1. Introducción
El término turismo comunitario está en auge, sin embargo, muchos autores concuerdan en que, al momento, este modelo de gestión carece aún de bases conceptuales fuertes y con amplia discusión en el ámbito académico, generando una brecha de propuestas que podrían nutrir al turismo comunitario en varios aspectos, que le ayudarían a neutralizar los procesos fatales producto de un turismo no planificado. El concepto de turismo comunitario se alimenta permanentemente de nuevos aportes de investigaciones realizadas tanto a nivel nacional como internacional. El interés en su estudio es fuerte, ya que es un modelo de gestión de una empresa social, cuya finalidad principal no es el rendimiento económico de los accionistas, sino la generación de impactos positivos distribuidos entre todos los miembros de una comunidad.
La construcción histórica del concepto de turismo comunitario tiene varias fuentes. Los albores se remontan a la Declaración de Manila (OMT, 1980), donde se destacan algunos puntos, recogidos desde la creciente demanda de varios territorios que se sentían desplazados del modelo de planificación turística a gran escala, que estaba en plena ejecución por esa fecha. En dicha declaración, en el acápite sobre “Una mejor gestión de la oferta”, se lee textualmente el siguiente manifiesto: “[e]n el interior de cada país la oferta turística no constituye un enclave aislado, sino que está vinculada a todos los demás sectores de la vida nacional” (OMT, 1980: 9), lo cual desplaza un modelo aislado de la planificación del turismo hacia un nuevo esquema con mucha interacción con otros sectores. Esto se refuerza cuando se menciona, en la misma declaración, que “[l]a política de planificación turística debería desarrollarse a los niveles local, regional o nacional, en el marco de la planificación nacional, tales políticas deberían ser objeto de evaluación periódica tanto cuantitativa como cualitativa” (OMT, 1980: 8). Es así que este manifiesto mundial abre una puerta para romper la preponderancia nacional en la planificación del turismo y resaltar lo local como una nueva escala a incorporar.
Posteriormente, la Carta del Turismo (OMT, 1985), refuerza algunos de los temas de la Declaración de Manila, ya que nuevamente, en el artículo III, se lee algo semejante a lo expresado anteriormente: que “los Estados deberían: integrar su política turística en su política global de desarrollo a sus diversos niveles -local, regional, nacional e internacional- y ampliar la cooperación turística en un marco bilateral, como en uno multilateral, así como en el marco de la Organización Mundial del Turismo (OMT)”. Para este nuevo escenario multi-escalar, la mencionada carta provee recomendaciones a las poblaciones locales, tal como se menciona en el artículo VII: “[s]e invita a las poblaciones que constituyen las comunidades visitadas en los lugares de tránsito y de estancia a ofrecer a los turistas las mejores condiciones de hospitalidad, cortesía y respeto necesarias para el establecimiento de relaciones humanas y sociales armoniosas” (OMT, 1985: 3). Nuevamente, una insinuación, desde una cumbre mundial, al fortalecimiento de lo local, pero aún sin la fuerza que tomaría en años posteriores.
A partir de esta expresa corriente, recogida en las declaraciones mencionadas, se agiliza un vuelco de ciento ochenta grados al modelo de desarrollo del turismo, pues aparecieron artículos y manuales que dieron pautas a los planificadores locales para trabajar en la organización y posterior desarrollo del turismo desde lo local.
En varios países latinoamericanos, como en el caso del Ecuador, el concepto de turismo comunitario se alimenta de varios autores, especialmente norteamericanos, que lo vincularon con los de turismo rural o de base local, que estaba en auge en los países del norte. Estos conceptos surgieron a raíz de una política que instaba al desarrollo del turismo en comunidades rurales, como una herramienta potencial para su desarrollo (Weaver, 1986; Heatherington, 1988; Cohen, 1988; U.S. Department of Commerce, 1989, 1991; Elkinton, 1990; Jones, 1990; Potts, 1994; Bowling, 1992; Page & Getz, 1997; Butler, Hall & Jenkins, 1998; Pearce, Moscardo & Ross, 1996). Estas propuestas conceptuales se acoplaron al país, mediante los trabajos realizados en varios territorios por Organizaciones No Gubernamentales (ONG) extranjeras, que desarrollaron trabajos es varias provincias del país como: Napo, Pastaza, Bolívar, Manabí, entre otras.
Para la década de los 90, se evidencian los primeros intentos conceptuales sobre lo que se denominó ecoturismo comunitario, por medio de la Asociación de Ecoturismo del Ecuador (ASEC), junto con otros estudios de caso sobre los Centros de Turismo Comunitario (CTC) pioneros en el país (ASEC, 1993 en Ruiz & Solís, 2007; Smith, 1993; Schaller, 1995; Colvin, 1996; Wunder, 1996; Eppler, 1998; Rodríguez, 1999 en Ruiz & Solís, 2007;). En otros países del mundo como: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Namibia y Gran Bretaña se presentaban casos de estudio y aproximaciones conceptuales relacionadas a este modelo de gestión que se caracterizaba por la gestión directa de la comunidad en la planificación, organización, ejecución y monitoreo de las propuestas turísticas implementadas (Gomera, 1999; Beeton, 1998).
A partir del año 2000 hay mayor producción académica–científica, aglutinando varios elementos conceptuales como: turismo indígena, turismo étnico, turismo aborigen, ecoturismo comunitario, turismo comunitario, turismo rural comunitario, entre otros, que al análisis de sus contenidos presentan similitudes que se han ido fundiendo en varios aspectos. Algunos organismos e investigadores internacionales se convierten en actores activos en la construcción de este modelo de gestión, aportando con la caracterización sistematizada de la oferta que se estaba visibilizando en varios países de Latinoamérica (WWF, 2000; OIT,2001, 2003; Cañada & Gascón, 2006; Smith, 2003; Azebedo, 2007; Hutchins, 2007; Peaty, 2007; Ruiz & Solís, 2007; La Caixa, 2008; Cox, 2009; Weert, 2010; CODESPA, 2010, 2011; Goodwin & Font, 2014).
Junto a estos aportes exógenos, en Ecuador, aparecen conceptualizaciones que vienen desde la misma comunidad, tratando de aglutinar la diversidad de los modelos de gestión, en conceptos transversales sobre la operación y sus beneficios (FEPTCE, 2002; Reck, 2006; Falconí & Ponce, 2007; Ochoa, 2009; REST, 2011, 2012; PyD, 2013;). A la par en esta década, planes de desarrollo, estudios de caso y normativas turísticas recogen e interpretan un concepto que luego de ser caracterizado será sometido a procesos de regulación, con recomendaciones específicas para su sostenibilidad (Ministerio de Turismo, 2002a, 2002b, 2006, 2009a, 2009b, 2010a, 2010b; Marchán, 2004; Rodríguez, 2004; Salas, 2011; de la Torre, 2011; Cadena & Cabrera, 2012; Andino, 2013; Roux, 2013; Gómez, 2014).
2. Metodología
La investigación es de tipo descriptiva. Se analizaron 329 documentos entre artículos científicos, informes, libros, normativas legales, planes de desarrollo, planes de negocio, manuales empresariales, guías de buenas prácticas, entre otros, que tratan sobre temas relacionados al concepto de turismo comunitario, especialmente en Ecuador.
El método utilizado fue cualitativo en cuanto se buscó comprender la perspectiva conceptual de cómo se ha percibido el turismo comunitario por varios individuos, asociaciones o instituciones que lo estudian o regulan (Hernández, Fernández & Baptista, 2010). Esta sistematización, parte de la investigación doctoral sobre la configuración socio-espacial del turismo comunitario en Ecuador, tuvo como objetivo principal el sistematizar los aportes sociales, académicos y técnicos sobre la construcción histórica del concepto de turismo comunitario y aportar con un documento que sirva de base para el debate académico sobre este concepto.
La técnica utilizada fue documental, la cual “consiste en la selección y recopilación de información por medio de la lectura y crítica de documentos y materiales bibliográficos, de bibliotecas, hemerotecas, centros de documentación e información” (Baena, 1985: 72) cuyo eje común fue tener una temática alrededor del turismo comunitario y su gestión.
3. Resultados
López Guzmán y Cañizares (2009), presentan como la primera noción de un concepto de turismo comunitario a lo expresado por Murphy (1985), en el cual se levanta las aspiraciones que tenían las comunidades afectadas por el turismo. Esta aproximación tiene base en la construcción sistémica del turismo y en su interacción económica con los sistemas. El mismo autor reconoce que las bases de la noción para incluir a las comunidades en el turismo, vienen desde los años 60, cuando ya se daban las primeras pautas para la planificación con enfoque regional. Sin embargo, su obra proporciona una aproximación preliminar a lo que posteriormente se conocerá como turismo de base local, relacionado posteriormente en América Latina como el turismo comunitario. A partir de esta consideración, de lo que se podría considerar como los albores conceptuales, se presenta la Tabla 1, que recoge las principales propuestas con características asociadas al concepto
A partir de esta recopilación se observa que el concepto de turismo comunitario se ha ido nutriendo de algunos tópicos, fruto de la interpretación académica de los hechos observados en el campo. Esta alimentación conceptual ha ido aportando varias aristas, que han fortalecido el alcance de las actuales definiciones. Se observa que algunos ejes se han ido transformando paulatinamente, mientras que otros que se han mantenido y fortalecido.
Para el estudio de esta muestra de conceptos que se recopilaron, se establecieron las siguientes categorías de análisis, como valores a los cuales someter cada concepto para identificar sus principales características. Dichas categorías fueron recogidas y sistematizadas a partir de los conceptos estudiados.
Estas son:
1. Categorías de análisis en base a tipologías de turismo. En base al estudio de los documentos encontrados, esta primera categoría de análisis se enmarca en las tipologías de turismo conexas, que tratan sobre el concepto en estudio. Estas se presentan en la Tabla 2.
Se observa que mayoritariamente hay un consenso sobre el uso de la terminología turismo comunitario sobre otras alternativas conceptuales que se presentaron. Destaca el proceso inicial, de conceptos de las décadas de los 80, 90 e inicios del 2000, que fortalecían a la propuesta de ecoturismo comunitario como el término que abarcaría estos nuevos emprendimientos, especialmente porque eran concebidos en áreas rurales, especialmente zonas cercanas a áreas protegidas. Pero en el trascurso del tiempo ha evolucionado, ya que en la actualidad no hay limitación geográfica para el territorio donde se encuentran estos emprendimientos. Esto se ve reforzado, lo que ha ocasionado que la terminología turismo rural comunitario sea cada vez menos utilizada, por cuanto es excluyente en lo territorial.
Adicionalmente, se observó que el concepto en construcción tiene una gran asociación con lo sostenible, de esta forma se reafirma la voluntad de crear emprendimientos turísticos que soporten la fragilidad de los entornos: natural, cultural y económico, que se evidenciaba en las áreas rurales y periurbanas de Latinoamérica. El turismo sostenible es un concepto estrechamente asociado con lo comunitario, sin embargo, paradójicamente está ahí ante la insostenibilidad de los territorios comunales, especialmente en zonas de extrema pobreza.
La terminología indígena, étnica o aborigen también se debilitó al pasar los años, puesto que en la realidad rural latinoamericana hay gran cantidad de mestizos, afrodescendientes y otros que también procuraron emprendimientos en sus territorios. Finalmente, hay conceptualizaciones que no le atribuyen una tipología, sino lo enmarcan solamente como una actividad turística, producto de las dificultades por tratar de enmarcarlo en el turismo convencional, que se desarrolla a la par en varios países y no tiene un modelo de gestión social como es el caso de lo comunitario.
2. Una segunda categoría de análisis conceptual fue en lo referente a la concepción del emprendimiento, identificado como: empresa enfocada al desarrollo local o una empresa de oferta de servicios y actividades turísticas. Como resultado se observó que la gran mayoría de conceptos reconocen que la noción fundamental de estas empresas sociales reside en simbolizar y destacar el directo manejo del turismo por parte de la comunidad, de forma consensuada y participativa, de manera que los beneficios impacten positivamente en la sostenibilidad. Sin embargo, algunos conceptos las caracterizan solo como proveedores de actividades y servicios turísticos, lo cual no destaca las diferencias fundamentales que diferencian este modelo de gestión de lo privado o público.
En el caso de las empresas enfocadas al desarrollo, en algunos conceptos se deja explícito que el fin de este modelo de gestión es garantizar la distribución local de los beneficios, de forma que impacte en la mejora de vida de la comunidad local. En otros casos no hay tal precisión o se refuerza exclusivamente lo económico. Especialmente, cuando se las define como empresas turísticas no hay claridad sobre el fin social de este modelo, lo cual confunde y no marca diferencia nuevamente de lo privado.
3. Una última categoría de análisis fueron otros elementos importantes que se identificaron en algunos conceptos, como: la importancia del turismo como una herramienta para el rescate del territorio comunitario, como un acceso al descubrimiento de nuevas culturas o como un hecho vinculado con la conservación. Sobre el tema del territorio, es importante destacar que se concibe al turismo como una actividad que refuerza la pertinencia territorial a la comunidad, dándole un valor de uso, como una declaración que garantiza su propiedad y usufructo. En lo natural, los conceptos lo vinculan fuertemente a la conservación. Finalmente, lo más común es el asociarlo con lo cultural, entendiendo al turismo como un espacio en donde se da un encuentro anfitrión-visitante, en el cual existe un intercambio cultural en un marco de respeto y tolerancia por la diferencia.
4. Conclusiones
Tomando como base lo expresado por De Vaus, quien manifiesta que los conceptos que no tienen significado reales o preestablecidos pueden conducir a la anarquía conceptual, un problema sin una solución totalmente satisfactoria (De Vaus, 2002). La acción más práctica es aclarar cómo este concepto ha sido definido y mantener clara esta definición a la hora de sacar conclusiones y comparar los hallazgos con otros investigadores, para lo cual se mencionan diez puntos, como ejes comunes, a considerar en la construcción conceptual:
El turismo comunitario es un modelo de gestión de base local.
Se observa en comunidades u organizaciones organizadas, tanto en grupos de individuos de etnias ancestrales, como de poblaciones que no se consideran como tal.
Se circunscribe a los territorios de la comunidad u organización campesina, destacando al territorio como un elemento trascendental.
Estos territorios pueden estar en lugares muy remotos, en sitios de proximidad a las ciudades e inclusive en enclaves citadinos, generalmente en la periferia urbana.
Presenta la cultura y su relación con la naturaleza, como atractivos principales en la relación visitante–anfitrión.
Enfatiza sobre el grado de manejo, control y aceptación de la actividad turística en la comunidad local.
No es un solo servicio, ni una tipología de turismo, pues puede ofertar diversas modalidades y varios servicios, de acuerdo a las características territoriales y al grado de inversión realizado en el emprendimiento turístico.
Está íntimamente ligado al concepto de turismo sostenible, como los parámetros que debe respetar la operación.
Reconoce la coexistencia de varias modalidades de emprendimientos turísticos comunitarios, ya sean exclusivamente comunitarios, mixtos o privados (estos últimos con el aval de la comunidad y el acuerdo tácito de beneficios).
En lo comunitario lo principal no es la generación de beneficios económicos, sino que se busca, de forma similar, generar impactos positivos en los entornos naturales y culturales, y con ello incidir en el buen vivir de todos los comuneros.
Este aporte pretende ser un punto sobre el cual, la academia y otros actores, discutan en pos de construir un concepto que sea generalmente aceptado, sobre el cual se construya y fortalezca el aporte académico-social al modelo de gestión del turismo comunitario.