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Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas

versión On-line ISSN 1390-8634versión impresa ISSN 1390-3837

Universitas  no.40 Cuenca mar./ago. 2024

https://doi.org/10.17163/uni.n40.2024.05 

Articles

Los límites de la narrativa gráfica de la migración ante el discurso público mediático y el enfoque de derechos humanos

The limits of the graphic narrative of migration in the public media discourse and the human rights approach

1 Universidad de Tarapaca, Chile. jcarmonaj@academicos.uta.cl


Resumen

La intensificación de la violencia y la violación a los derechos humanos en las crisis migratorias es en la actualidad una temática central en la experimentación de las narrativas gráficas, las que han originado el género híbrido y crítico representado por la crónica gráfica y la novela gráfica de migración. Se analiza el tratamiento verbo-visual en la serie de doce crónicas gráficas de migración “Mi vida como inmigrante en Chile” (2018) de la Revista Sábado, inserta en el periódico El Mercurio, agente del discurso público que ha consolidado estereotipos y prejuicios sobre la población migrante. A través de análisis de contenido cualitativo de la articulación imagen-texto se examinan las estrategias verbo-visuales de la crónica gráfica de tono periodístico y literario. Los elementos que confieren autenticidad, fiabilidad y veracidad a la crónica se establecieron de acuerdo con el del testimonio, retratos de los protagonistas y datos de contexto. Asimismo, se determinaron los elementos literarios como la puesta en escena de la vulnerabilidad, realce de la trama cultural, de las voces narrativas múltiples y la recreación de la resistencia resiliente, que en conjunto aluden a la perspectiva de derechos humanos. La crónica gráfica intensifica el uso de la voz testimonial y omite la del autor (testigo), pero este último aparece en la articulación verbo-visual en sesgos e introducción de la ambigüedad de las experiencias de la migración, y en la relación con el “lejano próximo”. La crónica gráfica de migración puede ser modulada significativamente por el discurso público mediatizado debilitando su lectura crítica de la realidad.

Palabras clave: Movilidad humana; crónica gráfica de migración; estrategias verbo-visuales; discurso público de migración; derechos humanos; intermedialidad; memorialización; Chile

Abstract

The intensification of violence and the violation of human rights in migratory crises is currently a central theme in the experimentation of graphic narratives, which have given rise to the hybrid and critical genre represented by the graphic chronicle and the graphic novel of migration. The verbo-visual treatment is analyzed in the series of twelve graphic chronicles of migration “My life as an immigrant in Chile” (2018) of Sábado Magazine, in the newspaper El Mercurio, an agent of public discourse that has consolidated stereotypes and prejudices about the migrant population. Through qualitative content analysis of the image-text articulation, the verb-visual strategies of the graphic chronicle of journalistic and literary tone are examined. The elements that confer authenticity, reliability and veracity to the chronicle were established according to the use of testimony, portraits of the protagonists and contextual data. Likewise, literary elements were determined such as the staging of vulnerability, enhancement of the cultural fabric, multiple narrative voices and the recreation of resilient resistance, which together allude to the human rights perspective. The graphic chronicle intensifies the use of the testimonial voice and omits the author (witness), but the latter appears in the verb-visual articulation in biases and introduction of the ambiguity of migration experiences, and in the relationship with the “distant near”. The graphic chronicle of migration can be significantly modulated by the mediatized public discourse, weakening its critical reading of reality.

Keywords: Human mobility; graphic chronicle of migration; verbo-visual strategies; public discourse of migration; human rights; intermediality; memorialization; Chile

Introducción

El fenómeno migratorio es una de las temáticas consideradas en la exploración de nuevas narrativas contemporáneas inmersas en la búsqueda por dotar de sentido los relatos de movilidad humana que mediatizados han sido enmarcados de modos que debilitan su espesor histórico, político y ético, tanto en la construcción del problema y su caracterización, como en la propuesta de soluciones (Bettaglio, 2021).

Tal situación ocurre también con otros fenómenos sociales que protagonizan poblaciones marginalizadas, hechos que han hallado su lugar de enunciación en la crónica periodística, ensayos y tanteos que se remontan a la década de 1960 con el Nuevo Periodismo anglosajón y la crónica latinoamericana (Sierra y López, 2017). Desde entonces se concibe a la crónica como la fórmula que se abre a nuevos modos de escucha y formas expresivas que violentan el orden clasificatorio moderno que estableció la frontera de los discursos, entre el periodismo y la literatura, la ficción y la realidad, el sujeto autor/autorizado y el sujeto representado, la cultura oral y la escrita, la imagen y la palabra, lo oral y lo escrito. La crónica tolera los tránsitos y desplazamientos para cumplir con la función de visibilización de fenómenos sociales desde una perspectiva diferenciada a la corriente principal de los medios de comunicación globales. Rosana Reguillo (2000) advirtió hace más de veinte años que el gran desafío del futuro estaría en “el discurso transversal”, entendido como el que atraviesa todas las demás formas de discurso, en tanto se constituye en el “centro” del espacio público.

La experiencia mexicana de tránsito hacia EE.UU. es el caso paradigmático para examinar la narrativa sobre la migración en Latinoamérica. Se trata de un país de larga tradición como “expulsor” de migrantes, y la movilidad humana es parte de la agenda pública y la privada. De esta condición surge una variada y rica producción narrativa creada por mexicanos, y que alcanza su cúspide en la segunda mitad del siglo XX (Reyes, 2019). La experiencia mexicana migratoria y su representación (periodística y literaria) ha revelado que existe una correlación entre la historia de la migración mexicana hacia EE.UU. con el desarrollo de la crónica de migración, caracterizada por enfocarse en experiencias individuales de personas marginalizadas, historias no disponibles para el público lector (Brown, 2012). Es así que las variaciones que ha experimentado la documentación y narración del fenómeno migratorio obedecen a los eventos particulares que afectan al hecho social en sí mismo, entre ellos los cambios de las medidas de seguridad y control, la intensificación de nuevas/viejas rutas y de puntos de cruce de las fronteras, la incorporación de nuevas poblaciones a los flujos de movilidad provenientes de otros lugares como consecuencia de la guerra, crisis económicas, etc. Al seguir este planteamiento, es preciso señalar que en el ámbito europeo las narrativas gráficas se incrementaron con el aumento de los flujos migratorios desde 2015 como instrumentos de movilización social para concitar empatía e incentivar el compromiso con las biografías marginadas (Boum, 2021) y contrarrestar las incongruencias de la visión eurocéntrica del periodismo transnacional sobre la migración (Sperb y Boff, 2021). Como preámbulo, el impacto social de la crisis económica española de 2008 había motivado variados ensayos de narrativas gráficas que permitieron acuñar la noción de “comic social”.

Es así que la crónica de migración se opone al discurso público (de los medios de comunicación y otras formas públicas) que centra “el problema de la migración” en la frontera y los indocumentados como una experiencia colectiva anónima y negativa, que omite los procesos socio-económicos impulsores de las experiencias individuales de migración, y relega también los procesos que se desprenden de ésta, entre otros aspectos que se vuelven irreconocibles en los relatos dominantes de los medios de comunicación y otras formas de discurso público.

Como consecuencia de la intensificación de la violencia y la violación a los derechos humanos en los procesos migratorios, en la actualidad ésta se constituye en una temática foco de atención en la experimentación de las narrativas gráficas, las que han originado el género híbrido representado por la crónica gráfica y la novela gráfica de migración. Visto así, la narrativa gráfica sobre la migración constituye el cruce de una doble frontera pues desde el tránsito entre disciplinas aborda la movilidad humana.

A diferencia de la novela gráfica la que desde la década de 1980 ha sido objeto de estudio en su vertiente artística-comunicacional (Dapena, 2015) y en sus usos educativos para el fomento lector (Alarcón y Paladines, 2023) y como campo literario que ha motivado la aparición de editoriales especializadas, de un mercado lector (Conde Aldana, 2019; Gómez, 2020; Baya y Ruiz 2021) que ha incentivado el desarrollo de la crítica literaria en la materia. La crónica gráfica no ha recibido la misma atención. Los estudios sobre la narrativa gráfica de ficción en Chile, los que abarcan tanto al comic como a la novela gráfica cobraron impulso en la década de 2000, centrados en la relación entre novela gráfica, memoria histórica y ficcionalidad que cuestiona el relato histórico dominante sobre la Guerra del Pacífico y la Dictadura, y la visibilidad en el comic de actores sociales excluidos y sus problemáticas (Hinojosa, 2018). Se puede considerar que en Chile la crónica gráfica ha tenido un proceso menos dinámico en producción y en su estudio, contrastando con la situación de la novela gráfica.

Sin embargo, organizaciones sociales diversas han adoptado la crónica gráfica en sus campañas de sensibilización sobre distintas temáticas de actualidad y como forma de participación en el debate público pese a la dificultad de lograr amplia circulación por hallarse fuera del circuito comercial. “Mi vida como inmigrante en Chile” (2018) es una de las pocas crónicas gráficas desarrollada por la prensa chilena, bajo uno de los dos consorcios periodísticos que controla el sector (El Mercurio), característica que realza su condición particular y justifica su estudio. Las condiciones de producción y circulación de estas crónicas las sitúa en una “zona de conflicto” entre la vocación de interpretación crítica de la realidad inherente al género, y el marco institucional dado por el discurso público sobre el fenómeno migratorio que sostiene el consorcio periodístico y que ha sido cuestionado por los estudios mediales en Chile.

Las preguntas que surgen son las siguientes: ¿cuáles son las implicaciones narrativas provenientes de la combinación de recursos periodísticos y recursos literarios en el “periodismo comic” para relatar la migración en Chile? ¿Qué sucede con los procesos de memorialización o producción de memoria sobre el fenómeno de movilidad humana que desarrolla la crónica gráfica bajo una línea editorial caracterizada por la construcción de estereotipos y prejuicios sobre la población migrante? ¿Cómo se oponen y armonizan los recursos verbo-visuales en la narrativa gráfica que aluden al discurso público sobre la migración en Chile y a la perspectiva de derechos humanos como polos opuestos?

El objetivo de este artículo es analizar el tratamiento verbo-visual de la migración en las crónicas gráficas “Mi vida como inmigrante en Chile”, realizado por El Mercurio, medio caracterizado por instalar discursos de segregación sobre la población migrante y consolidar estereotipos y prejuicios que impiden el reconocimiento del otro desde la diferencia y el desarrollo de la comunicación intercultural (Browne y Castillo, 20103). Este caso revela las tensiones internas de la crónica gráfica cuando es una práctica significante modulada por el discurso dominante al que se acopla, pero a la vez cuestiona.

Producción y memoria de las narrativas gráficas de migración

Herederas de la crónica de migración que toma por objeto de la narración el sufrimiento invisibilizado de la movilidad humana, la novela gráfica y la crónica gráfica coinciden en ser consideradas “literatura multimodal” (Kuechenmeister, 2009) como arte secuencial verbo-visual que enlaza cuadros o viñetas yuxtapuestos (Parodi y Julio, 2017).

Las crónicas gráficas y novelas gráficas de migración pueden ser vistas como las maneras de expresión de la crítica sobre las teorías del sujeto liberal y del Estado liberal democrático que subyacen al sistema internacional de derechos humanos moderno (McClennen y Slaughter, 2009), y que desde la preocupación por la exacerbación de las retóricas anti-inmigrantes y la proliferación de las denuncias de injusticia, brutalidad, crueldad hacia las personas migrantes y la violación de sus derechos, han incursionado en la exploración de narrativas que intentan oponerse al discurso público polarizado. Es así que emerge una producción narrativa híbrida sobre la migración, basada en el lenguaje multimodal que enlaza imagen y texto, y de carácter interdisciplinario que une y superpone relatos históricos, imágenes, diversas técnicas pictóricas (pintura, dibujo, grabado, arte digital), extendiéndose hacia el campo de la intermedialidad, en el que se transita entre obras y quehaceres artísticos.

Junto con esta producción híbrida surge en paralelo la crítica literaria del mismo tenor (Dawes, 2016), la que destaca la violencia como la bisagra que enlaza vida y narrativa y expone no solo las profundas estructuras de violación de derechos sino también la representación de tales estructuras, pues se trata de contextos en los que las víctimas no son capaces de producir sus narrativas, formular críticas, compartir sus vidas precarias y sus muertes no son lamentables (Butler, 2012).

En particular, la crónica gráfica se sitúa en la frontera de los géneros informativos emergentes y la literatura, en tanto el tono periodístico lo mantiene el testimonio, y el tono literario las observaciones del autor y sus opiniones personales que advierten de los factores económicos y sociales de la tragedia, como los desafíos físicos del migrante en su desplazamiento. El texto y el dibujo se articulan en la crónica gráfica y dejan de ser cuerpos independientes, y ponen en juego un repertorio de recursos de autenticidad y fiabilidad para asegurar el distanciamiento con la ficción y la identidad de la novela (Weber y Rall, 2017). La novela gráfica por su parte emplea a menudo el lenguaje cinematográfico para producir la narrativa visual, y crea un aparato simbólico basado en el encadenamiento de significados, como la maleta-memoria (Durante, 2016) o el muro-cicatriz (Castilleja, 2023). No obstante, ambos géneros narrativos coinciden en múltiples recursos para documentar lo invisible y memorializar historias cercenadas y voces extraviadas que tensionan la triangulación entre el discurso público oficial, la palabra y expresiones de los migrantes, y la vivencia sustituta o vicaria que experimenta la lectora, el lector contemporáneo o de las generaciones siguientes (Castilleja, 2023). Finalmente, se trata de un proceso mediado de producción de memorias que a su vez se alimenta de memorias.

Materiales y método

El libro de crónicas gráficas “Mi vida como inmigrante en Chile” está formado por 12 crónicas de cuatro páginas de viñetas, publicadas por el periódico El Mercurio de Santiago a través de su Revista Sábado. Las crónicas aparecieron quincenalmente desde noviembre de 2017 y a lo largo del 2018. En paralelo, se difundieron fragmentos de las crónicas por la cuenta de Twitter de la Revista Sábado y a fines del 2018 se compilaron en el formato libro para conmemorar los veinte años de la Revista. Se observa la estrategia de combinación de medios en el que cada uno aporta con su propia materialidad y dan lugar a un nuevo producto resultado de una integración de los distintos medios de la empresa periodística.

Cabe señalar que El Mercurio es el diario más antiguo de Chile y el de mayor circulación a nivel nacional, con una línea editorial conservadora como propiedad de la élite económica y política del país. La empresa El Mercurio presenta a la Revista Sábado como “la más leída de Chile”, y la define como “revista de actualidad enfocada a quienes les gusta informarse de manera entretenida sobre Chile y el mundo. Su principal contenido se enfoca a temas sociales y políticos de contingencia, pero también contiene secciones más lúdicas relacionadas al humor, moda, gastronomía y cultura”. El tratamiento de la actualidad está enmarcado por esta declaración de su identidad que conduce el quehacer del equipo del proyecto de crónicas gráficas sobre migrantes en Chile. Los periodistas del diario El Mercurio realizaron las investigaciones y guiones, mientras que el premiado dibujante chileno Francisco Javier Olea -ganador del premio Altazor en 2012 para las Artes Nacionales- elaboró el discurso verbo-visual de estas crónicas gráficas. Olea dibuja para El Mercurio desde 1999, y tiene una extensa obra publicada que abarca retratos de personajes públicos, comics de humor gráfico, literatura infantil y novela gráfica, así como trabajos para empresas.

“Mi vida como inmigrante en Chile” plantea interrogantes sobre la relación de la narrativa gráfica con la memorialización de la migración cuando esta narrativa responde a las lógicas mediáticas, es decir, la influencia de los medios de comunicación en el modo en que se organiza el material, el estilo en que se presenta, la focalización o énfasis sobre características particulares de conducta y la gramática de la comunicación mediática (Altheide, 2004). Finalmente, estas lógicas que impregnan las narrativas corresponden a procedimientos convencionalizados que caracterizan a los medios de comunicación, como los criterios de noticiabilidad (Thornton et al., 2012).

El presente estudio tuvo por objetivos específicos diferenciar en las crónicas gráficas los elementos o recursos del tratamiento periodístico y la relación que establecen con el discurso público sobre la migración en Chile. Asimismo, se identificaron los elementos característicos de la novela gráfica que se articulan con los rasgos de la crónica gráfica con el propósito de visibilizar aquello invisible en la experiencia migrante.

La metodología del estudio consistió en la aplicación de análisis de contenido cualitativo sobre las estrategias verbo-visuales de la crónica gráfica de tono periodístico y literario. Es así que se elaboró matriz de análisis para aplicar a cada crónica, formada por las categorías que confieren autenticidad, fiabilidad y veracidad a la crónica y que provienen de la concepción de la narrativa periodística: presencia de la voz del autor/periodista, parecido físico de los retratos con los protagonistas, recursos estilísticos, pruebas documentales y metarrelato (Weber y Rall 2017). Para establecer los elementos literarios de la novela gráfica activos en la crónica gráfica se aplica matriz que releva la perspectiva de derechos humanos, formada por las categorías puesta en escena de la vulnerabilidad, realce de la trama cultural, del testimonio y la recreación de la resistencia resilente (Mickwitz, 2020).

A continuación, se expone el tratamiento de la prensa chilena sobre la cuestión migrante entre 1990 y 2020, lo que constituye la matriz del discurso público sobre el que la crónica gráfica “Mi vida como inmigrante en Chile” se erigiría como contrapunto o discurso crítico. Seguido se sistematizan los resultados que emergieron de la aplicación de las matrices de análisis que exponen los matices del discurso público en las crónicas gráficas y la perspectiva de derechos humanos.

Resultados

El discurso público sobre migración en Chile y la opción crítica de la crónica gráfica

Las crónicas gráficas de la Revista Sábado se publicaron en el contexto en que la cuestión migratoria ocupó un lugar preponderante en la agenda pública (a fines de 2017), cruzada por el ambiente electoral del término de la administración de Michelle Bachelet y la ascensión de Sebastián Piñera en la presidencia del país, lo que significó un desplazamiento en la conducción de Chile desde la centro-izquierda a la centro-derecha y cambios en el trato del fenómeno migratorio. La promulgación de una “Nueva Ley de Migraciones” fue parte del discurso electoral de Piñera argumentando la necesidad de un “nuevo trato” hacia la población migrante, y ya electo en marzo de 2018 impulsó la modificación de la norma vigente aumentando los requisitos para el visado. Asimismo, en 2017, los venezolanos se convirtieron en la población extranjera más grande del país, por sobre los peruanos que desde 1990 fueron mayoría (Stefoni y Brito, 2019).

Entre las tendencias del tratamiento de la migración por la prensa chilena entre 2017 y 2018 no se observa asociación significativa entre inmigrantes y delincuencia, violencia, ilegalidad, como se venía observando en la década de 1990 en que la prensa ofrecía abiertamente representaciones antiinmigrantes (Doña, 2022). Sin embargo, en la década de los 2000, los estudios sobre medios y migración coinciden en el fortalecimiento de los estereotipos negativos, y la afirmación de la oposición nacional/extranjero, así como la profundización del repertorio que abarca la mirada paternalista pero también la criminalizadora (Browne y Castillo, 2013; Póo, 2009). En la segunda década de los 2000 persiste en los medios la equivalencia entre migración e ilegalidad, pobreza, delincuencia, a lo que se agrega los discursos racistas (Stefoni y Brito, 2019) derivados del intenso flujo migratorio haitiano desde 2010.

En el lapso de 2017 y 2018, cuando se publica “Mi vida como inmigrante en Chile” el sujeto migrante fue definido en la prensa desde el discurso gubernamental y económico, centrados en la regularización de la residencia en el país y en su caracterización como mano de obra en ciertos sectores productivos (Ivanova et al., 2022). Junto con la concepción del sujeto migrante como cuerpo económico y de producción (Green y Zúñiga, 2023) nuevamente aparece el discurso paternalista que explota la épica del extrañamiento en un entorno ajeno y desconocido para destacar la acogida en Chile, procedimiento que no deja espacio para presentar la agencia de la población migrante. De este modo solo se les concibe como receptores de las acciones gubernamentales y se refuerza la idea de su dependencia (Galindo, 2019). Se estableció también la diferenciación nominal que los medios realizan entre los residentes haitianos del resto de las nacionalidades unificadas en la categoría “migrantes”, lo que revela la distinción sobre el “migrante negro” (Tijoux y Palominos, 2015).

La Revista Sábado se posiciona dentro de estas prácticas significantes centradas en el discurso de autoridad de los agentes estatales con respecto a la migración en Chile y se manifiesta portadora de un discurso distinto sin especificar en qué consiste su diferenciación. La Revista Sábado, “la más leída de Chile” (El Mercurio 2018) se define a sí misma como espejo de la sociedad chilena en tanto asegura reflejar los cambios sociales y culturales que ha experimentado el país en los últimos veinte años (El Mercurio 2018, 9), uno de ellos resultado de la creciente ola migratoria que ha cobrado importancia. La Revista Sábado sostiene que sus reportajes periodísticos habrían documentado la vida, problema y odisea de las diversas personas que han arribado a Chile, sin embargo, advierten que todas las historias se resumen en relatos similares de triunfo o derrota (El Mercurio 2018, 9). Es así que concluyen que la opción por la crónica gráfica les permitiría diferenciar las múltiples experiencias de los inmigrantes en Chile. El criterio se reconoce en la selección de historias diversas: tres mujeres (filipina, boliviana e iraquí-palestina), ocho hombres (dos haitianos, un venezolano, dominicano, chileno en Colombia, boliviano, nepalí, ruso) y una familia iraquí. La variedad de las historias alcanzó también otras categorías socio-culturales y situaciones de “éxito y fracaso”, retratando personas que desempeñan diferentes oficios y actividades en las crónicas (temporero, nana, árbitro/relator de fútbol, peluquero, carabinero, minero, futbolista y mecánico), y también desempleadas (como la familia iraquí) y otros que en el relato no se logra determinar si tienen trabajo (árbitro venezolano). Este rasgo central en los relatos, que señala su lugar en el mercado del trabajo, es un continuo del migrante-cuerpo económico y de producción.

La crónica gráfica en la frontera del discurso público: humanización y anonimidad

Cada historia de “Mi vida como inmigrante en Chile” ilustraría situaciones extraordinarias de personas identificables con nombre, apellido y retrato; solo carece de imagen el árbitro venezolano Jorge Castañeda de la historia “La voz caribeña del fútbol”. La identificación de sujetos y sujetas ha sido considerado un recurso de re-humanización de las narrativas culturales anónimas impuestas por las normativas culturales de la globalización que representan la migración como experiencia colectiva, cuantificable y anónima, lo que obstaculiza la empatía y solidaridad.

La persecución homofóbica sobre disidencias sexuales (homosexual ruso) es una de las experiencias particulares de las crónicas gráficas, junto con la de infancias traumatizadas por la guerra y el exilio (niña iraquí-palestina que llega a la adultez en Chile) o por la catástrofe (minero boliviano sobreviviente del caso “33 mineros” sepultados en la mina San José), víctimas de femicidio (mujer boliviana asesinada por su pareja que solo se llama Silvia) y repatriación de cenizas como acto ecuménico (haitiano evangélico muerto transportado por sacerdote católico). La variedad de historias intenta expresar el amplio abanico de experiencias migrantes y cuestionar los estereotipos y representaciones ligadas a la violencia y el delito. “La travesía de Monki” es la única historia que describe el cruce del desierto y el ingreso ilegal a Chile con un coyote, pero concluye con la regularización de su residencia mientras trabaja en una fábrica textil. La figura del migrante indocumentado, unida al retrato negativo que pluraliza la experiencia de movilidad humana situándola además en el registro de la amenaza extranjera, aparece aquí representado de manera positiva y restituido en la historia a gran escala cuando habitualmente suelen estar borrados de toda memoria.

Francisco Olea aclaró en una entrevista (Díaz, 2019) que el orden de las crónicas en el libro fue el mismo de las publicaciones en la Revista Sábado, lo que permite observar la evolución de sus dibujos y su comprensión de la temática migrante. Desde este punto de vista, “Mi vida como inmigrante en Chile” expone el ejercicio de búsqueda gráfica de Olea para narrar la migración, y muestra cómo transita desde relatos de sujetos desamparados que sufren el desarraigo y el extrañamiento cultural invocando el discurso paternalista compasivo, hasta finalmente narraciones que privilegian el discurso público de dependencia. Sin embargo, se mantiene apegado a ciertas pautas de las crónicas gráficas. Migrantes hombres y mujeres quedan sujetos al patrón narrativo del héroe/heroína que enfrenta desafíos, algunos superados y otros irremontables que quedan como un revés absoluto, en ocasiones mortal (la enfermedad, la muerte por violencia machista, el trauma del sobreviviente, la discriminación y violencia homofóbica, racismo). Cabe mencionar que en “La voz caribeña del fútbol” se ofrece un listado de formas verbales de agresión xenófoba y racista, a propósito del desempeño de las funciones de árbitro del venezolano Jorge Castañeda, quien las enumera como reto inherente a su oficio.

Olea también infringe otras convenciones de la crónica gráfica. Pese a los distintos énfasis en los desenlaces de las historias y sus hitos, Olea mantiene en todas las crónicas los colores azul grisáceo y negro que determinan una atmósfera psicológica sombría, de manera permanente y transversal a todas las historias sin marcar ritmos narrativos.

En suma, las crónicas gráficas oscilan entre el discurso de la diferencia y el de autoridad. En la mayoría de las historias el rol del gobierno queda reducido hasta desvanecerse ante la trama cultural en la que se desenvuelven las vidas. Las excepciones son la última crónica de la serie, “La guerra y la paz de Nadda Hamlawi” en la que aparece incluso la figura de Michelle Bachelet dando la bienvenida a Chile a la familia iraquí que salió de un campo de refugiados mientras señala “yo también fui refugiada” (figura 1).

Figura 1: Inicio crónica “La guerra y la paz de Nadda Hamlawi” 

La historia “El carabinero haitiano” presenta a un policía de Haití que obtiene una beca para estudiar en Carabineros de Chile por cuatro años y también ilustra las acciones gubernamentales de acogida a migrantes. La historia de Nadda Hamlawi refuerza la idea de dependencia de los migrantes de las acciones del gobierno presente en el discurso público.

Estrategias literarias de visibilización en la crónica gráfica: voces, lugares y retratos

Entre los elementos consignados para la novela gráfica apropiados por la crónica gráfica, el uso del testimonio es central para cumplir con el desafío de personalizar a los protagonistas y restituir su voz en la narración de su propia experiencia. La crónica gráfica presume de restituir la voz de los excluidos. No obstante, se trata de un testimonio mediado (Acedo, 2017). La brecha lingüística que exige un traductor (en el caso nepalí y la familia iraquí) es una modalidad, pero también se considera en la doble administración del testimonio que realiza el autor o autora del guion, y luego el del dibujante al elaborar la crónica gráfica.

La voz testimonial del migrante coexiste además con la voz testigo del periodista/autor, quien describe a los protagonistas y sus entornos, comparte sus pensamientos sobre la experiencia de ser refugiado y entrega información para contextualizar las microhistorias dentro de estructuras históricas, políticas, económicas. Esta característica particular de la novela gráfica ha sido apropiada dentro de las estrategias de plurivocalidad de la crónica gráfica.

En “Mi vida como inmigrante en Chile” no hay indicios de la presencia de los autores, los que suelen aparecer aportando con el contexto histórico, socio-político y económico que sitúa las experiencias de movilidad, confiriendo a la narrativa parte de la autenticidad del tono periodístico. Tampoco hay elementos para determinar el parecido físico entre los retratos dibujados y los protagonistas de las historias, pero no habría por qué suponer que hay diferencias (exceptuando el caso del árbitro venezolano en “La voz caribeña del fútbol” ya señalado).

En la mayoría de las crónicas hay elementos visuales que permiten las asociaciones de los personajes a locaciones geográficas reconocibles (vista de Katmandú, Riad, campo del ingenio azucarero San Carlos, el desierto altiplánico, Terminal de buses San Borja, Iquique, la mina San José, Bagdad, campo de refugiados en la frontera de Iraq y Siria). Sin embargo, llama la atención que en las dos historias sobre haitianos no hay mención a lugares identificables al igual que en la historia de Silvia, la mujer boliviana muerta en Melipilla por su pareja que dejó dos hijos huérfanos en Chile. En la crónica “Las pesadillas de Mamani”, minero boliviano sobreviviente del colapso de la mina San José, se indica que es nacido en La Paz, pero no hay alusiones visuales a su vida en Bolivia y solo se presenta la imagen de Evo Morales como parte de sus ensoñaciones traumáticas. Se observa un sesgo por los lugares exóticos y los espacios de referencia local/nacional. Haití y Bolivia son dos referencias brumosas, fantasmales, en las que trabaja la sinécdoque y completar mentalmente lo que está incompleto.

La figura de un hombre afrodescendiente portando una mochila, presumiblemente haitiano, ilustra la portada del libro y no corresponde de manera nítida a ninguna historia de las crónicas. Su rostro no es reconocible en ninguna crónica. Por la mochila se le podría conectar con la “Las cenizas de Esaü”, única historia en la que el protagonista usa mochila. La ambigüedad de la portada puede ser entendida como sinécdoque u operación metonímica sobre la población migrante (figura 2).

Los elementos señalados operan en simultáneo como recurso estilístico verbo-visual y prueba documental que aporta con verosimilitud, y que se encuentra disminuida en su autenticidad en la crónica gráfica. Del mismo modo, no hay mecanismos que señalen el nivel de metarrelato del comic.

Por último, es preciso mencionar que la estructura de las narrativas de migración se divide comúnmente en las tres principales etapas del desplazamiento: el origen, el viaje y el destino. A lo largo de “Mi vida como inmigrante en Chile”, la mayoría de las historias presenta esta estructura mientras solo dos omite el origen y el viaje centrándose únicamente en el destino (“Gotas de sangre en Melipilla”, “Las cenizas de Esaü”). Este hiato nuevamente sugiere la presencia de un sesgo para estas dos experiencias, una de género y la otra racializada (“migración negra”).

Cabe preguntarse por aquella dimensión invisible/visible que la crónica gráfica intenta documentar y que la diferencia del reportaje periodístico de migración convencional.

Figura 2 Portada “Mi vida como inmigrante en Chile” 

El enfoque de derechos humanos en la crónica gráfica

Uno de los recursos característicos de la novela gráfica de migración que aborda el fenómeno desde la perspectiva de derechos humanos es la puesta en escena de la vulnerabilidad de las personas migrantes. En “Mi vida como inmigrante en Chile” los relatos de “derrotas” presentan la fragilidad de sus protagonistas, alcanzando la cúspide con “Las cenizas de Esaü”, centrada en la voluntad del cura por repatriar los restos del joven haitiano muerto en un cuadro bronquial, y “Gotas de sangre en Melipilla” que relata la valentía de Silvia para enfrentar a su pareja maltratadora que le da muerte, pero la historia gira su atención hacia la figura de la vecina del primer piso que fue testigo por largo tiempo de esta “muerte anunciada” y es recriminada por la comunidad por no denunciar el hecho.

El silencio es un elemento reiterado en la narrativa sobre migraciones, asociado a la persona migrante que calla frente a la agresión (“La voz caribeña del fútbol”), que no habla para evitar ser reconocido como extranjero, que no se comunica porque desconoce el idioma (“Un nepalí perdido en Paine”), que hace uso de su “derecho a permanecer callado” frente a la policía. El silencio siempre cuenta algo, y se puede canalizar en positivo o negativo en las narrativas sobre migración, de manera que también señala una resistencia resiliente. “La guerra y la paz de Nadda Hamlawi” retrata a una niña iraquí-palestina refugiada en Chile que vivió el trauma del exilio y en su adolescencia y juventud ha sido intérprete voluntaria de las familias iraquíes que llegaron a Villa Alemana mientras trabaja preparando pasteles y dulces árabes. La historia de Nadda Hamlawi fue premiada en 2018 por la Alianza Comunicación y Pobreza que busca formas innovadoras de contar historias de superación y vulnerabilidad.

“La travesía de una nana filipina” es menos un relato de resiliencia que de adaptabilidad y acomodo de una mujer que transita entre oficios y geografías. La vida de Elen Embold transcurre entre Manila-Arabia Saudí-Santiago, y de ser peluquera pasa al servicio doméstico, se casa con un coreano, y finalmente se vuelve empresaria con una compañía de colocación de migrantes filipinas. En esta narrativa predomina la trama cultural del mundo islámico radical sobre las mujeres desde la perspectiva de la migrante filipina sujeta a la red de cuidados familiares que se contrata en Arabia Saudí, y que ya en Chile no logra aceptar la mirada liberal de occidente sobre el cuerpo de la mujer, entre otros aspectos de la cotidianidad en confrontación.

Los modos de testimoniar que dejan margen para las reflexiones personales y los pensamientos íntimos de las personas migrantes es el recurso usado en “Los años verracos del profesor Rueda”, en el que un exfutbolista chileno recuerda la época en que jugó en un club local en Colombia bajo la dirección del entrenador Reinado Rueda en el contexto de penetración de la cultura narco en la actividad futbolística. La memoria de cada narrador ofrece un punto de vista, un estilo particular para recoger la experiencia de otro y esto equivale a una identidad borrada de la historia que se salva, que se vuelve memoria y además se memorializa mediáticamente.

Conclusiones y discusión

“Mi vida como inmigrante en Chile” se mueve entre los pliegues del discurso autorizado y el discurso de la diferencia sobre el fenómeno de movilidad humana, recogiendo el contenido mediático migratorio y profundizando menos las posibilidades expresivas de las características híbridas y compuestas de las narrativas gráficas. La doble administración del testimonio es un atributo de estas narrativas compuestas que desafía el análisis de la crónica producto final, donde se siguen los rastros y huellas de la división de funciones en la producción colectiva de esta, en la que se separan las tareas del dibujante de las del periodista que realizó la investigación y elaboró el guion. Contar con las crónicas periodísticas previas a la versión gráfica permitiría cotejar ambas narrativas y observar los elementos que permanecen y los puntos de fuga o divergencia.

Desde la perspectiva de la memorialización, es la dimensión visible de la movilidad humana que recoge la crónica gráfica la que permanece y se apuntala mediáticamente mientras sigue invisible la parte oculta del fenómeno social de la migración en el que se aprecia cómo se producen las decisiones individuales, cómo y cuáles son los factores subjetivos intervinientes, el impacto de las condiciones estructurales en las decisiones la dirección que adoptan, las diferencias individuales frente a los mismos problemas, y la fuerza que posee en las definición de conductas, imaginarios y mentalidades. Los relatos de las personas migrantes conforman una memoria social y personal contradictoria, que se balancea entre la ayuda, el control, la autosuficiencia y la desconfianza. La memorialización de la migración a través de las narrativas gráficas y sus estrategias verbo-visuales podría introducir la ambigüedad y ambivalencia de las experiencias de la migración, así como la relación con el “lejano próximo”. Sobre este punto cabe volver sobre Manuel Callejo cuando invocaba a Luhman recordando que “lo que sabemos lo sabemos por los medios masivos de comunicación. Lo que recordamos o recordaremos, también. Teniendo esto en cuenta, los medios nos dicen lo que se tiene por futuro y lo que es pasado. El propio periodismo es un marcador de tiempos” (Callejo, 2015).

En las crónicas gráficas de migración de la Revista Sábado no se sugieren elementos fantásticos que fracturen la expectativa de una narración realista, sin embargo, los recursos de autenticidad también se tornan vacilantes en los primeros relatos, alcanzando consistencia en la crónica final (“La guerra y la paz de Nadda Hamlawi”). La ausencia de elementos fantásticos, y también de recursos simbólicos referidos a la experiencia de movilidad humana reduce la posibilidad de identificación del lector y la apropiación del fenómeno migratorio a partir de su propia experiencia. En la novela gráfica de migración este recurso irrumpe con fuerza creando relatos ejemplares como “Emigrantes” del australiano Shaun Tan (2007), donde la alegorización de la migración confiere poder a la historia, basado en la repetición y haciéndose cargo del estereotipo, circulación, ciclicidad y universalización de la experiencia, este conjunto se asume como la expresión del desplazamiento y asimilación migratoria desde el punto de vista de la civilización occidental (Ahumada, 2020). Shaun Tan ha explorado también el cruce interespecie en “Cigarra”, con una alegoría sobre el juego intersubjetivo entre las personas y la vida no-humana en el marco de conciencia sobre el Antropoceno. El enfoque descentrado de Tan pone en el centro de la escena todo aquello olvidado, despojado, maltratado, marginado (Corbetta, 2021).

Del mismo modo, el metarrelato en la crónica gráfica es parte del “área de pruebas” para superponer modos de representación y expresión tanto de las personas migrantes como del autor o autora de la crónica, exhibiendo formas de interactuar con la alteridad que revierten la exclusión (Toffano y Smets, 2023), como se observa en la novela gráfica “La odisea de Hakim” del francés Fabien Toulmé (2018) respuesta a la crisis migratoria euromediterránea de 2015. La relación entre los dispositivos estéticos y la formación de la solidaridad se pone a prueba en sus narrativas gráficas (crónica y novela), en cuanto pueden ser capaces de crear un espacio testimonial amable para las experiencias de migrantes y refugiados (Boum, 2021). Toulmé además se interpela constantemente sobre la dimensión ética de tales dispositivos encadenados en la transcripción y luego de la traducción lingüística y la del paso del texto a la imagen.

Las narrativas gráficas de migración vuelven sobre el tópico de las historias de vida donde la mirada introspectiva, el punto de vista subjetivo y el ejercicio de memoria y conciencia reflexiva sobre lo vivido son legítimos y fundamentales para la ampliación de la comprensión del problema como soporte de la actuación sobre éste. La novela gráfica también actúa como soporte de nuevas funciones mediales que favorecen la participación de organizaciones sociales diversas que producen narrativas gráficas para participar del debate público sobre la materia, oponiéndose al discurso público sobre migración, narrativas que aún no han sido estudiadas lo suficiente y que abren un rico campo de exploración sobre la intermedialidad en la construcción de representaciones, imaginarios sobre la movilidad humana y la innovación social (Bettaglio,2021).

Apoyos y soporte financiero de la investigación

Entidad: Universidad de Tarapacá

País: Chile

Ciudad: Arica

Proyecto subvencionado: Dirección General de Investigación e Innovación Código de proyecto: 3764-23

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Recibido: 08 de Enero de 2024; Revisado: 26 de Enero de 2024; Aprobado: 17 de Febrero de 2024

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