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Índex, revista de arte contemporáneo

On-line version ISSN 2477-9199Print version ISSN 1390-4825

Índex  n.13 Quito May./Nov. 2022

https://doi.org/10.26807/cav.v0i13.475 

Temas del arte

Transitar la discapacidad, desplomar la corporalidad. Estrategias artísticas para una narrativa de la discapacidad a través de la intimidad, la vulnerabilidad y los afectos

Transiting disability, collapse corporality. Artistic strategies for a narrative of disability through intimacy, vulnerability, and affection

1Doménica Polo (Quito, Ecuador 1998). Artista Visual por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Su práctica artística es un constante pensar, mirar y aparecer su propia corporalidad con discapacidad. A través de la autofiguración, propone reflexionar alrededor de la mujer y la discapacidad potenciando estas búsquedas a través de la intimidad. Ha participado en exposiciones colectivas en, Centro de Arte Contemporáneo, Quito, Centro Cultural de la PUCE, Galería Parterre, Ocho y Medio y Puente Laboratorio de Creación Artística.


Resumen:

Este ensayo explora las potencias de la autofiguración para reflexionar críticamente sobre las representaciones de la discapacidad. De este modo, se referencian proyectos artísticos recientes en los que la intimidad y el encuentro colectivo se convierten en posibilidades de disrupción. A través de ejercicios de fotografía colaborativa, se busca desaprender las nociones de normalidad y los ideales de suficiencia para dejarse afectar por lo que nos vuelve frágiles y vulnerables.

Palabras clave: Discapacidad; autofiguración; intimidad; normalidad; investigación artística

Abstract:

This essay explores the powers of self-figuration to critically reflect on the representations of disability. In this way, recent artistic projects are referenced in which intimacy and collective encounter become possibilities of disruption. Through collaborative photography exercises, the aim is to unlearn the notions of normality and the ideals of sufficiency in order to be affected by what makes us fragile and vulnerable.

Keywords: Disability; self-figuration; intimacy; normality; artistic research

Introducción

Narrar la discapacidad es evocar al cuerpo que siempre está en tensión, es hacer aparecer al cuerpo que es mirado pero que también mira. Narrar la discapacidad, al menos para mí, implica interrumpir un discurso externo proveniente de una idea de normalidad, una forma de control y categorización que no ha considerado la carga política de la experiencia y de aquello que se piensa, se dice y se hace desde la intimidad. El afuera es político, por consecuente, lo es el cuerpo que se posiciona desde la vulnerabilidad, que siente y reflexiona desde el enojo, para accionar y conmocionar desde lo íntimamente político.

Escribo sentada y habitada de silencio cotidiano, me encuentro constantemente con mi contradicción. A ratos, mi impaciencia y mi enojo me despojan de mi corporalidad, pero nunca del todo; busco hacerlas participes, cómplices de mis procesos. Busco honrar mi quietud, de pasos no inertes, honrar mi molestia, camino que no me aleja de mi intensidad. Dejar hablar a mi cuerpo en toda su necesidad. Escribo desde mi propia discapacidad porque no hallo otro modo de mirar, sentir, desplomar, balbucear, conmover y, sobre todo, compartir mi corporalidad. En palabras de la videasta y activista Morgan Ztardust, citada en Flores (2013)

El cuerpo pasa a ser aquello que se contrae, arrebata y ejecuta cuando se escribe, ingresando en un cuadrante de la experiencia en el que se pone a disposición de ser perforado, intervenido, duplicado, fabulado, redimensionado, estremecido, modificado en un modo sorprendente de literalidad que rápidamente cobra acceso a la carne a nuestros sentimientos (…) El cuerpo es aquello que nos sucede cuando estamos escribiendo (p.12).

No busco realizar un recuento histórico de como se ha representado a los cuerpos discapacitados, ni tampoco busco enlistar las maneras, también normalizadoras, de contrarrestar las miradas y representaciones hegemónicas que han marcado y fijado a los cuerpos discapacitados en un solo lugar. Desde la urgencia de desgarrarme completamente, a lo frágil que siento mi cuerpo, propongo transitar la discapacidad desde la intimidad. Abordar en mi narrativa los afectos y la vulnerabilidad que acompañan estos procesos, plantearlos como marcos políticos de cuestionamiento a las estructuras normativas. Propongo mirar con, y a través del arte y de lo escrito, la posibilidad de generar nuevos intercambios en torno a la discapacidad; trastornar y transgredir estos modelos institucionalizados a partir de la experiencia.

Tengo presente que mi cuerpo discapacitado y ocasionalmente feminizado, ocupa un espacio específico y carga con definiciones que me han sido atribuidas, pero, que no resuenan con mi materia cambiante y que no me pertenecen en lo absoluto. Miseria, tragedia, lástima, dependencia y un estímulo inspiracional que le dice al resto que me he “superado”, son algunas de las concepciones más comunes. Sin embargo, mi cuerpo es sujeto y espacio donde acontece la reflexión, la incertidumbre y las potencias de la interrelación con otrxs.

En este ensayo, reflexionaré alrededor de las potencias de mi cuerpo y de representarme a mí misma en un ejercicio de autofiguración, término propuesto por Karina Marín en Sostener la mirada (2020). A partir de la pregunta, ¿cómo transitar la discapacidad desde la intimidad? exploraré las posibilidades de movilización y disrupción desde lo íntimo. A la par, indagaré en las estrategias del arte como mecanismo de encuentro e intercambio vulnerable con otras corporalidades.

Sostener y acompañar. Compartir el cuerpo irreversiblemente y sin remordimientos porque la culpa no será de quienes irrumpan la norma cotidianamente. Tropezar y tambalear. Compartir el cuerpo para encarnar. Construir el espacio de intercambio que nos permita afectarnos fuertemente.

Sobre intimidad, vulnerabilidad y afectos

Dentro de mi practica artística, opté por movilizar de manera crítica a mi cuerpo de modo que este se convirtiera en mi material de trabajo. Muchas de mis búsquedas iniciales se basaron en devolverme a mí misma una imagen arrebatada, reafirmarla y al mismo tiempo, empezar a construir mis propias vías de aparición. En el camino, me encontré con una posibilidad abrasadora, mi intimidad, la cual me acercó a una idea de liberación, pero también, a un encuentro con mi incomodidad.

Para mi trabajo de titulación Nada irreal, nada ideal (2021), el cual propone pensar en los procesos y percepciones corporales alrededor de la mujer y la discapacidad a través de la autofiguración, realicé Cuéntame de los cuerpos por donde transita nuestra intimidad (2021), ejercicio colectivo propuesto desde la interrelación con lxs cuerpxs que acompañaron mis procesos artísticos y personales. Para el desarrollo de la obra, reflexioné alrededor del espejo como esta materia de encuentro ambiguo y directo con la imagen propia. A la par, mecanismo de mirada cotidiano que posibilita la interrelación con la imagen de otrxs. La obra se compone de 16 espejos de madera, abstracciones de mi cuerpo, pensados como materialidades que potencien este encuentro de corporalidades (figura 1). En conjunto, una serie de fotografías realizadas en colaboración con 7 de mis amigas: Sabrina Contreras, Paula Hinojosa, Amanda Nankervis, Karen Necpas, Isadora Parra, Denisse Pincay y María Emilia Ponce (figura 2). Las fotografías están acompañadas de reflexiones personales y colectivas que surgieron durante el desarrollo de la obra.

Figura 1. Polo, D (2021) Espejos para Cuéntame de los cuerpos por donde transita nuestra intimidad. Archivo personal.  

Figura 2. Polo, D (2021) Cuéntame de los cuerpos por donde transita nuestra intimidad. Recuperado de https://www.domenicapolo.com/galeria  

Con base en ello, propongo un dialogo con ellas donde pienso en la importancia de situar a nuestros cuerpos como espacios de intercambio a partir de la pregunta, ¿cómo entendemos la intimidad? Estas conversaciones formaron parte de un proceso constante de mirarnos de manera conjunta y dar paso a encuentro no definido de corporalidades. Tras los diálogos, planteé realizar un ejercicio de autofiguración a partir de lo que cada una de nosotras considera su espacio de lo íntimo. La intimidad como concepto cambiante y transitorio; un estado de soledad, una atmosfera ideal, materias con las cuales nos identificamos, cuerpos con los que creamos lazos, cuerpos no necesariamente humanos, el espacio de lo seguro, pero también de lo incomodo, lo no especifico, la quietud, la lentitud, la desnudez (figuras 3, 4 y 5). Frente a esto, la intimidad como momentos de retorno hacia una misma, materia que se crea a través de la vulnerabilidad, a ratos del intercambio, mayormente conexiones, con lo que somos, lo que nos rodea y/o quienes nos acompañan.

Figura 3. Polo, D (2021) Doménica en Cuéntame de los cuerpos por donde transita nuestra intimidad. “Me señala mi libertad, las conversaciones con lo externo, se manifiesta tensionante, alarmante y nocturna. Lo íntimo es aquello que se enciende, cuando todo lo demás se apaga”. Recuperado de https://www.domenicapolo.com/galeria/domenica  

Figura 4. Hinojosa, P (2021) Paula en Cuéntame de los cuerpos por donde transita nuestra intimidad. “La intimidad es vulnerabilidad, siento que a veces, en la intimidad también está la incomodidad”. Recuperado de https://www.domenicapolo.com/galeria/paula 

Figura 5. Contreras, S (2021) Sabrina en Cuéntame de los cuerpos por donde transita nuestra intimidad. “Es un momento especifico, porque no todo el tiempo ese espacio es tuyo. Incluso, tienes que sentirte segura para poder entrar en eso, que también es un estado”. Recuperado de https://www.domenicapolo.com/galeria/sabrina  

Este ejercicio colaborativo, me llevó a pensar en los modos en los cuales he estado atragantándome con una idea de autosuficiencia e independencia, ideas que finalmente, recaen sobre nociones capacitistas y normalizadoras. Al mismo tiempo, la intimidad dentro de mis relaciones personales se transformó sin definirse completamente por lo cual, prefiero no otorgar un resultado final a las fotografías que conforman esta serie. Más que nada, son posibilidades de mirar lo que se supone no debemos mirar. Son oportunidades de narrarnos a través de imágenes que se conforman en su individualidad y se encuentran en su complicidad.

La intimidad, como apertura al encuentro con los cuerpos, no está reservada para ciertos cuerpos ni relaciones específicas. Sin embargo, me ha costado y me sigue costando dejarme sostener y acompañar de quienes indudablemente yo también quiero sostener y acompañar. Estas miradas alteraron mi discurso y lo convirtieron en algo más potente, abriendo la posibilidad de transitar la discapacidad como cuerpo compartido a través de los afectos y devenir en vulnerabilidad.

Acompañar. Para quienes hemos vivido y seguimos viviendo la experiencia de la discapacidad, el acompañar se tergiversa continuamente en pasos concretos para la autosuficiencia. A esta idea, se le suma la culpa cada vez que se intenta expresar algo incómodo sobre la experiencia propia. La artista y cineasta Cristina Mancero manifiesta este sentir en Aclarando mi garganta (2016),

Nos han enseñado a reprimir el trauma, aquello que es personal y privado, a reprimir el sufrimiento. Nos han enseñado a colocar un velo sobre sentimientos de vergüenza, impotencia, dolor o frustración. Nos han enseñado a actuar como personas seguras de sí mismas, exitosas, positivas pese a la discapacidad. Si hacemos lo contrario podemos ser percibidas como amargadas, resentidas, ingratas con la vida (Mancero, 2016).

Posicionar al cuerpo discapacitado como lugar discursivo, incomodar con nuevas narrativas que permitan desplomar el cuerpo, mi cuerpo, nuestrxs cuerpxs. Para ello, hago referencia a las ideas del investigador y pedagogo Carlos Skliar (2016), quien propone pensar en una teoría de la fragilidad, no como condición precaria o de agonía, sino como el escenario de nuestro pensamiento, uno que nos permita poner fin a la idea del cuerpo normal.

Para Skliar (2016), la idea del individuo completo, absoluto y autosuficiente es inexistente. De este modo, la teoría de la fragilidad implica un encuentro de múltiples corporalidades que suceden en conjunto, que se acompañan. Es un encuentro que demanda el movimiento inquieto de lxs cuerpxs. Es una experiencia de la fragilidad porque se trata de un saber en el cuerpo (p.6).

No ignorar el peso del cuerpo, ni aquello que nos sostiene: la fatiga, pero también, las personas. Cuéntame de los cuerpos por donde transita nuestra intimidad, es fuente de conocimiento y marco de cuestionamiento en tanto cuerpos que se reconocen en su vulnerabilidad. Intimidad que a ratos se ve fragmentada y llena de contradicciones porque al igual que nuestrxs cuerpxs, cambia constantemente. Mutua aparición. Urgencia de sentir con el otro. Consentir la afectación. Consentir la vulnerabilidad. Con-moverse, es decir, afectarse hacia el punto de provocar un nuevo movimiento, fuera de todo lo prescrito, de todo lo esperado (Marín, 2020, p.125).

Lxs cuerpxs aparecen para potenciarse en su intimidad y transitar de maneras indefinidas la vulnerabilidad. Generar afectos desde la disidencia y los cuerpos no hegemónicos incomoda, molesta, irrumpe con la idea de que existen cuerpos aptos para el intercambio afectivo. La fragilidad y la vulnerabilidad son políticas porque quiebran con un ideal de autonomía completa. De esta forma, se potencia la construcción de otras realidades, permite a los cuerpos dialogar entre sí, gritar ambigüedad, hablar de las pérdidas como lo que son, pérdidas. Quejarse. Abrazarse. Necesitar al otrx es vulnerabilidad.

Al mismo tiempo, contradicción; ser forzada a compartir lo personal es lo único que conozco. Compartir lo personal, proceso que consiste en quejarme, sentir que mi cuerpo pesa más de lo que debería, depender, depender, depender, para luego dejar de replicar ideas que no son mías. Desaprender, que es lo mismo que desgarrar. Desaprender, que es lo mismo que conmocionar. Necesidad de ser sostenida, no desde una idea de asistencialismo sino desde aquello que nos conmueve. Convertirnos en sujetos de intercambio. Lo político es algo que sucede entre los cuerpos.

(…) eso que nos han enseñado a ver como dependencia, carga, sacrificio o falta de autonomía, se convierte entonces en oportunidad, si nos miramos, nos sostenemos. Si nos sostenemos, si sostenemos las imágenes que somos, la carga no es indigna, sino potente. Nos cargamos. Nos hacemos cargo de nuestra aparición para hacer surgir nuevos mundos, nuevos sentidos (Marín, 2020, p.120).

¿Y si lo político es algo que sucede entre los cuerpos, no es eso más que una posibilidad de nombrar y compartir activamente nuestras experiencias por más dolorosas que sean? Mancero realiza una reflexión en torno a la investigación del profesor y teórico en estudios de la discapacidad Tobin Siebers en Disability Theory (2008) quien establece que, si no podemos contar nuestras historias porque reflejan negativamente nuestra personalidad o porque pueden causar malestar en otras personas, el resultado final será un mayor aislamiento. De este modo, para Mancero (2016) existe un valor en usar el sufrimiento como un marco para cuestionar las estructuras normativas. Un aparecer que potencie la representación política al hacer uso de lo que es persona.

A esto, me gustaría añadir la experiencia desde la vulnerabilidad y los afectos como un modo de otorgarnos ese espacio político. A través del ejercicio colectivo de mirarnos, más aún, mirarnos a través del arte, se posibilita el deseo de continuidad de los cuerpos. Mirarnos es recordar constantemente que dependemos lxs unxs de lxs otrxs. Mirarnos es abrir paso a un encuentro incomodo e incierto, al igual que lxs cuerpxs.

Revelar, rebelar y desplomar Así, sucesivamente….

Desplomar la corporalidad

La discapacidad como posibilidad de tensionarnos y encontrarnos de manera critica para desestabilizar la normalidad. Creo firmemente en las potencias del arte como mecanismo de conocimiento y de resistencia a través de los intercambios generados desde la intimidad. El arte como estrategia para generar nuevas interrogantes y modos de aparición.

Por ello, considero que estos procesos no deberían regirse a un parámetro de rectitud, al menos no, desde un cuerpo propenso al cansancio como el mío. Lo que propongo es dejar caer al cuerpo, dejarnos afectar por lo que nos vuelve frágiles, desplomarnos de los modos posibles y necesarios. En palabras de Valeria Flores, escupir para desordenar, escupir como pensamiento crítico. (…) desgastar, corroer un poco la fijeza de la letra que captura nuestras experiencias (Flores, 2013, p.317).

Desplomar la corporalidad como parte de un proceso artístico de autofiguración y de aparición. Desde las prácticas del arte contemporáneo, la autofiguración se convierte en este espacio de intimidad que abre la posibilidad de posicionarnos en continuidad y complicidad con nuestro cuerpo y con otrxs cuerpxs. De este modo, el acontecer de las experiencias desde la vulnerabilidad es una posibilidad para sostenernos.

Nombrar aquello que nos molesta, que nos afecta, y que nos mueve (o no), se convierte en un ejercicio de aparición y posibilidad de existencia desde el propio cuerpo. Del mismo modo, los mecanismos y estrategias que estos procesos individuales y colectivos atraviesan se transforman en variables importantes para la autofiguración. La fotografía, los objetos y la escritura se desbordan y se traducen en imágenes desde una mirada propia que nos permiten pensar en las causas sistémicas y estructurales que nos afectan. Al mismo tiempo, encontrarnos en lo común al mostrar nuestrxs cuerpxs sin negar las violencias sobre ellxs. Marín habla de la imagen como esta materialidad que arde, que provoca abismos y que interpela. De este modo, si la imagen arde, entonces la norma también lo hace (Marín, 2020). El arte no es más que eso, un proceso de desacomodo que nos permite desplomarnos en un intento por encontrarnos en esa vulnerabilidad y así, detonar narrativas alternas. Si nos desmoronamos, también desmoronamos lo preestablecido.

¿Cómo desmoronar? Andar a cuestas. Rendirse al acontecer. Transformar el cuerpo en materia de trabajo. Afectarnos (…) llevar nuestra política de manera vivencial, establece Nicolás Sandoval artista chileno en Manifiesto Albino (2018). A través de la práctica del performance, Sandoval recupera su cuerpo robado, lo convierte en material de trabajo y lo mira desde su potencia falible. De este modo, este accionar político se vuelve aún más pertinente e irrenunciable, fuera del resguardo íntimo donde los encuentros muchas veces son afectuosos y otras veces violentos (Sandoval, 2018).

No obstante, pienso que el resguardo intimo se puede ver potenciado desde la colectividad. Se fortalece si nos miramos a través del arte, si reconocemos la fragilidad y vulnerabilidad que nos acompaña. Se fortalece si nos encontramos a través del intercambio afectivo ya sea con unx mismx o con lxs demás. Consecuentemente, el arte se transforma en oportunidad para desprender el cuerpo, para desarmarnos y armarnos en conjunto cuantas veces sean necesarias.

¿Cómo desplomar? Conjurar y exorcizar. No encuentro otro modo para describir este proceso de transitar la corporalidad, la discapacidad, de narrarse a una misma, de intercambiar, de vulnerar, de afectar, de fracturarse y de no aceptar las opciones que se nos han dado. Si nos desplomamos, ponemos en riesgo la fijeza sobre nuestrxs cuerpxs, no complacemos, abrimos un espacio para aquello que está por suceder.

No es atadura, pero si me desplaza, me desmorona y me acelera intensamente; pesa, indudablemente. Cojear, reptar, jalar el piso con las manos, las uñas y a veces los dientes, también contempla un andar, un breve transitar.

Urgencia de retumbar

Nombrar la experiencia de la discapacidad llega a ser este constante recordatorio de que los cuerpos retumban, se rinden y tienen un peso. Marín hace referencia a las ideas de la socióloga Gisela Catanzaro en La nación entre naturaleza e historia. Sobre los modos de la crítica (2011), el cuerpo de la utopía niega las violencias de la historia. Los cuerpos divergentes no se espiritualizan: pesan. No tienen sentido: estallan en imagen (Marín, 2020, p.21). Disrupción. Elijo que todo esto me duela, porque lo hace; el encuentro con los cuerpxs para el intercambio vulnerable y afectivo es una posibilidad de interrupción. Revelar nuestros afectos como vínculos, donde el cuidado no se convierta en sobreprotección sino en apertura a lo colectivo.

El aparecer de la materia incomoda, del sujeto vulnerable, como estrategia para desaprender las nociones concretas, certeras y completamente fijas de la discapacidad. El aparecer de la materia incomoda como un modo de desestabilizarnos, compartir el cuerpo, movernos en conjunto, desplazarnos levemente, transitar de manera afectiva, de manera intima, generar nuevas miradas y de simplemente, estar.

Creo que, llegado este punto, me gustaría hacer una aclaración: a veces me siento hipócrita y estoy muy cansada. Me rindo más de lo que me gustaría, comparto menos de lo que necesito y desarmo mi cuerpo del modo que puedo. A veces me siento hipócrita porque hablo de incomodar, pero enseguida me vuelvo diminuta cuando mi cuerpo ocasiona demasiado ruido. A veces no entiendo lo que digo, repito lo mismo, me vuelvo distante y solo espero que, de este modo, pueda otorgar un espacio a mi enojo y vulnerabilidad.

Por lo pronto, me enuncio y me posiciono desde ahí: el lugar de la caída, el borde del abismo, el dolor conjunto, la fractura del silencio y la vulnerabilidad compartida. Para que la norma se desestabilice, hace falta que duela dice Karina Marín.

Cuerpos permeables para el acontecer de un nosotros impertinente (…) cuerpos que estallan para dejar que los espacios del orden y la disciplina sean invadidos por sus movimientos convulsos, por sus sonidos incontrolables. Hacerse sentir de manera intensa, intima. Molestar. Consentir el desacomodo (…) Hacer aparecer la imagen es hacer aparecer la política (Marín, 2020, p.36).

Dejarnos caer, desanudar nuestros relatos, abrir el espacio del desahogo, del desacomodo, hablar de lo que sabemos, escuchar aquello que aún no conocemos. Mirar y mirarnos a través del arte para encontrarnos en el ruido que hacen nuestrxs cuerpxs.

Referencias

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Habla de lo que sabes. Habla de lo que vibra en tu médula y hace luces y sombras en tu mirada, habla del dolor incesante de tus huesos, habla del vértigo, habla de tu respiración, de tu desolación, de tu traición. Es tan oscuro, tan en silencio el proceso a que me obligo. Oh habla del silencio. Extracción de la piedra de la locura (Pizarnik, 1964/2017)

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