Necesitamos que nos importe algo de manera seria;
el cuidado de algo sin suponer que estamos por encima de todo.
Necesitamos un conocimiento situado, un cuidado situado.
Necesitamos la sensibilidad de todos.
Donna Haraway (2021)
La idea de interfaz se puede vincular con esos espacios entre las faces de la luna, en donde un mismo cuerpo tiene perspectivas que van más allá de lo que se ve a simple vista. Esto sucede también con las divisiones de las disciplinas del conocimiento, que son trozos del mismo mundo con interfaces entre sí (Rorty, 1996). Por lo que, a partir de ellas, el conocimiento sólo se agrupa en comunidades con límites fluidos que se encuentran interconectados unos con otros. Por otro lado, Scolari (2018) considera a las interfaces como fronteras en las que fluyen intereses, conocimientos y lenguajes. De manera que es en las interfaces donde sucede lo difuso.
Por lo que la propuesta de este texto radica en llevar a las interfaces más allá del ámbito tecnológico y utilizarlas como parte de una perspectiva crítica y creativa en el plano del arte. Inspirados en Hundertwasser, consideramos otras formas de interacción con el medio ambiente que nos rodea, en donde las casas, los animales humanos y no humanos, así como los árboles y las plantas, son parte de un mismo universo, un sensorium basado en la experiencia común.
Friedrich Hundertwasser (1928-2000) fue un pintor y arquitecto ecologista austriaco que utilizó colores brillantes y formas orgánicas en su obra. Algunas de sus influencias fueron Egon Schiele, Gustav Klimt (Calvo, 2017), Jackson Pollock a partir de su Action-Painting , los franceses Emil Nolde, René Brô y Bernard Romain; además de retomar a los clásicos e impresionistas. Su filosofía parte del ambientalismo -environmentalismo- en el diseño de fachadas a través de su perspectiva de las “cinco pieles”, las cuales consideramos interfaces de interacción y experiencias que se tienen al habitar o al contemplar su obra. Esto deriva en la comprensión del sujeto, su dimensión más íntima y en relación con su universo social, cultural, estético y ambiental, denominando a esta teoría del arte “transautomatismo”. Así, Hundertwasser plantea que estamos constituidos por cinco pieles, conformadas por la epidermis, las ropas, las casas, la identidad y la tierra, las cuales se perciben a lo largo de su obra artística, así como en su activismo ecologista.
1. La epidermis: es la piel que está más cerca de nuestro yo interior, la encarna la desnudez del hombre. Representa la infancia como un lugar donde nos conformamos, donde se aprende a aceptarse a uno mismo (Restany, 2001). En esta primera piel se da el encuentro con el otro, con el espectador, el que genera la primera experiencia. En ella se manifiesta la simple verdad donde la naturaleza engendra la armonía universal y la belleza en los aspectos más sublimes de intensidad (Palacio, et al., 2016). Es también aquella que reviste o se manifiesta en el cuerpo y nos ayuda a generar identidad.
En la figura 1 se muestra un cuerpo andrógino, de cabeza y desnudo, simulando ser el tronco de un arbol de manzanas. Ambos lados de la copa del árbol son cuerpos de pájaros que se asocian con la libertad. En el centro se puede apreciar a una serpiente que conecta el ombligo del cuerpo con un falo, ubicado en la parte más alta de la copa del árbol. Del cuerpo salen cuatro líneas que atraviesan el agua y van al sol, rodeando la pintura como espiral, elemento principal en su obra, al entenderlo como el proceso cíclico, parte fundamental de la vida.
La cabeza del cuerpo está conformada por una serie de ventanas. Es así como en la obra podemos observar esa conexión con la intimidad a partir del ombligo que se vincula con la vida por la vía del cordón umbilical, pero también es el encuentro con el otro a través de los genitales, que nos provocan sensaciones sublimes e intensas. El cuerpo desnudo, como interfaz, es lo que sostiene, como tronco, nuestro vínculo con la armonía del universo, además que para Hundertwasser, la relación árbol-hombre tiene dimensiones religiosas.
2. Las ropas: podrían entenderse como el estatus social, genera diferencia entre individuos de manera reversible (Restany, 2001). Esta segunda piel es el ropaje e investidura; es decir, aquello que se adquiere y que se relaciona con lo otro, con la diferencia y la alteridad. Representa al ser como construcción social, ubicando al sujeto en el espacio público en su relación con los otros (Palacio, et al., 2016).
Como se muestra en la figura 2, que hace alusión a la segunda piel, hay cinco figuras antropomorfas, tres sentadas, una de pie, y otra que no muestra su postura corporal. Todas llevan puestas ropas de distintos colores y sombreros de copa alta, decorados con líneas irregulares, excepto el del centro, que es liso con un círculo amarillo dentro. Las dos figuras que se encuentran del lado derecho, así como la del centro, portan ropas a cuadros, mientras que la de la izquierda superior es lisa, y la de la izquierda central está compuesta por figuras amorfas.
Cabe resaltar que Hundertwasser ponía en duda la masificación de esta piel, por lo tanto, a manera de resistencia, él hacía su ropa de diversos colores para escapar de la industria de la moda, esto le permitía construir su identidad a través de la alteridad. Lo que suponen ser los rostros, están rodeados de color turquesa con puntos más obscuros, es ese espacio de interacción entre las personas a través de la ropa, la interfaz de lo privado con lo público. Asimismo, en el fondo de estas imágenes se aprecia una gran espiral amarilla, rodeado de otro gris, como parte de los ciclos en los que creía el autor.
3. Las casas: El artista cuestiona la arquitectura en general, por lo que con su propuesta busca romper con las líneas rectas, respetando al medio ambiente como prioridad. Esto lo lleva a incorporar en el interior-exterior, árboles y plantas, formando así parte de las mismas estructuras arquitectónicas. Por otro lado, Hundertwasser pone énfasis en el derecho a la ventana, que se basa en la idea de que el individuo tiene la prerrogativa de diseñar su propio espacio (Restany, 2001). Esta tercera piel es el lugar en donde se vive, el que se habita.
La figura 3 está estructurada horizontalmente. En la parte inferior se aprecia un conglomerado de tierra y un río con un puente que conecta a un edificio. En la base de los edificios se logra ver lo que parecieran ser rostros, en los siguientes niveles se aprecian ventanas azules yuxtapuestas con copas de árboles en edificios de diversos colores, representando esta idea de respetar a los inquilinos que habitan el lugar en donde decidimos vivir y modificando lo menos posible el espacio. Más arriba, en el costado izquierdo, se logra observar lo que pare ser un parque mientras que, del lado derecho, azoteas verdes. En el centro de la parte superior, se aprecia un arco gris. En el fondo se muestran líneas curvadas naranjas con azul, a manera de espirales, las cuales están acompañadas por árboles flotantes.
Por otra parte, la figura 4 muestra el derecho a la ventana por el cual Hundertwasser luchó como activista. Las ventanas permiten, como tercera piel, estar en contacto con el mundo. Se aprecian en ellas una suerte de ojos y bocas, haciendo alusión al vínculo con el exterior, así como al derecho que tenemos de personalizarlas de manera creativa, por el simple hecho de habitarla. De manera que evite el estrés que se genera al ver las líneas rectas perfectas en los edificios como parte del paisaje urbano.
4. La identidad: aquí se encuentra la diversidad en el entorno social. Se asocia a aquello propio de la “cultura, costumbres, folklore, mitología, gastronomía, entre otros” (Pérez, 2015, p. 6). Son los espacios que propician los encuentros y la posibilidad de socialización.
En la figura 5 se aprecia la concepción de Hundertwasser con respecto a aquello que conforma el área de cada una de las cinco pieles, dibujadas como interfaces, que en su conjunto son parte de la forma en la que se habita, convive y existe. Podemos ver que el autor muestra las cinco pieles como capas de cebolla, que interpretaba como la comunidad ideal.
En lo que respecta a la cuarta piel, el artista expresa en este dibujo, cómo funciona a manera de interfaz, la identidad cultural. Este espacio es de tensión e interacción entre lo individual -capas 1, 2 y 3- y lo público, ya que aquí sucede el contacto con otras personas en comunidad, se comparten lenguajes comunes dentro de la familia con la que se cohabita, y con la naturaleza de otras personas. Ambos elementos son dibujados por el autor en forma de árboles.
5. La tierra: es el territorio geográfico, el universo, la naturaleza, es el entorno ecológico dentro del que se encuentra también la humanidad. En esta piel se incluye todo aquello que también habita la ciudad y el mundo.
En la figura 6 se hace referencia a la naturaleza y su poder. La obra se estructura de manera horizontal, en la parte inferior se pueden ver altiplanos verdes, con un río, haciendo referencia a la Tierra. Posteriormente, se aprecian ventanas superpuestas de distintos colores que se pierden en un verde imperioso, pues la ciudad es absorbida por la naturaleza de forma armónica, como parte de su ideal de realizar las menores alteraciones posibles a los ecosistemas en donde se construyen los centros urbanos.
En el medio, se aprecia un rostro verde con líneas curvas rojas, del cual se desprenden cinco franjas de cada lado a manera de dedos. Estos simulan las diferentes experiencias sensoriales que nos permiten habitar el mundo como interfaces. En la parte superior se ve una columna con diversas franjas de colores que termina con una forma de cebolla que hace referencia a la forma perfecta de comunidad. En la parte superior se puede ver una montaña conformada por cinco capas, es el territorio geográfico. Más arriba se aprecian otras franjas de colores verdes y rojo de donde se desprenden gotas de color blanco en forma de cebolla, que se esparcen por toda la obra, como lluvia. Hay que recordar que para Hundertwasser, el agua es fundamental para la vida, a tal grado que a partir de este elemento natural retoma su nombre artístico, que significa Cien-aguas en alemán.
Hay que hacer notar que todas las pieles o interfaces interactúan y dependen entre sí, conformando las diferentes significaciones que nos relacionan con el universo. Estas cinco pieles o interfaces nos constituyen como personas; nos ponen en relación con la sociedad y nos transforman en miembros de un entorno natural superior, la Tierra.
Cabe resaltar que para Hundertwasser la espiral como figura es importante, ya que considera que todo es cíclico, esta perspectiva la extiende a sus pinturas y obra arquitectónica. Asimismo, él cree firmemente que cada sitio utilizado debe conservarse tal cual se encontró, de manera que, a partir de estos ejes transversales que se observan en la mayoría de sus propuestas artísticas, consideramos que el arquitecto y artista realiza una fuerte crítica a la patología urbana, en donde
[...] los factores de riesgo se ven agravados debido a que en el poblamiento y la edificación se ignoran los condicionantes físicos y los mecanismos que rigen los ciclos naturales y se presta más atención a criterios sociales, culturales y fundamentalmente económicos. (Burgui, 2008, p. 299-300)
Por lo que al explorar la propuesta de Hundertwasser a través de la interfaz, nos encontramos con la convergencia entre arte, medio ambiente e intimidad, como parte de su reflexión. Establece una crítica que se venía construyendo desde la conciencia ambiental, la cual se da en los años sesenta con el libro titulado Silent Spring de Rachel Carson (1962), expandiéndose hasta la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, llevada a cabo en Estocolmo en 1972 (Leff, 1998).
En este entorno, se fue configurando
[...] una nueva visión del desarrollo humano, que reintegra los valores y potenciales de la naturaleza, las externalidades sociales, los saberes subyugados y la complejidad del mundo negados por la racionalidad mecanicista, simplificadora, unidimensional, fraccionadora que ha conducido el proceso de modernización. (Leff, 1998, p. 3)
Así, el arte se suma a la crítica de esa modernidad dislocadora-deshumanizante, proponiendo en su lugar, percibir al mundo de forma entretejida, como una unidad con bordes difusos e interconectados a manera de interfaces en donde exista una relación de parentesco entre todos los terráqueos, como lo plantea Haraway (2015).
Consideramos que la dermis, la ropa, la casa, la cultura y el ambiente que nos rodea se practican a diario como formas de comunicación. De manera que las pieles sirven de secuencia simbólica que divide e interconecta aquello que percibimos. Estos universos simbólicos legitiman las prácticas y los sentidos que se desarrollan en la vida cotidiana. Tienen impacto en las relaciones con los otros, colaborando en la recreación permanente de la propia identidad personal, grupal y ambiental (Bethencourt y Amodio, 2006).
Rancière (2011) afirma que “el arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio de lo común” (p. 31); es decir, que las cinco pieles constituyen espacios y relaciones comunes de interacción conformadas por lenguajes y vínculos. Así la estética se convierte en modos de sensibilidad y experiencia común, sensorium commune (Rancière, 2011). El uso de múltiples lenguajes es esencial para la comprensión de la realidad cotidiana de la que somos parte, como un todo dentro del ecosistema. La sincronía entre la reflexión artística y la ecología buscan potencializar un cambio en la forma en la cual percibimos el medio ambiente a través de la empatía emocional.
Por lo tanto, estimamos que la teoría de Hundertwasser sigue estando vigente, ya que sirve para reflexionar desde el arte, la crisis medioambiental por la que estamos atravesando todos los terráqueos. Consideramos que a partir de esta perspectiva se puede construir un saber reintegrador de la diversidad, que proponga valores éticos y estéticos distintos, en los que se consideren los procesos ecológicos, arquitectónicos, tecnológicos y culturales. La escasez de recursos nos lleva a la búsqueda de opciones para repensar estrategias que permitan una parcial recuperación de nuestros ecosistemas a través de experiencias comunes, del establecimiento de relaciones íntimas con la Tierra; del uso de otros lenguajes sin distinción, vinculando la interfaz entre el yo y los otros.