Estimada editora:
El Trastorno del espectro autista (TEA) ha aumentado vertiginosamente en la última década en el estado de Florida. Según las evidencias estadísticas 1 de cada 68 niños puede sufrir algún trastorno relacionado con el autismo.(1) Como parte de una gran potencia mundial se destinan recursos y esfuerzos en función del diagnóstico, investigaciones y rehabilitación de dicho trastorno. Teniendo en cuenta que la medicina es una noble profesión se requieren además alta capacidad intelectual y altos valores éticos y humanos.(2)
Consideramos que alrededor del TEA, su intervención y tratamiento, el Técnico de Conducta (T.C.) juega un papel importante en este proceso considerado por la autora como: eslabón primario facilitador del desarrollo y la inserción de individuos a Servicios Clínicos de Rehabilitación y Programas de Escuelas públicas.
Aún así surge una gran pregunta ¿Está el T.C. óptimamente preparado para asumir la tarea de implementar tratamientos en función de la regulación de las conductas socialmente mal adaptadas? Según el sitio oficial del BOARD para analistas de conductas y terapeutas que implementan Análisis de Conducta Aplicado (ABA por sus siglas en inglés), son aptos para trabajar directamente con los individuos en cuestión después de un “corto curso, que enseña a los RBTs cómo prepararse para sesiones de ABA, colectando data, y cómo ponerlo en gráficos. El técnico aprende a describir conductas con palabras claras, ayuda con asesoramientos, y entrena (…) en la manera correcta de ABA”.(3) Una vez concluido el curso son sometidos a un test con un supervisor y se le otorga el listo para el test final, el cual es más complejo y extenso comparado con los pasos anteriores. Todos estos factores hacen considerar un cambio en los pasos previos a una aplicación de trabajo con semejante responsabilidad social. El estado de la Florida está listo para considerar la puesta en práctica de un programa educativo como soporte teórico antes de enfrentarse a tan particular práctica. El TEA puede coexistir con enfermedades más complejas como epilepsias, neurosis, psicosis requiriendo conocimientos previos que no se limitan a implementar programas de Conducta Verbal, Relaciones Sociales o Terapia Ocupacional.
Cambios previos han sido hechos. Aún así, un cambio se impone en la formación de los T.C que complemente ese potencial humano con conocimiento teórico. Hay que alcanzar mejor docencia para los que optan por esta modalidad, sin que abandonen tan noble tarea por falta de soporte y entendimiento. Debemos eliminar los precedentes carentes de docencia e investigación y proyectar programas que deriven en un incremento de material para la consulta, facilitando la auto superación.
Teniendo en cuenta que la base de todo servicio clínico y de neurología moderna es la organización y ejecución de un buen programa de residencia (1), en un estado como la Florida es inconcebible la no existencia del mismo. No debe ser muy extenso pero tampoco tan corto como 40 horas del curso y un poco más contando las supervisadas. Las clínicas y hospitales pueden incrementar la calidad de los servicios y por consiguiente lograr un mayor desarrollo de habilidades socio-emocionales y de conducta social, con terapeutas más profesionalmente preparados.