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RETOS. Revista de Ciencias de la Administración y Economía

versão On-line ISSN 1390-8618versão impressa ISSN 1390-6291

Retos vol.12 no.24 Cuenca Out./Mar. 2022

https://doi.org/10.17163/ret.n24.2022.08 

ARTÍCULOS DESTINADOS A LA SECCIÓN MISCELÁNEA

Gestión comparada de empresas colonizadoras del Oeste americano: una revisión heterodoxa

Comparative management of West colonizing enterprises: a heterodox review

Antonio Sánchez-Bayón1 
http://orcid.org/0000-0003-4855-8356

1Profesor e investigador de la Universidad Rey Juan Carlos, España


Resumen

esta revisión aporta por primera vez una sistematización de las experiencias reales anarcocapitalistas durante la colonización del Oeste de Estados Unidos de América. Este proceso de integración continental del país no fue el efecto de una planificación estatal y su impulso tecnológico, como supone el modelo ortodoxo, sino que fue el resultado de la iniciativa de empresas privadas en forma de granjas comunitarias, comercializando sus excedentes. Este trabajo revisa críticamente los marcos teóricos y metodológicos, con la ayuda de los enfoques económicos heterodoxos, extrayendo los teoremas y observaciones empíricas a considerar en el examen de las experiencias colonizadoras, desde Pensilvania a Illinois. A través del análisis comparado de estudio de casos de fuentes primarias, se llega a una saturación identificativa y clasificadora de supuestos, siendo suficiente para fijar una robusta sistematización habilitadora para el contraste entre empresas colonizadoras religiosas e ideológicas. Estas empresas son evaluadas en su eficiencia y sostenibilidad, con el fin de resolver la paradoja colonizadora del Oeste estadounidense: por qué las empresas religiosas, siendo las primeras en llegar y con menor desembolso, resultan más exitosas que las ideológicas. Se trata de un estudio crítico-hermenéutico e histórico-comparado de economía política e historia económica y de las instituciones, desde la combinación de enfoques heterodoxos, para la refutación de errores asumidos en la colonización del Oeste, además de confirmar la viabilidad de las experiencias anarcocapitalistas.

Palabras clave historia económica; economía política; macroeconomía; enfoques heterodoxos; empresas coloniales; factor religioso; gestión comparada; Estados Unidos de América

Abstract

this review provides for the first time a systematization of real anarcho-capitalist experiences during the colonization of the West in the United States of America. This process of continental integration of the country was not the result of state planning and its technological impulse, as assumed by the mainstream; it was the entrepreneurship of private companies, in the form of community farms and trading their surplus. In this study, the theoretical and methodological frameworks are critically reviewed, with the help of heterodox economic approaches, extracting the theorems and empirical observations to consider in the examination of colonizing experiences, from Pennsylvania to Illinois. Through a comparative analysis of case studies selected from primary sources, an identifying and classifying saturation of assumptions is reached, being sufficient to establish a robust enabling systematization for the contrast between religious and ideological colonizing companies. These companies are evaluated for their efficiency and sustainability, to resolve the colonizing paradox of the American West: why religious companies, being the first to arrive and with less outlay, are more successful than ideological ones. This is a critical-hermeneutical and historical-comparative study of Political Economy and History of Economy and Institutions, according to of the heterodox approaches mix, for the refutation of errors assumed in the colonization of the West, in addition to confirming the viability of the experiences anarcho-capitalists.

Keywords economic history; political economy; macroeconomics; heterodox approaches; colonial enterprises; religious factor; comparative management; United States of America

Cómo citar:

Sánchez-Bayón, A. (2022). Gestión comparada de empresas colonizadoras del Oeste americano: una revisión heterodoxa. Retos Revista de Ciencias de la Administración y Economía, 12(24), pp. 138-156. https://doi.org/10.17163/ret.n24.2022.08

Introducción

Tras la Gran Recesión de 2008, la economía mainstream u ortodoxa, con su modelo positivista-formal de síntesis neoclásica para el desarrollo de la economía de bienestar estatal, sufrió gran descrédito, pues no solo no detectó la crisis, sino que se le atribuyó la misma (Keen, 2011). Desde entonces, vienen orientando la economía los MIT boys o neokeynesianos normativistas lato sensu (incluidos los poskeynesianos), con sus interpretaciones anacrónicas (desde políticas identitarias) y ejercicios de transvaloración (lo que antes era mercado, ahora es Estado; se desincentiva el ahorro y se estimula el gasto; se separa el crecimiento y el desarrollo, además de postularse tesis de decrecimiento —incluso, poscrecimiento— desacoplamiento, desglobalización, etc.). Pues bien, en esta revisión, se introduce un giro hermenéutico (Sánchez-Bayón, 2020) ofreciéndose la alternativa de enfoques heterodoxos (austriacos, institucionalistas, culturales, etc.), además de plantearse una revolución copernicana (de regreso al estadio previo a la desviación de planteamientos): es por ello que aquí se presta atención al despegue del capitalismo y el modelo de crecimiento y desarrollo estadounidense en el siglo XIX (conforme a la propia historiografía estadounidense anterior a la llegada de los citados neokeynesianos normativos). En aquella época, el Estado era mínimo y se estaba en reformulando (especialmente, con la Guerra Civil, 1861-1864), y los agentes económicos generadores del cambio eran las empresas familiares y las cooperativas (tampoco se habían escindido las empresas y las familias como agentes económicos independientes, como se presumiría después en la síntesis neoclásica); además, los marcos teóricos y metodológicos eran los de la Economía Política.

La referida versión mainstream, suele asumir una tesis reduccionista y anacrónica sobre el crecimiento y desarrollo estadounidense, al interiorizar un trilema (véase más adelante). Dicha tesis oficial, atribuye el proceso colonizador del Oeste estadounidense al Estado y su impulso de los avances tecnológicos (por ejemplo, el ferrocarril, el telégrafo). Así, se supone que, tras finalizar la Guerra Civil, se impone el modelo económico de los Estados del Norte (industriales y autóctonos WASP –acrónimo de blancos anglosajones protestantes-, Baltzell, 1962, 1964) sobre los del Sur (agrarios y religioso dependientes de Europa —o sea, anglicanos y católicos), generalizándose el capitalismo industrial masivo y el éxito de la integración nacional. Se ha asumido la ficción de una unión económica y monetaria estadounidense desde un inicio, cuando en realidad hubo un goteo de anexiones estatales, con diversos niveles de desarrollo y modelos económicos en competencia. Frente a esta visión mínima (casi mono-causal —y hoy reinterpretada en clave identitaria y anticapitalista—), se ofrece aquí una revisión más compleja y ajustada a la realidad decimonónica, proporcionada por la combinación de enfoques heterodoxos (atentos a cuestiones socio-culturales, además de coetáneos con la colonización).

La revisión que aquí se presenta pretende refutar el mencionado reduccionismo erróneo, al menos en tres de sus principales inferencias, imposturas y falacias (con conceptos comadreja y polilogistas según los austriacos; Hayek, 1952a, 1952b; Mises, 1957), relacionadas entre sí e informando el modelo macroeconómico asumido: error protestante, error comunista-utópico, error macro-tecnológico. Más allá de la refutación puntual (de cada error), se va a ofrecer una relectura integradora y alternativa (más próxima a la realidad y no matematizante ni autista, como se califica la visión mainstream, Romer, 2015; Alcorn y Solarz, 2006). Así, se recuperan actores e instituciones socioeconómicas clave en el crecimiento y desarrollo económico estadounidense, como los movimientos utópicos y sus novedosas empresas coloniales religiosas e ideológicas en competición por la conquista del Oeste. Se ofrece una sistematización al respecto, así como una evaluación de eficiencia y sostenibilidad entre proyectos. Al final, se dispondrá de una visión menos limitada (según la sabiduría común mainstream, Galbraith, 1958), y más rica, acerca del proceso decimonónico que condujo a la integración de costa a costa del país, sentando las bases actuales de EE.UU.

Marcos teóricos y metodológicos

El trilema en el que se sustenta la visión mainstream que hay que revisar es el siguiente (gracias a los heterodoxos mainline):

  • Error protestante: tesis weberiana (Weber, 1905), al asumir la supuesta homogeneidad y superioridad protestante (frente a la católica, sobre todo) y su ética como motor del capitalismo, siendo justo al revés (hasta el siglo XIX, hay casos de éxito capitalista tanto en países protestantes como católicos, por ejemplo, en Europa: Bélgica, Francia, Nápoles, etc.; en América: Maryland o Cuba). Resulta que es el capitalismo el que favorece el desarrollo del protestantismo, al promover la libertad religiosa, la separación Iglesia-Estado y la competitividad del mercado espiritual, promoviéndose nuevas fundaciones (Cox, 1964; Sánchez-Bayón, 2014, 2018).

  • Error comunista-utópico: tesis socialista (Noyes, 1870; Hillquit, 1903), sobre su supuesta superioridad moral y de eficiencia, argumento ya refutado por quienes sí visitaron las experiencias colonizadoras del Oeste americano (Nordhoff, 1875; Hinds, 1878, 1908), observando que, en EE.UU., hasta el siglo XIX, el anarquismo y comunismo recibido fue religioso (Rothbard, 1995; Stokes, 1950); luego filosófico (American Individualist Anarchism, Madison, 1945; Martin, 1953); finalmente, el anarquismo y el comunismo han sido interpretados en clave ideológica socialista). El error utópico parte de una tesis popularizada por Marx y Engels (1848, cap. 3), al abordar el “socialismo o comunismo crítico-utópico”. A pesar del desprecio inicial, gracias a la reinterpretación de los socialistas fabianos posteriores (como la generación de historiadores progresistas y escépticos, véase más adelante), la idea de la utopía socialista benévole se ha extendido (ya desmontada por historiadores económicos como Hartwell et al.,1994; Hartwell, 1971; Rothbard, 1995). En realidad, las utopías socialistas tenían una esperanza de vida inferior a los tres años, frente a las varias generaciones de las religiosas, que sí aportaban experimentos de nuevos modelos sociales (tipo mutualismo, cooperativismo, etc.).

  • Error macro-tecnológico: arranca con la generación de historiadores progresistas (Beard, 1913, 1921), con tesis socio-económicas sobre las fuerzas productivas como motor histórico. Este planteamiento fue fusionado por los escépticos con el factor tecnológico (Hofstadter y Olson, 1986; Lipset, 1996) y retomado por los MIT boys. Así, el error tecnológico de impulso estatal (con revivals, Mazzucato, 2013), ya fue refutado por autores neo-institucionalistas como Fogel (1964), minimizándose el papel de tecnologías como el tren (por cierto, vía concesiones privadas, por ejemplo, Mohawk & Hudson Railroad, Saratoga & Schenectady Railroad), para lograr la integración del país (con una aportación tardía estimada de 2 % en el crecimiento del PIB nacional en la década de 1890). Incluso, desde el neo-institucionalismo y la Economía Cultural-EC, sí se consideró clave el papel del factor religioso (con sus despertares y revitalizaciones religiosas) en el crecimiento y desarrollo de EE.UU. (Fogel, 2000; Fogel y Engerman, 1974).

El trilema visto en su conjunto ha servido para confundir y reforzar a su vez el error macroeconómico, consistente en creer que el modelo de crecimiento y desarrollo económico de EE.UU. ha sido único y constante desde el siglo XIX. Se ha dado por sentado un capitalismo industrial de implantación generalizada y dominante (máxime tras la Guerra Civil, con la imposición del modelo norteño industrial WASP a todo el país). En realidad, en el siglo XIX, hubo simultáneamente otros sistemas económicos (como el capitalismo comercial de las empresas coloniales del Oeste o el mercantilismo de las plantaciones sureñas —que no desapareció de inmediato—). El capitalismo industrial solo empezó a extenderse masivamente a raíz de la segunda revolución industrial, tecnológica y energética de la década de 1880 (tras el periodo de reconstrucción y la gran recesión). Entonces, en esta revisión del modelo macroeconómico decimonónico estadounidense, se busca recuperar los aportes del capitalismo comercial de las empresas colonizadoras, que gracias a su excedente de víveres y utensilios (staple approach de EI, NIE y EC), pudo asegurarse el avance en la conexión de sendas costas del país. Por lo que no fueron determinantes en el proceso colonizador ni el Estado ni la tecnología (su papel fue más relevante tras la segunda revolución industrial y el refuerzo del Estado federal con la expansión al Sur); sí fue clave, la competencia entre empresas colonizadoras privadas de corte religioso e ideológico, siendo unas más eficientes y sostenibles que otras.

Criterios de selección del Corpus

Para sistematizar las citadas empresas colonizadoras y poder evaluar su nivel de eficiencia y sostenibilidad, se han combinado los siguientes aportes heterodoxos (y sin embargo complementarios entre sí y constitutivos del mainline, Boettke et al., 2016):

  • Escuela Austriaca de Economía (EAE): se atiende al teorema de Mises sobre la imposibilidad económica del socialismo (Mises, 1922, 1929, 1933, 1944), revisado por Hayek (1944, 1988), extendido luego a cualquier intervencionismo coactivo centralizado y represor de la libertad, según Hoppe (1989) y Huerta de Soto (1992). El teorema de Mises tiene el corolario de los teoremas de elección pública de Buchanan-Tullock. Otra idea clave es la tesis de Hayek sobre el orden espontáneo (desarrollando la mano invisible de Smith, 1776), a favor de las instituciones sociales evolutivas (Hayek, 1946; 1952a, 1952b). En términos metodológicos, EAE ofrece diversos recursos desde sus inicios, con su methodenstreit o disputa por el método (Menger, 1883; Mises, 1929, 1933; Huerta de Soto, 1992, 2000; Hoppe, 1995).

  • Anarco-capitalismo (Ancap): este estudio presta atención a los aportes de American Individualist Anarchist, con lecturas complementarias al respecto de EAE (Veysey, 1973) y Public choice (Tullock, 1972,1974). Esta revisión atiende al axioma de Rothbard (sobre la propiedad y la libre empresa como claves del desarrollo) y al principio homestead o de la granja (apropiación de la tierra vía trabajo, consolidándose el derecho de propiedad. Rothbard, 1973). Históricamente, además, se explica así (gracias a la descentralización y separación de poderes) el tránsito de las pequeñas colonias de Nueva Inglaterra a las grandes de las Provincias medias y los territorios del Oeste (Rothbard, 1975-1979; Sánchez-Bayón, 2014, 2018), así como el paso de main-line churches o iglesias jerárquicas (próximas al poder establecido) a las evangelical churches o iglesias evangélicas (de corte comunitarista). Metodológicamente, esta revisión observa las reglas de la investigación libre (según el enfoque anarquista, es mejor encontrar que confirmar, Feyerabend, 1975; Escohotado, 2008-2016).

  • Enfoque institucionalista (EI): esta revisión se centra en dos corrientes de institucionalismo estadounidense, siendo una la decimonónica o tradicional (de corte histórico-sociológico y pragmático-anti-formalista), y la otra, la neo-institucional del siglo XX. La corriente tradicional ofrecía una economía más comprensiva que cuantitativa (a diferencias de los neoclásicos monetaristas coetáneos, por ejemplo, Clark, Fisher), contando con exponentes muy populares en su tiempo, como Veblen (alumno de Peirce —uno gran pragmático— y del Rev. Sumner —evolucionista; además de economía, enseñó sociología y Chuch-State Studies), Hamilton (del movimiento jurídico-sociológico American Legal realism), Commons (reformador social georgista) o Dewey (pragmático); con una segunda generación, con Mitchell o Ayres (discípulos de Veblen y Dewey). Se vincularán a esta corriente autores semi-institucionalistas como Schumpeter o Galbraith. De EI se han usado aportaciones como el “modelo de modernización y las fases de crecimiento y desarrollo” de Rostow (1959, 1960, 1961), más la crítica del atraso económico de Gerschenkron (1962). También se han considerado otros planteamientos interdisciplinarios próximos a EC y muy presentes en Religion & Economics; véase más arriba): American awakenings and revivals, American excepcionalism, melting pot, stapple approach, etc.

  • Enfoque neo-institucionalista de la nueva economía política (NIE-NEP): desde Law & Economics es importante el teorema de Coase sobre la empresa y el coste transaccional (Coase, 1937, 1960). Public choice ofrece una serie de teoremas de Buchanan-Tullock sobre el intervencionismo, que significa el fin del romanticismo político y su Estado paternalista, porque hay muchos juegos de poder en las decisiones, con efectos correlacionados: buscadores de rentas, clientelismo, capitalismo de amigos, agenda inconclusa e inclusiva, etc. (Buchanan y Tullock, 1962). Constitutional Economics ofrece el teorema de Buchanan sobre la relevancia de las reglas (Brennan y Buchanan, 1985; Buchanan, 1986, 1987, 1990, en coincidencia con Hayek, 1960, 1973). Combinando los anteriores enfoques en materia de R&E, la labor impulsora de Tollison (1989, 2003, 2006) es clave. La Cliometría ofrece observancias empíricas como las ya planteadas por Fogel (sobre las tecnologías, el factor religioso, etc.). Actualmente, se ha producido un revival de NIE, con Premios Nobel en Economía, como Ostrom y Williamson, y autores candidatos como Acemoglu y Robinson (2012, 2019).

Los marcos ofrecidos por los enfoques económicos heterodoxos seleccionados son alternativos al mainstream (para su revisión de fundamentos) y complementarios entre sí (al considerar la economía como un proceso de creatividad y libertad, donde interactúan individuos racionales e instituciones pro-incentivos para un mayor bienestar): a) EAE ofrece una economía positiva, basada en principios y método deductivo (Menger, 1871; Mises, 1949; Huerta de Soto, 2000); b) Ancap ofrece una economía normativa, centrada en la realización de sus principios (Rothbard, 1962, 1973; Hoppe, 1993); c) EI ofrece una economía positiva basada en la combinación de principios y experiencias, además de recurrir a métodos deductivos e inductivos (lo que permite hablar de reglas generales y expresiones coyunturales o idiosincrásicas); d) NIE recoge el acervo de los anteriores, además de acercar planteamientos con la corriente mainstream; incluye los principales desarrollos disciplinarios dentro de NEP (incluido el enfoque posibilista, Hirschman, 1970, 1993). Otros argumentos a favor del uso de los enfoques heterodoxos son: a) su condición coetánea con el objeto de estudio (como mainline del siglo XIX, véase figura 1: a diferencia del enfoque de síntesis neoclásico, que dista más de un siglo y medio de diferencia), por lo que se evitan así errores anacrónicos complementarios; b) su recurso combinado por la disciplina Religion & Economics-R&E (desde la década de 1970, en el marco de EC).

Los marcos citados se incorporaron a R&E[1] (Boettke, 2005), junto con otros de EC (VV.AA., 1972, 2014; Walsh, 2000), como factor religioso y frontera (con sus ciclos de despertares y revitalizaciones; Sánchez-Bayón, 2014, 2018), denominalismo, social gospel, American covenant Theology, staple approach o método de entrada de utopías (arcadianismo, anarquismo, milenarismo, programas de reforma moral, etc.).

Figura 1 Relación de enfoques y escuelas económicas 

El estado de la cuestión difiere de lo habitual, dada la novedad de planteamientos y combinación de marcos (salvo por algunas incursiones sectoriales, tipo Anderson y Hill, 1979, 2004; Veysey, 1973). Por ello, se partió de un estudio bibliométrico especializado de la producción científica de R&E relacionada con la materia y se elaboró un mapa temático y de revistas (véase la figura 2). Con ello, se ha detectado el conjunto de fuentes secundarias clave para el estudio de las utopías o empresas colonizadoras del Oeste americano (Wooster, 1924; Tyler, 1944; Bestor, 1950; Cohen, 1973; Fogarty, 1972, 1980, 1990), más su revival posterior (Gairdner et al., 1980; Berry, 1992; Kephart, 1998; Friesen, 2004; Curl, 2012), completado con multitud de obras enciclopédicas y documentales sobre la vida socio-religiosa en EE.UU. (Lippy y Williams, 1998; Mead, 1975; Melton, 1989; Menéndez, 1976; Noonan y Gafney, 2001; Olson y Djupe, 2003; Queen et al., 1996; Smith y Jameson, 1961). Posteriormente, la revisión se ha afinado, contrastando con fuentes primarias tipo las epístolas de los Owen (entre padre e hijo y con Rapp, digitalizado por la Sociedad Histórica de Indiana) con Cabet y Smith (digitalizado por el Instituto Internacional de Historia Social); junto con viajeros de utopías in situ como Noyes (1870), Nordhoff (1875), Hinds (1878, 1908) o Hillquit (1903).

Nota. Block et al., 2020.

Figura 2 Bibliometría de R&E (temáticas y revistas) 

Aportaciones al estado de la cuestión: sistematización de casos

El criterio de demarcación fijado, para seleccionar qué casos atender (y su saturación: cuando incluir algún supuesto más carece de utilidad marginal), responde a las siguientes coordenadas: a) espacial: los territorios del Oeste de EE.UU. (de Pensilvania a Illinois, abiertos solo a personas libres y deudas, con ahorros y talento para la colonización); b) temporal: siglo XIX, entre la etapa de pre-despegue, madurez y consumo masivo, acompañada de hitos como el 2º despertar religioso y las (Farm)Land Acts, favoreciéndose el proceso colonizador del interior del país; c) material: focalizándose en el nuevo tipo de empresa, como las cooperativas (en forma de granjas y talleres comunitarios), que con la segunda revolución industrial, algunas se reconvertirán en corporaciones para poder sobrevivir. En cuanto a la hipótesis principal de trabajo: se pretende probar la existencia de experiencias anarco-capitalistas (de iniciativa privada y voluntaria) y a estudiar su viabilidad como modelo socio-económico alternativo, además de compararse cuál resultó más eficiente y sostenible. En definitiva, los casos se exponen de manera cronológica y por conjuntos (de las sectas pioneras a las ulteriores utopías ideológicas, con sus experiencias más idiosincrásicas).

La sistematización de casos queda como sigue (Noyes, 1870; Nordhoff, 1875; Hinds, 1878, 1908; Hillquit, 1903): 1) Empresas religiosas (sectas disidentes, perfeccionistas y milenaristas): a) tradicionales trasplantadas (por ejemplo, shakers, rappitas, amanitas), b) sobrevenidas autóctonas (por ejemplo, Testigos de Jehová, mormones); 2) Laboratorios sociales y comunas intelectuales (por ejemplo, Fruitlands, Brook Farm); 3) Empresas ideológicas: a) nacionalistas (por naciones de origen y etnias), b) socialistas (por ejemplo, icaristas, owenitas, fourieristas), c) mixtas (por ejemplo, georgistas, masones, veganos, amor-libre).

Nota. Nordhoff, 1875; Hinds, 1878, 1908.

Figura 3 Empresas colonizadoras comunitarias/cooperativas decimonónicas en EE.UU. 

Empresas religiosas: sectas disidentes, perfeccionistas y milenaristas

El foco de emprendimiento colonizador arranca con el ya citado Holy Experiment de Pensilvania donde los cuáqueros (o Sociedad religiosa de Amigos —anarquistas cristianos, al no aceptar dogmas, ni jerarquías, ni poder civil sobre religioso, etc.) habían llegado a ser los mayores terratenientes privados (por concesión real o compra, contaban con unos 120 000 km 2 ). Para asegurar su conservación de tierras y su expansión política (dando lugar a nuevos Estados), y dada su propia laboriosidad, iniciaron el mayor proyecto emprendedor de su época, como alternativa al mercantilismo de entonces (en seis meses tenían parcelado más de 300 000 acres para empezar la experiencia). Frente a las empresas oligopolísticas de concesión real y con contratos de servidumbre (por ejemplo, London Company, Plymouth Company —y otras merchant adventurers), la naviera cuáquera buscó gente libre y trabajadora, que pudiera pagar un precio simbólico para el viaje y la adquisición de terreno, comprometiéndose además al establecimiento de una granja y/o taller productivo, que favoreciera su sostenibilidad y el crecimiento regional. Se entiende así que los primeros en llegar fueron los integrantes de las nuevas sectas protestantes, inspiradas por el Segundo despertar religioso y perseguidas en Europa.

a) Tradicionales trasplantadas

Entre las primeras religiones trasplantadas estaban los propios cuáqueros, que han permanecido hasta nuestros días. Además de sus exitosas granjas y talleres, dando paso a múltiples negocios, que como corporaciones han continuado hasta la actualidad: la metalúrgica Bethlehem Steel, las financiera Sandy Spring Bank, la empresa de comunicación y posterior financiera Western Union, la alimenticia Quaker Oats, etc.

A continuación se presentan las experiencias de aquellas sectas que llegaron gracias a los cuáqueros:

  • Dunkers (también llamados hermanos bautistas alemanes o Iglesia de los hermanos): se alude así a los inmigrantes centroeuropeos de minorías religiosas como algunos anabaptistas, parte de los amish, etc., disidentes del catolicismo, el luteranismo y el reformismo. Fundaron su primera granja comunitaria en Pennsylvania (aunque con los edificios de mujeres separados de los de los hombres), llamada la Comunidad o Claustro de Ephrata en 1732 (registrado como sociedad anónima desde 1812 y actualmente declarado patrimonio cultural estatal), seguida por la Comunidad de Snowhill (1800), Antietam (1852) y varias más, y desde estas comunidades se extendieron con éxito hacia el Oeste (incluso algunas comunidades se desplazaron al sureste, con plantaciones cooperativas).

  • Shakers (los saltadores o agitados —por sus ceremoniales— en realidad constituidos como Sociedad unida de creyentes en la segunda venida de Cristo): llegaron a Pennsylvania en la década de 1780 y fueron apodados los cuáqueros temblorosos por sus bailes rituales. También fueron los más igualitarios entre hombres y mujeres (con un papel proactivo para las mujeres), destacando la labor fundacional de comunidades de Jane Wardley, Madre Ann Lee o Madre Lucy Wright (que dirigían orfanatos y centros de acogida de la época). En el siglo XIX había unos 4000 creyentes distribuidos en más de 20 comunidades principales y otras tantas pequeñas-familiares (siendo New Lebanon, Sabbathday Lake, Shakertown, etc., están entre las primeras y más importantes, además de persistir hasta hoy). Eran tremendamente laboriosos (e inventores de utensilios), pues consideraban que el trabajo les redimía y mejoraba como personas. Actualmente sus asentamientos también han sido declarados parte del patrimonio cultural estatal o reconvertidos en museos. Sus utensilios y herramientas del hogar, por su sencillez, elegancia y funcionalidad (conforme a su credo), siguen siendo muy valorados y subastados a altos precios.

  • Rappitas (llamados así por su fundador, Johann Georg Rapp, aunque el nombre oficial Sociedad de Armonía): se trata de una escisión del luteranismo (y perseguidos por ello), que llegó a EE.UU. en 1803 (porque la naviera cuáquera se apiadó de ellos y prácticamente les becó el viaje dada su paupérrima situación), trasladando la sede de su sociedad a Pennsylvania en 1805 (perdurando hasta 1905). Como grupo pietista guardaba muchas similitudes con los anteriormente mencionados, por lo que la convivencia fue sencilla. Este grupo, en dos años se recompuso, alcanzó los 400 miembros e inició su especialidad: la fundación de ciudades-taller, como Harmony I (en Pennsylvania), Harmony II (en Indiana), New Harmony (también en Indiana y vendida a Owen, por 135 000 dólares —cuando le había costado el terreno ni 300 dólares— para que intentara su experimento de socialismo utópico, véase más arriba), Economy (en realidad Old Economy Village, en Pennsylvania, característica por sus hornos y donde murió Rapp).

  • Amanitas (proviene del Cantar de los Cantares y significa mantenerse sinceros, y su denominación oficial era la Sociedad de Amana): al igual que los rappitas, fueron muy perseguidos en Alemania, llegando a Pennsylvania por la caridad y compasión de los cuáqueros, quienes no solo sufragaron su viaje, sino que les dieron casi veinte dólares para que pudieran iniciar su andadura. Su laboriosidad y ahorro resultaron aún más formidables que lo de las otras sectas, pues siendo menos y habiendo llegado en peores condiciones, en un par de décadas habían acumulado un patrimonio de casi un millón de dólares. Su proyecto ha continuado, sabiendo adaptarse al capitalismo industrial —algo que no hicieron las otras comunidades— dando paso a Amana Refrigeration Inc. y de ahí procede la multinacional de los electrodomésticos Whirlpool.

  • Sociedad comunal religiosa (conocida por sus integrantes por sus comunas: auroritas y bethelianos): su fundador fue un joven prusiano luterano, William Keil, que emigró a América, asentándose su familia en Pennsylvania. Participó en el experimento de New Harmony (tanto con los rappietas como con Owen, hasta su disolución), y luego pasó a fundar sus propias comunas: Bethel (Missouri) y Aurora (Oregón). Su sociedad combinaba elementos luteranos, pietistas y metodistas, fusionados en la regla de oro (o reciprocidad): trata a tu prójimo como quieres que te traten. Keil fue conocido por su entusiasmo y por ser sanador. Falleció en 1873 y la sociedad se disolvió en 1883.

b) Sobrevenidas autóctonas

Se abordan aquí los experimentos de las nuevas sectas que, como resultado del Segundo gran despertar religioso (Stokes, 1950; Sánchez-Bayón, 2014, 2018), pasan de ser mainline churches o iglesias jerárquicas de origen europeo, a convertirse en evangelical churches o iglesias comunitarias autóctonas, hasta llegar a expresiones muy singulares y casi fuera del cristianismo (secularizándolo y transformándolo a su manera), como los mormones, los testigos de Jehová, los cristianos científicos, etc. En estos casos, ya no se trata de movimientos pietistas, en los que prevalece la laboriosidad y el ahorro como signos de predestinación para la salvación, sino de grupos entusiastas, orientados hacia la comunidad y su solidaridad, con experimentos sociales muy llamativos para la época (por ejemplo, matrimonios complejos o poligamia).

  • Cristianos perfeccionistas: es una rama evangélica que parte del presbiterianismo de su fundador (Rev. Finney), combinada con el metodismo (de moda con el Segundo gran despertar), y que busca la santificación mediante una vida dedicada al amor. Destaca la figura ya citada de Noyes (considerado como proto-socialista utópico estadounidense), influido por Finney, estudia teología, volviéndose predicador (aunque su licencia fue revocada al declararse perfecto y sin pecado en 1834), de gran carisma, logró convencer a centenares de personas para que se unieran a su Sociedad del amor libre y sus comunidades: a) Comunidad de Putney (Vermont, 1836), comienza como una escuela bíblica, pero dada la persecución de las autoridades (deteniendo varias veces a Noyes), finalmente se trasladó a New York; b) Comunidad de Oneida (New York, 1848-1881), es la más importante y conocida de todas, volviéndose el epicentro para el resto de comunidades; c) Comunidades de Wallingford (Connecticut), Brooklyn (New York), Newark (New Jersey), Cambridge y Putney (Vermont), más la comunidad de las Cataratas del Niagara (en Ontario, Canadá), donde finalmente huyera Noyes para evitar más detenciones. Este experimento social comunitario llegó a tener unos trescientos miembros, que se mantuvieron gracias a industrias prósperas (por ejemplo, producción de hilo de seda, trampas para animales, bolsos de cuero, sombreros de hoja de palma, cultivo de frutas y verduras y, sobre todo, platería).

  • Sociedad de Amigos Universales: su fundador fue un cuáquero de Rhode Island, Jemima Wilkinson, quien afirmó haber sufrido una grave enfermedad en 1776, muriendo finalmente y resucitando como un evangélico sin género rebautizado como Amigo Universal Público (refiriéndose a sí mismo de manera no-binaria y vistiendo de manera andrógina). Aprovechando la Guerra de Independencia y con la ayuda de sus hermanos, predicó el fin de los tiempos, reivindicó el fin de la esclavitud y defendió el libre albedrío. Llegó a tener un centenar de seguidores, fundando dos asentamientos: a) Gore —el/la amigo— (en New York, en 1790 y en 1792 ya tenía 25 familias y una granja); b) Jerusalem (también en New York y donde aún se encuentra el Hogar del Amigo, hoy parte del patrimonio cultural estatal). El fundador falleció en 1819, pero sus comunidades continuaron hasta la década de 1860.

  • Restauracionistas cristianos y testigos de Jehová: los restauracionistas pretenden volver a los orígenes del cristianismo, y muchos de ellos son también milenaristas, defendiendo la transformación del mundo y la segunda venida. De entre los restauracionistas surgió en Pennsylvania el movimiento de estudiantes de la Biblia fundado en 1870 por Charles Taze Russell, quien fundó la Sociedad de Tratados de la Torre de Vigilancia de Zion/Sión (Jerusalem). Así comenzó un lucrativo negocio de distribución de literatura religiosa, que a la muerte de Russell, se escindió. Joseph Franklin Rutherford retuvo el control de la sociedad, refundándola en 1931 (para diferenciarla de otros grupos de estudio bíblico), y rebautizándola como Testigos de Jehová. Actualmente cuenta con casi nueve millones de adeptos que se dedican a la evangelización y, gracias a los donativos y la literatura religiosa, es una de las corporaciones más ricas de New York, con una facturación de unos novecientos cincuenta millones de dólares al año.

  • Mormones (oficialmente, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días): es un tipo de sincretismo, que une el cristianismo (evangélico restauracionista) con otras religiones (incluso las religiones precolombinas y la hermética egipcia). Su denominación (mormón), procede de sus escrituras, el Libro de Mormón, quien fuera un profeta nefita y posterior ángel que se le apareció al fundador, Joseph Smith, para mostrarle el libro y que lo tradujera. Smith comenzó a predicar en la década de 1820 en New York, como un restauracionista más, y desde los años 30, como mormón. En su misión de establecer el reino de Dios en la tierra, los mormones llevaron a cabo varias fundaciones: intentos de asentamientos y expulsión con persecución (por recelos por su poligamia y otras prácticas que escandalizaban por entonces): Palmyra (New York), Kirtland (Ohio), New Jerusalem or City of Zion (Missouri). Compra de la ciudad de Commerce (Illinois), renombrándola como Nauvoo (hubo paz y prosperidad hasta que Smith fue apalizado por una turba en 1844). Durante ese periodo, los mormones tuvieron relación con los icaristas de Cabet, a quienes vendieron la ciudad de Nauvoo, y con los fondos partieron para Utah (bajo la dirección de Brigham Young fundaron Salt Lake City).

Entre todos los grupos presentados, cabe destacar las corporaciones de origen religioso que se han mantenido hasta la fecha: a) el bautista Sr. Colgate y su empresa higiénico-sanitaria; b) los evangélicos y sus empresas como Pfalzgraff (utensilios de cocina, mantenida hasta 2005) o Louisville (cerámica y adornos, igualmente vendida en 2007); c) los mormones y su hotelera Marriott, etc. Más eficientes y sostenibles fueron las confesiones que se abrieron al proselitismo y utilizaron su producción como merchandising o mercancía promocional (por ejemplo, Pfalzgraff y Louisville se hicieron muy populares por sus diseños navideños).

Empresas secularizantes: laboratorios sociales y comunas de intelectuales

Este apartado es bastante complejo, pues hace referencia al conjunto de experiencias diversas nacidas de la teología política estadounidense y sus planteamientos secularizantes. Así, alude a las nuevas filosofías sociales, desde las más populares, como el unitarianismo y American Civil Religion-ACR (Sánchez-Bayón, 2018), hasta las más elitistas, como el trascendentalismo y el pragmatismo. Sus empresas coloniales fueron más efímeras, pues sus intelectuales impulsores estaban más preocupados por el desarrollo de sus laboratorios sociales (en educación, cultura, hábitos sociales, etc.), que por la propia subsistencia y sostenibilidad del proyecto. Cabe aquí el corolario de Mises (1956) —con respecto a su teorema— sobre la mentalidad anticapitalista de los intelectuales. Entre este tipo de experiencias cabe destacar:

  • Trascendentalistas: se trata de una corriente de pensamiento autóctona (procedente del unitarianismo), que da lugar a comunas intelectuales, entre las que destacan Fruitlands (fundada en Harvard, en 1842 —con una duración de siete meses— por Lane y Alcott, quienes fueron incapaces de hacer productiva la granja, al dedicar más tiempo a las labores intelectuales), y Brook Farm (fundada cerca de Boston, entre 1844 y 1847, por el ministro unitarianista Replay, con personajes de la época, como el novelista Hawthorne, resultando una experiencia precursora del fouriesismo, véase más arriba).

  • Pragmáticos y comunidades intencionales y fraternales: propiamente estadounidenses, cuentan con experimentos sociales como Social freedom community, Hopedale Community (Practical Christianity), Skaneateles y Prairie Home Community (Society for Universal Inquiry), Brotherhood of the new life, Colonies of Anaheim (California)-Vineland (New Jersey)-Silkville (Kansas). New York Experiments.

Experiencias ideológicas utópicas

a) Nacionalistas

Dos son las líneas de investigación sobre esta cuestión. De un lado, comprobar si la mayor parte de las comunidades evangélicas surgidas tras el Segundo gran despertar (desde 1790), al ser autóctonas, poseen cierto componente nacionalista estadounidense o patrio (frente a las main-line churches, que sí tienen un origen foráneo, respondiendo a líderes extranjeros, como el caso anglicano). Por otro lado, si otras comunidades inmigrantes con Iglesia de Estado mantienen ese nacionalismo con su metrópoli y de ahí la tendencia al aislamiento, para mantener sus tradiciones originales, como los casos de Danish Socialist Colony (en Kansas), German Reformed Colonies (en Texas), Bishop Hill Colony (de suecos en Illinois) o Am Olam (con comunidades agrícolas judías por todo el país —como adelanto de los kibutz). Otra línea sería la del movimiento georgista (por su inspirador, Henry George y su obra Progreso y pobreza de 1879), pero dadas sus relaciones con el socialismo, quizá pase al bloque mixto.

b) Socialistas

Las comunidades de inspiración socialista utópica de la segunda mitad del siglo XIX son variadas, clasificándose sus experiencias de la siguiente manera:

  • Icaristas: denominación por la obra Viaje a Icaria (1839) del francés E. Cabet (con planteamientos igualitaristas), quien se trasladará a EE.UU. en 1848, ayudando a impulsar comunidades icaristas como la Lousiana, Texas, Iowa, Missouri, California, etc. Se destaca Nauvoo (en Illinois), por ser un proyecto compartido con los mormones (hasta el linchamiento de Smith y la decisión de Young de inmigrar a Utah).

  • Owenianos: reciben su nombre de su inspirar, el paradójico industrial y socialista utópico R. Owen (fue el primero en generalizar el término “socialista”, en 1827, para referirse a su proyecto de nueva sociedad con oportunidades para todos). Contó con el apoyo de Dale (Director de Royal Bank of Scotland —y su suegro—) y Bentham, para financiar el proyecto de New Lanark (una gran fábrica, con innovaciones sociales, como una guardería), pretendiendo repetirlo y extenderlo para toda una ciudad en New Harmony (Indiana). El proyecto fracasó porque no seleccionó a los obreros (contrató a casi un millar de trabajadores sin cualificación); dejó a cargo a su hijo (quien se rodeó de intelectuales sin experiencia práctica); las dificultades para conseguir más financiación (por la coyuntura de entonces), etc. El caso es que Owen perdió 4/5 partes de su fortuna, mientras que los cuatro periódicos de New Harmony (financiados por él), le acusaban de especulador (por no haber arriesgado el 100 % de su patrimonio). Fue tal el despropósito, que ni siquiera visitando las instalaciones en persona, se pudo arreglar la situación. En sus memorias, Rapp recordaba lo triste que se sintió cuando regresó a New Harmony para completar la transacción económica, y en menos de dos años, la ciudad se había había dejado deteriorar “ni habían retejado”, se lamentaba para sí mismo.

  • Basados en los postulados del socialismo utópico owenita, hubo otros experimentos: a) Oberlin Colony en Ohio (1833-1843), liderado por J. J. Shipherd (y ocho familias); b) Kristeen Community en Indiana (1845-1847), liderado por C. Mowland, quien guardaba vínculos con la Sociedad Universal de Búsqueda (véase más adelante); c) Fruit Hills en Ohio (1845-52), liderado por el anarquista O.S. Murray, quien tenía relación con la comunidad de Kristeen; etc.

  • Fourieristas: la recepción de los postulados del socialista utópico francés (o, mejor dicho, mutalista), dio lugar a la constitución de la American Fourier Society con su red de comunidades o falansterios (en inglés phalanx o falanges). Cabe destacar los siguientes (siguiendo el orden de Noyes y Nordhoff): Trumbull phalanx, Ohio phalanx, Clermont phalanx, Integral phalanx, Alphadelphia phalanx, Clarkson phalanx, Sodus Bay phalanx, Grange phalanx, Wisconsin phalanx, North American phalanx, etc. Incluso, otros experimentos menores e independientes, como Spring Farm Colony (en Wisconsin, 1846-1848).

  • Fabianos: se alude al socialismo soterrado en universidades, medios de comunicación, think-tanks y Administración pública, que en el caso estadounidense se inició vía Christian socialism, más concretamente, por agentes como el Rev. W.D. Porter Bliss, en la década de 1890, quien sí llevó a cabo algún intento de experiencia comunal. Posteriormente, su desarrollo se limitó al ámbito académico y administrativo, constituyéndose American Fabian Movement, así como la multiplicidad de Fabian Societies y University Labour Clubs en las universidades (por ejemplo, Harvard Fabian Society con integrantes como Stuart Chase, quien ayudara a diseñar el New Deal).

c) Mixtas

Aquí consideramos aquellas experiencias que entremezclan ideologías (como el georgismo, ver más adelante), o directamente aquella suerte de miscelánea, donde atender a los movimientos espiritualistas y de amor libre, como las comunas de Nashoba (en Tennessee, 1825-1828, liderada por F. Wright), Free Lovers at Davis House (en Ohio, 1854-58, liderada por F. Barry), etc. Incluso casos sui generis, como Sylvania Association, Yellow Springs Community, Seven Epitaphs, Marlboro Association, Northampton Association, etc. Cabe destacar el caso abiertamente declarado de socialismo libertario, el caso de New Philadelphia Colony (en Pennsylvania, 1832-1833, liderado por B. Müller). También son curiosos los Grangers o corporaciones locales de pequeños propietarios rurales y masones; incluso los casos de comunidades de vida vegetarianas, tipo Octagon City (Kansas) o Shalam Colony (New México).

Discusión y conclusiones

Con respecto a la hipótesis de partida, se confirma que el modelo macroeconómico estadounidense, en cuanto a su crecimiento y desarrollo, no ha sido uniforme, ni lineal, ni constante, sino rico y plural, conviviendo a lo largo del siglo XIX con reminiscencias mercantilistas, con un capitalismo comercial (donde se enmarcan las experiencias estudiadas) y otro incipiente industrial (despegando gracias al excedente de los casos tratados). También se constata que existieron experiencias anarco-capitalistas en la colonización del Oeste estadounidense (en forma de sociedades comunitarias, cooperativas y mutualidades,algunas de las cuales se reconvirtieron posteriormente en corporaciones de economía a escala). Hubo una diversidad de casos en forma de empresas privadas para promover granjas y/o talleres comunitarios, dotándose así la frontera de víveres y utensilios, y ayudando a conectar e integrar el país. Así, no fue el Estado ni sus tecnologías los factores determinados del cambio (o al menos, fueron impulsadas por la sociedad civil, desde los movimientos religiosos hasta los grandes empresarios como Edison, Tesla o Westinghouse). Resulta que el Estado fue cuestionado con la Guerra Civil y las tecnologías quedaron en manos de empresas privadas y/o capital extranjero. El factor religioso (lato sensu, incluyendo las ideologías) fue más relevante, movilizando multitudes y favoreciendo la constitución de comunidades en todo el Oeste.

Entre las empresas colonizadoras sistematizadas, se puede plantear la siguiente comparativa entre grupos de comunidades (resolviendo la paradoja colonizadora): las experiencias más costosas (en precio, oportunidad, pérdidas o coste hundido, etc.) y primeras en extinguirse, pese a ser las más recientes en establecerse (surgidas en la década de 1840 y desaparecidas antes de la Guerra Civil, en su mayoría), fueron las empresas ideológicas (sobre todo, las de socialismo utópico). Las más cortas y de coste limitado (perdiéndose las donaciones de sus benefactores), fueron las comunas intelectuales (de corte socialista fabiano), que no superaron los cuarenta y ocho meses, afectando a menos de medio centenar de personas en total. Estos casos tenían en común el factor ideológico, dando lugar a una peor adaptación a los acontecimientos, por su dirección centralizada y coactiva (tendente a formalismos y burocracia poco operativa), y por su falta de incentivos para la productividad y rentabilidad (sin libertad, propiedad ni iniciativa particular).

En consecuencia, se cumple el teorema de Mises sobre la imposibilidad de socialismo (máxime desde su reinterpretación de Hoppe y Huerta de Soto, como intervencionismo de planificación centralizada y coactiva, desincentivador de la iniciativa privada), junto con los teoremas complementarios de Buchanan-Tullock (acerca de las redes clientelares, la búsqueda de rentas, las decisiones ómnibus, etc.). Esto explica la mayor ineficiencia e insostenibilidad de las utopías ideológicas frente a las religiosas: mientras las ideológicas desaparecieron en poco tiempo y con un alto endeudamiento, algunas de las confesionales pudieron evolucionar espontáneamente (Hayek), dando paso a corporaciones vigentes hasta la fecha, como las empresas de origen amanita, mormón, etc. Estos últimos proyectos se mantuvieron más tiempo gracias a los mecanismos compensatorios del evangelismo social y el plus social (los esfuerzos productivos no gratificados económicamente lo eran vía reconocimiento social y santificación para la vida eterna).

Como corolario comparativo, entre todas las experiencias, ya se ha dicho que las religiosas tradicionales (las sectas disidentes y perfeccionistas), fueron las más productivas, entre otras cosas por su visión positiva y redentora del trabajo y los negocios (incluso reviviendo la función empresarial, como los casos de rappitas y amanitas). A diferencia del resto de granjeros estadounidenses, quienes se conformaban con una producción de autarquía (reproduciendo más o menos sus recursos), en cambio, las sectas mencionadas tendían al crecimiento y la diversificación (a la granja le seguían serrerías, molinos, telares, tintes, carpinterías, hornos, imprentas, etc.), además de cuidar el ahorro, por lo que podían afrontar mayores inversiones, multiplicando su capital (hasta producir capitales compuestos). El problema llegó con la adaptación al capitalismo industrial (con su producción masiva y economía a escala) y las trabas del Estado-nación federal (que no quería modelos alternativos que vulneraran su normalización dominante). Por tanto, no es que no haya habido utopías en EE.UU. (incluso en forma anarco-capitalista), sino que estas han pasado a ser marginales y marginadas desde el siglo XX, con el fortalecimiento del Estado y su economía de bienestar (expropiando la solidaridad y caridad, convirtiéndolas en bienes públicos con cargo a presupuestos).

De manera telegráfica cabe concluir, en la evolución fundacional estadounidense (atendiéndose a la multi-relación entre economía, derecho, política y religión), que el siglo XVII fue el del mercantilismo auspiciado por Casas reales (abiertamente en las Plantaciones sureñas y encubierto en los contratos de servidumbre de viaje en Nueva Inglaterra). El siglo XVIII fue el inicio del capitalismo comercial, sobre todo hacia el interior del continente, pero también fue convulso, porque hubo muchas guerras (por ejemplo, las Guerras indias, la Guerra de Independencia). En el siglo XIX surgió el capitalismo comercial, especialmente en la colonización del Oeste, gracias a las empresas coloniales privadas (siendo el verdadero origen del cooperativismo y mutualismo generalizado). Mientras, en la costa atlántica y proximidades, se produjo la tensión entre el emergente modelo industrial nórdico y el vestigio mercantilista del Sur, que terminó en la Guerra Civil y en la imposición del modelo del bando vencedor sobre el vencido (pero no por superioridad económica, ya que las materias primas del Sur habían subido de precio por su demanda para la industrialización de Europa).

Centrando la atención en lo visto en este estudio sobre los experimentos estadounidenses del siglo XIX, es posible diagnosticar las causas de su extinción por la concurrencia de una variedad de circunstancias y supuestos: a) la realización de su objetivo, o sea, ayudar a colonizar el Oeste e integrar el país; b) la realización del teorema de la imposibilidad del socialismo (por lo que aquellas comunidades que permanecieron más centralizadas y coactivas, sin el debido respeto a la propiedad y a la iniciativa particular, siendo las primeras en extinguirse y las más costosas); c) las presiones del modelo normalizador del Estado-nación federal (que no quería modelos alternativos, por lo que los f marginó, hasta su extinción y reconversión de sus asentamientos en parte del patrimonio cultural estatal); d) los efectos de la segunda revolución industrial y tecnológica, que dio paso al capitalismo industrial (superando así el capitalismo comercial, del sector primario, en el que estas comunidades —con excepción de los amanitas y su Whirlpool, por ejemplo— destacaban).

Como futuras líneas de investigación, se debería profundizar en la vida de las comunidades presentadas y en su comparativa de concepción y realización de coste, utilidad y eficiencia.

Agradecimientos

El estudio es parte de la tesis doctoral de Sánchez-Bayón en Economía (UCM), y está apoyado por varias instituciones de investigación como GESCE-URJC, GID-TICTAC CCEESS-URJC, Henry Hazlitt-UFM Doctoral Center y TRANS-REAL LAB-UVA.

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[1]Disciplina emancipada de Church-State Studies (Stokes, 1950; Wood et al., 1958) en los años 70 y dividida con las guerras culturales (Sánchez- Bayón, 2014, 2018): a) línea de consenso con estudios en relaciones ecuménicas, denominalismo y competencia, etc.; b) línea crítica con atención a los problemas de las minorías y la discriminación, la desigualdad, etc. A partir de la globalización, hubo un renacimiento de la disciplina, con el rótulo Economics of Religion (cód. JEL Z12 y promovida por el enfoque de la Economía Cultural). Cuenta con varios think-thanks, destacando el Instituto para el Estudio de Religión, Economía y Sociedad en Univ. Chapman, bajo la dirección del Prof. Iannaccone (1998), en colaboración con la Asociación para el Estudio de Religión, Economía y Cultura en Univ. Estatal de Pensilvania, junto con la Fundación J. Templeton y la Fundación de Ciencia Nacional, etc.; también hay multitud de programas y líneas de investigación interdisciplinares sobre la materia en universidades del Ivy League (por ejemplo, Harvard: Barro y McCleary, 2003, 2006). Actualmente, hay una recuperación del nombre original, con iniciativas como Religion & Economics Collection en The Quaterly Journal of Economics, apoyado por las universidades de Harvard y Oxford, más medio centenar de revistas especializadas bien indexadas (véase figura 2).

Recibido: 25 de Abril de 2022; Aprobado: 18 de Julio de 2022

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