar en ello todo el misticismo y encanto de lo propiamente literario.

Pero, acercándose a una definición más idónea, Lomas (1999) propone lo siguiente:

Es un tipo específico de texto cuya función es informar sobre acciones o hechos reales o imaginarios. Tiene una estructura temporal (introducción, desarrollo, evaluación y reacción, desenlace y moraleja) y utiliza todo tipo de formas lingüísticas que expresan la idea de tiempo. El texto narrativo por excelencia es la narración oral informal, ya que es la forma humana más elemental de transmisión y conservación de la cultura y de la experiencia humana. Otros textos narrativos son las novelas, los cómics, los cuentos, las sinopsis, las noticias, los reportajes, las crónicas, las películas, las series de televisión, algunos relatos publicitarios. Finalidad de entretener o deleitar al lector o al espectador (p.42).

El relato corto ha suscitado diferentes debates desde su aparición, posturas que aún no saben cómo caracterizarlo, cómo definirlo o en dónde ubicarlo. Veamos la siguiente mirada de Mª Teresa Pérez Tapia (2011):

El microrrelato es un subgénero narrativo que comprende los más breves relatos de ficción. Empieza a producirse con cierta regularidad desde los inicios del siglo XX, antes de ser incluso considerado como tal. Autores de todas las nacionalidades se dejan seducir por el reto técnico de la minificción y, en especial, los hispanoamericanos y españoles. Las dificultades para sistematizar el género provienen de la propia naturaleza de estos textos: anticonvencional, libérrima y versátil. A pesar de ello, pueden señalarse algunas características comunes a un número significativo de micro relatos (p.01).

La extensión narrativa suele ser el distintivo, la reducción de elementos u ornamentos típicos en los cuentos o novelas tradicionales se ven suprimidos en su totalidad. En cambio, son relevantes aspectos como el encabezado que sustenta la historia, la voz que relata, el camino estilístico, las formas de conflictuar al lector con finales invasivos o impredecibles. El escritor hace uso de diferentes descripciones literarias (retrato, autorretrato, etopeya, prosopografía, caricatura, etc.) para disuadir o causar estupor en quien lee.

Epple (1989) opina al respecto que “lo que distingue a estos textos como relato es la existencia de una situación narrativa única, formulada en un espacio imaginario y en un proceso temporal, aunque algunos elementos de esta triada (acción, espacio y tiempo) estén simplemente sugeridos”. Entonces, el relato breve puede estar constituido por una única versión del cuento y a su vez por la sugerencia de muchas, aunque nunca se explique o se dé detalles de ninguna de ellas. En estas narraciones prima la elipsis como un recurso casi obligatorio, para poder ir directo al grano o simplemente para simplificar la duración de los acontecimientos.

Por su parte, Zavala (2006) tiene otro discernimiento, y expresa que ese texto breve en el que se potencia al máximo la intensidad mediante una gran concentración expresiva del lenguaje: la ironía, el humor, el juego intelectual, literario, lingüístico, el misterio, la sorpresa, son ingredientes esenciales que nunca deben faltar en su estructura.

La idea de ruptura con la narrativa clásica es persistente y tiene argumentos a favor. El lector que decida acceder a esta aventura literaria, disfrutará de otro cosmos narrativo. Evidenciará las múltiples vías para contar algo y jugar con las percepciones, los sentidos y las emociones. Cada cuento corto representa una invitación docta para el alma. Un reto para el pensamiento que, busca apremiar los tiempos que transcurren.

Para finalizar con esta revisión teórica, se añade a esta nómina de definiciones lo siguiente:

El cuento es, por lo general, una historia sencilla, con una sola veta narrativa que sigue una cadena de situaciones nucleares, en forma lineal y sucesiva, sin detenerse mucho en los motivos libres (…). El cuento es, pues, una narración sencilla, de corta extensión y de desarrollo generalmente lineal, progresiva o regresivamente, que suele desarrollar una anécdota, cuyo final suele ser sorprendente y, a veces, fuera de la línea narrativa que se ha seguido en el discurso (…) suele tener pocos personajes y estos asumen generalmente un carácter funcional, por lo que no suelen tener una presentación minuciosa, tanto por lo que se refiere a su descripción física,

como a su posible estudio psicológico (Bobes, 1993).

Entonces, para que un relato pueda clasificarse como: micro, nano, corto, breve, mínimo, es necesario que cumpla estos requerimientos estructurales o desestructurados. Un buen relato breve nunca tiene más de dos personajes, casi siempre es egoísta y agresivo en su emanar.

1.2 Origen de la narración oral

“No es un invento reciente la nana o canción para dormir al niño; el simple fraseo o tarareo de sílabas “inexpresivas” en su unidad pudo constituir el inicio de tal tradición que continuará durante siglos. Ese hecho puede mostrarse en cualquier cultura y época histórica. Quizás fue el origen de la expresión artística intercomunicativa del adulto con el niño y de los niños entre sí” (Cadenas, 2002).

La narración oral sienta sus bases en el principio de los tiempos, desde que la humanidad se ha constituido como tal, como un grupo de individuos que necesita darle forma al cosmos, reglas al caos o explicación a lo celeste. El mundo necesitaba de “algo” que estableciera un vínculo de eternidad, de instituir la lengua como el registro de la existencia y la comunicación. Por eso, en lo anteriormente señalado, se cree que, ese incipiente sonido producido por un niño puede considerarse parte de la tradición, o lo que la generó. Existe en la mente y en el corazón del hombre la preocupación por narrar todo aquello que ve, lejos de contar con el nacimiento de la escritura como una segunda vía, la oralidad representó ese alfa, en esto de conservar el conocimiento y la información. No se puede obviar el hecho de que, el quehacer pictórico y escultórico, artístico en su mayoría, acompañó la necesidad de manifestar la vida y su enigma.

Rafael Cadenas (2002) expresa al respecto que “el mundo va conformándose para el hombre según la imagen del lenguaje, y cada nueva precisión idiomática es al mismo tiempo un aumento, un enriquecimiento de su mundo. Esto no se refiere sólo al mundo externo, sino también al interno, espiritual y anímico. Así como el mundo externo va estructurándose en el niño al aprender éste a designarlo, a captarlo idiomáticamente, así también se estructura y se forma su fuero íntimo por medio de la expresión idiomática”,

Desde que nacemos, estamos insertos en un núcleo social específico, al menos, biológicamente hablando, y de no poseer ningún tipo de deficiencia motora o anatómica, esta es una realidad. Estamos en constante presencia de signos, códices, palabras, mensajes y estímulos, que de alguna forma alimentan nuestra lengua, y esta por sí sola puede resultar muy ambigua o provocar diferentes reacciones, recordando que el aspecto cultural también incide significativamente en cómo percibimos todo lo acontecido ante nuestros ojos y oídos. La oralidad no solo consiste en hablar y ya, casi siempre el cuerpo es un respaldo de cada expresión, frase u oración que se dice. Los brazos y el rostro también comunican y también se educan, para que su utilización en la oralidad no solo tenga peso, sino que lo expresado, sea dicho asertiva y eficazmente. Tenemos un gesto para acompañar casi todo, para saludar, para despedir, para indicar la ubicación de los objetos, para manifestar dolor, estrés, ansiedad, dolor. Ningún ente de la especie humana escapa de su alcance y en cada cultura hay variaciones y modificaciones para cada intención comunicativa.

Barrera (1994) afirma que ha sido muy difícil demostrar que existan otras especies, distintas de la humana, capaces de operar comunicativamente sobre la base de sistemas lingüísticos similares a las lenguas naturales. Ya la psicolingüística antropológica y experimental han demostrado fehacientemente que el lenguaje hablado es una facultad privativa del hombre.

Entendiendo lo señalado hace un instante, el ser humano podría considerarse privilegiado por poseer las capacidades cognitivas del lenguaje. En él recae la responsabilidad de perfeccionarlo y evolucionar según el desarrollo global de nuestra sociedad.

De acuerdo con el autor Rafael Cadenas (2002), la narración oral es todas aquellas manifestaciones espontáneas que el individuo emana de su ser, como inquietud y necesidad de comunicarse con sus semejantes a través de la palabra. La narración oral es muy amplia, se manifiesta a través de una gran riqueza temática, ya sea como prosa o como verso.

Es sumamente importante trabajar desde la oralidad, no solo los textos narrativos cortos, sino cualquier tipología textual, ya que, sus beneficios en el ámbito social son muchos y valiosos para desempeñarse, sobre todo, en aquellas disciplinas donde intervenga la comunicación y el contacto con el público. El enriquecimiento de vocabulario, la amplitud temática que se puede alcanzar al estar en permanente reunión con diversas temáticas y situaciones, el desenvolvimiento a nivel gestual y expresivo, que acompaña de manera obligatoria cualquier discurso humano.

Es interesante leer también la concepción que plantea Garzón (2011):

La narración oral es un acto de comunicación donde el ser humano, al narrar a viva voz y con todo su cuerpo, con el público (considerado un interlocutor) y no para el público, inicia un proceso de interacción en el cual emite un mensaje y recibe respuesta, por lo que no sólo informa, sino que comunica, pues influye y es influido de inmediato, en el instante mismo de narrar, para que el cuento oral crezca con todos y de todos, entre todos.

Es importante aclarar dos puntos importantes, y que como bien dice Isabel Tejerina (2010, p.51), se han extendido como confusión aceptada, “contar los cuentos no es lo mismo que leer los cuentos en alta voz” y “contar cuentos es una actividad básicamente escolar y destinada a los niños pequeños. Un error y una pena”. Es cierto que a lo largo de los años se ha creído que la narración oral es cosa de niños, porque los padres acostumbran a que sus hijos se duerman mientras escuchan fábulas, leyendas, cuentos y episodios literarios, pero no, no es exclusiva para ciertas edades y condiciones. Leer y contar son acciones relacionadas, pero perfectamente disimiles también. En la primera solo se está reproduciendo lo que las grafías del texto señalan, en la segunda, se está empleando el cuerpo y la voz en simultáneo.

A lo que Barba Téllez (2003, p.) manifiesta al respecto:

En la narración oral intervienen recursos psicológicos (personales), procedimientos y medios comunicativos intencionados en una situación comunicativa real, y su esencia se refleja en la elaboración de los mensajes, en su significación social y en la forma artística de comunicarlos, lo que obliga al narrador oral no solo a circunscribirse a los elementos lingüísticos formales de la narración, sino que necesita descubrir y establecer relaciones entre estos elementos y los referentes sociolingüísticos, axiológicos y creativos, propios del proceso comunicativo en que los referentes sociolingüísticos abarcan el estudio de los elementos socioculturales, expresados en los mensajes de las producciones narrativas en la utilización del lenguaje, en los medios comunicativos verbales y extraverbales, propios de la situación comunicativa que se crea a partir de la narración oral, y en la comprensión, análisis y producción de nuevos textos.

Es relevante mencionar que, el acto en sí de narrar, es sumamente complejo. No se trata de fingir, emular o parodiar en suma simplicidad. Cuando un narrador se expone, debe alimentarse de lo que sucede a su alrededor en ese momento, ver con ojo de lupa esos detalles que parecen ocultos para el mundo. Debe estar preparado para modificar su discurso y agregar eventos que enriquezcan el relato. Una escena en el papel es siempre una nueva en la oralidad, su ritmo y su intencionalidad se ven afectadas por el medio en el que se encuentre el narrador. Por esto, resulta emocionante y aleccionador experimentar con el cuerpo, elucubrar posibilidades.

Y para concluir este sucinto apartado, se cree importante señalar los argumentos o la justificación de la intención. ¿Por qué contar cuentos? La repuesta se halla en el siguiente texto de George Jean (1988):

Las historias y los relatos de antaño son una fuente inagotable de placer y de sabiduría. Su pervivencia está ligada a la selección de la versión más genuina y a su análisis y estudio con todos los recursos de las ciencias humanas. Su vigencia se vincula también al uso de prácticas creativas para recrear viejos mitos y crear nuevos cuentos desde el imaginario moderno. Constituye además un poderoso instrumento de educación, sobre todo implícita, debido al intercambio de lo subjetivo y de la realidad en el mundo imaginario y porque en su recepción se integra de modo individual el mundo exterior y el interior.

No hay mayor tesoro que aquello que aporta a tu educación, que hace que avances cultural y espiritualmente, y en cada relato que leas o escuches hay algo que aprender, algo que nos hace cambiar o nos inquieta por dentro. La literatura también tiene ese poder, el poder de remover, para que el contexto se vea configurado por la imaginación, la transformación interior y el resplandecimiento de nuevas miradas. Lo que se narre, no se quedará en el aire, minando espacios conocidos o nutriendo memorias. Todo aquello que se cuente, en menor o mayor medida, hará vida en algún recipiente atento.

1.3 La promoción como estrategia de enganche y acercamiento al texto literario

De no ser que venda el mejor plato de comida al más asequible precio, nunca será fácil vender algo a alguien. Se debe estudiar con profundidad el producto, sus bondades y deficiencias, sus valores, su utilidad, su tiempo de duración, su vigencia y caducidad. Todo es importante cuando se trata de que el otro compre y quede satisfecho. Así mismo, la literatura, como materia, asignatura o ciencia, también puede y debe ser vendida. Ahora, ¿Quieres ser un buen vendedor o uno al que solo le interesa el dinero? La idea es que tanto el comerciante como el comprador obtengan ganancias y de esto se trata esta propuesta. Hasta ahora, según la experiencia y el resultado de algunos estudiantes egresados de universidades públicas y privadas, la literatura no ha sido el producto de mayor demanda. ¿Qué se está haciendo mal? En la Tabla 1 se presentan algunos aspectos.

Tabla 1 Datos sobre el procedimiento para enseñar convencionalmente la literatura en las aulas 

Fuente: elaboración propia

Mientras la dinámica de difusión y promoción de la literatura continúe siendo escasa y rutinaria, un curso más dentro de un programa de estudios, su impacto seguirá siendo mínimo y a veces, inexistente. Si el docente no se compromete a cambiar las formas, los recursos y las historias, su materia no tendrá ningún valor trascendental para el alumnado. María Delia Vivante (2006), en el apartado de la dedicatoria que hace en su libro “Didáctica de la Literatura”, dice que, “los estudiantes están en peligro de perder la oportunidad de descubrir el lenguaje como materia prima para crear arte, de encontrarse con la belleza hecha de palabras, con su música, con su capacidad de elaborar nuevas imágenes. Está en peligro de perder el agua que calma la sed del espíritu, el deleite estético que brinda la literatura”. Si aún no se entiende la importancia de llevar esta disciplina a otro nivel, entonces el sentido de este trabajo es absurdo.

¿Cómo promocionar de la forma correcta la literatura? Pues bien, primero, el profesor a cargo de esta área debe comprometerse con la permanente reflexión, el único camino para autoconocerse, detectar errores, idear propuestas y planes, cambiar y transformar los espacios viciados por la usanza y la desidia escolar. Su compromiso debe ser férreo y debe al menos durar todo el periodo académico. Escuchar a sus estudiantes, saber qué aspiran del curso de literatura, qué géneros han leído o sobre qué les gustaría leer. Por medio de un sencillo instrumento se puede diagnosticar y adquirir mayor información del grupo. Una vez se tienen los resultados de este diagnóstico, el docente debe planificar un conjunto de actividades que tengan como objetivo enamorar al estudiante de los textos literarios. Actividades que incluyan la escritura y la lectura grupal, el compartir la experiencia lectora con los demás, la libre selección de novelas, cuentos o poesía. Hacer uso de otros formatos y recursos para presentar los textos, sus análisis y otros derivados, tales como: pergaminos, teléfonos celulares, diapositivas, teatro ambulante, Café Concert, entre otros. No se puede imponer límites a la literatura, el papel no puede ser la única opción para presentarla.

La idea de unir la narración oral y el relato breve, es que se pueda desarrollar en tiempo real dos capacidades importantes en la vida de todo ser humano:

Comunicar de forma asertiva y clara cualquier información.

Comprender el texto en su dimensión escrita; desglosarlo, disfrutarlo, interpretarlo.

El estudiante tendrá la posibilidad de conocer otra forma de degustar los textos narrativos. Desde hace unas décadas, la ficción breve se ha hecho un hueco entre nosotros, con su perentorio modo para reducir tramas, líneas de tiempo, personajes, argumentos, acciones. Ha cautivado a muchos acérrimos de la literatura, con esa brevedad que a veces asusta, pero que muy buen sabor de boca deja después de dos o tres lecturas. Estos relatos podrían transgredir la estructura clásica de la narrativa. No hay presencia de desarrollo extenso de los personajes, no hay definición certera en ellos, arquetipos o costumbrismos literarios. La ausencia de una voz narradora determinada puede resultar innovadora para algunos estudiantes, ya que hay mayor libertad en la composición y el uso de los giros y cruces argumentales. En estos relatos todo es de sopetón, el misterio comienza en el título y se resuelve en la última línea.

Cuando se trata de caracterizar la minificción es justo decir que, existen polaridades, opiniones, nomenclaturas, entre otras posiciones sobre cómo debe ser un relato breve. A continuación, se enumerarán las características propuestas por Zavala (1993):

Brevedad

El título es pertinente y necesario para completar el sentido del relato.

Suelen ser variopintos en las temáticas que abordan y en el discurso explorado (filosófico, político, social, educativo, religioso).

Presencia de la intertextualidad.

Cruce de géneros discursivos.

Por su parte, Rojo (1997) describe otros rasgos, oportunos e interesantes de conocer:

Economía del lenguaje.

Juegos de palabras.

Hibridación literaria (fábulas, aforismos, alegorías, parábolas, proverbios y mitos).

Presentación de situaciones y eventos de naturaleza paródica.

En la siguiente Tabla 2 se presenta el resumen de los diferenciadores que establece Francisco Álamo (2010) en su investigación.

Tabla 2 Economía, reducción, síntesis de la historia narrativa 

Fuente: elaboración propia

Metodología

Este estudio está dentro de los parámetros que plantea la investigación cualitativa que, según los autores Blasco y Pérez (2007) estudia la realidad en su contexto natural y cómo sucede, sacando e interpretando fenómenos de acuerdo con las personas implicadas. Utiliza variedad de instrumentos para recoger información como las entrevistas, imágenes, observaciones, historias de vida, en los que se describen las rutinas y las situaciones problemáticas, así como los significados en la vida de los participantes.

Los datos seleccionados para completar este estudio se obtuvieron de una investigación anterior que buscaba recabar documentación histórica sobre el origen y concepción del microrrelato. Tal como lo sugiere Taylor y Bogdan (1987); la investigación cualitativa es inductiva. Los investigadores desarrollan conceptos y comprensiones partiendo de pautas de los datos y no recogiendo datos para evaluar modelos, hipótesis o teorías preconcebidos. Los investigadores siguen un diseño de investigación flexible, comenzando sus estudios con interrogantes vagamente formuladas.

También se construyó a través de diversos materiales fotográficos y audiovisuales que sirvieron de referencia para realizar algunos comentarios y juicios.

Resultados

Con este estudio, se propone lo siguiente. El primer encuentro del estudiante con un relato breve resulta siempre un momento grato para cualquier docente, ya que, su asombro y agrado demuestran que la literatura, como asignatura, tiene múltiples caminos para seguir ofreciendo resultados y conclusiones satisfactorias. El joven pregunta: ¿Cómo un escritor puede conseguir en tan pocas líneas crear un cuento? ¿Cómo puede decir tanto en tan poco espacio, en tan pocos escenarios? y entonces se halla envuelto por el misterio y el regalo de la narrativa. Invitarles a escribir uno, nunca estará de más.

1.1 El club de las voces inmediatas

La propuesta consiste en el siguiente constructo: cada docente de literatura de la institución a la que pertenezca debe seleccionar un lugar o espacio que esté en condiciones para ser utilizado por la población estudiantil. Un recinto destinado a las actividades literarias. Posteriormente, en una hoja blanca debe llevar un registro del grupo que estará participando asiduamente en el club. Describir a profundidad los datos de cada narrador. Se puede emplear un formato en el que se describa un perfil detallado (fotografía, aptitudes, cualidades, personalidades, intereses artísticos, etc.). Una vez se cuente con esta información, y se tenga el espacio adecuado, el docente dividirá al grupo en cinco (Tabla 3) y a cada uno asignará una vertiente discursiva, desde la filosofía hasta la biología, y a su vez, invitará al grupo a buscar un relato breve que tenga que ver con ese tema.

Tabla 3 Distribución de los Grupos y sus Temas correspondientes 

Fuente: elaboración propia

Se realiza la selección según una disciplina distinta, para que el estudiante pueda ver cuán variada y amplia es la mirada de un escritor y que se puede escribir sobre cualquier cosa y al mismo tiempo pueda ser narrada oralmente. Cada grupo debe seleccionar en alguna antología de narrativa breve, un texto que tenga que ver con su disciplina. Debe reunirse previamente, para hacer una lectura del mismo y discutirlo entre los participantes. Deben escribir en una hoja o en su teléfono móvil, sobre qué trata el relato, cómo nos afecta, con qué otra historia podríamos relacionar esos eventos o esos problemas que afronta el personaje o los personajes, qué nos sugieren las imágenes retóricas y qué intención podrían tener dentro de la historia. En esa superficie pueden anotar cualquier apunte que surja de esa primera ojeada. Se contará con un día semanalmente para realizar el encuentro del grupo, una vez estén todos reunidos, cada participante debe decidir a quién interpretará en el acto narrativo, con quién se sienten identificado y si es posible argumentar esa decisión. Contarán con al menos 10 minutos para hacer un ensayo a solas, posteriormente, deben presentarse ante el resto de los compañeros y narrar el relato seleccionado.

No deben inventar diálogos, solo limitarse a narrar lo que el relato contiene. Incluso, la primera narración pública puede ser inexpresiva y sin ningún tipo de entonación teatral. Una vez terminada, el docente dará sus apreciaciones y compartirá sus conclusiones con el grupo. La segunda lectura pública se realizará con una semana de preparación, y en esta ocasión, los estudiantes añadirán a la narración los diálogos y sucesos que deseen, modificarán a su antojo la historia, siempre y cuando se respete la estructura del relato elegido. Pueden incorporar algún elemento de vestuario y escenografía, si esto enriquece la historia o potencia la intervención de algún personaje relevante. Se ubicará el grupo participante delante de sus compañeros en un círculo espacioso que permita el desplazamiento de los narradores. Esta actividad puede contribuir con la calificación del curso o simplemente ser un club de recreación y aprendizaje. El nombre del club lo pueden construir entre todos los participantes. Una vez finalizada todas las narraciones, el docente debe dar a manera de taller, una clase sobre narración oral, en donde puede hablar del origen de este acto humano, su importancia en las civilizaciones antiguas y en la actualidad, su impacto en otros ámbitos sociales. Esto servirá como bagaje para que los estudiantes mejoren sus prácticas narrativas.

1.2 Acciones y capacidades personales de los narradores

El buen narrador es aquel que cuenta tan bien que consigue que los espectadores se sientan parte de su mundo ficcional. No se distinguen realidades, los límites del espacio-tiempo son transgredidos según las dimensiones a las que conduzca la persona que está narrando. Muchas de estas capacidades y recursos, los hemos puesto en práctica de manera inconsciente, pero si se tiene conciencia de ello, el resultado será más creíble y llevadero. El conjunto de acciones con las que cumple un narrador son casi siempre la muestra de la experiencia y la observación. El proceso es el siguiente:

Selecciona el relato

Estructura el relato

Evoca y recrea imaginariamente las acciones a narrar y las circunstancias en que ellas tienen lugar.

Comparte el relato con el público, contando para ello con recursos tales como:

-Su lengua (las palabras y sus reglas combinatorias).

-Su expresión gestual o corporal (incluyendo la mirada).

-Su expresión vocal.

-Su capacidad para interactuar con el público.

-Su capacidad de representar personajes.

-Su capacidad de utilizar significativamente el espacio.

-Su capacidad de utilizar objetos auxiliares para la representación simbólica del mundo.

No hay pretensión de que el narrador sea o se transforme en un actor. Se trata de potenciar las habilidades naturales para imitar al otro, en su desenvolvimiento, en su proceder, en su tono o timbre de voz, en su manera de caminar, de dirigirse lingüísticamente, etc. Todos, alguna vez en la vida, hemos parodiado a algún conocido o a alguien del medio artístico, hemos tratado de parecernos a él, a través del mimesis conseguimos encarnar la otredad y jugar a representar ese papel. Es justo esto, lo que cada estudiante del curso de literatura debe llevar a cabo en ese club, divertirse narrando, haciendo uso de los relatos breves, mejor excusa para promocionar la literatura, no existe.

Conclusiones

Es un hecho, la literatura no puede morir, y no se trata solo de su antagonismo en las aulas educativas, se trata de la literatura para la humanidad, si se permite que se trate como la cenicienta del cuento y no se le da el sitial merecido, estaremos ante la extinción de más seres brillantes y creativos, seres capaces de causar la revolución, la revuelta o la preocupación en su comunidad o en su entorno. Porque la literatura no es sinónimo de libros históricos o artísticos, puestos en una repisa que nadie visita y a la que todos desprestigian. La literatura es el mayor registro de las vivencias que pueda haber, el reconocimiento de la pluralidad y la diversidad, de que en una hoja todos, absolutamente todos, pueden convivir en plenitud armónica.

El papel que el docente debe desempeñar en la actualidad tiene más de facilitador, que de clásico consignatario de conocimientos y lecciones. Compromiso, sensibilidad, empatía, estas tres distinciones deben ser el lema de cada profesor. Un docente de literatura en este siglo, debe estar preparado para fortalecer las virtudes de su grupo desde cualquier hallazgo sugerido.

Referencias

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Barba Téllez, M. (2003). Creatividad, narración y metacognición en los escolares primarios. Celbrado en Guarulhos: Brasil. [ Links ]

Barrera, L. (1994). La narración mínima como estrategia pedagógica máxima. Perfiles Educativos, (66). https://www.redalyc.org/pdf/132/13206603.pdfLinks ]

Blasco Mira, J. E., & Pérez Turpin, J. A. (2007). Metodologías de investigación en educación física y deportes: ampliando horizontes. Editorial club universitario. [ Links ]

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Recibido: 15 de Agosto de 2020; Aprobado: 11 de Enero de 2021

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