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Revista Científica UISRAEL

versión On-line ISSN 2631-2786

RCUISRAEL vol.5 no.2 Quito may./ago. 2018  Epub 10-Ago-2018

https://doi.org/10.35290/rcui.v5n2.2018.89 

Articles

Participación social de la juventud rural villaclareña en cooperativas agropecuarias: estudio de caso

Social participation of rural youth from Villaclare in agricultural cooperatives: a case study

Arianna B. Hernández Veitía1 

Idalety Moreira Echeverría2 

1Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Cuba, ahveitia@uclv.edu.cu

2Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Cuba


Resumen

A partir del año 2008 Cuba ha promovido la entrega de tierras en usufructo y ha incentivado la pre- sencia de jóvenes en las comunidades rurales y en las actividades agropecuarias. La tenencia y la gestión de la tierra constituyen entre los jóvenes agropecuarios fuentes de tensión en la articulación de proyectos personales y sociales, en la construcción de identidades tradicionales -cercanas a lo local- o modernas, y median en la decisión de migrar o permanecer en el territorio. Este trabajo tiene como objetivo caracterizar la participación de los jóvenes rurales asociados a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Jorge Montes perteneciente al municipio Cifuentes, en la provincia de Villa Clara. El análisis se centra en el protagonismo juvenil desde una perspectiva de equidad y justicia social a partir de reconocer sus potencialidades participativas. Villa Clara es una provincia con una marcada tendencia a disminuir su población juvenil resultado de procesos migratorios y de una baja natalidad. La investigación se apoya en la metodología de investigación-acción y aplica la triangulación de técnicas cualitativa (entrevistas a informantes claves, observación participante, y trabajo grupal con jóvenes cooperativistas) y cuantitativas (cuestionarios). Los resultados y las conclusiones ofrecen alternativas desde la participación responsable que permiten conocer intereses y motivaciones de los jóvenes a partir de las actividades que realizan en función de la forma organizativa de la producción agropecuaria a la que pertenecen. Las recomendaciones muestran la necesidad de reconocer la importancia de la participación social de los jóvenes en el sector agropecuario y su responsabilidad social.

Palabras clave: Juventud rural; participación social.

Abstract

Since 2008, Cuba has promoted the delivery of land in usufruct and has encouraged the presence of young people in rural communities and agricultural activities. Tenure and land management are among young farmers sources of tension in the articulation of personal and social projects, in the construction of traditional -close to local- or modern identities, and mediate in the decision to migrate or remain in the territory. The purpose of this paper is to characterize the participation of rural youth associated with the Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Jorge Montes belonging to the Cifuentes municipality in the province of Villa Clara. The analysis focuses on youth protagonism from a perspective of equity and social justice from recognizing their participatory potential. Villa Clara is a province with a marked tendency to diminish its juvenile population as a result of migratory processes and low birth rates. The research is based on the action-research methodology and applies the triangulation of qualitative techniques (interviews with key informants, participant observation, and group work with young cooperativists) and quantitative (questionnaires). The results and the conclusions offer alternatives from the responsible participation that allow to know the interests and motivations of the young people from the activities that they realize in function of the organizational form of the agricultural production to which they belong. The recommendations show the need to recognize the importance of the social participation of young people in the agricultural sector and their social responsibility.

Keywords: rural youth; social participation.

Introducción

La actualidad, testigo de una juventud heterogénea, permite hablar de juventudes desde la diversificación y superposición de sus relaciones sociales. Esto se inscribe en una etapa en que se ha producido una amplia recuperación de los espacios educativos y laborales para la población juvenil, la cual ha generado nuevas formas de participación en el ámbito rural.

Debido a las transformaciones socioeconómicas, interconectadas con cambios en las leyes migratorias, así como a la baja natalidad acompañada del acelerado proceso de envejecimiento que vive la sociedad villaclareña, las miradas en el ámbito laboral recaen sobre los jóvenes como actores sociales indispensables en la sociedad cubana.

Comprender la variable juventud rural exige comprender las nociones de juventud y ruralidad. Ambas cuentan con diferentes acepciones según el lugar y el contexto que se considere. El debate sobre estas dos dimensiones es constante principalmente en los países Latinoamericanos. La literatura indica que los jóvenes son un segmento poblacional particularmente vulnerable y esto se da con mayor intensidad en el caso de la juventud rural. Sin embargo, existe una invisibilidad de la situación de los jóvenes rurales en Villa Clara, siendo muy escasa la información estadística actualizada desagregada por edad y área de residencia (urbana o rural).

En cuanto a la definición de lo rural, la literatura está influenciada por la cuestión de la “nueva ruralidad”. Lo rural se definía clásicamente en torno a las formas y estilos de vida en el campo, en los planos institucionales, productivos, culturales, etc., siempre centrado en la escala local, la comunidad y sus relaciones (Caputo, 2002).

La redefinición de estos límites en la actualidad se deriva de los fuertes cambios que ha sufrido la economía rural, hoy multisectorial y diversificada, produciéndose un continuo rural-urbano (Espíndola, 2002). En tal caso, las tajantes fronteras entre lo urbano y lo rural se desdibujan, lo cual exige una definición más dinámica del concepto de juventud rural. Romero (2003) enfatiza su heterogeneidad de acuerdo con las características de cada geografía, en donde se articulan de diferente manera la cultura propiamente local y la fuerte influencia de la cultura global.

En los últimos años se ha dado una discusión en torno a la redefinición de lo “rural”. Tradicionalmente se definía en oposición a lo “urbano” y vinculado a la actividad agropecuaria. Hoy se destaca que esa separación entre lo rural y lo urbano ya no es tajante, debido a los intensos intercambios entre los dos ámbitos. A su vez, ya no se vincula en exclusiva con la actividad agropecuaria, tanto por el crecimiento de las actividades no agrícolas en el ámbito rural, que cada vez tienen más peso en el ingreso de los habitantes rurales, como por la creciente urbanización de los productores y asalariados con ocupación agropecuaria.

A la vez, la definición de ruralidad debe realizarse según el tamaño de la localidad, hasta 2000 habitantes, si tiene red de alcantarillas o cloacas, calles pavimentadas y acueducto (no mencionamos los centros educacionales porque su existencia en las zonas rurales está garantizada: es una conquista del proceso revolucionario cubano). Los datos del censo de población reflejan en Cifuentes una relación mutuamente excluyente entre los aspectos anteriores; se considera que no reflejan la compleja y heterogénea realidad del ámbito rural.

El interés del presente trabajo, que forma parte de una investigación más amplia sobre el tema, se centra en sistematizar los conceptos en torno a la categoría de juventud rural y en caracterizar a los jóvenes rurales cifuentenses.

¿Cómo definir conceptualmente a los jóvenes rurales?

La juventud suele ubicarse como una etapa de transición entre la niñez y la adultez, como un período de moratoria social y aprendizaje para el logro de la autonomía personal, laboral y familiar que caracterizan al período adulto de la vida. Sin embargo, los límites entre la juventud y la adultez no son tan claros, permanentes ni válidos para todas las sociedades o grupos sociales. (CEPAL- OIJ, 2007).

En distintos países se define el rango etario de la juventud con diversos límites, tanto inferiores como superiores. Naciones Unidas utiliza el criterio demográfico de 15 a 24 años, mientras que países como Colombia y México lo inician a los 12, y otros como Portugal y España lo ubican hasta los 29 años. El llamado criterio europeo abarca desde los 15 a los 29 años, y es el que asumen los organismos de juventud en la Argentina (CEPAL-OIJ, 2007).

En Cuba las personas comprendidas entre los 14 y 30 años son consideradas jóvenes, en función de su dinamismo y movilidad. La socióloga cubana Domínguez (1988) estima este período porque las políticas de juventud abarcan ese intervalo. Sin embargo, se toma en cuenta que entre esas edades hay notables diferencias tanto biológicas como psicológicas y sociales. Por esa razón, para sus estudios distinguió la presencia de tres subgrupos (el núcleo central se ubica en el segmento de la juventud media, que es en el que se manifiestan los procesos típicamente juveniles):

  • Juventud temprana (14-17 años)

  • Juventud media (18-24 años)

  • Juventud madura o tardía (25-30 años)

Los jóvenes son una parte importante y necesaria del sistema social; y a la vez son actores sociales estructurados por las relaciones sociales, así como por el medio socioeconómico, político y cultural en el que se desenvuelven. En esa doble relación ellos van estructurando patrones nuevos o anteriores (aprendidos) en calidad de actores indiscutibles y beneficiarios del proceso de transformación radical de la sociedad cubana, donde las garantías para el pleno disfrute de los derechos de los jóvenes y el desarrollo de sus potencialidades están consagradas en la Constitución de la República, así como en el Código de la Niñez y la Juventud, el Código de Familia, el Código Civil y el Código Penal.

Las prioridades nacionales para el desarrollo de la juventud están vinculadas a la educación de las nuevas generaciones en el orden axiológico, profesional y político, en particular en cuanto a la formación e inserción laboral en correspondencia con las necesidades del país, la educación en valores, la preparación política y ciudadana, y al compromiso con el proyecto revolucionario, su actualización y perfeccionamiento.

El principal obstáculo para definir a la juventud se encuentra fuera de ella, se localiza en los cambios originados en las fuerzas productivas y en el desarrollo de unas relaciones sociales específicas. Por tanto, la juventud no puede ser definida por sí misma, es preciso abordarla en concordancia con el contexto socio-histórico que determina su existencia.

Se trata de una imagen de los jóvenes que elabora la sociedad en un momento de su desarrollo, generando un conjunto de relaciones sociales que recibirán el nombre de juventud. Debido a su heterogeneidad en cuanto a espacio geográfico y a relaciones sociales, la socióloga cubana Domínguez (2011) ha insistido en que se comprendan las semejanzas y diferencias de este actor social aun cuando sus integrantes, los jóvenes, vivan en un mismo espacio geográfico o en territorios diferentes.

En ese mismo sentido, el sesgo urbanizante invisibiliza la relación juventud y ruralidad. En contadas investigaciones cubanas se toma este binomio como centro. Avalos y Pérez (2002), Morales (2004) y Ortega (2011) coinciden al considerar que la inserción de jóvenes en las unidades cooperativas del campo cubano tiene causas fundamentalmente económicas (la crisis abierta en la década del 90 produjo un fuerte retorno al campo). Continuar el estudio del sentido de pertenencia a la comunidad es fundamental en el funcionamiento de las organizaciones productivas.

A nivel internacional los países más representados en los debates académicos sobre juventud rural, según Kessler (2005), son Argentina, Brasil y Chile. Comparando la literatura latinoamericana con los trabajos que analizan ámbitos rurales en Estados Unidos, Australia y África se presentan algunos puntos de diferencia. En particular, la preocupación por la identidad aparece con mayor peso, y a ella tienden a supeditarse otro tipo de problemáticas, como la educación, el trabajo o el tiempo libre.

Al definir los límites de la juventud rural existen tres posturas: la reduccionista, que solo la analiza en cuanto a la residencia en el campo; la amplia, que comprende a los jóvenes de origen campesino, sin importar donde residan, y la postura intermedia, que considera a la juventud rural como aquellos actores sociales que por razones familiares o laborales se encuentran directamente articulados al mundo agrícola, aspecto ratificado por investigaciones de Pérez, Teubal y Rodríguez (2001). Relacionados con estas posturas aparecen los siguientes requisitos adicionales, expuestos por Caputo (2000, 2002): residir en un hábitat rural o en pequeños poblados de zonas agrícolas de no más de 2000 habitantes -aunque no estén inmediatamente vinculados a actividades agrícolas-, tener un origen rural y habitar en periferias urbanas.

En cuanto a la problemática de la juventud rural se observa que ha sido analizada en investigaciones a nivel latinoamericano, entre las que se destacan las realizadas por Durston. Este autor identifica a la juventud como “el período vital en el que el ser humano se individualiza, elabora una identidad y construye su ciudadanía social y cultural” (Durston, 1996b, p.251).

Este autor destaca, además, que la importancia de esta etapa reside en que es la última oportunidad para incrementar la equidad social, y que utilizar el ciclo de vida de las personas posibilita el ordenamiento de las políticas sociales de forma integral y acorde a las necesidades de la sociedad rural (Durston, 1996a). También afirma que, dado el potencial de la juventud rural para aportar al desarrollo, “ninguna estrategia integral de desarrollo rural puede prescindir de una política juvenil” (Durston, 1996a, p.27).

En Cuba ha sido escaso el análisis de la problemática de la juventud rural a nivel micro (territorial), y la estrategia de desarrollo territorial del municipio de Cifuentes carece del análisis de este importante grupo etario.

La provincia de Villa Clara cuenta con una población de 791 216 habitantes que representan el 7.1% de la cantidad total de habitantes de nuestro país. De estos, 615 489 representan la población urbana, y 175 727, la población rural. El grado de urbanización antes expuesto representa el 77.8% con respecto a la población total de la provincia, la cual presenta una densidad de 94,1 habitantes por kilómetros cuadrados.

El índice de habitantes por unidad de alojamiento es de 2,72 habitantes. La provincia cuenta con 396 879 habitantes del sexo masculino y 394 337 del sexo femenino. En los rangos de edades de 0-14 años encontramos una población de 125 424 habitantes; de 15-59 años hay 492 719 personas; de 60 años y más hay una población de 173 073, y con 100 años y más existen 306. Esto trae como consecuencia que la provincia tenga un grado de envejecimiento de 21, 9%, por lo que se considera como una de las provincias más envejecidas de Cuba.

En la presente investigación se escogió el municipio Cifuentes porque es la provincia que más jóvenes tiene asociados en CCS y en su junta directiva. Este trabajo tiene como objetivo caracterizar la participación de los jóvenes rurales asociados a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Jorge Montes perteneciente al municipio Cifuentes en la provincia de Villa Clara.

Caracterización del municipio Cifuentes: “El Oasis Villaclareño”

El municipio Cifuentes se encuentra situado en la zona central de la Provincia Villa Clara, en una gran llanura. Es un municipio mediterráneo, dado que sus límites los comparte con seis municipios: por el norte, con Sagua la Grande y Encrucijada; al este, con la carretera Camajuaní-Santa Clara, y al sudoeste lo hace con Ranchuelo.

El clima se corresponde con el subtipo de llanuras y alturas, con humedecimiento estacional relativamente estable, alta evaporación y altas temperaturas.

El relieve es llano de manera general, y está formado por una llanura erosiva compuesta por caliza, arenisca, marga y flysch. Las alturas alcanzan como promedio 50-80 m, y solo en el sur y el este se presentan algunas elevaciones de entre 100-120 m. No existen cuevas de gran tamaño, aunque desde Mariana Grajales a El Vaquerito se destaca una cadena de pequeñas cuevas que acogen especies de animales y vegetales endémicas, y en algunas de ellas hay residuarios de interés arqueológico.

La cercanía a los montes migratorios hace que cada año se reciba la visita de aves foráneas, entre ellas patos y zunzunes de peso.

Por otra parte, el municipio está conformado por 9 Consejos Populares: Cifuentes, San Diego del Valle, Unidad Proletaria, Mariana Grajales (Cifuentes), Wilfredo Pagés, Braulio Coroneaux, El Vaquerito, Mata y San José. El total de jóvenes asociados a la ANAP es de 239; de ellos, 37 son mujeres y 202, hombres. En cargos de dirección hay 2 vicepresidentes, 7 organizadores (1 en CPA y 6 en CCS) y un económico en CCS. En la junta no profesional CPA hay 1 y en CCS 5. Así mismo, hay 15 brigadas técnicas juveniles integradas por 143 jóvenes en total, que se desglosan así: 6 jóvenes en dos CPA y 137 en 6 CCS. Las brigadas juveniles son 20, y están integradas por 263 jóvenes; de ellos, 24 en 2 CPA y 18 en CCS. Mientras que el total de formas productivas en el territorio es de 16 CCS y 3 CPA.

La Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Jorge Montes perteneciente al municipio estudiado tiene 192 asociados, 171 hombres y 21 mujeres; de ellos, 25 son jóvenes (5 mujeres, 4 usufructuarios y 3 propietarios acogidos a la ley 300). Se realizaron 2 entrevistas: una a Odalys Rodríguez, agrónoma y especialista de la CCS Raúl Cepero Bonilla, y la otra a Elier Gonzales, productor e innovador reconocido en el territorio. Ambos son considerados informantes claves de la investigación. Las entrevistas se centraron en las potencialidades del suelo, la hidrografía y los recursos naturales. Dentro de sus principales criterios está que en la mayoría del área del tipo calcimórfico y en la parte suroeste aparecen algunas zonas de suelos color rojo parduzco clasificados como fersialíticos.

Dentro de las potencialidades está que no se han detectado suelos salinizados y la erosión es débil y localizada. La acidez actual está determinada por un pH de 6,5. Todas estas peculiaridades de los suelos los hacen favorables para la agricultura, especialmente para la cañera. En cuanto a su hidrografía, si bien no existen ríos caudalosos, cuenta con una abundante red de arroyos, cañadas intermitentes y ríos de poco caudal.

Los factores naturales descritos condicionan la existencia de una variada flora y fauna; no obstante, la tala a la que fue sometido el país durante siglos hizo que los bosques cifuentenses fueran exterminados, al extremo de que solo quede un bosque de poca extensión al suroeste del poblado.

La observación participante indicó que la lluvia es un factor que afecta a las cosechas en la CCS estudiada, así como la falta de insumos, la carencia de semillas certificadas. La cosecha más perdida fue la de tomate. Están trabajando en la siembra de plantas de anón y chirimoya debido a sus altos costos en el mercado y sus poderes curativos.

En la investigación se encuestó a 22 jóvenes de un total de 25, entre sus principales demandas están la asignación de los recursos, la necesidad de que la escuela refuerce el cuidado y amor al medio rural. La edad está comprendida entre 20-32 años. El 50% está casado y el 20 % unido consensualmente; el resto no respondió. El nivel de escolaridad es de medio superior. La procedencia social de todos es campesina, y las actividades que realizan están relacionadas con la producción de frutas -en especial de mango, fruta bomba y guayaba- y de hortalizas como el tomate. Los años de experiencia oscilan entre 5 y 10. Solamente dos de los jóvenes son propietarios de las tierras en las que trabajan. Solamente uno es reconocido por su trabajo, porque utiliza la agroecología para la producción de aceite de ajonjolí.

Es de vital importancia transformar la estructura social rural con el objeto de brindar el máximo de incentivos a la mayoría de los productores jóvenes para que empleen intensivamente su trabajo y apliquen la tecnología más conveniente a sus condiciones de producción.

Esto implica necesariamente derribar formas injustas de intermediación, combatir irracionales y autoritarias formas de intervención de la burocracia estatal y, en general, democratizar las estructuras sociales regionales. Por otro lado, es necesario a través de la acción conjunta manejar un mayor volumen de crédito y comercializar a mejores precios.

La planeación colectiva del uso del suelo es una opción de los jóvenes para especializarse en distintos suelos, cultivos y técnicas al mismo tiempo. Se señala la importancia que tienen las economías de escala en ciertas tareas productivas que se llevan a cabo de manera menos eficiente o que simplemente no se ejecutan. Estos jóvenes sienten que sus producciones son cada vez más riesgosas y que los suministros agropecuarios cada vez están más lejanos.

La investigación se sustenta en la metodología de investigación-acción. Cecilia Linares y Sonia Correa Cajigal definen la acción participativa como el resultado de necesidades comunes a todos los miembros de un grupo, organización o comunidad, las que a su vez guardan estrecha relación con las individuales. Es la posibilidad de todos los miembros de una comunidad o grupo de estar informados, de opinar y de decidir sobre los planes y acciones, encontrando su máximo nivel de expresión en la posibilidad de intervenir en la toma de decisiones y en el trazado de las estrategias.

La urgente necesidad de que existan insumos estatales programados por el Estado de tal manera que prioricen a los jóvenes rurales, está dentro de sus principales demandas. Como contrapartida existen varios modos de mejorar sus producciones de forma natural que no se realizan, por eso sus potencialidades estarán en su organización y en el uso de la ciencia y la técnica. Sus demandas son de tipo productivas, por ello para constituirse en fuerza juvenil rural deben consolidarse como organización productiva.

Retos: Hacia la construcción del concepto de participación juvenil rural

La memoria histórica también debe ser utilizada para conservar y trasmitir las experiencias organizativas y para mantener la cohesión y solidaridad social. A través de esta memoria se revelan estudios de los movimientos campesinos y el desarrollo social. Todo ello serviría para elaborar una mejor organización social.

También la potencia transformadora de la acción colectiva debe ser utilizada como un recurso productivo que se puede poner en marcha para transformar el proceso de desarrollo rural, como un concepto útil para repensar el desarrollo mismo ligándolo más con las necesidades básicas de la gente, así como el diseño de estrategias más adecuadas con el fin de lograrlo.

La redistribución del poder en el campo, la creación de nuevos poderes, de otras fuerzas sociales, condición clave para poner en marcha la secuencia del cambio, no será nada fácil. Es fundamental conocer con claridad la fuerza laboral joven que existe, así como las económicas reales de nuestro país y la distribución de los recursos, pero aún la máxima sigue siendo que el campesino es un ente social fundamental en el desarrollo social y transformador de la situación alimentaria de toda una población.

Sería muy necesario reconocer que la acción colectiva de los jóvenes rurales podría ser la fuerza esencial de la transformación de la estructura agraria y del esquema global y de crecimiento económico. Mediante esta fuerza sería posible construir una agricultura fuerte, más justa, basada en la movilización y la creatividad de las organizaciones de pequeños campesinos capaces de darle incentivo a la mayoría de los productores, de movilizar los recursos dormidos y subutilizados y de crear riquezas rurales que circulen en el campo y lo dinamicen.

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Recibido: 13 de Marzo de 2018; Aprobado: 10 de Abril de 2018

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