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Estado & comunes, revista de políticas y problemas públicos

versión On-line ISSN 2477-9245versión impresa ISSN 1390-8081

E&c vol.1 no.12 Quito ene./jun. 2021

https://doi.org/10.37228/estado_comunes.v1.n12.2021.210 

Articles

La creciente polarización ideológica en Ecuador bajo el Gobierno de Rafael Correa

The growing ideological polarization in Ecuador under Rafael Correa’s government

Paolo Moncagatta1 
http://orcid.org/0000-0001-5291-569X

Ana Emilia Poveda 2  

Profesor titular agregado

Licenciada en Relaciones Internacionales

1Profesor titular agregado de la Universidad San Francisco de Quito, Ecuador, pmoncagatta@usfq.edu.ec

2Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad San Francisco de Quito, Ecuador, aepoveda@alumni.usfq.edu.ec


Resumen

El artículo presenta un análisis descriptivo del proceso de polarización ideológica ocurrido en Ecuador durante la década de gobierno de Rafael Correa. A partir de datos de las encuestas “Barómetro de las Américas” del Latin American Public Opinion Project (Lapop), se propone una medición de polarización ideológica basada en el autoposicionamiento de los ciudadanos en la escala ideológica izquierda-derecha. A partir del indicador propuesto, se realiza un análisis de la evolución de los niveles de polarización ideológica encontrados en la ciudadanía ecuatoriana desde antes de la llegada de Correa al poder, hasta dos años después de terminado su mandato. Entre los principales hallazgos, se encuentra un gradual incremento en el indicador de polarización, que llega a su nivel máximo en 2016, así como un aumento en la autoidentificación ideológica de los ciudadanos, que ocurre tanto con la izquierda como con la derecha. Para finalizar, se discute brevemente las posibles consecuencias de la creciente polarización ideológica en términos generales y para Ecuador en particular.

Palabras clave: ideología; polarización ideológica; izquierda-derecha; Ecuador; América Latina; Barómetro de las Américas

Abstract

The article presents a descriptive analysis of the process of ideological polarization that took place in Ecuador during the decade-long government of Rafael Correa. Based on data from the “AmericasBarometer” surveys of the Latin American Public Opinion Project (LAPOP), we propose a measure of ideological polarization based on citizens’ self-positioning on the ideological left-right scale. Based on the proposed indicator, we perform an analysis of the evolution of the levels of ideological polarization found in the Ecuadorian citizenry before the arrival of Correa to power until two years after the end of his mandate. Among the main findings, we observe a gradual increment in the polarization indicator, that reaches its maximum level in 2016. We also find an increase in the ideological self-positioning of citizens that takes place both in the left and the right ends of the ideological spectrum. We conclude by briefly discussing the possible consequences of increasing ideological polarization in general terms and for Ecuadorian politics in particular.

Keywords: ideology; ideological polarization; left-right; Ecuador; Latin America; AmericasBarometer

Introducción

La polarización ideológica es un tema que ha cobrado relevancia en la discusión política a escala mundial. Ciertos asuntos o figuras políticas han logrado que cada vez mayores sectores de la población asuman posiciones antagónicas, ubicadas en los extremos opuestos de las escalas de valores. Los procesos de polarización ideológica que ocurren en la actualidad parecerían no distinguir entre democracias de distintos niveles de desarrollo, tamaño o antigüedad: los estadounidenses se polarizan en torno a Donald Trump y sus políticas, los británicos en torno a la propuesta del Brexit, varias sociedades europeas en torno a temas como la migración o el surgimiento de nuevas derechas nacionalistas, en tanto que los latinoamericanos en torno a sus apegos por la figura populista de turno. La polarización parecería constituirse como una de las características definitorias de los electorados modernos.

Los procesos de polarización ideológica han sido estudiados desde una diversidad de puntos de vista. Cierta discusión académica se ha centrado en la polarización de partidos y élites políticas (Dalton, 2008; Hetherington, 2001; Lachat, 2008; Levendusky, 2010; Lupu, 2015; Singer, 2016). Otra corriente de literatura se ha enfocado en estudiar la polarización ideológica a escala ciudadana (Baldassarri y Gelman, 2008; Feldman et al., 2018; Fiorina y Abrams, 2008; Lelkes, 2016; Levendusky, 2009). Existe, además, literatura que investiga cómo se relaciona la polarización de las élites con la polarización de las masas (Abramowitz y Saunders, 2008; Druckman et al., 2013; Fiorina et al., 2008; Fiorina y Levendusky, 2006; Hare y Poole, 2014; Kastellec et al., 2015; Lax y Phillips, 2012; McCarty et al., 2006; Poole y Rosenthal, 1984). En los tres casos, hay quienes han puesto mayor énfasis en explicar las causas de la polarización, y otros que se han concentrado en los efectos de niveles crecientes de polarización ideológica.

En este artículo se realiza un análisis descriptivo del proceso de polarización ideológica ocurrido en Ecuador a inicios del siglo XXI, en específico, bajo el mandato de Rafael Correa. A partir de datos de las encuestas “Barómetro de las Américas” del Latin American Public Opinion Project (Lapop), se propone un indicador para medir la polarización ideológica a escala de la ciudadanía. Este indicador es aplicado en Ecuador desde el año 2004, tres años antes de la llegada de Correa al poder, hasta 2019, dos años después del término de su mandato, con el objetivo de realizar un análisis que cubra toda la década del Gobierno correísta.

El artículo está ordenado de la siguiente manera. En la siguiente sección se presenta un marco teórico sobre polarización ideológica, en el que se hace una revisión de las principales definiciones del concepto y de los últimos debates que se han dado en torno a él, tanto en lo que se refiere a sus causas como a sus efectos. A continuación, se justifica el caso de estudio ecuatoriano, enmarcándolo en lo que significó el “giro a la izquierda” (o la “marea rosa”) en América Latina. A posterior, se describe el grupo de datos utilizados y la aproximación metodológica seleccionada, que incluye el planteamiento formal del indicador propuesto para medir polarización ideológica a nivel ciudadano. A continuación, se aplica el indicador de polarización al rango de tiempo seleccionado y se presenta los principales resultados del análisis descriptivo de los niveles de polarización encontrados en Ecuador. En la siguiente sección, se realiza una discusión en la que se trata de relacionar el proceso de polarización encontrado con la trayectoria histórico-política de las dos primeras décadas del siglo XXI en Ecuador. Por último, a modo de conclusiones, se discute posibles efectos de la polarización ideológica y se propone potenciales líneas futuras de investigación.

Polarización ideológica: ¿qué es y por qué es importante?

Una ola importante de polarización ideológica ha tomado fuerza en el mundo. Temas relacionados con la migración, la seguridad, el nacionalismo, preferencias religiosas y distintas opiniones sobre el rol del Estado en la sociedad, entre otros, han causado que importantes grupos de ciudadanos se enfrenten utilizando posiciones irreconciliables entre ellas. Claros ejemplos de líderes que brindan apoyo a políticas polarizadoras son Donald Trump y Jair Bolsonaro, jefes de Estado de naciones influyentes en el escenario mundial, que no dudan en impulsar discursos divisivos. Otros líderes como Recep Tayyip Erdoğan, en Turquía, y Narendra Modi, en India, también son parte de esta ola caracterizada por ideales polarizadores. Al ver estos ejemplos se podría pensar que la polarización es definible y medible con facilidad, pero en realidad es un concepto amplio, que ha sido definido de varias maneras. A continuación, se discute algunas de ellas y se presenta las que serán tomadas en cuenta para proponer la definición que será utilizada para el presente análisis.

Una definición básica de polarización es la que ofrecen Fiorina et al., que la conciben como un “movimiento desde el centro hacia los extremos”, con una tendencia hacia la bimodalidad (2008, p. 557). Hay investigaciones que plantean definiciones similares, como la del Pew Research Center (2014), que caracteriza a la polarización como una mayor concentración en las “colas” de una escala, y una contracción en el centro de la distribución de consistencia ideológica, que, en términos de política estadounidense, acarrea una considerable reducción en la coincidencia entre los partidos demócrata y republicano (Pew Research Center, 2014).

Otros autores plantean definiciones más complejas. Bramson et al. (2017), por ejemplo, ofrecen una exhaustiva clasificación del concepto de polarización, en la que distingue nueve tipos (o “sentidos”) de polarización, que se definen y miden de formas diferentes, aunque no sean independientes el uno del otro, de manera necesaria. Estos tipos son: extensión, dispersión, cobertura, regionalización, fractura comunitaria, diferenciación, divergencia grupal, consenso grupal e igualdad de tamaño (Bramson et al., 2017). Según los autores, en buena parte de los modelos propuestos para medir el concepto se encuentran varios de estos tipos medidos de forma simultánea, por lo que contar con un modelo que los incluyera a todos ayudaría a un entendimiento completo de la polarización como tal (Bramson et al., 2017, pp. 156-157).

Por su parte, Feldman et al. (2018, p. 4) proponen un análisis en el que distinguen dos dimensiones de polarización (económica y social) para explicar las preferencias de la política doméstica estadounidense. Los autores dividen al electorado en seis grupos según sus características y autoidentificación ideológica y, de igual forma, señalan un aumento importante en polarización partidista. Explican estos hallazgos por dos razones: mayor consistencia ideológica partidista -la clasificación partidista es cíclica y está asociada con las votaciones- y, segundo, lo asocian como una de las posibles causas de la reducción en el número de moderados en el electorado estadounidense.

Levendusky parte de un análisis de la conversión ideológica a escala individual (a nivel micro) para brindar una visión detallada del fenómeno de la polarización (Levendusky, 2009). El autor investiga los mecanismos que causan la polarización, enfocándose en las características de individuos que cambian de partido, o se mueven en el plano ideológico en el transcurso del tiempo, con la teoría de que esos movimientos, en apariencia irrelevantes a corto plazo, a largo plazo pueden generar polarización. Demuestra que, de manera independiente de la afiliación partidista, los individuos se vuelven más liberales o conservadores y que esos cambios con el tiempo producen polarización masiva al volverse más homogéneos. Lo anterior, a su vez, genera que las élites se modifiquen y movilicen aún más al público y creen un círculo en el largo plazo.

Así también, existen teorías sobre las posibles consecuencias que puede traer, o ha traído, este fenómeno. Se puede observar las consecuencias dentro del debate de Abramowitz y Saunders (2008) y Fiorina et al. (2008), quienes plantean puntos de vista contrarios al respecto. Fiorina et al. (2008) aseguran que una mayor polarización causará una pérdida de compromiso de la ciudadanía hacia la política y una menor participación. Mientras tanto, Abramowitz y Saunders (2008) afirman lo contrario. Para ello, hacen referencia a la elección presidencial estadounidense de 2004, en la que la asistencia a votar y otros tipos de participación aumentaron de forma considerable; afirman que ese cambio formó parte de un patrón relacionado con la polarización partidista. Fiorina et al. desestimaron ese ejemplo al calificarlo como un “caso único”, en el que los mayores niveles de participación electoral podían verse explicados por mayores niveles de movilización y no, de forma necesaria, de polarización (2008, p. 559).

Entre las consecuencias mencionadas por el Pew Research Center (2014) se encuentran un aumento en la animosidad partidista, una mayor tendencia a la creación de “silos ideológicos”, es decir, círculos sociales con puntos de vista políticos similares, y la mencionada, con anterioridad, mayor actividad política, ya sea como tendencia a mayor conversación sobre política o mayor participación en general. Además, los ideólogos consistentes (quienes se ubican en los extremos de la escala ideológica) tienden a ver menor beneficio en el compromiso político de sus líderes y esperan que se obtengan mejores condiciones para su facción (Pew Research Center, 2014, p. 11), debilitando así los consensos democráticos.

La mayor parte de la investigación académica sobre polarización se ha concentrado en el caso estadounidense y hay poca evidencia resultante de observación en Latinoamérica. Según Zechmeister (2015), en países caracterizados por sistemas precarios o inestables de partidos y fragmentación política no existe mayor correspondencia entre identificación ideológica y el comportamiento electoral, lo que se observa en gran cantidad de países de la región. Estas características están presentes en nuestro caso de estudio, que cuenta con un sistema de partidos con poca profesionalización, y en el que la autoidentificación con la derecha o izquierda no se ve reflejada, de forma necesaria, al momento de votar (Freidenberg, 2006; Freidenberg & Pachano, 2016).

Asimismo, el tipo de sistemas que desmotivan la identificación ideológica y dificultan su comprensión son más propensos al clientelismo y el populismo, debido a la ya mencionada fragmentación política y fragilidad de los sistemas de partidos. Lo que podría conectarse con el argumento de la movilización de Fiorina et al. (2008), en el cual un aumento en identificación ideológica o una aparente mayor participación no son sinónimos, de manera necesaria, de polarización, sino de un mayor contacto de los partidos para impulsarlos. Esto se ha visto en la denominada “marea rosa” latinoamericana, de la que Ecuador formó parte, en la que partidos políticos sin estructuras o bases ideológicas claras utilizan el contacto directo de sus líderes con la población para impulsar participación. Así, como Zechmeister (2015) señala, la “marea rosa” en América Latina y, de forma específica, en Ecuador, se debió en buena parte a un apoyo a líderes populistas como respuesta a la generalizada sensación de falla de la derecha; lo que demostraría que la identidad ideológica y su asociación con el voto son débiles y resalta otra característica importante del populismo: la creación de enemigos. El populismo se dedica a definir más a un “antipueblo” que al pueblo, separándolos y enfrentándolos como víctimas y victimarios a los que salvará y eliminará, de manera respectiva (Mudde y Rovira Kaltwasser, 2017). Es claro que esta separación entre “buenos” y “malos” facilita la polarización, la unión de los que están a favor del líder y todos los demás; una herramienta utilizada con amplitud por Correa para definir a los suyos y la oposición, a la que él caracterizaba como corrupta y elitista (De la Torre, 2013).

Teniendo en cuenta las características particulares del Ecuador, y dadas las limitaciones para especificar un modelo de medición tan amplio como el que recomendarían, por ejemplo, Bramson et al. (2017), el definir en qué sentidos el presente trabajo analiza la polarización es esencial, porque, como explican estos mismos autores, “afirmaciones diferentes y, aparentemente, contrarias […] pueden estar abordando la polarización en sentidos significativamente diferentes” (2017, p. 156). Estos autores observan la polarización como un fenómeno de las élites, y afirman que la alineación con los partidos o la consistencia ideológica entre valores y autoidentificación tienen un límite. De forma adicional, aseguran que Abramowitz y Saunders (2008) no tomaron en cuenta un factor fundamental: la movilización, es decir, la estrategia partidista de aumentar el contacto con el electorado para impulsar la participación y, por ende, la identificación con el partido.

Dadas las potenciales confusiones a nivel teórico, es necesario establecer con claridad la definición que se ha elegido para la operacionalización de polarización ideológica para el presente análisis. Se toma como punto de partido la propuesta de Fiorina et al., quienes ven a la polarización como “un movimiento desde el centro hacia los extremos” que estaría complementado por evidencia de incrementos en la bimodalidad de la distribución (2008, p. 557). Se complementa esta definición básica con algunas de las características propuestas por Bramson et al. (2017), que son: “extensión”, que se refiere a la distancia entre los extremos de la escala y “paridad de tamaño”, en términos de que debe existir más de un polo y deben tener casi la misma cantidad de gente para considerarlos parte de la polarización. Es a partir de estas tres características que se propondrá un indicador de polarización ideológica, que se presentará a continuación.

Ecuador como caso de estudio

El cambio de milenio fue testigo de un fenómeno sin precedentes en la política latinoamericana. Iniciando con la elección de Hugo Chávez en Venezuela en 1998, sucesivos Gobiernos de izquierda fueron elegidos en Chile (2000), Brasil (2002), Argentina (2003), Uruguay (2004), Bolivia (2005), Nicaragua (2006), Ecuador (2006), Paraguay (2008) y El Salvador (2009). En Ecuador, los Gobiernos de izquierda fueron reelegidos en cuatro ocasiones, afincándose y fortaleciéndose en el poder por más de una década.

Levitsky y Roberts explican este “giro hacia la izquierda” en América Latina con base en cuatro factores: un desgaste del modelo neoliberal que ocurrió a finales del siglo XX, una mayor apertura en el espacio electoral para posturas de izquierda moderada (a partir del fin de la Guerra Fría), un boom económico que respaldó a Gobiernos de izquierda que ya estaban en el poder, y procesos de difusión de opinión pública que ocurrían entre los electorados de distintas naciones (2011). Además, se ha mencionado a los altos niveles de desigualdad socioeconómica en la región como un factor que favorece a las doctrinas de izquierda, que son redistributivas por naturaleza (Luna y Rovira Kaltwasser, 2014). En Ecuador se observaron las características antes mencionadas agravadas por una época de gran inestabilidad política, con la sucesión de siete presidentes y una grave crisis económica entre 1997 y 2007, y un proceso de dolarización de la moneda nacional en 1999. Es al final de este tumulto social, institucional y económico que aparece la figura de Rafael Correa como una esperanza de recuperación de la democracia frente a los errores continuos de la clase política que le precedía (De la Torre, 2015).

El Gobierno de Correa, junto a varios otros pertenecientes a la llamada “marea rosa” latinoamericana, representa a un tipo de izquierda que ha sido calificada como “incorrecta” (Castañeda, 2006), “populista” (Lanzaro, 2007) o “radical” (Weyland, 2009). Este tipo de izquierda está caracterizada por tener claros rasgos populistas, vínculos con la ideología comunista de la Cuba de Fidel Castro y por frecuentes ataques al capitalismo y Estados Unidos (Moncagatta y Safranoff, 2013). A pesar de que el método de Correa para llegar al poder y el ejercicio de su presidencia fueron bastante similares a los de otros populistas latinoamericanos, su gobierno se caracterizó por una gran capacidad de mantener altos niveles de legitimidad y apoyo popular. Esto lo logró por medio de lo que De la Torre ha definido como un “tecnopopulismo”, en el que el carisma y el personalismo se conjugaron con un vocabulario tecnocrático y asesores especializados y profesionales (2013). Este tipo de comunicación se mantenía por medio de campañas constantes y la conexión directa del presidente con la ciudadanía mediante sus enlaces semanales retransmitidos por radio y televisión todos los sábados del año (Conaghan y de la Torre, 2008).

Levitsky y Roberts (2011) mencionan que las “izquierdas populistas” latinoamericanas están caracterizadas por una débil institucionalización partidista y por concentrar el poder en una figura dominante. Estos rasgos se observan en el Ecuador de Correa en atributos como un hiperpresidencialismo personalista (Conaghan, 2016), en el cual un independiente y antisistema sin un partido fuerte utiliza herramientas clientelistas y populistas para acercarse a la población, alcanzar y permanecer en el poder (Weyland, 2001). De modo adicional a estos rasgos de tinte populista, De la Torre menciona otras características del Gobierno de Correa, como la toma del control económico por parte del Estado, el incremento del gasto social, la eliminación de políticas neoliberales y la cooptación de los movimientos sociales (2010, p. 158). Al igual que el resto de los Gobiernos de la “izquierda del siglo XXI”, el Gobierno de Correa se apoyó en un aumento constante de los precios de los recursos naturales (en especial del petróleo) y, a posterior, en el endeudamiento interno y externo. Este último, junto con el alza de impuestos, fue el método elegido para mantener las políticas sociales y clientelistas una vez que la región latinoamericana entró en recesión por la crisis de los commodities que empezó en 2014 (Meléndez y Moncagatta, 2017).

En conclusión, se puede hablar de la década del Gobierno correísta como un régimen hiperpresidencialista que gozó de altos niveles de popularidad, por la combinación de factores ya mencionados: una economía boyante impulsada por el boom de commodities que facilitaba el desarrollo de políticas y proyectos clientelistas y de cooptación de movimientos sociales. Este proceso significó un claro contraste con la inestabilidad y volatilidad de la política nacional de las décadas anteriores y conllevó estrategias populistas de comunicación con el electorado, campaña permanente y altos niveles de inversión social. La aprobación de la gestión presidencial de Correa llegó a niveles inusitados, siendo su punto más alto en 2014, cuando cerca de un 70 % de la población ecuatoriana aprobaba su gestión (Meléndez & Moncagatta, 2017). Los niveles de aprobación empezaron a caer en 2016 cuando la ciudadanía empezó a sentir los efectos de la crisis económica regional. Aun así, se puede decir que Rafael Correa, por más de una década, mantuvo niveles de aprobación nunca antes encontrados en Ecuador, incluso cuando dejó el poder en 2017.

Metodología/medición de la polarización

Para medir niveles de polarización ideológica en este trabajo se recurre a datos de las encuestas “Barómetro de las Américas”, realizadas por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (Lapop, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Vanderbilt2. El Barómetro de las Américas es una encuesta bienal realizada en las Américas (Norte, Centro y Sur América, y el Caribe), que se basa en muestras nacionales probabilísticas de adultos en edad de votar para medir los valores y comportamientos democráticos en la región3.

La pregunta de encuesta utilizada por el Barómetro de las Américas para medir el autoposicionamiento ideológico de los ciudadanos es la siguiente: “En esta tarjeta tenemos una escala del 1 a 10 que va de izquierda a derecha, en la que el 1 significa izquierda y el 10 significa derecha. Hoy en día, cuando se habla de tendencias políticas, mucha gente habla de aquellos que simpatizan más con la izquierda o con la derecha. Según el sentido que tengan para usted los términos “izquierda” y “derecha” cuando piensa sobre su punto de vista político, ¿dónde se encontraría usted en esta escala? Dígame el número”.

Ya hemos explicado que para este artículo se parte de la definición básica de Fiorina et al. de la polarización como “un movimiento desde el centro hacia los extremos” (2008, p. 557). Siguiendo esta propuesta, e incorporando el posible sentido de polarización como “extensión” (la distancia entre los extremos de la escala) (Bramson et al., 2017), para crear las categorías de los “extremos” (tanto en la izquierda como en la derecha), se codifican las respuestas a la pregunta original de autoposicionamiento ideológico de la siguiente manera: a quienes respondieron “1” o “2” a la pregunta original, los calificamos como de “extrema izquierda”; a quienes contestaron “9” o “10”, los calificamos como de “extrema derecha”. Al resto, quienes contestaron entre “3” y “8”, los calificamos como de “posturas moderadas” (entre las que entrarían posturas de “centro izquierda”, “centro” y “centro derecha”). Así, el resultante es una variable con tres categorías ideológicas: “Extrema izquierda”, “Moderados” y “Extrema derecha”4. El gráfico 1 presenta la evolución de los porcentajes de encuestados que se identificaron con cada una de estas categorías en Ecuador, así como de los porcentajes de quienes no contestaron a la pregunta de encuesta original (etiquetados como “no sabe / no responde”).

Fuente: elaboración propia con base en datos del Barómetro de las Américas (Lapop)

Gráfico 1 Evolución del autoposicionamiento ideológico en Ecuador, 2004-2019 

Hay varios detalles del gráfico 1 que llaman la atención. Para empezar, a pesar de que se observa que el porcentaje de personas que se autoidentifican con posiciones moderadas ha crecido desde el 2004 hasta el 2019, si sumamos estos valores con los porcentajes de personas que no contestaron a la pregunta de encuesta original (los “no sabe/no responde”), los niveles agregados han disminuido cerca de quince puntos, una cantidad nada despreciable: en 2004 los “moderados”, sumados a quienes no contestaron la pregunta, sumaban 75 %, y en 2019, 59,5 %. Esto quizá tiene que ver no solo con el proceso de polarización que se analiza en este artículo, sino con lo que Moncagatta han denominado un proceso de “politización” hallado en la ciudadanía ecuatoriana, que describen como el “grado al cual los ciudadanos responden o no cuando se les cuestiona sobre su autoidentificación ideológica (sea cual fuere la respuesta que den a la pregunta de encuesta sobre ideología)” (2020, p. 80). El que en 2019 mucha más gente se haya decantado por elegir una posición ideológica que en 2004 (sea esta cual fuere) denota una ciudadanía más “politizada” en este sentido.

Este proceso de “politización” visto en la ciudadanía ecuatoriana parecería no solo fortalecer a las posiciones moderadas, sino también alimentar a un proceso de polarización ideológica: en 2004, solo un 25 % de la población se autoidentificaba en las categorías ideológicas extremas, mientras doce años después, en el 2016, casi el doble lo hacía. Es verdad que mientras más gente contesta la pregunta original de autoposicionamiento ideológico, más gente se ubica en posiciones moderadas; pero también, al mismo tiempo, se ubica en posiciones extremas, tanto a la izquierda como a la derecha. La “politización” de la ciudadanía ecuatoriana y la polarización ideológica observada parecerían ser procesos que se complementan. Ahora, se evidencia que los incrementos en autoidentificación con la extrema izquierda y con la extrema derecha en Ecuador han seguido patrones distintos. Los niveles de autoidentificación con la extrema izquierda han visto un incremento gradual desde su punto más bajo en el 2006 (9,8 %) hasta su punto más alto en el 2016 (22,5 %). La autoidentificación con la extrema derecha, por otro lado, muestra niveles estables de entre el 12 % y el 15 % entre 2004 y 2014, para luego tener un salto cuantitativo importante a su punto máximo de 23,2 % en 2016.

Estos aumentos en los porcentajes de identificación con la extrema izquierda y la extrema derecha que se distinguen en el gráfico 1 podrían examinarse como lo hicieron Abramowitz y Saunders (2008) en su análisis de polarización ideológica en el electorado estadounidense, en el cual propusieron medir los niveles de polarización con base en una sumatoria de los porcentajes de personas encontrados en los polos de la escala (los extremos). En su caso, sumaron las personas con actitudes “liberales” y “conservadoras” de forma consistente; en nuestro caso, de seguir esta aproximación metodológica, deberíamos sumar las personas de “extrema izquierda” y “extrema derecha”.

Sin embargo, esta aproximación para medir polarización ha sido criticada ya que no toma en cuenta el supuesto de bimodalidad de una distribución polarizada: al revisar el análisis de Abramowitz y Saunders, Fiorina et al. afirman que “en ninguna de las escalas [analizadas por Abramowitz y Saunders] el centro pierde hacia ambos extremos” (Fiorina et al., 2008, p. 557, [cursivas en texto original]). Estamos de acuerdo con la observación de Fiorina et al. en que hay que tener en consideración no solo la cantidad de gente que se ubica en los extremos sino también el supuesto de bimodalidad de una distribución polarizada. Es lo que proponen Bramson et al. (2017) en el momento en que hablan de “paridad de tamaño”, en términos de que debe existir más de un polo y que estos deben tener casi la misma cantidad de gente para considerarlos parte de una distribución polarizada. Para que se dé un proceso de polarización, debe haber un movimiento desde el centro hacia los dos extremos, y no solo hacia uno de ellos. Teniendo esto en cuenta, proponemos la siguiente fórmula para medir los niveles de polarización ideológica de una sociedad:

Polarización = (% extrema izq. + % extrema der.) - (│% extrema izq. - % extrema der.│)

Así, el indicador del nivel de polarización ideológica en una sociedad tendría un valor mínimo de cero (por ejemplo, en un caso en el que todas las personas se ubiquen en posiciones “moderadas”, o en un caso en el cual el 100 % de las personas se ubique en una posición “extrema”), y un valor máximo de cien (en el caso de que el 50 % se ubique en la “extrema izquierda” y el otro 50 % en la “extrema derecha”). La inclusión en la ecuación de la resta del valor absoluto de la diferencia entre el porcentaje de encuestados que se ubican en la extrema izquierda y los que se ubican en la extrema derecha permite que la condición de bimodalidad sea tomada en cuenta para medir el nivel de polarización de un electorado, ya que asegura que el requisito de “paridad de tamaño”, propuesto por Bramson et al. (2017), sea considerado en el cálculo.

Resultados

A continuación, se aplica el indicador de polarización propuesto en este trabajo a los datos de autoidentificación ideológica encontrados en Ecuador. El gráfico 2 ilustra la evolución de los niveles de polarización ideológica encontrados en el país entre 2004 y 2019. Por razones de claridad y parsimonia, se presenta la información en un solo gráfico para ver el desarrollo en el transcurso del tiempo del indicador. Los puntos representan la puntuación de polarización de la ciudadanía ecuatoriana en cada año, en la escala de polarización, en la que 0 = inexistencia de polarización y 100 = polarización máxima.

Fuente: elaboración propia con base en datos del Barómetro de las Américas (Lapop).

Gráfico 2 Polarización ideológica en Ecuador, 2004-2019 

El gráfico 2 deja ver un proceso de incremento gradual en el nivel de polarización ideológica de la ciudadanía que va ocurriendo entre 2006 (un año antes de la llegada de Rafael Correa al poder) hasta 2014. Se evidencia, además, un significativo incremento del nivel entre 2014 y 2016, año en que llega a su puntaje máximo de 44,9. Después, hay un cambio importante entre el 2016 y el 2019, cuando, a pesar de encontrarse una reducción en el nivel de polarización, todavía se mantiene un puntaje relativamente alto de 36,5 puntos sobre el máximo de 100. En términos generales, se puede ver que la polarización ideológica en Ecuador ha aumentado en los últimos quince años. En la siguiente sección se intenta vincular estos hallazgos sobre la evolución de los niveles de polarización en Ecuador con la trayectoria política del país en el período bajo análisis.

Discusión

Mucho se ha hablado de cómo la “estrategia populista” hace uso de la polarización para llegar al poder y permanecer en él (De la Torre, 2013; Weyland, 2001). En Ecuador se puede ver que, durante el Gobierno de Rafael Correa, tuvo lugar un creciente proceso de polarización ideológica en la población ecuatoriana. Si bien hay una caída importante entre 2016 y 2019, el margen de polarización encontrado en 2019 es más alto que en cualquier otro año, exceptuando 2016 (cuando la polarización llegó a su punto máximo). Esto concuerda con los hallazgos de Moncagatta y Poveda (2020, p. 80), quienes observan un cambio desde la estabilidad en porcentajes bajos en los extremos de la escala ideológica en 2004, hasta alcanzar valores que rondan el 25 % de los encuestados en cada polo para 2016 y 2019. Rafael Correa comenzó gobernando un Ecuador que tenía el nivel de polarización más bajo de las primeras décadas del siglo XXI y dejó un país en 2017 con los más altos niveles de polarización ideológica.

Se distinguen dos procesos distintos de polarización a partir de los datos. El primero es un proceso de incremento gradual en el fenómeno que se da entre 2006 (un año antes de la llegada de Correa al poder) y el 2014, que podría estar relacionado con el incremento (también gradual) de los porcentajes de ciudadanos que se identificaron con la “extrema izquierda”. Si se presta atención, en este período lo que realmente cambia son estos números, mientras que los porcentajes de ciudadanos que se identificaban con la “extrema derecha” se mantuvieron con relativa estabilidad. Hay que recordar que Rafael Correa fue un líder que siempre mantuvo un discurso de izquierda, y que, por razones expuestas con anterioridad, llegó a su máximo nivel de popularidad en 2014. Esto puede haber sido causa de que, poco a poco, mayores sectores de la ciudadanía ecuatoriana se fueran autoidentificado como de “extrema izquierda”.

El segundo proceso de polarización se da en el cambio importante del nivel que ocurre entre 2014 y 2016, cuando la polarización llega a su nivel más alto del período bajo análisis. Aquí, en cambio, el incremento drástico y súbito en polarización se da debido al incremento (también drástico y súbito) que se da en los porcentajes de gente que se identifican con la “extrema derecha”, que pasan del 13,7 % en 2014 al 23,2 % en 2016. El pico de la polarización en 2016 concuerda con el inicio de la crisis económica en el país y un pico en el déficit fiscal que mermó la popularidad del entonces presidente Correa (Meléndez & Moncagatta, 2017). No es aventurado formular la hipótesis de que, tras sentir los primeros efectos de la crisis económica que golpeó a la región y al país, una buena porción de la ciudadanía empezara a “darle la espalda” a Correa, no solo en términos de dejar de aprobar su gestión, sino de empezar a autoidentificarse como de “extrema derecha”. El hecho de que 2016 fuera un año preelectoral también pudo haber potenciado los niveles de polarización en ese momento. Ahora, es interesante notar que el porcentaje de personas que se autoidentificaban con la extrema derecha, que se había mantenido estable en alrededor del 13 % y 15 % entre 2004 y 2014, se mantiene en más del 22 % en el 2019, después de haber dado el salto cuantitativo importante entre 2014 y 2016, y después de las elecciones presidenciales de 2017. La crisis económica, y sus potenciales efectos en términos de autoidentificación ideológica parecerían seguir vivos durante 2019.

Después de los dos procesos de polarización mencionados, y de haber llegado al punto máximo en 2016, se aprecia un decrecimiento ligero en los primeros años de la presidencia de Lenin Moreno, que podría explicarse por las políticas moderadas y conciliadoras de este régimen, sobre todo en términos económicos y de política exterior. Este decrecimiento en términos de polarización con la llegada de Moreno al poder también podría explicarse como una reacción de la ciudadanía al abandono del poder de una figura altamente polarizadora como la del expresidente Correa. En este sentido, el relevo de Moreno podría verse como una especie de “válvula de escape” de los crecientes niveles de polarización ideológica en el Ecuador.

También podríamos analizar el proceso de polarización ideológica en Ecuador desde una perspectiva similar a la que proponen Moncagatta y Espinosa (2019), quienes concluyen que el movimiento de izquierda a derecha en Ecuador se da por un efecto péndulo asociado más con los ciclos de commodities que con un pensamiento ideológico claro. Aunque el triunfo de Lenin Moreno parecía seguir la línea de izquierda, a posterior se observa un giro a la derecha en sus políticas, tanto económicas como sociales y externas, a partir de la caída de los precios de los commodities. Es decir, la polarización y su consiguiente resultado negativo para la ola de la izquierda populista fueron más una respuesta de rechazo a políticas fallidas y a la situación económica que una verdadera nueva alineación ideológica. Así, los cambios en niveles de polarización podrían estar de alguna manera relacionados con la estabilidad y el bienestar económico. Sin embargo, también se puede observar que el aumento en la polarización es, por lo general, constante en los Gobiernos populistas de la región y se genera aún más polarización en el momento en que concluyen sus mandatos; o cuando existen agravantes como una crisis económica y el debilitamiento democrático. Como ya se mencionó antes, los niveles de polarización parecen asociarse con la bonanza económica, el valor de los commodities y una democracia deteriorada.

Conclusiones

¿Qué implicaciones puede tener el proceso de creciente polarización ideológica encontrado en Ecuador? Si bien este artículo se limita a la descripción de un solo caso, a manera de conclusiones se propone tres áreas en las que la creciente polarización podría tener un impacto directo: la calidad de la democracia, la política contenciosa y el comportamiento electoral de los ciudadanos.

¿Cómo podría afectar la creciente polarización a la calidad de la democracia? Varios teóricos de la democracia han descrito al sistema democrático como un terreno en el que se llegan a acuerdos mínimos entre posiciones distintas. Si los grupos políticos divergen cada vez más con relación a sus posiciones, la consecución de dichos acuerdos se complica cada vez más, afectando así a la calidad de la democracia de forma negativa. De acuerdo con Bobbio, las posiciones ideológicas extremas coinciden en su rechazo a la democracia (1996), sugiriendo de esta manera que el juego democrático solo puede ser jugado por posiciones moderadas. De ser así, la creciente polarización sería una amenaza permanente a la estabilidad del sistema democrático y a la resolución de conflictos políticos de formas pacíficas.

Por otro lado: ¿Puede, por ejemplo, tener la polarización ideológica efectos en términos de política contenciosa? Durante los últimos meses de 2019 se observaron manifestaciones a escala nacional que paralizaron el país por varios días y, aunque no todos los movimientos se relacionaban, de forma necesaria, con posiciones polarizadas, varios de sus miembros y líderes sí expresaban ideas radicales y extremas. Con seguridad, a medida que mayores porciones de nuestras sociedades van asumiendo posiciones más extremas (y opuestas) habrá mayor probabilidad de búsqueda de resolución de conflictos fuera del plano institucional establecido.

Por último, se plantea la posibilidad de que crecientes niveles de polarización ideológica tengan efectos en el comportamiento electoral de los ciudadanos. No es aventurado el sugerir que a medida que los electorados se polarizan, aumentarán las probabilidades de surgimiento y apoyo a candidatos extremistas y potenciación de populismos, sea de la ideología que fueren. Estos son solo tres posibles consecuencias de incrementos en polarización ideológica en nuestras sociedades. Los efectos de la polarización en cada una de ellas abren un número de líneas futuras de investigación en la temática.

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1El autor también agradece al Research and Expertise Centre for Survey Methodology (RECSM), de la Universitat Pompeu Fabra (España), en la que es docente e investigador.

21 Se agradece al Proyecto de Opinión Pública de América Latina (Lapop) y a sus principales donantes (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo y Vanderbilt University) por poner a disposición los datos.

32 Para mayor información, visitar la página web del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (Lapop) en: https://www.vanderbilt.edu/lapop-espanol/acerca.php.

4Para los análisis realizados en este artículo solo tomamos en cuenta a las personas que contestaron la pregunta de encuesta sobre autoposicionamiento ideológico. La no respuesta a esta pregunta, y los patrones de no respuesta que se han distinguido en el transcurso del tiempo entre países, son sin duda tópicos interesantes de investigación, pero caen fuera del alcance de este trabajo.

Recibido: 12 de Abril de 2020; Aprobado: 08 de Julio de 2020

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