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Revista Chakiñan de Ciencias Sociales y Humanidades

versão On-line ISSN 2550-6722

Revista Chakiñan  no.7 Riobamba Jan./Abr. 2019

 

Artículo de revisión

“LOS DOMINADOS Y EL ARTE DE LA RESISTENCIA”. UNA RESEÑA DE JAMES C, SCOTT

“DOMINATION AND THE ARTS OF RESISTANCE”. A REVIEW OF JAMES C. SCOTT

1 Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Maestría de Investigación en Ciencias Políticas, Ecuador, email: glvallefl@flacso.edu.ec


Resumen:

La acción colectiva en episodios de dominación pura es una actividad natural de los sujetos dominados en el escenario público. Este trabajo es una discusión teórica a la obra “Los dominados y el arte de la resistencia” de James Scott. El objetivo es examinar las categorías analíticas y herramientas metodológicas utilizadas por el autor en la lectura de las sociedades subalternas y su relación con los grupos dominantes. Los hallazgos se fundamentaron en cinco categorías desarrolladas a través del análisis documental e informativo. El papel del Estado, los discursos, la ideología, infrapolítica y cultura se rescataron en la obra de Scott. El principal resultado es una innovadora literatura para el estudio de la dominación como proceso político a través de micro eventos, desde la mirada de los dominados. Finalmente se concluye con sugerencias para nuevas agendas de investigación que apliquen este enfoque teórico.

Palabras clave: Acción colectiva; discurso; dominación; infrapolítica; resistencia

Abstract:

Collective action in pure domination episodes is a natural activity of the dominated subjects in a public scenery. This review reaises a theoretical discussion about the James Scott’s work: “Domination an the Art of Resistance”, The objective is to review the analytical categories and methodological tools used by the author in the comprehension of subaltern societies and their relationship with dominant groups. Findings were based on five categories developed through the documentary and informative analysis. The role of the state, discourses, ideology, infrapolitics and culture are the main references in Scott’s work. The first result is an innovative literature to study domination as a political process through events from dominant’s perpective. Finally, it concludes with a brief review of the strengths and weaknesses of this theoretical and methodological approach.

Keywords: collective action; discourse; domination; infrapolitics; resistance

INTRODUCCIÓN

Las configuraciones desiguales de la sociedad han contribuido a la presencia de opresores y oprimidos a lo largo de la historia del ser humano. Este comportamiento desarrolló una trayectoria naturalizada de las asimetrías en el mundo inclusive con la presencia del Estado. El auge de los estudios de dominación evidenció las relaciones de poder entre dominantes y dominados. Desde Gramsci hasta Bourdieu han discutido sobre el tema contraponiendo conceptos y definiendo el papel que cada sujeto desarrolla en momentos de beligerancia y de paz (Gramsci 1981; Bourdie 1997).

La primera preocupación de los estudios de la dominación fue detectar la configuración de las relaciones de dominación (Gramsci 1981). Luego, los teóricos usaron los escenarios de conflictos como una forma de romper con la dominación (Tilly 1998) o como un proceso de pactos sucesivos que en momentos de conflicto permiten solucionar demandas manteniendo estables las configuraciones socio estatales (Brachet 2001). De esta forma nace la concepción de la dominación como proceso político de largo alcance. Sin embargo, los estudios de las relaciones socio estatales dominantes descuidaron el papel que el sujeto ha desarrollado en escenarios de resistencia.

En este gran marco, surge una corriente innovadora que entiende la dialéctica de la dominación en una alternancia constante de sumisión y consentimiento. James Scott es uno de los referentes más importantes en este abordaje teórico y metodológico. Su estudio sobre el arte de la resistencia sostiene que la sumisión es una estrategia en contra de los órganos hegemónicos, mientras se produce la efervescencia de la revolución.

Esta entrada teórica profundiza la lectura sobre la capacidad de los dominados para generar discursos privados que contrapongan al público en momentos de sumisión. Esta innovación rompe con la visión tradicional gramsciana, cuyo estudio descuida esta etapa de la acción colectiva, preocupándose principalmente en los dominantes.

El trabajo cuestiona cuáles son los principales aportes del texto Los dominados y el arte de la resistencia para el estudio sobre la dominación. Para el efecto, examina cinco categorías analíticas y las herramientas metodológicas planteadas por el autor para el análisis de la resistencia a través de micro eventos.

METODOLOGÍA

El artículo de discusión teórica es el resultado de un estudio cualitativo que permite el acceso y sistematización de las principales observaciones teóricas con que contribuye James Scott, en la obra Los dominados y el arte de la resistencia. Una de las principales bondades de este tipo de análisis es la flexibilidad en el desarrollo de categorías. Las técnicas usadas son el análisis documental e informativo.

El análisis documental se efectuó a partir de un examen científico de la información contenida en el texto, accediendo de forma analítica a la contribución de nuevos aportes teóricos o metodológicos surgidos del original (Dulzaides & Molina 2004). El análisis de la información desarrollado a través de la definición de cinco categorías que sirvieron para la revisión del texto: el Estado, los discursos, la infrapolítica, la ideología y la cultura.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

James Scott discute la visión gramsciana del consentimiento y la sumisión de los subordinados, así como la configuración de las relaciones de poder. Al autor le preocupa el dilema de la acción colectiva en escenarios de dominación total o poder puro, que seguidores de la hegemonía gramsciana obviaron en su análisis. La pregunta central de su trabajo es cómo entender las relaciones de poder entre los dominantes y los subordinados, cuando los últimos carecen de él. En definitiva, su interés se localiza en comprender cómo los dominados ofrecen resistencia sin desafiar revolucionariamente al poder.

El texto Los dominados y el arte de la resistencia, es una lectura antropológica de grupos campesinos en Malasia, los que, sin lograr una verdadera revolución, mantienen una constante correlación de fuerzas políticas con grupos dominantes. En este escenario el autor, observa como los campesinos se encuentran dominados sin necesidad de aceptarlo por completo. Scott expone que las sociedades aparentaban entregar su consentimiento mientras desarrollaban escenarios de boicot contra los dominantes.

El “atascamiento de máquinas e incendios de campos de cultivo” (Rajchenberg 2015: 50) eran estrategias usadas por los dominados para mostrar su inconformidad sin ser descubiertos. En definitiva, la interpretación de Scott explora los procesos históricos para identificar los actores y las relaciones que se configuran en los que se supondría el discurso hegemónico dominaría la escena.

El autor reconoce la existencia de una sociedad dominada que se conforma con el mensaje dominante y asume esta identidad sin estar de acuerdo con ella. Los dominados mantienen relaciones de subordinación con grupos dominantes; estos últimos no ejercen una coerción directa porque consideran tener el consentimiento de los dominados (Scott 1990: 97-98).

Las relaciones de poder no se forjan -como el marxismo lo ha estudiado- en virtud de las relaciones de producción del proletario y el dueño del capital sino en función de una constante repetición de “explotación y degradación, que no solo surgen de la apropiación material, sino (…) de la sistemática humillación personal que caracteriza la explotación” (Silva 2007: 151).

Las relaciones de poder no sólo se desarrollan en el mundo de lo público, el campo político traspasa toda dimensión de la vida de dominados y dominantes. Las hazañas, los cánticos, los chistes entre otras tradiciones posicionan un discurso oculto, creado por los dominados como sublevación tácita a los órdenes hegemónicos conocidos, en definitiva, a la forma como perciben la realidad social. Los dominados usan el lenguaje propio de la vida cotidiana para permear al discurso público, cuando no es posible responder mediante episodios de protesta o rebelión.

Scott discute con Gramsci su lectura de las relaciones de poder a partir de dos aproximaciones de la falsa conciencia. La primera postula que los dominantes convencen a los dominados a través de la desesperanza, la resignación y la incertidumbre, por lo tanto el dominado cree que el orden social es inevitable y lo naturaliza. La segunda aproximación plantea que el dominado rutiniza su actitud ante el dominante en escenarios de poder puro. Los dominados entregan su consentimiento en la esfera pública configurando escenarios de hegemonía pura.

James Scott critica la primera aproximación pues “los dominados son capaces de ejecutar actos revolucionarios” (Scott 1990: 103-104) que generen conflictos sociales y protestas. El grupo dominado genera discursos ocultos colectivos con dos objetivos. El primer fin consiste en crear “bases ideológicas” (Scott 1990: 107) para futuras movilizaciones que reviertan la idea dominante del orden social (Scott 1990:108). El segundo objetivo impulsar procesos constantes de generación de nuevos discursos.

La posibilidad de la “hegemonía completa o una falsa conciencia entre los subordinados”, no existe en James Scott (Tarrés 2001: 858). Los dominados crean escenarios donde imaginan jerarquías invertidas, esto es resistir. Los recursos políticos no son el objetivo final de la resistencia, es una lucha por los significados. “La resistencia no consiste en la obtención de recursos políticos; es una lucha en la que se disputan los significados en el campo de la cultura” (Tarrés 2001: 859). El valor que un dominado confiere a sus tradiciones no es el mismo que los dominantes.

La crítica al segundo postulado que recaba Scott está en la concepción que los dominados no tienen espacio para la acción colectiva en espacios de dominación pura. El estudio de la hegemonía clásica se conformaría con esta categoría; sin embargo, para James Scott no es suficiente. El autor mantiene la división de dominantes-dominados como vínculo relacional de dominación-sumisión que esconde un telón que impide ver la realidad.

Los dominados siempre generan espacios de reclamo y oposición al discurso dominante; adquieren un carácter estratégico cuando no pueden rebelarse. El grupo dominado construye espacios privados en los que generan un discurso oculto que se manifiesta como subcultura de la públicamente conocida. Esto caracteriza el trabajo de Scott como la política del disfraz, para él la falsa conciencia marxista y gramsciana no existe.

El papel del Estado en Scott

En su libro “The Art of not Being Governed” (Scott 2009: 29) expresa su postura anarquista diciendo que las “sociedades no tienen Estado”. Esta producción científica de Scott plantea un escenario desde la visión de los dominados. El autor reconoce en los grupos subalternos la capacidad de interpretar la realidad y calcular por una parte el momento adecuado para la acción; y por otro, la estrategia a usar en la búsqueda del resultado planteado. El régimen político define y delimita el campo en el que se desarrolla la lucha.

Desde la perspectiva de James Scott, el papel del Estado es menor, en este estudio de las sociedades del Sudeste de Asia. En su mirada antropológica política está el análisis de las comunidades que han logrado sobrevivir a la presencia del Estado manteniendo constantes desafíos con prácticas propias como el uso de expresiones culturales y el lenguaje. El poder del Estado de influir en la cultura se ve opacada por la capacidad de los dominados de generar modos de ver la realidad.

Los dominantes también generan su propio discurso que se moldea constantemente para abarcar toda la sociedad. Los dos discursos mantienen un vínculo diferenciado en la esfera de lo público. El discurso dominante engloba todo el espacio, mientras que el discurso de los grupos dominados interpela intermitentemente los espacios que no cubren los dominantes. Esta intermitencia está determinada por la capacidad estratégica de los individuos dominados y por su capacidad de adecuar constantemente su lenguaje al discurso oculto al escenario político vigente. El Estado es el espacio en el que se desarrolla el discurso público de las relaciones de poder, lo que interesa no es su presencia sino la forma de configuración de las relaciones.

Los discursos de Scott

En Los dominados y el arte de la resistencia existen dos discursos uno público y el del otro. El discurso del otro, se trata del oculto generado por dominantes y dominados. “

Uno y otro discurso transcurren en espacios distintos, pero no herméticos

” (Rajchenberg 2015:51). La porosidad de los discursos en el escenario público depende del régimen político instaurado. Es el régimen el que determina la estrategia y la frontera de los lenguajes usados.

La importancia del discurso para Scott se resume:

“…comparando el discurso oculto de los débiles con el de los poderosos, y ambos con el discurso público de las relaciones de poder, accedemos a una manera fundamentalmente distinta de entender el poder y la política”

( Scott 1990: 21).

El discurso público es “específico de un espacio social determinado y de un conjunto dado de actores, contiene actos del lenguaje y una vasta gama de prácticas sociales” (Lutz 2002 :337). La comparación entre los discursos ocultos de débiles/dominadores y su confrontación con el discurso público es útil para entender las relaciones de dominación-frustración. El discurso oculto de los subalternos alimenta e informa la práctica de la resistencia. Los dominados definen la realidad social y las formas que adoptarán las sociedades dominadas para mantener la relación de dominación y plantear la resistencia.

El discurso de los dominantes rutiniza la relación desigual entre unos y otros, alimentando constantemente el discurso público, legitiman su posición en el orden social. La rutinización consiste

“a veces en la construcción y siempre en la aplicación de reglas de etiqueta, que imponen dominantes y dominados”

(Lutz 2002 : 340). Así también los dominantes otorgan trato diferenciado a los subordinados buscando fraccionar su propia configuración. Los grupos dominantes encuentran personajes claves

“ubicados en las fronteras de los universos sociales”

(Lutz 2002 : 340).

Para Scott los dominados y dominantes no se definen en función de las relaciones de producción-explotación (lectura marxista de las relaciones de poder) solamente. El desarrollo de un discurso propio configura y produce constantemente las relaciones de poder. La lectura de Scott de los discursos ocultos plantea la discusión con las tendencias hegemónicas que procuraron el análisis de los grupos dominados, olvidándose del papel que los dominados fungen en estas relaciones de poder. Scott usa criterios foucaultianos sobre el discurso y su capacidad de reversibilidad como táctica de los dominados. El discurso dominante no llena por si solo el espacio de lo público aún en escenario de dominación pura. Los dominados, con su peculiar característica de sujetos estratégicos, pueden -sin hacerse visibles- ofrecer resistencia al discurso de lo público usando el dominante como su arma.

Para graficar la lectura de Scott entenderé el espacio de lo público como el planeta Tierra y sus diferentes movimientos. En el núcleo se encuentran las relaciones de poder determinadas por el discurso de lo público que determina la ubicación y la forma en la que se configura las órbitas en las que se mueven los discursos ocultos de los dominados y los dominantes. El discurso de lo público asemeja al movimiento de traslación de la Tierra, se mantiene perenne y cambia poco aunque no es inmóvil tiende a naturalizar las relaciones de dominación.

El discurso oculto de los dominados genera pequeños movimientos oscilatorios, semejantes al bamboleo de Chandler en los que se interpela el discurso de los dominantes y transgrede con sus reclamos en instantes de dominación puro. Este movimiento afina el camino para las revoluciones cuando el escenario se lo permita. Los espacios de revolución asemejarían a los movimientos de precesión que se producen luego de movimientos telúricos. En este sentido se podría entender la efervescencia del discurso oculto.

La ideología y las funciones del discurso

En James Scott, los cambios en los regímenes políticos se entienden a través de los discursos ocultos de los desposeídos cuando estos se contraponen a los sistemas naturalizados de dominación. La ideología produce estabilidad social. Esta estabilidad es encomiable y permite la perpetuación de la explotación fundada en la división de clases.

En definitiva, el discurso oculto eleva una corriente ideología resultado de la acumulación de actores y cuyo fin es luchar por el espacio simbólico en disputa. El discurso juega un papel trascendental porque define, construye y reconstruye identidades tanto de dominados como de dominantes.

Scott comprende que la elaboración del discurso público es una forma especial de dominación.

“Los dominantes imponen las fórmulas de apelación, los modales, los niveles de lenguaje, los códigos de la comida, vestuario y baño, los gustos culturales, quién habla primero y quién da paso a quién”

(Scott 1990:133). Los dominados contraponen un orden hegemónico a través de su propio lenguaje, interpelan el orden social establecido en la búsqueda por la ruptura del status quo.

En determinados escenarios las interacciones entre dominantes y dominados se determinan entre la coerción y el poder; las revoluciones o la intimidación, y la aplicación de mecanismos que configuran la voluntad y el conformismo de los subordinados. En este marco los dominados adquieren estrategias para crear un discurso oculto que interpela al que crea el grupo dominante. El dilema de la acción colectiva, enunciado al inicio de este ensayo, entiende que en escenarios en los que no hay espacio para la revolución, la resistencia del grupo marginado es natural e inmediata pero no como un proyecto común sino como una actitud estratégica.

Cuando los dominantes amenazan a la autonomía de los espacios de los dominados se encuentra un elemento configurativo de la acción colectiva. Las revoluciones se producen por las suma de “quiebres políticos” (Tarrés 2001: 859) que se configuran cuando los grupos dominantes pretenden clausurar el discurso oculto de los subalternos. La “osadía de aquellos que triunfan en sus primeros actos públicos de rebeldía frente al poder, serán vistas (…) como una señal de debilidad del poder” (Silva 2007: 156). La resistencia genera siempre una contra ideología cuyo fin es generar un sistema de defensa de identidad de los dominados.

Scott en su trabajo Los dominados y el arte de la resistencia usa las categorías de Bourdieu (1997); cuando establece que el campo en el que juegan dominados y dominadores está determinado por las reglas que se han de seguir, por las estrategias que han de tomar cada uno. La configuración de todos los elementos diseña el tipo de lucha que se llevará a cabo.

En este marco, se entiende las estrategias de cada actor en el juego por acaparar el capital simbólico, que en efecto es el que prevalece ante otros capitales. Los dominados en su discurso oculto compiten por la apropiación de los símbolos que configura su identidad de autonomía y dignidad. En sus palabras: “Yo postulo que a los grupos que carecen de poder les interesa, mientras no recurren a una verdadera rebelión, conspirar para reforzar las apariencias hegemónicas” (Scott 1990: 21).

La resistencia es la materialización de la naturaleza estratégica de los dominados cuando no hay espacio para la revolución. Los boicots y los actos lingüísticos son las formas cotidianas de resistencia. La cotidianidad implica que los hombres resisten siempre a la dominación o poder duro, sin embargo esta resistencia puede ser notoria u oculta. La estrategia de lo oculto les permite disminuir los costos de sus actos y calcular el momento exacto para increpar públicamente el orden social establecido por los grupos dominantes.

James Scott entiende que los sujetos libres manifiestan pública o sigilosamente su descontento hacia el discurso público que configura las relaciones de dominación. En este sentido, Scott es postmodernista ya que reconoce el valor de la libertad individual (Henríquez & España 2004 :15). La característica calculadora del dominado es posible ya que no posee “proyectos políticos en común”.

No se trata de un conglomerado social unido por la defensa de sus derechos. El dominado hace una lectura inteligente de las oportunidades y detecta los quiebres políticos para formar parte o no de actos colectivos. Esta lectura de Scott se asemeja la de E.P Thompson cuando analiza los contextos históricos procesuales presentes en la acción colectiva.

La naturaleza estratégica de los dominados es útil para entender el “continuum de la resistencia” ((Henríquez & España 2004 : 8). Para Scott los actos revolucionarios responden a un proceso que no es espontáneo, a un continuo ejercicio de resistencia. Los dominados despliegan todos sus repertorios de protesta cuando interponen su discurso oculto a la esfera pública. Los dominantes, por su parte, “nunca controlan toda la escena pero logran imponer sus deseos” ((Henríquez & España 2004 : 9).

Los dominados actúan conforme el guion fijado por el dominante cuando no le queda más remedio respeta las reglas fijadas, mientras crea discursos ocultos que son capaces de mostrar su indignación. Cuando distinguen opciones de irrumpir en el espacio público optimizan sus recursos e interpelan mediante actos revolucionarios.

El papel del discurso es fundamental para optimizar los recursos a utilizar en escenarios de resistencia o de revolución. El paso entre un escenario y el otro es la confrontación abierta entre el discurso oculto con el público, allí se desafía directamente el poder. En tanto no hay espacio para la acción, existe “una disidencia ideológica que se expresa en prácticas dirigidas a renegociar discretamente las relaciones de poder” (Lutz 2002 :338).

La infrapolítica

En una lectura foucaultiana de Scott, las relaciones de dominación no están dadas naturalmente. Los acontecimientos no tienen una conexión lineal con las relaciones sociales ( Foucault 1991); siempre hay entre ellos una relación causal que adopta distintas formas. La morfología de esta relación depende del esquema de lectura de la realidad social. Scott reajusta la visión hegemónica de la realidad otorgándole mayor valor a los dominados. La infrapolítica es un espacio de creatividad y cultura de los sectores populares (Tarrés 2001).

La infrapolítica es la “vida política de los subordinados”, es encubierta y está condicionada por el desarrollo de la habilidad de los dominados de crear a partir de su propia voz una lectura de la realidad social. Se define “a partir de los estrechos límites de la carencia o de la marginación, sin referirse a su posición en las relaciones de dominación” (Tarrés 2001: 859).

Esta concepción agrupa a varios actores sociales sin que la relación se determine por factores de producción, genera otros tipos de vínculos que no necesariamente se definen por la clase social a la que pertenecen. Foucault (1979) diría que no existen relaciones de poder sin resistencia. El arte de la resistencia no se planifica ni premedita, es una manifestación natural de los sujetos dominados en busca de su autonomía y dignidad.

James Scott “recupera el concepto de infrapolítica de Maurice Agulhon” (Rajchenberg 2015: 53). Su definición se divide en dos secciones. La primera aproximación es económica se refiere al carácter discreto del conflicto político, por ello su prefijo infra. La segunda

“concierne a los cimientos culturales y estructurales de la acción política”

(Scott 1990:217). Por lo tanto, para Scott

“no existe resistencia vociferante sin resistencia disfrazada”

(Rajchenberg 2015 :53) bajo las prácticas discursivas ocultas se germina la acción colectiva.

La dualidad de la cultura

La cultura configura el espacio de la dominación y la resistencia donde sus actores buscan en el lenguaje, herramientas para mantener sus identidades. El mundo de lo político no engloba el concepto de la política. Scott esboza otros espacios de la vida privada de los dominados en donde se producen la infrapolítica. Confiere a los dominados una identidad estratégica que calcula y decide cuando actuar irrumpiendo en el poder o permear desde su vida privada hacia lo público con un mensaje oculto en sus tradiciones. Los dominados pueden consentir públicamente la dominación, pero irrumpen desde sus relaciones entre similares.

La dualidad de la cultura refiere al proceso de construcción de cultura popular que efectúa los dominados en contraste con la que efectúan los grupos elitistas. La primera configura una visión de resistencia al margen del poder, y la segunda un espejismo de dominación consensual. La cultura es el campo de lucha por acaparar los significados.

Ante la ausencia de posibilidades para la acción colectiva la lucha es discursiva. El discurso de los dominados configura su identidad y la forma específica de resistencia que ofrecen al discurso de los grupos dominantes. La identidad toma los rasgos positivos de los subordinados para convertirlos en significados de autonomía y dignidad. El lenguaje es fundamental para la configuración del discurso y por tanto la cultura.

La realidad social, en James Scott, es un producto de la cultura, que se define por el proceso de captación y creación del campo simbólico por lo tanto no es una entidad preexistente y determinada. Scott identifica que en el mundo social hay subculturas que están en constante construcción, reconstrucción y singularización. Su objetivo es permear al espacio de lo público a través del discurso.

Estas dos subculturas están compuestas por las de las clases subalternas y dominantes. El papel de cada una de ellas es acaparar la mayor cantidad de espacio y de sujetos que se reconozcan en sus discursos. En este sentido, Scott aporta a la literatura entendiendo la capacidad de los dominados de generar su propia identidad no en función de la clase a la que pertenece el sujeto, sino en virtud del vínculo afectivo que genera la suma a lo colectivo.

Observaciones metodológicas

James Scott rompe las interpretaciones tradicionales de los movimientos campesinos que observaban solo los momentos de agitación y crisis sociales. El autor investiga lo que sucede en escenarios de calma donde la revolución se encuentra en efervescencia. La preocupación de Scott por los micros eventos configura el tipo de análisis de los fenómenos en un ejercicio constante de retroducción.

Los pequeños escenarios en los que, aunque el dominante tenga el guion los dominados son capaces de alterar las escenas sin el uso exclusivo de la violencia. Este tipo de estudio lo distingue de la corriente gramsciana de la hegemonía, donde los macro eventos configuran la realidad social. Por ello discute Scott la idea del consentimiento como eje fundamental de la hegemonía.

En la recolección de datos, Scott hace un despliegue de herramientas de la antropología. Hay en su trabajo técnicas como la observación, la revisión de literatura, narraciones y análisis de archivos. Retoma narraciones orales que son inteligentemente escogidas a partir de su objeto de estudio.

El uso de estas herramientas le permite refutar trabajos previos sobre la dominación desde su formación en Ciencia Política. Él establece una discusión sobre la verdad desde los enfoques de la percepción de la realidad. La lectura de los dominados desde la infracultura y el discurso oculto ubica al autor desde otro ángulo de la historia.

Una limitación de su trabajo es el análisis es el estudio de sociedades en momentos de revolución, en su defensa Scott plantea que los estudios de ideología son históricos, es decir de largo plazo. James Scott, sin ser historiador, configura un análisis en el que el contexto tiene un peso fundamental.

No se puede entender la acción colectiva como un proceso que fluye naturalmente, existen pequeños eventos que la componen. Para el autor los procesos revolucionarios se configuran a partir de largos períodos de resistencia. Su sugerencia para el estudio de procesos de dominación precisa buscar en las micro-relaciones, procesos de quiebres políticos que generan a largo proceso, actos revolucionarios.

El análisis de la infrapolítica resulta una herramienta teórica y metodológica útil para entender procesos de “deslegitimación de los sistemas de dominación” (Tarrés 2001: 859). En escenarios hegemónicos se ha dejado por fuera el papel que juegan los dominados. La labor de todo investigador es mirar desde todos los espacios sociales como se configuran las relaciones de poder.

Su lectura de lo individual a lo colectivo puede confundirse con aproximaciones individualistas, pero desde su punto de vista no existe resistencia sin la agregación del sujeto en lo colectivo. Este error puede ser común si no se entiende la intencionalidad de Scott de dar voz a los que no pueden hablar.

El autor entiende que la acción colectiva no es un escenario dado y tampoco se constituye en una suma de voluntades. Para él, la acción colectiva germina en escenarios de desigualdad que configuran procesos de construcción de identidad que pueden documentarse y observarse hasta en momentos de dominación pura.

CONCLUSIONES

El desarrollo teórico analítico de James Scott, combina elementos de la Antropología, la Historia y la Ciencia Política, en el estudio de la dominación como un proceso sociopolítico compuesto de micro eventos. Uno de los principales aportes de Scott es su lectura de la dominación pacífica o violenta a partir de micro escenarios de resistencia.

La efervescencia de la acción social surge de pequeños símbolos de los dominados que interpelan a los dominantes. Estas acciones pasivas o activas alimentan la acción colectiva desde la escena privada permeando a lo público, frases como: “Cuando el señor pasa, el campesino sabio hace una gran reverencia y silenciosamente se echa un pedo” (Scott 1990: 9), abundan en el estudio de Scott. El análisis de leyendas, hazañas, cánticos y otras manifestaciones culturales es usado como evidencia de procesos políticos partiendo de la relación entre lo micro a lo macro.

Las relaciones de poder se leen bajo el criterio de explotación y degradación. Este hallazgo contribuye en el estudio de la dominación que corrientes cercanas a Gramsci y Marx olvidaron. Los grupos campesinos no se incluyeron antes en el estudio, como en el texto de Scott; en el que se reconoce su capacidad estratégica de resistir mientras usan un disfraz de sumisión. Sociedades latinoamericanas brindarían condiciones para futuros estudios de casos, principalmente en pueblos originarios, donde el Estado no logra permear y mantienen su administración propia.

Scott clarifica que cada historia y teoría posee dos caras. La resistencia de los dominados frente a las posturas hegemónicas se ha estudiado desde macro o micro eventos, generando resultados diferentes. El análisis de los discursos como herramienta antropológica de investigación en procesos políticos es un hallazgo de Scott en los estudios de dominación en escenarios de sumisión.

La presencia de más de un discurso obliga a razonar sobre el papel que dominados y dominantes desarrollan en la construcción del discurso público. La lectura de largo alcance en el continuum de la resistencia y la acción colectiva efectuada por Scott contribuye al desarrollo de una nueva literatura preocupada por el uso del lenguaje y su significado.

El análisis de los procesos de generación de identidad podría ser un ítem por reforzar en el trabajo de Scott. El papel del Estado también se ve reducido, ello plantea una nueva agenda de investigación en sociedades donde el Estado es protagonista de discursos hegemónicos y totalizantes. Una vez solventados estos problemas la utilidad de esta investigación se centra en las convulsiones violentas en momentos de agitación de las sociedades dominadas.

Nuevos trabajos sobre sociedades campesinas y grupos originarios, como el caso de los indígenas de los Andes, colaborarían en el fortalecimiento de la corriente teórica y metodológica propuesta por Scott. El estudio de casos que contribuyan a la revisión de procesos de acción colectiva ampliando el corte temporal debería plantearse como un objetivo central en la agenda de nuevos investigadores

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Recibido: 25 de Abril de 2018; Aprobado: 08 de Agosto de 2018

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