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Valencia-Ortiz, R., Garay-Ruiz, U. y Cabero-Almenara, J. (2023). Uso problemático de las redes sociales: el caso de estudiantes mexicanos. Alteridad, 18(1), 23-33. https://doi.org/10.17163/alt.v18n1.2023.02
1. Introducción y estado del arte
1.1 Redes sociales y la adicción
Las redes sociales (RR.SS) son uno de los medios de comunicación más importantes por medio de los cuales los jóvenes se comunican hoy en día, razón por la cual algunos las consideran una tendencia. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a diferencia de cualquier otro medio de comunicación en la historia de la humanidad, las redes sociales han tenido una gran capacidad para atraer a millones de usuarios en todo el mundo en muy poco tiempo y en un espacio tan pequeño como la pantalla (García y Fernández, 2016).
Teniendo en cuenta que existen diferentes definiciones respecto a las redes sociales y sus funciones, en general se consideran como un espacio donde las personas interactúan, comparten información, se comunican, y crean comunidades. Esto indica que las redes sociales siempre han existido de una u otra forma, pero Internet ha otorgado a la comunicación un sentido de inmediatez y extensión. Ya no se trata de tener una red personal relativamente limitada, por el contrario, los medios sociales actuales aprovechan las ventajas de Internet para crear un enorme enjambre social donde las personas interactúan (Fuentes et al., 2015).
A diferencia de las redes sociales cara a cara, las redes sociales online (RR.SS) se caracterizan por la ausencia de contacto físico o personal, donde puede o no haber relación entre la identidad del individuo en el mundo offline (real) y el mundo online (virtual); las RR.SS fomentan la interacción social en aquellas personas que de alguna manera tienen dificultades para mantener la interacción social en el mundo real; la capacidad de comunicación simultánea entre un gran número de personas, y la facilidad para romper con las relaciones o el contacto (Musial y Kasienko, 2013). Tales características han contribuido a la transformación del concepto tradicional de amistad, ya no se utilizan solo entre personas cercanas, conocidas o de confianza, sino que pueden utilizarse entre personas que apenas se conocen (Llamas y Pagador, 2014; Sabariego, 2012).
En cualquier caso, es erróneo pensar que el número de personas y las interacciones representan las principales características de las RR. SS, sino más bien lo significativo es la creación de todo un nuevo modelo de comunicación y relaciones.
Existen diferentes tipos de redes sociales, y se diferencian según su grado de apertura, su temática, si se gestionan o no, etc. Las redes sociales han obtenido un cierto nivel de presencia en ámbitos educativos en los últimos tiempos, y sus usos en la educación incluyen: ambientes de trabajo colaborativo, forma alternativa de comunicación, aprendizaje de idiomas, plataforma o LMS (Learning Management System) para la formación virtual, y para la tutoría y consejería de estudiantes y padres (Túñez y Sixto, 2012; Esquivel y Rojas, 2014; Cruz, 2016; Fuentes et al., 2015). En cuanto al objetivo de este estudio, lo primero que hay que reconocer es que su uso se está extendiendo principalmente entre los jóvenes. Un estudio realizado recientemente en España (Orange, 2018) indica que el uso activo de las RR. SS comienza a los 14 años, siendo la edad de los usuarios más activos entre 16 y 24 años. En México, donde se encuentra la muestra de nuestra investigación, los porcentajes de uso activo representan porcentajes superiores a la media internacional (Islas y Carranza, 2011).
Existen múltiples factores involucrados en el aumento y uso de las RR. SS, entre ellos la tendencia de que los adolescentes están adquiriendo dispositivos móviles (García-Oliva y Fernández, 2016; Gértrudiz et al., 2017). En España, el 45,90 % de los padres y madres afirma que sus hijos/hijas recibieron su primer smartphone a los 14 años (Orange, 2018), el 93,2 % de los niños afirma que es su medio preferido para acceder a Internet.
La información muestra que las RR. SS son usadas activamente entre los jóvenes, siendo hoy en día un método de comunicación e interacción, una extensión de las relaciones, un medio para buscar y solicitar información, un elemento de ocio y una herramienta para la convivencia y la creación de nuevas formas de comunicación (García-Oliva y Fernández, 2016; Orange, 2018; Gértrudiz et al., 2017; Bastarrechea, 2017).
Están apareciendo efectos secundarios entre los jóvenes debido al uso y las características intrínsecas de la comunicación: anonimato, facilidad y rapidez de acceso, desinhibición, asequibilidad y ausencia de contacto físico (Fuentes et al., 2015; Griffiths, 1995), y el tiempo de exposición. Todos estos elementos han producido lo que algunos autores consideran una adicción a las RR.SS.
La trascendencia que están adquiriendo estos dispositivos está teniendo un fuerte impacto en la identidad social de los adolescentes, que son los principales usuarios (Renau et al., 2013). La identidad es un aspecto esencial en el desarrollo de los adolescentes y su construcción culmina con la consolidación de una personalidad sólida y estable en el tiempo, que aspira a un buen acoplamiento entre el ideal de vida del individuo y la sociedad en la que vive (Arab y Díaz, 2015, p. 8).
Para Basteiro et al. (2013), la adicción a las RR.SS disminuye con la edad de la persona, y las características de inmadurez física y psíquica de los menores vinculados al uso intensivo de las RR.SS pueden tener repercusiones más negativas en ellos que en los adultos, de ahí el interés por el análisis y la reflexión. Como señala Díaz (2014, p. 54): a nivel psicológico, la adicción a determinadas aplicaciones puede estar relacionada con la inestabilidad emocional, depresión, ansiedad, irritabilidad, empobrecimiento afectivo, disminución del juicio y dificultades para afrontar los problemas cotidianos.
1.2 Adicción a las redes sociales
El uso de las tecnologías digitales está propiciando el desarrollo del análisis, la investigación, el estudio de la adicción a las RR.SS y sus consecuencias. Un gran número de estudios se han enfocado en el uso excesivo de internet y su relación con problemas físico-biológicos, sociales y familiares (Echeberúa, 2012; Fernández Villa et al., 2015; Young, 2015). La investigación sobre la adicción a Internet comenzó en 1996 con un estudio de más de 600 casos de usuarios frecuentes de Internet que presentaban signos clínicos de adicción medidos a través de una versión adaptada de los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales-DSM-IV para el juego patológico (Young, 2015).
Para Chóliz y Marco (2012), la adicción a Internet se observa en una persona que presenta el siguiente comportamiento: 1) Tolerancia: un aumento en el tiempo de conexión, 2) Abstinencia, un malestar cuando se interrumpe la conexión, 3) Mayor exposición al medio de lo previsto originalmente, 4) Deseo de dejar de usar Internet, pero no poder llevar a cabo tal acción, 5) Uso excesivo del tiempo en actividades relacionadas con Internet, 6) Dejar atrás otras actividades para usar Internet por más tiempo, y 7) Usar Internet a pesar de conocer sus efectos negativos.
Diferentes estudios han demostrado que la adicción a esta tecnología tiene consecuencias, tales como: dificultad en la flexibilidad cognitiva (Dong et al., 2014), problemas en la toma de decisiones (D’Hondt et al., 2015), aumento en los niveles de ansiedad [25], olvido en la realización de determinadas actividades (Chóliz y Marco, 2012), problemas de memoria (Dong, 2012), y dificultad para concentrarse (Rücker et al., 2015).
La investigación sobre los efectos del abuso no solo se ha centrado en Internet, sino también en otras tecnologías, incluidas las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en general (García-Oliva et al., 2017; Gairin y Mercader, 2018), juegos online (Bertrán y Chamarro, 2016; Martín et al., 2017), videojuegos (Gonzálvez et al., 2015; Espejo et al., 2018), telefonía móvil (Gaspar y Cuesta, 2015; Ruiz, 2016; Polo et al., 2017), y las RR.SS.
El uso excesivo de las RR.SS ha originado una línea de trabajo denominada Adicción a las redes sociales, que se puede catalogar como un tipo de adicción a Internet (Sahin, 2018). Pero antes de analizarlo, discutiremos el término adicción y las variaciones relacionadas con las RR.SS.
Como señalan diferentes autores (Basteiro et al., 2013; Echeberúa, 2012) el término adicción se ha asociado al consumo de drogas y sustancias. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (APA, 2013) lo define como el abuso y dependencia de cualquier tipo de sustancia psicoactiva. Sin embargo, otros investigadores sostienen que el desarrollo de un proceso adictivo puede ocurrir sin la inclusión de sustancias psicoactivas. Así, podría definirse como un uso compulsivo y excesivo que provoca un deterioro en la rutina diaria de un individuo, dando lugar a una conducta adictiva (Watters et al., 2013).
No todos los autores están de acuerdo en que el uso excesivo de Internet y las Redes Sociales deba considerarse una adicción, sino que afirman que una adicción a la tecnología a menudo se confunde con una adicción al comportamiento. En consecuencia, consideran que es mejor diferenciar las verdaderas adicciones, excesos y problemas transitorios de un exceso problemático, inadecuado o intensivo a la exposición tecnológica, (Kuss et al., 2014; Carbonell, 2014; Carbonell y Oberts, 2015; Pontes et al., 2015). Carbonell (2014) critica específicamente la idea de adicción a las tecnologías de la información y la comunicación y las describe más como una construcción social que ha ganado popularidad, una adicción de naturaleza secundaria que puede confundirse con una dependencia de la tecnología, y puede ser solo un pasatiempo o un hábito en lugar de un trastorno psicológico. Estos autores también argumentan que no se trata de una adicción ya que no está incluida en la Guía de Referencia de Criterios Diagnósticos DSM-5 (APA, 2013).
Independientemente de la postura, no se puede ignorar que el uso excesivo de las tecnologías trae consecuencias negativas, generando potenciales problemas en la vida de una persona [2], específicamente en grupos vulnerables como los adolescentes (Chóliz y Marco, 2012). A través de la búsqueda de instrumentos que ayuden a su diagnóstico, las escalas de autopercepción, habitualmente denominadas Social Media Addiction Test (SMAT) (pruebas de adicción a las redes sociales), han ganado popularidad (Basteiro et al., 2013; Escurra y Salas, 2014; Tutgun-Ünal y Deniz, 2015; Banyai et al., 2017; Simó et al., 2017) uno de los cuales fue elaborado por Sahin (2018), que será el utilizado en el presente estudio.
La aplicación de estas escalas ha proporcionado una referencia del grado de adicción o uso excesivo por parte de los adolescentes. Sahin (2018) señala el hecho de que las personas que dedican demasiado tiempo a la tecnología desean recibir notificaciones instantáneas, lo que puede causar tolerancia virtual, comunicación y problemas virtuales.
Echeberúa (2012) y Echeberúa y De Corral (2010) muestran que no solo las redes sociales pueden seducir a los adolescentes, alejándolos del contacto personal, sino que también producen aislamiento social y distorsionan la realidad. También pueden producir síntomas de abstinencia cuando no tienen acceso a ellos, incluyendo privación de sueño y bajo rendimiento en otras actividades como actividades académicas. Basteiro et al. (2013) señalan la existencia de una relación lineal positiva entre neuroticismo, extraversión y sintomatología depresiva en relación con el abuso de las RR.SS. Llamas y Pagador (2014) sugieren que el exceso favorece a la confusión del adolescente entre el mundo real y el virtual. Esta adicción está relacionada con otras variables, como baja autoestima, depresión y malas habilidades sociales (Herrera et al., 2010), así como a otros problemas de salud (migrañas, dolor lumbar, sobrepeso u obesidad, descanso insuficiente), aspectos psicológicos (riesgo de padecer de desórdenes mentales, depresión), problemas familiares y discriminación (Fernández-Villa, 2015).
En conclusión, algunos adolescentes son conscientes de su adicción y están tomando medidas para superarla (Fuentes et al., 2015), pero algunos otros desconocen su existencia (Marín et al., 2015).
2. Métodos
2.1 Objetivos
Los objetivos de la investigación son los siguientes: a) Reconocer el grado de adicción que tienen los jóvenes mejicanos hacia las RR. SS, usando la medida adaptada de la escala de Sahin (2018) denominada Social Media Addiction Scale-Student Form (SMAS-SF) (escala de medición de la adicción a las redes sociales en los estudiantes) en un contexto mejicano. b) Analizar el grado de adicción que tienen los jóvenes mejicanos hacia las RR.SS. c) Analizar si el género del estudiante está relacionado con la adicción a las RR.SS.
2.2 Muestra
El estudio es exploratorio, y estuvo conformado por 17 600 estudiantes matriculados en el sistema de educación secundaria pública (Secretaría de Educación Pública de México) y un bachillerato de la Ciudad de México. El estudio se realizó de forma presencial; 5451estudiantes fueron hombres y 12 149 mujeres. La mayoría de estudiantes eran menores de 20 años (f = 41011, 23,3 %) y entre 20 y 25 años (f = 2710, 15,40 %). En cuanto a la frecuencia con la que utilizaban las RR.SS, la gran mayoría (f=8241, 46,82 %) indicaron que las utilizaban varias veces al día, seguido de quienes las utilizaban al menos una vez al día (f=4132, 23,48 %), dos o tres veces por semana (f = 1847, 10,49 %), varias veces por semana (f = 1847, 10,49 %), y menos de una vez por semana (f = 138, 7,84 %). Los datos muestran el siguiente número de horas utilizadas en las RR. SS por semana, el porcentaje más alto se encontró entre 1-5 horas (32,05 %), seguidos de quienes las usaron entre 5-10 horas (22,64 %), Menos de 1 hora (15,61 %) y entre 15-20 horas (7,27 %). Ningún estudiante indicó que las utilizara más de 25 horas.
La muestra es de tipo no probabilística, también llamada de conveniencia o causal [51], la cual está determinada por la facilidad de acceso que tiene el investigador a los sujetos que componen la muestra.
2.3 Instrumentos
El instrumento utilizado es una adaptación al contexto de los adolescentes mejicanos, a partir del elaborado por Sahin (2018) denominado Social Media Addiction Scale-Student Form (SMAS-SF) (escala de medición de la adicción a las redes sociales en los estudiantes), escala que implementa una construcción tipo Likert y 5 opciones de respuesta. El procedimiento utilizado se puede observar en el trabajo de Valencia y Cabero (2019).
Nótese únicamente que el índice de consistencia interna obtenido para la escala global fue de .926, y para los factores de .836 (Satisfacción por estar conectado a las RR. SS) .827 (Problemas), .826 (Obsesión por estar informado), y .797 (Necesidad de estar conectado).
La fiabilidad según diferentes autores (Nunally y Bernstein, 1994; Mateo, 2012), puede considerarse alta o muy alta.
La aplicación de la escala se realizó en línea.
3. Resultados
Los primeros datos presentados serán las medias y desviaciones estándar obtenidas para cada uno de los factores, y para los diferentes ítems que los componen (tabla 1).
Los datos muestran que los adolescentes encuestados no consideran negativos los diferentes temas relacionados con las RR. SS, ya que solo en dos ítems (26. Uso las redes sociales para mantenerme informado sobre lo que comparten los grupos y 27. Paso más tiempo en las redes sociales para ver algunos anuncios especiales (por ejemplo, cumpleaños.) la puntuación media es de 3. Al mismo tiempo, los resultados muestran que, en la mayoría de los ítems, la puntuación media está por debajo del valor de 2,5: 5. Mi vida sin redes sociales no tiene sentido. (2,12), 7. Prefiero las amistades en las redes sociales que en la vida real. (1,96), 9. Soy como quiero parecer en las redes sociales, 13. Prefiero la comunicación virtual que salir. (2,28), 14. Las actividades en las redes sociales se apoderan de mi vida cotidiana. (2,45), 15. Olvido mis deberes porque paso mucho tiempo en las redes sociales. (2,20), 16. Me siento mal si me veo obligado a disminuir el tiempo que paso en las sociales. (2,21), 17. Me siento infeliz cuando no estoy conectado en las redes sociales. (2,31), 19. Uso las redes sociales con tanta frecuencia que discuto con mi familia. (1,85), 21. Ni siquiera me doy cuenta de que tengo hambre y sed cuando estoy en las redes sociales. (1,91), 22. Noto que mi productividad ha disminuido debido a las redes sociales. (2,41), y 23. Tengo problemas físicos por el uso de las redes sociales. (2,00).
Sin embargo, debido a las bajas desviaciones típicas obtenidas se puede decir que ha habido cierta homogeneidad en las respuestas ofrecidas por parte de los encuestados.
Un dato que también refuerza lo discutido en este estudio es que la media y desviación estándar obtenida en el instrumento fue de 2,50 y 0,63, respectivamente. Estos resultados indican una percepción de no adicción a las RR. SS por parte de los encuestados.
En cuanto a las medias y desviaciones típicas alcanzadas en cada uno de los factores, en la tabla 2 se presentan los ítems que constituyeron cada uno en el estudio previo realizado y las medias y desviaciones típicas alcanzadas.
Esto también se confirma al observar las puntuaciones medias de los factores que no denotan una percepción a la adicción a las RR.SS. Esto se debe a que no presentan un alto nivel de adicción por estar conectados y estar informados a través de las RR.SS, ni consideran que su uso les haya conducido a situaciones problemáticas como evitar a familiares o amigos, o afectar su desempeño, o desarrollar un problema físico.
En cuanto a las respuestas diferenciadas por género, la tabla 2 muestra las medias y desviaciones estándar alcanzadas en cada uno de los factores y en el instrumento.
Como apuntan los datos, las diferencias no son muy significativas, pero para contrastar se formularon las hipótesis que se presentan a continuación.
Hipótesis nula (H0): no existen diferencias significativas entre los jóvenes según género en las respuestas ofrecidas a la adaptación del cuestionario Social Media Addiction Scale-Student Form (SMAS-SF) (2018) (escala de medición de la adicción a las redes sociales en los estudiantes), con un riesgo alfa de error de 0,05
Hipótesis alternativa (H1): sí existen diferencias significativas entre los jóvenes según el género en las respuestas ofrecidas a la adaptación del cuestionario Social Media Addiction Scale-Student Form (SMAS-SF) (2018) (escala de medición de la adicción a las redes sociales en los estudiantes), con un riesgo alfa de error de 0,05
Para ello se aplicará la prueba de la t de Student para las muestras independientes, aunque se debe señalar que inicialmente se usó la prueba de Levene (Mateo, 2012) para analizar la igualdad de las varianzas. En la tabla 3 se presentan los valores t alcanzados para cada ítem, para cada factor y la naturaleza global del instrumento, y su significancia para 603 grados de libertad.
Con base en los datos, las diferentes H0 no deben rechazarse, por lo tanto, se puede indicar que no existen diferencias significativas entre los jóvenes según el género en las respuestas ofrecidas a la adaptación del cuestionario Social Media Addiction Scale-Student Form (SMAS-SF) (escala de medición de la adicción a las redes sociales en los estudiantes), con un nivel de significancia de p≤0.05. El rechazo se presentó solo en uno de los ítems (normalmente prefiero comunicarme con la gente a través de las redes sociales), y en este caso las diferencias favorecen a los hombres.
4. Discusión y conclusiones
El presente estudio que buscó determinar si los jóvenes mejicanos pueden ser considerados adictos a las RR.SS arroja datos que indican que los estudiantes no se perciben como adictos a las RR. SS, lo que coincide con otros autores y contextos (Marín et al., 2015; Levene, 1960). Los datos también están relacionados con Kuss et al. (2014), Carbonell (2014), Carbonell y Oberts (2015) y Pontes et al. (2015), quienes señalan conductas mantenidas por los jóvenes y adolescentes en las RR. SS que no pueden ser consideradas como adicción, sino más bien como un exceso y abuso de uso, algo que nuestros datos no confirman, ya que los rasgos de la adicción no se encuentran como se indica en la literatura científica (Urresti et al., 2015), lo que explica la puntuación de 2,32 obtenida en la satisfacción por estar conectada a las redes.
Los resultados indican que las consecuencias negativas como el olvido de realizar deberes académicas y problemas con el rendimiento no se han confirmado en el estudio (15. Olvido hacer mi tarea porque paso mucho tiempo en las redes sociales-2.20 y 22. Noto que mi productividad ha disminuido debido a las redes sociales-2,41), lo que concuerdan con los datos obtenidos por Tuñez y Sixto (2012) y Marín et al. (Sabariego, 2012). Tampoco se han reportado hallazgos de que su uso afecte al entorno familiar o social (11. Aunque mi familia lo ve con malos ojos, no puedo dejar de usar las redes sociales.-2,62 y 19. Uso las redes sociales con tanta frecuencia que discuto con mi familia.-1,85, hallazgo que coincide con lo comentado por Caldevilla (2010).
A diferencia del autor de la prueba que hemos adaptado (2018), no hemos encontrado la necesidad que tienen las personas adictas a las RR.SS de recibir notificaciones constantemente. Como se puede observar, la puntuación media en el factor Obsesión por estar informado fue de 2,89, lo que no sugiere una obsesión en los encuestados de recibir información constantemente.
En cuanto a las hipótesis de si existen diferencias significativas de género en la percepción de los estudiantes en relación con su adicción a las RR.SS, no se han obtenido tales diferencias ni en los distintos ítems del cuestionario ni en los cuatro factores identificados. En este sentido, nuestros hallazgos coinciden con los resultados de otros autores (Basteiro et al., 2013; Fernández-Villa, 2015; Ruiz, 2016).
Los hallazgos deben tomar en cuenta las limitaciones del estudio, en especial las características de la muestra y el hecho de trabajar con estudiantes que no tienen la autopercepción de ser adictos a las RR.SS.
Por lo tanto, se proponen futuras líneas de investigación: replicar el estudio con diferentes criterios muestrales y de contexto; comparar hallazgos con los obtenidos en otras escalas de adicción; comparar las percepciones mostradas por los alumnos sobre la adicción las RR. SS, con la percepción de los docentes y los padres; analizar las posibilidades de determinar la adicción a las RR. SS por medio de otros instrumentos como la entrevista en profundidad.