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Ñawi: arte diseño comunicación

versión On-line ISSN 2588-0934versión impresa ISSN 2528-7966

Ñawi vol.3 no.2 Guayaquil jul./dic. 2019

https://doi.org/10.37785/nw.v3n2.a1 

Artículos originales

Monográfico: De una éstesis de la memoria. Territorios y geopolíticas.

Adrián Cangi1 

Alejandra González2 

1Universidad Nacional de Avellaneda / Universidad de Buenos Aires

2Universidad Nacional de Avellaneda / Universidad de Buenos Aires


La estética es una disciplina filosófica nacida en el siglo XIX en el seno del idealismo alemán. Ciencia que pretende establecer un canon donde se postulan los parámetros de belleza y un repertorio de obras maestras como patrimonio de la humanidad. Fuera de ellos, quedan las artesanías, los folklores, los regionalismos más o menos exóticos. Al contrario, la éstesis requiere de la memoria de los pueblos en sus peculiares matrices, perceptivas amalgamadas en la materia sensible de sus sabores, perfumes, texturas. Figuras de las tierras en las que crecieron antes de que fueran territorializadas. Por eso hay una estética y multiplicidad de éstesis, siempre en despliegue, siempre memoriosas y diversas. La estética corresponde a un espíritu que se pretende absoluto, las éstesis se pierden en la enorme ontología de cuerpos posibles y existentes. Una tiende a la unicidad del régimen imperial que impone una lengua, una historia única y una etnia superior. Las éstesis pretenden descolonizar los sentidos de un cuerpo enmudecido. Recuperar los perceptos y las sensibilidades plurales de las lenguas derroca hegemonías gramaticales y sentidos omnipotentes. Por eso enfocamos los textos que siguen en las éstesis que interrogan sus frutos, sus tejidos, sus cielos, sus sexualidades, sus géneros, en territorios que no se dejan acordonar por las fronteras impuestas por las divisiones políticas imperiales. Para considerar esa aesthesis, nos ubicaremos en una perspectiva descolonial. No haciendo una historia de esa noción sino intentado reflexionar descolonialmente sobre diversos problemas. Pensaremos la relación de los originarios con la Tierra y su peculiar modo de habitarla. Formas de comunidad ni blancas ni republicanas, enraizadas en la especificidad de un entorno que se continúa en todos los cuerpos, sin separar animales, de humanos, vegetales o minerales, y que los aúna en un continuum donde fracasa la división naturaleza/ cultura. La modernidad capitalista separará a esas comunidades de sus tierras por medio del brazo ejecutor de los Imperios coloniales y lo prolongará a través de lo que Quijano llama colonialidad del poder por medio de sus estados subordinados al sistema mundo. La herida colonial produce sin cesar pobres sin Tierra, seres sin mundo que deambulan en territorios expulsivos donde la deuda hace ontología (Adrián Cangi). ¿Qué significa hacer territorio, diferencia jurídica y política, sino someterse a la mirada del Gran Cartógrafo, el Dios regulador de las fronteras? Mientras los imperios cartografían los territorios conquistados, según la perspectiva de Carl Schmitt, se disuelven esas tierras heterogéneas y múltiples, se olvidan sus mitos y topografías, se homogenizan las distancias y se vuelve a Abya Yala y todos sus habitantes en recursos naturales o mano de obra para el capitalismo triunfante. El moderno sistema mundo inventa América según lo piensa el fundador del pensamiento descolonial, el peruano Aníbal Quijano en sus conversaciones con I. Wallerstein. Todavía somos prisioneros de esa invención (Alejandra González).

Bárbara Aguer plantea como ese sistema mundo moderno/colonial inventó no sólo a América sino taxonomías que le permitieron racializar y generizar los cuerpos de modo de incluirlos o excluirlos de la territorialización y del proyecto capitalista. Así destruyeron las ontologías de lo común y las formas de existencia propias de los feminismos Abya Yala. El intento es el de re-existir estésicamente desde praxis descoloniales y expresiones críticas de un feminismo ni blanco ni liberal.

Luego continuamos con un ejercicio de reflexión descolonial situado. Karina Bidaseca plantea el concepto de “fronteras abiertas”, que permite el abordaje de arti(vi)stas descoloniales y comunidades locales, que cuestionan el racismo y el silenciamiento de voces especialmente femeninas. Tomará en particular el caso de la artista cubana Ana Mendieta para dar cuenta de las éstesis feministas que ponen en relieve los territorios de la memoria, en un entramado de textos y acciones performáticas, que no estetizan sino que politizan toda acción, rompiendo así con todas las formas canónicas del arte y del artista.

Una intervención estética descolonial muy puntual es la que plantea Carmen Di Prinzio. Una exposición de arte contemporáneo curada desde un museo de historia regional situado en una pequeña localidad de la Patagonia en Argentina. ¿Es posible desarticular los discursos hegemónicos del museo moderno y su afán civilizador vaciando la institución por medio del ejercicio de una práctica curatorial crítica? ¿Es válida la institucionalización de una obra como artística y los roles de pública y artista tradicionalmente consolidados en los mercados del arte?

Finalmente, Facundo Giuliano hace el desmontaje descolonial de una de las instituciones que consolidan la trasmisión de los valores de la moral y estética estatal: la escuela. Es allí donde se produce la primera clasificación de las corporalidades ya volcadas en los espacios públicos para su observación, examen y corrección. Producción de subjetividades masivas por la internalización de los valores que hacen de los animalitos vivientes, ciudadanos estatales o individuos universales. Modos de despojamiento de cualquier peculiaridad y forma privilegiada de la colonialidad del saber. Eso que se denomina occidentalización y fortalecimiento de la matriz colonial 15 de poder. De ahí la crítica de Giuliano a la razón evaluadora y la estética clasificatoria que debe ser reorientada hacia una descolonización de la scholè.

Descolonizar el pensamiento, en definitiva, no es solo un cambio en el punto de vista. No es solo mirar desde Abya Yala y no desde Europa. Nos arroja en problemas impensados por la filosofía y las humanidades en la Academia y nos abisma directamente en la pregunta: ¿Qué quiere decir enfrentarse con la Tierra?

Adrián Cangi y Alejandra González

Buenos Aires, Julio de 2019

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