Desde los comienzos de mi práctica artística paralelamente a mis años universitarios estuve enfoca en aspectos urbano-arquitectónicos de la ciudad de Guayaquil.
Comencé con una gran interrogante sobre la representación del paisaje urbano. Paulatinamente fui accediendo de manera más consciente y crítica a una ciudad que no era aquella que se veía en postales oficiales, podríamos decir que era la ciudad “otra”, la ciudad que se transita.
Desde ese momento me interesa enfocar mi práctica artística en la noción de lo liminal que atraviesa la ciudad y sus estructuras: espacios no oficiales (lugares en des-uso, Ruinas y escombros) para transformarlos en posibilidades poéticas y a la vez interpelantes. Mediante un proceso de recorridos y hallazgos dentro de la cotidianidad de la ciudad, me enfrento a gestos agonizantes de la materia en la crisis liminal de su desaparición, re-significando elementos latentes muchas veces imperceptibles.
Para el propósito de esta redacción, he realizado un paneo general de las obras efectuadas entre 2014 y 2019, lo cual me ha ayudado subagrupar un conjunto de obras y abordarlas desde sus metodologías, que considero más palpables por los modos que operan particularmente entre ellas, que por un orden cronológico. (fig.1).
Recordemos que medularmente la metodología es un conjunto de pasos con los cuales se llega a la resolución teórica o práctica de una investigación. En ese sentido he de mencionar que me pregunto sobre la aplicación consciente de una metodología en particular en la producción de arte, pues me podría resultar un arma de doble filo. Si bien describiré una metodología observando a posteriori mis trabajos, me pregunto ¿aplicarla ahora para buscar nuevas obras en mi trabajo impediría experimentar otras formas de afrontar la creación? o ¿tal vez, en el mejor de los casos, potenciarla?
Para ello hay una serie de factores que habría que considerar, ya que un cambio en el formato de presentación puede tener otras lecturas como la escala, los materiales, los elementos narrativos. Y creo que no está demás preguntarme ¿cuál es la diferencia entre explorar y repetirse a uno mismo? Tal vez me esté perdiendo de algo, a lo mejor tendré que intentarlo. Lo que sí podría decir con certeza es que siempre me ha resultado estimulante enfrentarme con nuevas visualidades en su formalidad y narrativas. Probablemente saber de ante mano una metodología para realizar algo que funcione más para las Ciencias Exactas que para las Artes.
Por lo que respecta a mi proceso de construcción de una obra, este ha sido más intuitivo, de profunda activación sensorial, como el desarrollo del lenguaje en los primeros años de infancia. El hecho de trabajar con la ciudad me ha obligado desde siempre a salir del taller, recorrer y en consecuencia hallar.
Recuerdo dentro de mis primeros años de estudios donde trataba de discutir y debatir sobre una que solo existía en mi cabeza, la tarea de explicarlo era difícil tanto para ellos entenderme como para mí de explicarlo.
Entonces te das cuenta de que la mejor forma de abordar una ida es realizándola y que en el proceso esa idea te lleve a otra.
Esta parte me parece la columna vertebral en todo, o en todos mis proyectos, esto es el “HACER”. EL HACER está acompañado de lo que algún momento llamé error y de lo que más tarde describo como un abanico muy variado de recursos para resolver una posible obra.
Tal vez no funcionó como creí para una propuesta en específico, sin embargo, este mal llamado fracaso es la experiencia forjada desde el hacer.
Ahora, retomando el cauce de la Metodología de las obras, vamos ver cada uno de estos puntos, sobre los cuales he realizado un grafico para explicarlo de manera didáctica. (fig. 2) Con la forma del esquema no pretendo que haya jerarquía en las metodologías aplicadas.
Vemos en la parte central un eje triangular denominado “Recorridos y hallazgos” que permite entender de manera global las características de mi práctica artística. En sus vértices tenemos como (metodologías) “Desde la intervención”, “Desde el Taller”, “Desde el Material”.
“Desde la intervención”. Las obras Levedad (2019) La ciudad que se come así misma (2017) y Al otro lado (2015) (ver fig.1) están dentro del grupo cuya metodología requiere la participación de agentes externos al autor para la realización de la obra y/o el traslado de elementos físicos de la urbe al espacio expositivo. (fig. 3 a 11).
Hay obras que he realizado prácticamente en el estudio/taller. Las cuales han implicado una factura detallada y minuciosa luego de recoger datos en el exterior (fig. 12 a 15). Veamos “Desde el Taller” tenemos: la obra Crónicas del paisaje 1 (2016), Bordes (2014), Habitación en el espacio. De la serie Itinerantes (2014) (ver fig. 1).
Y por último “Desde el Material”: las obras Universo vertical (2017) Encuentros fortuitos (2016) Inhabitable (2017) (ver fig.1).
Selecciono estas obras para mencionar la búsqueda de un diálogo ambiguo con la transparencia que me permite aludir al concepto de lo liminal desde el material o soporte, lo cual permite plantear el ejercicio del dibujo ya no como una propuesta bidimensional sino dotando a este de un cuerpo que puede ser recorrido (fig. 16 a 18).
A modo de conclusión diría que detrás de una propuesta existe un arduo trabajo que muchas veces queda implícito, del cual poco se menciona y muchas veces resulta muy enriquecedor para procesos pedagógicos.
Mostrar estos registros fotográficos me remonta a momentos críticos de la producción de cada obra, los cuales permitieron mediante procesos metodológicos ampliar la gama de recursos y, si es posible, dar pequeñas luces sobre el proceso llevado a cabo.