Introducción
El emprendimiento es hoy en día un pilar fundamental en el desarrollo económico y la generación de empleos en el mundo; además, posee una especial relevancia en las zonas rurales. Es así como el estudio del emprendimiento ha despertado gran interés por parte de investigadores de diversas disciplinas (Moliné, 2017). Con los desafíos actuales que enfrentan las áreas rurales tradicionales, el éxito futuro de gran parte de estos territorios está vinculado a la capacidad de las personas locales para innovar e identificar nuevas oportunidades de negocio que creen empleos, riqueza y mejoren las condiciones de vida (Baumgartner, 2013).
A pesar de los avances socioeconómicos en América Latina y el Caribe en el último decenio, la región continúa siendo la más desigual del mundo. Una de las dimensiones de esta desigualdad son las brechas de desarrollo entre las áreas urbanas y rurales y también las que se identifican dentro de las áreas (Reinecke, 2017), lo que pone en desventaja la inclusión económica de las localidades en mención.
En el Ecuador, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) publicó el reporte de indicadores laborales, pobreza y desigualdad de diciembre de 2017. El estudio comparado con diciembre de 2016 trae cifras estables, que en algunos casos mejoran. La Población Económicamente Activa (PEA) que estaba desempleada el año anterior se ubicó en 5,2% y ahora está en 4,6%. En diciembre 2017 la tasa de empleo bruto fue de 64,6% a nivel nacional. En el área urbana fue de 62,0% y en el área rural de 70,6%. El subempleo no presentó variaciones estadísticamente significativas a nivel nacional. A diciembre de 2017 fue 19,8%; 18,4% en el área urbana y 22,8% en la zona rural. En la zona urbana hubo un incremento en 2,7 puntos, mientras que en la rural se redujo en 2,6 puntos. (Telégrafo, 2018). A partir de estas cifras podemos inferir, que el empleo informal ha sido uno de los elementos importantes en la reducción de las cifras indicadas. Al mismo tiempo, se observa paralelamente que en Ecuador aproximadamente el 64% de los emprendimientos se ubican en áreas urbanas; entre quienes emprenden por oportunidad de mejora, 67,8% también, proporción similar a la encontrada en 2015. Entre quienes emprenden por necesidad el patrón es similar, sin embargo, la proporción de emprendedores rurales por necesidad es relativamente alta y superior a la alcanzada en 2015.
La aceptación del emprendimiento como una fuerza de desarrollo central por sí misma no conducirá al desarrollo rural y al avance de las microempresas, lo que se necesita además es un entorno que permita la iniciativa empresarial en zonas vulnerables. La existencia de dicho entorno depende en gran medida de las políticas que promueven el emprendimiento, esta visión tiene implicaciones importantes para su desarrollo. Si actualmente las actividades empresariales en un área rural dada no prosperan, no significa que el emprendimiento sea algo inherentemente ajeno a las localidades. Si bien este sentimiento podría tener algún legado debido al ritmo más lento de los cambios que ocurren en las zonas rurales en comparación con las urbanas, la acción adecuada puede marcar una gran diferencia con respecto al comportamiento empresarial de las personas que viven en dichas zonas (Rehman, 2005).
Los emprendimientos rurales son microemprendimientos populares mercantiles, en su gran mayoría familiares y pequeños, son organizados a partir de las estrategias de las unidades domésticas y están subordinados a la misma lógica: no buscan la acumulación de riqueza o de capital sin límites, sino que son mediaciones para lograr mejores condiciones de vida por la vía de obtener un ingreso neto mediante la producción y venta autónoma de bienes y servicios (Coraggio, 2011); por lo tanto, estos emprendimientos no divergen a generar capitales.
El contexto social y cultural del emprendimiento rural, se refiere a las ideas, los valores y el entorno social, que pueden estimular o limitar el emprendimiento individual. La cultura impone ciertos estándares de comportamiento, que son los valores y opiniones de la manifestación de la comunidad local. El nivel de emprendimiento de los habitantes del sector rural depende no solo de las condiciones legales, institucionales y financieras, sino también de los factores sociales y culturales. Si bien el espíritu empresarial es una característica individual, como resultado del conocimiento, la competencia, la habilidad, el coraje, el ingenio y la actividad, el contexto social y cultural puede fortalecer o debilitar las actitudes empresariales de los individuos. (Michalewska-Pawlak, 2012).
Este estudio es parte de una investigación sobre emprendimiento rural. El objetivo fue determinar los impactos que han producido estos emprendimientos en el desarrollo económico y sociocultural el caso de las comunas Libertador Bolívar, Cadeate y San Pablo, del cantón Santa Elena, poblaciones que han permanecido en extrema pobreza (SENPLADES, 2014). Para este propósito, los datos fueron recolectados de un cuestionario directo que involucró 250 personas con emprendimientos establecidos en dichas comunas; además, se entrevistaron a 10 autoridades inmersas en el proceso de desarrollo de las localidades.
El emprendimiento rural se puede definir como todas las formas de comercio que tienen lugar en áreas caracterizadas por espacios abiertos y pequeños asentamientos de población en relación con el contexto nacional (Kalantaridis, 2006). Tal definición tiene claras ventajas cuando se explora al emprendedor rural como un nivel agregado, es decir, que sugiere que la actividad empresarial agrega algo adicional: un 'valor agregado' que tiene que ver con la dimensión socioespacial de lo rural. Sin embargo, gran parte de la literatura sobre emprendimiento tiene un enfoque urbano (Baumgartner, 2013) donde el emprendimiento es a menudo más frecuente debido a los efectos de localización y urbanización (Freire-Gibb, 2014).
El emprendimiento puede jugar un papel clave en el desarrollo de las áreas rurales. En la población los ingresos aumentan, siendo significativamente más bajos en contraste con los ingresos de las zonas urbanas. Los ingresos dinamizan la economía de la localidad y por ende el nivel de vida de la población, también; por el aumento en el consumo interno, el desarrollo de los mercados locales y el aumento en el poder adquisitivo de sus participantes. El crecimiento de los negocios da como resultado la aparición de más negocios, no solo para las personas que inician actividades comerciales, sino también a través de la creación de nuevos emprendimientos. La iniciativa económica de los habitantes contribuye al cambio de la estructura económica de la localidad. El desarrollo de la actividad económica no agrícola promueve la reducción de un desempleo evidente, este proceso plantea desafíos específicos en forma de absorción de la fuerza de trabajo liberada y la explotación del potencial de la misma. El espíritu empresarial debe ser una alternativa, al menos para las personas que permanecen en la localidad y no emigran. Sin embargo, este enfoque requiere la adaptación de los habitantes rurales al funcionamiento en la nueva realidad, ya que el emprendimiento se refiere a la capacidad de buscar nuevas oportunidades comerciales, basadas en el uso del potencial local específico en dichas áreas de acuerdo con Kaleta (1997 citado en Michalewska-Pawlak, 2012).
Debido al déficit en los servicios de la actividad comercial, las localidades aparecen como una oportunidad para el desarrollo de actividades en sectores como: bazares, tiendas de abarrotes, servicios de internet, locales comerciales, despensas. Además, debido a la riqueza medioambiental y cultural de las comunidades, otro sector que requiere gestión es el negocio activo, en particular, el turismo rural según
Jedrysiak (2010 citado en Michalewska-Pawlak, 2012).
A pesar de que el potencial de desarrollo de las comunidades en el cantón Santa Elena, es bastante incierto, vale la pena señalar que existe una escasez significativa de entorno empresarial que respalde el emprendimiento rural (Dziemianowicz, 2000, citado en Michalewska-Pawlak, 2012). Se han creado numerosos establecimientos de alimentos a lo largo de la costa del cantón Santa Elena, por iniciativa propia, con apoyo de las familias, que sin duda se ha logrado enfatizar el cambio estructural de las comunas en estudio.
El capital social de la comunidad, ha fortalecido las actitudes y actividades empresariales en su economía. La oportunidad de utilizar el potencial local y satisfacer sus necesidades, ha efectivizado el desarrollo del emprendimiento, debido a las características específicas de su entorno; además, el emprendimiento está arraigado en la comunidad, lo que significa que es una respuesta a las necesidades locales específicas. Vale señalar que este tipo de emprendimiento apoya la inclusión de personas marginadas por diferentes motivos en el mercado laboral. Si bien el emprendimiento a menudo se convierte en el resultado de la coerción económica, debido al temor al desempleo, puede usar y activar el capital social local.
Analizando el impacto de los factores culturales en el desarrollo del emprendimiento, es necesario referirse a varios aspectos. El primero es el nivel de individualismo, que indica cuántas personas están dispuestas a asumir la auto actividad y la responsabilidad en relación con la acción colectiva. Otro se relaciona con los valores apreciados en la vida personal, ya sea que tengan una dimensión individualista: la competencia, el éxito o una dimensión comunitaria: colaboración, relaciones. La forma de lidiar con la incertidumbre y las actitudes hacia el cambio, así como centrarse en la perspectiva a largo plazo y la capacidad de invertir en el futuro, asociad con virtudes tales como: ahorro, paciencia y perseverancia determinan el nivel de iniciativa empresarial (Howe, 2002, citado en Michalewska Pawlak, 2012).
En el aspecto social, se observa que el acceso limitado de las comunidades rurales a la institución de asesoría, capacitación y financiamiento, ha causado limitantes para que el desarrollo de los emprendimientos sea más ligero. Este problema se relaciona principalmente con la poca atención que las autoridades de turno han brindado a las localidades comunales, por lo que en muchas ocasiones, la pasividad social y profesional de la población se ha mantenido no solo como un problema económico, sino también cultural. Por lo tanto, la estimulación de la actividad económica no es solo una necesidad de crear oportunidades, sino también de monitorear el progreso. Es importante establecer, que el emprendimiento, que se expresa al hacer intentos de dirigir negocios principalmente, está sujeto a un considerable grado de riesgo.
El pesimismo y la falta de confianza en sí mismo de la población rural debilita la motivación que impulsa el inicio de actividades en la actividad económica. El cambio de mentalidad de la población rural sobre su papel en los procesos económicos y las posibilidades de influir en la vida de las comunidades locales es tan importante como el apoyo financiero y la implementación de programas de desarrollo en muchos casos. La desconfianza, el miedo y el riesgo de incurrir en un fracaso inhiben las iniciativas económicas de la población rural de manera efectiva.
Al mismo tiempo, en la investigación social, los comuneros aparecen como un grupo con una capacidad significativa para adaptarse a todas las condiciones.
Esta conclusión, sin embargo, no indica su disposición a asumir desafíos, asumir riesgos y adoptar actitudes empresariales. Seleccionan estrategias de vida, de constancia y paciencia con mucha más frecuencia. Esto significa que la creatividad es reemplazada por la pasividad, que es el resultado de una elección consciente para garantizar la supervivencia en las dificultades materiales y sociales. Un pequeño porcentaje de residentes rurales está tratando de influir activamente en su destino y posición económica. A pesar de las dificultades, pocos de ellos aprovechan los cursos y las capacitaciones profesionales. Este fenómeno puede describirse como impotencia aprendida, que se refiere a las personas que han perdido el sentido de influencia en su propio destino y no ven la relación entre las actividades individuales y la posibilidad de que mejore su posición (MichalewskaPawlak, 2012). El motivo principal para emprender actividades económicas de los comuneros es el deseo de mejorar su situación económica y por ende tener una mejor calidad de vida.
El nivel de emprendimiento, depende principalmente de las condiciones de vida, en menor medida, la actitud emprendedora expresa el deseo de independencia o un deseo de autorrealización. El emprendimiento y la actividad económica de la población rural a menudo se asocian con la necesidad de adquirir nuevas competencias, aprender una nueva profesión e incluso cambiar el estilo de vida. Este es un desafío serio para las comunidades dedicadas a actividades no agrícolas ni pesqueras. La implementación de los nuevos planes e ideas requiere tiempo adicional y, a menudo, paciencia para esperar resultados concretos, lo que implica comenzar un negocio u otro tipo de actividad.
La cultura tradicional del comunero, se basa en fuertes relaciones familiares y de vecindario, y el compromiso de trabajar en intereses comunes, especialmente ante la falta de acceso a factores externos que respalden el desarrollo empresarial.
Materiales y métodos
El diseño de investigación fue de carácter exploratorio, orientado a la identificación de los factores económicos y socioculturales que se han producido, con los emprendimientos rurales establecidos en las tres comunas de estudio.
La población consultada correspondió a 250 emprendedores con un muestreo por conveniencia, la recolección de datos fue a través de un cuestionario con preguntas abiertas y de escala, las cuales estaban orientadas a determinar los indicadores propuestos por la literatura con respecto a género, actividades comerciales o de servicios, niveles de ingresos, etc.
El levantamiento de información se realizó a aquellos emprendimientos establecidos alrededor de la zona principal de las comunas, determinándose 70 emprendedores en la comuna Libertador Bolívar, 70 en la comuna Cadeate y 110 en la comuna San Pablo. Los programas Excel y SPSS, fueron utilizados para realizar la descripción de los datos en tablas y gráficos.
Resultados
Los principales resultados determinan que los emprendimientos han tenido un impacto en los factores sociales, ya que ello se observa en la legitimación y operacionalización en las localidades estudiadas, el apego a las tradiciones a través de emprendimientos gastronómicos y ventas de artesanías elaboradas por la propia comunidad, lo cual representa el 80% de la actividad emprendedora.
Además, se determinó que el 75% de los emprendedores son mujeres, lo cual indica que el rol de la mujer ha sido importante en la economía de la localidad.
La valoración de la familia también es un elemento básico en este estudio, ya que el 78% de los colaboradores en los emprendimientos son hijos y familiares.
El 55% de los emprendimientos se basan en la demanda local de productos y servicios, el 45% se dedican a otras actividades como la gastronomía y el turismo, debido a que estas son más rentables en ciertos períodos de estacionalidad, donde la demanda es más prominente.
Esto indica, que las actividades económicas de las localidades no tienen una organización profesional. En relación al impacto económico, los resultados indican que la economía se ha dinamizado en las localidades de estudio, ya que el 78% de los emprendedores indicaron que sus ingresos ascendían entre US 200 y US 400 dólares al mes, mientras que el 22% ascendían entre US 401 a US 800, en especial aquellos cuyos emprendimientos estaban orientados a la artesanía de bambú, donde los productos son suntuarios de mayor valor.
Entre otros datos, el 95% de los encuestados valoran el trabajo autónomo y el autoempleo, lo que legitima la actividad productiva y aumenta la probabilidad de que las personas se conviertan en emprendedores. Entre los resultados de valores cruzados, las referencias se citan a continuación:
Fuente: Levantamiento de información primario realizado en las tres comunidades objetas de estudio octubre 2018.
Entre los datos más relevantes de la tabla 1, se puede destacar que los encuestados que sí decidieron emprender tuvieron como razón social principal el beneficio común más que el de generar empleo o buscar el desarrollo compartido. De los que no decidieron emprender mencionan que sí lo pudieran hacer siempre que exista capital interno o externo pero sin crear alguna sociedad.
Fuente: Levantamiento de información primario realizado en las tres comunidades objetas de estudio octubre 2018
De acuerdo con los datos de la Tabla 2, los encuestados que si decidieron emprender tuvieron como impulso su situación laboral, pues al momento de la puesta en marcha no se encontraban laborando en relación de dependencia, y tan solo un pequeño margen lo hizo para brindar plazas de trabajo y con beneficios sociales.
Cabe indicar que, de los encuestados que no decidieron emprender, la principal causa fue la incertidumbre de no poseer en un futuro los ingresos necesarios para enrolar al personal que se contratase.
Conclusiones
El análisis muestra que la actitud emprendedora de las poblaciones rurales en estudio, están relacionadas en gran medida con contextos sociales y culturales favorables.
La actividad económica se debe más bien a la orientación al beneficio y al consumo, que a los valores sociales y culturales, como el individualismo, el trabajo y el deseo de autodesarrollo. El emprendimiento se trata como una forma de protección de los intereses económicos.
Los habitantes de las comunidades, comienzan sus negocios como empujados por fuerzas y circunstancias internas. Para la mayoría de ellos, la decisión de emprender una actividad económica está más relacionada con la falta de alternativas en el mercado laboral que con las aspiraciones y ambiciones personales. La mayoría de los encuestados tienen una imagen positiva del desarrollo que han tenido a partir de la decisión de emprender, la posición a asumir riesgos financieros está limitada por el deseo de seguridad social y estabilidad laboral.
La principal motivación para poner en marcha una empresa por parte de los emprendedores de las zonas rurales como fuente de ingresos es la falta de oportunidades de trabajo existentes en estas zonas. Las actividades económicas de las localidades no tienen una organización profesional. La forma básica de las organizaciones en estos contextos son las microempresas, basadas en el apoyo financiero de familiares y amigos.
Debido a las oportunidades limitadas para las actividades tradicionales en las zonas rurales, la importancia del emprendimiento social ha ido en aumento. Es un tipo específico de actividad económica, cuyo objetivo es activar a las personas excluidas del mercado laboral. El emprendimiento social también se enfoca en el desarrollo de comunidades locales donde se implementan iniciativas. El nivel apropiado de capital social, que se ha reflejado en la confianza y la cooperación entre las personas, es necesario para el desarrollo del emprendimiento social. Las zonas rurales se caracterizan por una escasez de capital social. Finalmente, vale la pena señalar que el contexto social y cultural del bajo nivel de iniciativa empresarial de la población rural es en gran medida el resultado del impacto del socialismo real, que tiene una limitada autosuficiencia e iniciativa de la población rural. Los cambios culturales reflejados en las actitudes y comportamientos individuales son significativamente más lentos que los cambios políticos y económicos.