Para el proyecto Recorrido Equinoccial -Intyshayakllipllayñan, situar y ampliar la relación de esta investigación artística con los saberes intelectivos/perceptivos, espirituales/vivenciales de las culturas andinas, ha sido un antecedente clave. Estas relaciones se manifiestan en las diferentes territorialidades de la región, reflejándose en una matriz cultural matizada en diversas cosmovivencias, donde podemos identificar principios comunes como: reciprocidad, proporcionalidad, relacionalidad, así como en elementos aglutinantes como: geodesia, calendarios agrofestivos, celebración y ritualidad.
Referirse a estos principios y elementos, desde un enfoque crítico descolonizador, y plantear estrategias artístico-culturales frente a una estructura social uninacional, monocultural y monológica, apunta a permitirnos un campo de experimentación orientado al entretejido de relaciones de base para la vida, donde lo humano y no humano aseguren su coexistencia en una continuidad estable.
Recorrido Equinoccial - Intyshayakllipllayñan como caso de ejercicio y análisis
Este proyecto se realizó como parte de la selección de la XIV Bienal Internacional de Arte de Cuenca en el año 2018, “Estructuras vivientes, el arte como experiencia plural”. Se trata de una propuesta de investigación-creación artística en la que ha sido clave la observación y estudio geoastronómico de tipo horizontal del “recorrido aparente del sol” (figura 1), salidas y puestas, que ocurren sobre el trazado urbano de la actual ciudad de Cuenca ―Guapondelig, para la cultura Cañari, y Tumipampa para los Inkas― durante los equinoccios de marzo y septiembre, buscando enfatizar la relación de la luz solar marcada sobre el eje equinoccial o ceke2 Este-Oeste perceptible en su trazado urbanístico.
Recorrido Equinoccial - Intyshayakllipllayñan se ha planteado un recorrido desde el accionar colectivo sobre este eje, a partir del arte acción y la ritualidad festiva andino-ecuatorial. Para la región andina, como para muchas otras, los equinoccios y solsticios marcan momentos claves para la configuración de la vida socio-cultural. En el caso de los Andes ecuatoriales se configura una simbólica histórico-ancestral alrededor de su condición equinoccial vigente hasta la actualidad. De este modo, este proyecto, coloca el acento en la relación del paisaje cultural con este ciclo solar, tanto en marzo, que sería el inicio de la parte masculina del año andino, como en septiembre, que sería el inicio de la parte femenina.
El vocablo kichwa Intyshayakllipllayñan nos muestra un aspecto visual-temporal en la acepción de este fenómeno en las siguientes asociaciones: Inty (posición del sol); shayak (vertical-recto); llipllay (resplandor del sol recto). Una descripción que se hace evidente -en lo visual- durante el medio día, puesto que cuando el sol está en el cenit no proyecta sombra.
El Inca Garcilaso De la Vega en sus Comentarios Reales, hace una descripción de los dispositivos de observación para solsticios y equinoccios en la región de gran pertinencia para esta investigación artística:
Para verificar el solsticio, se ponía un inca en cierto puesto al salir del sol y al ponerse; y miraba a ver si salía, y se ponía entre las dos torres pequeñas que estaban al oriente y al poniente. Y con este trabajo certificaban en la astrología de sus solsticios […] Para verificar el equinoccio tenían columnas de piedra riquísimamente labradas, puestas en los patios o plazas que había ante los templos del sol; los sacerdotes cuando sentían que el equinoccio estaba cerca, tenían cuidado de mirar cada día la sombra que la columna hacía […] y que a medio día bañaba la luz del sol toda la columna en derredor sin hacer sombra a parte alguna, decían que aquel día era el equinoccial (De la Vega, 1609, primera parte).
En este sentido, la zona ecuatorial se articula como una territorialidad donde es posible la observación de la bóveda celeste, tanto del norte como del sur, a lo largo del año, siendo éste un antecedente determinante para la astronomía en esta región.
Dentro de esta mecánica del sol en el paisaje histórico-cultural andino, identificamos la condición de geografía sagrada o apukuna,3 y cómo ésta se activa durante la salida y puesta del sol en fechas equinocciales. Si situamos el lugar de observación en el Centro Histórico de la ciudad, constatamos cómo emergen visualidades determinadas por tempo-espacialidades específicas que se ven reflejadas en alineaciones de las wakas4 con las plazas e iglesias dentro del actual trazado urbano. Varias prácticas culturales como procesiones de raigambre andino-hispana, vinculadas al calendario agrícola en la región, se realizan sobre estos alineamientos (figura 2 y 3).
Esto define una relación clave con el concepto Pacha (espacio-tiempo), su relación con los astros, y el sentido de éstos en la cosmovivencia andina y su episteme, aspectos que, a pesar de los borramientos coloniales y procesos de transculturación, laten en la actualidad de este territorio.

Figura 2 Alineación Cerro Gualguazhumi durante los equinoccios con las principales plazas e iglesias del centro de Cuenca, eje Este-Oeste.
Articulaciones. Dos instancias fundamentales y complementarias de Recorrido Equinoccial - Intyshayakllipllayñan
Equinoccio de marzo. Mushuk Nina Raymi o Fiesta solar masculina del fuego nuevo: La intervención/instalación “Cromotopos”
“Cromotopos” es una intervención urbana cuyo propósito se orienta a la activación de simbología astronómica andino-ecuatorial a través de la luz solar (figuras 4 y 5). Consta de una serie de placas translúcidas y cromáticas, que fueron colocadas durante el primer equinoccio en 2018, como proceso previo a la apertura de la XIV Bienal de Cuenca.
Esta intervención retoma la simbología Cañari e Inca, trabajada desde la abstracción geométrica (figura 6).5 Las placas fueron instaladas en lo alto de algunas fachadas en el eje Este-Oeste del Centro de la ciudad de Cuenca, para mostrar el recorrido solar y su direccionamiento mediante las proyecciones de sombras, a manera de señalética, evocando el funcionamiento de un reloj solar (figura 7).

Figura 4 Salida del sol sobre el cerro Guagualzhumi visto desde el Centro de Cuenca. Equinoccio de septiembre 2018.

Figura 5 Puesta del sol. Equinoccio de septiembre sobre el cerro Pulkayaku y Wagrarumi sobre el macizo Sur del Cajas.

Figura 6 Proceso de abstracción geométrica desde simbología Inca, Cañari y Palta presente en tejidos, petroglifos y objetos pétreos.

Figura 7 Detalle de la intervención urbana “Cromotopos”. Activación cromática y formal mediante luz solar. Registro durante el equinoccio del 21 de septiembre 2018.
En “Cromotopos” la noción de “espacio-tiempo específico”, en el sentido de la activación de la luz solar durante el equinoccio, se pudo hacer evidente. Además, permitió traer al presente, al aquí-ahora (kay-pacha), saberes y estéticas histórico-ancestrales desde la abstracción.
Esta intervención abordó el encuentro y la tensión, como elementos contradictorios y complementarios, para develar un “espacio-tiempo liminal”, o yanantin6/tinkuy7 pacha, funcionando como un activador simbólico y elemento que, en palabras de la crítica Cecilia Fajardo Hill, “modifica el paisaje desde lo micro, incidiendo en el cotidiano de la ciudad, y plateando un contrapunto a su historia, sin negar su condición colonial, pero incidiendo críticamente en ella. De alguna manera deconstruye el modernismo occidental que ha ubicado la abstracción dentro de un discurso progresista y blanco” (Fajardo Hill 2019, s/p).
Equinoccio de septiembre. Kolla Killa Raymi o Fiesta de lo femenino y lunar: “Procesión y Acción en Minka”.
“Kolla Killa Raymi. Procesión y Acción en minka” fue realizada el día 21 de septiembre del 2018. En ella integramos elementos de la procesión como estrategia de caminata colectiva, y elementos de la teatralidad en la fiesta popular andina. El propósito fue impulsar una intervención colectiva sobre el eje equinoccial, activando corporalmente desde la música, danza y poesía, la alineación de estos apukuna con el entramado urbanístico del Centro de la ciudad.
Con la idea de tejer vínculos de ayuda mutua y reciprocidad, el proceso de producción de esta parte del proyecto empezó desde el mes de agosto, en el marco del Curso de Formación de Mediadores para la XIV Bienal de Cuenca, gracias a la invitación de su curador pedagógico, Félix Suazo. El taller, al que titulé “Arte y experiencia desde lo andino”, propuso la realización de una serie de ejercicios basados en la organización de la chakana8 y los principios del yanantin, tinkuy y ayni, para desencadenar un proceso de reconocimiento de los principios filosóficos y la cosmo-conciencia,9 con el fin de aplicarlos en el alineamiento equinoccial sobre la ciudad, y poder ocupar lúdicamente el trazado urbano.
La acción aglutinante de esta experiencia fue una caminata colectiva por el trayecto a recorrer en septiembre, portando un libro de interés personal sobre la cabeza, y procurando no dejarlo caer, enfatizando la concentración en el pulso interno y el ritmo del caminar (figura 7).10 Esta experiencia fue clave para configurar un grupo de participantes en la procesión del equinoccio de septiembre, diverso en edades e intereses.

Figura 7 Registro de la acción Lecturas susurradas: Recorrido y ocupación colectiva del espacio público. Ejercicio de lectura y escucha reducida del taller “Arte y experiencia desde lo andino”, dirigido por José Luis Macas (e integrado como parte del proceso previo a la segunda parte del proyecto Recorrido Equinoccial), para la XIV Bienal de Cuenca.
El Kolla Raymi es la festividad andina de este equinoccio que indica el inicio de la parte femenina del calendario agrofestivo andino. En palabras del investigador Luis Enrique Cachiguango:
Ese momento corresponde al equinoccio del 21 de septiembre. En este tiempo femenino de celebración de la Pachamama, la mujer, el agua, la lluvia, la luna se inicia un nuevo ciclo agrícola de siembra del maíz y la papa. Con las primeras lluvias se inician los primeros trabajos del suelo (arado, deshierbe) y se llevan a cabo grandes ceremonias regionales, comunitarias y familiares, momentos de reverencia para obtener la producción de alimentos a través de procesiones, que siguen realizando actualmente con el sincretismo del símbolo de la Virgen (Cachiguango, 2010, sp).
El caso de Cuenca es particular, pues durante el mes de septiembre existe una procesión dedicada a una representación de la Virgen María niña (figura 8). La procesión de la Niña María es realizada desde el barrio “Todos Santos” hasta la iglesia de la Merced. Esta iglesia entra en el eje equinoccial, que es el contexto base del proyecto pues, como en todo el continente americano, varias iglesias y plazas hispanas fueron construidas sobre las wakakuna y templos indígenas. Como señala el investigador y arquitecto Alfredo Lozano Castro, este hecho se debe a una estrategia de evangelización colonial:
El establecimiento de la organización colonial para el gobierno civil y eclesiástico (ciudades, reducciones, doctrinas, pueblos de indios, etc), permitió, principalmente, para la “evangelización de los naturales”, la construcción de iglesias o al menos la colocación de una cruz, en sitios sagrados indígenas, cuya población, a su vez, asimiló la presencia de la iglesia católica. Así las iglesias, conventos y monasterios, por un lado, perennizaban una parte del centro sagrado; aunque, por otra parte, erosionaban las creencias ancestrales de los habitantes (Lozano Castro, 2017, p 138).
Resignificar este bagaje colonial, y desplegar técnica y tácticamente mecanismos de interacción sociocultural desde lo simbólico, para subvertir la confrontación epistémica donde se sitúa el mestizaje colonial andino, deviene estrategia para la procesión “Kolla Killa Raymi”.
En esta dirección, cuando el filósofo de la cultura Bolívar Echeverría, aborda el tema del mestizaje desde el plano de lo indentitario, propone:
La identidad sólo ha sido verdaderamente tal o ha existido plenamente cuando se ha puesto en peligro a sí misma entregándose entera en el diálogo con las otras identidades; cuando, al invadir a otra, se ha dejado transformar por ella o cuando, al ser invadida, ha intentado transformar a la invasora. Su mejor manera de protegerse ha sido justamente el arriesgarse. Puede decirse, por ello, que la historia de las muchas “humanidades” reales ha sido la historia de un mestizaje cultural permanente (Echeverría 1997, p.37).
Es, desde estas premisas, que la acción “Kolla Killa Raymi” (figuras 9 y 10) plantea la simbolización de las wakakunas en personajes humanos y, como complemento, la puesta en situación colectiva de estos personajes para encabezar la procesión festiva (figuras 11 y 12).


Figuras 11 y 12. Registro de la “Procesión Kolla Killa Raymi. Fiesta femenina de la siembra. Acción en Minga”. 21 de septiembre del 2018.
La propuesta se despliega desde el videoarte y la “acción en minka”, para invocar el lazo sagrado simultáneamente presente entre tiempos, posiciones de los astros, geografía y entidades, desde y en el presente, en un gesto de memoria y actualización de los saberes andinos. La procesión hizo un trayecto de 2,4 kilómetros, partiendo desde el Cementerio Municipal de Cuenca, hasta la plaza de San Sebastián, donde se encuentra el Museo de Arte Moderno. Allí, gracias a la colaboración de Tayta Roberto Ochoa y la asociación de Yachaks Aiyapu Pumapungo, realizamos el ritual de la chakana, la explicación de su significado, y una pampamesa11 de cierre.
Este ritual consiste en formar colectivamente la chakana mediante semillas de maíz, fréjol, habas, papas, etc, a modo de ofrenda. El símbolo formado está orientando a los cuatro puntos cardinales y a los elementos de la naturaleza - aire, agua, fuego, tierra - para que, en la acción y la palabra, el elemento de la vida active los diferentes elementos reunidos. Posterior a esto, gracias a la colaboración de la Asociación agroecológica ProTur, instalamos la pampamesa para la comida, donde compartimos los alimentos propios de este período del año. La pampamesa siempre está alineada con la salida del sol, hacia el Este, siendo su columna vertical una hilera de maíz cocinado, seguida de dos hileras de papas y habas, lo masculino y femenino en correspondencia (figuras 13 y 14).
La “acción en minka” busca enlazar las prácticas colectivas ancestrales ―como la práctica cultural andina de la minka― y las contemporáneas ―como el arte acción― desde un mestizaje contradictorio y complementario, desde un antagonismo creador, ch´ixi.12
Esta “acción en minka” juntó la organización colectiva, intenciones de divulgación de la historia local, y la performance ética que está implícita en la minka, como forma de cohesión colectiva sociocultural de apoyo mutuo desde la esfera pública, en la producción de una experiencia estética y conocimiento otro, políticamente distanciado de la inercia colonizada.
Podríamos identificar la “acción en minka” como un contradispositivo13 orientado a la descolonización de los cuerpos desde lo ritual-festivo, religándose así con memorias que integran la vida runa (humana) con la geografía y paisaje viviente, desde la experiencia lúdica, sensorial y estética.
La exposición de las piezas creadas para este proyecto, los registros de las intervenciones urbanas y de las acciones colectivas en el espacio público son consideradas como un nuevo yanantin, perteneciente al plano de la experiencia, que se interseca con el del plano de la exhibición, donde el arte contemporáneo y el dispositivo andino se unen, como efecto de las dos instancias de cada equinoccio vivido.
La muestra se realizó en uno de los espacios del Museo de arte y antropología Pumapungo entre el mes de noviembre de 2018 y febrero de 2019, presentada como una sola instalación secuenciada. En palabras de quien realizó el acompañamiento curatorial de Recorrido Equinoccial - Intychayakllipllayñan, Albeley Rodríguez Bencomo (figuras 15, 16, 21, 22 y 23):
Este proyecto expone una síntesis de exploraciones artísticas previas, realizadas en más de un lustro de desplazamientos ubicados entre los movimientos del sol, la geografía y los paisajes culturales andinos, que desembocan en creación contextualizadora para el cultivo de un modo de vida otro, alineando la vida humana a los ciclos solares, bases para los calendarios agro-festivos y su relación con la cultura y organización social andina; misma que no ha excluido la modernidad, pero la discute desde una memoria vigente que se subraya distinta frente a las políticas del olvido y el ocultamiento (Rodríguez Bencomo 2018, s/p).


Figuras 15 y 16. Videoinstalación Kolla Killa Raymi y vista general de la instalación presentada en el marco de la XIV Bienal de Cuenca. Museo Pumapungo.




Figuras 17, 18, 19 y 20 . “Ofrendas”. Objetos de arcilla, sahumador y vasija, que fueron utilizados en los rituales de agradecimiento a la tierra como petición para la buena realización del proyecto, después, en la “procesión/acción en minka” que festejó el Kolla Killa Raymi y, posteriormente, registrados en su fragmentación en un videoarte de 1 min 8 seg duración. Fueron expuestos en sala tras su reconstrucción con pegamento y escarcha dorada junto al videoarte.

Figura 21 “Estructuras portables”. 6 piezas de acero inoxidable portadas por los participantes de la procesión/acción en minga que festejó el Kolla Killa Raymi, para activarlas desde la danza y el sonido ―hacían el sonido del trueno― a la vez que eran reflectores de la luz solar, que luego fueron instaladas como elemento de la exposición.


Figuras 22 y 23 Recorrido equinoccial (2018). Registro en 9 cianotipos tomados durante el equinoccio de marzo de los lugares de intervención, y revelados durante el equinoccio de septiembre ―tiraje único― y mapa dibujado en tintas naturales del Centro Histórico de Cuenca para realizar la intervención “Cromotopos”.
Recorrido Equinoccial - Intyshayakllipllayñan se despliega como una experiencia artística de lo que he llamado “espacio-tiempo específico”, planteada desde la cosmoconciencia andina, donde los términos Yanantintinkuy pacha (encuentro complementario y proporcional del tiempo-espacio) y “acción en minka”, crean puentes epistemológicos entre prácticas como la abstracción visual geométrica, el arte acción y arte relacional. El espacio-tiempo como instancia portadora de sentido ―desde una relación cosmoconciente― con un entramado de lo viviente, orienta una ética de trabajo y configura metodologías de larga duración, donde el transcurso de las instancias de producción, sobre todo en el trabajo con la luz solar de los equinoccios, dependen de factores meteorológicos, desbordando lo “autoral” al incorporar esta idea del tiempo de creación que implica milenios (figuras 17, 18, 19 y 20).
Producir imágenes y experiencias en estas circunstancias, nos interpela sobre el modo en el que estamos insertos en el frenesí del progreso, y cómo nos planteamos maneras de vincularnos con los ciclos que se desmarcan de lo humano, sin anular el derecho a la innovación. Sigo preguntándome ¿Qué sentidos éticos son necesarios y qué herramientas nos son útiles?