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Revista Científica UISRAEL

versión On-line ISSN 2631-2786

RCUISRAEL vol.4 no.2 Quito may./ago. 2017  Epub 05-Ago-2017

https://doi.org/10.35290/rcui.v4n2.2017.59 

Articles

La percepción confiesa el valor artístico

Perception confesses the artistic value

Diego Mauricio Machado Ortiz1 

1Universidad Tecnológica Israel, Ecuador, dmachado@uisrael.edu.ec


Resumen

Crear un contenido sobre lo que vemos o percibimos deriva en la expresión de ideas y opiniones, y sin vacilación marcadas por las percepciones del contexto en el que profundizamos. En particular para el creador - artista desde lo más esencial, el dibujo, la pincelada y la forma, plasmar imágenes describen identidades que no siempre están sumidas en la autenticidad de personajes que se ansía retratar.

Tomando en cuenta que el arte está sujeto a la interpretación y la habilidad artística de retratar puede derivar en dos acciones, por una parte, la obra que denote lo que se mira desde el acercamiento al realismo pictórico dónde la técnica y estructura visual refleja la apariencia de lo inmediato; y por otra, más cercana a las emociones, lo que el artista percibe, interpreta y expone. Por lo tanto el vínculo entre la percepción, el valor artístico y la creación, relacionados con la habilidad de retratar, toman protagonismo en este análisis con el propósito de identificar si desde la percepción se admite con claridad el mensaje que el creador - artista propone, desde la figuración pictórica de un elemento simple como el retrato, y el abordaje de la apreciación artística de estructuras visuales vislumbradas, sin descartar la fundamentada armonía que forma la estética y técnica artística.

Palabras clave: Percepción; arte; imagen; retrato; estética.

Abstract

Creating content about what we see or perceive derives in the expression of ideas and opinions, and without hesitation marked by the perceptions of the context in which we delve. In particular for the creator-artist, from the most essential, the drawing, the brushstroke and the form, capturing images describe identities that are not always immersed in the authenticity of the characters that we wish to portray.

Taking into account that art is subject to interpretation and the artistic ability to portray can derive in two actions, on the one hand the work that denotes what is looked at from the approach to pictorial realism where the technique and visual structure reflects the appearance of the immediate; and on the other hand, closer to the emotions, what the artist perceives, interprets and exposes. Therefore, the link between perception, artistic value and creation, related to the ability to portray, take center stage in this analysis with the purpose of identifying if from perception the message that the creator-artist proposes is clearly admitted, from the pictorial figuration of a simple element such as the portrait, and the approach of the artistic appreciation of visual structures glimpsed, without discarding the founded harmony that forms the aesthetics and artistic technique.

Keywords: Perception; art; image; portrait; aesthetics.

Documentar lo que nos interesa es frecuente, es un efecto primario de lo que vemos y entendemos como un contenido seductor para quienes están, ó no, ligados a nuestro entorno. Percibimos ciertos contenidos a partir de lo que nuestros sentidos, en especial la vista, nos prefijan como verdades casi absolutas. Lo que vemos permite reconocer el mundo, tener un prólogo tangible de la información inmediata, una evidencia innegable de que algo existe. Seleccionar lo que vemos nos proporciona realidades conscientes desde la abstracción de los espacios y tiempos que decidimos fraccionar. Esta segmentación provoca impresiones precisas que edifican una apreciación positiva o negativa de lo que se mira.

Rudolf Arnheim (1976) menciona que la imagen puede apalear a la relación con lo real desde el valor de la representación, el valor de símbolo y el valor de signo. De ello la imagen representativa puntualiza las cosas concretas, la imagen simbólica apela a lo abstracto y un contenido no expuesto, desde lo visual, articula un motivo. Es significativo inferir que, al mirar la realidad, imagen que se forma desde la percepción, nos permite referir una idea que desencadena en como apuntamos las representaciones y qué anhelamos figurar del mundo; en definitiva los contenidos que percibimos nos obligan a expresar lo que concebimos de los diferentes contextos y, la creación de una imagen es la referencia para la expresión primaria de las reflexiones, abstracciones, entre otras acotaciones.

A este respecto se puede referir que la imagen se convierte en un mecanismo de demostración, que comunica un mensaje propio, ya sea reflexionado desde los entendimientos comunes, desde la visión del creador - artista o desde la subjetividad de los públicos a los que llega el mensaje.

John Berger (1972) refiere que la imagen es una visión que ha sido recreada o reproducida. Es una apariencia, o conjunto de apariencias, que ha sido separada del lugar y el instante en que apareció por primera vez y preservada por unos momentos o unos siglos. Dentro de este marco, una representación de lo real al ser reproducida o creada, lleva en su conformación el discernimiento subjetivo que el autor o creador - artista admite desde la contemplación de los hechos o espacios que le son frecuentes o desconocidos.

En este sentido, una imagen se torna en una acotación articulada del proceso de expectación, en correspondencia con los diferentes factores psicológicos, sociológicos, antropológicos, artísticos y culturales, que actúan como eje para que el creador-artista decida el mensaje para su discurso visual.

Al mismo tiempo Giovanni Sartori (1997) menciona que actualmente todo es visualizado y la imagen suple precipitadamente a la palabra, este hecho evidencia una postura fundamental de lo inmediato sobre lo que puede ser entendido, lo cual precisa que solo divisamos lo que nos interesa sin entender lo que miramos. En este sentido, la imagen, al ser analizada, debe ser razonada desde el lenguaje que el creador - artista anhela comunicar, desde lo que visualiza y le simboliza. En definitiva, la percepción de una imagen, en gran medida, está relacionada a lo que significa y en particular a lo que deduce el creador - artista desde su práctica.

De esta forma, sin duda alguna, el mensaje inmerso al crear y ver una imagen, que propone en su conformación sentido estético, códigos, significante y significado, origina una comunicación con el observador, sobre la contemplación del entorno social y en particular lo que se asume como distintivo del medio y en específico del ser humano, el retrato.

Peter Burke (2004) proponía al retrato como aquella representación de una persona que sus amigos y allegados pueden reconocer como imagen suya, lo cual incluye desde la caricatura en un extremo hasta la idealización en el otro. Algo semejante ocurre cuando el creador -artista se plantea mostrar desde la serie de manchas, líneas, sombras, colores, armonías y proporciones una identidad. La caracterización de una obra está dada por la percepción que alcanza en el observador, los juicios y conclusiones que logra de la experiencia frente a la obra, por ello los retratos son imágenes que se logran identificar ágilmente, puesto que desde su conformación están alineados al reconocimiento inmediato de la figura y forma.

La articulación de ideas, entre la creación visual y los soportes en los que figuran, pueden determinar una concordancia entre lo que se plasma y lo que simboliza, por lo mismo, es preciso destacar que vincular a la obra visual nuevas formas de expresión y tratamiento de la técnica, al formalizar un con- cepto visual, debe constituir como precepto defino el sintetizar una impresión formal que identifique al personaje desde la observación y percepción integral de lo que se va a crear: estructuras visuales o concepciones artísticas que en su naturaleza implican individualidad.

Así la reflexión que lleva al artista a discernir las formas y estructuras cromáticas, propicia a que se plantee cómo plasmar lo que significa, además de las formas estéticas, el espíritu del ser u sujeto al que intenta retratar, trasladando los rasgos preponderantes que describan las particularidades de lo que puede observar.

No es nada inadmisible que percibir retratos, arraigados en la verdadera consonancia del personaje, la contemplación de fisionomías, la reflexión de la mirada del creador - artista, el uso autónomo de pinceladas, manchas, colores y formas, apunta a la manifestación y discernimiento subjetivo de representaciones y realidades. Todas estas impresionadas por la oscilación estética en la que el arte ansía, del espectador, acción y verdad emancipado de preceptos inducidos.

En efecto descubrir una verdad, desde la armonía de símbolos gráficos o pictóricos utilizando imágenes se puede apuntalar desde la construcción y coyuntura de la pintura, y así en lo más esencial de ella: la contemplación de realidades enmarcadas en retratos con varias fisionomías que, desde la contemplación del atenta del creador - artista, son manchadas y figuradas en formas identificadas por la vibración de la emoción que emite el personaje al ser retratado; para así mostrar su auténtica identidad en una obra de arte atiborrada de dinámica, siendo causantes de variaciones en la mirada del contexto diario y la percepción visual.

Vinculada al concepto, la característica sublime de un personaje esta enlazada a las particularidades que la diferencian de otros, especialmente el valor intrínseco de su identidad.

Como complemento Jacques Aumont (1992) menciona que “la máscara, que tiende a una tipología construida, social, diferenciable, comunicante o simbólica, llega a dificultar la percepción del rostro individual, innato, personal, expresivo, proyectivo, empático”

Por ello, la actuación propia de un protagonista, que se admite en diferentes escenarios, no permiten que la auténtica consonancia del personaje se revele, el cual, asociado a diferentes contextos se ve envuelto en la apropiación de máscaras que recubren los rasgos propios e indefectibles de su identidad, que solo el observador consciente a lo particular es capaz de desvelar.

Así a creación visual dada desde el proceso de construcción estética y que vincula al creador - artista con su mensaje visual, se enmarca no solo en la aplicación de la técnica, proposición compositiva, soportes y expresión, se complementa con la interpretación del espectador, su contexto y reflexión, lo que permitirá proponer una obra con sólidas estructuras gráficas como condición de valor.

Decisivamente el principio subjetivo en el que se da valor a una obra esta supeditada al estudio de la percepción del público sobre los bocetos y construcciones formales de la imagen artística; la producción estética impresionada artísticamente con una garantía desde un concepto identificado, permite equilibrar las referencias sobre las percepciones acerca de la narrativa e ícono visual que se crea a partir de la construcción de un contenido de representación, cromática y técnica artística.

Por ello crear una imagen enérgica, conformadas por machas y estructuras de forma, a partir de matizar y exhibir retratos no idealizados (máscaras) que están fundamentados en el expresionismo pictórico, caracterizados por el desequilibrio, la fuerza de los colores y las formas; dotando de expresión, de emociones y cuestionamientos a la obra, mediante la técnica y la articulación abstracta de la pincelada, propician la configuración de estructuras visuales que se adecúan a diferentes percepciones al ser observadas.

Es por ello que en las decisiones plásticas tomadas con certeza, expresando emociones que revelan la perspectiva de la visión desde la expresión artística y, del mismo modo, las pinceladas, el desahogo cro- mático, las formas sueltas, la unidad de las manchas de tonos y el equilibrio de las estructuras, son los rasgos dispuestos para la interpretación, de lo que se procura exponer, lo que se mira sin detenimiento, y en el caso de la identidad una máscara figurada que oculta el alma del personaje que nunca revela su verdadera identidad.

La identidad visual de una obra plástica está marcada por el reconocimiento de complementos tradicionales y referencias conservadoras, por ello cabe destacar que la obra de arte desde sus primeras valoraciones estaba ligada al formato del lienzo, sin embargo, el arte es la condición propia del artista, que expresa sus inquietudes en diferentes formatos y con variadas técnicas artísticas. Ayn Rand (1963) menciona que el arte es una recreación selectiva de la realidad de acuerdo con los valores y juicios del artista, así pues, a partir de este contexto, las representaciones artísticas pueden estar plasmadas sobre disímiles soportes, sin que la creación visual sea afectada por el formato que se utiliza.

Matizar la identidad no solo radica en utilizar soportes preestablecidos, esbozar trazos para acercar las formas, la pintura, convencionalismos de la imagen e impresiones sobre la luz, a la realidad. La identi- dad debe equilibrar lo que se distingue en el instante, con lo que se percibe en el interior; adquirir valor cuando se plasma un contenido gráfico congruente con su expresión.

Es por ello que la conceptualización de un contenido visual, figurado desde brochazos o aplicación depurada de la técnica, permite legitimar la percepción del observador y sus intereses. Las ideas que se plasman en las obras plásticas solo pretenden expresar, manifestando la realidad, el particular de quien comparte un instante de expectación.

Por ello el vínculo de las manifestaciones artísticas con la caracterización de retratos no muestran solo la perfección de la figura humana, muestran las facetas y actitudes de lo que se experimenta en los contextos definidos por el creador - artista. Lo más esencial en la obra visual es la contemplación de realidades enmarcadas en varias fisionomías, que, desde la mirada del artista, son compuestas, manchadas y figuradas en grafías y cromías, identificadas por la armonía de la impresión estética.

En definitiva, el creador - artista no solo se constituye en un ejecutor de sus percepciones visuales y artísticas, manifestadas en formatos y soportes que acojan la plasticidad de las formas; se erige como un intérprete de opinión y reflexión de lo que percibe y denota en su ejecutoria plástica, armónica, estética, sucedida en una obra de arte propia que atiende a lo más noble de la creación artística: revelar el concepto que ilustra el creador - artista.

Bibliografía

Arnheim, R. (1976). El pensamiento visual. Buenos Aires: Eudeba. [ Links ]

Aumont, J. (1992). La Imagen. Barcelona: Paidós Ibérica. [ Links ]

Barthes, R. (1997). La cámara lúcida: nota sobre la fotografía. Barcelona: Paidós. [ Links ]

Berger, J. (1972). Modos de Ver. Inglaterra [ Links ]

Rand, A. (1963) The Objectivist Newsletter, The goal of my writing. [ Links ]

Recibido: 10 de Marzo de 2017; Aprobado: 08 de Abril de 2017

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