INTRODUCCIÓN
Los ambientes acuáticos de las Tierras Bajas de América del Sur están siendo objeto de renovada atención desde la arqueología. Lejos de ser considerados como áreas culturales marginales de escasa riqueza para los grupos que los habitaron (sensuSteward 1944-1949), nuevos abordajes proponen miradas teóricas y ofrecen datos empíricos que permiten resignificar esos ambientes y las interacciones mantenidas en ellos (ver, por ejemplo, Bonomo y Rubin 2019).
Al interés de investigación por los procesos de antropización de esos paisajes y su expresión en diversas estructuras (montículos, canales, diques, entre muchas otros) (e. g. Bonomo, Politis y Gianotti 2011; Deblasis, Farias & Kneip 2014; Eremites de Oliveira 1995; Erickson 2008; Gianotti 2015; Iriarte et al. 2016; López 2001; Milheira et al. 2016; Rostein y Jaimes 2017; entre muchos otros), en forma reciente se incorporó a la discusión el concepto de domesticación de esos paisajes acuáticos (Prestes et al. 2021).
En Uruguay, el foco de investigación en torno al fenómeno de antropización de los paisajes de tierras bajas ha estado puesto en la manifestación arqueológica cerritos de indios (~5000-250 años 14C AP). Estas construcciones en tierra presentan una amplia dispersión en la región este y noreste del país, así como en el extremo sur de Brasil (e. g. Bracco, Cabrera y López 2000; Bracco, Del Puerto y Inda 2008; Cabrera 2005; Gianotti 2015; Iriarte 2006; Iriarte et al. 2004; López 2001; Milheira & Gianotti 2018; Milheira et al. 2016; Schmitz 1976).
Uno de los temas que ha orientado la investigación en la región este, ámbito de la cuenca de la Laguna Merín, tiene que ver con la subsistencia de los constructores de cerritos, en particular desde los estudios zooarqueológicos. El estudio de la fauna recuperada en excavaciones en el área generó los primeros modelos enfocados en el abordaje de la relación entre los humanos y los animales en la región. Estos modelos proponen que los cérvidos tuvieron un rol estructurador en la economía de estos grupos con amplia especialización en la caza de mamíferos (Moreno 2014, 2016; Pintos 2000).
No obstante, limitaciones metodológicas no permitieron estudiar los restos asociados a los peces y ponderar el rol de estos animales. Estudios recientes realizados sobre conjuntos específicos de peces permiten confirmar la amplia presencia y diversidad de especies en los conjuntos analizados, al tiempo que sugieren un peso relevante de este grupo taxonómico en particular y de los animales acuáticos en general para los grupos indígenas que habitaron la región (Bica 2020). Nuevas preguntas sobre las formas de vida de los grupos encuentran sustento a partir de este momento y requieren de nuevas líneas de evidencia que permitan profundizar en la problemática.
En este artículo de investigación se presenta una revisión de fuentes etnohistóricas que reportan aspectos de la relación entre grupos indígenas y peces a escala de la cuenca del Río de la Plata. Las fuentes etnohistóricas constituyen una línea de evidencia de primer orden que deben ser incorporadas en forma crítica a las investigaciones cuando están disponibles. Este foco en los peces permite discutir el registro arqueológico en un contexto teórico amplio y las posibles relaciones entre humanos y fauna en términos de historia indígena de larga duración.
METODOLOGÍA
La documentación etnohistórica es una línea de evidencia ineludible a la hora de estudiar las relaciones entre grupos indígenas y sus ambientes habitados. Cuando existe documentación disponible, esta puede ser fuente de información y de nuevas inferencias sobre formas de habitar y vivir el territorio, así como dar luz a la interpretación sobre su registro material (Balée 2006). Sin lugar a dudas, las fuentes documentales, sobre todo las generadas por europeos o sus descendientes sobre los pueblos indígenas, cuentan con innumerables sesgos, omisiones e interpretaciones que es preciso considerar en forma crítica (Bracco 2004; López y Bracco 2010).
Las tierras bajas de la Laguna Merín han sido objeto de interés etnohistórico específico desde fines de la década de 1980, momento en el que comenzaron los trabajos de rescate arqueológico en la región (Bracco, Cabrera y López Mazz 2000). Desde entonces, la recopilación de fuentes documentales ha permitido abordar distintas problemáticas que han hecho foco en la dilucidación de los grupos étnicos que habitaron la región, las relaciones interétnicas establecidas entre pueblos originarios y europeos, así como el impacto de la introducción del ganado en los grupos (e. g. Bracco 1998, 2004; Cabrera 1992, 2000, 2007; López y Bracco 2010).
Sin embargo, uno de los aspectos destacados para la cuenca de la Laguna Merín -y para el territorio de Uruguay en su conjunto- tiene que ver con el interés tardío de la corona española por estos territorios recién en el siglo XVIII. Este punto se ve representado en que las primeras fundaciones de pueblos se desarrollan en la tercera década de ese siglo.
Sin lugar a dudas, la falta de interés en el territorio impactó en la generación de documentación temprana sobre la región (sobre este punto ver Bracco 2004 y López y Bracco 2010). La documentación disponible hasta el momento nada dice sobre los cerritos y las personas que los habitaron (López y Bracco 2010), por lo que por el momento no podemos contar con referencias etnohistóricas sobre la pesca para esa región.
A pesar de ello, resulta bien conocida la existencia de diversa documentación temprana (diarios de navegación, memorias, crónicas) sobre grupos étnicos que habitaron regiones próximas, como lo es el Río de la Plata (Acosta y Lara 2010; Bracco 2004) y que pueden brindar insumos para pensar la pesca indígena en las tierras bajas de la Laguna Merín. Es así que a continuación presentamos una recopilación y análisis de referencias documentales (Aróstegui 2001) sobre la pesca indígena en el Río de la Plata entre los siglos XVI y XVIII.
El procedimiento de trabajo implicó recopilar y sistematizar a partir de fuentes éditas las referencias sobre peces y pesca realizadas por los exploradores para el período. Se observaron las referencias a especies, artes de pesca y formas de procesar los animales. Asimismo, se prestó especial atención a las consideraciones sobre los peces como agentes de significados tanto dentro de los grupos indígenas como en su relación con los exploradores europeos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
LA MIRADA DE LOS VIAJEROS DEL SIGLO XVI
Las primeras referencias a la región provienen de navegantes que llegaron a la cuenca del Río de la Plata en la época temprana de la colonización durante el siglo XVI. Tanto la naturaleza de esta documentación como sus objetivos son particulares a cada explorador y no es nuestra intención aquí realizar abordaje heurístico (para ello ver: Bracco 2004 y Pi 1998), sino colocar las referencias a los peces y la pesca indígena en la región como forma de contar con insumos de información que orienten nuestros objetivos de discusión.
La primera referencia al rol de los peces entre los grupos indígenas de la región proviene del Capitán General Diego García, que exploró el Río de la Plata en febrero de 1528. Al final de su Memoria de Navegación (1530), describe los grupos con los que tuvo contacto en el Río de la Plata y el río Paraná. A continuación, retomamos las referencias que realiza sobre el primero de ellos:
La primera generación a la entrada del río a la banda del Norte se llaman los Charruases; éstos comen pescado é cosa de caza, é no tienen otro mantenimiento ninguno, habitan en las islas. Otra generación que se llama los Guaraníes, éstos comen carne humana; tienen é matan mucho pescado é abatíes, é siembran é cogen abatís é calabazas. Hay otra generación andando el río arriva que se llaman los Yanaes, é otros que están cabe ellos, que se llaman los Yanes atembures; estos todos comen abatír é carne é pescado. (Trelles 1879:40)
En este tramo de la Memoria de Diego García se observan varios aspectos de interés. En primer lugar, como ya ha sido señalado, se trata de la primera referencia documental a los Charrúa (Charruases en el documento), (Acosta y Lara 2010; Bracco 2004). Además de referir a la diversidad de grupos presente en la región (hará lo mismo para el río Paraná), García destaca para cada uno qué comen, qué matan. Los peces están presentes en todas las referencias, aunque nada más se dice sobre ellos.
Luis Ramírez, tripulante de la armada de Sebastián Gaboto, escribió una carta a su padre fechada en 10 de julio de 1528, donde realiza una extensa crónica sobre la región, en la que se refiere a la diversidad de grupos indígenas y las bases de su alimentación, donde la pesca está presente:
En la comarca de la dicha fortaleza hay otras naciones las cuales son: carcarais y chanaes y beguas y chanaes-timbus y timbus [que son] de diferentes lenguajes; todos vinieron hablar y ver al señor capitán general. Es gente muy bien dispuesta; tienen todos oradadas las narices, así hombres como mujeres, por tres partes, y las orejas. Los hombres oradan los labios por la parte baja; de estos, los carcarais y timbus siembran abati y calabazas y habas; y todas las otras naciones no siembran y su mantenimiento es carne y pescado. (Maura 2007:51)
El cosmógrafo Alonso de Santa Cruz participó en la misma expedición de Sebastián Gaboto. En su obra titulada Islario general de todas las islas del mundo (de Santa Cruz 1918 1542) apunta varios aspectos de interés sobre los indígenas de la región y sus pesquerías:
(…) dentro del rio de la Plata ay gran numero de yslas grandes y pequeñas todas las mas despobladas por ser baxas y cada año cubrelas el rio en las avenidas que trae auqnue los veranos algunas destas se habitan por causa de las sementeras que en ellas tienen yndios y muchas pesquerías de muy grandes y buenos pescados (…); pescase alrededor dellas muchos y diversos pescados y los mejores que ay en el mundo creo yo provenir de la bondad del agua que es aventajada a todas las que yo he visto; el mas común que se pesca en el de que ay mas quantidad es de uno que llaman quirnibataes que son como savalos en España y mas sanos y de mejor sabor; ay otros piraines que son mucho mas grandes, y bogas y rayas y otras a manera de salmones y otros pequeños de estremado sabor los quales guardan los yndios para el ynvierno sin los salar porque no alcancan /sal sino con abrillos por medio a la larga y poniéndolos al sol hasta que están secos y cuelganlos en unas casas y después al humo donde se tornan a curtir mas y desta manera los tienen de un año para otro, y lo mismo hazen de la carne (…). (de Santa Cruz 1918:549-550)
La crónica de Alonso de Santa Cruz difiere de las anteriores en cuanto a las descripciones realizadas. En ella se utiliza la referencia genérica a indígenas (“yndios”), sin especificar los grupos con los que tuvo contacto y a partir de los cuales realiza sus anotaciones. Por otra parte, apunta la abundancia y diversidad de peces de buen tamaño para la pesca (“quirnibataes”, “piraines” -utilizando términos de alguno de los grupos con los que tuvo contacto y que no especifica en el texto-, además de bogas y rayas, otros semejantes a salmones y otros pequeños) y refiere a la existencia de pesquerías estacionales en épocas de bajante del río.
El término pesquerías puede estar refiriendo a la época del año, así como a la organización para la pesca, dado que la inundación periódica de las islas no permitiría ser el área de ocupación principal de los grupos, de acuerdo a García. Nada se menciona sobre cómo se realiza la pesca. De lo que sí se hace una referencia detallada es del procesamiento de los animales a través de técnicas de secado y ahumado para su conservación.
En 1531, Pero Lope de Souza, explorador de la corona portuguesa, recorrió la costa atlántica, el Río de la Plata y se adentró en el río Paraná. En su diario de navegación (Lope de Souza en Varnhagen 1839) realizó varias referencias de interés sobre los grupos indígenas que habitaban la región y sobre su relación con los peces. La primera referencia de contacto con grupos indígenas de la región del Río de la Plata, próximo al arroyo Cufré (limítrofe entre los departamentos de San José y Colonia) (Politis 2014), se coloca el 25 de noviembre de 1531:
Sendo duas leguas dond'e partira, saíram da terra a mim quatro almadias, com muita gente: como as vi puz-me á corda com o bargantim para esperar por ellas: remavam-se tanto, que parecia que voavam (...) senam com muito prazer abraçando-nos a todos: a fala sua não entendíamos (...) e por se vir a noite nam fui ás suas tendas, que pareciam em hua praia defronte donde estava (...) e eles acenavam que fosse lá, que me dariam muita caça; e quando viram que nam queria ir, mandaram hua almadia por pescado: e foi e veo em tamanha brevidade, que todos ficamos espantados: e deram nos muito pescado: e eu mandei lhes dar muitos cascaveis e cristalinas e contas: ficaram tão contentes e mostravam tamanho prazer, que parecia que queriam saír fóra do seu siso: e assi me despedi delles. (Lope de Souza en Varnhagen 1839:41)
De regreso desde el río Paraná -donde también tuvo un encuentro con un grupo de cuatro hombres y una mujer que, entre otras cosas, le ofrecieron pescado-, el 21 de diciembre la tripulación se encuentra con el mismo grupo con el que tuvo contacto en las costas del Río de la Plata:
(...) e duas leguas do dito rio de San Joao achei a gente, que á ída topára nas tendas (...) vinham com muito prazer a abraçar-nos: (...). Mandei la hum marinheiro a nado, para ver si tinha boa entrada: e veo e disse-me que era muito estreito, e que nam podiamos estar seguros da gente, que era muita (...) Como vi isto me despedi de elles; e lhes dei muita mercaderia; e elles a nós muito pescado (…). (Lope de Souza en Varnhagen 1839:49-50)
El 26 de diciembre, próximo al rio dos Beguoais (río Solís Grande, limítrofe entre los departamentos de Canelones y Maldonado) Politis (2014), relata:
E andando pela terra em busca de lenha para nos aquentarmos fomos dar n'hum campo com muitos páos tanchados e reides, que fazia hum cerco (...), entao vi que eram sepulturas dos que morriam e tudo quanto tinham lhe punham sobre a cova (...) maças de páo, e azagaias de páo tostado, e as reides de pescar e as de caçar veados: todos estavam em contorno da sepultura (...), e quizera mandar abrir as covas; despois houve medo que acudisse gente da terra, que o houvesse por mal. Aqui juntas estariam trinta covas. (Lope de Souza en Varnhagen 1839:54)
El conjunto de los pasajes extraídos del diario de navegación de Lope de Souza resulta de interés por varios motivos. En el caso de los primeros dos textos, el navegante se refiere al encuentro en dos momentos con el mismo grupo. El pescado tiene un rol fundamental en ambos momentos como presente, elemento de intercambio con el grupo. En el último fragmento se describe una situación de encuentro con un cementerio indígena en los límites del estuario del Río de la Plata. De acuerdo con su descripción, las sepulturas contaban con distintos objetos que adjudica a los difuntos, entre ellos redes de pesca. Este punto es de sumo interés porque en él se especifica una tecnología identificada y diferencia de otras redes como las de caza de venado. El texto no proporciona una descripción de estas artes, sin embargo, la referencia llama la atención y conduce a dejar abierta la pregunta sobre los materiales y el tiempo de confección que las constituyen y las diferencian del resto.
Ese mismo día, Lope de Souza incorpora en el texto una descripción de personas de la región que los recibieron y las diferencia del grupo con el que tuvo el contacto anterior. Describe su aspecto físico, adornos corporales y armas, e indica que “Nam comem outra cousa senam carne e pescado” (Lope de Souza en Varnhagen 1839:55) y “Se traziam pescado ou carne davam-no-lo de graça, e se lhe davam algua mercaderia nam folgavam” (Lope de Souza en Varnhagen 1839:55).
Ulrico Schmidel formó parte de la tripulación de la expedición de Pedro de Mendoza y en su relato de viaje refiere que al llegar al Río de la Plata (próximo a San Gabriel, departamento de Colonia) en 1535: “Allí nos encontramos con un pueblo de indios llamados zechurruass que constaba como de unos 2.000 hombres, y que no tenían más que comer que pescado y carne” (Schmidel 2001:146). Ya en Buenos Aires atacan a un pueblo Querandí. Roban pescado, harina y grasa de ese animal, además de utilizar sus redes para pescar (Schmidel 2001:150).
LOS SIGLOS XVII Y XVIII
Durante los siglos XVII y principios del XVIII se suceden una serie de cambios que impactan el territorio del actual Uruguay y a las poblaciones que lo habitan. El primero tiene que ver con la introducción del ganado en la región recién iniciado el siglo XVII (Barrios 2011; Bracco 2004; Cabrera 1992, 1999, 2000; Cabrera & Femenías 1991; López y Bracco 2010). La rápida adopción de vacas y caballos por los grupos indígenas impactó en los grupos de formas que son difíciles de precisar (Bracco 2004; López y Bracco 2010). La reproducción del ganado generó un nuevo interés por el territorio, en particular por la cuenca de la Laguna Merín. Esta región se constituyó en territorio de frontera entre las coronas española y portuguesa, con un importante movimiento interétnico en torno a la explotación del ganado en las denominadas vaquerías (Barrios 2011). En este proceso, la presencia temprana de padres jesuitas y de indígenas misioneros fue muy relevante. En forma más tardía, iniciado el siglo XVIII, comienzan las fundaciones españolas en el territorio, con nuevos impactos en las poblaciones originarias (López y Bracco 2010). Para este período, las referencias documentales a los grupos indígenas continúan siendo escasas, más aún, la referencia a la pesca.
Martín del Barco Centenera, clérigo español, en su poema histórico “Argentina y conquista del Río de la Plata con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y el Estado del Brasil” (1602), refiere a diversos peces en la región y al consumo de pescado por los grupos:
Dorados ay ynormes y crescidos,
Mandis, Rayas, y Pacues amarillos,
Muchos pescados ay desconocidos,
Por tanto determino no escrivillos,
Los Indios naturales mantenidos,
Los mas son de pescado y venadillos,
Los guaranis son solo labradores,
Los mas dados a caça y pescadores.
(del Barco 1912:16).
El cronista Ruiz Díaz de Guzmán, para 1612 refiere a una laguna de mucha “pesquería” en Maldonado:
(…) esta de Maldonado es buen puerto y tiene en tierra firme una laguna de mucha pesquería; corren toda esta isla los indios Charrúas de aquella costa, que es gente muy dispuesta y crecida, la cual no se sustenta de otra cosa sino de caza y pescado. (Díaz de Guzmán 1835:10)
Acarate du Biscay visitó el Río de la Plata en 1658 y en su “Relación de un viaje al Río de la Plata y de allí por tierra al Perú con observaciones sobre los habitantes, sean indios o españoles, las ciudades, el comercio, la fertilidad y las riquezas de esta parte de América” ([1672] 2001) refiere para la región de Santa Fe: “Se alimentan principalmente de carne, ya cruda ya preparada, y particularmente de potrillo, que prefieren a la ternera. Además pescan en abundancia en sus ríos” (du Biscay 2001:s.n.).
Entre las referencias de padres jesuitas al Río de la Plata se encuentra la del Padre Antonio Sepp, quien, en su Relación de viaje a las misiones jesuíticas, para 1691 escribe:
Hay aquí múltiples especies de los más exquisitos peces en abundancia, a pesar de que no he visto aún un solo pez que se asemeje a una de nuestras especies europeas, menos unos pescaditos que tampoco coinciden del todo con sus parientes en el viejo mundo. Yo mismo he pescado numerosos peces sin anzuelo ni nasas. Cualquiera lo hace. Sólo es necesario unir las manos, sumergirlas en el agua y sacarlas otra vez rápidamente. El agua hierve de peces. Y cuando los rayos del sol calientan un poco el agua, los peces saltan continuamente hacia lo alto, y caen por lo tanto a menudo dentro de los barcos que pasan. De este modo también nosotros tuvimos la diversión de pescar muchos. La causa está en que desde la creación del mundo nadie ha pescado aquí jamás. (Sepp 1971:170)
En 1730 el Padre Cayetano Cattaneo, en la tercera carta a su hermano José de Módena escribe sobre el río Uruguay:
El río es fecundísimo en peces, muchos de los cuales vi con sumo gusto tomar con el arco, porque soltando la flecha aunque el pez esté debajo del agua, lo traspasa, y herido sale a flote con la flecha clavada y lo toman. (Cattaneo 1941:165)
Por su parte, el Padre José Guevara, en 1750 indica:
Todas estas naciones, atendiendo a su modo de vivir y sustentarse, podemos dividir en dos castas y generaciones, la una de labradores, que cultivan la tierra para sustentarse con sus frutos y raíces, y la otra de gentes que solicitaban el alimento de la pesca y caza, y de algunas frutas silvestres. (Guevara 1836:19)
Finalmente, el benedictino Antonio José Pernetty, naturalista de la expedición de Bougainville, de su permanencia en Montevideo entre diciembre de 1763 y enero de 1764 apunta sobre la división de tareas entre los minuaes:
Las mujeres están ocupadas en cultivar la mandioca, y en prepararla para hacer el cazabe. Su labor hogareña se limita a coser unas con otras las pieles de venado y de otros animales, con las que se cubren hombres y mujeres, y en preparar la comida para todos. Los hombres pasan la vida dedicados a la caza, a la pesca, y a andar a caballo, siendo así que son excelentes jinetes. (Acosta y Lara 2010:246).
EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO PESQUERO EN LAS TIERRAS BAJAS DE LA LAGUNA MERÍN
La pesca indígena en la cuenca de la Laguna Merín asociada a la manifestación arqueológica “cerritos de indios”, si bien asumida como una actividad relevante, solo ha comenzado a ser investigada en forma reciente (Bica 2020). Los primeros resultados de análisis provienen de un abordaje ictioarqueológico de un conjunto de fauna recuperado en un sitio con montículos en tierra con ocupaciones situadas en el Holoceno tardío (2360 ± 60-250 años 14C AP). El análisis de ese conjunto permitió identificar la presencia de tres órdenes, siete familias, siete géneros y doce especies en el conjunto, así como la recurrencia de especies como bagre negro (Rhamdia quelen), anguila (Synbranchus aff. marmoratus) y tararira (Hoplias sp.) (Bica 2020). La identificación de estas especies de peces de aguas poco profundas y corrientes leves, permitió comenzar a indagar en otros aspectos vinculados a la pesca indígena en sí, a la biodiversidad regional y al peso de los recursos acuáticos en estos ambientes de tierras bajas.
La cultura material asociada a la pesca ha sido escasamente referida para la región. Se ha referido el hallazgo en un sitio con montículos de un anzuelo confeccionado en hueso con una antigüedad aproximada de 3500 años AP (Bracco, Del Puerto y Inda 2008). También, en el área de la costa atlántica se ha reportado el hallazgo de anzuelos líticos (Demaría 1932). Asimismo, se han reportado pesas de red en colecciones arqueológicas (Hilbert 1991; López y Gascue 2007; Suárez 2000) y en contextos estratificados del sitio litoraleño Cabo Polonio (Rocha), con fechados de 4100 ± 90 años 14C AP (López y Gascue 2007). Resulta relevante considerar que instrumentos óseos apuntados recuperados en contextos de montículos e interpretados para la caza (Clemente et al. 2010) también podrían haber sido utilizados para actividades pesqueras. Por el momento no se han recuperado artes de pesca confeccionados en otros materiales orgánicos (fibras vegetales, leñosos, cueros). Sin embargo, en la región noreste de Uruguay (departamento de Tacuarembó) se ha señalado la existencia de lagunas y canales de origen antrópico en contextos de cerritos, lo que podría estar evidenciando el desarrollo de actividades de piscicultura para los grupos (Gianotti 2015).
CONCLUSIONES
A partir de este trabajo se buscó aportar una sistematización de fuentes etnohistóricas disponibles sobre la pesca indígena. La ausencia de documentación referente a este tema para la Laguna Merín reorientó la propuesta hacia las costas del Río de la Plata, con sus afluentes y humedales asociados. No fue nuestra intención aquí hacer una revisión heurística de las fuentes, sino retomar la información que plantean con la finalidad de observar las relaciones descritas para los grupos de la región en relación con los peces y la pesca entre los siglos XVI y XVIII.
Las fuentes etnohistóricas que refieren a peces son acotadas. Para el siglo XVI, momento de los primeros contactos entre indígenas y europeos en la región, los exploradores colocan un conjunto de referencias que siguen una pauta común. Se presenta diversidad de grupos habitando la costa (carcarais, chanaes, charrúas, beguas, chanaes-timbus, timbus, guaraníes) para los cuales los peces son un alimento base. En forma recurrente se mencionan actividades de intercambio que involucran a estos animales. Claro que estas observaciones por parte de los exploradores eran más que relevantes, en tanto permiten definir relaciones de alianza.
Por otra parte, Alonso de Santa Cruz (1918) es quien trae la información más rica, en cuanto a la ocupación de las islas, la existencia de pesquerías y la estacionalidad de esta tarea, incluso orientada al procesamiento para la conservación de los alimentos. También menciona algunos nombres de los peces presentes en la región y conserva denominaciones locales. Entre las artes de pesca, Lope de Souza (Varnhagen 1839) menciona la presencia de redes de pesca en un contexto funerario y las diferencia de otras redes para cazar venado por cualidades que no se describen, pero que permiten abrir nuevas interrogantes sobre su confección y uso.
Las fuentes de los siglos XVII y XVIII son más acotadas aún. La diversidad de grupos referidos para el período anterior ya no está presente en estos siglos. Por otra parte, las referencias vuelven a estar situadas en el contexto de la descripción de las bases de la alimentación de los grupos. Dos menciones revisten mayor interés a los efectos de este trabajo. Por un lado, la que coloca el Padre Cayetano Cattaneo (1941), en carta a su hermano, donde refiere al uso de arco y flecha para la pesca. La segunda referencia de interés es la de Pernetty (Acosta y Lara 2010), en la cual describe para los minuanes actividades organizadas en torno al género, entre las cuales la pesca era exclusividad de los hombres. Más allá de esto, las fuentes no presentan información que nos permita aproximarnos a otras formas de relacionamiento entre los grupos indígenas y los peces que apunten a cómo se integran en su cotidianidad o a las categorías utilizadas para esta fauna.
El abordaje del registro arqueológico brinda algunas claves para buscar diálogos con las fuentes etnohistóricas. Una de las observaciones generadas a partir de los análisis del registro ictiofaunístico sugiere un reposicionamiento de los ambientes acuáticos en el contexto de las tierras bajas de la Laguna Merín. Los animales identificados para esta región sugieren el uso de técnicas diversas de captura (Bica 2020). Si bien esta información no está presente en la documentación analizada, sí está referida para otros contextos de tierras bajas. Este es el caso del Delta del Paraná donde Luis Ramírez observa el uso de redes, arco y flecha de acuerdo a las crecidas del río (Maura 2007) o la pesca indígena de anguilas de agua dulce en la Amazonia (Prestes & Béarez 2017). Por lo pronto, esta primera aproximación nos permite avanzar en un camino de investigación en torno a la problemática de las relaciones entre grupos indígenas y animales. El análisis de muestras de fauna provenientes de mayor cantidad de sitios, la incorporación de datos ambientales, la exploración de prácticas en torno al manejo de los paisajes acuáticos y la incorporación de los saberes de pescadores tradicionales en el proceso de investigación permitirán avanzar en nuevas posibilidades sobre la pesca indígena en las tierras bajas de la cuenca de la Laguna Merín desde una perspectiva de larga duración