Introducción
Garduño, Ceja, y Govea (2019), definen a la familia como la célula orgánica de mayor importancia de la comunidad, protegida por la Constitución del Estado y la legislación, y conformada como un sistema social de distintos tipos, cuyas funciones son diversas tanto materiales como afectivas y sociales, estas se mezclan y forman un conjunto de interacciones biopsicosociales entre la persona y la comunidad, y que están compuestos por un número variable de personas unidas por diversas lazos que ellos lo consideren importantes, que pueden vivir juntos o no en un mismo espacio.
Además, Garduño, Ceja, y Govea (2019), consideran a la familia como la primera fuente de socialización, en ella se inician las interacciones con el mundo exterior, los valores e idiosincrasia de una población y estas relaciones de la familia con el mundo externo ocasionan cambios de todo tipo en sus integrantes. Según estos autores, las acciones de la familia se dirigen hacia el crecimiento y la enseñanza de principios, la interacción armoniosa y otros elementos superiores que cultivan al individuo. Por tal razón mencionan que saber qué es la familia abarca pensar en su desarrollo a través del tiempo, cualidades y funciones; a pesar de ello, nos lleva a mirarla como el vector de la integración social para quienes son parte de ella.
Un impacto drástico en el mundo exterior se ha producido por la diseminación del coronavirus que vino de China, este virus ocasionó la expansión mundial de la enfermedad COVID-19, donde esta patología ha afectado a muchos paises en el mundo deteniendo la vida de gran cantidad de personas que se han visto obligadas a estar encerrados en su casa (Cachón-Zagalaz et al; 2020).
La COVID-19 ha ocasionado una epidemia mundial y una variedad de alteraciones vitales en la sociedad; ante esto las familias y sus integrantes han tenido que adecuarse a nuevas prácticas y condiciones, lo que podría aumentar o empeorar la patología emocional (Lacomba-Trejo et al; 2020). Al mismo tiempo el desarrollo de la pandemia por la COVID-19 hace que el mundo viva una situación muy particular donde las medidas de incomunicación social preventivo y forzoso usados por muchos paises ha generado un impacto psicosocial no evaluado suficientemente (Ribot, Chang & González, 2020).
Cachón-Zagalaz et al (2020) nos reseñan que son muchas las investigaciones que buscan estudiar las consecuencias de la pandemia COVID-19 desde distintos puntos de vista y, además Ausín et al (2020) nos dicen que la COVID- 19 ha ocasionado un fenómeno sin precedentes a nivel mundial por tal motivo es preciso investigar el efecto psicosocial de la pandemia para comprender sus consecuencias. El objetivo del presente trabajo fue conocer los efectos psicosociales de la pandemia COVID-19 en la familia.
Metodología
En la presente investigación se revisó la literatura buscando los efectos psicosociales del COVID-19 sobre la familia en tiempos de pandemia. La bibliografía se buscó en la base electrónica de datos Scopus y Ebsco, utilizando los términos de búsqueda “family” and “COVID-19” ó “family” and “pandemic”. Los criterios de inclusión que se establecieron para la selección de los artículos fueron (1) todo acceso abierto, (2) entre los años 2019 - 2021 (3) área temática de Psicología. Se excluyeron los temas que no correspondían a las variables de estudio y que no cumplían los criterios de inclusión, dicho proceso de selección de artículos se detalla en la figura 1.
Resultados
Se encontraron 40 artículos científicos de la familia o de sus integrantes relacionados a los efectos psicosociales de la pandemia por Covid-19. 32 artículos de SCOPUS y 8 artículos de EBSCO. De las 40 publicaciones 11 artículos fueron estudios realizados en Europa, 10 en Asia, 10 en USA, 3 en Australia, 1 en Rusia, 1 en Turquía, 1 en Libia, 1 en Italia y España, 1 trabajo abarcó China Italia y Paises Bajos y 1 estudio incluyó 26 países y áreas, como se detalla en la tabla 1.
Discusión
Efectos de la pandemia de la COVID-19 y la cuarentena en la familia.
La pandemia de la COVID-19 y las medidas restrictivas para el control de la pandemia ha originado un cambio en el estado mental de las personas y en sus respectivas familias. La propagación mundial de la COVID-19 provocó desconcierto en las personas y un enorme estrés a muchas familias (Prikhidko, A., Long, H. & G. Wheaton, M. 2020).
El principal impacto de la propagación mundial de la COVID-19 en las familias está relacionado con las acciones de los gobiernos conocidas como cuarentena, donde hubo limitaciones de contacto y movimiento, con la finalidad de disminuir la propagación del virus (Stoianova, T., Ostrovska, L. & Tripulskyir, G. 2020). Son múltiples los síntomas asociados a la pandemia de la COVID-19; por ejemplo, Rajkumar, R. P. (2020) en una revisión narrativa concluye que los síntomas de ansiedad, depresión, estrés y trastornos del sueño son reacciones psicológicas comunes durante la pandemia de la COVID-19.
La incomunicación social originada por las acciones tomadas en los diversos países, el impacto en el trabajo, el desequilibrio económico, los altos niveles de nerviosismo, el miedo al virus y las nuevas maneras de relacionarse han aumentado los niveles de estrés en las familias más sensibles y, por tal razón, riesgo de violencia (Pereda, N. & Díaz‑Faes, D. 2020). Tal es así que Stoianova, T., Ostrovska, L. & Tripulskyir, G. 2020 en un estudio realizado en Ukrania determinaron que la COVID-19 se ha trasformado en un activador de la violencia doméstica en el mundo. El efecto de tal ola de violencia junto con los golpes socioeconómicos fue el incremento de la mortalidad, la disminución de las normas de vida, la pérdida de las instituciones familiares y muchas personas en una difícil situación económica y psicológica.
Por otra parte, en China Zhang, H. (2020) refiere que varios informes parecen sugerir que la violencia familiar aumentó durante la pandemia de la COVID-19, este incremento puede deberse al bloqueo a gran escala que agrava los conflictos familiares, a la angustia económica, al estrés causado por la pandemia entre los integrantes de la familia y al inadecuado apoyo a las víctimas de la violencia familiar. En base a los miembros de la familia donde más se evidencia esta violencia, Wu, Q. y Xu, Y. (2020) refieren que el riesgo de maltrato infantil se incrementó durante la pandemia por los múltiples factores estresantes relacionadas con la COVID-19, como problemas de salud física y mental, estrés económico, desafíos en el hogar, escolaridad, conflictos matrimoniales, violencia personal íntima y relaciones intensificadas entre padres e hijos.
En este análisis de los efectos psicosociales de la pandemia de la COVID-19 en la familia, se destacan la ansiedad, la depresión, el estrés y la violencia intrafamiliar, efectos que se ven acrecentados por las pérdidas físicas, económicas y materiales que originó la pandemia, el temor al virus y las normas del gobierno para disminuir su transmisión.
Factores de riesgo y factores protectores.
Durante la pandemia de la COVID-19, las familias han visto alterada su dinámica y la relación entre sus miembros. Kryukova, T. L., et al (2020) en un estudio realizado en Rusia encontraron que la pandemia causó estrés en las personas, miedo a la infección, frustración, aburrimiento, violencia física; siendo los niveles de estrés más altos para los solteros, hallándose que tener una pareja es importante para afrontar el estrés. Asimismo, Lebow, J. L. (2020) enfoca el problema del divorcio en tiempos de la COVID-19, donde al estrés del proceso del divorcio se suma el estrés de la pandemia con un poderoso efecto en todas las familias involucradas, sugiere terapeutas para ayudar a estas familias durante la pandemia. Por lo tanto, la existencia de una pareja constituye un factor protector para el manejo del estrés durante la pandemia de la COVID-19, mientras que un proceso de divorcio constituye un factor de riesgo.
Existen múltiples factores de riesgo asociados a mayores niveles de estrés durante la pandemia de la COVID-19. Kowal, M., et al (2020) utilizando la encuesta global COVIDiSTRESS de 26 paises y áreas encontraron que los mayores niveles de estrés se asociaron con tener una edad más joven, ser mujer, poseer menor nivel de educación, ser soltero, permanecer con más niños y vivir en un país o área con una situación de COVID-19 más severa. De igual modo, Thomeer, M. B., Yahirun, J., & Colón-López, A. (2020) refieren que la pandemia causó efecto negativo más impactante para los miembros desfavorecidos dentro de la sociedad: personas de color, inmigrantes, menor nivel socioeconómico y personas con discapacidades. Un caso particular detallado en la literatura es citado por Mazza, C., et al (2021) quienes refieren que los padres que tienen niños con discapacidad presentan altos niveles de angustia ira, dolor, culpa y sensación de insuficiencia en la crianza de sus hijos; del mismo modo los padres con un alto nivel educativo experimentaron mayor alteración de su salud mental, posiblemente debido a su mayor conocimiento sobre la repercusión de la pandemia.
Borghi, L. & Julia Menichetti, J. (2021), reportan que la tensión ha sido tan intensa durante la propagación mundial de la COVID-19 que ha afectado a las familias en su proceso de luto, sobre todo en las etapas más agudas de la pandemia, donde personas morían en condiciones que anteriormente parecían inconcebibles. Tal es el caso que, Bradley, L., et al (2021) recomiendan consejería y terapia psicológica para los padres desconsolados que han experimentado pérdida de un hijo, dolor único, intenso y que afecta de manera notable a toda la familia.
Los medios de comunicación han jugado un rol importante en las emociones que experimentan los miembros del núcleo familiar. Por ejemplo, Prikhidko, A., Long, H. & G. Wheaton, M. (2020) reportan que los medios de comunicación social producen contagio de emociones digitales y aumentan las vivencias de estrés y agotamiento en los padres; sin embargo, estos medios contribuyen al mismo tiempo a la normalización de las emociones disminuyendo estos efectos negativos durante la pandemia. Por otra parte, Hudimova, A. (2021) determinó que, en los adolescentes el grado de participación patológica con los medios de comunicación social puede asociarse con depresión subclínica, ansiedad, soledad, sensación de tensión continua y estrés subjetivo. En contraste, en Estados Unidos Brown, G., & Greenfield, P. M. (2021) encontraron que las personas se adaptaron al aislamiento social usando la tecnología digital como las llamadas telefónicas, videollamadas, mensajes de voz y de texto lo que hizo más llevadera su cuarentena. A partir de la conexión social virtual a nivel familiar y amical consiguieron bienestar mental.
Se han reportado la presencia de factores protectores que permiten un mejor manejo del estrés y en consecuencia un mejor estado mental durante la cuarentena. Mousavi, S. F. (2020) en su estudio de padres iraníes frente al efecto de la cuarentena encontró que para reducir el estrés fueron de ayuda la oración, fortalecer las creencias, los quehaceres domésticos, hacer arte y manualidades. Desde otro enfoque, Raza, S. H., Haq, W., & Sajjad, M. (2020) en Pakistán concluyeron que las personas con un alto nivel educativo tienen una alta probabilidad de hacer frente a los desafíos de la pandemia y que los graduados de educación superior tienen menos temor de perder su puesto de trabajo. Estos estudios nos ejemplifican la forma como algunas personas afrontan la pandemia y como la influencia de la religión, arte, manualidades y el nivel educativo ayudan para sobrellevar la misma.
Efectos en grupos familiares particulares
La pandemia no ha afectado de la misma manera a todos los grupos familiares, por ejemplo, en Australia utilizando un enfoque cualitativo Evans, S., et al (2020) con una encuesta amplia a los padres a través de una pregunta abierta sobre cómo la COVID-19 había impactado su familia, muchas familias reportaron dificultades de salud mental y relaciones familiares tensas. No obstante, algunas familias informaron beneficios y significados positivos, como oportunidades para fortalecer las relaciones, encontrar nuevas formas de entretenimiento y desarrollar sentimientos positivos como el aprecio, gratitud y tolerancia. De igual manera, Herbert, J. S., et al (2020) informan que en Australia la experiencia del encierro no es uniforme para todos los padres, la mayoría de padres lo tomaron como una situación positiva para reforzar los vínculos de padre a hijo y de esta manera fortalecieron la resiliencia en la familia.
Situación similar se observó en un estudio realizado en Estados Unidos por Penner, F., Hernandez Ortiz, J., & Sharp, C. (2021), donde evidenciaron que los jóvenes suelen ser más lábiles a desarrollar problemas de salud mental por las restricciones sociales y la poca interacción con sus compañeros debido al distanciamiento por la pandemia; sin embargo, inesperadamente se observó un efecto protector para la salud mental en un grupo de jóvenes hispano latinos. Esto se debió al aumento del tiempo en familia, disminución del factor estresante de los compañeros de estudios y disminución de la rigidez del estudio presencial logrando mayor descanso y sueño. Los hallazgos de Penner, F., Hernandez Ortiz, J., & Sharp, C. (2021) resaltan la importancia de la familia para promover la resiliencia, porque según ellos la cultura latina tiene una tendencia colectivista de ayuda mutua que no se observa en culturas individualistas.
Efectos en los padres.
La cuarentena de la pandemia ha producido menos contacto social y mayor interacción familiar; la ansiedad y depresión de los padres pueden afectar a los niños y también a los adolescentes tardíos, padres e hijos se impactan entre sí (Lorenzo, N. E., et al 2021). La diseminación de COVID-19 causó varios factores estresantes para los padres, como el detrimento de las condiciones económicas, problemas para controlar a los niños, ansiedad excesiva por la propagación de la enfermedad, incremento de las demandas familiares, aumento de las contrariedades diarias debido a tener que encargarse de la tarea del trabajo y tareas del niño (Pratiwi, H. et al 2020; Brown, S. M., et al 2020; Spinelli, M., et al 2020).
Uzun, H., Karaca, N. H., & Metin, Ş. (2021) encontraron en Turquía que los padres experimentaron mayor estrés, angustia y miedo durante la pandemia del coronavirus, afectando de esta manera las relaciones familiares. Por otra parte, en China, Italia y Paises Bajos Guo, J., et al (2021) concluyeron que el estrés relacionado con la pandemia y los conflictos familiares constituyen elementos de riesgo para la salud mental y la resiliencia es un factor protector. Algunas características de las madres como edad, educación, salud física, empleo e ingresos familiares están significativamente asociadas con la salud mental de las madres en los tres países.
Di Giorgio, E., et al (2020) en Italia encontraron que las madres y sus hijos preescolares (2 a 5 años) presentaron alteraciones en la calidad del sueño y aumento de síntomas emocionales como tristeza, frustración, cansancio, mal humor e irritabilidad. Probablemente porque las madres tenían que darse tiempo para el cuidado de sus hijos, las labores de la casa y la presión del trabajo. Padres y madres se ven afectados intensamente ante este problema, aunque al parecer las madres son las más afectadas por su rol de trabajo dentro del hogar.
Los padres juegan un rol importante en la protección emocional de los niños, los que estuvieron entrenados en este aspecto, mantuvieron la rutina del hogar y dialogaron con sus niños sobre la pandemia lograron disminuir el estrés de sus hijos (Cohodes, E. M., McCauley, S., & Gee, D. G. 2021). Los retos dados por la pandemia ponen en evidencia la importancia de que los padres enfrenten estos desafíos; sin embargo, el apoyo de la resiliencia parece ser débil en estos tiempos particulares donde los adolescentes son muy sensibles y requieren cuidados y protección de sus padres y del sistema social para el soporte de la salud mental (Törő, K. & Csikós, G. 2020). En este fenómeno se evidencia que, así como hay situaciones que hacen peligrar la salud mental de la familia también hay opciones que hacen posible sobrellevar esta pandemia.
Efectos en los niños, adolescentes y jóvenes.
En niños y adolescentes, Orgilés, M., et al (2020) examinaron el efecto emocional de la cuarentena en Italia y España, las alteraciones más comunes fueron dificultad para concentrarse, aburrimiento, irritabilidad, inquietud, nerviosismo, sentimiento de soledad, malestar y preocupaciones; con mayor frecuencia pasaron menos tiempo haciendo actividad física y durmieron más horas durante la cuarentena. Además, durante la cuarentena cuando la convivencia familiar se hizo más difícil, la situación era más grave y el nivel de estrés era mayor.
Ambos grupos, niños y adolescentes, tienen mayor necesidad de interacciones sociales, los cuales se han visto alterados por las restricciones de la cuarentena. En Alemania, Ravens-Sieberer, U., et al (2021) encontraron mayor prevalencia de ansiedad, depresión y síntomas psicosomáticos en grupos etarios con bajo nivel socioeconómico, baja educación de los padres, espacio vital limitado y antecedentes migratorios. Igualmente, la juventud presentó un grado crítico de irritabilidad y ansiedad grave durante la pandemia, evidenciándose correlación significativa con la ubicación familiar, estado psicológico de los padres, trato con los miembros de la familia, trato con los compañeros e ingresos mensuales del hogar (Zhang, L. et al 2020).
De esta misma forma, en Lombardía, Italia Mantovani, S., et al (2021) al estudiar una muestra de familias relativamente privilegiadas en comparación del italiano promedio, hallan que los niños de estas familias perdieron la socialización, pero tenían acceso a espacios al aire libre en casa (balcón, jardín). Los niños más pequeños disminuyeron su ingesta de alimentos mientras que para los niños mayores y los adultos el comer se convirtió en un pasatiempo; hubo un aumento de la irritabilidad, comportamiento irracional y cambios en los patrones de sueño, especialmente en los niños más pequeños. En el caso de los niños mayores se notó una concentración más pobre e intermitente.
Por otra parte, en China, Yue, J., et al (2020) informaron que durante la pandemia los niños y los padres experimentaron ansiedad moderada, depresión y estrés postraumático. Igualmente, Liu, Y., et al (2021) reportaron el aumento de la prevalencia de la depresión y ansiedad en niños y adolescentes después del encierro. El estudio sugiere que los padres deben estar alertas a estos problemas, identificando los factores familiares y externos.
La pandemia de COVID-19 ha causado notables impactos y efectos en la psicología humana. Los jóvenes en cuarentena durante mucho tiempo desarrollan con mayor posibilidad conductas irritables y problemáticas (Zhang, L. et al 2020). En el contexto inédito originado por la COVID-19, el riesgo de victimización de niños y adolescentes fue alto, mostrándose que las repercusiones psicológicas de la pandemia COVID-19 traspasaron las acciones para prevenir la propagación de la enfermedad (Pereda, N. & Díaz‑Faes, D. 2020).
En los adolescentes, la preocupación se enfoca más en las restricciones del gobierno para contener la propagación del virus, que el propio virus, y eso les aumenta la ansiedad, síntomas depresivos y disminución de la satisfacción con la vida (Magson, N. R., et al 2021). En la vida cotidiana y durante la Covid-19 las redes sociales tuvieron influencia en la vida psicológica de los adolescentes que las usan pasivamente, lo que les provocó labilidad emocional, irritabilidad, depresión e insomnio (Hudimova, A. 2021).
Son múltiples las repercusiones emocionales de la pandemia que afectan la psique de los niños, adolescentes y jóvenes a nivel global. Los gobiernos deben establecer diversas estrategias para prevención y promoción de la salud mental en dichos grupos etáreos, velando por su adecuado desarrollo en estas condiciones restrictivas de la pandemia. Por ejemplo, autores como Pereda, N. & Díaz‑Faes, D. (2020) recomiendan tomar las acciones necesarias para permitir que los niños y adolescentes crezcan y progresen en una sociedad donde la defensa de sus derechos y bienestar deba seguir siendo una prioridad. Además, Törő, K. & Csikós, G. 2020 indican que los sistemas de salud y el sector social deben estar capacitados para prestar ayuda tanto a los adolescentes como a las familias.
Efectos en los abuelos.
De los 40 artículos estudiados solo en 2 se mencionan a los abuelos. En Estados Unidos Xu, Y., Wu, Q., Levkoff, S. E., & Jedwab, M. (2020) encontraron que durante la cuarentena hubo eventos desencadenantes para que los abuelos se hagan cargo de los nietos: necesidades económicas de los padres, drogadicción de los padres, muerte de los padres, enfermedad mental de los padres, violencia de los padres, encarcelamiento, horario de trabajo de los padres, abandono de los padres y otras circunstancias. Cuanta más dificultad material tuvieron los abuelos, mayor fue la probabilidad de experimentar estrés en la crianza de sus nietos y que esta situación está parcialmente mediada por la salud mental de los abuelos. Por otro lado, en China, Guo, J., et al (2021) se observó que durante la cuarentena el apoyo de los abuelos en el cuidado de los niños brinda protección de la salud mental materna; sin embargo, este estudio no detalla la repercusión mental en lo abuelos en el contexto de la pandemia.
Se encontró escasos artículos científicos respecto a los abuelos, sería adecuado mayores estudios para evaluar los efectos psicosociales de la pandemia en ellos.
Conclusiones
De acuerdo a la literatura revisada se concluye que la pandemia de la COVID-19 ha provocado intensas repercusiones psicosociales en la familia como: incremento del estrés, de la violencia doméstica, de la ansiedad y del contagio de las emociones digitales, miedo a la infección, labilidad emocional, irritabilidad, depresión, insomnio, angustia económica, aburrimiento, síntomas psicosomáticos, conductas irritables y problemáticas.
Existen numerosos factores de riesgo y factores protectores para los efectos psicosociales de la COVID-19. Entre los factores de riesgo, destacan: ser mujer, contar con menor nivel de educación, ser soltero, permanecer con niños, vivir en un país o área con una situación de COVID-19 severa, ser una persona de color, ser inmigrante, poseer un bajo nivel socioeconómico y contar con discapacidades. Del mismo modo, entre los factores protectores destacan: tener una pareja, fortalecer las creencias religiosas, practicar arte y manualidades, contar con un mayor nivel educativo, promover la resiliencia dentro de la familia y mantener una rutina en el hogar.
Los efectos psicosociales de la COVID-19 en los padres, como el estrés, ansiedad, depresión, cansancio, e irritabilidad se encuentran ligados a las actividades relacionadas al cuidado de los hijos, al detrimento la situación económica y al temor de la propagación del virus. La pandemia de la COVID-19 causó numerosos efectos psicosociales en los niños, adolescentes y jóvenes, donde destaca el incremento de la irritabilidad a nivel global. Hay pocos estudios del rol de los abuelos en la familia.
Finalmente se concluye que, aunque los estudios se hicieron en distintas regiones del mundo todas coinciden en que la pandemia de la COVID- 19 ha afectado notablemente el aspecto psicosocial de la familia.