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Economía y Negocios

versión On-line ISSN 2602-8050

Economía y Negocios vol.15 no.2 Quito jul./dic. 2024  Epub 01-2024

https://doi.org/https:/doi.org/10.29019/eyn.v15i2.1362 

ARTÍCULO ORIGINALES

Contribuciones a la racionalidad del agente económico

Contributions to the rationality of the economic agent

Armenio PÉREZ-MARTÍNEZ¹ 

Aimara ² 

11 Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil , Facultad de Ciencias Sociales y Derecho . Guayaquil, Ecuador. aperezm@ulvr.edu.ec

22 Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil , Facultad de Ciencias Sociales y Derecho . Guayaquil, Ecuador. airodriguezf@ulvr.edu.ec


Resumen

Palabras Clave Economía; teoría de la decisión; procesamiento de la información; mente; neuropsicología

Abstract

The present research addresses the topic of the rationality of the economic agent, from an interdisciplinary ap- proach, which gives novelty to the proposal made. The objective is to integrate knowledge from various areas of knowledge that contribute to a new conception of rationality for the understanding, explanation and projection of economic phenomena. A qualitative methodology is used for the selection and interpretation of scientific informa- tion, assuming a critical and constructive stance on knowledge. The research is theoretical due to the manage- ment of the information carried out and several theoretical level methods are used, such as analysis, synthesis and theoretical generalization. The most significant conclusions point to the importance of expanding the vision of the concept of rationality, since its practical implications influence behavioral governments, public policies, market func- tioning and organizational management. The integration of information from neurosciences, behavioral economics and the theory of the extended mind allows us to conceive the rationality of the economic agent as a limited, vari- able and dependent process on the environment.

Key words: Economics; decision theory; data; processing; mind; neuropsychology

Introducción

El ser humano se encuentra en el centro de la dinámica social. Los problemas actuales como el cambio climático, la migración, la pobreza y la insalubridad se deben, en gran medida, al comportamiento humano y sus de- terminantes internas. Como nunca antes en la historia de la humanidad los procesos psico- lógicos se encuentran siendo estudiados para desentrañar la compleja madeja de las decisiones humanas (Pérez y Rodríguez, 2020).

Los sectores económicos con mayor afectación son la recaudación fiscal, la salud pública, el consumo de energía, la educación, así como el sector bancario y financiero. Las políticas públicas y los gobiernos conductua- les son áreas de desarrollo de las ciencias del comportamiento (Elster, 2002; Hortal, 2023; Ramos-Zaga, 2023). Las políticas públicas han logrado resultados parciales e insuficientes para enfrentar los problemas sociales. La sociedad de bienestar y la calidad de vida individual requiere que se transformen los comportamientos de los ciudadanos (Mäki, 2002).

La situación actual de la humanidad se puede definir como de alto riesgo e incertidumbre. Los principales rasgos que caracterizan el momento histórico actual son: los avances en el conocimiento de neurociencias, la relación interdisciplinaria entre la economía y la psicología, y la comprensión más profunda de la subjetividad humana y sus determinantes. Todo ello posibilita la aplicación de conocimientos novedosos que reconoce el carácter limitado, subjetivo, y lento del procesamiento de la información humana (Arenas, 2022). Es imperativo continuar profundizando en la comprensión del proceso de toma de decisiones, como parte determinante del comportamiento humano. La mente humana es vulnerable bajo la in- fluencia del entorno social, los recursos cognitivos propios, los aspectos emocionales y el autocontrol.

La economía con carácter científico surge con el trabajo de Adam Smith en el siglo XVIII. Las principales concepciones del ser humano como agente económico han estado en torno a la construcción de un mo- delo teórico donde se asume la racionalidad ilimitada, la maximización del beneficio y el egoísmo psicológico (Pérez-González, 2012). También se posesiona el criterio que los agentes son capaces de jerarquizar racio- nalmente sus alternativas ( ). Estos supuestos han enfrentado a la concepción convencional del sujeto como agente económico propuesto por la economía clásica y neoclásica.

Como ha mostrado Morin (1993, p. 67): “La economía, la ciencia social más avanza- da matemáticamente, es la más retrasada social y humanamente, pues se abstrae de las condiciones sociales, históricas, políti- cas, psicológicas y ecológicas que son in- separables de las actividades económicas”. Es importante destacar este planteamiento, debido a las implicaciones para la investi- gación científica y el desarrollo de nuevos modelos y mecanismos de funcionamiento económico de la sociedad.

La visión mecanicista y reduccionista del ser humano, fortalecida por la experi- mentación y la importancia de las matemáti- cas y la teoría de juego clásica, contribuyó a la explicación del comportamiento del agen- te económico, dando lugar al llamado homo economicus. Esta perspectiva permitió una definición simple y objetiva del funciona- miento de los mecanismos económicos de la época. “Esta perspectiva enfatiza en un agente económico que actúa de manera predecible y mecánica, sin cambiar sus preferencias, intenciones, aspiraciones” ( , p. 20).

Se considera necesario resaltar el crite- rio de Martínez-Echevarría (2005), al señalar que “surge así el agente económico, que sería el equivalente al átomo en la mecánica. Cerrado sobre sí mismo, autosuficiente e indistin- guible” (p. 526). Esta perspectiva ha sido cri- ticada en los últimos 80 años por su carácter monista y unívoco (Pérez y Rodríguez, 2022a). Dentro de las posiciones académicas que se han contrapuesto a la racionalidad ilimitada se encuentra la postura de Herbert Simon de la racionalidad limitada o acotada.

Autores como Abitbol y Botero (2005) enfatizan en la necesidad de superar la con- cepción de homo economicus que ha estado presente en las ciencias económicas desde su surgimiento; mientras que López (2016) apunta a la concepción de la utilidad espe- rada como otro elemento a ser superado por una nueva perspectiva económica, más cen- trada en las características del ser humano (Villagómez-Cevallos, 2018).

La teoría de la racionalidad limitada, propuesta por Herbert Simon es considera- da como precursora de lo que hoy se conoce como economía conductual. Simon () critica doblemente la teoría de la utilidad es- perada porque no menciona la existencia de las creencias individuales, y omite la diver- sidad de valores humanos, los que influyen en que la utilidad que persiga cada individuo de manera individual no será la misma. Si- guiendo lo propuesto por Simon (, , ) la teoría de la racionalidad limitada se centra en las desviaciones que existen entre las predicciones de los modelos de análisis económicos clásicos y el comportamiento de los agentes económicos (Katona, 1951; Villagómez-Cevallos, 2018).

La tesis fundamental que sustenta a la economía del comportamiento es el su- puesto de la racionalidad limitada, acotada, incompleta, entre otros calificativos, que han venido a establecer una barrera al crite- rio de la racionalidad computarizada e ideali- zada. “No se trata de que el supuesto de ra- cionalidad sea erróneo. Lo que ocurre es que no nos proporciona una guía para entender las decisiones humanas en una diversidad de contextos cruciales que son fundamenta- les para el proceso de cambio” (North, 2007, p. 46). Lo que más ha sido criticado es el al- cance que se le ha otorgado al criterio de la racionalidad ilimitada.

La postura de la racionalidad limitada sustenta que la mente humana es vulnerable bajo la influencia del entorno social, los re- cursos cognitivos propios, los aspectos emo- cionales y el autocontrol. “La incertidumbre bajo la que se toman esas decisiones, genera un riesgo significativo que influye en el pro- cesamiento de la información y posibilita la puesta en funcionamiento de mecanismos adaptativos-evolutivos de la especie huma- na” (Pérez y Rodríguez, 2022b, p. 126).

La idea antes señalada abre el espacio a nuevas reflexiones acerca de la racionali- dad del agente económico. La inclusión de elementos adaptativos, biológicos, sociales, tecnológicos, etc. en la toma de decisiones genera una brecha que posibilita la integra- ción del conocimiento. Como ha sido recono- cido con anterioridad:

Al asumir la imperfección del proceso de toma de decisiones, por su propia natu- raleza compleja, el aumento de la racionali- dad está relacionado con la oportunidad y la capacidad para realizar el autocontrol ade- cuado, optimizar los resultados esperados, acceder a información más significativa y desplegar todas las potencialidades cogniti- vas (Pérez y Rodríguez, 2022a, p. 32).

Los logros cognitivos y metacognitivos de la especie humana, que han acompañado al desarrollo del cerebro y la especialización de sus áreas, han sido sobredimensionado por los economistas clásicos y neoclásicos en la puesta en práctica de sus modelos teóricos y matemáticos. Los mecanismos económicos diseñados para garantizar la sa- tisfacción de las necesidades humanas han obviado la presencia de errores y fallos siste- máticos en el procesamiento de la informa- ción (Stanovich, 1999).

Se considera que, en varios escena- rios de actuación, como es el económico, la racionalidad es entendida como el resul- tado de un proceso de reflexión cognitiva y búsqueda de información que se genera en el sujeto. Por tanto, el análisis de la ra- cionalidad humana trasciende los límites de cualquier disciplina concreta, para con- vertirse en un área de conocimiento inter- disciplinaria, donde confluyen la filosofía, la psicología, la antropología, la economía, la neurociencia, entre otras. Si bien para el desarrollo científico de la Economía la con- cepción de la racionalidad es un pilar fun- damental, diversas corrientes teóricas han explicado el problema de la racionalidad en la toma de decisiones humanas; mientras que, para otras áreas del conocimiento en las ciencias sociales, la acción, conducta o comportamiento humano ha sido explicado valiéndose de argumentos.

Desde posiciones marcadamente biologicistas sobre la racionalidad se ha seña- lado que el ser humano funciona como: “un sistema de órganos de computación, dise- ñado por selección natural para resolver los tipos de problemas que enfrentan nuestros antepasados para conseguir alimento, en particular la comprensión y el manejo de objetos, animales, plantas y otras personas” (Pinker, 2009, p. 21). A pesar de ello, se insis- te en que el análisis de la racionalidad tiene que nutrirse de los principales resultados de varias áreas de la ciencia.

La racionalidad es una temática de in- vestigación que ha atraído a los científicos de distintas áreas de las ciencias sociales y humanísticas, como son la filosofía, la psi- cología y la economía. Aunque sus intereses son diferentes, la intención es aportar a la concepción racional del ser humano desde los diferentes objetos de estudios y las me- todologías propias. Inicialmente, se conside- ró necesario estudiar las formas de razonar, la capacidad y pasos del razonamiento.

El objetivo del presente artículo es inte- grar conocimiento de diversas áreas del saber que contribuyan a una nueva concepción de la racionalidad para la comprensión, explicación y proyección de los fenómenos económicos.

Materiales y Métodos

Para el desarrollo del presente estudio se uti- lizó el paradigma cualitativo para la selección e interpretación de la información científica, asumiendo una postura crítica y constructiva del conocimiento. La investigación es teórica por el manejo de la información que realiza y se emplean varios métodos del nivel teórico, tales como el análisis, la síntesis y la generali- zación teórica (Taylor y Bogan, 1987).

El procedimiento metodológico se or- ganizó siguiendo una lógica deductiva. En primer lugar, se realizó la búsqueda de los principales autores referentes del objetivo propuesto en esta investigación. Los mate- riales proceden de diversas áreas de conoci- miento, pero gozan de aceptación dentro de la comunidad académica de su campo del saber, al ser publicados en formatos de libros o artículos científicos con revisión por pares académicos, todos ampliamente citados.

Con posterioridad se analizó la información, lo cual permitió extraer dentro de cada área de conocimiento los principales aportes a la racionalidad del agente econó- mico. Seguidamente se realizó la síntesis de toda la información recabada, valorando su integración y propuesta dentro de una visión más holística de la racionalidad del agente económico, reconociendo aspectos novedosos y de gran utilidad

Desarrollo

El pensamiento filosófico se ha encargado de analizar el funcionamiento racional del ser humano, siendo un punto de referencia de este análisis. Haciendo un breve reco- rrido por alguno de los principales aportes filosóficos a la comprensión de la racionali- dad humana, es posible encontrar que este tema ha sido transversal en el pensamiento filosófico en distintas épocas. Como señala Losada (2019, p. 75):para Santo Tomás, la libertad estaba limi- tada por la razón; Escoto pensaba que la razón era instrumento de la voluntad; para Hobbes era la razón la que sugería los prin- cipios apropiados para la paz; Lutero, sin embargo, decía de ella que era una hure, enemiga de la fe, engañosa y de la que había que desconfiar; Grocio afirmaba que algunas acciones eran consecuencia in- evitable de sólidos hábitos de la mente; en opinión de Rousseau nada de malo podía haber en el corazón humano y en los pri- meros movimientos de la naturaleza; es de sobra conocida la afirmación de Hume de que la razón es la esclava de las pasiones, algo en lo que coincidía con Adam Smith; Tocqueville auguraba un porvenir poco halagüeño a los pueblos del oeste nortea- mericano porque sus habitantes, decía, habían nacido en los bosques y en ellos las pasiones eran más vehementes, etc.Actualmente las ciencias sociales coinciden en conceptualizar al mundo real como un sistema complejo o desordenado (García et al., 2018). Las visiones más con- temporáneas dentro de la filosofía abor- dan la racionalidad desde los criterios de la sociedad líquida de Bauman (2002) y los postulados de la sociedad del cansancio, la autoexplotación y la esclavitud tecnológica (Han, 2012, ). Además de estos aportes en este estudio se abordan la cognición o el cerebro extendido (Clark & Chalmers, 1998), temática que ha generado un gran debate en los grupos de profesionales de la filosofía.

Visión de la economía clásica del problema de la racionalidad

Para cualquier concepción económica orto- doxa, la racionalidad es uno de los supues- tos más importantes, por la capacidad de predecir el comportamiento del agente eco- nómico, la estabilidad en el funcionamiento de los mecanismos económicos y la posibi- lidad de desarrollar investigaciones experi- mentales en el campo de la economía. El as- pecto de la predicción del comportamiento económico ha sido vital en las intenciones de los economistas de pretender fijar rutas prospectivas de desarrollo socioeconómico en diversas latitudes.El destacado economista John Stuart Mill señaló que:un ser que invariablemente hace aquello mediante lo cual puede obtener la mayor cantidad de bienes necesarios, conve- niencias y artículos de lujo, con la menor cantidad de trabajo y esfuerzo físico con que pueden ser obtenidos en el estado de conocimiento existente. (, p. 144)

La racionalidad, vista desde la eco- nomía convencional, tiene un carácter nor- mativo, porque enfatiza el carácter ideal de la racionalidad para la obtención de un tipo específico de comportamiento. La maximi- zación del beneficio genera un umbral de aceptación de la conducta del individuo. Funciona como una especie de darwinismo social, quien no se acerque a la maximiza- ción de sus beneficios (agentes económicos, empresas, países) no sobrevivirá.

Bajo la visión de la economía conven- cional el intercambio económico sería un enfrentamiento de racionalidades, donde la mano invisible sería quién definiría la opera- ción. Otro concepto que ha influenciado la capacidad de la racionalidad humana den- tro del contexto de la economía clásica es la condición de ceteris paribus ( ).

Al enfatizar que todos los demás fac- tores deben permanecer constantes se des- virtúa el carácter complejo de las relaciones económicas de producción, distribución, cambio y consumo de bienes y servicios (García et al., 2018).

La racionalidad funciona, como criterio de análisis del funcionamiento económico, únicamente bajo condiciones de ceteris pari- bus (, ). Esta genera que no existan condiciones externar que afecten la manifestación de las regularidades a partir de la capacidad de la racionalidad.

La introducción de numerosas distorsio- nes asumidas en los modelos económicos ha generado un interesante debate res- pecto de si estos nos informan algo sobre el mundo de la gente genuina, del trabajo, de la producción, etc., o si son simplemen- te juegos intelectuales o mundos imagi- narios sin ninguna utilidad para propósitos más pragmáticos, como explicar ciertos procesos socioeconómicos o aplicar una determinada política. (Ivarola, 2017, p. 2)

Friedman (1953) plantea una serie de criterios epistemológicos dentro de la eco- nomía, a partir de los avances contemporá- neos en la metodología positivista de la épo- ca. Se considera que el punto culminante de los debates en torno al carácter científico de la economía ya que aportó conclusiones sobre el carácter abstracto del conocimien- to económico y su capacidad de los mode- los para explicar y predecir los fenómenos económicos. Friedman () apoya la im- portancia de la capacidad predictiva de los modelos y teorías a partir de la posibilidad de aplicarse a la realidad.

Siguiendo con los aportes de este au- tor, todos los supuestos son irreales, ya que son simplificaciones o abstracciones de la realidad, bajo ciertas condiciones preesta- blecidas por el investigador. Es necesario

buscar si son, al menos, aproximaciones lo más fidedignas posibles de la realidad que permita aplicarse a esta. Desde esta postu- ra de análisis es posible comprender la racio- nalidad del agente económico, visto como una simplificación de las condiciones de pro- cesamiento de la información e influencia de las condiciones internas y externas del agente económico.

El funcionamiento del agente econó- mico es un supuesto que ha sido conside- rado erróneamente como racional, sin em- bargo, realmente son seres maximizadores, optimizadores, o que persiguen el máximo beneficio. Por lo tanto, una parte significati- va de los comportamientos y las decisiones que han sido calificado como irracionales, realmente no lo son; solo son carentes de in- terés maximizadores y egoísmo psicológico. La comprensión de la racionalidad, desde la perspectiva de la economía con- vencional está asociada a la capacidad. “Las capacidades son propiedades de entidades y/o variables que contribuyen a la produc- ción de un resultado.” (Ivarola, 2016, p. 103). Queda claro en la propuesta de este autor que contribuir no significa provocar, o sea, no existe una relación causal directa. Por lo tanto, la racionalidad no es una condición sine qua non de la obtención de comporta- mientos humanos, sino que se mediatiza a través de otros factores, como pueden ser el entorno social y los mecanismos neuronales, por solo citar dos ejemplos.

El concepto de capacidad encierra tres condiciones: (1) la existencia/obtención de una capacidad, (2) su ejercicio, y (3) sus resultados manifiestos. Cada uno de estas condiciones va alejando más del componen- te ideal de la racionalidad, o sea, va generan- do mayores brechas (Cartwright, 1989).

Siguiendo a Cartwright (), Ivalora () plantea que las regularidades: “son una consecuencia de la operación repetida de estructuras o mecanismos que tienen capacidades estables, organizadas correc- tamente en el medio correcto” (p. 104). Por tanto, se está hablando de un comporta- miento sistemático, sin la influencia de fac- tores externos. Las regularidades se pre- sentan a partir de las capacidades estables, como la racionalidad; estas regularidades son el comportamiento, que, en el caso del agente económico, es la toma de decisiones a las que se enfrenta a la hora de reproducir las condiciones necesarias para la vida indi- vidual y social.

Propuesta de la racionalidad acotada desde la economía conductual

Al considerar las ideas de Cartwright (2009) sobre la racionalidad desde las posiciones económicas clásicas y la economía de la conducta, se aprecia que la misma se en- cuentra “demasiado sobre-restinguida por supuestos auxiliares” (p. 48). Esta conclu- sión de Cartwright genera la ausencia de validez externa en gran parte de las situa- ciones reproducidas a partir de los modelos económicos: los resultados se obtienen bajo condiciones muy específicas, por lo que son difíciles de obtener resultados similares más allá de las condiciones bajo las que opera el modelo o teoría.Si bien es básico reconocer la importancia de la teorización de la racionalidad(es) en el avance de la teoría de la decisión y en la ciencia económica, a través de formaliza- ciones lógicas como el WEA y la función de bienestar social de Bergson-Samuelson - explicada por Sen-, es importante anotar que estas explicaciones axiomáticas se sustentan en una corriente utilitarista que desconoce aspectos descritos por Sen como de agenciamiento personal. Este incluye todo un conjunto de posibili- dades para ampliar un campo de estudios que tome en cuenta la denominada neu- roeconomia, los aportes de la economía experimental y de la economía del com- portamiento de Tversky y Kahneman ( , p. 32).

El pensamiento de Herbert Simon en la primera mitad del siglo XX cimentó las ba- ses de lo que se conoce como economía del comportamiento. Esta área de conocimiento de las ciencias económicas es relativamente nueva. Sus principales aportes se relacionan con el descubrimiento de los heurísticos y sesgos cognitivos, y la capacidad limitada de acceso y procesamiento de la información (Kahneman, 2017; ).

A pesar de que no acompañen sus decla- raciones con una elaboración epistemoló- gica adecuada que fundamente su postu- ra, se ha mostrado en los hechos mismos que el reemplazo de supuestos contro- vertidos por otros más “realistas” (donde dicho realismo se entiende en términos de correspondencia con patrones de con- ducta avalados empíricamente por la psi- cología conductista) explica una serie de anomalías no solucionadas dentro de la ortodoxia económica (Ivarola, 2014, p. 10).

Teniendo en cuenta los avances en materia de concepción de la racionalidad del agente económico, la economía del compor- tamiento ha generado un debate en torno a las condiciones en las que se desarrolla la toma de decisiones bajo riesgo e incerti- dumbre. La aplicación de políticas públicas con enfoque conductual se encuentra en auge, mientras que a nivel mundial se han incrementado las unidades de intervención conductual, tanto en empresas privadas, instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales.No obstante, la economía del compor- tamiento ha recibido críticas.La posibilidad de construir modelos en los que los agentes maximizan su utilidad es importante para todos ellos, no porque esto nos dice algo acerca de la racionalidad de dichos agentes, sino porque permite describir y predecir de manera precisa su comportamiento observable. En el uso que hacen de ella, podría decirse que la maximi- zación está menos ligada a la racionalidad que a la capacidad explicativa y predictiva del modelo (Márquez, 2017, p. 67).

Al analizar esta idea se refuerza el cri- terio acerca de la necesidad de generar mo- delos que permitan comprender el comporta- miento del agente económico en las distintas etapas del proceso productivo y de consumo. La racionalidad se encuentra ligada a la toma de decisiones, pero no debe ser exaltada como la panacea en el estudio del comporta- miento del agente económico. También resul- ta imprescindible comprender la manera en que se estructura y funciona esta racionali- dad imperfecta, pero vinculada a los elemen- tos externos e internos de los sujetos.

Siendo consecuentes con los plan- teamientos de la economía conductual, su interés no ha sido modificar el concepto de racionalidad que se manejaba en las cien- cias sociales, y en la economía en particular; sino establecer una limitación en cuanto a su capacidad de acceso y procesamiento de la información. Conceptos como los de ra- cionalidad limitada o acotada no han hecho más que reducir el alcance de la teoría eco- nómica ortodoxa, pero sus aportes no se han enfocado en las implicaciones radicales que necesita el concepto de racionalidad para la economía y las demás ciencias sociales.

La postura de la economía del com- portamiento enfatiza en poner la racionali- dad humana, no como una capacidad inter- na y común a todos los sujetos, sino como una capacidad interactiva, relacionada con el acceso de la tecnología, socialmente condicionada e influenciada por el funciona- miento cerebral. Sin embargo, no ha tomado en consideración la posibilidad del uso de los nuevos recursos tecnológicos como forma de expandir la racionalidad humana. Esta es una realidad con la que, a nuestro parecer, es imprescindible mantener alineado cualquier intento de conceptualizar y poner en prácti- ca a través de los mecanismos económicos la racionalidad humana.

Aportes de las neurociencias a la racionalidad

La racionalidad ha sido analizada desde el contexto de las neurociencias, si bien el im- pacto de estas investigaciones ha perma- necido alejado de las ciencias económicas hasta hace muy poco tiempo. Temas como la mente, la conciencia y la racionalidad se han debatido con frecuencia, y en las inves- tigaciones experimentales de las neurocien- cias se encuentran aportes relevantes sobre el funcionamiento del cerebro y posibilidad de integrarse en nuevas concepciones expli- cativas del comportamiento humano.

Las funciones del cerebro son deter- minantes en la toma de decisiones y en el comportamiento humano. El científico Jose- ph LeDoux ha señalado la existencia de dos vías o circuitos cerebrales a partir de los cua- les se realiza el comportamiento humano. La vía tálamo-amigdalina es una vía rápida que trasmite la información sensorial hasta la amígdala. Es una vía que reconoce las emo- ciones primitivas, sobre todo el miedo. La vía tálamo-cortical es una vía más lenta ya que los estímulos que se captan en los órganos sensoriales pasan a través del tálamo y se di- rigen a la corteza cerebral, donde se elabora una respuesta más compleja ().

Por su parte, Damasio (1994) aborda la importancia de los marcadores somáti- cos en la toma de decisiones. El aporte fun- damental de esta teoría es la existencia de influencia de estímulos corporales en los juicios bajo riesgo e incertidumbre ( ; Bechara, 2004). De manera pre- cisa se reconoce que los marcadores somá- ticos son señales fisiológicas que anteceden las consecuencias de las decisiones ( ).

La teoría del marcador somático (Da- masio, ) plantea que frente a las decisio- nes el ser humano explora los resultados es- perados y las posibilidades de acción, siendo

capaz de percibir una sensación placentera o desagradable. Estos marcadores somáti- cos son adquiridos a través de las vivencias y experiencias de los individuos. El marcador somático antecede a la decisión y se integra a la racionalidad del procesamiento de la in- formación. Si bien el marcador somático no es el causante único y directo de la decisión, contribuye a organizar, jerarquizar y descar- tar opciones de respuestas.Otro aspecto abordado por este autor es la importancia de la relación razonamien- to y emoción. Al profundizar en este aspecto, se ha descubierto la influencia de una sobre otra, sin poder establecer, según estudios científicos (Damasio, 1994, ), relación de causalidad entre ellas. Al respecto se ha considerado que:La señal emocional logra varias tareas im- portantes. De forma patente o encubierta, centra su atención en determinados as- pectos del problema, con lo que aumenta la calidad del razonamiento acerca del mismo. Cuando la señal es manifiesta, produce señales de alarma automáticas en relación con las opciones de acción que probablemente conducirán a resul- tados negativos. Una sensación visceral puede hacer que uno evite tomar una op- ción que, en el pasado, ha tenido conse- cuencias negativas… La señal emocional puede producir asimismo lo contrario de una señal de alarma, e instar al apoyo rá- pido de una determinada opción porque el sistema, en la historia del sistema, se ha asociado a un resultado positivo ( , pp. 143-144).Otra teoría de componente biológico que se manifiesta en relación a la raciona- lidad y el procesamiento de la información es el secuestro de la amígdala, de Daniel Goleman. Esto ocurre cuando la amígdala establece un bloqueo de la parte racional del cerebro, haciendo que se tomen decisio- nes impulsivas y erróneas sobre todo en si- tuaciones de alto riesgo ( ).

Sin embargo, para esta investigación, la concepción de Kahneman, Tversky, Thaler, Sunstain y otros autores sobre la existencia de dos sistemas de funcionamiento del pro- cesamiento de la información en el cerebro es la más utilizada (; ). Según Miller (2021):Uno de los intentos más elaborados de unificación de este conjunto de teorías es el sistema dual desarrollado por Kahne- man, donde propone que el pensamiento y la toma de decisiones humanas puede ser descrito a través de dos sistemas: el “Sistema 1” se encargaría de las decisio- nes rápidas, automáticas y emocionales y el “Sistema 2” de las decisiones lógicas y conscientes. (p. 49)El sistema dual permite establecer las consideraciones epistemológicas acerca de la diversidad del funcionamiento mental en situación de riesgo e incertidumbre. Sus crea- dores han posibilitado el acercamiento entre el funcionamiento del cerebro, a través de circui- tos cerebrales y los heurísticos y sesgos cog- nitivos presentes en la toma de decisiones.El Sistema 1 opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario. El Sistema 2 centra la atención en las activi- dades mentales esforzadas que lo deman- dan, incluidos los cálculos complejos. Las operaciones del Sistema 2 están a menu- do asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse. ( , p. 21)

Existen cuestiones como el sistema dual de razonamiento, afirmado a pies junti- llas por todos los autores clásicos de la Eco- nomía Conductual, que han cumplido una función heurística de simplificar el análisis de la situación real.

Las diferencias de las velocidades de respuesta de los sistemas 1 y 2 se deben a:la falta de control sobre los procesos cog- nitivos. A mayor control sobre el proceso de decisiones, resultados más racionales, pero a la vez, más lento porque participan mayores componentes cognitivos y es- tructuras cerebrales, se busca de mane- ra más exhaustiva información relevante, etc. (Pérez y Rodríguez, 2022a, p. 34).

Siendo consecuente con esta línea de pensamiento, se considera que el sistema dual del procesamiento de la información bajo riesgo e incertidumbre ( ), facilita la comprensión del funciona- miento de los procesos cognitivos, la racio- nalidad y la toma de decisiones. Este acer- camiento al mundo del funcionamiento del cerebro facilita comprender la existencia de fallos y errores en el procesamiento de la in- formación, así como encontrar la respuesta científica dentro de esta teoría dual.

La idea de que la corteza prefrontal ven- tromedial es la responsable del procesamien- to de las decisiones racionales ha sido una constante (Clark et al., 2008; ). Los estados somáticos modulan la retroalimentación en zonas que, de acuerdo a Damasio (1994, ) estarían compro- metidas en la racionalidad, especialmente la vmPFC, la ínsula y la AMG. El nervio vago (dé- cimo nervio craneal) es el responsable de la comunicación nerviosa con los pulmones, el corazón y el estómago, de allí su nombre de nervio neumogástrico. También se involucra en la comunicación aferente para la produc- ción de neurotransmisores como la norepin- efrina, acetilcolina, serotonina y dopamina, todos ellos involucrados en el estado anímico y en la cognición de alto nivel para la toma de decisiones, es decir, la racionalidad.

La corteza prefrontal, especialmen-te las áreas ventromedial y orbifrontal, de- ben tener un papel relevante en la toma de decisiones; lo mismo que el sistema límbi- co, AMG, hipocampo y tronco del encéfalo (Phillips y LeDoux, 1992). Para el destacado neurocientífico Antonio Damasio, las condi- ciones emocionales siempre estarán mediatizando la expresión de la racionalidad hu- mana ().

Los avances en las neurociencias im- pactan, inexorablemente, la concepción de la racionalidad del agente económico. La influencia del conocimiento de las neuro- ciencias hacia una nueva concepción de la racionalidad humana, posibilita profundizar en los determinantes de la racionalidad hu- mana y su funcionamiento. Compartir este conocimiento hace que la visión del agente económico se vuelva compleja y se aprecie que la norma es la variación en el funciona- miento cerebral y en el razonamiento, aso- ciado a la estructura y funciones de las zo- nas cerebrales.

En el funcionamiento de las neuronas se ha descubierto el principio de “una para muchos”, que sostiene que una neurona puede contribuir a más de un resultado ( ). El impacto de la neurociencia en la vida práctica ha modificado la manera de ver la influencia del funcionamiento del ce- rebro en los distintos ámbitos de actuación de los seres humanos. Para analizar la racio- nalidad en relación los juicios bajo riesgo e incertidumbre hay que abordar su relación con el funcionamiento cerebral, los neuro- trasmisores, hormonas y otras estructuras del sistema nervioso de los seres humanos.

La concepción de la mente extendida

La concepción de la mente extendida se encuentra en auge dentro del conocimien- to relacionado con la racionalidad. Su cri- terio fundamental es considerar como par- te de las habilidades cognitivas el empleo de recursos externos al sujeto. “Si, cuando abordamos una tarea, una parte del mundo funciona como un proceso que, si se hicie- ra dentro de nuestra cabeza, no dudaríamos que es parte del proceso cognitivo, entonces esa parte del mundo es parte del proceso cognitivo” (Clark & Chalmers, 1998, p. 8).

Al anterior argumento se le conoce como “principio de paridad”. Según este, cuando se cumple una tarea cognitiva en donde interviene un objeto externo, que si es- tuviera dentro de los límites de la piel no du- daríamos de su carácter cognitivo, entonces dicho proceso en su totalidad, incluyendo el objeto externo, deber ser entendido como un proceso cognitivo. Es decir, esas entidades del mundo que cumplen una función dentro de dicho proceso deben ser comprendidas como parte de la mente.

“Defendemos un tipo muy distinto de externismo: un externismo activo, basado en el papel activo del entorno en la ejecu- ción de los procesos cognitivos” ( , p. 61). Para estos autores los vehículos de la cognición son extracra- neales, no solo se encuentran en el cerebro (Peres, 2015). La teoría de la mente extendi- da se ha considerado como el máximo refe- rente del funcionalismo.

Para los autores que defienden la teo- ría de la mente extendida todo recurso exter- no al sujeto, pero que se acople a sus proce- sos cognitivos y le permita lograr resultados en las actividades que se propone debe ser considerado como parte del sistema cogni- tivo (Peres, 2015; Toro, 2018). Por tanto, los elementos tecnológicos pueden aportar a la racionalidad en la medida que faciliten la toma de decisiones y se ajusten a la expe- riencia cognitiva del sujeto. Lo significativo es la paridad funcional a la hora de obtener el resultado frente a una tarea.

Según García (2009) las etapas del tra- tamiento de la racionalidad son las siguientes:

4. Racionalidad cerebral: solo importa lo que ocurre en el cerebro (énfasis en el cerebro)

5. Racionalidad neuronal: la manera en que se capta la información importa (énfasis cerebro-cuerpo)

6.Racionalidad no neuronal, comple- mentaria o compleja: externalismo de la conciencia (énfasis cerebro-cuerpo- entorno). Algunas herramientas ex- ternas al cerebro y la mente humana pueden ser sustitutivas de procesos cerebrales, por tanto, extienden la ca- pacidad de la racionalidad de captar, procesar, y actuar.

Desde la teoría de la mente extendida se realizan, según nuestro criterio, aportes muy importantes para la fundamentación de la racionalidad del agente económico. El de- sarrollo tecnológico ha creado herramientas que facilitan la captación y procesamiento de la información y permiten complementan las funciones propias del cerebro. Los argu- mentos de la teoría de la mente extendida permiten explicar por qué las personas en condiciones de pobreza presentan mayores dificultades en sus decisiones como agen- tes económicos: las capacidades que ofre- cen las tecnologías como parte de su pro- cesamiento cognitivo no se encuentran al alcance (Kuorikoski y Lehtinen, 2009)

Consideraciones finales

El recorrido por el amplio y vasto campo de conocimiento de la racionalidad del agente económico ha permitido reconocer la nece- sidad de transformar la manera que se con- cibe a este supuesto dentro de la economía. Es transcendental señalar que la economía cumple una función social dentro de la organización de la sociedad, la mejora de las con- diciones de vida y la gestión del conocimiento. Los criterios de la economía clási-ca y neoclásica no son suficientes y care- cen de viabilidad si se pretende explicar el comportamiento del agente económico. La racionalidad ilimitada, como supuesto de la economía clásica, es un modelo explica- tivo cerrado, reduccionista y esencialista ,por eso aparecen los fenómenos conocidos como “cisnes negros”. Estos fenómenos no son más que fallas explicativas del modelo óptimo de funcionamiento establecido.

La propia economía del comporta- miento avanza un paso por detrás de los constantes avances en la concepción de los procesos cognitivos que intervienen en el procesamiento de la información. La racionalidad limitada o acotada es un modelo explicativo dualista, que genera la apertura al reconocimiento de fallos como procesos defectuosos. Sin embargo, no se accede de manera inmediata a la relación con aspectos de investigación más avanzado en materia de neurociencias, inteligencia emocional, etc., lo cual resulta insuficiente para explicar la racionalidad en los momentos actuales que vive la humanidad. Por lo tanto, con esta investigación se pretende “cruzar el Rubi- cón”, hacia un enfoque de la racionalidad del agente económico más realista, a tono con el avance de la ciencia en el siglo XXI.

En el tratamiento de la racionalidad desde la economía del comportamiento existe un aislamiento teorético por parte de los autores clásicos, tratando de estudiar la racionalidad en el estado aislado. Esta es una limitación fundamental en sus aportes: el interés sobre los fallos de la racionalidad es tan marcado que ha sido imposible avan- zar en los aspectos que realmente pudieran ser de interés social; la integración de la ra- cionalidad a la mejora de las condiciones de vida de la sociedad.

La decisión, la elección o el comportamiento del agente económico se puede calificar de racional cuando existen un cono- cimiento total de las opciones y sus resulta- dos. Por lo tanto, no basta con ser maximizador para ser considerado como racional. La racionalidad significa que las acciones de los agentes sean consecuentes entre ellas y con alguna meta (Sen, 1994). Es importante la significación que adquiere abrir el concepto de racionalidad a los avances interdiscipli- narios mostrados con anterioridad.

Como ha planteado Morin (1993, p. 67) “La inteligencia parcelada destruye en em- brión toda posibilidad de comprensión y re- flexión. Incapaz de enfocar el contexto y el complejo planetario, la inteligencia ciega se vuelve inconsciente e irresponsable. Se ha vuelto mortífera”. Esta realidad convida a in- tegrar saberes en función del bienestar indi- vidual y social, sobre todo al enfocarnos en la capacidad humana de tomar decisiones de manera acertada, empleando sus poten- cialidades internas y externas.

Este intento de contribuir a la compren- sión de la racionalidad del agente económico parte de rechazar la propuesta de eliminar o minimizar a la racionalidad del debate econó- mico. La ausencia de racionalidad también es vista como la quiebra entre el pensamiento y la acción (Damasio, 1994; García, 2009), como ha sido reconocida en la teoría de la disonancia cognitiva (Festinger, 1975). Por lo tanto, negar la existencia de la racionalidad en el agente económico es un error con impli- caciones teóricas y prácticas en las ciencias sociales, y la economía en particular.

Es una falacia considerar como único determinante de la racionalidad del agente económico al funcionamiento del cerebro. En la actualidad, es posible alejarse de las posiciones biologicistas, sobre todo por los avances de las tecnologías de la informá- tica y las comunicaciones, así como de la inteligencia artificial. En la práctica cotidia- na, es posible encontrar que la racionalidad vuelve al ser humano lento en un mundo donde la inmediatez y el condicionamiento se encuentra a la orden del día; se requieren atajos, brechas, guías, experiencias, vivencias para agilizar las decisiones y hacer fluir la vida. También que se emplean recursos tecnológicos para facilitar el procesamiento de la información, optimizar los recursos y maximizar los resultados.

En esta propuesta se concibe que la racionalidad es el despliegue al máximo de todas las potencialidades cognitivas para la optimización de los resultados, contando con información suficiente y el autocontrol necesario. Se considera importante resaltar que la noción de racionalidad humana es el intento más objetivo de materializar una idea, previo al comportamiento, es la oportunidad de desprendernos de la explicación puramente biologicista de la conducta.

La racionalidad del agente económi- co debe garantizar el cumplimiento de tres premisas esenciales, maximizar el bienestar, respetar la libertad de elección y cultivar la virtud. Por lo tanto, en la visión más contem- poránea, compleja e interdisciplinaria, la ra- cionalidad engloba el estudio de los procesos que influyen en la decisión y su puesta en práctica. Se debe integrar los avances de las neurociencias, la comprensión de los aportes de las tecnologías de la información y la con- cepción de los heurísticos y sesgos cogniti- vos propuesto por la economía conductual.

La nueva explicación no se sostie- ne por la anulación de factores, sino por la complementariedad de capacidades, no por generar más ceteris paribus (que es lo que garantiza capacidad de predicción y expli- cación científica en Economía) sino por la presencia de nuevas condiciones, como es el caso de la tecnología. No es lo mismo mi- nimizar o eliminar todos los demás factores, que generar condiciones para la aparición. Ciertas condiciones tienen que cumplirse para que se obtenga un resultado.

Los nuevos argumentos permiten di- mensionar de otra manera la racionalidad humana y su papel en las decisiones que toma el agente económico. No es tomar la decisión de ahorrar porque piensas más en tu futuro y quedarte con el dinero en el bol- sillo, sino la manifestación corporal de pagar por un producto o servicio y no por otro, el empleo de tecnología complementaria que facilite el acceso y análisis de la información. Las implicaciones de estas contribu- ciones pueden influir tanto en la macroeco- nomía como en la microeconomía. Estos aportes a la concepción de la racionalidad del agente económico son importantes para el diseño y aplicación de políticas públicas y el funcionamiento de los gobiernos conduc- tuales; en los estudios sobre el bienestar hu- mano y su calidad de vida; en el diseño de mecanismos económicos como el mercado, y para la comprensión y explicación de los fenómenos económicos.

Financiamiento

Esta investigación no recibió una subvención específica de ninguna agencia de financia- ción en los sectores público, comercial o sin fines de lucro.

Declaración de Conflicto de Intereses

Los autores declaran no tener potenciales conflictos de interés con respecto a la investigación, autoría y/o publicación de este artículo.

Declaración de Aprobación Ética o Consentimiento Informado

Los autores declaran que todas las ideas ex- presadas en este artículo que pertenecen a otros autores han sido correctamente citadas.

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Recibido: 08 de Marzo de 2024; Aprobado: 05 de Junio de 2024

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