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Revista Chakiñan de Ciencias Sociales y Humanidades

versión On-line ISSN 2550-6722

Revista Chakiñan  no.17 Riobamba may./ago. 2022

https://doi.org/10.37135/chk.002.17.02 

Artículo de Investigación

EL LENGUAJE, AQUEL ARTILUGIO QUE NOS HACE COMUNIDAD: LECTURA-ESCRITURA-ORALIDAD (LEO), MEMORIA Y JUSTICIA SOCIAL

THE LANGUAGE, THAT GIMMICK THAT MAKES US COMMUNITY: READING-WRITING-ORALITY, MEMORY AND SOCIAL JUSTICE

1Profesora e Investigadora del Grupo Información, Conocimiento y Sociedad y Coordinadora del Grupo de Investigación Diverser. Universidad de Antioquia, Escuela Interamericana de Bibliotecología, Antioquia, Medellín, Colombia, email: natalia.duque@udea.edu.co


RESUMEN

El presente artículo tiene como propósito exponer el lenguaje como un dispositivo cultural que promueve formas de organización comunal una vez se interpelan saber, poder y subjetividad a partir de lenguajes políticos de la lectura que responden a valores y principios comunitarios. De este modo lo comunal vinculado a procesos de educación lectora que involucran la memoria con intención de justicia social aportan a la consolidación de sociedades democráticas radicales. El desarrollo de este trabajo se sitúa en el programa de acción/investigación de bibliotecas desde Abya-Yala: sociedades y culturas del Sur, y en específico en la línea Bibliotecas, lecturas, escrituras y oralidades. Metodológicamente el artículo hace uso de un análisis teórico-documental que mediante de una lectura crítica fundamenta el lenguaje en marcos comprensivos que amplían su mirada en las Ciencias Humanas y Sociales, retomando diversos referentes teóricos contemporáneos como Zambrano, Bértolo, Therborn, Escobar, Butler, Fraser, entre otras. Finalmente se presentan una serie de alternativas que posicionan el lenguaje en relación con la educación lectora como oportunidades para el acontecer en el mundo de la vida. Se hace uso del pronombre y objeto directo femeninos para dirigirme a las personas sin importar su género o sexo.

PALABRAS CLAVE: Lenguaje; comunitario; memoria; justicia social; LEO

ABSTRACT

The purpose of this article is to expose language as a cultural device that promotes forms of communal organization once knowledge, power, and subjectivity are challenged through political reading languages ​​that respond to democratic values ​​and principles located in the good-life and well-being. In this way, the communal linked to processes of reading education that involve memory with the intention of social justice contribute to the consolidation of democratic societies. The development of this work is located in the action/research program of libraries from Abya-Yala: societies and cultures of the South, and specifically in the line Libraries, readings, writings, and oralities. Methodologically, the article uses a theoretical-documentary analysis that, through critical reading, bases the language on comprehensive frameworks that broaden its gaze on the Human and Social Sciences taking up various contemporary theoretical references such as Zambrano, Bértolo, Therborn, Escobar, Bautler, Fraser, among others. Finally, a series of alternatives are presented that position language concerning reading education as opportunities for events in the world of life.

KEYWORDS: Language; community; memory; social justice; LEO

INTRODUCCIÓN

Cuando se alude al lenguaje como artilugio que nos hace comunidad, se propone un ejercicio que permita pensar en formas de acción que superen mecanismos de opresión y estén en la vía del fortalecimiento de los sujetos desde lo comunal. Para ello, las lecturas, escrituras y oralidades (LEO) como tecnologías de poder hacen de la memoria una posibilidad para el encuentro en la humana condición (expresión que pone como sustantivo la humanidad y no la condición, en perspectiva de Zambrano (2019) de aludir a una condición olvidada del ser que es el alma misma) y el reconocimiento de la otredad.

El lenguaje como campo de estudio interdisciplinar y extradisciplinar ha migrado en la última década a una comprensión ampliada sobre él mismo, vinculando diferentes áreas de las Ciencias Humanas y Sociales y transgrediendo su comprensión en relación con este como habilidad, competencia y capacidad.

Cada vez con mayor fortaleza entendemos el lenguaje y sus elementos constitutivos -las LEO- como tecnologías de poder que inciden directamente en las formas de organización social y el modo en que estas contribuyen a Estados democráticos o autoritarios, una vez que estas tecnologías contienen mecanismos de emancipación o dominación que sostienen la memoria social.

Así, en este artículo se propone exponer al lenguaje como un elemento ineludible para promover formas de organización comunal, que responden a valores y principios democráticos situados en el buen-vivir y en el bien-estar, para ello dialoga con la Ciencia Política, la Sociología, los Estudios Culturales, la Filosofía Política y la Bibliotecología con el ánimo de presentar una serie de posibilidades que nos permitan seguir escudriñando el lenguaje no solo como concepto, sino como categoría que en el mundo social posibilita alternativas para la justicia social.

Los referentes usados para el artículo se ubican en el contexto de la Teoría Crítica, que bajo un marco analítico intercultural anticolonial permiten transitar por el campo del lenguaje y las posibilidades que este brinda en la reflexión y reconfiguración de los estados democráticos actualmente.

Esta reflexión retoma la idea urdimbre lectora propuesta por Bértolo (2017), la cual constituida por el lenguaje implica reconocer que este en sociedad responde a lenguajes políticos de las LEO que, de acuerdo con principios, valores y acuerdos, promueven modos de ser y estar socialmente.

METODOLOGÍA

Este artículo se enmarca en el programa de acción/investigación de bibliotecas desde Abya-Yala: sociedades y culturas del Sur (Duque 2018) y de manera específica en el tema Bibliotecas, lecturas, escrituras y oralidades, el cual “investiga las relaciones que la biblioteca ha establecido con el lenguaje. Su interés se concreta tanto en el estudio histórico como contemporáneo de las LEO como prácticas socioculturales y sociopolíticas” (Duque 2018:104).

Su desarrollo recurrió a una metodología analítica documental que buscó a partir de una lectura crítica fundamentar el lenguaje en marcos comprensivos que amplíen su mirada en relación con la Ciencia Política, la Sociología, los Estudios Culturales, la Filosofía Política y la Bibliotecología. Parte de los desarrollos realizados alrededor de los lenguajes políticos de la lectura: liberal, republicano y crítico desarrollados por Álvarez y Naranjo (2003) y el lenguaje político intercultural-decolonial (Duque 2019).

Tras la proposición de una serie de tesis se comienza un ejercicio de indagación que presenta cómo el lenguaje puede posibilitar formas de organización comunitaria que contribuyan al fortalecimiento de sociedades democráticas.

Tabla 1: Sistema de tesis 

Fuente: elaboración propia

Inicialmente, retomando a Bértolo (2017) y Escobar (2016), se plantean algunas ideas para abordar lo comunal, para nosotrear y pensar cómo la palabra propia, la de la otra y la de nosotras nos hace comunidad. A continuación, partiendo de Bértolo (2017) y sus consideraciones sobre la operación de leer y recorriendo los estratos de este proceso social: lo textual, lo autobiográfico, lo metaliterario y lo ideológico, se analiza el lenguaje como artilugio, y en específico las LEO, y cómo estas intencionadas comunalmente contribuyen a procesos de concienciación y de fortalecimiento de sociedades democráticas.

Seguidamente, deteniéndose en el estrato de lo ideológico y de la mano de Bértolo (2017) y Therborn (1987), se expone la relación de los lenguajes políticos de la lectura con la memoria y se presentan algunos ejemplos que materializan, pasando del mundo de las ideas al mundo de la vida, esta relación en el campo de la educación lectora cuyo fin es la justicia social.

Finalmente, a partir de las reflexiones de Fraser (2008) y Butler (2020, 1997) se exponen alternativas que reiteran la capacidad del lenguaje como artilugio en relación con su fortaleza de aportar al tránsito de reconocernos como comunidad, como sujetos interdependientes; y en tanto, bajo la facultad crítica de pensar un nosotras, hacemos de la palabra una herramienta para salvaguardar la vida.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Después de casi una década, retomando la figura del tejido, la urdimbre y el entramado para hablar del lenguaje, esta metáfora se volvió reiterativa y en ocasiones vacía, aun sabiendo la potencia que en esta existe. Empero, Bértolo y su obra La cena de los notables (2017), nos permite retomar esta palabra usada sin decoro: urdimbre; con toda la delicadeza posible. “

Llamamos urdimbre lectora o urdimbre constitutiva del lector a la resultante de sumar los rasgos y relaciones que en cuanto lector individual mantiene con su estado de cuentas y hábitos con el que la lectura se va a relacionar

” (Bértolo 2017:78).

Pensar el lenguaje como artilugio implica referirse a una urdimbre lectora de la cual se es parte socialmente. Ese conjunto de hilos entrelazados de modo tal que cuidadosamente disponen el conjunto de palabras para dar lugar a un entramado que se teje en memoria y vida. Lo más interesante es que cada vez con mayor intensidad los hilos que llegan a una urdimbre permiten ampliar la comprensión del lenguaje en el mundo de la vida, ratificando no solo la importancia de este sino posibilitando experienciarlo en la vida cotidiana.

La urdimbre lectora en este artículo es contexto, pre-texto y excusa para presentar cómo utilizando diferentes estratos del lenguaje, las palabras conforman comunidad una vez posibilitan el reconocerse, nombrarse y hacer consciencia de la interdependencia que como especie tenemos. Es en ese mismo escenario del tejido donde a partir de la palabra, incluso en medio de contextos violentos, el lenguaje permite fortalecer la facultad crítica de los sujetos en diversos niveles de su ser y estar en sociedad, de modo tal que caminen en pro de ideales democráticos.

Son variados los hilos que soportan la urdimbre. Respecto al lenguaje, las ideas se fundamentan en la comprensión de este como un dispositivo que, en perspectiva de Deleuze (1990), implica pensarlo como un escenario en el que se entremezclan saber, poder y subjetividad. Específicamente en la dimensión del saber y la subjetividad se retoma el marco comprensivo propuesto por Zambrano, quien en la palabra presenta una apertura a la razón poética, a ese otro espacio olvidado de la vida, el alma, “

esa palabra perdida y a la par sentida y hallada o que escapa, se disipa, no llega a formularse porque lo humano no está acabando, está siempre empezando

” (2019:12).

Y en relación con el poder, se sitúa la comprensión en los desarrollos de Butler para pensar cuáles son las relaciones que se establecen socialmente y cómo impactan la sociedad.

¿Podría acaso el lenguaje herirnos si no fuéramos, en algún sentido, seres lingüísticos, seres que necesitan del lenguaje para existir? ¿Es nuestra vulnerabilidad respecto al lenguaje una consecuencia de nuestra constitución lingüística? Si estamos formados en el lenguaje, entonces este poder constitutivo precede y condiciona cualquier decisión que pudiéramos tomar sobre él

. (1997:17)

En relación con lo comunitario, se retoma la definición propuesta por Escobar (2016) sobre la autonomía y la esperanza de un pensamiento propio, en la cual las LEO cumplen un rol fundamental: la palabra como constituyente de formas de organización social. Además, se retoman las definiciones propuestas por Bértolo (2017), quien en su trabajo genera un vínculo explícito del lenguaje, articulando las LEO con la idea de comunidad y explicitando su implicación al lenguaje.

Es en esa urdimbre del lenguaje bajo un enfoque comunitario que las LEO, la memoria y la justicia social se entrelazan como hilos que buscan el fortalecimiento del tejido social; para ello el referente de trabajo de las LEO se enmarca en los lenguajes políticos de las LEO (Álvarez y Naranjo 2003 y Duque 2019) donde se establecen modos de interpelación y acción del lenguaje en relación con formas de organización social, que responden a diversas ideologías, las cuales “

enmarcadas en un lenguaje político de la lectura son un proceso social en curso, el cual a través de la lectura, escritura y oralidad se surten de técnicas de desigualdad-igualdad para interpelar los sujetos y dar respuesta a un modelo de sociedad

” (Duque 2019:93).

En tanto, las LEO son abordadas en perspectiva Foucoultiana, es decir, como tecnologías de poder que de acuerdo con Duque:

Se componen, tanto del material empírico: de la práctica, como de los discursos en que se fundan, particularmente los lenguajes políticos de la lectura. Estos pueden considerarse una tecnología al ser elementos que sustentan ciertos discursos políticos (neoliberalismo) y económicos (capitalismo) en relación con el propósito de las prácticas de lectura y escritura

. (2019:26)

Los procesos de visibilización o invisibilidad a los que el lenguaje como dispositivo contribuye, implican una vinculación intrínseca de las LEO con la memoria, una vez que ir a esta permite cuestionar la continuidad de las relaciones de saber, poder y subjetividades existentes en el lenguaje, cuestionar el statu quo que ha implicado formas de organización que no responden a lo comunal.

La memoria en este sentido vinculada a las tecnologías de poder (LEO), genera procesos de resistencia y resignificación en los diferentes estrados de la urdimbre lectora, de modo que camina hacia procesos de justicia social preguntándose qué implica la justicia social en el campo del lenguaje y quién cuenta como un auténtico sujeto de justicia (Fraser 2008), esto último tiene como campos posibles de materialización en el desarrollo de actividades de educación lectora vinculadas con la memoria y que aportan a procesos de justicia social.

Así, este artículo busca constituirse como una urdimbre que sume a la posibilidad de narrativas que permitan continuar la reflexión acerca del lenguaje como un elemento, no solo constitutivo de la especie humana, sino como aquel artilugio que recurriendo al ingenio de hombres, mujeres y niños posibilita mecanismos que dignifiquen la vida misma, permite salir de los marasmos de la muerte y se resiste al despojo de la dignidad, de la esperanza, de la humana condición.

LA PALABRA QUE NOS HACE COMUNIDAD

Pensar en lo comunitario es referirse a una forma de organización que dista de ideales neoliberales y se ubica en el contexto de la democracia radical que prioriza los derechos como condiciones colectivas y no como privilegios individuales. Lo comunal es una alternativa para ser y estar socialmente, basado en un ejercicio autónomo de reconocimiento de lo propio, de la otra y de nosotras. En esta alternativa encontramos posibilidades para transitar y no limitarnos exclusivamente a pensar en procesos de deconstrucción sino de transformación de las estructuras y formas de relacionamiento.

Ya que reconocemos el lenguaje como un dispositivo que entremezcla saber, poder y subjetividad al referirnos a formas comunales para pensar, ser y estar en sociedad es indispensable que la palabra ponga en tensión los saberes, relaciones y condiciones individuales del ser humano, los cuales históricamente privilegian lo individual y se han ubicado bajo un discurso que de modo persistente intensifica y sobre todo legitima la desigualdad social. Cuando estos elementos se tensionan, se discuten y transforman comienza a aparecer lo comunal.

En la historia de la humanidad, tal como lo propone Bértolo, es la comunidad quien avala, da el uso de la palabra, ella misma “

era la que, en primera y última instancia, y en su condición de dueña y custodia de las palabras, legitimaba el uso de las palabras

” (2017:85). Y en ese proceso de escucha y diálogo, de la palabra dicha pero también de la oída, es donde colectivamente identificamos al lenguaje, a la cultura como un bien común que ennoblece la humana condición y en tanto es imperativo el disfrute de esta por todos y cada uno los integrantes de una comunidad.

Esta interdependencia no es entendida como una subordinación a la otra u a otras, sino como una condición de igualdad. Pongamos un ejemplo, si bien el lenguaje nos hace humanos, no cumpliría esta condición si no tuviéramos la necesidad de poner la palabra en diálogo, pues no simplemente se trata de mí misma, sino de cómo esa palabra ennoblece la humanidad al hacerme parte de un contexto mayor.

Así que todos tengamos la posibilidad de la palabra, de ser escuchados, oídos, leídos implica que tendremos derechos además de individuales, legitimados comunalmente para ser parte de un bien mayor, la comunidad. De este modo, el lenguaje es “

el flujo de narraciones, verdadera memoria social, es el instrumento básico con el que cada sociedad se visualiza, se oye, se objetiva y se autodescribe

”. (Bértolo 2017:75).

La palabra y las tecnologías de poder (LEO) se convierten en una diversidad de posibilidades para aportar a la consolidación de lo comunal una vez que en ella se reconoce un bien común que todas disfrutamos, pero nadie se apropia. Escobar propone una serie de supuestos para el diseño de procesos comunales, que a continuación presentamos en relación con el lenguaje para trazar posibilidades para la palabra y él cómo esta nos hace comunidad:

  1. Toda comunidad practica el diseño de sí misma, y en este proceso de hacerse comunidad es la palabra la tecnología de poder para llegar a acuerdos, trazar perspectivas en común, es un punto de encuentro. En el proceso de construcción de una colectividad el lugar de la palabra es privilegiado, poniendo en lo público los mínimos necesarios para el bien-estar y el buen-vivir.

  2. Toda persona o colectivo es practicante de su propio saber y desde allí examina cómo la gente entiende su realidad. Cuando se alude a que la palabra hace comunidad se manifiesta el reconocimiento de mitos, ritos y rituales y sobre todo se recupera y salvaguardan saberes propios, memorias subalternizadas que no han hecho parte del mundo social.

  3. Lo que la comunidad diseña es, en primera instancia, un sistema de investigación o aprendizaje sobre sí misma. Y por ello en ese proceso de construcción de lo propio, el lenguaje como una tecnología de poder que implicó formas de organización social distantes de lo comunal, coloniales y colonizadoras, se transforma en una oportunidad para la emancipación y la resistencia social. Las formas de organización comunal implican ir casa adentro para reconocer-nos en plural y comenzar a aprender de lo que somos, antes de establecer puentes casa afuera.

  4. Cada proceso de diseño implica un enunciado de problemas y posibilidades, el cual podemos traer a la esfera pública utilizando como mecanismo de trasmisión a la palabra y además de ello concertar cuáles son prioritarias para una comunidad. Pensar en diseños propios implica trabajar casa adentro, preguntarnos por lo propio antes que trabajar casa afuera, pues la comprensión de las rutas a caminar será dada y validada en la escucha y reconocimiento de la otra.

Así, la experiencia con la palabra en sus múltiples formas nos congrega como comunidad, dispone los elementos para la urdimbre, para que los hilos vayan generando las tramas en las cuales nos vinculamos alrededor de los bienes comunes y la generación de proyectos autónomos que trabajen en procesos de autogobierno.

LOS ESTRATOS DE LA LECTURA: LA PALABRA COMUNITARIA, ANDAR HACIA LA JUSTICIA SOCIAL

Una vez explorado cómo la palabra puede congregarnos como comunidad, paso a referirme a cómo las LEO estudiadas a partir de la propuesta de Bértolo (2017) contribuyen al fortalecimiento de sociedades democráticas y a la interpelación del saber, el poder y la subjetividad, siempre y cuando estén intencionadas comunalmente, es decir, que respondan a valores e ideales comunitarios.

Es importante recordar que esto es posible siempre y cuando reconozcamos las diversas dimensiones que cohabitan en el lenguaje al entenderse como un dispositivo cultural; para Deleuze, el dispositivo

(…)

es una especie de ovillo o madeja (…) en las cuales las categorías de saber, poder y subjetividad están presentes. Desenmarañar las líneas de un dispositivo, es en cada caso levantar un mapa, cartografiar, recorrer tierras desconocidas, y eso es lo que Foucault llama el “trabajo del terreno”, en términos de éste los dispositivos son máquinas para hacer ver y para hacer hablar

. (1990:155)

En el caso del lenguaje esta consideración implica que a partir de su materialización en las LEO se mantiene o subvierte el capital cultural, se generan formas tradicionales de organización social o se proponen otras contrahegemónicas, el lenguaje tiene en sí mismo como el principal condicionante de la humanidad la posibilidad de dominar o emancipar, por ello nos deslizamos por los estratos de la lectura en los cuales este subyace para explorar, en caso de una intención comunitaria en este dispositivo es probable que pueda aportar a la justicia social y con ello a formas de organización democráticas.

Para este caso las curvas de enunciación del lenguaje corresponden a los cuatro estratos propuestos por Bértolo: lo textual, lo autobiográfico, lo metaliterario y lo ideológico, y las curvas de visibilidad están vinculadas con la vivencia y experiencia de la palabra que ocurre mediante las LEO y que van generando una urdimbre lectora donde acontece la palabra.

LO TEXTUAL

“La lectura textual se corresponde con el desciframiento del texto narrativo en tanto código lingüístico, con la asignación de significados a los signos que el texto ofrece” (Bértolo 2017:62). En este estrato de la lectura el lenguaje adquiere una condición vinculada inicialmente con la cultura escrita, con una serie de condicionamientos que han vinculado el acceso a esta ceñida a un canon eurocentrado, blanco y masculinizado; este estrato de la lectura en el contexto latinoamericano y del Caribe no está democratizado, pues el acceso a la lectura sigue estando limitado a una porción de la población que no considera interseccionalidades de género, lengua, estrato socioeconómico, entre otras.

Si bien la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO 2020) plantea un índice de lectura fácilmente rastreable en la región es importante identificar que al aludir a lo textual en una mirada occidentalizada y hegemónica limita el goce y disfrute del lenguaje a la cantidad de libros leídos independientemente de la comprensión e impacto de estos en quien los lee.

El estrato textual de la lectura sigue estando enfocado en las sociedades actuales al consumo del objeto cultural “libro” más que a la incidencia que la palabra pueda tener en un sujeto, esto implica necesariamente que este estrato debe estar acompañado de prácticas de educación lectora intencionadas a contribuir a ideales democráticos que posibiliten comprensiones amplias del mundo y del goce de una ciudadanía plena, considerando enfoques interseccionales, pues si bien como plantea Bértolo “

los textos son una propuesta de significado y, en ese sentido, son una propuesta de realidad

” (2017:62), es ineludible que en este estrato las LEO posibiliten nuevas propuestas de realidad que como se mencionó en el apartado anterior nos permitan conocer los propios saberes y desde allí examinar cómo entendemos nuestra realidad, cómo deseamos transformarla y construir.

Las brechas de desigualdad siguen siendo profundas, tras la pandemia de la COVID-19 se han agudizado tal como lo demuestra la UNESCO en su informe Inclusión y educación: todos y todas sin excepción “

la mitad de las y los alumnos de 15 años en América Latina no alcanzaron el nivel mínimo de competencia en lectura

” (2020:10)

Fuente: Informe UNESCO. Inclusión y educación: todos y todas sin excepción

Figura 1: Nivel mínimo de competencia lectora jóvenes latinoamericanos de 15 años 

Y en este estrato textual, las brechas de desigualdad además de implicar los procesos de comprensión lectora, involucran condiciones de lengua, lugar de origen, género, identificación sexual entre otras. “

También hay diferencias en los resultados de lectura entre el alumnado inmigrante y las y los hablantes nativos de la lengua dominante

” (UNESCO 2020:13).

Fuente: Informe UNESCO. Inclusión y educación: todos y todas sin excepción

Figura 2 Resultados de aprendizaje según género y nivel socioeconómico en escolares de Latinoamérica y el Caribe 

Concebir en este estrato de la lectura las dimensiones culturales y políticas de las LEO, provee herramientas a mediadores de lectura para encontrar en el lenguaje un artilugio donde construir la realidad, pues posteriormente los significados y realidades incorporados en este estrato alimentarán las demás. En tanto, en este las dimensiones de saber y poder cobran plena vida al indagar sobre temas como: ¿Qué leemos? ¿Qué damos de leer a otras? ¿Qué leen los que no leen? ¿Cuál es la intención de leer? ¿Para qué leer? ¿A quién responden los indicadores de lectura en la región?

Y para trabajar alrededor del lenguaje intencionadamente no se trata únicamente de dar de leer, en este estrato bajo un enfoque comunitario que camina hacia la justicia social se trata como lo propone Fraser (2008) de redibujar los límites de la justicia en una escala más amplia, considerar no simplemente la balanza en términos de redistribución, es decir, de ese dar de leer, sino del mapa, de identificar quién en la región cuenta como un auténtico sujeto de justicia, aquí aparece la línea de subjetividad del lenguaje como dispositivo.

LO AUTOBIOGRÁFICO

Ahora bien, si comprendemos lo textual y pasamos de la incorporación de un código, de su interpretación y creación de realidades posibles a la incorporación del lenguaje a la vida misma, a la experiencia, a la propia historia de vida es importante clarificar que en este estrato se considera la primera persona, la subjetividad, en tanto alude a “las vivencias experimentadas como historia personal, la memoria plasmada narrativamente en recuerdos y olvidos. El recuerdo como acto de memoria -la memoria rememorada- y el olvido no tanto como inconsciente sino como memoria no memorable” (Bértolo 2017:64).

En este estrato además de las LEO aparece la memoria como concepto, categoría, y sobre todo como elemento crucial incorporado por el lenguaje. Y siendo así ¿qué constituye nuestra memoria bajo una mirada elitista de la lectura? ¿A qué tipo de memoria nos referimos? ¿Qué acontece con la memoria en las sociedades democráticas?, pues si nos limitamos al estrato textual sería claro que lo que constituye esa memoria se vincula con una historia nacional correspondiente a una intencionalidad del lenguaje donde se privilegia la cultura escrita, empero que desconoce otras formas de conocimiento propio y autónomo.

Así, insistimos en la necesidad de proveer un diseño comunitario que privilegie un sistema de investigación o aprendizaje sobre sí misma, que dé lugar a una comprensión amplia del mundo y que permita el reconocimiento de memorias subalternizadas y subterráneas excluidas en las sociedades democráticas liberales.

Las LEO pueden proveer alternativas para descentrar una única historia y en tanto permitirnos trazar “

una autobiografía de nuestras palabras, y convertirnos en portadores de un diccionario relativamente autónomo frente al general de la lengua

” (Bertolo 2017:66), autonomía característica de lo comunal y en tanto posibilidad abierta de que en este estrato sumemos a una justicia cognitiva donde nuestra historia de vida no responda solo a hegemonías sino a la multiplicidad de narrativas que constituyen la sociedad de la que somos parte, comunalmente lo autobiográfico no implica únicamente lo individual, sino también lo colectivo, pues se es en tanto se es colectivamente.

LO METALITERARIO

Este estrato comienza a vislumbrar la urdimbre, una vez vincula lo textual y lo individual, en él subyacen las dimensiones de poder, saber y subjetividad alrededor de la cultura individual, de lo que se conoce y desconoce del mundo en función de su comprensión y apropiación, dado en la palabra. Propone Bértolo que

La cantidad y el grado de ecos, relaciones, asociaciones y equivalencias que un lector encuentra durante la lectura de una narración concreta están directamente condicionados por lo que denominamos su cultura lectora, aunque sería bueno matizar que esta cultura lectora no coincide exactamente con “la cantidad” de lecturas que ese lector aporte

. (2017:72)

Si hay un estrato donde lo comunal florece es en este, pues lo metaliterario, si bien puede verse a partir de un caminar y vivenciar la palabra en soledad, individualmente implica reconocer el entramado social del que somos parte y saber que acontece en cuanto hay una pluralidad que soporta este nivel.

En lo metaliterario hay un eco de nosotras, voces diversas cargadas de memoria que van generando un entramado que constituye un más allá que contiene la palabra. Propongo así que este estrato sea la condición comunal, se asiente en los principios y valores de lo comunitario como posibilidad de cimentar procesos vinculados con la vida misma, con la autonomía, el autogobierno, la colectividad y que en tanto sea así la palabra una tecnología de poder para el encuentro con la humana condición.

LO IDEOLÓGICO

Llegamos al último estrato propuesto por Bértolo (2017), un puente para el próximo apartado, este es un nivel que acontece en todo el dispositivo, bajo este se concibe la intencionalidad de la palabra, del lenguaje, una vez que lo ideológico tiene funciones explícitas alrededor de las formas de organización, mantenimiento y transformación de las sociedades.

Para este caso, el estrato ideológico de la lectura, me sitúo en la comprensión de esta como un medio a través del cual mujeres y hombres hacemos nuestra historia en cuanto somos sujetos conscientes de ella, Therborn propone que esta “

funciona como un discurso que se dirige o interpela a los seres humanos en cuanto sujetos

” (1987:13).

En el campo de las LEO, la ideología subyace a la palabra, está enraizada en el lenguaje y de acuerdo con esta promueve, no únicamente, la intencionalidad de los diferentes estratos de la lectura, sino también justifica la razón del uso de la palabra: hacernos más cultos, letrados, generar oportunidades laborales, ascender socialmente, emanciparse, ampliar las formas de comprensión de la realidad. Lo ideológico como estrato de la lectura implica un conjunto de creencias y valores que tensionan saber, poder y subjetividad a favor de algo que muchas veces desconocemos, empero que en el ideal de la democracia radical serían los bienes comunes y en el de la democracia liberal los derechos individuales.

La lectura ideológica sería aquella que cada lector concreto hace de esa narración inabarcable y que, precisamente con su lectura, convierte en cognoscible -abarcable-, al modo de quien traza su propio mapa de un entorno que le sobrepasa pero que, aun así y de modo inevitable, se le hace presente

. (Bértolo 2017:77)

Este nivel discursivo se desenvuelve en la urdimbre lectora y se mantiene en virtud de las comprensiones de las LEO que se tengan y en tanto del modo en que estas se vivencien socialmente. Si a partir del estrato social significamos la realidad y la vamos conformando a través de lo ideológico la visualizamos, objetivamos y mantenemos, lo cual implica un importante reto en relación con la asunción de una ciudadanía plena capaz de interpelar la realidad y de proponer incluso propuestas contrarias a las ideologías preponderantes.

El lenguaje en relación con la justicia cada vez más nos presenta una posibilidad para cuestionar las narraciones únicas y en este estrato aparecen abiertamente “la correlación de fuerzas sociales presentes en el espacio narrativo global” (Bertolo 2017:74), las que a través de las ideologías buscan agenciar las sociedades a fines particulares.

El lenguaje en un marco comunal, la palabra hablada, leída y escrita, en el estrato ideológico es una tecnología de poder para interpelar el saber, los sujetos, la vida misma: lo que existe, lo que es bueno y lo que es posible. En este estrato, y en relación con el lenguaje, las LEO nos permiten proponer ideologías vinculadas con la palabra que respondan a realidades y circunstancias actuales, lo que implica pensar en formas de reorganización social, para este caso considero lo comunal para transitar a la justicia social.

LO IDEOLÓGICO EN LA PALABRA: MEMORIA Y EDUCACIÓN LECTORA

En el campo del lenguaje lo ideológico puede tramitarse mediante lenguajes políticos de las LEO, es decir, un conjunto de valores, principios e ideales que responden a modos de comprender el mundo y que se trasladan a la palabra para instaurarse socialmente a través de la palabra, de la cultura escrita, oral, entre otras. Para el caso de este artículo, los lenguajes políticos de la lectura en relación con la intencionalidad de presentar el lenguaje como un artilugio que nos hace comunidad son el crítico (Álvarez y Naranjo 2003) y el intercultural decolonial, en los cuales subyacen los derechos como condiciones colectivas de una sociedad y buscan transitar hacia una justicia social distanciada de las democracias liberales.

Therborn (1987:15) plantea que las ideologías “someten y cualifican a los sujetos, diciéndoles, haciéndoles reconocer y relacionarse con:

  1. 1. Lo que existe y lo que no existe

  2. 2. Lo que es bueno, justo y hermoso y todos sus contrarios

  3. 3. Lo que es posible e imposible”

Esto implica necesariamente vincular la palabra con la memoria, y para el contexto de Latinoamérica y el Caribe con las memorias subalternas y subterráneas en su mayoría derivadas de hechos de violencia política vividos en el marco de procesos sistemáticos de saqueo cultural y regímenes autoritarios (dictaduras del cono sur). Memoria y lenguaje son dos caras de la misma moneda que se han usado en el estrato ideológico de la lectura para mantener una historia oficial y formas de organización que privilegian lo individual antes que lo colectivo, lo comunal.

Empero, en el último lustro, con mayor fuerza, la condición social del lenguaje, su comprensión como dispositivo cultural, el entendimiento de las dimensiones políticas y culturales de las LEO ha implicado una mirada compleja y holística de la palabra. Así también, el desarrollo de teorías que reflexionan y respaldan a través de lenguajes políticos de la lectura alternativas para caminar la palabra hacia la justicia social, sino también el desarrollo de propuestas y actividades en el marco de la educación lectora que vinculan la realidad con la teoría y demuestran cómo orgánicamente lo ideológico a manera de alternativa de interpelación nos permite indagar por la memoria a través de la promoción de la lectura.

En específico el lenguaje intercultural-decolonial de la lectura “es una alternativa para permitirnos sentir, crear pensamiento, hacer historia, trabajar, tejer, comunicarnos a partir de la esencia de nuestro ser, nuestro saber, nuestro territorio, nuestra madre tierra” (Duque 2019:109) y en tanto nos posibilita indagar por lo que sabemos existe y por lo que desconocemos debido a los procesos sistemáticos de violencia política.

A su vez, las LEO nos permiten la generación de acciones de resistencia que propendan por procesos de emancipación. En este lenguaje político, el estrato ideológico posibilita interpelar lo que conocemos (el saber), el cómo nos relacionamos (el poder) y nuestra humana condición (subjetividad) en el marco de un colectivo.

Así mismo el lenguaje crítico-emancipatorio de la lectura posibilita politizar y comprender en el marco del estrato ideológico de las LEO:

(…)

y simultáneamente investirse de una significación ideológica que sugiera que la alfabetización tiene menos que ver con enseñar a las personas a leer y a escribir, que con producir y legitimar relaciones sociales de opresión y explotación (...) con lo cual se hace necesario luchar por la lectura y la escritura como construcciones ideológicas y como movimiento social

. (Álvarez 2003:26)

Si hay algo potente en este ejercicio es pasar de la escritura académica a la realidad, mostrando cómo lo anterior toma vida en lo público, para lo cual se presentan dos experiencias que vinculan lo ideológico con la palabra, recordando que el pensar en este estrato hace referencia a la capacidad de interpelar la realidad, en este caso a través de ejercicios que involucran a la educación lectora y a la memoria.

LIBROS QUE MUERDEN

En el cono sur endurecidas dictaduras han generado procesos sistemáticos de saqueo del lenguaje, silenciamiento de la palabra, acallamiento de las ideas. En los procesos de violencia política el lenguaje como dispositivo cultural incide en los diversos estratos de la lectura y configura formas exclusivas de lectura y escritura que contribuyen al establecimiento de regímenes.

Las LEO en el contexto cultural trabajan sobre el terreno ideológico al convertirse en medios que instauran formas de ser y estar socialmente. En este caso el lenguaje más que una posibilidad de emancipación posee una condición autoritaria característica de las dictaduras.

No obstante, a la par que esto acontece el lenguaje acallado busca formas, intersticios para no sucumbir a un despojo violento y se convierte en un acto de resistencia que, como proponía Toni Morrison en su discurso tras serle otorgado el premio Nobel en 1997 (Sancho 2020), el lenguaje nunca puede fotografiar la esclavitud, el genocidio, la guerra. Ni debería lamentarse por la arrogancia de poder hacerlo. Su fuerza, su felicidad radica en lanzarse hacia lo inefable.

Es así como la palabra se resiste a desaparecer y como principal elemento del lenguaje, nombra lo innombrable y se resiste al exilio y en tanto quienes trabajamos en el campo de la educación lectora en diversos momentos y escenarios insistimos en su potencia alrededor de la memoria. Son diversas, múltiples y variopintas las experiencias en América Latina y el Caribe, en este caso me refiero a Libros que muerden, que aborda a través de la literatura lo acontecido en la dictadura argentina.

Esta es una experiencia colectiva que propone reflexionar y dar a conocer los hechos de censura, autocensura y de resistencia en nuestro país durante la última dictadura cívico-militar. Nos valemos del acercamiento a la lectura, tomando como herramientas fundamentales a los libros destinados a chicos y jóvenes que fueron marcados o quitados de circulación. El grupo que lleva adelante esta muestra y esta colección es heterogéneo, pero todos tenemos en común la pertenencia a la Universidad Nacional de La Plata

. (Bossié, Pesclevi y Salvador 2015:1)

Fuente: Linternas y Bosques

Figura 3: Programa Libros que muerden  

A través de una colección de literatura heterogénea y diversa, la comprensión de la memoria de la violencia política puede ser abordada, el reconocimiento de la función social de las LEO en una experiencia como esta está completamente viva y a disposición no solo de la sociedad argentina sino del mundo entero, pues el lenguaje como artilugio compartido permite acercarnos al horror de la guerra, de la violencia, para concientizarnos de que otras formas de organización social son posibles.

Una experiencia como esta devela que al ampararnos en lenguajes políticos de la lectura como el intercultural-decolonial y el crítico-emancipatorio es posible tramitar y transitar formas de organización social que apunten a la justicia social.

HABLEMOS DEL ELEFANTE EN LA SALA

No en todo el continente se han declarado dictaduras, tal es el caso de Colombia que desde épocas coloniales ha vivido un sistemático ejercicio de violencias que se mantiene hasta la actualidad. Hoy día, pocos años después de la firma de los Acuerdos de Paz, el país ha vivido un estallido social que da cuenta de las profundas brechas de desigualdad e incertidumbre por las que transita.

En este contexto, la cultura y la educación se han convertido en acciones colectivas que han generado procesos de resistencia social a favor de la vida y la dignidad. Esto puede observarse en múltiples escenarios como el de Medellín, conocida por la atroz violencia que padeció alrededor del narcotráfico. Este municipio siempre ha hecho cara al horror y la muerte con arte y cultura. La palabra a favor de la vida ha devenido un artilugio para defender la dignidad y buscar ideologías a favor de lo comunal.

En este espacio, por ejemplo, encontramos que:

en la Zona Centro-Oriental de la ciudad, donde se tenía la tasa más alta de homicidios se gestó lo que hoy día es el Festival Internacional de Poesía de Medellín, que para el año 2018, celebra su edición 28º. Así, la palabra hablada, leída y sentida ha sido una alternativa de resistencia en el campo de la cultura

. (Duque 2020:19)

En Colombia, el lenguaje nos congrega como comunidad a favor de bienes comunes preciados como la vida, hemos entendido la importancia y necesidad imperativa de la memoria para ser y estar con otras. Las prácticas de educación lectora han puesto en lo público lenguajes políticos a favor de la emancipación y la igualdad permitiéndonos transitar hacia escenarios sociales más justos y equitativos. El caso del Elefante en la sala, surgido en 2021 es un ejemplo al respecto:

En la página 298 del Cambridge Academic Content Dictionary, dice que en inglés, elephant in the room «elefante en la habitación» es una expresión metafórica que se aplica a un problema obvio que nadie quiere discutir (...) Esta expresión, «se basa en la idea de que sería imposible pasar por alto la presencia de un elefante en una habitación; entonces, las personas en la habitación que fingen que el elefante no está ahí han elegido evitar lidiar con el enorme problema que implica» dice Ignacio Sánchez-Cuenca en su columna… (Bibliotecas A La Calle, 2021)

Fuente: Bibliotecas A La Calle

Figura 4: Programa del Elefante en Sala  

Esta campaña ha congregado la palabra en múltiples formas y formatos y ha presentado alternativas para hablar de lo innombrable mediante el arte y la literatura. La intención de la campaña del Colectivo Bibliotecas es aportar al cuidado y defensa de bienes colectivos como la cultura y la educación a través del conocimiento de hechos sociales que parecen pasar desapercibidos pero que realmente se presentan socialmente y evadimos de manera constante.

Especialmente la literatura infantil y juvenil (LIJ) es en este ejercicio un recurso crucial para hacer de las LEO artilugios que congregan alrededor del valor de la vida, del reconocimiento de la otra como un igual y en tanto de la comprensión de que las afectaciones que un sujeto tiene implican a toda la sociedad.

La palabra se vuelve precursora de vida, el lenguaje como lo conocemos en nuestra especie es un dispositivo que permite el encuentro, por ello cuando se evade, cuando se silencia la diferencia, cuando este muere, como lo dijo Toni Morrison en 1993, citada por (Sancho 2020, párrafo 13), “a causa del descuido, el desuso, la indiferencia y la falta de estima, o sea asesinado por una orden, no sólo ella, sino todos los hablantes y creadores serán responsables de su muerte”, en tanto somos corresponsables de las ideologías y formas de organización social instauradas.

Así que lo ideológico como posibilidad de interpelación implica que la memoria transcurra en la palabra y que surjan espacios y oportunidades para el fortalecimiento de una democracia radical. En este caso la educación lectora buscará el desarrollo de una alfabetización crítica para la asunción de una ciudadanía plena.

EL LENGUAJE: ARTILUGIO PARA LA VIDA

Insistimos en que el lenguaje será un artilugio para la vida siempre y cuando el estrato ideológico de la lectura se encuentre enmarcado en lenguajes políticos como el crítico-emancipatorio y el intercultural-decolonial. Resulta importante aclarar que esto ocurrirá con mayor probabilidad si el escenario que consideramos implica una democracia radical, la cual como lo expone Mouffe:

(…) exige que reconozcamos la diferencia -lo particular, lo múltiple, lo heterogéneo-, o sea todo aquello que el concepto abstracto de hombre excluía. No se rechaza el universalismo, se lo particulariza; lo que hace falta es un nuevo tipo de articulación entre lo universal y lo particular (...) que permita avanzar a una revolución democrática y conectar las distintas luchas democráticas, esa tarea requiere la creación de nuevas posiciones subjetivas que permitan la articulación común de, por ejemplo, antirracismo, anti-sexismo y anticapitalismo. (1999:39)

En este contexto, es explícita la insistencia en la justicia social, a la cual el lenguaje suma desde su capacidad de interpelar las formas en que estamos y somos socialmente. En este escenario las LEO adquieren además un carácter performativo donde se ejercen actos de resistencia social que aluden a la dignidad, que se vinculan con la vida y las posibilidades que en la palabra recaen para interpelar, dialogar y buscar formas de transitar socialmente.

En este sentido, el lenguaje y los estratos de la lectura esgrimen una urdimbre donde hay lugar común para el encuentro, somos en cuanto el lenguaje nos va permitiendo significar y construir la realidad social, tal vez sea por ello que en él radica la posibilidad no simplemente de comunicarnos, sino también de reformular los modos en que somos y estamos, de generar espacios de debate amplio, de convocar movilizaciones, de narrar con el cuerpo, de resistirse a un despojo violento de la palabra, “las palabras y su efecto performativo son un espacio de resistencia y confrontación política en el interior de los discursos dominantes” (Butler 1997:13).

El lenguaje como dispositivo activa mecanismos que involucran la palabra, la juntanza, las instituciones, las organizaciones y por supuesto los sujetos, si bien no nos detenemos a diario a reflexionar sobre este, a escuchar nuestra palabra y escasamente percibimos la de los demás este siempre permanece, nos habita y constituye como sujetos sentipensantes, no solo nos permite interpelar a otras sino a nosotras mismas, y una de las principales acciones que implica en primera persona es la pregunta por cómo podemos y debemos hacer de este un mejor lugar para ser y estar.

La palabra en un escenario de democracia radical invita a la vida, poniendo en primera línea los derechos humanos, preguntándose por un enfoque igualitario, por el valor de la vida, por el cómo hacer de la palabra un acto de resistencia a favor de la dignidad.

CONCLUSIONES

Retomando la perspectiva de Escobar (2016) y más que conclusiones, puntos de llegada iniciales, para seguir preguntándonos cómo el lenguaje nos hace comunidad, cierro con algunas ideas que destacan la condición comunal de la palabra.

La palabra como tecnología de poder tiene una intencionalidad permanente de encuentro con la otra y de aportar al tejido social mediante la escucha y el diálogo.

Una perspectiva comunal de la palabra que camina hacia la justicia social se desarrolla alrededor de lo originario, involucra además de memorias nacionales y de la cultura escrita, memorias subterráneas y subalternas y la cultura oral, de modo que el reconocimiento de la otredad acontece en función de la descentralización de una única historia y de un recurso hegemónico centrado con el código alfanumérico.

El lenguaje como dispositivo cultural alrededor de las tensiones entre poder, saber y subjetividad defiende y tramita derechos colectivos antes que derechos individuales, en tanto la palabra es una tecnología a partir de la cual se tramitan y convocan acciones colectivas.

El encuentro de las LEO con actividades de mediación ocurre en escenarios donde prima lo colectivo y aporta a la constitución de proyectos de sociedad que privilegian el estrato ideológico alrededor de lenguajes críticos y anticoloniales de la lectura.

La urdimbre lectora constituye un entramado común que, si bien aporta desde la individualidad, teje un proyecto comunal que reconoce a la palabra como una tecnología para la vida.

El lenguaje como artilugio que nos hace comunidad es una afirmación que proyecta formas de trabajo alrededor de lo colectivo en defensa de la vida y la dignidad

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Recibido: 19 de Octubre de 2021; Aprobado: 04 de Febrero de 2022

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