El proceso de enseñanza-aprendizaje

En el proceso de enseñanza-aprendizaje, la evaluación es fundamental y lo condiciona en todas sus fases. Según ^{Moreno (2010}), la enseñanza requiere una evaluación acorde a los resultados que se esperan, por tanto, si se trata de una evaluación pobre, dará lugar a un proceso de enseñanza también pobre, y si, por otro lado, la evaluación es inmoral, se corromperá la entraña de la actividad docente. Cuando se aborda la importancia de la evaluación dentro del proceso de aprendizaje universitario, otro aspecto a tomar en cuenta es la periodicidad de esta. Varias investigaciones, como la de ^{Ortiz, Grass y Marín (2018}), confirman que la evaluación continua afecta de forma positiva el aprendizaje del estudiante, de allí su importancia en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Aunque la evaluación es relevante en el proceso de enseñanza-aprendizaje, muchos autores coinciden en afirmar que para que exista un aprendizaje este debe ser significativo para el estudiante, y esto ocurre en todos los niveles de la educación; sin embargo, encontramos que la mayoría de los alumnos aprenden solo para la evaluación.

La evaluación es de carácter ético, como señala ^{Moreno (2010}), quien resalta que la educación debe tener claro a qué persona y a qué valores responde. Esta afirmación nos ubica en que todas las instituciones educativas realizan el proceso de evaluación de acuerdo con sus valores y ética institucional. Así mismo, los docentes evalúan acorde a sus valores y respondiendo a la ética de la institución educativa a la que pertenecen. Cuando se realiza una evaluación se debe tomar en cuenta el contexto sociocultural de los individuos y además las condiciones que impone la institución educativa, que muchas veces no son favorables al proceso educativo. Es en este sentido que ^{Tapia, Nieto, Merino, Huertas y Ruiz (2018}) afirman que, de la naturaleza y las interacciones que se realicen en el aula de clase, surge la motivación de los alumnos por aprender, la cual va a estar influenciada además por la sensibilidad del estudiante a esas tareas o situaciones de aula.

Según ^{Navarro y Guerra (2010}), el docente universitario debe cumplir con parámetros pedagógicos que fortalezcan su práctica docente, en la que se involucre la enseñanza sin desligarla de la evaluación. Sin embargo, la realidad presente en las universidades es que los docentes carecen de formación pedagógica, siendo una necesidad imperiosa la capacitación en estas áreas. En la investigación de ^{Tejedor (2018}) se concluye que la institución universitaria debe implicarse en el crecimiento profesional del docente por medio de un programa sistemático de apoyo a su tarea.

El trabajo de ^{Rodríguez, Ibarra y Cubero (2018}) relacionado con la autopercepción de competencias de estudiantes universitarios indica que hay diferencias y recomienda tener en cuenta estas diferencias a fin de que todos los estudiantes puedan desarrollar y mejorar sus competencias básicas para enfrentarse al complejo panorama laboral de la actualidad. Existe una percepción del estudiante acerca de la educación universitaria que revela su ignorancia al respecto. Según ^{Buckman (2007}), la mayoría de la gente ve la educación como un producto que se compra al final de la caja de un supermercado. Los estudiantes no escapan de esta situación y conciben la educación como un trámite necesario para aumentar su estatus y obtener un título que les permita aspirar a un empleo bien remunerado, sin considerar que en ese proceso deben adquirir una serie de conocimientos y habilidades necesarios para ejercer la profesión. Se ha observado que en la sociedad ecuatoriana se privilegia de manera exagerada la obtención de títulos universitarios.

Esto se aprecia en el énfasis que hacen en colocar los títulos académicos en los documentos de identificación, trámite que no se realiza en ninguno de los demás países latinoamericanos. Llama la atención que se premia el estudio de una carrera con un aumento sustancial de sueldo, aunque la persona siga realizando las mismas funciones y estas no correspondan de ninguna manera con el grado adquirido.

El examen extramuros

En la búsqueda de una evaluación más objetiva, y procurando que los estudiantes se encontraran en la necesidad de analizar una técnica rutinaria de laboratorio clínico, el docente se motivó a realizar un examen extramuros (la palabra “extramuros” procede del latín y significa ‘fuera de las murallas’, haciendo referencia, en el caso de las evaluaciones, a aquellas que se realizan fuera del recinto universitario). Uno de los objetivos fue reforzar los conocimientos adquiridos en el aula y brindar a los alumnos la oportunidad de resolver problemas en grupo, de consultar bibliografía, así como de consultar profesionales expertos en el área, con el fin de motivar su capacidad de trabajo en equipo, de investigación y de disertación con grupos de estudios.

El objetivo principal de este examen fue motivar al alumno a leer y analizar una técnica de un kit de laboratorio, la cual había sido revisada previamente por el docente y este había detectado un error en la traducción que traía el kit; sin embargo, con la intención de incentivar la creatividad y el desempeño de los estudiantes, el error de traducción se dejó en la prueba. La evaluación estaba compuesta de dos fases: una práctica, que consistía en la realización de la prueba en el laboratorio, y otra escrita, que consistió en el examen extramuros, con preguntas relacionadas con el procedimiento que se debía llevar a cabo, así como con el fundamento teórico de la misma.

El tiempo de plazo para la realización de la prueba fue acorde a las exigencias de esta. Sin embargo, pasado el tiempo establecido, los estudiantes no entregaron la actividad. De los 30 estudiantes solo uno entregó el examen resuelto con los requerimientos exigidos y con la estructura acorde a lo que se había solicitado. Los 29 estudiantes restantes no manifestaron ningún tipo de inquietud para solventar las dudas, no entregaron el examen con los requisitos solicitados y las escasas respuestas tenían poca fundamentación y veracidad.

El resultado del examen extramuros se socializó posteriormente con los estudiantes, indicándoles los resultados y conminándolos a reflexionar sobre la responsabilidad que recae sobre ellos en el momento de realizar un análisis de laboratorio. Se les indicó que los insertos (así se llaman las instrucciones que vienen con los kits) debían ser estudiados y confrontados con sus conocimientos para verificar que estuvieran correctamente traducidos y que no tuvieran errores de impresión.

De la experiencia observada surge la pregunta: ¿la evaluación en nuestro entorno tiene claro si responde a los valores de la comunidad estudiantil, de la sociedad o a los valores de la institución educativa?

De los hechos expuestos anteriormente, se considera una evaluación para el aprendizaje, porque tiene implícita la búsqueda de evidencias de validez que garanticen que las decisiones e inferencias son confiables, de tal manera que el resultado sea aplicable en otros espacios.

Después de esta evaluación se emitió un juicio de valor, que llevó al docente a socializar la experiencia con los alumnos para hacerles ver en qué se habían equivocado, incluyéndolos así en el proceso de evaluación, ya que, como acotan ^{Díaz y Hernández (2017}), los alumnos deben inmiscuirse en el proceso de evaluación, ser partícipes del conjunto de actividades inherentes a la evaluación.

Realizar actividades de evaluación para el aprendizaje involucra un proceso en el aula en el que se establece una continua movilización de información para valorar el desempeño de los estudiantes y obtener información sobre su aprendizaje.

La evaluación en el proceso de enseñanza-aprendizaje debe hacerse con la finalidad de:

Una obra de la Organization for Economic Co-operation and Development (OECD) desarrolla el tema de las barreras que obstaculizan el cambio de las prácticas de evaluación de los maestros. Además de problemas logísticos (grupos numerosos), los docentes encuentran difícil modificar sus prácticas porque implica cambiar muchas cosas, como la forma de interactuar con los alumnos, de planear sus clases, de atender las diferencias de los alumnos y hasta la manera de concebir el éxito de estos (^{OECD-CERI, 2015}).

Conclusiones

Después de analizar la experiencia y confrontarla con lo acotado por diversos autores, se debe concluir que no es suficiente la actualización periódica de los docentes en las nuevas técnicas de evaluación, ya que la evaluación tiene influencia de varios componentes que influyen en el proceso; por un lado, la Institución Educativa, el estudiante, la sociedad, el Estado con sus políticas educativas, todos estos actores tienen sus valores y ética que influyen en el proceso de evaluación.

Toda evaluación requiere de evidencias de validez para ser interpretada de manera significativa. Entre los factores considerados en la construcción de evidencias de validez se tienen el contenido, la estructura interna, el proceso de respuesta y la relación con otras variables. En el caso de estudio planteado, los estudiantes no realizaron la revisión de la estructura del examen, su proceso de respuesta fue deficiente y no acudieron a otras variables como consultar a especialistas en el área o la bibliografía. En conclusión, se puede afirmar que no construyeron las evidencias de validez.

Por otra parte, es posible afirmar que el examen extramuros es válido y motivador cuando el estudiante está comprometido con su aprendizaje. Esta variable debe ser reforzada en el contexto local que afrontan las universidades, visto que en algunos sectores de la sociedad la educación es considerada un requisito que puede ser comprado y que no amerita necesariamente el compromiso personal y social.