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Revista San Gregorio

versão On-line ISSN 2528-7907versão impressa ISSN 1390-7247

Revista San Gregorio vol.1 no.17 Portoviejo Jan./Jun. 2017

 

Articles

Resignificando la ciudad. Espacio público desde/para la ciudadanía en esta es una plaza de lavapiés.

To re-signifying the city. Public space from / to the citizenship in this is a plaza de lavapies.

Adrián Rodríguez Brochado* 

*Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). España. adrianrbrochado@gmail.com


Resumen

Ciudad y urbanismo se alejan de la ciudadanía según se desarrollan los procesos en los que se desenvuelven las ciudades del s.XXI. Esto conlleva que estos espacios pierdan el sentido e identidad para aquellos que los habitan, en detrimento de aquellos que solo los plantean como lugares de paso, ocio o consumo. Agravando la desafección de la ciudadanía respecto al espacio público, que debería responder a las necesidades de aquellos que no solo lo consumen, sino que también lo piensan, lo modifican, lo viven… La ciudadanía buscará la forma de recuperar el papel que le corresponde en el planteamiento de aquello que debería representarla: el espacio público y la ciudad. Plantearé Esta es una Plaza como fractura ante ese “despotismo ilustrado” de urbanistas y administradores, que alejados del ciudadano promulgan la normativa con una visión puramente economicista de la ciudad. Pero también, como un espacio de identidad, en el que ser y aprender a ser ciudadano, que actúa como articulación de un barrio que sigue entendiéndose así y encuentra espacios donde mostrase como tal.

Palabras clave: Ciudadanía activa; espacio público; identidad; no lugar; planificación urbana.

Abstract

City and urbanism have distanced themselves from the citizen according to the processes of development of cities in the 21st century. As a consequence, those that live in these spaces lose their sense of identity, to the detriment of those that consider these cities to be places of leisure, diversion and consumption. This aggravates the estrangement of the citizen with respect to public spaces, which should provide the necessities not only for those that consume in these places, but also for those that think about them, change them, live them… Citizens will look to reclaim the role which corresponds to that which should represent them: public spaces and the city. I will propose Esta es una Plaza not only as a way to refute the “enlightened absolutism” of these urban planners and administrators that, distanced from the citizen, enact these rules with a purely economic view of the city, but also as an identity in which to be and to learn to be a citizen that behaves as an extension of a neighborhood, one that continues seeing and finds opportunities to demonstrate itself as such.

Keywords: Active citizenship; public spaces; identity; no place; urban planning. Copyright

Introducción

“Tenemos nuestra casa, que es el hogar priva- do; y la ciudad, que es el hogar público”

-Tierno Galván -

La ciudad en la modernidad: espacio público vs espacio privado.

Las ciudades son elementos inacabados, constantemente repensados, reestructurados y resignificados por la acción y necesidades de quienes las transitan. Pero también son entendidas como contenedores estáticos de memoria colectiva. Tratan de reflejar un tipo de sociedad actual y una idea de sociedad histórica.

Los desarrollos urbanísticos del s. XX, han alejado la participación ciudadana del planteamiento de los espacios públicos. Promotores y constructores modifican la ciudad desde la reglamentación a partir de necesidades comerciales, burocráticas, turísticas… Pero los actores sociales siguen luchando por apropiarse del uso, reflexión y modificación de los espacios públicos.

La ciudad es resultado de la conjugación de espacios públicos y privados. El diseño urbano es profundamente ideológico, sus tendencias supondrán la primacía de unos espacios sobre otros. Espacios públicos son aquellos en los que la ciudadanía debería poder estar siempre presente. Habitualmente, se plantean como algo otorgado a cambio de apoyo, un acuerdo entre ciudadanos e instituciones (Low, 2009:34). Desde que arrancaron las dinámicas de terciarización y gentrificación (Delgado, 2011 57) el espacio ocupa una posición primordial en los ambiguos discursos políticos, que llevan a la despreocupación de los ciudadanos por lo público (Vásquez, 2007:7). Esta sensación de préstamo o entrega, hace que la sociedad pierda la noción de posesión respecto al espacio público. Cediendo a la Ciudad como sujeto anónimo, la gestión y desarrollo de este (De Certeau, 1990:106).

Esta separación entre ciudadano y gestión del espacio público, permite otorgarlo al aprovechamiento privado repensándolo para actividades de consumo. Este proceso de terciarización es reforzado por los procesos de privatización, globalización, turistificacion y patrimonización, así como por las nuevas formas de control que potencian la seguridad y difuminan el límite con el urbanismo (Davis, 2001).

Este rediseño e hipervigilancia del espacio público excluyen a muchos usuarios tradicionales y abstraen al nuevo ocupante en un “nirvana en el que las diferencias de clase han quedado atrás” (Delgado, 2011:62). Aquellos que ocupan ahora el espacio transcurren por una tierra de nadie, en el anonimato del movimiento y del consumo. Una ciudad trashumante. (De Certeau, 1990:105) que no repara en el espacio, solo en el acto.

Urbanistas como constructores de ciudadanía.

El espacio público se ha convertido en una forma de atraer inversiones y revitalizar el centro urbano. Destinado a oficinas, ocio y turismo, atrae a ciertos sectores de clase media o alta que desde zonas residenciales ocupan espacios en el centro. Esto remodela las relaciones de barrio y aumenta los gastos de vida, lo que termina de excluir a la clase obrera de los centros urbanos. Este proceso de gentrificación acaecido en ciertos barrios de Madrid, como Chueca o Malasaña, es potenciado por promotores e instituciones para revalorizar el espacio del centro.

Como premisa, la urbanización es en sí un fenómeno de clase (Harvey, 2011:24), ya que las aportaciones son globales, pero su control radica en pocas manos, su objetivo está en atraer inversores y está destinado a procesos productivos del sector servicios. Así, el diseño del espacio público se relaciona más con motivos económicos que sociales, al reconfigurar la ciudad a partir de lugares de interés cultural y centros de memoria convertidos en patrimonio, zonas dedicadas al ocio y al consumo, y la proliferación de grandes eventos culturales como motores económicos (Bali- brea, 2004:11).

Los resultados de esta terciarización, el cambio del habitar por el consumir y la nueva decoración de espacios casi abstractos (Augé 1998b:41), facilitan el tránsito sobre la estancia y premian el consumo sobre la relación. Las ciudades se desertifican, mientras esta decoración abstracta la ocupa. Excluye a las poblaciones hacia las periferias, (Virilio, 1999:20) donde se erigen nuevos espacios de encuentro. Centros comerciales, que intentando sustituir los espacios públicos tratan de reproducir, irónicamente, formas urbanas: calles, plazas…

La simbología de la plaza.

A la vez que se da este proceso de privatización, el espacio público es considerado por la ciudadanía como lugar de expresión. Es recuperado, cuando la ciudadanía se empodera de él cómo lugar de encuentro, donde mostrase y expresar sus inquietudes (Low, 2009:36). La plaza, espacio público por excelencia, ha sido considerada por su preponderancia social, simboliza y representa lo urbano y lo público. Son centros simbólicos y geométricos de la ciudad.

Las nuevas formas de diseño, no han podido con la simbología de la plaza como punto de encuentro, político y de representación. En celebraciones o protestas, el espacio público reúne individuos, generando común.

Ocupar y replantear el espacio es una herramienta ciudadana, podemos destacar multitud de rincones del mundo en los que ciudad y plaza se convierte en espacio de protesta. A pesar de las diferencias, de Occupy wall Street a las Primaveras Árabes, de los para- guas de Hong Kong a Islandia y su Revolución de las cacerolas, todos comparten su idealización de la ciudad, sus plazas y sus calles como espacio de representación y lucha.

En España, hemos visto como la plaza era símbolo y espacio de encuentro durante las protestas y acciones del 15m. Se convirtieron en punto de encuentro y lucha, donde proponer diálogo político para crear y asentar ciudadanía critica. Escenario perfecto para empoderar a la sociedad y conceptualizar lo público como participativo, de reflexión y crítico.

Esta es una plaza de lavapiés.

Existen proyectos paralelos que promueven una ciudadanía activa y participe del propio urbanismo de los barrios, tratan de empoderar a los vecinos en la decisión de cómo proyectarlo. Así, en un solar desocupado de Lavapiés, arrancó en 2008 “Esta es una plaza”, con la intención de “crear un espacio público donde desarrollar actividades lúdicas, culturales, educativas y ambientales, ayudar a la interacción y mejor comprensión de los vecinos y facilitar los procesos de ciudadanía activa, con la participación en la gestión de los espacios públicos del barrio” .

Metodología

Este espacio mantiene la simbología de la plaza como lugar público, de encuentro y disfrute, de participación, relación y cooperación entre vecinos. Un proyecto abierto al barrio, para reflexionar sobre el espacio urbano y promover actividades culturales y artísticas.

A partir de la conceptualización del espacio de Augé (1992) trataré de plantear este espacio, propiamente como “lugares”, espacios vividos, sociales, participativos, identitarios e históricos. También replantear la ciudad del s.XXI como ente en proceso de “deslugarización” y estos proyectos como fracturas o freno a este proceso, al recuperar el espacio como lugar. A partir de una investigación etnográfica cualitativa, método de investigación por el que se aprende el modo de vida de una unidad social concreta, pretendo realizar un análisis de un espacio social específico. Recopilar datos desde las subjetividades y prácticas de los vecinos participantes en el proyecto e intentando captar la visión, motivaciones, intenciones y expectativas que tienen los participantes-usuarios y a partir de ellas, y mis propias impresiones, intentar captar lo que este espacio supone, para barrio y vecinos.

Considero que este enfoque facilitará la coproducción 3 de relatos, incluyendo así la voz de aquellos que forman parte del propio proyecto y que son menos escuchados. Así, como Scheper-Hugues (Gómez, 2004). Debe ser básico plantearnos rescatar del anonimato a quienes parecen no cuentan, pero que son imprescindibles. Podremos así, en cierta medida, invertir la lógica habitual volviendo invisibles a los poderosos y visibles a los que no lo son.

Para la realización de esta investigación usé varias herramientas del enfoque etnográfico que plasmarán una imagen completa del pro- ceso estudiado y que junto a referentes teóricos, ayudan a explicar los procesos de la práctica social estudiada.

Entrevistas dirigidas a vecinos implicados como usuarios-participantes. Ya que al etnógrafo le interesa entender el comportamiento social, lo fundamental es obtener información relevante desde el punto de vista de aquellas personas que son parte de un estudio determinado (Osuna & Olmo, 2014). Estas entre- vistas dirigidas (Olmo, 2008:88) se parecen más a una conversación, intentan conseguir un discurso explicito acerca de las normas y valores que explican una realidad. Su objetivo no es buscar respuestas sino descubrir aquellas preguntas significativas que surgen de la conversación. Mi objetivo, es permitir que surjan tanto las opiniones como el lenguaje de los entrevistados, para apropiarme así, del significado que éstos le otorgan al ambiente donde desarrollan sus actividades.

Por otro lado, acudí en varias ocasiones con el fin de llevar a cabo observación participante, tanto en días cotidianos como en eventos importantes para “La Plaza”. Esta herramienta sirve para contrastar y contextualizar, participando en la medida de lo posible, de lo que está ocurriendo. El objetivo más importante de la participación es construir confianza con los miembros que integran la comunidad (Olmo, 2008:86), establecer las redes necesarias para el desarrollo del proyecto. Para recoger mis observaciones realicé un pequeño diario de campo, indispensable para registrar la información diaria de las actividades y acciones de la práctica investigativa. El lugar en el que el antropólogo registra la narración que vivió (Olmo, 2008:86).

Resultados

“La expresión crea ser.”- Bachelard -

La plaza: espacio y lugares, de CerTau y Augé.

La ciudad se compone de espacios entendidos y vividos de forma diferentes, lugares practicados, para de Certeau (1990:129). Un cruce de elementos en movimiento y acciones, que transforman en pruebas de autenticidad e identidad los espacios públicos. Son parte del imaginario colectivo como testimonio de memoria e historia. Es el lugar del sentido inscripto y simbolizado, el lugar antropológico (Augé, 1992; 46). Para De Certeau (1990:130) compartiendo el espacio público, es donde nos parece que cobra notabilidad nuestra memoria. Son los relatos los que transforman los lugares en espacios o los espacios en lugares.

Marc Augé (1992) nos plantea el no lugar frente al lugar antropológico que refleja el vínculo social y la historia colectiva, cultura localizada en tiempo y espacio. Es decir, lugar puede definirse como de identidad, relacional e histórico, sin embargo, un espacio que no puede definirse como espacio de identidad, relacional o histórico, definirá un no lugar.

Los no lugares espacios de tránsito, de consumo y de comunicación, estarán caracterizados por la soledad de los movimientos, los encuentros son casuales, infinitos y des- conocidos. La única acción es el transitar. Representados para Augé en autopistas, aeropuertos, áreas de descanso, andenes, salas de espera, supermercados… Obviamente no debemos olvidar la función social de estos lugares (Korstanje, 2007:214), pero son espacios donde el individuo se siente casi como mero espectador.

El Espacio Público: La Plaza como Lugar.

No es Lavapiés un barrio muy definido por la deshumanización de los espacios. Pero su desarrollo como zona de ocio, donde proliferan bares y terrazas con una oferta cultural- mente diversa, limita los espacios de relación social de los vecinos. Siguiendo a Augé, estos espacios estarían perdiendo su condición de lugares para los vecinos en detrimento de convertirse en lugares para consumidores, transeúntes y turistas.

“Es un paraíso para huir de parques artificia- les con gente estresada, hasta los niños juegan de forma, no sé si agresiva, pero más estresada. Aquí se está a gusto, ostia, el primer día dije-esto es Tom Sawyer, aquí sí-” Entrevistado 2, 22/05/16.

La funcionalidad perdida para los vecinos es cubierta por espacios como “La Plaza”. La aparición de espacios cuya vida sea propia- mente de los individuos, genera puntos identitarios importantes. La identidad respecto a un espacio se genera participando en él.

”Esto era un solar abandonado problemático. A raíz de esto, es un espacio para los vecinos, para relajarte y participar en comunidad” Entrevistado 3, 27/05/16.

La plaza: espacio público para todos y con todos.

Esto es lo que ha conseguido un espacio convertido en vital que hace respirar a un barrio, concede a los vecinos la opción de pensar y construir, convirtiéndolo en válido y útil. Más importante aún, generando un proceso identitario sobre el propio espacio, que repercutirá en el barrio potenciando la significa- tiva historia del asociacionismo en Lavapiés. Les ha permitido sentirse participes, capaces de pensar y proyectar un espacio común, en el que la propiedad va más allá de un registro, que se convierte en propio por vivirlo.

“Lavapiés siempre ha sido un barrio reivindicativo y organizado, pero este espacio ha abierto una manera de conocernos. […] Esto lo sentimos como algo nuestro, yo salgo a la calle y es más difícil sentirlo mío” Entrevistado 1, 22/05/16.

El espacio permite generar su propia seguridad, por medio del respeto. A diferencia de los espacios públicos hipervigilados, la seguridad se basa en confiar y respetar a los de alrededor, una tranquilidad que hace de la plaza un oasis, “un espacio al margen de las normas del resto de Madrid” Entrevistado 1, 22/05/16.

La Plaza: La participación genera lugares

Promueve una re-identificación con el espacio y ha conseguido en muchos de ellos un puente hacia la participación activa en este tipo de proyectos vecinales. Esta identificación con el espacio, al haber nacido de la implicación y la participación en el proyecto, les otorga esa “posesión” que les lleva a interiorizar más las acciones de limpieza, cuida- do y mantenimiento, creando un proceso de autogestión.

“No soy de aquí, soy de Delicias. Descubrí esto hace dos semanas por un colega {…} Gestionas cuando estas, acabo de tirar unas botellas que he visto” Entrevistado 2, 22/05/16.

Esta sensación se contrapone con la que muchos ciudadanos tienen del espacio público, que disfrutan pero no interiorizan esta “posesión”. Esto desemboca en la ausencia de una conciencia cívica de mantenimiento y limpieza, sustituidas por servicios de limpieza.

“Demasiado limpio, hay una concienciación muy alta, {…} cualquier calle de Madrid esta infinitamente más sucia que esto” Entrevistado 1, 22/05/16.

La Plaza: Los Lugares Generan Participación.

Este espacio ya es un lugar histórico. Representa y recuerda los años de lucha, los fracasos y victorias compartidas, que ayudaron a tejer redes entre individuos.

“Nos conocemos, sabemos quién es quién y nos ayudamos. Yo he conocido aquí a muy buenos vecinos, incluso a clientes míos. {…} En todos los solares abandonados debería haber uno y la gente se conocería más” Entrevistado 4, 29/05/16.

Su valor como lugar de disfrute, de recreo, de ocio…, es básico para un proyecto en el que todos se sienten implicados. Como mínimo, esta plaza ha dado momentos de tranquilidad, disfrute, risas y largas conversaciones, de poder observar a niños y mayores compartiendo un espacio en el que disfrutan sin limitarse. Todo esto hace que las sensaciones se conviertan en un elemento de identidad, explica la fuerza que tiene el proyecto y la unión que existe respecto a la defensa de la plaza.

Existe una relación directa entre espacio, identidad y participación de los vecinos. Será la simiente de una empoderación social que desemboque en un proceso de ciudadanía crítica y activa, que retroalimentará las necesidades y potenciará este proceso. Los lugares son generadores de ciudadanía crítica y participativa, y a su vez, esta ciudadanía crítica y participativa es generadora de lugares como epicentros del tejido social. Llegando a ser “parte del genoma del barrio” Entrevistado 1, 22/05/16.

La plaza invita no solo al paso y disfrute, invita a la colaboración. La normativa de la plaza, a diferencia de normativas externas, es activa. El propio espacio invita a participar, se pide compromiso en el mantenimiento de la plaza, haciéndoles partícipes del proyecto. Esta colaboración va generando un proceso de incorporación de valores de ciudadanía activa. Lleva a proponer nuevos espacios dentro o fuera de la plaza, parecidos o diferentes, pero con algo en común, nacidos de la participa- ción, de la colaboración y asentados en unos valores cívicos. Ciudadanía y espacio se retro- alimentan para plantearse los usos urbanos y responder a las necesidades.

Discusión

“Sólo cuando somos capaces de habitar, es que podemos construir.”Heidegger 5

Lugares y no Lugares: Augé en Lavapiés.

Lavapiés se caracteriza por la vida de sus calles y plazas. No hay más que pasearlas para comprobar su espíritu a través de transformaciones estéticas en multitud de proyectos y acciones, así como las fachadas, que son toda una galería para artistas urbanos. Pero en el contexto de un barrio que mantiene una ciudadanía crítica, los espacios están siendo ocupados por comercio y ocio. Sumado a la política de urbanismo actual, lleva a muchos vecinos a no valorar los nuevos espacios públicos donde los árboles parecen crecer del mismo asfalto.

Partiendo de que las bases conceptuales de Augé han sido superadas (Korstanje, 2007; 2008; Garay, 2010), son muchos los que han trabajado desde ellas para reescribir las formas en las que lo antropológico se manifiesta actualmente (Vásquez, 2007; Anta, 2013). Debemos recordar que lugares y no lugares se entrelazan. El sentido de lugar no queda completamente borrado y el de no lugar no se cumple totalmente (Augé, 1992: 58). Ningún espacio puede definirse absolutamente como un lugar o un no-lugar, predominará la perspectiva.

La subjetividad es básica, podemos oponer las realidades del tránsito a las de la residencia o la vivienda. Estos espacios son sociales cuando los individuos los modifican (Augé, 1992:53), pero es obvio que la nueva planificación urbanística genera lugares para los que transitan, pero no para los que habitan. Por esto, considero que la conceptualización de Augé tiene más recorrido como un proceso por el que un espacio pierde significado e identidad para un grupo. En Lavapiés son muchos los espacios con valor histórico para los vecinos, pero que pensados y gestionados únicamente por consistorio y urbanistas, estarán en proceso de paso de lugares a no lugares, paso que también se va apoderando del vecino y sus acciones diarias.

En “Esta es una Plaza” los vecinos han encontrado un espacio de acción, que les per- mite alejarse de plazas y calles cubiertas por terrazas y con un tránsito estresante. Debemos plantear este espacio como protagonista en lucha contra la “deslugarización” de las ciudades. Fractura este proceso y genera un espacio paralelo, que revierte la dirección y convierte en lugar un no lugar.

Construcción de la ciudad y el espacio público: Lefebvre y Delgado.

Para Lefebvre, (1968:18) las ciudades de- ben entenderse como centros de vida social y política. Las actividades sociales generan un uso y un producto, que marcan la realidad de la ciudad. El capitalismo creó un centro de consumo, a lo que el neocapitalismo, a partir de entroncar los entes de decisión política y económica, reañadió el espacio de control y decisión en las ciudades, reuniendo personas, cosas, informaciones y conocimientos… (Lefebvre, 1968:154).

Las ciudades actuales no pueden ser comprendidas sin las instituciones en las que se enmarcan, pero tampoco alejadas de la participación ciudadana. Los promotores en- tienden la ciudad desde el lucro, dejar en sus manos el desarrollo urbano llevará a un sistema de producción de ciudad, estandarizado y mercantilizado. Los administradores usan el espacio público en sus discursos. Pero en mu- chas ocasiones los espacios públicos que se plantean para la ciudadanía, sirven para potenciar actividades que excluyen o benefician a diferentes grupos. Si estos procesos se hacen sin la colaboración y consulta continuada y directa de la ciudadanía, se asemejarán al “despotismo ilustrado” (McNeill, en Balibrea, 2004:269). Una ciudad para el pueblo, pero sin el pueblo, que aleja la participación del con- cepto de ciudadano.

Modificamos con nuestro tránsito y con- sumo del espacio, pero también debemos tener derecho a plantear como modificarlo. Un derecho a la ciudad inherente a la ciudadanía (Harvey, 2011:23), que sirva para gestionar de forma común y participativa el excedente destinado a la modificación urbana. Para ello es necesario garantizar los derechos a la participación y apropiación (Lefebvre, 1968:159), también ejemplo de esto será la plaza.

El espacio público es vivido y tenemos derecho a participar de él. En un mundo en el que los derechos a la propiedad privada y el beneficio han sido las premisas del urbanismo, los espacios públicos deben recoger necesidades e intereses de quien lo viven. No puede ser entregado incondicionalmente al geómetra, urbanista o administrador. La democratización de ese derecho permitirá a los desposeídos recuperar el control sobre la ciudad (Harvey, 2011:39), promoviendo la participación de una sociedad que reclama una planificación urbana más social (Lefebvre, 1968:166).

Para lograr esto, no se pueden aceptar las políticas de criminalización de aquellos agen- tes sociales que pretenden ejercer su ciudadanía al empoderarse del espacio público. Hemos podido observar como esa línea entre urbanismo y control urbano ha desaparecido en pos de la seguridad. Esta ha sido objetivo y excusa para criminalizar agentes sociales incomodos. Lavapiés fue ejemplo de esto con los planes urbanísticos de Madrid tras al 15 de mayo de 20116.

La ciudad y su espacio público se pueden y se deben construir con la ciudadanía. Este es el camino para recuperar el derecho a la ciudad y por fin potenciar su capacidad de participar y apropiarse del espacio, de decidir cómo reestructurarlo y como relacionar- nos con él. Para ello es necesario eliminar el “consentimiento” con el que los dominados facilitan la reproducción de dicha dominación (Delgado 2011:60).

Una ciudadanía empoderada permite romper con nociones de “buen ciudadano” (Del- gado 2011:64). Bajo valores abstractos, como civismo y urbanidad, debe seguir un “saber estar”, alejado de la participación. Este que en apariencia iguala, sirve en muchas ocasiones para homogeneizar, controlar, etiquetar y excluir a ciertos sectores, bajo parámetros que nunca serán objetivos ni asépticos. No trata de representar las relaciones sociales ni modificar el orden socioeconómico, sino situar a los individuos en igualdad solo como consumidores.

Los administradores tratan de difuminar la naturaleza de las relaciones sociales con el objetivo de generar una moral ciudadana única e integradora que obvie las diferencias y asimetrías. El espacio público al ser plantea- do como un decorado en el que representar esa normativa cívica, tiende a excluir ciertas actuaciones sociales del espacio público (Del- gado 2011:61). Este, practicado por individuos que se relacionan, siempre generará un tipo de sociabilidad (Delgado 2011:58). Pero no será un espacio ciudadano si no abre a ellos las esferas de reflexión, decisión y acción. Revirtiendo la unidireccionalidad de la planificación urbana, el espacio público debe ser construido con la participación ciudadana.

“Esta es una plaza” ejemplifica la lucha ciudadana por sus propios espacios cuando se siente alejada del desarrollo urbano. Aquí plantean y actúan, generando y recuperando lugares para el disfrute público. Si este proceso no es entendido por administraciones y

El Plan Integral de Mejora de seguridad y convivencia de Lavapiés 2012-2015, de la Delegación de Gobierno de Madrid (diciembre, 2012), es un claro ejemplo de cómo los planes urbanísticos se usan con intención de criminalizar movimientos sociales, como el 15m, que se empoderan del espacio público. Urbanistas, seguirán surgiendo experiencias que traten de recuperar el espacio como pro- piamente ciudadano. Pero cada vez son más las administraciones que escuchan estas peticiones. Proliferan políticas que plantean modelos de toma de decisión a partir de la participación ciudadana en la planificación urbana, que repotenciarán la apropiación del espacio por parte de la ciudadanía. Aquí, podemos destacar las nuevas políticas municipales de Madrid que acercan puntualmente a la ciudadana al implicarla en decisiones presupuestarias o de planificación urbanística

ESPACIOS DEL IMAGINARIO DE LA PROTESTA EN MADRID.

Igual que existen espacios físicos que son centros en el imaginario de lucha social, hasta el punto de generar el “concepto de calle, como institución social de lucha (Delgado, 2011:57). Existen barrios que por su idiosincrasia se han convertido en centros de acción social, lugares de encuentro de movimientos de protesta.

Barrios como Vallecas o Lavapiés, aunque se modifiquen sus realidades, conservan ese potencial estético y simbólico en el imagina- rio de la protesta en procesos de lucha, construcción y reivindicación social. Los procesos urbanísticos y las tendencias de exclusión de sectores obreros, han modificado la realidad de estos procesos reivindicativos. Han alejado a estos sectores de las acciones diarias, empujados a la periferia y que sólo ocuparán estas zonas para actividades puntuales que pretendan enraizar la protesta actual con la simbología de un largo bagaje de lucha.

Lavapiés (Gómez, 2006) a pesar de haber modificado su estética hacia el ocio y el con- sumo, es centro receptor de movimientos, colectivos e individuos, y sede de asociaciones y sindicatos. Se ha mantenido en el imaginario por su pasado como espacio de protesta, es- cogido para plantear actos culturales promotores de ciudadanía y planteado como centro, origen o final de manifestaciones.

Aunque se modifiquen las estructuras del barrio, se conserva la idea y concepto de barrio, también la articulación de los movimientos sociales a partir de este concepto. Terminará por proyectar una idea de comunidad, lo que en Vallecas, Lorenzi (2007:14) denominará vallekanismo.

CONCLUSIONES

Las ciudades se han replanteado para pro- mover y potenciar las actividades de consumo en los espacios públicos. Esta situación es fomentada por los procesos de privatización y las nuevas formas de turismo. Como hemos presentado a partir de Lefebvre y Delgado la ciudad y sus espacios públicos deben ser re- flexionados y gestionados con la participación de la sociedad. Alejarlos de la ciudadanía des- embocará en una pérdida de sentido identitario del espacio para los que habitan en él, en un proceso de “des-lugarización”. Las nuevas formas de urbanismo, son fracturadas por proyectos que responden desde la sociedad civil a las necesidades surgidas. Estos generan un proceso más visible de concienciación ciudadana ante esta transformación de los usos urbanos.

Este proyecto promueve un sistema auto- gestionado, basado en la cooperación y en los derechos y deberes ciudadanos. Observa la ciudad como un espacio creativo compartido. Esto, generará ciudadanía activa y supondrá un contrapeso al urbanismo consistorial, re- visando conceptos. Supondrá un cambio de perspectiva sobre los procesos de movilidad urbana y las infraestructuras, por medio de un urbanismo responsable y sostenible.

Este espacio debe ser valorado por ser un lugar vivido, social, identitario e histórico, y por ser freno del proceso de “deslugarización” de las ciudades, fracturando la transformación consumista del urbanismo. Proyectos como este, rompen el proceso y generan espacios paralelos que revierten la dirección y recuperan no lugares para hacerlos lugar. A través de la experiencia compartida, se transforman los espacios produciendo nuevos paisajes útiles y pensados por los vecinos. Consiguiendo crear un espacio público confortable, que ayude a la interacción y potencie los procesos de ciudadanía crítica mediante la participación activa y consciente de los vecinos en la gestión de los espacios públicos. A pesar de que Lavapiés es un barrio en el que este proceso de “deslugarización” es fracturado por muchas acciones

Votaciones Ayuntamiento de Madrid https://decide.madrid.es/participatory_budget . y proyectos. “La Plaza” ha sido pieza clave en este proceso de fractura.

Es básico considerar estos lugares como promotores y garantes de una ciudadanía crítica y participativa, pero estos espacios solo podrán ser generados y garantizados con la crítica y participación ciudadana por delante. Ciudadanía y espacio se retroalimentan para plantearse los usos urbanos y responder a las necesidades que sigan surgiendo.

Estos espacios potencian la relación y la identificación con el barrio, se convierten en puntos identitarios claves para la zona y en acicates de la participación en el barrio. El propio espacio te invita a ser activo y participe. Asienta valores cívicos que mejoran las relaciones y facilitan que aquellos que lo visitamos nos llevemos parte de este proyecto con nosotros.

Las administraciones deben comprender, que alejar al ciudadano de estas esferas generará desapego hacia lo público, dificultando su gestión. Solo incluyendo al ciudadano en la reflexión y gestión del espacio público se evitará esta desafección y se facilitar ´la gestión de los espacios públicos. Cuando los procesos urbanos se alejan de la ciudadanía, esta abre brechas para reencontrarse y recuperar su capacidad de reflexión y gestión de los espacios públicos. La extensión de este tipo de proyectos a otros barrios de la ciudad, haría más visible el contraste entre los procesos urbanos existentes, las necesidades que despiertan y las soluciones promovidas por la sociedad civil.

Personalmente considero que este espacio no es solo un oasis dentro de la ciudad. Es un ejemplo y un paso a la recuperación de los espacios públicos como marco de verdaderas relaciones sociales entre vecinos. Por supuesto que “Esta es una plaza”, pero también es un “lugar”, con vida, con identidad e historia.

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Recibido: 16 de Abril de 2017; Aprobado: 25 de Abril de 2017

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