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Revista Chakiñan de Ciencias Sociales y Humanidades

On-line version ISSN 2550-6722

Revista Chakiñan  n.20 Riobamba May./Aug. 2023

https://doi.org/10.37135/chk.002.20.07 

Artículo de Investigación

TRANSFORMACIONES EN LA ESTRUCTURA AGRARIA DE MISIONES (ARGENTINA): ANÁLISIS EN PERSPECTIVA HISTÓRICA-AMBIENTAL

TRANSFORMATIONS IN THE AGRICULTURAL STRUCTURE OF MISIONES (ARGENTINA): ANALYSIS IN HISTORICAL-ENVIRONMENTAL PERSPECTIVE

1Instituto de Estudios Sociales y Humanos. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Misiones, Argentina, email: lauramabelzang@yahoo.com.ar

2Programa de Postgrado en Antropología Social. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Misiones, Argentina, email. hauggd@hotmail.com


RESUMEN

El presente artículo analiza los cambios y permanencias en la estructura productiva de Misiones (Argentina), a partir de un abordaje interdisciplinario. En esta línea, el análisis del estado del arte favoreció el reconocimiento de etapas constitutivas de la estructura agraria de Misiones vinculadas primero a la actividad extractivista de la yerba mate (segunda mitad del siglo XIX); luego con el proceso colonizador hacia fines de este siglo y primeras décadas del XX. La economía extractiva dio lugar a una economía productiva a partir del desarrollo de actividades agrarias con fuerte centralidad del cultivo de yerba mate. Finalmente, a partir de la década de 1970 es posible identificar la consolidación del sector forestal dentro de los espacios rurales de Misiones. La metodología empleada es cualitativa y descriptiva con análisis de fuentes primarias, secundarias y realización de entrevistas a actores claves en el fenómeno estudiado. Los resultados pusieron en evidencia que, en las últimas décadas, la actividad forestal tuvo un profundo impacto en la estructura agraria de Misiones.

PALABRAS CLAVE: Estructura agraria; yerba mate; actividad forestal; Misiones-Argentina

ABSTRACT

This article analyzes the changes and permanence in the productive structure of Misiones (Argentina), from an interdisciplinary approach. Along these lines, it was possible to recognize the constitutive stages of the agrarian structure of Misiones, linked firstly to the extractivist activity of yerba mate (second half of the 19th century); With the beginning of the colonizing process towards the end of the 19th century and the first decades of the 20th century, the extractive economy gave rise to a productive one based on the development of agrarian activities with a strong centrality in the cultivation of yerba mate. Finally, starting in the 1970s, it is possible to identify the consolidation of the forestry sector within the rural areas of Misiones. The methodology used is qualitative and descriptive with analysis of primary and secondary sources and interviews with key actors in the phenomenon studied. The results showed that in recent decades, forestry activity had a profound impact on the agrarian structure of Misiones.

KEYWORDS: Agricultural structure; yerba mate; forestry activity; Misiones-Argentina

INTRODUCCIÓN

La provincia de Misiones está situada geográficamente al noreste de Argentina y ocupa la mayor parte de sus límites con los países de Brasil y Paraguay. En un contexto fronterizo y alejado de las principales zonas productoras, las actividades agrícolas no contaron con la efectiva intervención estatal para su resguardo.

Dentro del esquema nacional, se conforma como uno de los escenarios más ruralizados: para comienzos del siglo XXI contaba con aproximadamente 30,000 explotaciones agropecuarias de las cuales el 96 % correspondía a pequeños y medianos productores con menos de 200 hectáreas (Chifarelli, 2010) y según los datos del Censo Nacional Agropecuario de 2018, el 26 % de su población tenía como residencia áreas rurales.

La yerba mate ocupó un papel central como producto de renta de Misiones. Esta situación se presentó de distintas formas: a lo largo del siglo XIX y primeras décadas del XX fue a través de la extracción de materia prima y la consolidación de centros obrajeros; en tanto, para comienzos del siglo XX este escenario fue cambiando paulatinamente a partir de la consolidación de la siembra e implantación de yerbales. Desde entonces y hasta la actualidad, la yerba mate aglutina el más extenso mercado laboral agrario en la provincia (Rau, 2012).

Como principal producto de renta dentro de la agricultura misionera, los períodos de crisis que azotaron al sector impactaron profundamente a distintos sectores sociales agrarios y no agrarios. Esta situación, sumada a un abierto fomento de la implantación de árboles forestales a partir de la promulgación de leyes de fomento forestal y la creación del Instituto Nacional Forestal (IFONA) en la década de 1970, propiciaron importantes cambios en la estructura agraria productiva de la provincia que impactaron de manera significativa en la organización del espacio rural y en los sectores sociales en él intervinientes. Por otro lado, las plantaciones forestales demandan una menor inversión de mano de obra a largo plazo, lo que, en un contexto de liberalización del agro, implica un factor clave en el aumento de las superficies explotadas.

En este contexto, el territorio y sus formas de organización adquirieron nuevos significados (Caravaca, 1998); éste se convierte cada vez más en un “

espacio determinado y delimitado por y a partir de relaciones de poder y definido por relaciones sociales

” (p. 47). Los pequeños y medianos productores perdieron protagonismo como agentes dinamizadores del agro y lo ganaron los grandes propietarios que lograron insertarse, mediante el crédito, a las exigencias del mercado internacional.

A partir de la década de 1990, los cambios en la estructura agraria regional se profundizaron aún más en detrimento de los asalariados rurales y pequeños productores -aquellos imposibilitados de capitalizarse y que no pueden asegurar un nivel mínimo de subsistencia del núcleo familiar- que, al ver disminuidos sus fuentes de subsistencia, recurrieron a la venta de las tierras que fueron concentrándose en manos de productores económicamente más rentables o por las empresas dedicadas a las actividades forestales ya instaladas en el territorio.

Dentro de este complejo escenario, el presente artículo pretende identificar los cambios y permanencias en la estructura productiva de Misiones (Argentina), a partir de un abordaje interdisciplinario. En este recorrido, es posible reconocer tres etapas principales dentro de la historia agraria-ambiental misionera: una primera donde vemos un dominio de la actividad extractivista tanto de la yerba en estado silvestre como de árboles maderables de gran porte -entre ellos cedro, peteribí, lapacho e incienso-; una segunda que coincide con el auge del frente colonizador, se caracteriza por el desarrollo de actividades agrarias dentro de las chacras con la yerba mate en un rol clave como principal ingreso de renta de los productores. Finalmente, la tercera etapa está marcada por la consolidación de otro sector fuerte dentro de la economía ligada al espacio rural: la forestación.

METODOLOGÍA

El presente artículo de investigación parte de un abordaje interdisciplinario que conjuga interpretaciones propias de la historia, la antropología y la geografía rural con elementos teóricos y metodológicos que provienen de una perspectiva histórica y relacional. Se pretendió relacionar y comparar someramente la dinámica histórica espacial de las zonas rurales durante las últimas cinco décadas.

Cabe aclarar que, si bien se ha optado por realizar las reducciones anteriormente mencionadas, siempre se ha tenido en cuenta que la estructura agraria misionera, como cualquier sistema abierto, está sujeta a fuerzas que movilizan transformaciones que unidireccionalmente resultan en procesos de diversas naturalezas. Por lo que, únicamente con fines analíticos se aplicará el concepto de estructura planteado por Margiotta & Benencia (1995) quienes entienden esto como a una configuración particular de elementos socioeconómicos y agroecológicos interdependientes, interrelacionados e intercondicionados de determinado sistema agropecuario. Entendida como una forma de ocupación del espacio, la estructura agraria se presenta como una “formación histórica particular” que materializa relaciones de poder entre distintos actores sociales cuyas “lógicas de territorialización” están en permanente disputa (Paz et al., 2015, p. 261).

La metodología empleada es cualitativa y descriptiva. En primer lugar, se basó en la recopilación, interpretación y análisis de bibliografía relacionada con la temática y de fuentes primarias (entrevistas a los actores sociales) y secundarias (informe del GTSR 1972, carta de U. Martin al Gobernador de Misiones J. J. Lanusse; Daumas, 1930, entre otros). En segundo lugar, se realizaron entrevistas a pobladores con el fin de indagar e investigar los cambios suscitados en la estructura agraria de Misiones en general y en el desarrollo socio-económico de Puerto Esperanza en particular. Esto debido a que fue en esa localidad donde se radicó una empresa de fabricación de celulosa y productos derivados de la madera.

El tipo de muestreo fue no probabilístico, del tipo Bola de Nieve y los criterios utilizados para seleccionar a los integrantes de la muestra fueron:

  • Municipio de residencia

  • Barrios periurbanos o rurales de residencia

  • Mayores de 55 años

  • Trabajadores o extrabajadores de la cosecha de yerba mate

  • Trabajadores o extrabajadores de actividades forestares (viveros, fumigación, vigilancia de incendio de pinales).

En correspondencia con la selección, se realizaron entrevistas semi-estructuradas y abiertas a 6 residentes periurbarnos y 10 residentes rurales de la localidad de Puerto Esperanza, quienes se ajustaron a los criterios de selección mencionados para dar cuenta de las transformaciones rurales del espacio y de las trayectorias laborales de los agentes sociales agrarios.

Además, los resultados de las 16 entrevistas aplicadas, se ponderaron con otras 35 similares, realizadas en investigaciones previas que se ajustaban a los siguientes criterios de selección de muestreo:

  • Poseer vinculación con el mercado de trabajo rural yerbatero de la provincia

  • Poseer vinculación con la actividad forestal de la provincia

Los componentes éticos de la investigación en este trabajo están relacionados con la metodología adoptada; puesto que, ambos -aspectos éticos y metodológicos- son consecuencias mutuas: “un determinado punto de vista ético delimita aproximaciones metodológicas, y la elección de un determinado modo de resolver las preguntas de investigación implica una perspectiva ética (Abad, 2016, p. 11).

En este caso, cada aproximación metodológica conllevó una aproximación ética basada sobre todo en la declaración de Helsinki, al respetar el principio de privacidad, confidencialidad y anonimato de los entrevistados, junto al consentimiento informado de los mismos para la realización de este artículo.

Específicamente, se optó por una “ética situada” (Abad, 2016, p. 4), debido a que esta perspectiva ética obligó a las investigadoras a la reflexión contante sobre la responsabilidad ética de su trabajo en el contexto social específico de estudio y con agentes sociales locales. Es decir, la ética situada indujo a diseñar el fondo y la forma más adecuada para transmitir el consentimiento informado de los entrevistados que fue más eficaz y aceptable desde la posición ética científica en ciencias sociales. Resta mencionar que todas las técnicas de recolección de datos fueron constantemente vigiladas y atravesaron controles de fiabilidad y consistencia interna.

El trabajo fue organizado en tres apartados:

  • El primero realiza un recorrido histórico acerca de la actividad yerbatera en Misiones, por ello se parte desde la consolidación del frente extractivo durante el siglo XIX a la configuración de un cultivo colonizador y aglutinante en términos simbólicos, económicos, sociales y políticos durante las primeras décadas del siglo XX.

  • El segundo profundiza en los factores que impulsaron la consolidación de otros productos industriales -tung y té- que vinieron a complementar el papel de la yerba mate como cultivo de renta del agro; luego estudia el fenómeno de crecimiento de la actividad forestal principalmente en la zona norte de la Provincia de Misiones.

  • El último apartado analiza el municipio de Puerto Esperanza como ejemplificador del fenómeno de concentración de tierras, implantaciones forestales y radicación de empresas de capitales extranjeros en el lugar.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

LA YERBA MATE COMO ACTIVIDAD CENTRAL DE MISIONES: DESDE LA CONFIGURACIÓN DEL FRENTE EXTRACTIVO A LA CONSOLIDACIÓN DE UN CULTIVO COLONIZADOR Y SIMBÓLICO

Las actividades vinculadas a la explotación yerbatera son, históricamente, el principal ingreso de renta dentro del agro misionero. La zona productora de yerba mate a nivel mundial se sitúa entre los 18º y 30º de latitud sur y son los países de Brasil, Paraguay y Argentina los únicos productores (Haugg, 2016). En este último, Misiones concentra el 87 % de la producción, mientras que el 13 % restante se produce en el norte de la provincia de Corrientes (véase la Figura 1).

Figura 1: Zonas productoras de la yerba mate 

Cultivada dentro de las misiones jesuíticas, con la decadencia de este sistema y la posterior dispersión de los pueblos guaraníes, la práctica de reproducción de yerba mate fue olvidada. Durante mucho tiempo, los yerbales naturales en existencia en Misiones, Paraguay y Brasil cubrieron las demandas regionales. Sin embargo, las prácticas inadecuadas de poda -en algunos casos en que las plantas de yerba eran muy altas y las tareas de poda eran difíciles, se recurría a la tala- llevaron a un progresivo agotamiento del recurso.

Las preocupaciones por el poblamiento del territorio y por el desarrollo de emprendimientos colonizadores en Misiones ocurrió a partir del proceso federalizador a finales del siglo XIX. En 1881 fue creado el Territorio Nacional de Misiones; Corrientes, que hasta entonces acaparó el control de las tierras misioneras, dispuso una rápida y fraudulenta venta de las mismas previas a la territorialización, para continuar de esa manera ejerciendo el control sobre el territorio y sus recursos.

De este modo, la mayor parte de las tierras pasó a manos privadas quienes explotaron las riquezas más preciadas -yerbales naturales y los recursos maderables de mayor tamaño y más cercano a los puertos de embarque- del suelo misionero sin control alguno. En efecto, esta situación implicó un revés para la yerba mate, pues tal como manifiesta Alfredo Bolsi, durante los años de presencia correntina, el gobierno de la provincia intentó proteger la excesiva explotación de los yerbales naturales misioneros a través de la sanción del Reglamento de Yerbales de 1876; sin embargo, las grandes extensiones de las tierras vendidas después de 1881 conllevaron nuevamente la expoliación del valioso recurso. En efecto, se sostuvo erróneamente que los yerbales “

estaban incluidos en tierras particulares sin sujeción a reglamento alguno

” (Bolsi, 1986, p. 52).

Los desaciertos acerca de la inexactitud de la extensión real de Misiones permitieron la consolidación de colonias fiscales en el centro del territorio. Miguel Ángel Stefañuk señala que esta situación puede ser atribuida al hecho de que, para la confección de la cartografía de la época, “

se basaban en datos de los yerbateros y personas más o menos conocedoras de la región, que apreciaban a ojo las distancias

” (Stefañuk, 1995, p. 98).

De esta manera, entre 1897 -año de la fundación de Apóstoles, primera colonia fiscal en Misiones a partir del arribo de inmigrantes galitzianos (Bartolomé, 2009; Porada, 2015)- y 1919, se evidenció un fuerte impulso colonizador en las tierras estatales misioneras. En la región del Alto Paraná, el proceso colonizador fue más tardío porque estuvo fuertemente condicionado por la conformación de latifundios; no obstante, para comienzos del siglo XX y con mayor intensidad después de 1920, se consolidaron varias colonias surgidas a partir de la intervención de capitales privados, entre las que se destacaron Eldorado (1919), Puerto Rico (1919) y Montecarlo (1920) (Gallero, 2009).

La cantidad de superficie cultivada fue en aumento progresivo desde 1880 debido a diversos factores; por un lado, la política de fomento de la colonización a partir del arribo de inmigrantes impulsada por la Ley 817 de 1876 (Ley Avellaneda) sancionada por el gobierno nacional propició el poblamiento del territorio; por el otro y vinculado a lo anterior, la instalación de población de modo estable y la apertura del monte para realizar plantaciones agrícolas ampliaron la frontera agraria.

De este modo, la superficie productiva que para 1888 alcanzaba el 2,2 % del total, para 1895 se elevaba al 3,8 % y al 5,5 % para 1908. Este valor se mantuvo con escasas variaciones hasta 1920 donde, a la par de cobrar relevancia el proceso colonizador con las intervenciones privadas en el Alto Paraná, se duplicaba la cantidad de la superficie cultivada (GTSR, 1972).

Hacia 1902 se produjo un hecho crucial en la historia de la yerba mate, que impactó en el proceso de repoblamiento y en la economía extractivista: Julio Ulyses Martin junto a Pablo Allain lograron concretar con éxito las primeras plantaciones de yerba mate a partir de la siembra en almácigos. Esto fue fundamental para la transición del capital comercial al industrial.

Entre 1908 y 1909, el alejamiento de Allain de la Martin y Cía. no estuvo exento de conflictividad, pues en ambos casos se atribuían la responsabilidad por lograr la recuperación de la actividad de siembra de yerba mate practicada antaño por los padres jesuitas. En relación con ello, Martin defendió su postura en correspondencia con el exgobernador Juan José Lanusse: “

En 1903, cuando hacia un viaje en el Paraguay… en Nueva Germania, cuyos colonos se dedicaban desde años atrás al cultivo de la yerba… quiero decir que el Señor Allain conocía entonces quizás menos la cuestión de la yerba mate que nosotros…

” (Martin, 2004, p. 54).

Si bien durante las primeras décadas del siglo XX ocupaban un papel destacado los cultivos anuales de subsistencia, a partir de 1920 y hasta 1930 las plantaciones de yerba mate fueron en rápido crecimiento. Debido al valor que este producto comenzó a tener, rápidamente se convirtió en el cultivo poblador por excelencia (Eidt, 1971; Bolsi, 1986; Zang, 2020) que motivó el arribo de inmigrantes de diversos orígenes; en efecto, después de 1920 gran parte de los europeos que venían hacia Misiones lo hacían respondiendo al llamado del Oro Verde.

La yerba mate implantada pronto comenzó a ganarle terreno a la de procedencia natural. Así, el aumento de la extensión con yerbales implantados fue muy evidente: entre 1922 y 1924, por ejemplo, la superficie en hectáreas cultivadas se duplicó, para volver a hacerlo entre 1924 y 1925 (Brodershon et al., 1975). De este modo, de 1000 toneladas de hoja verde cosechadas en 1914, rápidamente aumentaron a 3000 para 1918, 9000 en 1924, 13000 para 1926, 17600 en 1928, 24000 en 1929 y 38500 para 1930. En los años siguientes, el aumento sería inclusive más dramático con 80450 toneladas en 1936 y 106330 un año después (Martin, 2004).

A comienzos de 1920, “la colonización yerbatera dio un formidable empuje a la vida agrícola de Misiones” (Bolsi, 1986, p. 136). La yerba mate -que aparecía para 1918 en el primer lugar dentro del rubro de los cultivos industriales y que se potenciaría en la década siguiente (Fernández, 1934)- fue la actividad predominante entre los productores -aunque no la única pues junto a esta, en las unidades económicas también se realizaban plantaciones anuales como maíz y mandioca principalmente y que además servían de alimento para la cría de animales de granja- y permitió un rápido ascenso social entre los recién llegados posibilitando los recursos necesarios para la contratación de trabajo asalariado.

Este panorama favorable en torno al cultivo yerbatero, sin embargo, se vio truncado para finales de la década de 1920 con un fuerte derrumbe en los precios del producto. Para el 18 de julio de 1927, por ejemplo, Eugenio Lagier se lamentaba con su hijo Claudio -quien se encontraba en Suiza cursando estudios superiores- sobre el curso que estaba tomando la situación yerbatera en Misiones: “

el precio de la yerba bajó mucho” -escribía Lagier- “lo que nos obliga a cuidar nuestro presupuesto

” (Gentiluomo de Lagier como se citó en Gallero, 2008, pp. 118-119).

Para 1930, la mayoría de la producción nacional de yerba mate se concentraba en Misiones (más del 90 %) con más de 8 millones de plantas (De Sagastizábal, 1984). No obstante, el auge yerbatero se vio truncado por el aumento de las importaciones desde Brasil y Paraguay; en efecto, durante las primeras décadas del siglo XX, el éxito de los yerbales de cultivo generó serios inconvenientes con el sector industrial de Brasil por ser estos los “dueños del mercado consumidor argentino, y había sumido en una crisis de precios al sector” (Magán, 2008, p. 3).

Las consecuencias económicas fueron de gran gravedad para Misiones pues cegó su “principal fuente de sustento, por no decir prácticamente la única” (Daumas, 1930:12). Entre los años 1933 y 1938, como consecuencia de la importación de yerba canchada -o yerba seca- desde Brasil, el 40 % del consumo del país pasó a estar abastecido por la yerba de esta procedencia; en tanto, la proveniente de Paraguay durante inicios de la década de 1930 sufrió un fuerte revés debido al dislocamiento del comercio por la intervención del país en el conflicto bélico con Bolivia.

Esta situación conllevó la intervención estatal a partir de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate -CRYM- en 1935; este organismo ejerció control en la cantidad de yerba mate producida en el Territorio Nacional de Misiones. Más allá del control de la oferta y de la demanda de yerba mate, la misión fundamental de la CRYM en este contexto fue, según María Victoria Magán, privilegiar el trato comercial con Brasil que permitió el ingreso de yerba de esa procedencia al mercado nacional por ser uno de los principales compradores de trigo argentino en ese momento (Magán, 2008). De este modo, tal como señaló la Cámara de Comercio Argentino-Brasileña (1928)

el problema así denominado se reduce a una sencilla cuestión de molineros y acaparadores

”.

CONSOLIDACIÓN DE OTROS PRODUCTOS INDUSTRIALES Y CAMINO HACIA LA FORESTACIÓN

Las limitaciones para plantar yerba mate impuestas por la CRYM conllevaron una reorganización de las actividades económicas agrarias en las colonias misioneras. Como cultivos industriales aparecieron para finales de la década de 1930 el tung -las semillas de esta planta eran empleadas para la fabricación de pinturas, lacas, impermeabilizantes y otros productos- y en las décadas siguientes el té (Bolsi, 1986).

La evolución de estos productos industriales tuvo un fuerte impacto en la estructura demográfica de Misiones, pues, como cultivos intensivos, requieren la intervención de mano de obra (para la limpieza de las plantaciones, pero fundamentalmente para levantar las cosechas) que era subsanada principalmente por población itinerante proveniente de países vecinos y correntinos (GTSR, 1972).

Para comienzos de la década de 1950, los cupos que regulaban las nuevas plantaciones de yerbales establecidos por la CRYM fueron progresivamente levantados debido a que las plantaciones realizadas eran ya viejas y comenzaban a decaer. De este modo, en 1952 fueron autorizadas las cosechas de yerba mate sin limitaciones por cupos y en 1953 el impuesto que gravaba las nuevas plantaciones fue eliminado; poco después, fueron otorgados permisos de plantaciones de hasta 5 hectáreas y permitidos los replantes en yerbales ya consolidados.

Pese a la crítica situación que atravesaba el agro misionero para finales de los años 1960, entre 1969 y 1970, Misiones era la principal productora a nivel nacional del 92, 3% de yerba mate, el 97, 9 % de tung y el 91, 9 % de té. Además, era la segunda productora de tabaco a nivel país (GTSR, 1972).

En este crítico escenario, el insuficiente crecimiento de la ocupación industrial de los centros urbanos de Misiones no logró absorber los excedentes de mano de obra rural. Para el caso de la producción de yerba mate, era -y sigue siendo- su existencia como estructura productiva que no permitía formas adecuadas de ocupación a gran parte de su mano de obra, no garantizando para las mismas un grado mínimo de estabilidad ocupacional. Sumado a ello, existían períodos de mayor demanda de mano de obra, en los cuales el gran volumen de obreros requeridos hacía necesario el aporte de peones rurales extranjeros como paraguayos, bolivianos y brasileños (GTSR, 1972).

Toda esta problemática, junto al deterioro de los precios en todo el sector agrícola misionero llevaron a la profundización de la brecha social al interior del agro, a la concentración económica y a la consolidación de una “burguesía agroindustrial que aglutinaba cada vez más verticalmente algunos de los circuitos productivos tradicionales de la economía agraria” (Schvorer, 2011, p. 9), además del aumento de las migraciones del campo hacia los centros urbanos nacionales (principalmente Buenos Aires).

Esta situación no puede ser entendida al margen de las transformaciones socio-económicas ocurridas a escala mundial. El cambio en el modelo de acumulación (Harvey, 2005) fue entonces un proceso complejo que se presentó progresivamente en diferentes países del mundo y que supuso la liberalización de distintos sectores económicos al generar importantes cambios en la organización territorial.

La globalización -desarrollo geográfico desigual en términos de Harvey- comenzó a cobrar de este modo más fuerza; como nueva etapa en la evolución del capitalismo mundial, la función de los territorios en este contexto profundizó el desigual desarrollo económico de los distintos países (Harvey, 2005) y ensanchó la brecha entre países productores de materias primas y países industrializados. De este modo, “

el capitalismo no se desenvuelve sobre una superficie plana y homogénea en cuanto a la distribución de los factores de producción, sino que se extiende sobre un ambiente ampliamente heterogéneo, tanto natural como socialmente

” (Harvey, 1993, p. 30).

En Latinoamérica en general y en Argentina en particular, el mundo rural ha experimentado significativas transformaciones vinculadas a los usos de los espacios rurales (Teubal, 2001; García, 2003); este se convierte cada vez más en un “espacio determinado y delimitado por y a partir de relaciones de poder [y] definido por relaciones sociales” (Lopes de Souza, 1995, pp. 78-79). En Misiones, el proceso de desregulación económica iniciado tras el golpe de estado de 1976 vulneró aún más la situación de los productores y liberó la economía a las reglas del mercado.

En la provincia, con el principal cultivo en crisis y con los demás productos agrarios con escaso valor comercial, una nueva actividad comenzó a cobrar fuerza: la forestación con coníferas principalmente. Según Milton Santos (1996), es posible señalar que esas nuevas realidades “

significan un verdadero redescubrimiento de la Naturaleza o por lo menos una revalorización total, en la cual, cada parte, es decir, cada lugar, recibe un nuevo rol, gana un nuevo valor

” (p. 30).

El reconocimiento de la importancia de la actividad forestal nacional tuvo su primer antecedente con la creación en 1943 de la Dirección Forestal dependiente del Ministerio de Agricultura de la Nación (Mastrángelo et al., 2011). A partir de la ley 13.273 sancionada en septiembre de 1948, contempló en su art. 1º la defensa, mejoramiento y ampliación de los bosques dentro del territorio del país; además de clasificar según sus usos y características a los bosques y regular su explotación, creó la Administración Nacional de Bosques y un fondo destinado al fomento de la forestación.

La creación del IFONA [Instituto Forestal Nacional] como ente autárquico del Estado en 1973 y la sanción de diversas legislaciones tendientes al fomento de la actividad fueron los principales factores de consolidación de este sector. El objetivo del organismo estuvo orientado al logro del abastecimiento de maderas, papel, pasta celulósica y otros derivados de la actividad forestal (por ejemplo, chip o viruta empleado en los últimos años para la cocción de ladrillos macizos y ladrillos cerámicos) a partir del fomento de la implantación de árboles forestales de rápido crecimiento.

Entre 1970 y 1983, en la provincia de Misiones se implantaron más de 50.000 hectáreas de bosques no nativos concentrados a lo largo del Alto Paraná con predominio -véase Figura 2- de los departamentos de Montecarlo, Eldorado e Iguazú (Chifarelli, 2018; Ramírez, 2017).

Fuente: Elaboración a partir de NEA Misiones Forestal: Información técnica

Figura 2: Zonas de concentración de la actividad forestal en Misiones (2010). 

Para 1975, se puso en marcha en Puerto Mineral (municipio de Leoní en el departamento Libertador General San Martín) a partir de tecnología alemana la firma Papel Misionero S.A.I.F.C. Poco después, en 1982 se instaló en el norte de Misiones Alto Paraná S. A. (Departamento de Iguazú) -después del 1 de enero de 2015 cuando pasa a ser ARAUCO Argentina S.A.-. Sin embargo, el primer antecedente empresarial en este rubro fue el de Celulosa Argentina S. A. instalado en la localidad Puerto Piray (Departamento Montecarlo) en 1974.

Estas empresas celulósicas-papeleras orientaron su producción al abastecimiento del mercado interno nacional y a los países fronterizos. Emplazados en áreas fronterizas altamente dinámicas, el escenario adquirió nuevos significados a partir de la globalización económica y conllevó una “reorganización de las funciones entre las diferentes fracciones del territorio” (Santos, 1996, p. 29). En el marco de producir para la demanda internacional requerido por la economía neoliberal, el Estado Nacional jugó un rol destacado pues permitió la ampliación de las superficies plantadas y la extranjerización de los capitales que manejaban los recursos.

En el contexto de la baja de precios de los productos agrarios en Misiones y las medidas tendientes al fomento de las actividades forestales, pueden identificarse transformaciones espaciales relacionadas con modificaciones en las formas más típicas de las explotaciones rurales dedicadas a las actividades productivas primarias; en efecto, muchos productores medianos vieron en la obtención de subsidios para realizar implantación de bosques no nativos un mecanismo de ingreso de dinero que otros cultivos no proporcionaban en ese entonces.

En tanto, para pequeños productores -con unidades económicas menores a las 25 hectáreas- la opción de forestar no pudo ser contemplada debido al ciclo largo de producción que la actividad implicaba: “nosotros que no tenemos muchas hectáreas disponibles, si plantamos pino y debemos esperar entre 15 y 20 años para cosechar… y que hacemos mientras para vivir?” (Diego, pequeño productor agrario residente en Capioví-Misiones, comunicación personal, 15 de marzo de 2018).

En otros casos, los productores destinaban una determinada cantidad de tierras para actividades de subsistencia e implantaban las restantes con coníferas para solicitar el subsidio forestal como “un ingreso de dinero seguro”, no dejar las tierras improductivas y como inversión a futuro -“esos árboles van a ser un día mi jubilación”- (Juan, productor mediano, San Alberto-Misiones, comunicación personal, 26 de abril de 2018). Estos sectores desplazados fueron los más afectados por la “acumulación por desposesión” (Harvey, 2005, p. 100).

El arribo de capitales multinacionales a la región altoparanaense disparó un proceso de concentración de tierras que aglutinó viejos latifundios con chacras medianas dedicadas anteriormente a la actividad agrícola. En un “ajuste espacio-temporal”, Harvey (2005, p. 102) sostiene que este proceso “es una metáfora de las soluciones a las crisis capitalistas a través del aplazamiento temporal y la expansión geográfica”.

Si bien a partir de 1984 la actividad forestal perdió el impulso de los años anteriores -ello implicó la decadencia de la empresa Celulosa Argentina S. A. y-, para 1997 -años en que los primeros efectos de la crisis producida a partir del desmantelamiento de la CRYM comenzaron hacer sentir sus efectos dentro del sector yerbatero- no solo recobraron fuerza sino también tendieron a la creciente verticalización de la producción a partir de la concentración de tierras con fines forestales.

Pese a la eliminación del IFONA a finales de la década de 1990, la sanción de la ley Nº 25.080 en 1999 dio un nuevo impulso a la actividad al otorgar nuevos subsidios a los plantadores, exenciones de impuestos impositivas y otros beneficios. De este modo, en las últimas décadas fueron creciendo la cantidad de hectáreas implantadas y se registró un proceso de concentración de las tierras:

Hablamos de Puerto Libertad, donde el 80% del total de su superficie le pertenece a la multinacional de capitales chilenos ARAUCO. De las 80 mil hectáreas que conforman la totalidad del municipio, 65 mil pertenecen oficialmente a ARAUCO, y se estima que, contabilizando testaferros, la posesión real de la tierra por parte de la multinacional alcanzaría el 90% del pueblo […].

La extranjerización de la tierra por parte de ARAUCO data de un proceso que se inició en la década del noventa y que fue convirtiendo al municipio -y a otros aledaños- en un desierto verde donde el monocultivo de pinos fue arrasando las pequeñas chacras, destruyendo el monte nativo, y expulsando a campesinos y originarios hacia asentamientos urbanos, configurando un presente de fuerte conflictividad social. (Alvez, 2017, pp. 1-2)

PUERTO ESPERANZA: DE LOS TIEMPOS DE LA YERBA A LOS TIEMPOS DEL PINO

Puerto Esperanza es un municipio que se encuentra en el norte de la provincia de Misiones. Su narrativa regional se ubica entre las identificadas como “historia de los pueblos” (Jaquet, 2001, p. 7), donde se relata la epopeya de los colonos que abrieron paso en la selva, guiados por el ideal del progreso. Por ello, solo se citan momentos emblemáticos, plagados de anécdotas, para este caso, de amor y valentía en relación al origen y nombre de la localidad.

En este trabajo la adopción de una historiografía crítica que recalca la existencia de una población multiétnica local (comunidades nativas y paraguayos), que el relato histórico oficial y la historiografía provincialista dejó fuera de la historia (Jaquet, 2001). Es decir, una historiografía misionerista sin historia, que instaló en la academia y en la comunidad misionera en general el mito del ideal de progreso (con un cultivo poblador) sobre un espacio vacío y sus etapas sucesivas a partir de las dos primeras décadas del XX. Por ello, la historia oficial de la localidad inicia con los primeros colonos que talaron los gigantes árboles de la selva para cultivar yerba mate, luego otras familias de comerciantes que se instalaron en la actual localidad.

Mediante el análisis de la bibliografía relacionada con la temática, fuentes hemerográficas y documentos históricos, fue posible identificar 3 etapas:

Tiempos del extractivismo (hasta 1920-30): la selva como enemigo a vencer para integrar Misiones a la Nación (Mastrángelo, 2012).

Tiempos de la yerba (1930-1970): la localidad surgió en base al cultivo de yerba mate. El centro de la localidad se llamó Yerbal Viejo.

Tiempos del pino (1980-actualidad) la actividad forestal comenzó a abrirse paso en la localidad. Esta etapa de acuerdo al sector que se entreviste, también es identificada como tiempos de la política (2010 a la actualidad) debido a los subsidios y derechos sociales que benefician a algunos sectores involucrados como mano de obra obrera en las etapas económicas anteriores.

La mención de estas etapas fue delimitarlas dentro del enfoque de la historia ambiental, que permite conocer las prácticas e ideas con las que una parte de la sociedad interviene la naturaleza (Arnold, 1992). Aquí, la historia de extracción de madera nativa está íntimamente relacionada con la historia de los yerbales, ya sean nativos o bajo cultivo puesto que la idea de progreso estaba asociada con el dominio de la selva y de los indios (Wilde, 2008).

Luego, desde fines de la década de 1970, la reforestación de los yerbales y selva nativa con base en un monocultivo (pino), fue acompañado de la concentración de la renta y la propiedad agraria y la crisis del modelo del colono (Chifarelli, 2018). Esto significa que la explotación de yerba mate a partir de la cual tuvo su origen la localidad, fue desplazada en las últimas décadas en su significado económico y simbólico por la producción maderera en sus diversas versiones. Es un proceso extenso en el tiempo que se remonta a los inicios de la reconversión productiva de la yerba mate por el pino, en los años 1950 y 1960, pero se concentra en la década de 1990.

Actualmente, en Misiones, el patrimonio forestal equivale a 231.000 hectáreas. Puerto Esperanza, concentra el 60 % de las tierras destinadas a plantaciones forestales del total departamental (y el 12 % del total provincial). Esto equivale a casi 30.000 has., es decir, casi la mitad de la superficie total municipal (Arauco Argentina, 2015).

En otros términos, esto evidencia que la economía local se basa fuertemente en la producción de madera y pasta de papel, sumado al dato que la misma emplea de manera directa e indirecta a un elevado porcentaje de la porción poblacional en edad laboral, en los aserraderos, empresas de servicios vinculados a la explotación forestal y la empresa Alto Paraná S. A. (Caporossi, 2009).

Si bien en base a comunicaciones desde la misma empresa se desprende que, actualmente, la planta de pasta celulósica emplea aproximadamente a 300 operarios directos, un número significativamente menor respecto a épocas anteriores a su privatización y tercerización de labores, cuando el eslogan de la empresa era más de 3500 puestos de trabajo directos e indirectos, más infraestructura urbana en el municipio como compensación del impacto ambiental (Arauco Argentina, 2015).

La empresa que concentra el patrimonio forestal mencionado se llamó en sus orígenes Alto Paraná y está ubicada en Puerto Esperanza. Fue creada en 1976 y adquirida en 1996 por el grupo chileno Arauco, el que se convierte en la mayor planta de celulosa de Argentina. Poco a poco fue adquiriendo distintos capitales menores, acaparó así la renta y propiedad agraria en toda la zona norte de la provincia.

En 2015, modificó su nombre original (Alto Paraná) por Arauco Argentina S. A. Es el principal establecimiento industrial en el ámbito local y uno de los más importantes en la provincia. Además de la planta de pasta celulósica cuenta con viveros forestales, aserraderos, planta de manufacturas y fábricas de tableros, más algunos productos químicos.

Ahora bien, son innegables los efectos sociales a partir de la retracción del cultivo tradicional con el avance de las coníferas sobre los bosques nativos y sobre la superficie implantada con yerba mate, donde la expansión productiva y la rentabilidad empresarial coexisten con elevados índices de pobreza, con la destrucción de formas productivas tradicionales que no fueron absorbidas por otros sectores agropecuarios y por los cambios en el acceso, control y uso de la tierra y los recursos naturales, características compartidas por el “agronegocio forestal” (Ramírez & Diez, 2020, p. 181).

El trabajo de campo permite dimensionar que más allá de la expansión productiva y la rentabilidad empresarial, parte de la población local ha visto trastocada su calidad de vida, sobre todo la población infanto-juvenil de los barrios cercanos al río Paraná. Como ejemplo concreto, ya en 1998 en Puerto Esperanza hubo un brote epidémico de leishmaniosis, lo que se tradujo en 205 casos atendidos en el hospital de área del municipio y representó al 98 % del total provincial (Salomón et al., 2001).

Las conclusiones de un grupo de científicos del área de salud del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), refieren como factor principal del brote a la deforestación y forestación con monocultivos, ya que la ubicación del foco de transmisión se encontró en un barrio próximo al río y a zonas deforestadas, lo que en ocasiones excepcionales da lugar a brotes de leishmaniosis periurbanos como en este caso (Salomón et al., 2001). En tanto, algunos médicos locales refirieron que ese brote solo fue “la punta del iceberg” en relación con los problemas de distinta índole que trajo consigo la instalación de la celulosa.

En primer lugar y tal como lo plantean Ramírez & Diez (2020, p. 181): “los colonos son actores que quedan fuera del actual modelo de agricultura empresarial” que no solo no los incorporó y los desplazó, sino que empeoró las estrategias de reproducción de estos y de la población en general, además del daño ambiental y los padecimientos de salud como dermatitis aguda, bronco espasmo, asma, infecciones cutáneas, brotes de dengue, leishmaniosis y demás.

Al respecto, una vecina, menciona que:

antes desde la galería veía el monte, ahora veo pinos, eso provocó que en verano el calor sea insoportable, los mosquitos nos atacan, mi techo de zinc está carcomido, mi hijo tuvo bronco espasmo y mi nieta tiene problemas de la piel. (Estela, comunicación personal, 29 de noviembre de 2021)

La superficie con cultivo de yerba mate confirma lo planteado por Estela: en todo el departamento Iguazú -que incluye a cuatro municipios y donde está ubicada la ciudad de Puerto Esperanza- existen solo 6.655 ha implantadas con yerba mate (INYM, 2022). Es decir, prácticamente dejó de ser una zona productora de yerba mate, puesto que la producción forestal se basa en la gran escala en términos de superficie forestada como en el uso intensivo del capital (Ramírez & Diez, 2020).

En Puerto Esperanza, con base en el trabajo de campo (archivo e in situ), es posible afirmar que la producción forestal reconfiguró las relaciones sociales, económicas, políticas e incluso simbólicas; basta con atender a las perspectivas nativas para conocer que el estatus simbólico de la yerba mate con los agentes involucrados en su producción primaria (tareferos, productores, pioneros) fue desplazado, no solo en cuanto a lo que ella representa sino también en términos territoriales.

Actualmente, existen barrios alejados del núcleo urbano donde reside un gran número de población flotante sin posibilidades de inserción laboral en sus antiguas actividades como tareferos -encargados de la cosecha de yerba mate- que subsisten en precarias viviendas, sobre todo mediante la implementación de distintas políticas sociales como la Asignación Universal por Hijo/a, Pensiones no contributivas ya sean por invalidez o madres de 7 o más hijos/as, y acciones desde los organismos religiosos como comedores, merenderos y distribución de ropas durante las campañas electorales.

Un poblador del lugar afirma que “en ocasiones vierten al río un líquido negro, sumado al olor a huevo podrido, es imposible pescar además de que casi no hay pescados” (Alejandro, comunicación personal, 17 de diciembre 2021). En ese marco, el área alejada del municipio y presentada como rural por distintos funcionarios de gobierno, es la única que permitirá comprender las dinámicas de expansión de la forestoindustria a nivel local.

Estos no aparecen en las estadísticas a no ser en mapas satelitales donde se puede apreciar el avance del monocultivo, pero existen allí modos de vida que han sido profundamente transformados -en conjunto con el impacto ambiental o ecológico de la forestoindustria- con el avance de la concentración de la tierra, la propagación de focos contagiosos de parásitos, mosquitos o bacterias y el modo en que ello define a las ruralidades y agentes rurales o, al menos, el recuerdo que queda de ellas.

CONCLUSIONES

La inserción de los países latinoamericanos en general y de Argentina en particular al proceso capitalista progresivamente globalizado agudizó los fenómenos tendientes a la vulneración de los pequeños productores y asalariados rurales. En la actual provincia argentina de Misiones, una serie de factores a nivel global y regional llevaron a un cambio súbito del paisaje y economía agraria. Si bien los aspectos estructurales y sus dinámicas responden a patrones generalizados, la situación dentro de una compleja trama regional-fronteriza complejizó el fenómeno debido a la vinculación con los países vecinos y la continua movilidad de personas a través de ellos.

En el agro del país, las políticas neoliberales originaron la desregulación de las economías regionales a partir de la supresión de los entes reguladores con la consecuente pérdida de fuentes de trabajo para los sectores más vulnerables y el aumento de las movilidades hacia las zonas urbanas. Misiones no estuvo ajena a esta situación que fue modificando no solo el paisaje agrario y la estructura productiva, sino también las relaciones a su interior y en el devenir histórico las transformaciones se profundizaron y complejizaron.

Con disponibilidad de importantes recursos naturales, a lo largo del siglo XIX el espacio fue objeto de la configuración de un frente extractivista tanto de maderas de ley como de yerbales naturales; luego, para las primeras décadas del siglo XX la actividad de extracción de los recursos cedió paso a la consolidación de yerbales implantados, lo que implicó una gran modificación del paisaje misionero.

Los diversos períodos críticos que atravesó la actividad yerbatera como principal producto de renta de los productores propiciaron la consolidación de otros cultivos como el tung y el té. Sin embargo, para la década de 1970 las explotaciones forestales comenzaron a ganar terreno a partir de la creación del FONID y la sanción de diversas leyes de promoción de la actividad forestal, al mismo tiempo que fueron instalándose en distintos puntos del Alto Paraná emprendimientos industriales para el procesamiento de madera y celulosa. Con altibajos a lo largo de las últimas décadas del siglo XX, para comienzos del siglo XXI la expansión de las superficies implantadas fue de gran importancia.

En relación con esta compleja situación, fue analizado el caso de Puerto Esperanza en el norte de la provincia, donde la metamorfosis del paisaje fue consecuente con el arribo de la empresa Alto Paraná S. A. (más tarde Arauco). El proceso de concentración de tierras en manos de capitales extranjeros, la reorientación de las actividades agrícolas, el trastrocamiento de los modos de vida de la población y el impacto ecológico fueron algunas de las consecuencias de dicho proceso

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Recibido: 19 de Septiembre de 2022; Aprobado: 24 de Febrero de 2023

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