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Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas

versión On-line ISSN 1390-8634versión impresa ISSN 1390-3837

Universitas  no.32 Cuenca mar./ago. 2020

https://doi.org/10.17163/uni.n32.2020.04 

DOSSIER

Territorios en disputa. Los pescadores, la ribera, el urbanismo y el acuario del Paraná (Rosario, Argentina)

Contested territories. The fishermen, the riverside, the urbanism and the Parana River's Aquarium (Rosario, Argentina)

1IECH-CONICET-Universidad Nacional de Rosario, Argentina

2ANPCyT-Universidad Nacional de Rosario, Argentina


Resumen

El artículo analiza las disputas territoriales alrededor de la costa entre los pescadores, el urbanismo y el nuevo Acuario del Paraná, en Rosario, Argentina. Asimismo, aborda los procesos de inclusión de los pescadores artesanales en el espacio público, el dispositivo científico, pedagógico y recreativo del Acuario del Paraná. Este proyecto contemplaba la construcción de un Puerto de Pescadores para la integración del territorio pesquero al espacio ribereño del Parque del Acuario. Luego de repasar las intervenciones de la planificación urbana en el proceso de reordenamiento de la franja costera, considerando con particular interés el proceso de desterritorialización de los pescadores, el análisis se enfoca sobre las diferencias, los desacuerdos y las disputas generados alrededor de esas construcciones. El caso bajo estudio es el de uno de los pocos acuarios de agua dulce en la Argentina, cuyo proyecto se propone la integración tanto del trabajo como de los saberes de los pescadores artesanales de la zona. La metodología utilizada ha sido fundamentalmente cualitativa y guiada por una exploración etnográfica, que incluyó observación participante y entrevistas a distintos agentes y grupos involucrados. El estudio muestra las diversas formas de concebir la relación costa-río de los pescadores, urbanistas y los agentes dedicados a las actividades recreativas. Asimismo, propone la integración del conocimiento territorial de los pescadores artesanales para el diseño de nuevos espacios pesqueros.

Palabras clave Ciudad; pesca; territorio; río; zona costera; planificación urbana

Abstract

The article analyzes the territorial disputes around the coast between fishermen, urbanism and the new Aquarium of Paraná in Rosario, Argentina. It addresses the inclusion processes of artisanal fishermen in the public space, the scientific, pedagogical and recreational device of the Aquarium of Paraná. This project contemplated the construction of a Fishermen's Port for the integration of the fishing territory into the riverside space of the Aquarium Park. After reviewing the interventions of urban planning in the revitalization process of the Rosario’s waterfront, considering with particular interest the deterritorialization of fishermen, the analysis focuses on the differences, disagreements and disputes generated around these constructions. The case under study is one of the few freshwater aquariums in Argentina, whose project proposes the integration the fishermen’s work and knowledge. The methodology used has been fundamentally qualitative and guided by an ethnographic exploration, which included participant observation and interviews with different agents and groups involved. The study shows the different ways of thinking about the relationship between the coast and the river of fishermen, urban planners and agents dedicated to the recreational practice. It also proposes the integration of the native territorial knowledge of fishermen in the design of new fishing spaces.

Keywords City; fishing; territory; river; coastal zone; urban planning

Forma sugerida de citar:

Roldán, D., y Arelovich, L. (2020). Territorios en disputa. Los pescadores, la ribera, el urbanismo y el acuario del Paraná (Rosario, Argentina). Universitas, 32, pp. 77-98

Introducción

La noción deleuziana (Deleuze & Guattari, 1994) de desterritorialización, en tanto proceso de desarraigo de sujetos y objetos, ha sido aplicada a los flujos del capital, las empresas y los grupos hegemónicos en el contexto de la globalización (De Mattos, 1989). Algunos analistas afirmaron que la desregulación de los mercados y el retraimiento de los Estados concluiría con el fin de los territorios (Virilio, 2006). Harvey (2004) destacó el enlace de ese movimiento de aceleración del tiempo y contracción del espacio con los procesos de la acumulación por desposesión. Las empresas, los capitales y el neoliberalismo aparecen como responsables de los procesos de desterritorialización, aunque también han merecido atención sus alcances “hacia abajo” (Houghton, 2008). Algunas indagaciones teóricas han repensado la desterritorialización en correlación con la reterritorialización y la multiterritorialidad. Haesbaert (2007) ha explorado dos modalidades de territorialización diferenciadas a partir de sus efectos y sujetos: una hegemónica, efectuada “desde arriba” por las clases dominantes y otra contra-hegemónica, desarrollada “desde abajo” por sujetos subalternos. Estos últimos no luchan solo por el suelo y la vivienda, sino que pugnan por la definición de territorios alternativos, que no suponen estrategias y/o planificaciones territoriales, sino que responden a una pragmática colectiva que reconfigura el territorio en tensión y negociación con las fuerzas y los proyectos hegemónicos (Scott, 2009).

Muchas de esas experiencias implican una resistencia abierta, pero también una práctica de persistencia, desviación y apropiación del territorio (De Certeau, 1999). En estas interacciones, el territorio no es un simple contenedor o soporte, antes configura un conjunto de relaciones-significados que informan identidades y modos de vida. Las disputas por la apropiación y la desposesión, el arraigo y la erradicación, por la instalación y la deslocalización afectan a los sujetos subalternos de forma traumática: perder el territorio implica comenzar a desparecer (Bonnemaison, & Cambrèzy, 1996). Así, las fuerzas de la acumulación por desposesión no solo desgastan el territorio y lo reconfiguran según la necesidad de los flujos que los atraviesan, también, erosionan las subjetividades comunitarias que se formaron en una interacción larga con y en ese territorio.

El concepto de desterritorialización se aplica a los sujetos y las territorializaciones subalternas, dado que éstas comportan una marcada precariedad. Sin embargo, esa debilidad en la territorialización (arraigo material) es contrapesada por una potencia de la territorialidad (arraigo simbólico), dado que la identidad subalterna está enlazada al territorio de un modo notablemente más poderoso que la hegemónica. En consecuencia, puede afirmarse que, si bien la territorialización subalterna es precaria frente a la hegemónica, la territorialidad hegemónica suele ser volátil y débil, en tanto que la subalterna posee un enlace más per(e)sistente (Beverly, 2003). Resulta necesario reflexionar sobre el territorio desde los saberes y las culturas subalternas, en el interior y en la reconstrucción de sus propias dinámicas locales, en correlación con el poder político y analizando sus ambivalencias y contradicciones. Las luchas subalternas cuestionan el reconocimiento limitado, la inclusión subordinada, la demarcación que el Estado o los grupos hegemónicos desarrollan sobre sus territorios colectivos. En estas dinámicas no solo se persigue resistir, sino también negociar los modos de inclusión y sus grados de subordinación (Scott, 2000).

La estructura del artículo aborda, inicialmente, el ciclo de transformaciones de la ribera norte de la ciudad de Rosario. En este marco, se muestra cómo entre 1977 y 1998 los pescadores artesanales debieron resignar parte de sus espacios de habitación, comercialización de pescado y atraque de embarcaciones debido a obras de infraestructura vial, paisajística y de reordenamiento territorial. Posteriormente, se analiza cómo esos procesos se agudizaron a partir de la puesta en valor inmobiliaria y recreativa del paisaje ribereño. Finalmente, el trabajo propone un contrapunto crítico entre las formas del diseño y la producción del Acuario del Paraná y el Puerto de Pescadores, para mostrar el choque cultural de dos formas diferenciadas de pensar la producción del espacio en el borde urbano.

Materiales y métodos

El borde costero de Rosario ha sido afectado por la construcción de una cadena de espacios públicos. El avance de la planificación urbana colisiona con procesos de territorialización previa desarrollados por los pescadores artesanales. El trabajo muestra las disputas entre esas formas de territorialización, desterritorialización y reterritorialización. El núcleo analítico aborda los procesos de inclusión de los pescadores artesanales en el espacio público del Acuario del Paraná. Este proyecto contemplaba la construcción de un Puerto de Pescadores para la integración del territorio pesquero al dispositivo de investigación y exhibición del Acuario. La problemática se concentra sobre las diferencias y los desacuerdos generados alrededor de esas construcciones. El caso bajo estudio es uno de los pocos acuarios de agua dulce, cuyo proyecto se propone la integración tanto del trabajo como de los saberes de los pescadores artesanales de la zona.

La metodología utilizada ha sido cualitativa y guiada por una etnografía desarrollada a través de un trabajo de campo que comportó numerosas instancias de observación participante compuestas por visitas periódicas al predio, donde se desarrollaban las construcciones y donde trabajan los pescadores artesanales. Allí se realizaron entrevistas en profundidad, recorridos a bordo de las embarcaciones y observaciones de la zona de costa y de jornadas de pesca. Asimismo, efectuamos algunas entrevistas a informantes clave en sus viviendas para recabar datos complementarios. Los nombres de nuestros entrevistados han sido modificados para resguardar su identidad. Con menor intensidad, efectuamos entrevistas a funcionarios y miembros de clubes deportivos. Finalmente, revisamos fuentes secundarias compuestas por publicaciones oficiales y periódicos de la ciudad para triangular las entrevistas.

Desde una perspectiva histórico-antropológica, el artículo reconstruye el proceso de desterritorialización de los pescadores de la costa norte de Rosario. Partiendo de los primeros episodios registrados a fines de la década de 1970, repasamos una desterritorialización que se registra en tres planos: vivienda, puntos de desembarco y espacios para la comercialización. El proceso fue desarrollado a partir de la presión ejercida por el municipio que buscó establecer criterios de ordenamiento territorial, producir espacio público e incrementar el uso recreativo de la ribera favoreciendo la proliferación de clubes y guarderías náuticas. La última parte analiza las interacciones y disputas entre los pescadores artesanales, los poderes públicos y los desarrolladores del Acuario del Paraná.

Intervenciones urbanas en la costa norte: desarrollos discontinuos

En el marco del urbanismo contemporáneo, las zonas cercanas a cursos de agua han recibido una poderosa atención. En parte, este fenómeno obedece a la valorización inmobiliaria de las urbanizaciones cerradas (Ríos, 2017), pero también de la configuración abierta de los waterfronts (Marshall, 2004) En Rosario, la segunda ciudad puerto de la Argentina, este tipo de transformaciones produjeron una fuerte plusvalía urbana a partir del cambio del régimen de usos del suelo y el diseño de entornos paisajísticos, espacios públicos y ambientales específicos (Cuenya, 2009). Al mismo tiempo, pusieron a disposición de un público más amplio el acceso a la costa y el río Paraná (Levin, 2012). Esta recuperación de la ribera fue impulsada con la construcción de una cadena de parques, concebidos como “balcones al río” que sustituyeron a las antiguas instalaciones ferroportuarias (Galimberti, 2014). Entre 1992 y 2005, este procedimiento fue particularmente exitoso en la costa central. La zona norte recibió un tratamiento diferente, debido a sus preexistencias menos voluminosas y a una topografía con playas que difiere de las barrancas de la costa central.

Desde los años 1920-1930, la zona norte de Rosario ha sido ocupada por los clubes náuticos y deportivos. En 1932 se construyó una playa pública: el Balneario “La Florida” (Roldán, 2012). Durante las últimas décadas, el uso recreativo de la ribera se intensificó por la recuperación de la costa de sus usos portuarios. El área fue intervenida tempranamente, aunque por diseños que quedaron aislados de la narrativa recapitulada por el urbanismo y la planificación en Rosario (Rigotti, 2014). Con motivo de los preparativos para el XI Campeonato Mundial de Fútbol Argentina 1978, la última dictadura militar (1976-1983) desarrolló un Paseo Ribereño y, en 1977, se acondicionó la zona aledaña al Parque Alem y el Estadio de Rosario Central. Allí, se construyó el espigón Maciel, un paseo-mirador turístico, se amplió el recorrido de la Avenida Costanera y se colocaron veredas que emulan las de Copacabana en Río de Janeiro. Estas obras implicaron la erradicación de algunas viviendas de pescadores ubicadas cerca de la costa y de las faenas de bajada y venta de pescado.

En la memoria de los pescadores, esas experiencias de remodelación de la costa están asociadas a episodios violentos de desterritorialización. En 1977 se produjo una erradicación forzada que marcó la pérdida de numerosos espacios; el contexto de la dictadura militar limitó las posibilidades de resistencia.

En 1977, con el Mundial, cuando hicieron la Costanera y el Paseo Ribereño erradicaron una comunidad grande que estaba en la Bajada Puccio y lo que es hoy Avenida Carrasco. Se demolieron muchos ranchos. Los militares ampliaron el parque, se vinieron sobre la costa… y los pescadores a otro lado. (Fermín, 2018a)

La desterritorialización, también, se asoció con la comercialización y afectó a los puestos de venta de pescado. Primero, esta operación se registró en un área circunscripta y luego se expandió. La prolongación de la Avenida Costanera y la construcción de la Bajada Escariza promovieron el desalojo de los puestos de venta ubicados cerca del balneario “La Florida”. Los pescadores recuerdan que los argumentos de los funcionarios no variaron respecto a la dictadura. La mayor diferencia radicó en que las demoliciones no se ejecutaron sobre viviendas, sino sobre puestos de venta al público y que del procedimiento no participaron tanquetas sino topadoras.

En 1985 se pusieron unos puestitos de venta. Y poquito tiempo después, nos dijeron: saquen todo de acá. Esos puestos estaban al lado de la costa… nos sacaron todo con la topadora… como los milicos, pero en democracia, más suavecito… los puestos se los llevaron al Arroyo Ludueña. (Fermín, 2018b)

Poco después, la política del municipio fue matizada por una voluntad de integración. El centro de ese procedimiento fue una cooperativización inducida de la pesca artesanal, complementada por la concesión de subsidios para la adquisición de equipamiento. Esto último comportó dos líneas de financiamiento, por un lado, la compra de herramental pesquero (embarcaciones, motores, redes, etc.) y, por otro, la adquisición de equipamientos de enfriado y conservación del pescado (cámaras y freezers). A pesar de la inclusión selectiva, el objetivo de las primeras políticas persistía: despejar el área de la costa de los puestos de venta de pescado que afectaban la estética del paisaje ribereño y hacían menos propicio el ambiente para la recreación.

Nos tiraron al Parque Alem (…) Nosotros seguíamos vendiendo desde la canoa sobre las mesas. Se podía resistir, antes era más difícil, con los milicos había que tener… a la larga nos sacaron y nos tiraron adentro del Arroyo. Nos concentraron a todos ahí y nos aislaron de la ciudad. (Fermín, 2018a)

A través de estas intervenciones, puede observarse cómo el desplazamiento territorial posee tres caras. La primera consiste en la erradicación y restricción del asentamiento habitacional de los pescadores cerca de la costa. La segunda estriba en la relocalización de los puestos de venta por motivos de higiene y ordenamiento territorial. Esta desterritorialización del comercio ocasiona la pérdida de contacto del pescador con el comercio minorista. La tercera radica en la restricción de los lugares donde embarcar, bajar el pescado y guardar canoas y herramientas. En síntesis, la desterritorialización de la comercialización desbarata los lazos sociales de intercambio con la ciudad. Para los pescadores, la ciudad es un mercado de venta directa y una forma de eludir a los acopiadores de pescado, quienes compran a precios diferenciales y establecen relaciones paternalistas con los pescadores (Mascheroni, 2012).

Sin embargo, el proceso de reconstrucción de la costa no solo estuvo ligado a entidades públicas. También los clubes, lentamente, han ido apropiándose de la ribera y realizando modificaciones de su borde. La mayor parte de esas transformaciones son vaciados de tierra que generan taludes y muros de contención para guarderías horizontales de embarcaciones de pequeño y mediano porte. Además, los pescadores refieren que el camino de sirga fue apropiado y desestructurado por los clubes. Los representantes legales de los clubes aducen que el camino de sirga original ha quedado por detrás de sus instalaciones, exactamente por donde corre la Avenida de la Costa y que, por lo tanto, tiene un carácter público. En esta línea argumental, las zonas de emplazamiento de los clubes constituirían un terreno “ganado”, construcción de los clubes y su propiedad privada (Yacht Club, 2016). Sin embargo, los pescadores expresan un diferendo con estas apreciaciones.

Si hiciéramos valer nuestros derechos acá tendríamos el camino de sirga… De la Usina Sorrento para el norte, todo lo que le ganaron al río. Esos clubes tendrían que ir a juicio y tendrían que ser desalojados, como nosotros. Y tendrían que ser obligarlos a que saquen todo lo que le hicieron al río y que normalicen el curso de agua. (Sergio, 2016)

En las últimas dos décadas, las actividades recreativas crecieron y aparecieron nuevos usuarios del río. El parque de pequeñas (cayacs y piraguas) y medianas embarcaciones (lanchas y veleros) se incrementó junto a la necesidad de construir lugares de guardado.

Los pescadores, históricamente, en la Bajada Escauriza paraban mucho y hasta vendían. Después vino una guardería llena de piraguas, río Marrón, y los corrieron. (…) El pescador va perdiendo espacio, con la modernidad, con los cambios que ha tenido la costa. (Sergio, 2016)

El problema de la pérdida del territorio y las dificultades que encuentran los pescadores para conservarlo evidencia cómo ciertas fortalezas comunitarias pueden ser, también, debilidades. El arraigo de largo plazo en las áreas costeras les hizo suponer que la tierra les pertenecía y que los lugares que ocupan carecían de interés para otros actores. Al comienzo del proceso de renovación de la costa, dieron por sentado que su territorialización era un hecho definitivo. Sin embargo, esto comenzó a modificarse con la precarización de la actividad pesquera que fue consecuencia de una convergencia de fuerzas y fenómenos. En plano de la comercialización resultaron cardinales la pérdida de contacto comercial de los pescadores con la ciudad, la escalada del índice de desocupación y la caída del consumo derivado de la crisis económica de la segunda mitad de la década de 1990. En el ámbito de la producción, fue decisiva la introducción de la pesca a gran escala para frigoríficos de exportación a partir de 1998, y la imposición de una veda proteccionista de tres meses, entre los años 2007 y 2013. Este conjunto de factores además de debilitar la pesca artesanal hizo que los pescadores y sus organizaciones estuvieran más dispuestos a aceptar subsidios monetarios de corto plazo y tangibles que a embarcarse en luchas territoriales inciertas y de larga duración.

Fueron detrás del subsidio, en vez de ir detrás de la tierra. Había que ir por la tierra. Había otras urgencias. (…) nos fueron ganando los emprendimientos inmobiliarios y deportivos. Los clubes de la costa ocuparon todos los espacios. (Fermín, 2018a)

Lo que queda es lo que los pescadores llaman “El Espigón”. En ese terreno se proyectó la remodelación del Acuario. Cuando se formularon los planos del Acuario del Paraná, los pescadores participaron de las discusiones preliminares y consiguieron que se contemplara la necesidad de incluir un Puerto de Pescadores.

El Acuario y el puerto de pescadores

El proyecto comenzó a barajarse en el año 2008, abarcaba 2,5 hectáreas, cuyo frente urbano estaba delimitado al Sur y al Oeste por la Avenida Costanera y el Parque Alem. Su realización supuso la remoción del Antiguo Acuario. El Nuevo Acuario del Paraná fue desarrollado en cuatro fases entre 2010 y 2018. Se lo anunció como un parque temático, pero su diseño giró hacia la investigación científica, la formación y la difusión del conocimiento sobre el sistema hídrico del Paraná y su fauna ictícola. Así, el Acuario se convirtió en un dispositivo de doble propósito. Por un lado, debía fungir como un ámbito para la innovación, la experimentación y el desarrollo científico. Por otro, necesitaba constituirse en un espacio público con funciones pedagógicas y recreativas.

Imagen 1. Zona norte de Rosario donde se construyó el Acuario del Paraná 

El proyecto acompaña la pendiente del terreno. Una porción contiene un parque abierto y otra un parque temático. En la huella de las experiencias de la costa central, el parque ofrece al visitante un contacto directo con el río. El Parque Autóctono del Humedal recrea, en escala y bajo ciertas condiciones, la flora del ecosistema del Paraná y completa la mirada de la fauna ictícola del acuario. A pesar de sus grandes volúmenes, el edificio no impide la visual del río. Ha sido concebido como un prisma de hormigón elevado sobre un conjunto que se ensambla con el vidrio, los distintos espejos-cursos de agua, la vegetación del parque y el mobiliario urbano. El edificio parece estar suspendido en una hondonada sobre el horizonte de la costa. Lograr ese efecto de ingravidez fue complejo. Para resolver la tensión de las extensas placas de hormigón se emplazó el edificio sobre soportes elásticos. Así, se favoreció la absorción de los movimientos de contracción, dilatación y oscilación. La mayor complejidad del Acuario, sin embargo, no radica en su implantación, sino en los sistemas de circulación, filtrado, acondicionamiento y recuperación del agua tanto para los espacios vivos de exposición (peceras y piletas) como para las áreas de experimentación científica (laboratorios y criaderos). De hecho, una laguna emplazada en el Parque del Humedal, además de recrear la flora lacustre y boscosa, procura recuperar el agua utilizada en los laboratorios a través de sistemas de remediación y estabilización. Sobre la costa se planeó una ribera artificial, con un borde consolidado de piezas articuladas de hormigón y una ribera natural, más agreste, que preserva la vegetación autóctona. También, se proyectó la construcción de un paseo público y un muelle sobre el río. En las versiones finales, estas partes liminares del proyecto sufrieron modificaciones.

Captura de los autores 26/10/2019

Imagen 2. Edificio del Acuario del río Paraná 

El edificio generó una pieza arquitectónico-científica moderna y el parque produjo una resolución armónica con la ribera. Todo el conjunto supone la creación de un espacio público sin preexistencias. En la costa del Parque, se sustituyó el área de playa-desembarco por una barranca-mirador robustecida con un muro de contención de adoquines móviles enmallados en acero, apto para absorber la energía de las dinámicas hídricas del Paraná.

La mayor deuda del proyecto es el Puerto de Pescadores. Este emplazamiento se anunciaba como un espacio social de trabajo colaborativo, donde las comunidades de pescadores artesanales y los científicos pudieran interactuar, intercambiar conocimientos de las especies y su ecosistema a través del encuentro y el respeto mutuo. Además, el Puerto de Pescadores impulsaría el desarrollo de la pesca artesanal y fortalecer la soberanía alimentaria. El ingeniero del Gerbo de la empresa Dinale SA se encargó de dirigir la ejecución integral del proyecto. Su descripción del Puerto de Pescadores “realmente existente” resulta esclarecedora.

En el lateral sur se hizo un edificio para integrar a los pescadores que había en ese lugar. También se preservó a esa gente para que no se la excluyera del lugar porque era su lugar. La municipalidad los integró haciéndoles un edifico que está un poco oculto, con cámaras frigoríficas para hacerlos progresar. (Del Gerbo, 2019, la cursiva nos pertenece).

Captura de los autores 26/10/2019

Imagen 3. Puerto de Pescadores 

El párrafo es sintomático. Elabora el arraigo de una territorialización histórica de los pescadores en “El Espigón”, haciendo evidente los límites del proyecto del Acuario para excluir a esta población del área. Sin embargo, también, muestra la localización oculta y/o invisiblizadora que delimita el espacio de trabajo de los pescadores. Asimismo, manifiesta las buenas intenciones de inclusión-progreso a través de la construcción y dotación de equipamientos de enfriado. Sin embargo, en la precariedad del Puerto de Pescadores se hace visible la integración fallida de los pescadores al Parque del Acuario.

Los pescadores demandaban 100 metros de la costa del Acuario y un ingreso al Arroyo Ludueña. Esto implicaba comprometer para el puerto de pescadores casi todo el frente del Parque. Querían guardar cien embarcaciones y las herramientas de trabajo. Esta propuesta fue desestimada por los ejecutores de la obra y los pescadores la dejaron de lado cuando observaron el avance de la parquización sobre el frente del acuario. La idea implicaba la construcción de galpones para embarcaciones y una posible cámara de frío para conservar la pesca. Uno de los referentes aclaró que la cámara era un complemento, lo más importante era el puerto y el lugar de guardado de las embarcaciones.

En el Acuario venimos peleando para que nos den la entrada al Arroyo Ludueña. Nosotros queremos 100 metros enfrente del acuario para hacer una caleta, con un galpón-guardería de las herramientas de los pescadores y si querían ponernos alguna cámara para que nosotros pudiéramos conservar los pescados bien y si no nos conformábamos con eso. (Sergio, 2016)

Este diseño estaba centrado en una guardería náutica para pescadores. Otros referentes privilegiaban el puerto, sin enfatizar el guardado de las embarcaciones, y añadían la posibilidad de construir un lugar para la comercialización del pescado.

Nosotros queríamos hacer acá una prueba piloto, un Mercado de Pescadores. Se lo planteamos al gobierno provincial. Si nosotros tenemos un lugar modelo que funcione, se puede copiar en otros lados. (Fermín, 2018a)

Esta proposición estaba más abierta a la negociación y buscaba en el Acuario un lugar para impulsar la visibilidad de la pesca artesanal. A partir de la construcción de un puerto y un mercado, los pescadores restablecerían la relación comercial con la ciudad. Ese enlace había quedado fracturado por el ingreso de los frigoríficos en la actividad pesquera, el privilegio de los sistemas de enfriado y de acopio por encima de la venta de pescado fresco. Además, los sucesivos avances del ordenamiento territorial del espacio ribereño privilegiaban las aristas recreativas del río por encima de las productivas.

Queríamos un espacio donde pudiera abrirse una puerta al río, donde hubiese una confluencia empírico-científica. Si es un Acuario, quién mejor que los pescadores, para ayudar a hacer algo mejor, algo más amplio (…) Muchas cosas se hicieron de espaldas a nosotros, no nos consultaron. Con el puerto, la idea era levantar un ingreso para la gente de la isla… (Fermín, 2018a)

Una de las líneas de aproximación más eficaces entre pescadores artesanales y el proyecto del Acuario esbozó un encuentro entre dos órdenes de conocimientos: uno construido a través de la experiencia y el sentido práctico y el otro por medio de la investigación y el sentido científico. Si bien esta articulación, promovió un reconocimiento de los pescadores artesanales y de sus saberes ecológicos, resultó y resulta muy complejo plantear el vínculo entre los conocimientos de pescadores y los científicos en el plano de una diferencia no jerarquizada.

De parte del Acuario, existe la necesidad de promover exhibiciones atractivas para fomentar las visitas, dado el doble propósito (recreativo-pedagógico y científico) del dispositivo. Por un lado, la inexperiencia de la Argentina en materia de construcción, funcionamiento y mantenimiento de acuarios de agua dulce impulsó las consultorías con Australia. Por otra, la todavía incipiente articulación entre conocimiento erudito y saberes prácticos sobre el río resultó propicia para generar instancias de formación de pasantes en las que intervinieron algunos pescadores. Esto favoreció el reconocimiento de los saberes de los pescadores, lo que mejoró la relación de algunos pescadores de larga trayectoria con la institución.

Sin embargo, el vínculo Acuario-Pescadores expresó desacuerdos respecto a la forma en que se materializó el Puerto de Pescadores. Los testimonios destacan un proceso de planificación invertida que privilegió los aspectos industriales de la pesca por sobre los artesanales y configuró a las cámaras de frío como el corazón del puerto de pescadores.

Según los pescadores artesanales, el proceso de planificación del puerto de pescadores comenzó del final hacia el principio, pero a mitad de camino perdió impulso. El diseño avanza desde la cámara frigorífica hacia el refugio, pasando por los sanitarios y sala de reuniones, pero se interrumpe al llegar a la costa. Así, el puerto queda reducido a una casa de pescadores.

El diseño del edificio que está ahí no era lo que nosotros queríamos. Ellos tienen una obsesión con la cámara. Lo que queríamos era un mejoramiento de la costa, o sea que se pudiera arrimar sin romper las embarcaciones. Una construcción tipo galería, tipo feria. Techadito para que se pueda estar los días de lluvia, a cielo abierto, con techo, pero sin paredes. Una mesada para destripar el pescado, dos o tres bachas para lavar y dos balanzas electrónicas. Hacer un lugar para que vengan los acopiadores y como último punto una cámara de frío y un espacio donde el pescador pueda refugiarse, en caso de inclemencia, bañarse si se tiene que ir... Pero primero hay que hacer un puerto, por eso se llama puerto de pescadores, un lugar donde pudiéramos dejar las embarcaciones cobrando un canon mínimo a los pescadores para pagarle a alguien que cuide. (Fermín, 2019)

En desacuerdo con lo ejecutado, los pescadores insisten en que lo prioritario para ellos es lo que no se hizo: una infraestructura de costas para embarcar, un muelle, un lugar donde atracar, bajar el pescado, guardar las embarcaciones y las herramientas y como complemento un espacio para resguardarse y conservar el fruto del trabajo. El pescador prefiere un embarcadero y un mercado y no una cámara entregada a una gestión comunitaria bastante incierta y conflictiva.

Hicieron todo al revés. La cámara primero, se agarran a las piñas por la cámara, por ver quien guarda el pescado y quien no lo guarda, de quién es el pescado guardado. (Vivi, 2019)

El proceso de construcción del espacio de los pescadores opera en un sentido inverso a la planificación de los espacios públicos. La concepción de los pescadores marca una dirección de extensión en sentido río-ciudad, mientras que la planificación urbana se orienta en sentido contrario ciudad-río. Los planificadores quieren extender lo urbano sobre la costa, los pescadores desean llevar el río y sus islas al mismo sitio.

El histórico arraigo territorial de los pescadores en “El Espigón” los hizo inamovibles. Si bien desplazarlos ya no era posible, como fue la tónica en momentos previos, aún es factible perimetrar su espacio con el objetivo de presérvalo frente a las fuerzas desterritorializadoras. Pero perimetrar implica reterritorializar de manera restrictiva, es decir, acumular territorio bajo la forma de espacio público a expensas de la desposesión territorial del espacio de producción-reproducción pesquera. En este marco, puede materializarse cierto deseo de exclusión, vinculado con la estética del paisaje y el uso hegemónicamente recreativo del río. Esta tendencia puede sutilizarse sin perder eficacia mediante estrategias de ocultamiento, segregación e invisibilización. Como afirma del Gerbo, el Puerto de Pescadores con relación a la gran estructura del Acuario y los Parques queda un poco oculto y agregaríamos es un poco pequeño y está muy descuidado.

Captura de los autores 26/10/2019

Imagen 4. Emplazamiento del Puerto de Pescadores. 

En el dispositivo arquitectónico-científico-pedagógico-recreativo del Acuario, la pesca artesanal ha sido objeto de una inclusión subordinada. Ésta se reduce a la modernización tecnológica de orientación económica, a partir de la construcción de un habitáculo mínimo, aunque de usos múltiples, y la colocación en su interior de una cámara frigorífica. Las instalaciones de las cámaras, en teoría, brindarían una ventaja competitiva al pescador, quien tendría mayor margen de negociación sobre el precio del pescado fresco a partir de la posibilidad de almacenarlo. Sin embargo, las relaciones sociales tejidas entre los pescadores hacen que el uso colectivo de la cámara comporte altos niveles de sub-aprovechamiento. La modernización de la infraestructura para la conservación e intervención más favorable de los pescadores en la cadena de valor se torna un factor socialmente conflictivo y económicamente disfuncional.

En el caso de los pescadores no puede adoptarse cualquier procedimiento para construir estructuras de penetración sobre el río. Las fórmulas urbano-arquitectónicas que intentan llevar la ciudad hacia el río se muestran no del todo hábiles para realizar un trayecto inverso. En los enlaces ciudad-río y río-ciudad, el orden de los factores altera el producto: no se requiere del mismo tipo de infraestructuras para salir con el ojo a recorrer un paisaje ribereño que para ingresar con embarcaciones cargadas de pescado a la ciudad.

Discusión y conclusiones

El artículo reconstruye algunos momentos clave en la historia de la relación entre los desarrollos de la planificación urbana, el ordenamiento territorial y las actividades pesqueras de pequeña escala. Una primera constatación ha sido que las actividades pesqueras colisionaron con la planificación urbana que buscó la apertura de bajadas y la producción de espacios públicos ribereños. La mayor parte de estos avances de la planificación sobre la costa han tenido una dirección clara: intervenir el río desde la ciudad, integrar el río a la ciudad, planteado a esta última como el polo dominante. Sólo en las zonas portuarias y en los clubes, el río ingresa a la ciudad o la ciudad sale al río (de forma material y no sólo paisajística), pero en ambos casos es el río el que impone las condiciones de ese intercambio. En los espacios públicos, en cambio, la ciudad trasformada en un mirador domestica al río convirtiéndolo en un paisaje. A través de la parquización, el urbanismo transforma al río y a la costa en un paisaje estético-simbólico y, por lo tanto, lo congela como una imagen plana, sin profundidad, sin conflictos y sin otros usos más que los estéticos o recreativos (Cosgrove, 1998). Evadiendo las cuestiones ambientales y productivas, el río aparece como una continuación fluida de los play-grounds. El urbanismo del espacio público y el paisaje extiende la ciudad sobre el río y coloniza sus costas, la cuadricula urbana procurara estirarse sobre el borde ribereño.

En segundo lugar, podemos observar algunas relaciones asimetrías de los entes públicos respecto a las diversas ocupaciones de la costa. Mientras los desarrollos públicos suelen comportar la perimetración y el achicamiento de los espacios disponibles para la pesca artesanal, puede apreciarse que las irregularidades cometidas por los clubes son apenas notadas y no afectan sus concesiones. Asistimos a una regulación selectiva de los usos-prácticas y usuarios-sujetos del río que tiende a privilegiar a unos intereses sobre otros. Los clubes y las prácticas deportivo-recreativas son favorecidas, mientras los pescadores y sus actividades productivo-comercializadoras cuentan con un apoyo débil.

La construcción del Acuario del Paraná supuso condiciones para un intercambio participativo. Sin embargo, las propuestas para modernizar e incluir a la actividad pesquera volvieron a desplegar recetas cuyo fracaso había quedado acreditado (Mascheroni, 2012). Si bien no propusieron una estructura cooperativa, el proceso de construcción del refugio de pescadores fue similar a esas experiencias. El mayor equipamiento del lugar es una cámara de frío comunitaria que generó serias dificultades para su administración colectiva y se mantiene subutilizada. Con todo, esa arquitectura avanzó en la construcción de un espacio de baños con duchas para que los pescadores pudieran mantenerse en condiciones higiénicas y un refugio frente a malas condiciones climáticas. Los pescadores reclaman que se realice otro tipo de intervención en el área: la construcción de un puerto de pescadores con una caleta para atraque y guardado de embarcaciones y un espacio con la infraestructura necesaria para el faenado y la venta de pescado a acopiadores y consumidores directos. Este tipo de construcciones invierte el diseño que la planificación ha desplegado sobre ese borde costero. Proponen una relación con el río similar a la del puerto, aunque expresada a una escala menor, pero que privilegia el ingreso de las embarcaciones y de los frutos de la pesca a la ciudad y la llegada de los habitantes a ese espacio bajo la forma no sólo de paseantes, sino también de potenciales consumidores.

La construcción del muelle, la caleta, los puestos para la venta de pescado podrían conformar una relación territorial donde los pescadores sean integrados a partir de sus saberes, su cultura y sus necesidades. Así, su precaria territorialización podría ser atenuada. Aun cuando un proyecto semejante todavía dejara en suspenso la cuestión residencial y las posibilidades de construir un barrio de pescadores.

Tanto el concepto de desterritorialización (Haesbaert, 2007) como el concepto de territorio en disputa (Janoschka, 2019) plantean una violencia generada a partir de los procesos de acumulación por desposesión. Estos procesos implican desplazamientos residenciales (acumulación por remoción del hábitat), de espacios practicados (acumulación por inhibición de usos y apropiaciones populares del espacio), de situaciones estético-ambientales (acumulación por criterios neo-higienistas, ambientales y estéticos paisajísticos) y de formas de conocimiento práctico (acumulación por erradicación de formas culturales tradicionales). Los pescadores artesanales han sufrido históricamente los efectos de la violencia de estas formas de acumulación y desposesión territorial sobre sus residencias y sus actividades productivas, de comercialización y logística. Más recientemente, el Acuario del Río Paraná propuso la posibilidad de generar una confluencia no jerarquizada de saberes y prácticas científicas y artesanales. Todo encuentro para ser posible necesita de un espacio. Mientras el Acuario aparece firmemente emplazado, su contraparte, el Puerto de Pescadores ha quedado postergado. Los pescadores artesanales esperan una obra que restituya un lugar y un territorio donde desplegar con ventaja sus prácticas cotidianas. Quienes viven del río y lo conocen de una forma tan profunda como práctica anhelan la formación de ese territorio de producción artesanal y colaboración de saberes.

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Recibido: 27 de Octubre de 2019; Aprobado: 31 de Enero de 2020

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