Introducción
Los ámbitos de la comunicación y del periodismo se han visto inmersos en un nuevo escenario digital que alteró la forma de producción y de acceso a la información. Como sentencia Agarwal (2020) “La transformación digital implica un cambio de mentalidad, actitudes y cultura” (p. 9) reestructurando las manera de entender la cotidianeidad. En este contexto numerosos pensadores acuñaron teorías y conceptos para intentar explicar la nueva realidad. Desde los aportes de Castells (1998) con su sociedad de redes; la mediamorfosis de Fidler (1997); la convergencia cultural de Jenkins (2006) aplicada por Islas-Carmona (2009); las hipermediaciones de Scolari (2008) y la modernidad líquida de Bauman (2013).
El periodismo tradicional se vio afectado por tales fenómenos y se adaptó lo digital para llegar a nuevos públicos. El informe del Instituto Reuters refuerza este panorama: lo digital “no tendrá que ver sólo con los sitios webs y las aplicaciones móviles, sino también, cada vez más con expresar el periodismo en muchos canales, incluyendo correo electrónico, podcast y vídeo online” (Newman, 2021, p, 35). Es así como la actividad periodística se ha acercado a las redes sociales, aumentando la utilización de Instagram por sobre Facebook (Fiallos et al., 2018 y Mañas-Viniegra et al., 2019).
Su sencillez y su popularidad las han transformado en herramientas que sobrepasan el simple canal de comunicación, convirtiéndolas en nichos de exposición que se explotan en beneficio personal o corporativo. Sin importar la referencialidad (visual o textual) permiten compartir publicaciones, crear interacciones mediante los ‘Me gusta’, los comentarios, ofreciendo la posibilidad de compartir contenido y seguir a otros usuarios. En ellas se genera un ‘fast content’.
En el escenario actual dominado por la polución icónica de Fontcuberta (2011), la lógica de la agenda mediática y de la teoría del encuadre tienden a generar y (re)producir representaciones sociales (Castoriadis, 2007). De allí que el presente trabajo investigue cómo se han (re)producido la información cultural y patrimonial en tres diarios digitales españoles (El País, El Mundo y 20 Minutos) en las redes sociales Facebook, Twitter e Instagram.
Periodismo en línea y transmedia
Las redes sociales incentivan el escenario virtual en donde se disputa parte de la batalla de la industria de los Medios Masivos de Comunicación (MMC) (Longhi-Heredia & Quezada-Tello, 2021). La prensa escrita que analizaba el nivel de consumo en base a índices de lecturas y de audiencia ha mutado hacia el ciberperiodismo que computa su alcance en función al número de visitas, o del número de suscriptores Premium, entre otras estrategias digitales. Estas nuevas prácticas culturales han evolucionado conforme al avance de la tecnología y de las aplicaciones móviles. Actualmente su consumo es evaluado por el engagement (compromiso) y el nivel de interacción de los followers (seguidores) de un determinado perfil. Aquí es dónde se debe intervenir para comprender como se comunican, (re)presentan y consumen las noticias en las redes, ya que como indica Castells (1998) el contenido producido en ellas obedece a intereses compartidos (Renó et al., 2014).
Los consumidores por su parte tienen la posibilidad de “intervenir en las discusiones de los contenidos, lo que trae como resultado la interactividad” (Renó & Flores, 2018, p. 10) de la narrativa transmedia periodística, la cual:
Contempla al mismo tiempo, distintos medios, con diversos lenguajes y narrativas a partir de muchos medios dirigidos a diferentes usuarios … se adoptan recursos audiovisuales, interactivos y de movilidad y su difusión a partir de distintos medios, como blogs y las redes sociales. (Renó & Flores, 2018, p. 11).
El periodismo digital emplea la narrativa transmedia multimedial e hipertextual descripta por Salaverría (2005) buscando “la participación de la audiencia con sus comentarios o redifusiones a través de las redes sociales, que generan un modelo de consumo … proactivo” (Peñafiel-Sáiz, 2016, p. 163). De manera general, la modernidad líquida de Bauman (2013) y la interactividad textual del transmedia (Jenkins, 2006 y Scolari, 2013) ayudan a comprender el periodismo actual en cuyo campo aparecen los prosumers (prosumidores). Como sentenciaba Gillmor (2005) “la línea divisoria entre productores y consumidores quedará inexistente provocando alteraciones, que solo ahora comenzaremos a entrever, en los papeles de cada uno en los grupos” (p. 15). El engagement cobra importancia porque el público-meta se expande. En términos de Casero-Ripollés (2012) el objetivo del nuevo periodismo es atraer a los nativos digitales.
La construcción de la narrativa digital evolucionó e incorporó dinámicas y lenguajes más atrayentes que según Peñafiel-Sáiz (2016) contribuyeron “a la comprensión global de la historia como un nuevo relato .... hibridación de lenguajes y convergencia tecnológica” (p. 163). De allí el interés en hacer periodismo desde Twitter por ejemplo (Hermida, 2010; Hine, 2020; Houston et al., 2020; Larsson & Hallvard, 2015; Marenet, 2013; Oeldorf-Hirsch et al., 2020; Santos-Silva, 2019 y Zhang & Ho, 2020), o desde Facebook e Instagram con un interés menor (Salaverría, 2019).
Patrimonio, cultura y periodismo digital
Según Bednarek (2016) “el intercambio de noticias a través de redes sociales es ahora una parte importante del uso generalizado de los medios en línea … y producción del periodismo” (p. 227). Cada vez más los investigadores se interesan en estudiar estas representaciones. Las temáticas culturales y patrimoniales no escaparon a tal eclosión. Ejemplo de ello son los trabajos de Longhi-Heredia & Quezada-Tello (2021) que abordan desde la prensa el patrimonio desde Instagram, o las implicancias transmedia en proyectos periodísticos (Quezada-Tello & Longhi-Heredia, 2021). El fenómeno también aborda eventos patrimoniales a gran escala desde diferentes disciplinas (Cardoso & Brites, 2017; Gift et al., 2018; Huete-Alcocer & Valero-Tévar, 2021; Liew & Pang, 2015 y Marulli et al., 2015), así como la implicación de la audiencia y periodistas con el patrimonio (Maniou, 2021; Millington & Wilson, 2010 y Smith, 2013).
Metodología
Cualitativamente este estudio de caso es el método más conveniente para desarrollar cuestiones con escaso grado de control sobre un tema relativamente actual (Escudero-Macluf et al., 2008). La técnica permite desde el periodismo digital entender como una temática es abordada por diferentes MMC, a través de diferentes plataformas. El estudio se complementa con la estadística descriptiva y el análisis de contenido cuantitativo de (nº: 5109) publicaciones de Twitter, Facebook e Instagram, en base a un muestreo no probabilístico por conveniencia.
La selección de los diarios El País, El Mundo y 20 Minutos se definió en base a los periódicos más leídos en el ámbito nacional español. En 2020 El País fue el medio escrito más consultado en España (23% visitas semanales), seguido por El Mundo (18%) y el 20 Minutos (17%) (Newman et al., 2020). La muestra comprendió un período de siete días (del 16 de noviembre al 22 de noviembre 2020), contando la agenda cultural con la presencia del día internacional del Patrimonio Cultural (el 16 de noviembre).
Se sistematizó la información recabada (nº =5109 posts) y se cuantificó la información en categorías y subcategorías (Ver Tabla 1). Siguiendo los preceptos de Hérnandez-Sampieri et al. (2010) se realizó un análisis estadístico.
Tras la primera codificación se seleccionaron las publicaciones patrimoniales (nº: 129) aplicándose las estrategias de Pratten (2011) para el diseño de la narrativa transmedia:
Historia contenido: puntualizando y reforzando el análisis de las publicaciones (variables 3 y 4).
Canales-Plataformas: aplicando la variable 5 y sistematizando las estrategias transmedia de los periódicos.
Experiencias-audiencias: recolectando las métricas de FanPage Karma para medir la interacción y el engagement (Variable 6).
Tabla 1. Variables de análisis de contenido
Fuente: elaboración propia.
Los datos fueron volcados a Excel. La estadística descriptiva se efectuó con el programa R (R Core Team, 2020) explotado el paquete ‘ggplot2’ (Wickham, 2016).
Resultados y discusión
El contenido publicado en las redes sociales dio preferencia a la información textual publicada desde Twitter por encima del valor icónico de Facebook e Instagram (Figura 1).
Facebook acogió un importante grado de visibilidad (disminuyendo en la mitad el número de posts respecto a Twitter), se constató una escasa utilización de Instagram por parte de los encargados de las redes de los diarios
La mayoría de los posts divulgaron material pictórico/fotográfico (84%), obteniendo las demás publicaciones índices más bajos: vídeos (7%), posts con texto y foto (4%), publicaciones que contenían solo texto (3%). Las viñetas y/o dibujos (1%) fueron utilizados como estrategias de difusión secundarias para acompañar las noticias, mientras que los Gifs (1%) implicaron una lógica más participativa y atractiva para la audiencia.
En los resultados derivados de la publicación de material periodístico en Facebook y Twitter primaron las noticias pertenecientes a la categoría “Otras” (Figura 2). La estrategia de codificación diferenció las noticias patrimoniales de las de contenido “Espectáculos” (noticias que abordaban temas de farándula y celebridades), “Cultura” (relacionadas con el Arte) y “Sociedad” (relacionados con el día a día).
Se advirtió puntualmente una recurrencia generalizada de 20 Minutos por las noticias de celebridades en la representación del contenido digital. Los posts de origen social (16% en Twitter y 10% en Facebook) fueron menos representativos, siendo los culturales los más escasos (4,42% en Twitter y 3,28% en Facebook). Cabe destacar que desde Instagram no se publicó gran cantidad de material. Los diarios registraron bajos niveles de contenido, motivo por el cual el Gráfico 2 omite tal información.
Los posts de orden social en El Mundo cobraron mayor notoriedad con excepción de aquellos que se difundieron el 19 de noviembre (en dónde la información relativa a las celebridades aumentó ligeramente en Facebook). Los de temática cultural siguieron la tendencia registrada por El País, con una media similar en Twitter (4,14%), Facebook (4%) e Instagram (3,57%). Se confirma la escasa representación cultural desde los post del Mundo.
El contenido cultural si bien ocupó un lugar en la agenda mediática (fundamentalmente el día internacional del Patrimonio y el domingo 22 de noviembre, momento en el que en la agenda periodística surgió un nuevo tópico patrimonial de calibre mundial), no formó parte de las estrategias discursivas diarias de difusión y promoción de la información periodística, se vio supeditado a la injerencia de la agenda.
El Patrimonio en la agenda
Según las variables de clasificación patrimonial de la UNESCO se corroboró que desde Twitter se habló en mayor medida de patrimonio. Se comprobó la importancia de las temáticas naturales en el orden del día periodístico (69,23%) por encima de las consideraciones inmateriales (60%) y materiales (56,12% referentes al patrimonio cultural). (Ver Figura 3).
Facebook prestó mayor atención a los aspectos inmateriales (40%) por sobre los culturales (39,57%), denotando un interés menor por naturales (15,38%). Instagram contó con menos representaciones patrimoniales replicadas, aunque los posts de patrimonio natural (15,38%) cobraron gran protagonismo.
Las publicaciones que no trataron cuestiones patrimoniales no pasaron desapercibidas. La agenda cultural y los tópicos patrimoniales si bien distaron de ser los más expuestos se hicieron eco en las redes sociales.
Canales y plataformas
La estrategia periodística transmedia fue obvia. Los diarios enlazaron la información con sus sitios de internet denotando una gran capacidad de reproducción de contenido en Facebook (94%) y en Twitter (85%). La pieza periodística alojada en el portal web brindó a los usuarios la posibilidad de ampliar la información mediante un clic.
Como Instagram no permite redirigir contenido a otros sitios web de manera directa, las publicaciones recolectadas (48%) no proporcionaron enlace de redirección. Únicamente un 26% de la muestra hizo referencia al diario, y otro 26% permitió ampliar la información accediendo al “link” disponible en la “bio” (Ver Figura 4).
Uso y reproducción del contenido patrimonial
El uso de la fotografía de una noticia en particular: el descubrimiento de los muertos de Pompeya (Tabla 2) da cuenta de cómo el contenido patrimonial fue difundido por los diarios. El hecho fue cubierto por la prensa durante los últimos días de análisis del presente estudio. El hallazgo reveló nuevos detalles sobre la erupción del Vesubio en el año 79 D.C. y se instauró en la agenda como un tópico mediático.
El carácter de primicia generó un tratamiento particular de la difusión del contenido fotográfico, el cual en ocasiones fue editado para resaltar la posición de los cuerpos o el contexto del descubrimiento.
El uso transmedia se vio supeditado al contenido original, motivo por el cual su tratamiento se vio limitado a la simple reproducción. Mientras que desde El País y 20 Minutos se compartió material de tipo fotográfico. El Mundo transmitió en sus redes contenido audiovisual bien acogido en términos de interacción.
La experiencia de la audiencia
El día internacional del Patrimonio Cultural fue el momento de mayor tráfico de información cultural en Facebook (“likes” y comentarios). Tras una drástica caída, el engagement aumentó con la noticia de Pompeya (Ver Figura 5). En Instagram el nivel de compromiso fue más escueto, ubicándose en Twitter por debajo de los 1000 “likes”.
De la misma manera se demostró que los usuarios que comentaron el contenido cultural en las redes sociales también dieron “like” al material difundido, generando un buen nivel de compromiso con las noticias de carácter patrimonial.
Conclusiones
Como se pudo cotejar, si bien las temáticas patrimoniales estuvieron presentes durante el período de estudio, las mismas fueron sometidas a un tratamiento transmedia simplista, demostrando su relación con la agenda (eventos ligados al día internacional del Patrimonio Cultural y hallazgos de Pompeya). El poder de la agenda setting y su retórica dependió completamente del grado de noticiabilidad de los hechos, así como la teoría del encuadre.
El uso del transmedia se vio subordinado al contenido original, motivo por el cual su tratamiento se limitó a la reproducción. Las representaciones socioculturales divulgadas usaron una narrativa ‘fast content’, generando tácticas de aproximación hacia el lector que fueron acompañadas por altos índices de interacción y compromiso. Las mismas repercutieron en la manera de compartir el contenido patrimonial: la reproducción de fotografías y vídeos patrimoniales implicó una acción transmedia simple. Se multiplicó el discurso y la iconografía en diferentes redes, siendo la fuente el contenido periodístico publicado en el home oficial de cada periódico.
El tipo de contenido patrimonial publicado abordó representaciones patrimoniales naturales en Twitter (69,23%) e Instagram (15,38%). Unidas a las inmateriales en Facebook (40%) se demostró la supeditación del patrimonio cultural material. Por su parte los prosumidores se contactaron en comentar y dar “likes” el contenido difundido sin crear nuevo material.
La mayor limitación del presente trabajo recayó en la selección de la muestra (medios y redes sociales). Con miras al futuro se podría ampliar tales variables. Un estudio comparativo y diacrónico enriquecería los resultados expuestos.