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Estado & comunes, revista de políticas y problemas públicos

versión On-line ISSN 2477-9245versión impresa ISSN 1390-8081

E&c vol.1 no.4 Quito ene./jun. 2017

https://doi.org/10.37228/estado_comunes.v1.n4.2017.37 

Articles

Buen Vivir, sostenibilidad y bienes comunes: el contexto ecuatoriano y mundial

Good Living, sustainability and the Commons: An Ecuadorian and an international context

Nicholas Anastasopoulos1 

1Docente de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, Costa Rica, urbandispositions@gmail.com.Texto traducido de inglés a español POR Ana Cristina Benalcázar.


Resumen

Tanto la sostenibilidad como Buen Vivir son términos relativamente nuevos y de uso reciente, más bien abstractos, que se prestan para análisis críticos y, a menudo, a varias interpretaciones y malentendidos, ya que abordan varias facetas de la vida, como la economía, el ambiente y la sociedad. La sostenibilidad tiene una aplicabilidad universal mientras que el Buen Vivir es una condición específica pero primordial en la Constitución ecuatoriana. Este artículo explora los aspectos teóricos y convergencias entre la sostenibilidad y el Buen Vivir y examina los bienes comunes como una categoría que es la base de los principios de estos dos conceptos, en lo fundamental, desde un ángulo que aborda el espacio y las relaciones sociales. Se argumenta que los conceptos de comunidad, así como la relación con la naturaleza que ofrece un bien común, son los medios para lograr la sostenibilidad y el Buen Vivir.1

Palabras claves: sostenibilidad; Buen Vivir; Sumak Kawsay; bienes comunes.

Abstract

Both sustainability and Buen Vivir (Good Living) are relatively new and rather abstract terms, which lend themselves to critical analyses and therefore often to multiple interpretations and misunderstandings, as they address several facets of life, such as the economy, the environment and society. Sustainability has a universal applicability, while Buen Vivir (Good Living) is primarily specific to the Ecuadorian Constitution. This article explores theoretical aspects and convergences between sustainability and Buen Vivir (Good Living) and it examines the commons as a category that underlies the tenets of these two concepts, primarily from an angle that addresses space and social relations. It argues that the concepts of community, as well as the relationship with nature that a commons approach affords are the means to achieve sustainability and Buen Vivir (Good Living).

Keywords: Sustainability; Buen Vivir; Sumak Kawsay; Commons.

Introducción2

1.1. Buen Vivir y la Constitución ecuatoriana

El Buen Vivir es un concepto que se introdujo en la Constitución del Ecuador en el año 2008. Como se expresa en los doce objetivos de las dos ediciones (2009-2013 y 2013-2017) del Plan Nacional para el Buen Vivir (PNBV), las normas éticas y programáticas del Buen Vivir buscan alcanzar una sociedad más justa y articular las libertades democráticas y el progreso social con medidas que favorezcan el acceso a la salud, educación, vivienda y trabajo, al tiempo que reconocen los derechos de la naturaleza y el esfuerzo hacia un futuro compartido y sostenible.3 Los conceptos indígenas de “buen vivir” o “vida en armonía” se introdujeron en el Ecuador en 2008 y, posteriormente, en Bolivia con la Constitución de 2009.4 Catherine Walsh explica esta fusión ideológica de la siguiente manera:

Buen Vivir denota, organiza y construye un sistema de conocimientos y de estar basado en la comunión de los seres humanos y la naturaleza y en la totalidad-espacial-temporal de la existencia armoniosa. Es decir, en la necesaria interrelación de los seres, conocimientos, lógicas y racionalidades de pensamiento, la acción, la existencia y la vida. Esta noción es parte integrante de la cosmovisión, la cosmología, o la filosofía de los pueblos indígenas de Abya Yala (Walsh, 2010: 18).

El PNBV inspiró estrategias alternas en la transformación de la matriz productiva del país. En Ecuador, el concepto del Buen Vivir también ha sido visto como una alternativa a los modelos convencionales de desarrollo de crecimiento económico. Pero el crecimiento como un término debe ser desacoplado de los indicadores económicos y se asocia también con el crecimiento social y cultural, el crecimiento de la biodiversidad y otros aspectos de la vida. Al respecto, un enfoque afirmativo contra el desarrollo es evidente desde el punto de vista de los movimientos indígenas. En un ensayo titulado “Visión indígena del desarrollo en la Amazonía”, que establece los principios para la redacción del PNBV y la Constitución Nacional, con un sucinto análisis del Kawsay Ally o bien Sumak Kawsay, Viteri -un antropólogo indígena de la tribu de Sarayaku en la Amazonía e integrante de la Asamblea Nacional por la bancada del oficialismo- ofrece algunos puntos de vista sobre los conceptos de la vida y el lugar del hombre en el planeta entre otros seres vivos. El rechazo de la cosmovisión indígena de la idea occidental del desarrollo se explica, ya que el crecimiento es incompatible con la vida en armonía a expensas de la naturaleza y sus ecosistemas (Viteri Gualinga, 2002). En marcado contraste con las culturas que favorecen el crecimiento sin fin, a expensas de los ecosistemas, los recursos naturales y las sociedades, el Sumak Kawsay expresa las culturas empíricas de medida y la armonía con los ciclos de la naturaleza y recursos de los pueblos indígenas, donde estos principios en las comunidades indígenas están muy vivos. Estas comunidades rechazan de modo consciente la opulencia del mundo occidental y estilos de vida relacionados.5 El Sumak Kawsay impregna todos los aspectos de la vida y, como lo señala Nina Pacari (2014), la decantación de la buena vida en el Sumak Kawsay, más que una necesidad o una falta de opciones, representa un auténtico “sistema de vida”.

Desde el punto de vista occidental convencional, sin embargo, el término Buen Vivir, así como sus derivados o sus equivalentes en otros idiomas, tiene muy a menudo una reputación ambivalente y de doble sentido. Se puede argumentar que la misma Constitución del Buen Vivir, así como las prácticas posteriores en Ecuador, igualmente encarnan tales contradicciones no resueltas entre cosmovisiones occidentales y la cosmovisión indígena Sumak Kawsay de la “vida en armonía”.6

Un intento hacia la reconciliación de la invención del Buen Vivir con la cosmovisión7 del Sumak Kawsay se presenta con muchas dificultades y puede resumirse en dos tareas principales: la comprensión de los diferentes orígenes filosóficos de cosmovisiones occidentales e indígenas y hacer frente a la realidad imperante del statu quo en varias escalas de la vida contemporánea.

La primera tarea consiste en el reconocimiento de la diversidad de cosmovisiones y en el posterior entendimiento de que la resolución de diferentes orígenes se encuentra dentro de Buen Vivir. Se podría argumentar que tales diferencias de cosmovisión se remontan a los orígenes fundamentales de un inconsciente colectivo expresado en las principales religiones monoteístas. Desde el animismo se atribuye características de la sabiduría a la naturaleza misma, pero en el judaísmo, cristianismo e islamismo se considera al hombre como un ser separado de la naturaleza, donde esta se encuentra al servicio del hombre.8

La segunda tarea consiste en hacer frente a la realidad contemporánea, en lo fundamental, a escala global y urbana. La realidad de la vida contemporánea en las ciudades de todo el mundo en una economía globalizada nos presenta un sistema de valores, infraestructuras y formas de hacer las cosas que impregnan en forma abrumadora todos los aspectos de la vida y están en total antítesis con los principios fundamentales de la vida en armonía, como se expresa en el Sumak Kawsay y como se trata de describir en el Buen Vivir. En una economía de mercado capitalista, la mayoría de las infraestructuras urbanas, ciudades y edificios pueden ser vistos como complejos a gran escala, “máquinas” diseñadas y desarrolladas para facilitar el consumo y fundamentalmente para servir el flujo de capital, en los procesos y necesidades relacionadas con la forma cooperativa de la vida, las personas y la comunidad (Harvey, 2000; Meretz, 2013; Polanyi, 2001). Como este modelo capitalista y neoliberal invade en un modo incipiente todos los aspectos de la vida, afecta a todo el mundo en el bienestar y el comportamiento, ya que coloniza el imaginario colectivo. La atención de los ciudadanos está siendo constantemente redireccionada a los productos y servicios que forman parte de un modelo de progreso y felicidad ligada con las necesidades construidas para las posesiones, mientras que las relaciones sociales son relegadas en torno a un estilo de vida que favorece el consumo competitivo, en lugar de las prácticas cooperativas. Esta tarea equivale a reconocer las dificultades de concebir y aplicar las alternativas a escala nacional que exige el Buen Vivir, y, posteriormente, la elaboración de estrategias apropiadas y el uso de ellas, con el fin de subvertir el statu quo reinante de la vida contemporánea.

1.2. Lecturas críticas de la sostenibilidad

La sostenibilidad es un concepto nacido a finales del siglo XX, el cual indica la capacidad de mantenerse en la existencia sin interrupción o disminución (Edwards, 2010; Fiksel, 2006; Schellnhuber et al., 2004) Para que esto suceda, cuando una condición cambia estructuras dependientes deben, en consecuencia, adaptarse para alcanzar un nuevo estado de equilibrio (Roe, 1997; Waldrop, 1993). Sin embargo, una evaluación de los predicamentos actuales, de que la humanidad enfrenta con el cambio climático la pérdida de la biodiversidad y la destrucción ecológica, lleva a muchos investigadores a la conclusión de que el daño ha llegado al extremo de que hablar de equilibrio y de que “se mantenga en la existencia sin interrupción o disminución”, principio básico de la sostenibilidad, no es ya suficiente. Sería como el mantenimiento en vida de una persona enferma sin optar por la curación, haciendo de este modo todo lo posible para invertir la situación. Por lo tanto, todo un radical enfoque de cambio de sistema parece ser un mejor enfoque hacia la redefinición de la sostenibilidad (Birkeland, 2008).

El término “sostenibilidad” se utiliza ampliamente en el contexto de la arquitectura, el comportamiento del edificio, infraestructuras urbanas, estudios ambientales, las sociedades y la economía. La sostenibilidad como una condición compleja requiere ser examinad mediante un enfoque de la complejidad, con el fin de ser convertida en un campo de investigación significativo (Espinosa y Walker, 2011). Asegurar ecosistemas saludables y comunidades vibrantes con las culturas y las economías robustas, frente a un entorno global, por el contrario, volátil, es un gran reto cada vez más reconocido como un objetivo fundamental de todos los procesos que sustentan la vida. Sabemos que la mayoría de las sociedades tienen economías insostenibles, viven en ciudades y edificios no sostenibles y hacen uso de la agricultura insostenible (Roe, 1997; Starke et al., 2013; The World Conservation Union and UNEP, 2013) (Roe, 1997; Starke, Assadourian, Prugh, y Worldwatch Institute, 2013; La Unión Mundial para la Naturaleza y Pnuma, 2013). En resumen, sabemos que la humanidad en su conjunto vive vidas insostenibles y consume recursos a un ritmo enloquecedor. No obstante, en el lenguaje diario y con frecuencia en los contextos científicos, la sostenibilidad se reduce a los aspectos de la gestión ambiental, y muchos componentes implícitos o explícitos de sostenibilidad social, económica y política tienden a ser ignorados o minimizados.

Con el fin de resolver esta crisis, en las más de tres décadas últimas ha habido intentos dudosos para forzar un “matrimonio de conveniencia” entre la sostenibilidad y el desarrollo, como resultado de una expresión tan debatida del desarrollo sostenible. Partiendo de los conocimientos que se originan a partir de la observación de los ecosistemas sostenibles, sabemos que las relaciones complejas se encaminan hacia el equilibrio, mediante una adaptación constante a los cambios en su entorno; el mismo principio es aplicable a las sociedades humanas sostenibles.

Debido a la naturaleza inherentemente compleja de la sostenibilidad, es importante ser consciente de las diversas escalas de esta y de los diferentes tipos de actividad que afectan a otras, haciendo de la conciencia de escalar y de las cualidades de sostenibilidad un enfoque clave de suma importancia. El término “escalar” sugiere que hay varias escalas interrelacionadas en las que la sostenibilidad debe ser examinada y los principios de sostenibilidad deben aplicarse En términos prácticos, esto indica que el cambio climático, los principales conflictos y guerras, así como la crisis tanto financiera como política de proporción mundial, puede tener un efecto a cualquier escala local y desempeñar un papel en la desestabilización potencialmente de un sistema local. El escalar en la sostenibilidad hace hincapié en las interdependencias entre los varios niveles y las diversas facetas de la vida y la actividad humana, tales como el medioambiente, la sociedad y la economía, que en conjunto contribuyen a la sostenibilidad en general. Por tanto, un enfoque de sostenibilidad escalar puede incluir por principio una conciencia sistémica de la interconexión de los ecosistemas, de la sociedad y la economía por medio de todas las escalas, así como la necesidad de trabajar con estas múltiples escalas y niveles en mente.

Cuando se sale desde el paradigma jerárquico, reduccionista y antropocéntrico dominante y se adopta una visión holística, en un esfuerzo por mirar el cuadro más grande, se empieza a descifrar las verdaderas fuentes de problemas, conflictos y contradicciones, que de otro modo pueden ser ignorados. Se debe a que la sostenibilidad y la gobernanza están siendo entendidas como condiciones a escala múltiple, por lo que un enfoque de la complejidad parece más apropiado con el fin de tener una verdadera comprensión del conjunto. Un indicador global de la sostenibilidad escalar es la resiliencia, demostrada en el intercambio entre los distintos niveles y escalas, y se expresa en la salud y la integridad interna de una sociedad, de una economía local o de los ecosistemas locales, a pesar de las perturbaciones en otras escalas y niveles. Hace algún tiempo la sostenibilidad parecía haber ignorado por completo el contexto histórico de las dos guerras mundiales, la destrucción nuclear de Hiroshima, la guerra de Vietnam, o incluso las guerras más recientes que arden en el Oriente Medio y el ataque del 9/11. Por tanto, gran parte del discurso de la sostenibilidad sufre de puesta a tierra histórica, lindando con lo apolítico. Es decir que es inútil discutir sobre la sostenibilidad mientras ignoremos las causas políticas detrás de los desarrollos mundiales, las guerras y explotaciones hegemónicas y financieras.

Sin embargo, la historia es una narración sobre un sinfín de peleas de sometimiento, dominación y hegemonía, e implica luchas de todas las escalas y en todos los niveles, y la sostenibilidad no está exenta de la historia. Cierta retórica de la sostenibilidad tiene la tendencia a generalizar y simplificar en exceso mediante la adopción de la perspectiva del “nosotros”, siendo el “nosotros” la humanidad y la especie humana. En realidad, el “nosotros” o el “estamos todos juntos” no existen, ya que hasta ahora la historia se compone de historias de hegemonía más que de historias de la unidad, y nos recuerda que no siempre todos los seres humanos se han pensado o han sido tratados como iguales. El “nosotros” reaparece momentáneamente como una excepción que surge en ciertos momentos en el tiempo, y existe principalmente como una distinción categórica válida de la especie humana contra otras especies. Por tanto, cuando abordamos un tema hay que preguntarse: ¿sostenibilidad para qué, ¿quién y cómo?, al tiempo que el contexto de la imagen más grande sigue presente. De esta manera, un marco más claro del contexto, de los recursos en juego y de los problemas potenciales de conflicto que deben ser abordados, pueden establecerse desde el principio. Si esto no sucede, lo “sostenible” se convierte en un tono de jerga parte del vocabulario neoliberal.9

Cuando nos alejamos del paradigma industrial, antropocéntrico, jerárquico, mecanicista y reduccionista dominante y adoptamos una visión holística, en un esfuerzo por mirar el cuadro más grande, podemos empezar a descifrar las verdaderas fuentes de problemas, conflictos y contradicciones, que de otro modo pueden ser ignoradas. Se debe a que la sostenibilidad y la gobernanza están siendo entendidas como condiciones a escala múltiple, por lo que un enfoque de la complejidad parece más apropiado para tener una verdadera comprensión del conjunto.

Fuente: elaboración propia.

Gráfico 1. Diagramas esquemáticos que ilustran el concepto de la sostenibilidad escalar 

Seguimiento de las convergencias entre los principios de sostenibilidad y el Buen Vivir

En la búsqueda de convergencias entre la sostenibilidad y el Buen Vivir, se debe profundizar en diversas teorías contemporáneas que ofrecen interpretaciones de sostenibilidad. La ecología profunda, el ecofeminismo, la permacultura, el decrecimiento y la ecología política pueden servir para este propósito, ya que todos ellos discuten la hegemonía problemática de la civilización humana occidental sobre otras formas de vida y los recursos, al tiempo que hacen un llamado a un biocentrismo, en lugar de un enfoque antropocéntrico sobre la vida (Devall y Sessions, 2001; Fukuoka, 1975; Mollison, 1997; Naess et al., 2010).

La ecología profunda (o ecosofía) es una filosofía de armonía o equilibrio ecológico (Drengson et al., 1995). La permacultura (Mollison, 1997), es una teoría y una práctica con los orígenes de la inmensidad de los territorios australianos que entiende la sostenibilidad como un concepto escalar y holístico y llama a trabajar con y no contra la naturaleza, invita a la observación prolongada y reflexiva en lugar de trabajar sin pensar y motiva a la expectación de las plantas y los animales en todas sus funciones, en lugar de tratar cualquier área como un sistema aislado. El decrecimiento (Latouche, 2010) coincide con la desindustrialización que los Estados europeos han experimentado durante las últimas décadas, es el resultado lógico de la realización de la imposibilidad de crecimiento sin fin, y pide una contracción en lugar de una expansión de la economía, la cual se organiza en torno a las relaciones sociales en lugar del consumo (Acosta, 2009; Latouche, 2010). La ecología política tiene por objeto introducir la política de conflicto, las luchas y la hegemonía, así como la perspectiva histórica, de nuevo en el discurso de la sustentabilidad. Es un campo de investigación que reconoce estos factores en su escala adecuada de importancia, junto con la visualización de todos los problemas ambientales en esencia como problemas políticos, entendidos principalmente como conflictos de poder y control sobre los recursos. La ecología política intenta proporcionar una crítica así como las alternativas entre el medioambiente y los factores políticos, económicos y sociales (Robbins, 2011). La ecología social se basa en la convicción de que casi la totalidad de nuestros actuales problemas ecológicos tienen su origen en los problemas sociales profundamente arraigados. Siguiendo este punto de vista, los problemas ecológicos no se pueden entender, y mucho menos resolverlos, sin una cuidadosa comprensión de nuestra sociedad existente y las irracionalidades que encarna. Para hacer este punto más concreto: economías, etnias, culturales y conflictos de género, entre muchos otros, se encuentran en el núcleo de las dislocaciones ecológicas más graves que enfrentamos hoy (Bookchin, 2007). Por su parte, el análisis ecofeminista ve el mundo en virtud de las relaciones de poder que se originan en el género y propone que la división perjudicial entre naturaleza y cultura solo puede ser curado por el instinto femenino presente al momento de dar a luz, la crianza, el afecto y el conocimiento integral de los procesos de la naturaleza (MacGregor, 2007; Shiva, 2016).

Repensando los bienes comunes

En 1887 el filósofo alemán Ferdinand Tönnies utilizó los términos Gemeinschaft y Gesellschaft para describir la distinción entre dos tipos de agrupaciones humanas: Gemeinschaft es una asociación en donde sus integrantes se regulan por normas o creencias comunes sobre el comportamiento apropiado y la responsabilidad de dichos integrantes para con la comunidad y para con los demás miembros de forma individual. La comunidad se establece como Unidad de Voluntad (Tönnies, 1887). Gesellschaft describe asociaciones compartidas. La Gesellschaft se mantiene a través de individuos que actúan en su propio interés (ibid.,). Esta distinción se relaciona con los diferentes sistemas que pertenecen principalmente a la relativa estabilidad de las comunidades no urbanas que hacían hincapié en la obligación mutua y la confianza (Gemeinschaften) y móvil, así como a las sociedades altamente urbanizadas de estilos de vida urbanos del siglo XX, donde la identidad del individuo tiene prioridad a expensas de la comunidad (Gesellschaften). La revolución industrial provocó profundas transformaciones en la vida y los procesos de urbanización masivos dieron pie a la aparición de Gesellschaft. Bauman (2001) señaló que el surgimiento de Gesellschaften fue también el resultado de los cambios voluntarios en los estilos de vida, como una reacción a los aspectos problemáticos de las comunidades tradicionales, que pueden sentirse como una prisión para los miembros que no encajan y con una visión crítica de la emancipación; se señala las bendiciones mixtas de la libertad y las conexiones entre percepción de la individualidad, el consumo y el capitalismo.

En este cambio que se ha producido en las sociedades, las ciudades responden a las necesidades de la eficiencia en la producción y la libertad de expresión en la vida de las personas. Correspondiente a los fenómenos más contemporáneos del siglo XXI, estas categorías están siendo revisadas y ampliadas, o tal vez incluso superadas, por las nuevas categorías más alejadas de la idea de comunidad, tales como la teoría de la multitud. Esta describe una condición que se ajusta a la actual: pluralidad y naturaleza nómada de las multitudes, en donde tanto residentes como personas transitorias en las ciudades globales de nuestro tiempo muestran en cada ocasión características impredecibles de conducta como entidades diferentes y en su conjunto (Hardt y Negri, 2005). Sin embargo, al mismo tiempo y en una escala universal, Negri revive la idea de los bienes comunes como la Commonwealth en el contexto de la multitud (Negri y Hardt, 2011), mientras que Francois Houtard (2013) explora así la noción de los bienes comunes de la humanidad en diferentes niveles.

En 1968, Garret Hardin escribió un artículo titulado “La tragedia de los comunes”, publicado en la revista Science (Hardin, 2008). Ese artículo estaba destinado a emitir una huella decisiva en el pensamiento científico sobre el sentido y el destino de los bienes comunes para muchas décadas, como la “tragedia de la teoría comunes”. El uso de la tragedia de la teoría de los comunes considerada desde el prisma de la esfera privada y desde el punto de vista del individuo sobre la utilización de los recursos comunes más fundamentales, como el aire fresco, el agua y la tierra, han proporcionado un terreno fértil para las economías neoliberales, las que afirman que el mercado va a llegar a dar soluciones, incluso en aquellas áreas donde no debe. Pero la tragedia de la teoría de los comunes se refiere a un período particular de la historia, sobre todo en Europa y el Oeste, que coincide con la desaparición de los comunes desde la Revolución industrial, y más concretamente desde mediados del siglo XVIII hasta hace poco. Durante ese tiempo los comunes han sido oprimidos sistemáticamente, destruidos o rechazados como residuos de otra época, ineficientes y formas “atrasadas” de la organización. Fueron despedidos por no servir al propósito del desarrollo eficiente cuando se trata de la gestión de recursos, habiendo sido abandonados o abusados por sus propios beneficiarios (Bravo y Moor, 2008; Linebaugh, 2014). Por tanto, podemos concluir que los comunes efectivamente incorporan estas contradicciones que se encuentran en la dicotomía entre la comunidad y la sociedad, una comunidad agraria y la vida de la ciudad.

Elinor Ostrom fue capaz de desafiar la validez universal de la hipótesis de Hardin para ayudar en la restauración de la reputación de la común (Ostrom, 1990) y varios argumentos y metodologías propuesta han sido desplegadas con el fin de volver a examinar la “tragedia de los comunes” (Kennedy, 2003; De Angelis, 2008; Ramírez, 2014). Estos esfuerzos son un llamado a un resurgimiento de nuevos dominios de los comunes, con la creación de los comunes inmateriales y la producción de par a par que el advenimiento de Internet proporcionó, donde las nuevas formas de intercambio de información y posibilidades de colaboración, de código abierto y el acceso a información y educación sirven como testimonio (FLOK Society, nuevas formas de concesión de licencias como Creative Commons, MOOC, etc.). Además, dado que las crisis políticas, sociales, urbanas y financieras marcaron experiencias en muchas ciudades en la primera parte del siglo XXI, las nuevas formas de comunidad y la autoorganización han surgido en un esfuerzo por lograr la viabilidad y capacidad de recuperación mediante nuevas formas de solidaridad, cooperación, producción conjunta y consumo, así como la exclusión de los intermediarios, la emancipación y nuevas formas de commoning (Anastasopoulos, 2013; Lee y Webster, 2006). Como resultado surgen prácticas previamente privadas que favorecen el bienestar de una comunidad y la ética los comunes está siendo revivida en un contexto de los espacios urbanos, edificios e infraestructuras que producen nuevas expresiones de los bienes comunes (Mies, 2014).

Los comunes puede entenderse como el dominio de interacción entre las comunidades humanas y los recursos administrados colectivamente -naturales, territoriales, materiales e inmateriales- para el uso de la comunidad (Bollier, 2014). El dominio de los comunes es una alternativa a la hegemonía de los dominios privados y públicos, directa o indirectamente vinculados con los aspectos de sostenibilidad y Buen Vivir. El dominio privado se define por la propiedad y es una representación directa de la situación legal de la propiedad y la voluntad del propietario. Está siendo gestionado, controlado, diseñado y utilizado por individuos y protegido de los intrusos diversos (Linebaugh, 2014). En el otro extremo del espectro, el espacio público se entiende normalmente como el dominio del Estado. El dominio público refleja el poder del Estado para ejercer el control sobre los diversos tipos de territorios y dominios de la necesidad humana, como la información, el conocimiento y los servicios. Es el Estado el que gobierna, gestiona, controla, diseña y establece las reglas. Es por estos motivos que a continuación se concede su uso por las personas. Los espacios públicos pueden funcionar como el “receptor” de commoning, actividades y procesos, pero esto no significa necesariamente identificar el espacio público como un bien común. Es en esta oposición binaria que los comunes oscilan, de una forma híbrida que no está definida, ya sea por el público o del dominio privado y, por tanto, constituye un tercer dominio. Los comunes están siendo fundamentalmente gobernados, gestionados y controlados, diseñados, mantenidos y utilizados por los miembros de una comunidad en conjunto y puede ser caracterizada mediante un proceso informal, híbrido y de carácter siempre cambiante. Los comunes consiguen su definición mediante puntos de vista, reivindicaciones, uso y gestión de una comunidad de cualquier tipo de territorio o con acceso a los bienes.

Los comunes pueden estar clandestinos en la naturaleza, ya que suelen ser el producto de las luchas sociales y pueden constituir espacios o recursos en disputa. Como un híbrido y el dominio de líquidos, que pueden llegar a ser bienes comunes, cambiando su estado anterior de privado o público, o, posiblemente, de sagrado a secular (Agamben, 2007; Linebaugh, 2014; Linebaugh y Rediker, 2013; Negri y Hardt, 2011).

Las comunidades tradicionales, como muchas comunidades indígenas de Ecuador, siguen manteniendo fuertes conexiones con las interpretaciones anteriores de los bienes comunes. Una costumbre ancestral ampliamente conocida como minga indica la participación activa de la comunidad en la realización de una tarea, que a menudo se dirige a un proyecto de la comunidad, tcomo el mantenimiento de una plaza o una escuela. Lo mismo puede argumentarse para varias otras comunidades indígenas y tradicionales en otras partes del mundo, como los maoríes de Nueva Zelanda, los amish en los EE. UU. o comunidades de isleños en Grecia.

Los comunes socioespaciales, la sostenibilidad y el Buen Vivir

Los comunes han sido siempre una característica clave de las comunidades humanas. Ellos contribuyeron a la cohesión social, dieron forma al imaginario colectivo y eran una expresión de la vida social y de las actividades comunes en el espacio y en los patrones sociales formados.

Se sugiere una categoría de los comunes para abordar tanto los aspectos sociales y espaciales, que se conoce como los comunes socio-espaciales, como una herramienta que ayuda a iluminar la dinámica de los bienes comunes. Los comunes socio-espaciales pueden ser considerados como una condición híbrida, simultáneamente caracterizada por cualidades espaciales específicas, así como por las características definidas por el hombre, el entorno, las comunidades y ciudades. Cuando existen estas dos condiciones, que son responsables de mantener y desarrollar los bienes comunes que pertenecen a una comunidad viva y floreciente, podemos detectar aspectos del espacio que favorecen y facilitan la interacción social entre los miembros de una comunidad, como la tipología, materiales, iluminación, nivel de ruido y colores. Los aspectos sociales destinados a los procesos creativos de participación, gestión y toma de decisiones, las interacciones, los rituales, y las actividades colectivas y el comportamiento, también se han conocido como commoning.

Fuente: Elaboración propia.

Gráfico 2 Escala que indica la progresión del dominio público o privado hacia el dominio de los comunes 

Los vínculos entre la sostenibilidad, con una economía de escala y el uso sostenible de los recursos, son muchos. El intercambio de recursos es más económico y, por definición, más sostenible. Prácticas que comparten y que también suelen ir acompañadas de la ética con el medioambiente y anticonsumistas. Las formas tradicionales y resistentes de commoning encuentran espacios en la mayoría de lugares del mundo y en las formas contemporáneas de la experimentación en torno a compartir (prácticas de código abierto, “ciudades solidarias”, “ciudades en transición” redes), especialmente con el advenimiento de Internet y otras tecnologías que sirven como evidencia de formas emergentes de la comunidad y de las áreas de los comunes y commoning (Vila-Viñas, Barandiaran y Vásquez, 2015; Bollier y Helfrich, 2012; Hopkins, 2008).

Las ciudades, la rápida urbanización y el crecimiento de la población son los grandes desafíos del siglo XXI. Por tanto, es a este nivel que cualquier trabajo debe comenzar y hay ejemplos a los que podemos recurrir con la asistencia de los llamados especialistas, quienes podrían ser profesionales, arquitectos, sociólogos, científicos, antropólogos y otros. Vemos los esfuerzos de conciencia que se están promulgando en diversos países y continentes, tanto como los esfuerzos dirigidos por la comunidad de abajo hacia arriba, así como por arquitectos y otros especialistas o una combinación de los dos (Ferguson, 2014; Rosa, Weiland y Sennett, 2013; Tonkiss, 2013) . Citamos ejemplos de todos los continentes y algunos emblemáticos para ilustrar este punto: El proyecto de R-Urban es un esfuerzo arquitecto conducido en la creación de la comunidad del Atelier d’Arquitectura Autogérée (AAA), un grupo de arquitectos con sede en París, que hace un trabajo extraordinario en las afueras de la capital frances (banlieues).10 Ellos tocan temas de los comunes y commoning tan directamente relacionados con esta comprensión de la sostenibilidad y por lo que ilustra el punto en una escala urbana (Petrescu, Petcou y Baibarac, 2016). Varios ejemplos en América Latina han florecido en los últimos años. Al Borde es un emblemático colectivo de arquitectos en Ecuador, que trabaja con las comunidades, utilizando materiales locales y reciclados o desechados y mano de obra comunitaria para minimizar el costo en dinero, facultando la participación de las propias comunidades y permitiendo la introducción de formas alternativas de economía.

Fuente: Al Borde Arquitectos ((Al Borde / (Francisco Suárez). Recuperado de www.albordearq.com

Gráfico 3. Prácticas económicas alternativas (trueque, materiales locales o reciclados, etc.) 

Fuente: Al Borde Arquitectos ((Al Borde / (Francisco Suárez). Recuperado de www.albordearq.com

Gráfico 4 Casa en construcción, prácticas rurales en contextos urbanos. Construcción participativa en escuela Nueva Esperanza (El Cabuyal, Manabí, Ecuador)  

Fuente: Agrocité R-Urban, A. Lang (2013) y AAA (2015). Recuperado de www.urbantactics.org

Gráfico 5 Proyecto de un huerto urbano y una casa comunal de Agrocité R-Urban 2013 y 2015 

Dos prácticas notables por citar son el caso del Parque Navarinou-Exarheia en Atenas, logrado gracias a la reivindicación de un parqueadero urbano, que contó con el diseño colectivo y que tuvo la contribución de vecinos y arquitectos en los procesos de construcción. El parque de la comunidad Prinzessinnengarten en Kreuzberg, Berlín, representa otro caso de abajo hacia arriba de commoning urbano.11 Además, experimentos de covivienda en Alemania, Suiza, los países nórdicos y EE. UU., junto con iniciativas de comunidades ecológicas o ecoaldeas de todo el mundo, sirven como referencias de commoning y de prácticas en la vida cotidiana, así como de su impacto en la sostenibilidad. El ecocommunity Findhorn por ejemplo, en el Reino Unido, ha procedido a la medición de la huella de la comunidad como una agregación de huellas individuales y de la comunidad en su conjunto y se acercó con un resultado mucho más bajo que la media del Reino Unido.12 Los términos “comunidad” y “comunales”, que expresan nuevos tipos específicos de estructuras sociales y de reproducción social, cuando se ven como recursos sabiamente gestionados, a pesar de las circunstancias adversas y gracias al uso de estrategias de organización y activismo social, generan un argumento convincente y poderoso contra “la tragedia de los comunes”.

Conclusiones

El Buen Vivir ha llevado al discurso actual algunos temas de gran relevancia en lo político, social y ecológico. Sin embargo, Ecuador todavía no logra implementar de manera convincente estos principios en la realidad y la vida urbana, ya que el país ha estado tratando de equilibrar su estrategia entre una economía de libre mercado en un contexto capitalista y neoliberal, y el avance de ciertas ideas radicales derivadas de su mandato teórico. Las mismas contradicciones pueden ser detectadas en la retórica sobre sostenibilidad; la vida sigue y los cambios siguen siendo escasos y débiles en el contexto general de crisis. Lo que sigue siendo difuso y quizá lo que no se logra definir es lo que podría ser la construcción de un modelo alternativo de la visión de vida; una que sea distinta al modelo occidental predominante del consumismo. Queda pendiente el cómo podría este modelo alternativo tomar el control sobre el uso, la asignación y distribución de bienes tangibles e intangibles de un país que el PNBV proclama, sino también servir como una poderosa alternativa a la actual e invasiva colonización consumista de lo imaginario.

Los cambios ocurren gradualmente y a su propio ritmo. Todas las teorías expuestas de origen occidental permiten en cierta medida la comprensión de la sostenibilidad con raíces comunes con su homólogo contemporáneo, el Buen Vivir y muchas veces el Sumak Kawsay, su pariente ancestral. Se dirigen a una comprensión de la naturaleza y de los fracasos del desarrollo occidental, la existencia integral y autónoma de la propia naturaleza y sus diversas formas de vida independiente del ser humano, y, finalmente, varias de ellas destacan la frugalidad; la vida disfrutada como parte de la naturaleza con los elementos absolutamente esenciales. Sin embargo, no ofrecen respuestas a la urgencia del cambio y a la necesidad de estrategias con el fin de ponerlas en práctica. Las contradicciones internas se encuentran en diversos tipos de organización humana, como se expresa en las contradicciones entre Gemeinschaft y Gesellschaft. ¿Cómo podrían estas teorías beneficiarse mutuamente para lograr una coalición más fuerte, más concisa y más universal? El reto consiste en traducir a la realidad los principios esenciales del Buen Vivir / Sumak Kawsay en las sociedades contemporáneas que se caracterizan por Gesellschaft, en las ciudades, pueblos y todos los demás lugares en que vivimos; en otras palabras, un sentido de Gemeinschaft en nuevos tipos de comunidad. Los comunes socio-espaciales se refieren a conceptos de comunidad.

La teoría “tragedia de los comunes” fue formulada sin tomar en cuenta la importancia y el poder de ciertos aspectos de la organización social y territorial. Los enlaces fuertes y frecuentes entre los “bienes comunes” y lo “comunal” se perdieron en la teoría de la “tragedia de los comunes”, pero vuelven a aparecer con un nuevo examen de la historia de la humanidad y con nuevas formas de los comunes. La conexión entre los comunes y la comunidad implica una comprensión de un lugar y su capacidad de carga, así como los tipos de relaciones y la ética de la cooperación. Las comunidades están siendo reconocidas ahora como los guardianes de la sostenibilidad y del Buen Vivir. La relación orgánica entre una comunidad organizada en torno a las prácticas de los bienes comunes ha demostrado históricamente ser significativamente más beneficiosa, tanto para la sostenibilidad de los recursos y el bienestar de la comunidad, como para la sostenibilidad social, ambiental, económica y política. Los comunes, vistos en una variedad de escalas como las descritas anteriormente, siguen siendo quizás nuestra mejor apuesta-y dadas las circunstancias adecuadas-: una realista, aunque sea difícil, opción para el cambio cultural necesario.

Con el fin de lograr este objetivo, una nueva visión y con nuevos términos necesita ser articulada para fomentar un futuro alternativo sostenible. Por otra parte, ningún tipo de alternativa de futuro que garantiza la sostenibilidad debe ser salvaguardada. En un intento de validar las luchas hacia la protección de los méritos de la Constitución de Ecuador, David Harvey se preguntó sobre la Constitución de los Estados Unidos de América: “¿Cómo podemos tener una muy buena Constitución, pero una vida pésima?”. A partir de esta reflexión, sugiere que este contrato social sirve como una plataforma para futuras luchas y futuras victorias (Harvey, 2014).

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1Este artículo representa aspectos de un período de investigación de nueve meses del autor en Ecuador en condición de Prometeo Investigador en IAEN en 2014. La investigación giró en torno a tres ejes: la sostenibilidad, Buen Vivir y áreas comunes. Las actividades durante este tiempo incluyen una colaboración de cuatro meses con el equipo de Investigación FLOK Society (Free, Libre, Open Knowledge) y la investigación independiente en un lapso posterior.

2El autor agradece a la Senescyt por haberle dado la oportunidad de llevar a cabo la investigación en Ecuador mediante el Programa Nacional de Investigación Prometeo. También agradece a Michel Bauwens, coordinador del proyecto de investigación FLOK Society, junto con su equipo, así como a Freddy Álvarez y Ángela Espinosa por su apoyo e inspiración.

3Véase el Plan Nacional del Buen Vivir, Versión en inglés. Recuperado de goo.gl/uRafLF

4El término Buen Vivir se utiliza en este ensayo como sinónimo del término “Good Living” al que se hace referencia en la traducción oficial al inglés del Plan Nacional de Buen Vivir. “Buen Vivir” en español procede de “Sumak Kawsay” en kichwa y “Suma Qamaña” en aymara. Para una mejor comprensión del PNBV consultar las versiones del texto en inglés de 2009-20013 y 2014-2017. Ver http://www.buenvivir.gob.ec/versiones-plan-nacional

5Es precisamente en esta distinción que la esencia del “buen vivir” del Sumak Kawsay se diferencia con las interpretaciones más extendidas occidentales y entendimientos de la calidad de vida y, posiblemente, de acuerdo con algunos investigadores incluso con su transferencia en el concepto del Buen Vivir. “Calidad de vida” siempre ha sido una parte de las definiciones importantes ““occidentales” “de la sostenibilidad, incluyendo la Estrategia Mundial para la Naturaleza de 1980 de UICN (Unión Mundial para la Naturaleza), Pnuma (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) y WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), publicado de nuevo en 1991 con el título Cuidar la Tierra: estrategia para una vida sostenible.

6El término se ha utilizado para describir una vida sencilla en armonía con la naturaleza (Nearing, 1990), contraria a la tendencia al exceso y la opulencia, a veces a expensas de los trabajos y ganancias de otras personas. Este término se asocia con su similar francés Bon viveur: el que vive bien.

7La palabra cosmovisión se utiliza aquí en lugar del término “visión del mundo”, ampliamente aceptado para indicar la comprensión particular del mesoindígena y las comunidades de América del Sur de su lugar y relación con su entorno, el mundo y el universo.

8La Biblia proporciona un marco para la relación entre el hombre y la naturaleza que es bastante explícita: “Y los bendijo Dios y les dijo: ‘Sed fecundos y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla. Dominen a los peces del mar y las aves del cielo y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo’.” “Extractos del Génesis 1, 28. Nueva Versión Internacional. Recuperado de https://www.biblegateway.com

9Sin una comprensión política clara y de conciencia, la sostenibilidad y la ecología pueden convertirse fácilmente en términos que reproducen los sistemas existentes de clase y de la injusticia y varios ejemplos reflejan esta alianza profana que se encuentran en las ciudades que son centros de la hegemonía capitalista como Dubái y Nueva York.

10Véase http://www.urbantactics.org/

11Véase http://prinzessinnengarten.net

12Véase http://www.ecovillagefindhorn.com/news/footprints.php

Recibido: 16 de Septiembre de 2016; Aprobado: 17 de Noviembre de 2016

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