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Revista San Gregorio

On-line version ISSN 2528-7907Print version ISSN 1390-7247

Revista San Gregorio vol.1 n.21 Portoviejo Jan./Mar. 2018

 

Articles

UN PATRIMONIO CULTURAL CAMPESINO QUE DESAPARECE: ANÁLISIS DE LOS RIESGOS Y AMENAZAS DEL OFICIO Y USO DEL CEDAZO EN TOTA (BOYACÁ)

A PEASANT CULTURAL HERITAGE THAT DISAPPEARS: ANALYSIS OF THE RISKS AND THREATS OF THE JOB AND USE OF THE CEDAZO, TOTA (BOYACÁ)

Luz Marina Hurtado Torres* 

*Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia luzmarinasociales@gmail.com


RESUMEN

En el presente artículo1 se muestra, a partir de un trabajo etnográfico realizado en una comunidad campesina de sabedores en la Vereda Toquechá, localidad de Tota (Colombia), la valoración que le otorgan al oficio y uso del cedazo, artefacto para cernir harinas, y se hace un análisis de los riesgos y amenazas que está ocasionando la desaparición inminente de éste patrimonio cultural inmaterial vivo. Se observa que dichos riesgos provienen de la vulnerabilidad que presenta la comunidad y el territorio. En el caso de la comunidad, se muestra las débiles condiciones socioeconómicas, que han conllevado a la ruptura del tejido social ocasionando la pérdida de la trasmisión del oficio. En cuanto al territorio, se observan las transformaciones en el uso del suelo y el abandono de los cultivos de granos para producir harinas, lo que causa la pérdida de la seguridad alimentaria, motivo del no uso del cedazo. Aspectos que permiten considerar que en el campo del Patrimonio Cultural Inmaterial se hace necesario prestar atención a las comunidades y aún más a sus condiciones de vida y a los problemas de sus territorios.

PALABRAS CLAVE: Patrimonio Cultural Inmaterial; comunidad; territorio; riesgos y amenazas; vulnerabilidad

ABSTRACT

In the present article it is shown, from an ethnographic work made in a peasant community of artisans in the rural settlement Toquechá, locality of Tota (Colombia), the valuation that they grant to the sieve’s job, a utensil used to sift flour, and it is carried out an analysis of the risks and threats that cause the imminent disappearance of this living intangible cultural heritage. It is observed that these risks come from the vulnerability presented by the community and the territory. In the case of the community, it shows the weak socioeconomic conditions, which have led to the rupture of the social fabric, causing the loss of the transmission of the knowledge of the sieve’s job. As for the territory, the transformations in the use of the land and the abandonment of the grain crops to produce flours are observed, which causes the loss of food security, a reason for not using the sieve. Aspects to consider in the field of Intangible Cultural Heritage, it is necessary to pay attention to the communities, to their living conditions and the problems of their territories.

KEYWORDS: Intangible Cultural Heritage; community; territory; risks and threats; vulnerability

INTRODUCCIÓN

Esta investigación se centra en el oficio y uso del cedazo, una manifestación cultural que, según las fuentes documentales, se realiza desde la época colonial en la vereda de Toquechá, municipio de Tota, Departamento de Boyacá. En la actualidad la manifestación es un referente cultural para la comunidad por lo que goza de un valor especial como legado patrimonial vivo. Aun cuando tiene una larga trayectoria, el contexto social, económico, y religioso que le dio vida ha cambiado, y ha conllevado a que este Patrimonio cultural inmaterial esté por desaparecer.

El oficio se inició con el saber que tenían las mujeres indígenas del tejido en telar, en el cual aprendieron a tejer las crines de caballo y del ganado traídos por los españoles, adoptando así estos telares prehispánicos para elaborar las telas hechas con estas fibras.

Durante el régimen colonial, y hasta hace muy poco, el cedazo era usado para cernir las harinas de trigo y cebada introducidas en este territorio por los curas doctrineros franciscanos, las cuales se fueron constituyendo en la base de la economía eclesiástica y de la alimentación de la población evangelizada. De uno a otro régimen político, de la colonial al republicano, los sabedores han transmitido la manifestación cultural.

La elaboración del cedazo se hace bajo una forma de relaciones socioeconómicas llamada entre los sabedores “Al partir”, en el que las sabedoras tejen la tela en crin de caballo y de ganado en telares verticales; y los sabedores hacen los aros en madera, junto con el proceso de terminación, que conlleva desde hacer los dos aros, “adorotarlo” que es, medir la tela al aro; “vainicarlo”, esto es, coser la tela al aro con cabuya de fique y paja alrededor, y finalmente “tachueliarlo”, para aquello hacen seis orificios a los aros, lo amarran con la cabuya asegurándolo a la tela.

En esta forma socio-económica del oficio “Al partir”, las utilidades obtenidas por su elaboración y distribución son repartidas en partes iguales, lo cual se constituye en un sistema de “reciprocidad socialmente relevante que se encuentra normalmente basada en formas simétricas de organización social básica” (Malinowski en Polanyi, 1974: 163), sobre lo cual agrega Polanyi (1974: 163) que esta simetría también se constituye en una economía empírica de redistribución.

El uso del cedazo ha sido trasmitido por las mujeres para cernir las diferentes clases y calidades de harinas de los granos cultivados en este territorio, maíz, cebada, trigo, alverja, haba, en la preparación de amasijos, sopas, y para colar el guarapo de miel, lo cual ha sido la base de su alimentación.

Los sabedores le otorgan valor a esta manifestación cultural, es así, que, valoran el territorio, al que denominan como “nuestra vereda”, el cual posibilita la manifestación, como es la montaña y los alrededores de la vereda donde obtienen los materiales la madera y la paja para su elaboración, los lugares para cultivar el trigo, el maíz, la cebada, alverja, haba; los espacios donde lo usan para preparar la alimentación con estas harinas. De acuerdo con (Ortega, 1998: 33, 47), “el territorio se constituye en recurso cultural en virtud de una valoración” siendo que, “El territorio es el punto de encuentro del hombre con su patrimonio” (Cuetos, 2011:17).

Valoran el sistema de elaboración del cedazo que les permite mantener relaciones socioeconómicas, como es la técnica para realizarlo a la que consideran como “nuestro arte”. Le otorgan importancia al oficio por ser el legado de un saber que les ha sido transmitido, mediante lazos de parentesco, la gestualidad y la observación, el cual lo continúan realizando en la cotidianidad de sus vidas, les dan un valor a los materiales por la dificultad para obtenerlos y el tiempo que se requiere para elaborarlo. El cedazo es de igual forma valorado para la preparación de las harinas de los granos que han sido cultivados en su territorio.

No obstante, el oficio y uso del cedazo al ser patrimonio cultural vivo, es frágil, en la actualidad presenta riesgos y amenazas, que están ocasionando su desaparición, los cuales se encuentran en directa relación con la vulnerabilidad de ésta comunidad campesina. Entendida la vulnerabilidad social como “las variadas formas, fragilidad e indefensión ante cambios originados en el entorno, que se manifiesta en sujetos y colectivos de población” (Führer & Carrasco 2013:29).

En el análisis de los aspectos que están afectando actualmente la manifestación cultural se aplicó el método etnográfico, y la realización de entrevistas estructuradas abiertas2 a la comunidad de sabedores en la vereda3 de Toquechá, con el fin de establecer como explican ellos los problemas que aquejan el oficio y uso del cedazo. Se hicieron posteriormente recorridos por toda la vereda observando y analizando el territorio. A partir de este trabajo etnográfico y participativo de la comunidad de sabedores, se realizó un diagnóstico de los tipos de riesgos y amenazas que presenta actualmente la manifestación cultural.

FACTORES IDENTIFICADOS POR LOS SABEDORES “SE ESTÁ ACABANDO NUESTRO ARTE”: PÉRDIDA DE LA TRANSMISIÓN DEL OFICIO

La técnica del tejido de la tela del cedazo realizado por las sabedoras en sus telares, se está dejando de transmitir por varios factores, las hijas no han continuado con el aprendizaje, a lo cual se suma el envejecimiento y deceso de ellas, “las hijas no siguieron este oficio, ellas se fueron para la ciudad, las que lo sabían se han ido muriendo, ya quedamos poquitas que tejemos telas, eso ahora las jóvenes no lo están aprendiendo” (E. Vargas, comunicación personal, junio 3 de 2016).

Lo mismo sucede con la transmisión de la técnica de elaboración de los aros y de la terminación del cedazo realizada por los hombres, la cual tampoco está siendo transmitida, “de los hijos de nosotros ninguno continuó el oficio, lo difícil es que estamos envejeciendo y los muchachos en la vereda no lo saben hacer” (J. López, comunicación personal, junio 5 de 2016).

A ello se suma la poca cabida que tiene el Patrimonio Cultural Inmaterial en la educación formal, como lo señala un profesor del municipio: “en las escuelas y en el colegio no se enseña sobre el cedazo, aunque es del municipio hay muchos niños que no saben cómo se hace, desconocen la importancia que tiene para Tota” (M. Camargo, comunicación personal, junio 17 de 2016). Incluso los estudiantes están conscientes de este problema: “los compañeros de nosotros salen del colegio y se van para las ciudades, nadie se queda aquí en el pueblo. Los muchachos no le ponen tanto interés, ya dejan de conocer y hacer las tradiciones que tenemos aquí, como es la de hacer cedazos” (L. Ochoa, comunicación personal, junio 17 de 2016).

Esta situación ha quedado plasmada en el último Plan de Desarrollo del municipio de Tota, donde se describe como “los jóvenes emigran con el fin de mejorar los ingresos económicos, en busca de otras fuentes de empleo y la gran mayoría con el anhelo de ingresar a sistemas de educación” (Gobernación de Boyacá, 2012- 2015: 26).

La desaparición del sistema de elaboración del cedazo “al partir” traerá como efectos la pérdida de las relaciones sociales que se habían tejido en torno al oficio en la comunidad. La terminación del sistema de redistribución en partes iguales de los beneficios obtenidos por su elaboración, con lo cual su desaparición afecta aspectos socioeconómicos para los sabedores.

“FUE MUY DURO APRENDER HACER LOS CEDAZOS”: TRANSFORMACIONES EN LAS FORMAS DE ENSEÑANZA DEL OFICIO

Las duras y difíciles formas en que a los sabedores les fue transmitido el oficio, mediante una exigente reprensión física, se constituye actualmente en un riesgo para su transmisión, “los hijos de uno ya no aprendieron hacer los cedazos como nos tocó a nosotros que si no lo hacíamos bien con los mismos aros y las varas del telar le daban a uno, hoy ya no se les enseña así, y eso es un problema porque no los aprenden hacer” (O. González, comunicación personal, junio 23 de 2016).

El oficio implicaba para las sabedoras una constante dedicación desde niñas en el aprendizaje de la preparación de la crin y del proceso de la técnica del tejido en el telar para la terminación de la tela. En el caso de los sabedores para la elaboración de los aros en madera se les exigía el manejo adecuado de los instrumentos para realizarlo y de largas jornadas hasta la terminación de los cedazos. Tanto las sabedoras como los sabedores debían desarrollar una destreza suficiente en las manos. Si no se lograba el aprendizaje del oficio en su totalidad y la elaboración en el tiempo establecido eran reprendidos físicamente.

Dicha cuestión de las fuertes experiencias sensoriales no ha sido considerada como un factor que afecte la transmisión del Patrimonio cultural inmaterial, pero que evidentemente incide para no trasmitir el oficio a las nuevas generaciones.

Así púes, en términos de Foucault (1992: 25) “lo disciplinario atraviesa los cuerpos” como se observa en este campo de la transmisión de las manifestaciones, donde la exigente disciplina es impuesta al cuerpo con el fin de lograr el aprendizaje del oficio.

“NO CONSEGUIMOS LOS MATERIALES”

Otro de los factores principales de riesgo es la dificultad para obtener las materias primas. En el caso de la crin de caballo, con la cual se tejen las telas, se hace en ocasiones difícil de conseguir, como lo expresan las sabedoras “la crin aquí en la vereda, es escasa casi no se consigue toca traerla de otros lugares fuera del municipio” (L. Chocontá, comunicación personal, junio 24 de 2016), por cuanto en la actualidad la actividad ganadera se concentra en la cría de ovejas, asnos y vacas que pastorean en los lotes y fincas de la vereda y en las del municipio en general.

Así mismo, los sabedores identifican las complejas condiciones para conseguir la madera, el llamado “palo montañero” para hacer los aros, el cual es traído de la montaña y por tanto es difícil obtenerlo por la larga y adversa travesía que deben hacer, “ahorita es difícil traer la madera de la montaña por el viaje tan duro que nos toca hacer” (A. Huérfano, comunicación personal, junio 24 de 2016).

Los sabedores han dejado de hacer esta travesía a éste lugar y van a los alrededores de la vereda, donde consiguen los árboles de acacia blanca y de eucalipto blanco, que son igualmente eficientes y más abundantes como lo expresan “la acacia blanca, y el eucalipto es buena madera y se consigue fácilmente en la vereda, se da, pero por cantidades.”

DEL CULTIVO DE GRANOS A LA GANADERÍA

Y A SU IMPORTACIÓN

El uso principal que históricamente ha hecho necesario el cedazo es el de cernir harinas, como es la harina de trigo. El trigo, según los estudios sobre su cultivo, fue el principal producto agrícola prácticamente en todo el Departamento de Boyacá y base de la subsistencia alimentaria de la población de esta región andina. Durante las últimas décadas ha venido siendo abandonado.

Este descenso del cultivo de trigo ha sido ocasionado por varios factores de carácter interno y externo. En relación al primero, las tierras destinadas para su cultivo mediante el sistema de “Al partir”, realizado entre los dueños de la tierra y los que daban el trabajo, se ha dejado de realizar principalmente por dos aspectos en particular: el cambio en el uso del suelo, en el que se ha abandonado la producción agrícola por la ganadera, y por las transformaciones en la tenencia de la tierra.

Las fincas que eran muy extensas han sido fragmentadas y destinadas para la actividad pecuaria, “ese lujo de fincas, que eran tan fértiles y tan grandes, donde sembrábamos Al partir con los dueños trigo, alverja, las dividieron y las dejaron para la ganadería” (B. Torres, comunicación personal, junio 29 de 2016).

Sobre sus propias parcelas los sabedores también enfatizan en estos cambios: “el lote donde sembrábamos trigo, lo dejamos para ganadería, y ahorita nos dedicamos a eso, de vez en cuando sembramos alverja, mucha gente dejó de sembrar trigo, y se dedicó a la sola ganadería” (J. Amézquita, comunicación personal, junio 29 de 2016). De igual manera, se ha presentado el mismo problema con los demás granos: cebada, maíz, alverja, haba.

Cabe señalar también que la caída en la producción de estos granos está afectada por la política de importación de cereales y harinas procesadas. Mejía (2015:1) señala: “Colombia gastó en importaciones de trigo, maíz, cebada, avena, centeno, arroz, y otros cereales

US$1.689 millones durante el 2014.”

Con el cambio en el uso del suelo ha conllevado a que no se necesiten jornaleros como antes, para la época de siembra y la cosecha de los granos, por lo que no se usa el cedazo en la preparación de alimentos, ni para colar el guarapo en sus faenas agrícolas.

“SE ACABARON LOS VIEJOS, YA NO HAY QUIEN CULTIVE LA TIERRA”: ÉXODO DE LA POBLACIÓN RURAL

El éxodo de la población joven hacia otros lugares, y el proceso de envejecimiento de la que reside allí, es otro de los factores por los cuales ha descendido el cultivo de los granos, así lo expresan los agricultores “en la vereda ya casi no hay gente que cultive, la gente joven se va para la ciudad, eso es delicado porque poco a poco se va acabando quien cultive un maíz, un trigo, van quedando solo los viejos y eso es grave” (A. Riaño, comunicación personal, Julio 2 de 2016), algunos de ellos señalan “a pesar de que estas son buenas tierras…los hijos se fueron, y eso ya no hay quien las trabaje” (C. Plazas comunicación personal, Julio 2 de 2016).

Es preciso indicar que parte de estas tierras destinadas al cultivo de granos, propiedad de los agricultores quienes hoy están entrando en procesos de envejecimiento y deceso, han sido heredadas por los hijos que les han dado distintos usos. Algunos han continuado con pequeños cultivos de granos especialmente de alverja, y de papa, otros las han destinado para actividades ganaderas o las han arrendado para esta misma actividad pecuaria, y algunos más las han vendido a personas de la misma vereda, veredas aledañas y del casco urbano, quienes utilizan estas tierras para pastos o en algunos casos no les dan ninguna actividad económica.

“NOSOTROS PRODUCÍAMOS LAS HARINAS

AHORA NOS TOCA COMPRARLAS”

El abandono de los cultivos de granos es ocasionado por los cambios en el uso del suelo, los procesos de envejecimiento de quienes los sembraban y la terminación de estos cultivos por cuanto no hay quien herede los oficios agrícolas. A ello se suma que las harinas pasaron a ser procesadas industrialmente y en su mayoría son importadas, lo que ha ocasionado un drástico cambio, en el que los campesinos pasaron de ser productores a compradores de harinas en el mercado. “Nosotros producíamos nuestro propio trigo, cebada, y se mandaban moler en los molinos movidos por agua que había en la vereda, para tener las harinas que, para la alimentación de la casa, de los obreros, ahora nos toca es comprarlas y esas ya vienen listas” (E. Vargas, comunicación personal, Julio 4 de 2016).

Este abandono de los cultivos se constituye en parte de las pérdidas del contexto de sentido, y de la necesidad del uso del cedazo.

DESAPARICIÓN DE LOS ESPACIOS MATERIALES QUE LE DABAN SENTIDO AL USO DEL CEDAZO

La cadena relacional y material que le daba sentido al uso del cedazo se ha ido perdiendo por varios factores. Con el abandono de los cultivos de granos y la compra de las harinas ya listas, entraron en desuso los molinos de piedra movidos por agua, el Molino de Puente Pinzón, el de Puente Galope y el molino de La Vega, ubicados en la parte baja de la vereda, lugar donde desciende las aguas del río Tota, los cuales quedaron reducidos a vestigios. Así como la terminación del sistema de molienda mediante la “maquila” en el cual pesaban el trigo y por cada arroba molida le descontaban al dueño cinco libras de harina. Este sistema de producción de harinas guardaba el mismo sistema de producción español durante el periodo colonial.

Por su parte, los hornos de leña existentes en las casas de los sabedores y en el de las familias campesinas, los cuales eran usados para hornear los amasijos pan de trigo de maíz, mogollas, arepas de maíz, de trigo, para la alimentación de los obreros y de la casa, han entrado en desuso. Esto también deriva de la falta de las harinas.

En las guaraperías públicas el cedazo también era indispensable, para colar el residuo del guarapo que era preparado a base de maíz y miel. De igual forma, estas han dejado de funcionar, esto, particularmente con la introducción de la cerveza. La desaparición de dichos espacios, ha sido uno de los motivos que ha conllevado al desuso de este artefacto.

“HEMOS DEJADO DE USAR EL CEDAZO”

En esta cocina campesina se ha dejado de usar el cedazo en la preparación de la alimentación, debido a varios factores: La baja cantidad de jornaleros realizando labores agrícolas, a quienes se les preparaban las comidas.

La comunidad lo ha dejado de utilizar también en la preparación de su alimentación cotidiana “ahorita no cocinamos muchas sopas, ni amasamos tantas arepas y pan como antes…lo otro es que como ahora no se prepara mucho guarapo de miel porque toman es cerveza, gaseosa.” Este desuso del cedazo está asociado al no cultivo de granos. “ya no utilizamos los cedazos porque no hay ni un triguito para hacer un cuchuco, como primero que a uno le daban harinas de maíz, trigo, haba, y eso era una comida buena porque alimentaba, pero ahora sin cultivarlos” (M. Torres, comunicación personal, Julio 7 de 2016).

A dichas cuestiones se suma que no se está transmitiendo el uso del cedazo a las nuevas generaciones para preparar los alimentos “las hijas de uno ya no aprendieron ni a cernir una harina en un cedazo, para amasar, ni a colar ahí las harinas, aunque sea pa´ hacer una sopa.”

TRANSFORMACIONES EN LA ALIMENTACIÓN DE LOS JÓVENES

Otro de los factores para su no uso radica en que las nuevas generaciones están transformando los gustos y las formas de preparación de la alimentación, “a nosotros casi no nos gusta las sopas, los cuchucos, no lo sabemos preparar bien, es más rápida la comida que se compra en las tiendas, no toca cocinarla mucho porque viene en paquete y sabe más rico” (L. Ochoa, comunicación personal, Julio 10 de 2016).

Sobre este tipo de alimentación señalan los sabedores “ahora los muchachos les gusta es el arroz, la pasta, las meras galguerías, dulces, todo eso” (G. Gutiérrez, comunicación personal, Julio 10 de 2016). Es así, pues, que los alimentos que venían siendo cultivados y consumidos en esta comunidad, están siendo sustituidos por alimentos procesados industrialmente.

Sobre estas problemáticas que expresan los sabedores acerca de lo que está sucediendo con el desuso del cedazo en esta cocina campesina, la política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento de la alimentación y las cocinas tradicionales de Colombia (2012:65) también advierte de “los riesgos de las cocinas tradicionales expresados en una pérdida de los referentes culturales de los “platos” y de las tradiciones asociadas a su preparación y consumo.”

“ESTÁN CAMBIANDO LOS CEDAZOS QUE

HACEMOS POR OTROS”: LOS CEDAZOS INDUSTRIALES

El nuevo colador industrial para cernir las harinas se constituye en otro de los factores que afectan el oficio y su uso del cedazo, ya que lo están desplazando de estas cocinas campesinas, “ahorita para cernir las harinas es en colador de plástico, pero no ciernen igual de fino que el cedazo, entonces por eso se le va quitando al cedazo ese trabajo y se va perdiendo este arte tan bueno” (H. Camargo, comunicación personal, 12 de Julio de 2016).

DIAGNÓSTICO DE LOS RIESGOS Y AMENAZAS DE LA MANIFESTACIÓN CULTURAL

Evidenciados los problemas asociados con la pérdida de la manifestación explicados por los sabedores, y observadas las condiciones de vulnerabilidad de esta comunidad campesina, que se expresan en lo social, biológico y económico, se analizan los riesgos y amenazas que presenta la manifestación.

Concebida la amenaza como “el factor externo de una comunidad representado por la potencial ocurrencia de un fenómeno, el cual puede producir un daño al llevarse a cabo” (Foschiatti 2004:5). Y el riesgo definido como “la probabilidad de ocurrencia de un peligro, que implica la proximidad de un daño, o contratiempo el cual puede afectar un conjunto humano y su entorno” (Real Academia Española, 1992: 1562).

Teniendo en cuenta estas nociones, los riesgos internos que están afectando la pérdida de la trasmisión del oficio son la ruptura del tejido social por envejecimiento y deceso de los sabedores, el éxodo de la población joven. La escases y dificultad para el acceso a las materias primas, la terminación del sistema socioeconómico del oficio “Al partir”, su desestimación económica.

Y uno en particular el exigente disciplinamiento del cuerpo en la transmisión de la manifestación, aspecto que no se ha considerado en el campo de los riesgos del Patrimonio Cultural Inmaterial, pero que evidentemente incide.

En cuanto a los riesgos que presenta el uso del cedazo, la transformación del suelo de agrícola a pecuario, el abandono de los cultivos de granos, su no uso en la preparación de la alimentación cotidiana con estas harinas, la desaparición de los lugares donde se utilizaba, la no transmisión de su uso a las nuevas generaciones, el cambio en los gustos y en la preparación de la alimentación de los jóvenes, que han ocasionado en el territorio la pérdida de la seguridad alimentaria.

En relación a las amenazas externas la entrada de alimentación industrializada y de harinas importadas, la introducción de coladores industriales, la aplicación de políticas públicas educativas contradictorias que desconocen las manifestaciones culturales locales.

CONCLUSIONES

El análisis de la manifestación cultural a partir del trabajo etnográfico, permitió mostrar que los riesgos y amenazas que afectan el Patrimonio Cultural Inmaterial provienen fundamentalmente de la vulnerabilidad que tienen tanto las comunidades como los territorios donde se inscribe. Ante ésta situación , no sólo se debe prestar atención a la materialidad de este patrimonio, sino a las comunidades y aún más a sus condiciones de vida y a los problemas de sus territorios los cuales se constituyen como espacios vitales.

Por lo que, en este caso, debe ser objeto de atención la comunidad campesina de la Vereda de Toquechá que presenta débiles condiciones socioeconómicas, que han conllevado a la ruptura del tejido social, el distanciamiento físico del núcleo familiar (campo-ciudad), y al acelerado éxodo de la población joven, ocasionando la pérdida de la trasmisión del oficio.

A la vez, es necesario prestar atención a las cuestiones que afectan su territorio, las transformaciones en el uso del suelo, el abandono de la producción agrícola, que han generado la acelerada pérdida de la seguridad alimentaria, dado que los campesinos pasaron de ser productores a ser compradores de harinas en el mercado, siendo motivo del no uso del cedazo.

Las problemáticas observadas y analizadas en ésta comunidad y en su territorio permitieron demostrar que éste patrimonio cultural inmaterial está en riesgo de desaparecer de forma inminente.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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1. El presente artículo es resultado de la investigación de la Maestría en Patrimonio Cultural, llevado a cabo en el grupo Investigaciones Regionales “IRES” de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

2Entrevista Estructurada, Valles (1999:3) citando a Patton señala, “la entrevista estandarizada abierta caracterizada por el empleo de un listado de preguntas ordenadas y redactadas por igual para todos los entrevistados, pero de respuesta libre o abierta.”

3. La Vereda es un término usado en Colombia para definir un tipo de subdivisión territorial de los municipios del país, éstas comprenden las zonas rurales. “Toquechá” es el nombre de la vereda en Lengua Indígena Chibcha.

4. Esta información se construyó con base en el Informe de la Contraloría General de la República, Tomo III, Boyacá (1936: 301); el texto Presencia de Boyacá: Un pueblo que progresa (1954: 189); el Informe de Evaluaciones Agropecuarias municipales de la Secretaría de Agricultura de Boyacá (1997: 52); y el Plan de Desarrollo del municipio de Tota (2008-2011:27).

ANEXOS

Figura 1 Telar y tela 

Figura 2 Cedazo terminado. 

Figura 3 Cultivo de trigo en el municipio de Tota. 

Recibido: 11 de Enero de 2017; Aprobado: 20 de Enero de 2018

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