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Revista Chakiñan de Ciencias Sociales y Humanidades

versión On-line ISSN 2550-6722

Revista Chakiñan  no.25 Riobamba ene./abr. 2025

https://doi.org/10.37135/chk.002.25.09 

Artículo de Investigación

INDICADORES PARA EL ESTUDIO DE LA IDENTIDAD RACIAL: UNA PROPUESTA DESDE LA REALIDAD SOCIAL CUBANA

INDICATORS FOR THE STUDY OF THE RACIAL IDENTITY: A PROPOSAL FROM THE CUBAN SOCIAL REALITY

1Universidad de Oriente, Facultad de Ciencias Sociales, Santiago de Cuba, Cuba, email: jaguilera@uo.edu.cu

2Universidad de Oriente, Facultad de Ciencias Sociales, Santiago de Cuba, Cuba, email: arletty@uo.edu.cu

3Universidad de Oriente, Departamento de Formación del Profesional (DFP), Santiago de Cuba, Cuba, email: maricelys@uo.edu.cu


RESUMEN

El estudio se centró en el fenómeno de la identidad racial, un tema complejo, polémico, dialéctico, histórico-concreto, sociocultural, multifactorial, subjetivo-objetivo, individual-colectivo, que forma parte de la identidad cultural, independientemente de algunas dudas respecto a su existencia, y que en el contexto cubano actual se relaciona con prácticas culturales racializadas. Su pertinencia radica en que introduce una propuesta de indicadores a través de los que puede investigarse de manera concreta. Su impacto se revela en la precisión de datos que permitirían la evaluación de este tema. La investigación se sustentó en el paradigma mixto, con el objetivo de determinar los indicadores que pueden utilizarse para la investigación del fenómeno de la identidad racial de manera concreta en la sociedad cubana actual. Se partió del diagnóstico de la situación socio-racial en la provincia Santiago de Cuba, a través de la aplicación de técnicas como la encuesta, entrevista, observación y análisis de contenidos. La muestra fue amplia y diversa (17.911 individuos entre 2021-2023), seleccionada a partir de un proceder no probabilístico de tipo intencional. Como resultado, se elaboró una propuesta de indicadores generales y específicos para el estudio de la identidad racial en el contexto cubano actual.

PALABRAS CLAVE: Raza; racismo; problemática racial; identidad racial

ABSTRACT

The present study focused on the racial identity phenomenon, a complex, controversial, dialectical, historical-concrete, sociocultural, multifactorial, subjective-objective, and individual-collective topic. Regardless of whether there are doubts regarding its existence, it is argued that it is part of cultural identity and that, in the current Cuban context, it is related to racialized cultural practices. Its relevance lies in the fact that it introduces a proposal of indicators through which it can be investigated concretely. Its impact is revealed in the precision of data that would allow the evaluation of this topic. This investigation has not been based on a single scientific paradigm; however, the dialectical-materialist paradigm served as the primary reference for diagnosing the socio-racial situation in Santiago de Cuba Province. The qualitative-quantitative (mixed) method has characterized this study by applying techniques such as surveys, interviews, observation, and content analysis. The sample has been significant (17,911 individuals between 2021 and 2023), selected using a non-probabilistic, intentional procedure. The objective pursued has been to determine the indicators that can be used to investigate the phenomenon of racial identity in a concrete way in current Cuban society.

KEYWORDS: Race; racism; racial issues; racial identity

INTRODUCCIÓN

El estudio del fenómeno de la identidad racial debe partir de reconocer que es un término compuesto por dos conceptos: identidad y raza. El primero ha sido uno de los más desarrollados en la historia del pensamiento científico universal. Filósofos de la talla de Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel y Marx aportan numerosas ideas al respecto y aunque discrepan en algunas cuestiones, como su alcance práctico, coinciden en que posee una dimensión subjetivo-objetiva que deriva en un análisis epistemológico problemático del tema, pues el sistema de relaciones que se establece como consecuencia de la actividad humana puede ser confuso por la significación socio-histórica de la totalidad, en tanto el ser en sí mismo es uno y diverso, unidad y diferencia, razón y realidad, continuidad, contradicción y ruptura.

El tema de la identidad en la actualidad es investigado por numerosos especialistas. Según Chacón (2021) es una realidad que posee particularidades, entre ellas su acotación a la esencialidad humana, determinándose las distintas identidades que pueden existir al respecto. Afirma que varios autores abordan el fenómeno, desde la lógica de la identidad personal, identidad colectiva, identidad cultural e identidad nacional. Hace referencia a Castells (1997), Cruz (2002), De la Torre (2002), Fernández y Fernández (2012), Infante (2014) y Manzano (2012; 2015), quienes desde diferentes perspectivas teóricas otorgan a la personalidad la capacidad de autoidentificación y colocar fuera de sí, una imagen o idea aproximada de las cosas, pues se actualiza, no es rígida o estática. Así, la particularidad o singularidad se expresa en la diversidad, mientras que la distinción se sustenta a partir de semejanzas y diferencias.

Referirse a la temática racial implica reconocer que es contradictoria, compleja y polémica, sobre todo en el contexto cubano actual debido a las numerosas opiniones que genera, algunas de ellas opuestas. La controversia principal radica en la existencia o no de razas humanas, una polémica enunciada desde la primera mitad del siglo XX, pero aún vigente. No existe unanimidad al respecto, ni coincidencia de criterios. Todo ello desencadena un clima en el que lejos de prevalecer cada vez más certezas, se patentizan incertidumbres y preocupaciones.

El presente estudio parte del supuesto de la existencia incuestionable de razas humanas (Aguilera & Dalés, 2022; Manzano, 2015; Martínez, 2012) y del racismo como una derivación. Usualmente se confunden e igualan sus significados, lo que constituye un error. El primer término hace alusión solo a diferencias morfofisiológicas sin que estas impliquen separación o excusión, superioridad o inferioridad. El segundo, a la justificación de que unos individuos son mejores que otros, sirviendo como fundamento ideológico de movimientos sociales extremistas como el fascismo, que se planteó el exterminio en masa a partir de una concepción racial equivocada. Así surge el racismo como una deformación y consecuencia de la ignorancia.

El fenómeno raza (humana) no posee fundamentos biológicos, sino culturales. Esta tesis pudiera ser cuestionable, porque no solo expresa diferencias físicas, sino también fisiológicas y genéticas, aunque sean insignificantes (Marcheco, 2013). La connotación social negativa que posee el mismo, es introducida por el racismo y todas sus derivaciones, lo que ha traído consigo su negación, crítica o antítesis.

No obstante, tiene plena vigencia pues se usa desde el punto de vista científico (antropología cultural, ciencia forense, filosofía, sociología, estadística, entre otras) y en las relaciones sociales cotidianas. No puede negarse su utilización. Al respecto, se han construido mitos o errores que causan confusión (Aguilera & Dalés, 2022).

Plantearse el estudio de las razas humanas en Cuba implica reconocer su alcance. Estas expresan más de lo que usualmente se proponen algunos investigadores, “

la raza es igual al color de la piel

” (Dalés, 2009, p. 34), cuestión asumida así por la importancia otorgada por la población a los matices de colores del tejido epitelial, sobre todo al blanco y negro. Su origen se encuentra en la colonización, esclavitud y racismo anti-negros que prevalecieron en la sociedad cubana entre los siglos XVI y XIX. El color de la piel se convirtió en un marcador por excelencia de la clase y la posición sociales (Arandia, 2017).

El sometimiento esclavo en la época colonial introdujo que las personas blancas tuvieran privilegios que no tenían desde la concepción de las relaciones de poder los individuos negros (también los mulatos, pardos o morenos). El racismo adquirió esta connotación coloreada a partir de considerarse a los blancos peninsulares o criollos superiores, e inferiores a los no blancos, en especial, los negros.

No obstante, en Cuba el término razas humanas implica más que el color de la piel y el racismo anti-negro, otras variables o características morfofisiológicas son igualmente significativas como los rasgos faciales, el tipo de cabello, la anatomía corporal o estructura osteomuscular, la condición genética y funcionamiento orgánico (Aguilera & Dalés, 2022).

Por otro lado, el concepto de problemática racial implica un poco más que el racismo, pues también se expresan manifestaciones de discriminación, desigualdad y prejuicios raciales, males sociales concretos a contrarrestar, lo que evidencia la existencia de reduccionismos al respecto, imprescindibles de atender teóricamente.

En la década de los años noventa del siglo XX se agudizaron las contradicciones sociales y la crisis económica, y emergieron problemáticas sociales heredadas de épocas anteriores con un carácter histórico cultural, como el racismo (Aguilera, 2020). “

La transformación positiva de la cultura cubana a partir del triunfo revolucionario en 1959 no impidió que permaneciera este fenómeno, indeseado por su significación social negativa

” (Aguilera & Dalés, 2022, p. 9).

Atendiendo a ello, comienza a otorgársele mayor importancia al tema racial. Por su complejidad y naturaleza multifactorial, se han desarrollado estudios multidisciplinarios que, aunque insuficientes, sirven como antecedente teórico básico: Arandia (2017); Bobes (1996); Chacón (2021); Dalés (2009); Feraudy (2015); Guanche (1997; 2020); Manzano (2015); Morales (2015); Pimentel (2018) y Zurbano (2006; 2015).

Estos autores han contribuido a incrementar el conocimiento respecto al fenómeno racial en general, y particularmente en Cuba. En sus trabajos puede encontrarse el tratamiento teórico-práctico a temáticas como las relaciones raciales, el racismo como expresión de una ideología de clase, los estereotipos y prejuicios raciales, el mestizaje, la relación cultura-raza, entre otras (Aguilera & Dalés, 2022).

Sus estudios también revelan el desarrollo del tema de la identidad racial, categoría central de esta indagación. Si bien puede encontrase la definición de este concepto y su caracterización como fenómeno de la realidad (Chacón, 2021; Manzano, 2015; Pimentel, 2018), en relación con los indicadores que concretamente pueden utilizarse para medirlo o evaluarlo, aún deben precisarse algunas ideas.

METODOLOGÍA

La investigación que dio origen al presente artículo se sustentó en el paradigma mixto con un enfoque desde la Investigación-Acción-Participación (IAP), y tipo de estudio predominantemente descriptivo y explicativo (Hernández-Sampieri & Mendoza, 2018) centrado en el fenómeno racial como totalidad y la identidad racial en particular, con sus características. Asimismo, se relacionó con el racismo, la discriminación racial, los prejuicios raciales, los estereotipos raciales y los mitos o errores más comunes en esta dirección.

Se ejecutó en el contexto específico de la provincia Santiago de Cuba, con énfasis en su municipio cabecera, durante un periodo de tres años, con su respectiva planificación estratégica, desde 2021 hasta 2023, en tres fases o etapas:

  • la primera, en 2021, donde se confeccionaron la amplia mayoría de las técnicas e instrumentos metodológicos y se aplicó el diagnóstico inicial;

  • la segunda en 2022, de confirmación y actualización de datos, donde se amplió el estudio a entidades laborales del territorio y

  • la tercera en 2023, de consolidación, donde se reafirmaron consideraciones que se precisan más adelante.

En el estudio y como parte de la concepción de IAP, colaboraron directamente 44 expertos de diferentes áreas del conocimiento (Filosofía (11), Historia (3), Sociología (4), Psicología (3), Cibernética (1), Arte (1), Lingüística (3), Pedagogía (13), Antropología (2), Cultura (3)), los que trabajaron en dúo o equipo, así como 75 estudiantes de Ciencias Sociales de las universidades de Oriente (UO) y Central “Marta Abreu” de Las Villas (UCLV) y esta colaboración generó como producción científica siete ponencias para eventos científicos, diecisiete trabajos de curso, diez tesis de diploma o licenciatura, cuatro de maestría (Educación) y dos doctorales (Filosofía, relacionadas con el tema aunque no de forma explícita).

Mediante la técnica del análisis de contenido se realizó un estudio analítico de textos (libros, ensayos, discursos, tesis doctorales, artículos científicos, publicaciones periódicas, documentos, etc.); también se analizaron expresiones verbales (insultos, loas, descripciones, explicaciones, insinuaciones, órdenes o indicaciones, frases populares y coloquiales) y comportamientos.

Se tuvo en cuenta, además, las teorías sobre identidad, cultura, raza y etnicidad, considerando algunas propuestas de indicadores, donde resultaron fundamentales los trabajos de Jesús Guanche: La cuestión racial en Cuba actual: algunas consideraciones (1997) y Componentes étnicos de la nación cubana (2020).

Para la recolección de datos se utilizaron encuestas, guías de entrevistas individual y grupal, estructurada y semiestructurada, observación estructurada y análisis de contenidos (textos, expresiones verbales y comportamientos); concebidos primero, con un carácter diferenciador, teniendo en cuenta las particularidades de los distintos contextos, sujetos estudiados e intereses investigativos de los especialistas; segundo, que fueran idóneos según los fines perseguidos, lo que fue confirmado por medio de la calidad de la información recibida, la disposición a colaborar de los investigados y la destreza en la recopilación de datos.

La encuesta fue el instrumento metodológico principal, sus ítems estuvieron entre 38 y 45, donde se precisaron datos generales, así como aspectos vinculados al conocimiento de la temática racial, el racismo, la discriminación y la identidad raciales en específico, precisando su contenido en relación con el color de la piel, si se estaba conforme con este y si había algunas prácticas socioculturales asociadas al mismo. Adicionalmente, se consideraron las características de los sujetos que serían encuestados, de su área de desenvolvimiento y las actividades principales que realizaban.

Las guías de entrevista, tanto individuales como grupales y las guías de observación estructuradas también fueron ajustadas a las singularidades de los sujetos del estudio. Algunos indicadores particulares que se consideraron fueron:

  • Cantidad de sujetos negros maltratados, marginados, excluidos, etc.;

  • Cantidad de sujetos blancos privilegiados, beneficiados y alabados, etc.;

  • Cantidad de sujetos que se relacionan de manera estrecha (teniendo en cuenta la variable color de la piel);

  • Frecuencia con que se utilizan frases consideradas racistas en el hablar cotidiano;

  • Respuestas ante agresiones racistas;

  • Consecuencias derivadas de la escenificación de comportamientos racistas: separación del puesto laboral por dos años, reorientado a otras labores de menor remuneración salarial.

  • Medidas adoptadas ante manifestaciones notorias de racismo:

  • Prácticas y acciones más reiteradas (considerando el color de la piel).

En relación con la selección de la muestra, se concibió un muestreo no probabilístico intencional, siguiendo los criterios siguientes:

  • diferencias y libertad investigativas.

  • heterogeneidad de la muestra (sujetos) del estudio.

  • las circunstancias y particularidades del contexto.

  • representatividad de todos los grupos de individuos según el color de la piel. En este proceso se utilizó la clasificación más consensuada para estudios sociales, blancos (B), negros (N) y mestizos (M).

  • variabilidad o diversidad de características como el sexo, edad, nivel de escolaridad, ocupación, entre otras.

  • la densidad poblacional por municipios y distritos, de ahí que las principales acciones se concentraran en el municipio Santiago de Cuba y el Distrito número uno, José Martí Pérez.

Los sujetos estudiados entre 2021 y 2023 fueron 17.911, de ellos 12.423 de sexo femenino y 5.488 masculino; en relación con el total 2.240/B, 4.476/N y 11.195/M. Algunos datos que se muestran en las Tabla 1, Tabla 2, Tabla 3 y Tabla 4, evidencian la composición socio-racial de la población investigada:

Tabla 1: Composición socio-racial según algunas ocupaciones y sectores laborales 

Tabla 2:  Composición socio-racial de sectores sociales 

Tabla 3:  Composición socio-racial en relación con las tendencias religiosas más representativas 

Tabla 4:  Composición socio-racial de artistas objeto de investigación 

Los sujetos investigados manifestaron su disposición voluntaria a colaborar y consintieron en que se utilizara la información con fines científicos, por lo que sus datos de identidad aparecen solo en documentos relacionados con su aceptación de las condiciones de la investigación y han sido preservados debidamente, en cumplimiento de los principios de confidencialidad y derecho al anonimato, característicos de la Ética de la investigación en Ciencias Sociales.

En los casos en que se presentaron controversias o contradicciones entre los individuos estudiados y los investigadores en relación con los criterios de autopercepción racial e identificación con los respectivos grupos raciales, manifestándose algunas discrepancias o distorsiones muy evidentes, se realizaron las aclaraciones y sugerencias pertinentes. Las personas que aun así mantuvieron su postura, se aceptó su autoevaluación adicionándosele el criterio experto, lo que condujo a un examen crítico del proceso. No obstante, esta no fue la norma sino la excepción.

Respecto a los creyentes, se visitaron los templos católicos más emblemáticos de la ciudad, La Catedral, ubicado a un costado del Parque Central Carlos Manuel de Céspedes y El Cobre, situado en el poblado periférico homónimo. En ambos escenarios se procedió con cautela y respeto.

A los seguidores de las religiones afrodescendientes (Santería, Regla Ocha y Palo Monte) y evangélicas (Pentecostales y Bautistas), se les aplicó adicionalmente la entrevista estructurada grupal. En cuanto a los artistas, se les aplicó las técnicas de la encuesta y la entrevista estructurada individual por la muestra ser pequeña.

Los ítems relacionados con la especialidad artística también fueron ajustados previamente. Para los músicos se consideraron los géneros musicales, la preferencia por tocar algunos instrumentos, características de las composiciones, la vestimenta y los escenarios de las presentaciones públicas, desde una perspectiva de análisis socio-racial.

En cuanto a la danza, se tuvo en cuenta la clasificación de Folclórica, Clásica, Contemporánea y Popular, así como particularidades físicas, los movimientos y la aplicación de las técnicas de baile. Con los creadores de audiovisuales, la perspectiva se centró en su posición y conocimiento del tema, así como en la posibilidad de su tratamiento en la obra de arte.

A los actores de teatro se les consultó sobre los estilos, géneros, obras teatrales, puestas en escena, prácticas habituales y tendencias socio-raciales en ese campo, prestándole especial significación a declaraciones realizadas por la destacada intelectual santiaguera y directora de la Compañía Macubá, Fátima de la Caridad Patterson Paterson, Premio Nacional de Teatro en 2017. La misma ha planteado en diversas entrevistas sentirse orgullosa de ser una mujer negra, representante de una manifestación artística que trata la temática racial, sobre todo el racimo como una realidad histórico-cultural deformada.

Se intervino además en comunidades de los cuatro distritos administrativos en los que está dividido el municipio Santiago de Cuba, a saber: José Martí, 26 de Julio, Antonio Maceo y Abel Santa María, con 2.383 habitantes, de ellos 1.549 de sexo femenino y 834 masculino; con 548 blancos, negros 382 y 1.453 mestizos. Mujeres y hombres, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores, personas comprendidas entre cuatro y 78 años fueron objeto de este estudio. Con ellos se aplicaron las mismas técnicas antes referidas, ajustadas a las características de la población. Se realizaron un total de 77 acciones de intercambio (9 tipos de encuesta, 37 entrevistas grupales, 3 entrenamientos, 13 capacitaciones, 15 talleres de sensibilización).

Como parte de la comunidad, el ámbito educacional fue un importante escenario del estudio, la muestra incluyó: docentes (3.187/B=784, N=351, M=1.983), no docentes (1.351/B=114, N=305, M=932) y estudiantes (5.118/B=1.331, N=358, M=3.429), interviniendo en diferentes niveles del sistema educativo (Primera infancia, Primaria, Secundaria, Preuniversitario, Técnico-profesional, Conducta, Pedagógico, Militar y Universitario), cuyas instituciones se relacionan en la Tabla 5.

Tabla 5: Distribución de los centros educacionales según el nivel de enseñanza donde se realizaron los estudios 

Además, para garantizar la representatividad de los diferentes tipos y niveles de educación, se incluyeron en el estudio:

  • Tres escuelas de conducta, Renato Guitar Rosell, Osvaldo Socarras Larrondo y Antonio Maceo Grajales.

  • Una escuela pedagógica, José Tey (Vista Alegre).

  • Una escuela de enseñanza técnico-profesional, Renato Guitar Rosell (Nuevo Vista Alegre).

  • Dos escuelas de enseñanza militar, Camilo Cienfuegos y Superior del MININT Hermanos Marañón.

  • La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas.

  • La Universidad de Oriente fue sin dudas, el escenario principal del estudio, donde se consultó como elemento adicional a cinco expertos de la temática racial.

El criterio de selección de los centros educacionales obedeció a que existiera una representatividad de los distintos niveles de enseñanza y se sustentó en seis principios básicos:

  • Cantidad suficiente para escoger;

  • Equilibrio o equidad;

  • Matrícula estudiantil,

  • Total de trabajadores,

  • Cantidad de docentes,

  • Reconocimiento, alto impacto y significación de la escuela para la comunidad.

Otros aspectos importantes que también se consideraron fueron: la niñez; juventud; nivel de conocimiento; tratamiento pedagógico de la temática racial; la existencia de estrategias, programas y sistemas educativos donde se haga alusión a algún contenido racial; prácticas racializadas en el medio educacional.

En el caso de los niños menores de siete años se les preguntó los colores, se empleó la técnica de la observación participante y juegos de relaciones. Con los otros sujetos del estudio se utilizaron algunos ítems anteriormente señalados: ¿cuál es su color de la piel?; ¿está conforme con su color de piel?; ¿si tuviera la posibilidad de tener un color de piel distinto cuál fuera?; ¿de qué color de piel prefieres que sean tus amigos?; etc.

Se intercambió, además, con nueve importantes directivos de la provincia: la Gobernadora; la Coordinadora Provincial de Cultura, Deporte y Educación; la Rectora, Vicerrectora de Extensión Universitaria y Directora del Departamento de Formación del Profesional de la Universidad de Oriente; la directora y subdirectora del Centro Cultural Africano Fernando Ortiz y los Presidentes de las comisiones provinciales José Antonio Aponte de las provincias de Santiago de Cuba y Villa Clara.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

El análisis de contenido se concentró en los textos que se presentan en la Tabla 6 y como resultado, se corroboró que estudiar el fenómeno de la identidad racial requiere reconocer su relación con la identidad y la raza, en tanto son términos que se complementan en la realidad social, para conformar una perspectiva distinta de un acontecimiento que para algunos es un mito, mientras que para otros constituye algo tangible, lo que hace posible considerar indicadores para su estudio, pues solo se puede medir lo existente.

Tabla 6: Obras consideradas referente obligatorio en los estudios raciales cubanos 

Por otra parte, con relación al término de identidad racial, se constató que es necesario apuntar que como el de raza es cuestionada su existencia y entre las causas de este fenómeno, se encuentran las diferentes perspectivas científicas y marcos teóricos de partida para abordar este fenómeno (Espín et al., 1998), también el carácter opinático del tema.

Este hecho parte de la realidad incuestionable que significa la existencia de razas en los seres humanos: fenómeno sociocultural y forma de diferenciación humana sustentada en la significación social otorgada a las características morfofisiológicas distintivas de los individuos, grupos, colectivos y la sociedad en general, sobre todo al color de la piel, sin que estas particularidades impliquen la superioridad o inferioridad, ventaja o desventaja, capacidad o incapacidad por motivo racial.

Implica, además, la posesión de cualidades naturales y culturales específicas, por lo tanto, distintivas de un individuo, pero también de varios, pues son visiblemente compartidas. Según Manzano (2015) muchas de ellas son heredadas, se nace con ellas se quiera o no, por lo tanto “no son elegibles por el sujeto” (p. 20); pues poseen la cualidad de ser permanentes y no puede renunciarse a ellas. También se legan de una generación a otra por a través de la educación.

Estas características definen, identifican, agrupan y diferencian a los individuos. De la afirmación anterior, se deriva el criterio de que la raza, además de ser un fenómeno sociocultural heredado y trasmitido por generaciones, constituye un elemento de identificación humana. Como se ha planteado con anterioridad, en el caso cubano, desde el punto de vista de la identidad racial, el color de la piel constituye la variable analítica fundamental, aunque también son importantes otras, entre ellas el mestizaje.

En Cuba la tipología o clasificación racial más utilizada emplea tres denominaciones: negros, blancos y mestizos (mulatos), que independientemente de la inconsistencia que representa la variable color de la piel en los estudios raciales (Marcheco, 2013; 2015; Jablonski, 2018), continúa siendo el catalizador principal de los mismos.

Por este motivo, no resulta conveniente emplear el término de identidad étnica para aludir a procesos de identificación según el color de la piel, pues se refiere a pequeños o medianos grupos de individuos que comparten más que caracteres físicos, una cultura específica diferente a las más tradicionales y generalizadas, en algunos casos, excluyente, por lo que constituyen minorías sociales que deben ser reivindicadas. Al respecto, existe un pronunciamiento claro de Guanche (1997; 2020).

No obstante, la teoría sobre la identidad étnica es clave para entender la identidad racial como fenómeno, pues ha sido más desarrollada. Autores como Aboud (1987); Atkinson et al. (1989); Bernal y Knight (1993); Casas y Pytluk (1995); Cross (1978); Helms (1995); Isajiw (1990); Smith (1991) y Sodowsky et al. (1995) utilizan algunos indicadores para su estudio, entre ellos:

  1. 1. Más conciencia de la identidad en una sociedad plural.

  2. 2. Conciencia de identidad elevada a partir de diferentes grados de poder.

  3. 3. Interrelación grupo-individuo.

  4. 4. Los cambios psicológicos y sociales no son independientes de las características individuales o de la relevancia de la relación con el grupo.

Por su parte, Chacón (2021) aporta otros: autoconciencia y autoaceptación de la condición racial; conciencia y aceptación de la condición racial ajena; incidencia de prejuicios, estereotipos y mitos raciales en la vida cotidiana; realización de prácticas culturales racializadas; conductas antidiscriminatorias raciales; tradiciones, hábitos y costumbres asociadas con la condición racial. Es un punto de vista valioso, no obstante, parece oportuno conformar otra propuesta, teniendo en cuenta que no se documentó su viabilidad y pertinencia.

Manzano (2012; 2015), afirma que la identidad racial es un hecho social real, de existencia incuestionable y se establece a partir de un elemento objetivo, el color de la piel. Agrega que presupone su asunción sin prejuicios respecto a las características que desde la tradición han sido asignadas a los grupos raciales, como valores, con el propósito de legitimar las diferencias objetivamente existentes entre unos y otros.

Incluye, así también, la relación cada vez más cercana entre la identidad potencial y la desplegada; la capacidad de insertarse, asumiendo niveles y capas como planos identitarios de manera armónica; el sentido del ser, entendido como la capacidad de reconocerse a sí mismo sin eufemismos que tiendan al blanqueamiento como ideal alcanzado o aspirado; la significación social positiva de las características identificadas como valores para los diferentes grupos que permita desarrollar el sentido de pertenencia, mismidad o de ser.

La misma autora precisa que la construcción de la identidad racial se efectúa a partir de la dialéctica entre lo subjetivo y objetivo (proceso de interacción contradictorio). Entre los elementos objetivos distingue aquellos no elegibles por el sujeto como el color de la piel, la textura del cabello y los rasgos faciales. Como elementos subjetivos sitúa a la autoimagen, a la percepción del otro y al sentido de pertenencia al grupo.

Este movimiento dialéctico permite la conformación de una identidad, que cuando adquiere rango de valor, alcanza una significación social positiva, por lo tanto, no incluye signos de desvalorización. Se manifiesta en el universo reflexivo de los sujetos racializados. También plantea que esta se encuentra vinculada a la asimilación de símbolos, patrones culturales, códigos, imaginarios, ideales, proyecciones de lo que se quiere ser, a partir de los que se es. Posee un componente autovalorativo y una visión desde el otro (Manzano, 2016).

A manera de síntesis, la identidad racial es el proceso de autoidentificación e identificación consciente de las características morfofisiológicas propias y las ajenas como parte de una sociedad plural o diversa, sobre todo teniendo en cuenta la significación sociocultural del color de la piel.

No se concibe como una realidad absolutamente positiva, también incorpora aspectos de cualidad negativa, pues se entiende que, si una persona es racista, igual posee una identidad racial, se evalúa y examina a los otros sobre esa base, por lo tanto, este tipo de ideología no imposibilita la capacidad de poseer una identidad racial personal y colectiva. Como han apuntado algunos de los autores referidos con anterioridad, es un fenómeno real, psicosocial o subjetivo-objetivo, dialéctico, progresivo, contradictorio, complejo y cultural.

Tiene que ver con lo que se es objetivamente desde el punto de vista racial, con lo que las personas creen que son, se ajuste o no al patrón socio-racial predominante, pero también, con lo que los demás piensan que se es. Siguiendo esta última idea, debe precisarse que, sobre la base del acuerdo, consenso, coincidencia y generalización social, se proyecta un tipo de identidad de alta significación que impone rasgos, características, semejanzas y diferencias.

La colectividad plantea su perspectiva del fenómeno racial, sea correcta o no, se ajuste o no a la realidad, de ahí que como construcción sociocultural concreta incluya factores subjetivos como el componente simbólico de la generalidad. Por lo tanto, se expresa una dialéctica entre lo interno y externo, lo individual y colectivo, productora de un contenido identitario racializado. Lo que el sujeto entiende que es, se encuentra condicionado en gran medida por lo que los demás individuos consideran que es, asimismo sucede en relación con los grupos raciales.

En síntesis, la identidad racial se vincula con:

  1. 1. Cómo se ven las personas a sí mismas y estas a su vez, a los grupos, colectivos y la sociedad en general,

  2. 2. Cómo se conciben los grupos a sí mismos con sus particularidades, luego a los individuos singulares que los componen, colectivos y la generalidad social,

  3. 3. Cómo se enfoca la sociedad racializada a sí misma, y esta, a los grupos, colectivos y al sujeto en su individualidad.

En este sentido, se puede hacer referencia a que existen niveles (alto, medio y bajo), jerarquías (rangos, voces autorizadas, prioridades), reglas (normativas, dictámenes, ordenanzas), intereses que modelan el sentido de esta forma de identificación humana. Estos aspectos se encuentran en la dinámica de la vida cotidiana, visibles algunas veces de manera clara, otras más solapada.

ALGUNOS CRITERIOS RELACIONADOS CON LA IDENTIDAD RACIAL DE LOS CUBANOS. DOS PERSPECTIVAS TEÓRICAS

Un primer enfoque sobre la identidad racial de los cubanos apunta al mestizaje, la integración o mezcla racial y la desestructuración del criterio de la existencia de grupos étnicos (razas), lo que, según Guanche (1997; 2020) constituye un elemento característico esencial de la cultura cubana. El segundo, obedece a la diversidad racial en grupos específicos clasificados según la variable color de la piel, sin que ello implique la segregación o separación entre seres humanos.

Fernando Ortiz no desarrolló el tema de la identidad racial de forma explícita, no obstante, sus trabajos pueden considerarse como antecedente teórico importante. Una aproximación a su concepción debe tener en cuenta el tratamiento que realiza de la categoría raza (Ortiz, 1946). Algunos de los puntos coincidentes en sus definiciones del término residen en:

  1. El sujeto es capaz de reconocerse a sí mismo como ser igual y diferente, al mismo tiempo que desarrolla su conciencia de sí, también lo hace en relación con los demás.

  2. Se promueven valores, ideas o principios de interés común como afirmación positiva de su significación y se menosprecian sus opuestos.

  3. Representa un sistema de tradiciones, hábitos, costumbres, normativas y pautas que como regularidad conforman su contenido.

  4. Reúne un conjunto de riquezas espirituales y materiales.

  5. Desarrollo del sentido correcto de la racialidad individual y colectiva.

  6. Defensa del antirracismo como valor moral esencial.

Ortiz se refiere al mestizaje como un factor fundamental que refleja la identidad racial y cultural cubana, un componente fenotípico entendido como autóctono y resultante también del proceso de transculturación en Cuba. El mismo adquiere gran trascendencia en su contexto por cuanto constituye un referente indispensable para el desmontaje del mito de la existencia de razas puras superiores e inferiores, y, por ende, de la discriminación racial.

En sus estudios va más allá de las características físicas, porque se enfocaba en reconstruir un prototipo cultural auténtico como identificador de lo cubano (concepción de lo cubano), trascendiendo el marco racial particular para arribar a una posición integradora e inclusiva en su mirada sobre la identidad racial y cultural de su nación.

Guanche (1997; 2020) refirma estos criterios de Fernando Ortiz, al cuestionar la pertinencia del término identidad racial por la inconsistencia de la variable color de la piel. Entiende que es más coherente referirse al concepto identidad étnica. En ese sentido, desarrolla varios estudios respecto a los grupos étnicos originarios y su acoplamiento cultural en la isla.

Asegura que Cuba es un pueblo uniétnico y multirracial, en tanto construcción cultural diversa, lo que queda confirmado a partir de la segunda mitad del siglo XIX al disminuir drásticamente la introducción de mano de obra esclava negra africana, la inmigración externa de distintas regiones y la generación de población autóctona, es decir, el criollo. De esta manera se crea una base social de corte nacional con características biológicas y culturales propias, distintivas y diferenciadoras de las de otros países o regiones, marcada por la mezcla o fusión racial, donde el mestizaje no solo se visualiza como color de piel (cobrizo, carmelita, marrón, ni negro, ni blanco, pardo, moreno, mulato, jabao, trigueño, indio, etc.), sino, además, como un fenómeno y proceso sociocultural complejo, con una significación identitaria.

INFORMACIÓN OBTENIDA POR LA INTERACCIÓN CON PERSONAS

Producto de la aplicación de las entrevistas tanto individuales como grupales y las guías de observación, se obtuvo la siguiente información de interés en los indicadores particulares considerados

Cantidad de sujetos negros maltratados, marginados, excluidos.

En el proceso de observación no fueron visualizadas prácticas discriminatorias. En las entrevistas individuales y grupales realizadas una mujer negra de 36 años, afirmó con contundencia haber sido víctima de racismo. Esta procedió a realizar la denuncia ante la autoridad competente y el doctor fue sancionado administrativamente. Dos mujeres negras, de 56 y 63 años, respectivamente, y un hombre de 59 años, sostuvieron haber sido testigos y víctimas de manifestaciones de discriminación racial, no obstante, no aportaron los argumentos necesarios para su confirmación, hecho que quedó en especulación. Una niña de 14 años expresó haber recibido burlas por ser blanca.

Cantidad de sujetos blancos privilegiados, beneficiados y alabados.

En el proceso de observación no se apreciaron prácticas discriminatorias y en la aplicación de los restantes instrumentos aplicados tampoco fue evidente este hecho.

Cantidad de personas que se relacionan de manera estrecha (teniendo en cuenta la variable color de la piel).

En el proceso de observación se apreció fluidez y naturalidad en las relaciones familiares, laborales y escolares, ningún indicio de discriminación racial. No así en las de pareja o sentimentales, pues la tendencia mayoritaria fue que el 91 % de las personas se juntaba con otras de su misma condición racial. En las encuestas se patentizó que los individuos no tienen preferencias por algún tipo de color, así también en las entrevistas realizadas, lo que resulta contradictorio según el planteamiento anterior.

Frecuencia con que se utilizan frases consideradas racistas en el hablar cotidiano.

Se registraron un total de 36 frases racistas, todas espontáneas: “Esa blanca está de madre”; “Y eso que es negro; “El negro siempre la hace”; “Fíjate, si hubo un robo, búscalo fue un negro”; “Que nalgas tiene esa negra”; “Negro tenía que ser”; etc. El dato es desconocido, no obstante, el 83 % de las personas estudiadas indicó que son frecuentes en el lenguaje popular.

Respuestas ante agresiones racistas.

Solo fue patente una denuncia formal y agresión directa, aunque no procesada por los órganos de justicia competentes.

Consecuencias derivadas de la escenificación de comportamientos racistas.

Se constató la aplicación de una medida disciplinaria a una persona con este tipo de comportamiento, consistente en separación del puesto laboral por dos años, reorientado a otras labores de menor remuneración salarial.

Medidas adoptadas ante manifestaciones notorias de racismo.

Las censuras, protestas o llamados de atención fueron las más seleccionadas, con un 79 % (no se consultó sobre su nivel de efectividad).

Prácticas y acciones más reiteradas (considerando el color de la piel).

Entre ellas se mencionaron: las fiestas populares como el Carnaval Santiaguero con la conga tradicional (sonoridad y bailes típicos, con un tempo marcado que incita al movimiento) (87 %); la danza folclórica (93 %); el teatro gestual o expresivo (65 %); la música jazzística (72 %); los deportes de boxeo y atletismo (95 %), como actividades de negros. Mientras que, de blancos, las fiestas elitistas (77 %); la danza clásica (97 %); la música clásica y de cámara (84 %); los deportes de natación, ajedrez y tenis de campo (93 %).

Las técnicas de observación y la entrevista estructurada individual aplicadas a los creyentes en los templos corroboraron la importante participación de extranjeros en las ceremonias, así como la dirección masculina de las misas y la poca representatividad de sujetos negros. Sin embargo, no se apreciaron manifestaciones de racismo o exclusión racial y el 100 % de las personas tenía acceso libre a las instalaciones, bajo preceptos iguales según los roles religiosos desempeñados.

En cuanto a los seguidores de las religiones afrodescendientes, en sentido general, el 100 % de los practicantes evidenciaron una mentalidad antirracista, defensora de la identidad africana y negritud de la piel; sentirse orgullosos de provenir del Continente Negro y se refirieron a la fraternidad racial, entendida como un fenómeno espiritual que contribuye al mejoramiento humano.

Respecto a los músicos, la variabilidad de las respuestas no permitió configurar un patrón racial, no obstante, se esquematizó el reggaetón, reparteo y jazzismo como manifestaciones donde predomina la presencia de personas negras. En los dos primeros casos con un lenguaje y expresión chabacanos, alejados de las mejores prácticas éticas. La estridencia y poco uso de los códigos musicales provenientes de una cultura musical escolarizada fueron algunas de las características mencionadas.

Por su parte, en el 73 % de los representantes de la danza se apreció un elevado sentido de la identidad racial, toda vez que el 100 % refirió correctamente su color de piel, así como su sentimiento de orgullo por el mismo. El 100 % de los bailarines manifestó que la actividad danzaria no tiene color alguno, aunque, el 83 % reconoció que se asocia el folclor a la negritud de la piel y lo clásico a su opuesto. El 100 % de los realizadores mencionó la tendencia que ha prevalecido a no utilizar personajes protagónicos negros, lo que no indica que sea impulsado por un pensamiento racista subyacente.

En sentido general, el 100 % manifestó que no había medidas o indicaciones institucionales que evidenciaran prácticas racistas, sino todo lo contrario, el 93 % manifestó que la identidad racial se expresa como proceso y comienza a formarse desde el nacimiento. Se corroboró que las primeras nociones raciales aparecen entre cuatro y cinco años, a partir del conocimiento de los colores y la enseñanza racializada de los padres. Se asienta luego con el proceso de maduración de la autoconciencia personal, entre los 12 y 18 años, lo que se consolida luego. No obstante, un 0.8 % de individuos adultos mostró inconsistencia y falta de una apreciación racial adecuada. En los adolescentes el índice se comportó en el 1.4 %.

La característica socio-racial más representativa de la población santiaguera es el mestizaje como color de piel, acorde o consistente con la información proporcionada en el Censo de población y viviendas de 2012 (ONEI, 2021) y se reafirmó que las personas estudiadas poseían una consideración positiva desde el punto de vista racial sobre otros individuos con color de piel diferente, o sea, no discriminaban por el color de la piel y en sentido general, poseían una favorable autoapreciación racial, mostrando un alto nivel de identificación con sus características morfofisiológicas específicas.

INDICADORES (IDENTIDAD RACIAL)

El presente estudio no se centró en medir la intensidad de la identidad racial en baja, media o alta de grupos raciales en específico, lo que ha caracterizado a otros al respecto, sino primero, en conocer si podía haber alguna identificación con los rasgos morfofisiológicos; segundo, si se era consciente de ello y finalmente, de qué manera esto se reflejaba en las dinámicas socioculturales cotidianas. A partir de la conformación de estos indicadores como resultado de ciencia concreto, se llevaron a cabo varios diagnósticos (provincia de Santiago de Cuba; Universidad de Oriente), una estrategia socioeducativa y metodología, lo que validó su pertinencia. Se partió de una concepción básica general de los indicadores como puede apreciarse en la Tabla 7.

Tabla 7: Indicadores utilizados como punto de partida para el estudio del fenómeno de la identidad racial en Cuba 

Luego se elaboró una propuesta de indicadores, reflejados en la Tabla 8, mucho más específica e integradora.

Tabla 8: Indicadores para la modelación del estudio 

Como parte de estos indicadores que modelaron el estudio, se seleccionaron interrogantes que tributan de una manera más directa a la concepción sobre la identidad racial individual y grupal de los santiagueros, pero también de los cubanos como parte integrante de ese mosaico cultural que implica la cubanidad. Sobre esta base se realizó un análisis de estos datos generales recabados en el orden teórico, pero sobre todo práctico (fáctico), lo que se puede apreciar en la Tabla 9.

Tabla 9:  Ítems utilizados como punto de partida para el análisis de la identidad racial como fenómeno sociocultural concreto  

Evidentemente, estos datos responden a la realidad de que la mayoría de los sujetos encuestados, entrevistados y con los que se interactuó, fueron mestizos. Por ende, la tendencia de las respuestas se inclinó hacia esa característica socio-racial. Esto se considera un comportamiento normal teniendo en cuenta que el 60.2 % de las personas en la provincia Santiago de Cuba poseen esta condición y en el municipio cabecera el 76.7 %, según información proporcionada en el Censo de población y viviendas de 2012 (ONEI, 2021), último realizado a nivel nacional. Además, muestra la adecuada correspondencia y coherencia de los sujetos con sus características morfofisiológicas, sobre todo con su color de la piel. Esta peculiaridad no implica que se estén cometiendo actos racistas y de discriminación racial contra personas negras o blancas.

Tres principios o axiomas metodológicos guiaron la investigación empírica: primero, conocer si podía haber alguna identificación con los rasgos morfofisiológicos; segundo, si se era consciente de ello y finalmente, de qué manera esto se reflejaba en las dinámicas socioculturales cotidianas. El 98.9 % de las personas se mostró receptivo y sensibilizado con sus características raciales. Ese 1.1 % restante tuvo una incidencia importante de adolescentes, en menor medida de adultos.

No obstante, lo curioso es que la mayoría de los individuos que desearon tener un color de piel distinto, el blanco no fue el escogido (dos casos de adolescentes masculinos, uno de 13 y otro de 14 años, negro y mestizo). En el 100 % de los sujetos su condición racial se reflejaba de manera directa en sus actividades diarias, aunque muchas veces de forma no consciente.

En los sujetos se apreció la convicción popular de que existen prácticas culturales exclusivas de determinados grupos raciales que les identifican, entre ellas se mencionaron: (negros) la conga santiaguera; la danza folclórica; la religiosidad afrodescendiente; el trabajo técnico y de oficio; los deportes de boxeo y atletismo; la música reggaetonera, repartera y jazzística; la economía informal y desempleo; violencia social; vulnerabilidad y exclusión social; (blancos) la dirección política y administrativa; los deportes acuáticos y el ajedrez; la música clásica y de cámara; la danza clásica; la actividad científica; posiciones de privilegio y holgura económica. En este sentido, declarar que, en todas las líneas del estudio, la sobre-representatividad fue de personas mestizas.

CONCLUSIONES

Los indicadores empleados para medir concretamente el fenómeno de la identidad racial son diversos y se derivan de la integración de distintos modelos de investigación; constituyen una guía científico-metodológica que contextualizada puede conducir a la recopilación de información valiosa al respecto. Los más generales son: la identificación racial (autoimagen y visualización del otro), maduración y concientización del fenómeno e identificación raciales en perspectiva (despliegue, desarrollo y expansión de la identidad). Todos ellos, con subindicadores que han permitido una valoración más exacta del tema.

En la sociedad cubana actual el proceso de formación de la identidad racial como construcción sociocultural compleja y contradictoria, incorpora la significación de los rasgos morfofisiológicos humanos, en especial el color de la piel. Aunque la población cubana es mayoritariamente blanca según el Censo de Población y Viviendas de 2012 (ONEI, 2021), el mestizaje es la característica socio-racial que le distingue, así también a los santiagueros como parte integrante de ese conglomerado identitario.

Queda demostrado que la identidad racial comienza a formarse desde el nacimiento. Las primeras nociones aparecen entre cuatro y cinco años y se consolida luego con el proceso de maduración de la autoconciencia personal. El auto-reconocimiento y reconocimiento del otro implica la visualización de la identidad racial como mediadora. Asimismo, no puede desligarse de otros factores importantes como el tipo de cabello, los rasgos faciales y la estructura osteomuscular. También guarda relación con estereotipos, prejuicios, representaciones y percepciones raciales derivadas de prácticas histórico-culturales, acentuadas o no, en las dinámicas de la vida cotidiana.

Las conductas o acciones de las personas se asocian al factor color de la piel. Esta apreciación conlleva la convicción popular de que existen prácticas culturales exclusivas de determinados grupos raciales que les identifican. Es un fenómeno real en tanto como concepción permanece en la mentalidad de las personas y condiciona sus actividades sociales, aunque su fundamento en múltiples ocasiones es erróneo.

La esquematización y simbolización popular, de carácter histórico-cultural, centra la identidad racial en un doble sentido, positivo y negativo. Por un lado, se remarcan los elementos dignos de orgullo que deben ser trasmitidos de generación en generación, por otro, se denigra o subvalora a personas no ajustadas a ese patrón racial. Este elemento incide tanto en la autovaloración como en el proceso valorativo de los otros. En este sentido, el factor racial se convierte en un recurso psicosocial esencial que interviene en la representación de sí mismo y en la de las demás personas, por lo tanto, en la conformación de la identidad racial individual y colectiva

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Recibido: 28 de Abril de 2024; Aprobado: 22 de Septiembre de 2024

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