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Estado & comunes, revista de políticas y problemas públicos

versión On-line ISSN 2477-9245versión impresa ISSN 1390-8081

E&c vol.1 no.10 Quito ene./jun. 2020

https://doi.org/10.37228/estado_comunes.v1.n10.2020.149 

Articles

Protestas sociales en Brasil: entre el repliegue del progresismo y el ascenso de las derechas, 2014-2018

Social Protests in Brazil: Between th e Crisis of Progressive Governments and the Rise of the Right, 2014-2018

María Virginia Quiroga1 

Lucía Constanza Juncos Castillo2 

1Docente-investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y la Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina, mvirginiaq@yahoo.com.ar

2Estudiante de la licenciatura en Ciencia Política en la Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina, castilloluciac@gmail.com


Resumen

Este trabajo propone indagar las transformaciones y modalidades que asume la protesta social en Brasil entre el último tramo del Gobierno del Partido dos Trabalhadores y el ascenso de Jair Bolsonaro a la presidencia. Desde un abordaje cualitativo, analizaremos esta dinámica a partir de dos experiencias particulares que fueron protagonistas de diversas acciones de protesta desde 2014 en adelante e hicieron explícita su articulación con el escenario político-partidario: el Movimento Brasil Livre (MBL) y el Vem Pra Rua (VPR). Se procurará reconocer quiénes se movilizan, cómo y por qué lo hacen; además de analizar sus posicionamientos respecto a la política en general y los Gobiernos en particular. De este modo, se contribuirá no solo a comprender algunos de los rasgos que asumió la acción colectiva a lo largo del período, sino que también surgirán claves analíticas pertinentes para comprender los recientes virajes políticos.

Palabras clave: protesta social; Brasil; derecha; Movimento Brasil Livre; Vem Pra Rua; Partido dos Trabalhadores; política.

Abstract

The aim of this article is to examine the characteristics and transformations of social protest in Brazil throughout the latest years of the Partido dos Trabalhadores governments and Jair Bolsonaro's rise to the presidency. From a qualitative approach, we analyze the experiences of Movimento Brasil Livre (MBL) and Vem Pra Rua (VPR), which carried out some of the most significant collective actions since 2014 and were explicitly articulated with political actors. In this study we try to identify who are the participants of these movements, which are their repertories of action and why they choose to participate in social mobilizations. We are also interested in recognizing their perspectives regarding politics and governments. This exploration will contribute, not only to understand some of the features that collective action presents in this particular context, but also it will offer relevant analytical keys to understand recent political turns in Brazil.

Keywords: social protest; Brazil; right-wing politics; Movimento Brasil Livre; Vem Pra Rua; Partido dos Trabalhadores; politics.

Introducción

Una de las categorías que ha adquirido renovada notoriedad en las recientes investigaciones suramericanas sobre acción colectiva es la de protesta social. Hablamos de “renovada” centralidad porque esta noción ya había sido ampliamente trabajada para caracterizar la dinámica de la movilización social en los países latinoamericanos a fines de la década de 1990, con especial influencia de autores estadounidenses como Tilly (1978, 1990) y Tarrow (1997). Al menos dos rasgos clave aparecían en su definición: el carácter contencioso y la visibilidad pública (Auyero, 2002; López Maya, 2000; Schuster, 2005; Svampa, 2009). En ese marco, la protesta se presentaba como la expresión de actores colectivos que irrumpían en el espacio público para manifestar su descontento respecto de un estado de cosas.

Entre los motivos que podrían explicar el auge de la categoría hacia fines de la década de 1990 vale citar su capacidad para captar el carácter segmentario de las diferentes acciones colectivas que se erigían como cuestionamiento y reacción a la profundización neoliberal en la región. La “protesta” permitía referir tanto a una iniciativa en un solo lugar y en único momento, como a varias acciones encadenadas y dispersas en varios espacios simultáneos; a la vez que invitaba a la apertura de preguntas diversas y amplias sobre quiénes se movilizaban, cómo lo hacían y por qué o para qué. No obstante, consideramos aquí que la categoría en cuestión es portadora de una ventaja aún más interesante para el análisis de la actual etapa de movilización. La misma puede trascender el carácter que la literatura tradicional ha atribuido a los movimientos sociales como expresión de acción colectiva eminentemente contrahegemónica. Es decir, la protesta no siempre estará guiada por un sentido emancipatorio ni será protagonizada de forma exclusiva por los sectores subalternos; por el contrario, puede desarrollarse para oponer resistencia a cambios de carácter progresista o para recuperar banderas que no implican necesariamente rechazos al sistema o al modelo imperante. Si bien todas estas manifestaciones podrían ser pensadas como protestas, un análisis más exhaustivo mostrará que ponen en juego sentidos diferentes, que cuentan con un acceso diferencial a los recursos y explicitan divergencias en el modo de concebir la alteridad.

En esta línea de observación, la historia reciente de América Latina brinda numerosos ejemplos de protesta social formulados por grupos hegemónicos dentro de la estructura del Estado, del mercado y de los medios de comunicación masivos; y que han manifestado su oposición frente a los cambios o medidas impulsadas por los Gobiernos del llamado “giro a la izquierda”.1 De manera particular, el contexto brasileño no estuvo exento de esta tendencia. Entre junio de 2013 y mediados de 2016 se organizó una fuerte y constante movilización social que ponía en evidencia la insatisfacción con el sistema político y, en especial, con el gobernante Partido dos Trabalhadores (PT).2 Este accionar colectivo adquirió un tinte conservador desde el año 2014, cuando cristalizó una dinámica de polarización en la que determinados movimientos utilizaron un “discurso de derecha” que, aludiendo al “antipetismo” y la corrupción, logró convocar a amplios sectores de la población (Solano Gallego, 2018, p. 49).

Sobre la base de las apreciaciones precedentes, este trabajo propone adentrarse en dos experiencias particulares de protesta social que confrontaron con la agenda del denominado “progresismo” en Brasil y dispusieron de recursos y vínculos con los sectores hegemónicos: el Movimento Brasil Livre (MBL) y el Vem Pra Rua (VPR). Estos colectivos protagonizaron diversas acciones de protesta en el período 2014-2016, haciendo explícita su oposición al gobierno del Partido dos Trabalhadores y su apoyo al proceso de destitución contra la entonces presidenta Dilma Rousseff.

Se emprende un abordaje cualitativo que busca privilegiar la “voz” de los integrantes del MBL y del VPR (mediante sus propios documentos, sitios web y declaraciones en la prensa o en las redes sociales). Se analizan tres dimensiones centrales para cada uno de los casos: la dimensión identitaria (quiénes se movilizan, es decir, los sujetos involucrados); la dimensión crítica-propositiva (por qué lo hacen, cuáles son sus demandas y objetivos y ante quiénes se formulan) y la dimensión representativa (cómo lo hacen, es decir, los formatos organizativos y repertorios de acción). Al tiempo que todo esto es pensado en permanente articulación con el entorno político. En tal sentido, partimos de la presunción de que la protesta no solo está condicionada-influenciada por las características del contexto espacio-temporal en que se desarrolla; sino que es capaz de provocar, por acción o por reacción, cambios en la correlación de fuerzas con sentidos que no están nunca definidos de antemano.

A continuación, el lector se encontrará con tres apartados que componen el desarrollo de este trabajo. El primero de ellos plantea a grandes rasgos la relación entre la dinámica de la protesta social en Brasil y el entorno político, social y económico del último lustro. En la segunda sección nos detenemos especialmente en las protestas del ciclo 2014-2015, protagonizadas por dos movimientos: el Movimento Brasil Livre (MBL) y el Vem Pra Rua (VPR). Se dedica un subapartado a cada uno de estos, procurando caracterizarlos conforme a las dimensiones arriba citadas. La tercera parte del texto intenta reconocer algunos aspectos comunes en estos movimientos, en busca de dilucidar rasgos específicos de las protestas sociales de derecha. En la última sección nos preocupamos por la incidencia de las protestas en el devenir del contexto político brasileño hasta la elección de Jair Bolsonaro (2018). Por último, las conclusiones recuperan algunas claves analíticas que sintetizan nuestro trabajo, al tiempo que abren nuevos interrogantes.

Brasil y la movilización social en contexto

En los últimos cinco años América del Sur visibiliza vastos ejemplos de la modalidad de protesta social que pretendemos reconocer en esta ponencia y que denominamos como “protestas sociales de derecha” (Tatagiba et al., 2015, p. 197; Solano Gallego, 2018, p. 48; Da Silva, 2018, p. 75). Esto es, en diversos países de la región, y especialmente en sus ciudades capitales, han proliferado acciones de protesta formuladas por diversos colectivos de composición heterogénea (aunque principalmente de clase media y media alta, con fuerte protagonismo juvenil), que han recurrido a repertorios de acción variados (con destacado empleo de las redes sociales y las movilizaciones) y han logrado acceder y disponer de cuantiosos recursos y vínculos con aliados estratégicos (grandes empresas, medios de comunicación masivos, algunos funcionarios o referentes de partidos políticos, entre otros). Por lo general, dichas protestas partían de aglutinar reclamos en torno a un significante común, como por ejemplo “la seguridad” o “la lucha contra la corrupción”, para desprender otras exigencias a un sistema político que parecía incapaz de dar satisfacción a sus demandas.

En Brasil, vale reconocer un primer ciclo de protestas muy activas desde el año 2013, protagonizado por el Movimento Passe Livre (MPL) y los Comités Populares de la Copa,3 que rechazaban los efectos de la recesión económica y la crisis urbana. Este grupo de protestas cuestionó, un tiempo después, el viraje hacia la derecha del nuevo gabinete de Rousseff en 2015 (que incluía exponentes vinculados a la ortodoxia neoliberal y el agronegocio). No obstante, nuestra mirada recae sobre el segundo ciclo de protestas, que se originó en el marco de las elecciones de 2014 y el segundo Gobierno de Rousseff (2015-2016), y en el cual destacaron experiencias como el MBL, el VPR y Revoltados Online (ROL). Estos colectivos expresaron el rechazo al PT y a la figura de sus máximos representantes, promoviendo el juicio político (impeachment) a la entonces primera mandataria. En esa línea, diversos analistas enfatizaron las distinciones entre estos dos ciclos de protesta. Al decir de Leonardo Avritzer:

Las manifestaciones de junio de 2013 habían estallado como un primer momento de impugnación de la clase política en su conjunto, aunque con demandas a la izquierda del espectro político, que exigían mayor presencia del Estado y mejores servicios en materia de transporte y salud, a la vez que exhibían denuncias por la corrupción de los políticos. Sin embargo, con posterioridad a 2015 las manifestaciones que inicialmente tenían esa tendencia serían reconducidas hacia otras expresiones con demandas a la derecha del espectro ideológico (Avritzer, 2015, s/p).

Para Raúl Zibechi (2013, p. 30) las movilizaciones del año 2013 constituyeron una impugnación al capitalismo en su variante de extractivismo urbano. Por ejemplo, uno de los movimientos con mayor relevancia, el MPL, hizo parte de una nueva cultura política y de movilización por el derecho a la ciudad con sus manifestaciones relacionadas con los precios del transporte público. A esto se sumaban los reclamos por el impacto económico, el incremento del trabajo precario, la represión de la protesta y el gasto público relacionados con la organización del Mundial de fútbol masculino FIFA que se realizó en 2014. En esta etapa podían encontrarse demandas referidas a servicios públicos de calidad y empezó a emerger el tema de la corrupción (Solano Gallego, 2018, p. 49).

Por su parte, el escenario post 2014 mostró la creciente resonancia de movimientos identificados como de derecha liberal, que canalizaron el sentimiento de descontento ciudadano al que las izquierdas no pudieron dar respuestas satisfactorias (Solano Gallego, 2018, pp. 48-49). Eso implicó una reorganización de las derechas que involucró, como señala Da Silva (2018, pp. 82-83), sobrepasar los canales de la política tradicional y trasladarlo hacia el escenario de la movilización en las calles. En ese marco se fortalecieron colectivos sociales con ideas neoliberales y conservadoras que buscaron terminar con el denominado ciclo del “giro a la izquierda” en Brasil.

Es en ese marco que en 2015, por primera vez desde el restablecimiento de la democracia en 1985, “potestos a direita” tomaron masivamente las calles de las principales ciudades de Brasil (Tatagiba et al., 2015, pp. 147-148). La frustración ciudadana por sus demandas sin respuesta se habría dirigido hacia el sistema político en general, pero con el componente de un fuerte sentimiento anti-PT en particular (Solano Gallego, 2018, pp. 48-49). Esta aparición de un “movimento social de direita” traería aparejada la resignificación de símbolos de la izquierda, la asimilación de tácticas de acción política y el uso combinado de internet y de las calles para visibilizar sus demandas (Da Silva, 2018, p. 83). Entre estas últimas, comenzaron a ganar lugar en el debate público cuestiones tales como la reducción de la edad de imputabilidad y la “cura gay” (Martins y Cordeiro, 2014, en Da Silva, 2018, p. 80). Con miras a afinar nuestra mirada sobre el tema vamos a adentrarnos en la caracterización y análisis, aún incipiente y exploratorio, del MBL y el VPR, como protagonistas de las acciones de protesta del período 2014-2016 y con explícitas articulaciones con el escenario político-partidario brasileño.

Surgimiento y configuración de los casos de análisis

Movimento Brasil Livre (MBL)

La conformación del MBL es contemporánea a la campaña electoral por la presidencia de Brasil en 2014. El MBL reconoce como fecha concreta de fundación el mes de noviembre de dicho año,4 y entre sus exponentes más destacados o mediáticos se encuentran Kim Kataguiri, Fabio Ostermann, Fernando “Holiday” Silva Bispo y Renan “Hass” Santos. En términos demográficos, el MBL tiene como epicentro inicial la ciudad y el estado de São Pablo. Respecto a su composición social, según uno de sus fundadores, Renan Santos, no se trata de un movimiento de elite sino de “una revolución de quien trabaja y paga impuestos” (Martín en El País Brasil, 12/12/2014). No obstante, sus primeras movilizaciones estuvieron conformadas principalmente por jóvenes de clase media o media alta, de raza blanca, con mayor nivel de educación y de renta que el promedio de la población5 (Tatagiba et al., 2015, p. 206).

Para Da Silva (2018, p. 89) los miembros del MBL pertenecen fundamentalmente a las clases medias y son empresarios, profesionales de los medios de comunicación, intelectuales, académicos y universitarios. En ese sentido es válido advertir que algunos de sus principales miembros son fundadores de Estudantes pela Liberdade (EPL), una Organização da Sociedade Civil para Interesse Público (OSCIP) que es la filial brasilera de Students for Liberty, (Tatagiba et al., 2015, p. 205; Vigna, 2017; Da Silva, 2018, p. 87) y que procura impulsar redes de investigación e intercambio en torno a ideas liberales. Se ha señalado también su conexión con think tanks fundados en la década de 1980, y con redes regionales provenientes de esa etapa como así también de mediados de los 2000 (Amadeu da Silveira, 2015) que buscaban construir una nueva hegemonía política frente a las ideas de izquierda o centro-izquierda que cobraban centralidad en Brasil y la región.

En lo que refiere a sus demandas y propuestas, el MBL adscribe al liberalismo (prensa libre e independiente, libertad económica, separación de poderes, elecciones libres e idóneas, etc.).6 Uno de los iniciadores del movimiento, Alexandre Santos, afirma que son “liberales al estilo de Margaret Thatcher y Ronald Reagan” (Martín en El País Brasil, 12/12/2014). En su discurso aparecen referencias a la libre iniciativa, la reducción de impuestos, la privatización y la reducción de la intervención del Estado, junto con la promoción del “antipoliticismo” (Oliver, 2017, p. 168).

En su sitio web oficial, el MBL llama a un cambio que debería instrumentarse en diferentes planos. Por un lado, plantea la necesidad de una reforma política, que muchas veces se presenta como reforma moral-cultural, para arrebatar a la izquierda las prerrogativas sobre “lo cool o moderno”, en una búsqueda que va acompañada por cambiar el lenguaje asociado a la derecha (Martín en El País Brasil, 12/12/2014). Por otro lado, convoca a terminar con el ciclo de gobiernos del PT, que se había inaugurado con Lula Da Silva en 2003 y que continuaba con la entonces presidenta Dilma Rousseff. En efecto, podría afirmarse que el primer y principal punto nodal del MBL fue promover el proceso de destitución de Rousseff, lo que constituía un eslabón necesario en el camino de “mudar Brasil”.7

Las principales propuestas políticas del MBL en la época de su conformación fueron sistematizadas a partir de su aprobación en el primer congreso nacional, realizado en noviembre de 2015. Allí plantearon, entre otras cuestiones, la necesidad de desideologizar la educación con el proyecto de ley “Escola sem Partido, y el impulso al libre mercado en detrimento del intervencionismo estatal. Otro punto de la programática del MBL radicó en la reforma política, tema que ha recibido notorio énfasis y que involucra principalmente el fin del voto obligatorio y de la reelección (MBL, 2015).

Con relación a los repertorios de acción, desde sus comienzos el MBL acudió a formatos nuevos o no convencionales ligados a los ámbitos virtuales, pero que se retroalimentaban permanentemente con la presencia en las calles. Las redes sociales han tenido, entonces, un rol central en la comunicación del MBL. En un primer momento utilizaron principalmente Facebook, en el cual la defensa de sus posiciones aparecía en publicaciones en las que hacían referencia o discutían temas de la historia del país o del mundo, como la dictadura cívico-militar brasilera, el nazismo o el comunismo (Marques Sussai, 2017, p. 3004). A medida que esta red fue perdiendo vigencia, el MBL actualizó sus modos de llegar al público mediante el uso de plataformas como WhatsApp y YouTube. La primera es utilizada para la viralización de memes desde los aproximadamente 1000 grupos afiliados que tendrían los coordinadores y miembros del MBL en Brasil, según estimaciones realizadas por Kataguiri en 2018. En el caso de YouTube, se espera que cada candidato electo vinculado al movimiento tenga un canal propio, constituyendo una red (Broderick en BuzzFeed News, 21/10/2018).

La movilización en las calles procuró lograr fuerte resonancia en el espacio público a partir de masivas convocatorias, caracterizadas por la supuesta espontaneidad y rapidez en su difusión. Cabe destacar, como repertorio singularmente creativo, que se propagó en las calles y se viralizó en redes sociales, la batucada (autodenominada “La banda loka liberal”) que retomaba un cántico futbolístico y le cambiaba la letra estigmatizando a la militancia del PT: “¡Chora PTista, bolivariano! A Roubalharia do PT tá acabando. Olê, olê, olê, olê tamo na rua pra derrubar o PT”.8

Finalmente, en lo que concierne a la vocación política, el MBL, en general, no manifiesta rechazo a la participación electoral ni al vínculo con los partidos políticos (salvo el PT), aunque se debe señalar que esta posición ha variado con el correr del tiempo. Es decir, sus exponentes fueron moviéndose desde primeras declaraciones en torno a no querer “saber nada con la política” al reconocimiento de la necesidad de combinar “movimiento callejero con conquista de las instituciones”. Es en ese marco que, en el transcurso del año 2016, varios de sus principales exponentes presentaron candidaturas en São Paulo, obteniendo un prefecto y siete concejales, entre ellos Fernando “Holiday” (Boldrini en Folha, 16/8/2018). En las últimas elecciones a nivel federal, 16 de sus coordinadores se postularon para cargos políticos, la mayoría por intermedio del partido DEM,9 que según los miembros del MBL fue la expresión que les garantizó mayor respeto a su autonomía (Boldrini en Folha, 14/3/2018).

A fines de 2018 se planteó un posible cambio en la estrategia del movimiento, que implicaría alejarse de “ser uma nuvem além dos partidos” para pasar a conformar una identificación partidaria propia (Balloussier en Folha, 21/11/2018). En la misma época se creó el MBL Estudantil, aprobado en el cuarto congreso nacional del movimiento y con el cual el MBL pretende promover los principios que defiende en los espacios escolares y universitarios. El objetivo es “formar um exército de estudantes com pensamento liberal-conservador para que possam disseminar esse conteúdo em sala e fazer oposição a qualquer discurso da esquerda no ambiente estudantil”, según el referente Pedro D'eyrot (Betim en El País Brasil, 5/12/2018). Tal como lo planteaban a escala nacional, consideran que en estos ámbitos existe una “hegemonía de esquerda” (sitio oficial de MBL Estudantil) que sostiene la União Nacional dos Estudantes y que deben combatir. Este movimiento se define a sí mismo como “subversivo”10 (Betim en El País Brasil, 05/12/2018).

En síntesis, el MBL surgió como un colectivo dispuesto a utilizar los dispositivos tecnológicos en combinación con ciertas formas tradicionales de protesta para enfrentar a la presidenta recientemente reelecta y a su partido. Sus demandas se centraron en lograr el fin de los gobiernos del PT, y en lo que refiere a sus propuestas, plantearon desde sus comienzos una agenda de liberalismo económico y recuperación de mecanismos democráticos que evaluaban como amenazados por la corrupción del partido gobernante. Con el correr del tiempo, y una vez alcanzado el objetivo principal, el MBL se acercó a la competencia partidaria y actualmente tiene espacios en varios órganos de gobierno a escala estadual y nacional.

Vem Pra Rua

Al igual que en el caso del MBL, la conformación del VPR es contemporánea a la contienda presidencial de 2014. Se define como un “movimiento social” y un “canal de mobilização das ruas” (Bigarelli y Oliveira en Epoca, 12/4/2015). En su discurso aparece la consigna de un Brasil libre de corrupción, lo cual abarcaría la ética en la actividad pública, un Estado eficiente, y la erradicación de la incompetencia, autoritarismo e impunidad en todos los poderes y niveles del Estado (sitio web VPR).

Los miembros del VPR se reconocen como actores de la sociedad civil que salieron a las calles buscando “transformar o Brasil”. En el libro que su fundador Rogélio Chequer escribió junto a Colin Butterfield (también integrante del movimiento) definen a Vem Pra Rua como un “movimiento popular que movilizó a Brasil” (2016). Han tratado de preservar su fisonomía como colectivo capaz de convocarse rápida y masivamente, desarrollando amplio poder de movilización, con estructuras más laxas y liderazgos menos destacados. Al igual que en el caso del MBL, su mayor resonancia es en la ciudad y el estado de São Paulo. En su mayoría son jóvenes sin tradiciones militantes previas y proclives a la movilización, que fueron interpelados por la coyuntura de polarización a partir de 2014.

En los comienzos del movimiento definieron como sus reivindicaciones principales la separación de poderes, la libertad de prensa y un Estado más eficiente. Esto implicaba demandas tales como que empresarios y políticos sean investigados y sujetos al castigo como cualquier otro ciudadano, junto con la reducción del número de ministerios y de los cargos comisionados en el Estado. Por lo que concierne a la economía, sostenían que no tenían propuestas concretas en este ámbito, pero sí entendían que el Estado “no debe comportarse contra las fuerzas económicas” (Bigarelli y Oliveira en Época Negócios, 12/4/2015). En 2018 realizaron posicionamientos explícitos a favor de la reducción de impuestos y la disminución del tamaño del Estado (O Povo, 28/5/2018).

Adicionalmente, se manifestaron de modo temprano en contra de los Gobiernos del PT, los cuales habrían producido en Brasil caos económico, irracionalidad administrativa y corrupción colosal. Si bien reconocían que la corrupción existía desde antes de la llegada del PT a la presidencia, y no la definían como exclusiva de este partido sino como “generalizada”, afirmaban que “o governo [del PT] levou a corrupção a outros níveis, a outros patamares” (Bigarelli y Oliveira en Época Negócios, 12/4/2015). Respecto al proceso de destitución, aunque en un principio habían sostenido que estaban en contra, en las manifestaciones de abril de 2015 ya se expresaban a favor “desde que seja dentro da lei”. Aclaraban que no juzgaban la validez de las distintas tesis jurídicas sobre la legalidad de esa figura, porque “nós não somos especialistas, somos um movimento de mobilização e de canalização da voz do povo para os políticos” (Bigarelli y Oliveira em Época Negócios, 12/4/2015).

En lo que concierne a sus repertorios de acción, después de su fundación en octubre de 2014 el VPR comenzó a participar en las marchas para manifestarse, según afirmaban “de forma pacífica”, en contra de la corrupción y a favor del Lava Jato.11 En general, el VPR hace un amplio uso de las redes sociales y de las plataformas virtuales para difundir sus opiniones y comunicarse con sus seguidores. En tal sentido, desarrollaron y difundieron iniciativas digitales como “Mapa do ImpeachmentyMapa das 10 Medidas”, que pretendía que la población pudiera conocer el voto de los diputados respecto de diversos temas y especialmente en torno al juicio político a Dilma Rousseff.

Con respecto a las manifestaciones en las calles, Vem Para Rua las presenta como “a indignição popular de forma organizada”. Las consideran como la parte más visible de la actividad del movimiento, pero recalcan que son el final de un proceso en el cual identifican las situaciones de “riesgo institucional a la democracia” y en consecuencia convocan a la población para “ir às ruas demonstrar sua indignação”, alineándose con otros movimientos y organizaciones que tienen el mismo objetivo.

Con relación a los vínculos con la política, se han autodefinido en sus comienzos como “ato suprapartidário, mas não apolítico; democrático, mas não aleatório; voluntário e organizado” (Butterfield, 2016, s/p). Han asegurado que no tienen relación con partidos políticos o Gobiernos ni aceptan recursos financieros de parte de ellos, y afirman ser financiados por crowdfunding a partir de los aportes de miembros, amigos y simpatizantes del movimiento (Bigarelli y Oliveira en Época Negócios, 12/4/2015). El discurso de la antipolítica se refleja, por ejemplo, en su consigna “faxina geral” (limpieza general, en español). No obstante, han realizado convocatorias y participaciones conjuntas con partidos de la oposición al PT, y han ido estrechando nexos especialmente con el Partido Novo.12 Podría inferirse que existe una pretensión de mantener cauta distancia entre el movimiento en general y los partidos políticos afines, para que el primero logre preservar su agenda autónoma.

En ese sentido, si quieren ser candidatos los representantes del VPR tienen que dejar formalmente el movimiento, porque “o nosso objetivo é que não exista a tentação de usar um movimento suprapartidário para fazer campanha política”, según afirmó Chequer (Souza en BBC Brasil, 27/9/2016). Este fue el caso de Janaina Lima, una de las primeras referentes del VPR que se postuló por Novo y justificó su decisión de pertenecer a ese partido explicando que “por médio de Novo, quero levar para a política os valores da ética, da transparência e da eficiência na gestão pública” (Novo São Paulo). En el caso de Chequer, en 2018 siguió el mismo camino al ser candidato a gobernador de São Paulo, elección en la que obtuvo el sexto lugar. A diferencia del MBL, en la nueva coyuntura siguen definiéndose como “suprapartidarios” y no postulan la formación de un partido propio, valorando el hecho de evitar “misturar o papel institucional com eventuais pretensões pessoais” (Tavares en Folha, 29/1/2019).

En suma, el VPR surgió como un movimiento antipetista que se sumó tempranamente a las protestas a favor del proceso de destitución de Dilma Rousseff y fue uno de sus principales promotores. Sus demandas se dirigían a terminar con la corrupción y sus propuestas se orientaban a asegurar que los responsables de ese delito pudieran ser investigados, no solo en términos judiciales sino también socialmente penados. Más adelante distintos referentes se articularían con partidos políticos para poder acceder a las estructuras de gobierno, aunque lo hicieron renunciando al movimiento, con la pretensión de que este mantenga el carácter “suprapartidario” con el cual lo definen.

Algunas notas comunes para (re)pensar la protesta social de derecha

Si bien se ha trazado una notoria diferenciación entre el ciclo de movilizaciones desarrolladas en el año 2013 (que eran heterogéneas y con componentes prevalecientes de izquierda y de centro) y el ciclo de protestas que hemos caracterizado en el apartado anterior (calificadas como de derecha y con una ola ascendente de conflictividad en 2015-2016) (Anderson, 2016; Avritzer, 2015, Solano Gallego, 2018), es interesante considerar que estas últimas retomaron repertorios de acción que provenían de la etapa previa. Breda (2016) afirma que “se apropiaron de técnicas y consignas popularizadas en las protestas contra el alza de los precios del transporte: la movilización en las redes sociales y también la referencia a ‘ocupar la calle’” (Breda, 2016, p. 10). Anderson (2016) coincide en que las tácticas del MBL y del VPR asimilarían elementos del Movimento Passe Livre, pero mostrándose como exponentes de una nueva “derecha radical” que ocupó el lugar central en las masivas manifestaciones contra Dilma Rousseff durante el año 2015:

Reclutados a partir de una generación más joven de militantes de clase media, una nueva derecha -y, generalmente, con orgullo de afirmarse así- pasó a hablar menos en términos de religiosidad, menos aún en términos de familia y reinterpretó el sentido de la libertad. Para ellos, el libre mercado era la base necesaria para todas las otras libertades, concibiendo así al Estado como una especie de hidra de muchas cabezas. Esa política se inició no en las instituciones del orden decadente, sino en las calles y en las plazas, donde los ciudadanos podrían reunirse contra un régimen de parásitos y ladrones (Anderson, 2016, s/p).

Tal como dimos cuenta, la actuación de los movimientos analizados se inscribió en un contexto de rechazo al sistema político en general y de denostación de la actividad política. Vale advertir que esa fuerte carga antipolítica también encontraría raíces en ciclos previos de movilización (Romano y Díaz Parra, 2018). El accionar colectivo de la década de 1990 en la región latinoamericana había otorgado impulso a la narrativa autonomista (Holloway, 2002) que pretendía tomar distancia de la “vieja política” y los grandes relatos, para pensar formas alternativas de cambio social. En esa sintonía, los movimientos sociales del período (con el zapatismo mexicano como emblema) procuraban preservar agendas independientes de los partidos políticos, los Gobiernos y el Estado; sosteniendo la imposibilidad de cualquier transformación radical en esos ámbitos.

Ahora bien, el discurso que responsabilizaba a la política por todos los males acaecidos en el Brasil contemporáneo fue tomando cada vez más la forma de una retórica anti-PT. Es decir, se fueron articulando acciones alrededor de una demanda principal que era la oposición al PT (la cual en la coyuntura del año 2015 se expresaba como apoyo al proceso de destitución). En concreto, este es el elemento que permitió que el MBL y el VPR aparecieran juntos en las calles, más allá de las diferencias que ya han sido señaladas; y, al mismo tiempo, desarrollaran iniciativas conjuntas con partidos políticos opositores al PT. En esa línea, los movimientos analizados impulsaron las marchas del 1/11/2014 y del 6/12/2014 en São Paulo bajo las consignas “Fora PT”, “Fora Dilma”, “Fora corruptos”. Al año siguiente se adicionó la consigna “Impeachment” a la multitudinaria manifestación del 16/8/2015 (Tatagiba et al., 2015, p. 199).

El posicionamiento “antipetista” que aglomeró multitudes continuaría presente tras la destitución de Rousseff, como lo demuestran los datos brindados por Solano Gallego (2018, pp. 53-54) sobre una manifestación realizada a comienzos de 2017. Allí, el 84 % de la muestra se definió como “muito antipetista” y entre el 75 % y el 82 % se reconoció contrario a los programas sociales y de redistribución de la renta llevados adelante por los Gobiernos del PT (por su alcance masivo, quizás el más importante ha sido el caso de la Bolsa Família). A esto se añadieron otros aspectos característicos de protestas sociales de derecha, como que el 82 % estaba a favor del aumento de la pena a los criminales y el 84 % apoyaba la reducción de la edad de imputabilidad.

Otra nota común y distintiva de estos colectivos radica en la construcción moral (antes que política) del adversario. En sus discursos aparecen recursos como el sarcasmo, pero también insultos y violencia hacia quienes se ubican en la vereda del frente, como el caso en que el referente Kataguiri declaró en abril de 2015 que “no hay que contentarse con hacer sangrar al PT, hay que meterle una bala en la cabeza” (Vigna, 2017). En este tipo de construcción se identifica al “otro” como un enemigo que hay que erradicar por completo: es un oponente a destruir antes que un adversario político portador de diferencias con las cuales se puede convivir. Ello tiende a sedimentar “discursos de odio” (Alcácer Guirao, 2012) que reproducen estigmas y prejuicios sobre el rol de las mujeres, los pobres o los negros (por citar algunos ejemplos) transformando las diferencias políticas en disputas morales entre “el bien” y “el mal” (Mouffe, 2007, pp. 27-28).

La primacía de consignas como “Fora Dilma” y “Fora PT” pueden haber llevado a pensar en un primer momento que estos movimientos carecían de una dimensión propositiva vinculada con la construcción de un escenario pos-PT (Tatagiba et al., 2015). Sin embargo, observar su devenir tras la destitución de Rousseff y en relación con los actores políticos que ganaron preponderancia en Brasil a partir de ese momento nos permitiría repensar estas consideraciones e indagar cuál es el proyecto político que mostraron y que encontró repercusiones en la sociedad brasilera y en sus nuevos gobernantes.

En ese sentido, las movilizaciones habrían incidido en la realización y éxito del proceso de destitución de Dilma Rousseff, porque funcionaron como una muestra hacia el conjunto de la clase política de la masividad del apoyo a esta propuesta. Se trataba de convocatorias masivas, reiteradas y de amplia visibilidad pública, tanto por su difusión en las redes sociales como por la resonancia que obtuvieron en los medios hegemónicos de comunicación (Braz, 2017). Inclusive los partidos de la oposición al PT se sumaron a estas manifestaciones, procurando quedar del lado de la movilización y no ser identificados con la “corrupción petista”. En ese sentido, las particularidades de cada una de las partes que se articuló en torno a la cadena equivalencial13 en pos del recambio gubernamental permanecieron en suspenso, privilegiando su común oposición al PT y sus máximos representantes.

Una vez que Rousseff fue apartada del cargo, su vicepresidente Michel Temer14 asumió como presidente de Brasil. El MBL apoyó algunas de sus principales propuestas, aunque habían afirmado que para ellos no era el gobernante “ideal” (Royo Gual en El Mundo, 17/8/2015). Sin embargo, hicieron campaña (por ejemplo, con videos en Facebook en los que Kim Kataguiri es el encargado de explicar las políticas defendidas) a favor de la enmienda constitucional que puso un límite al gasto público para los próximos veinte años (aprobada en 2017), y se manifestaron a favor de la reforma laboral. No obstante, tras las denuncias de corrupción que involucraban al nuevo presidente, el MBL y el VPR se sumaron al pedido de su renuncia.

De cara a la contienda electoral de 2018, el escenario de polarización y descontento con la actividad política persistió. El sentimiento anti-PT sumó la férrea oposición al candidato apoyado por Rousseff y Da Silva: Fernando Haddad.15 El principal exponente de ese rechazo fue el candidato Jair Bolsonaro del Partido Social Liberal (PSL), quien orientó su retórica de campaña hacia la demonización del PT y sus simpatizantes. Para Bolsonaro, el partido que había gobernado Brasil durante más de una década representaba un grupo de “bandidos corruptos que desgraciaron al país” (Sousa Santos, 2018: 3), e incluso afirmó que era necesario “fusilar a la petralhada” (en referencia a los militantes del PT) y “enviarlos a Venezuela” (Bolsonaro, 3/9/2018).

Haddad y Bolsonaro (quien obtuvo el mayor porcentaje de los votos en primera vuelta) llegaron a la instancia del ballotage. En ese marco la candidatura del líder del PSL fue apoyada por distintos movimientos de derecha, entre ellos el MBL y el VPR. El mediático referente del MBL, Kim Kataguiri, consideró que un triunfo del candidato del PT sería una “amenaza a la democracia” y significaría “un escenario de totalitarismo espeluznante” (Bolson en UOL, 7/10/2018). Bolsonaro triunfó finalmente en la contienda con el 55,1 % de los votos, inaugurando una nueva etapa en Brasil, cuyas implicancias será preciso analizar con mayor detenimiento.

Al respecto, cabe mencionar que la plataforma de gobierno del nuevo presidente incorpora algunas de las iniciativas del MBL, como la necesidad de realizar una reforma política-moral, las ideas del liberalismo económico y el proyecto escola sem partido; además, quien ha sido nombrado como ministro de Economía, Pablo Guedes, fue invitado al cuarto congreso nacional del MBL (Betim en El País Brasil, 5/12/2018). Entre tanto, el VPR también expresó su respaldo a la realización de una reforma previsional, que fue anunciada como una de las medidas que tomaría la gestión Bolsonaro (Tavares en Folha, 29/1/2019). Al mismo tiempo, el presidente electo se aferra al discurso que estos movimientos contribuyeron a propagar, vinculando exclusivamente la corrupción con el PT, y defendiendo una práctica política que se aduce más técnica y menos ideologizada.

Conclusiones

Las protestas sociales han sido identificadas como acciones colectivas disruptivas, muchas veces discontinuas, desarrolladas en espacios públicos por sectores sociales que expresan su malestar o descontento con normas, políticas-políticos, instituciones, condiciones sociales y económicas (López Maya, 2000). Ahora bien, ese descontento es portador de críticas y de propuestas de reordenamiento cuyo sentido no necesariamente se reconoce como popular o progresista. Las protestas, como de hecho hemos visto a lo largo del trabajo, pueden aferrase al statu quo, y pueden orientarse a obstaculizar y destituir Gobiernos cuyas políticas resultan cuanto menos insatisfactorias.

En lo que respecta al caso particular de Brasil, el accionar del MBL y del VPR se inscribió en un horizonte de activación de la movilización social que había comenzado hacia el año 2013. No obstante, mientras las protestas de ese año se ubicarían a la izquierda del espectro político, los movimientos aquí estudiados se reconocen como exponentes de una nueva derecha liberal (especialmente el MBL). Vale reconocer que no solo se trataba de un horizonte de conflictividad social ascendente sino también de fuerte polarización política, lo cual se hizo palpable en la contienda electoral de 2014.

Las dificultades económicas, las denuncias por corrupción en el marco del Lava Jato, la campaña opositora de algunos medios de comunicación, así como la falta de respuestas ante problemáticas crecientes (inseguridad, dificultades en el acceso a la vivienda, avance del extractivismo, centralización del poder, entre otras) fueron complejizando el panorama. Si bien tempranamente el MBL y el VPR manifestaban su descontento contra el sistema político en general y exhibían una fuerte carga antipolítica, las críticas y el rechazo se centraron en el partido de Gobierno (PT) y en sus dos máximos representantes: Lula Da Silva y Dilma Rousseff. Podríamos pensar aquí que la activa y caudalosa convocatoria del MBL y el VPR, en las redes y en las calles, contribuyó en gran medida a que Rousseff terminara apartada de su cargo y Da Silva en prisión. Una vez sucedidos esos hechos, los movimientos pierden centralidad y reconducen esfuerzos hacia la arena político partidaria; es decir, varios de sus referentes optan por la participación electoral en expresiones de derecha o centro-derecha que en las últimas elecciones se mostraron alineadas a la candidatura de Bolsonaro.

Lejos de constituir una investigación cerrada, estas caracterizaciones y análisis en torno a la movilización social en el contexto brasileño reciente inauguran nuevos interrogantes y desafíos. Nos anima la inquietud de profundizar en los rasgos que identificarían a la modalidad de protestas de derecha, sopesando sus puntos de encuentro y distanciamiento con protestas sociales de otro tinte ideológico. Al tiempo que resultaría interesante sumar el análisis de la experiencia argentina en el último lustro, ya que también se identifican diversas acciones colectivas en oposición al ciclo kirchnerista y en vinculación con la coalición política actualmente gobernante.

Finalmente, el recorrido aquí emprendido pone de relieve que la protesta social no asume contenidos a priori, esto es, con independencia de los significados que puede articular. Esos sentidos son construcciones históricas, cuya génesis y movimientos es necesario indagar. De allí la pertinencia de las preguntas en torno a quiénes son los que se movilizan, bajo qué formatos lo hacen y cuáles son sus demandas y objetivos; al tiempo que ello debe articularse con miradas atentas sobre el entorno espacio-temporal. En definitiva, el análisis de estos vínculos entre la dinámica de la acción colectiva y las variaciones del contexto contribuyen a interpretar los tiempos que vivimos.

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1Se hace alusión a la ola de Gobiernos que se inauguró con la elección de Hugo Chávez en 1998, en Venezuela, y las posteriores asunciones de “Lula” Da Silva en Brasil (2002), Néstor Kirchner en Argentina (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2005), Michelle Bachelet en Chile (2006), Evo Morales en Bolivia (2006), Rafael Correa en Ecuador (2007) y Fernando Lugo en Paraguay (2008). Más allá de sus particularidades y diferencias, los nuevos gobernantes expresaron la intención de reparar de modo progresivo el tejido social, recuperar el rol del Estado, revertir las tendencias de una modernidad excluyente y favorecer la integración latinoamericana (Morel y Quiroga, 2011, p. 379).

2Durante trece años se mantuvo en la presidencia de Brasil, ejercida por Luiz Inácio Da Silva (2003-2007 y 2007-2011) y Dilma Rousseff (2011-2015, 2015-2016).

3Eran espacios de coordinación de movilizaciones que se articularon en diferentes ciudades de Brasil y en los que participaban movimientos sociales, organizaciones civiles y sectores universitarios. Su objetivo era manifestarse en contra de diversas cuestiones relacionadas con la organización del Mundial de fútbol masculino FIFA en Brasil (Cañada, 2014).

4El 1 de noviembre de 2013 convocaron a la primera protesta contra el nuevo mandato de Dilma Rousseff, que llevaba una semana de electa, haciendo extensivo el escenario polarizado con que había triunfado en segunda vuelta. No obstante, el MBL ya aparecía como página de Facebook desde el 17 de junio de 2013 (Da Silva, 2018, p. 87).

5“Segundo pesquisa realizada pelo Instituto Datafolha, 63% dos participantes nos protestos no dia 15 de março de 2015 eram do sexo masculino, com idade média de 40 anos, 76% com ensino superior e 69% se declararam brancos. A segmentação por renda informa que 29% tinha renda mensal familiar até 5 salários-mínimos, 27% de 5 a 10 salários-mínimos, 22% de 10 a 20 salários mínimos, e 19% mais de 20 salários” (Tatagiba et al., 2015, p. 206)

6Con respecto a otros temas relevantes en la agenda política-social latinoamericana actual, el MBL afirma no tener un posicionamiento único: “O foco do nosso movimento é a defesa da República e do liberalismo econômico. Essas questões de aborto, drogas e homossexuais a gente dá total liberdade para que cada um se manifeste da maneira que quiser” (Bigarelli y Oliveira em Época Negócios, 12/4/2015).

7En este sentido se ubican declaraciones como las de Kim Kataguiri en 2014, cuando afirmaba que el objetivo del PT era crear una dictadura totalitaria (Martín en El País Brasil, 12/12/2014), o en 2015, momento en el que declaraba “Dilma caerá, el momento político ahora es más propicio que nunca” (Royo Gual en El Mundo, 17/08/2015).

8Esta melodía fue entonada durante las manifestaciones que salpicaron el año 2015. Consultar en: https://www.youtube.com/watch?v=d5gDSjHQNz8

9Democratas(DEM), previamente Partido del Frente Liberal (PFL), es un partido ubicado a la centroderecha del espectro político brasileño. Tiene raíces en el ideario de la Alianza Renovadora Nacional (ARENA), que apoyó a la dictadura militar de 1964. Actualmente cuenta con 27 escaños en el congreso y 6 senadores; dos gobernaciones (Goiás y Mato Grosso), y referentes en el gabinete de Bolsonaro como Onix Lorenzoni y Teresa Cristina.

10En un evento denominado MBL Experience y desarrollado en el marco del cuarto congreso del MBL, el referente D'eyrot manifestó: “Nós somos os punk rockers, nós somos os subversivos de hoje. Quando falamos da biologia, que existe homem e mulher, e não 50 gêneros, estamos sendo subversivos” (Betim em El País Brasil, 5/12/2018).

11El Lava Jato es una investigación iniciada por la Policía Federal de Brasil hecha pública en marzo de 2014, que denuncia una extensa red de corrupción entre diversos funcionarios y empresarios brasileños.

12Es un partido político liberal fundado en 2011. Entiende la política como técnica que debe contar con la mínima injerencia. Entre sus exponentes se destacan figuras sin experiencia ni militancia política previa. Contaba con concejales en São Paulo y tiene actualmente ocho bancas en el Congreso y la gobernación del estado de Minas Gerais.

13Empleamos aquí el término laclausiano, cadenas de equivalencias, para aludir a la construcción de lazos de solidaridad entre determinados discursos a partir de la común insatisfacción de sus demandas (Laclau, 2005). En otras palabras, las distintas demandas insatisfechas serán equivalentes en relación con aquello que las niega; en nuestro caso el ciclo de Gobiernos del PT y, particularmente, la gestión en curso de Rousseff.

14Pertenecía al Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB), otrora aliado del PT y devenido en uno de los principales operadores del juicio político.

15Fue confirmado como el candidato del PT menos de un mes antes de la primera vuelta electoral. Había sido ministro de Educación durante las presidencias de Da Silva y Rousseff y también alcalde de São Paulo. La frase “Haddad é Lula” fue utilizada en la campaña para intentar ganar adhesión de quienes habrían votado a Da Silva y no pudieron hacerlo ya que este permanecía encarcelado por acusaciones de corrupción pasiva y lavado de dinero en el marco de la mencionada causa Lava Jato.

Recibido: 31 de Mayo de 2019; Aprobado: 02 de Agosto de 2019

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