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Letras Verdes, Revista Latinoamericana de Estudios Socioambientales

On-line version ISSN 1390-6631

Letras Verdes  n.32 Quito Sep./Feb. 2022  Epub Feb 01, 2022

https://doi.org/10.17141/letrasverdes.32.2022.5306 

Articles

Trayectorias tóxicas: habitar, migrar y asentarse en zonas de sacrificio rurales y urbanas

Toxic Trajectories: Inhabiting, Migrating, and Settling in Rural and Urban Sacrifice Zones

Malena-Inés Castilla,* 
http://orcid.org/0000-0002-1040-5568

1*Universidad Nacional de La Matanza, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (UNLAM- CONICET), Argentina, malenacastilla@gmail.com


Resumen

El presente artículo se propone analizar y describir dos escenarios diferentes, pero con devenires similares, donde la población indígena constituye uno de los sectores más afectados. Por un lado, la región chaqueña en el norte de la República Argentina y, por el otro, la Región Metropolitana de Buenos Aires, en el centro neurálgico del país. Estas regiones, a pesar de tener historias productivas diferentes, se encuentran atravesadas por un modelo extractivo que avanza sobre sus territorios y los transforma en zonas de sacrificio. A partir de investigaciones precedentes y de datos primarios obtenidos del trabajo etnográfico, se retoman entrevistas en profundidad, virtuales y telefónicas, situaciones conversacionales, notas de campo, fuentes primarias y secundarias, mapas catastrales, censos poblacionales, entre otros. Desde la perspectiva de la antropología social, se analizan los escenarios de desigualdad socioeconómica y ambiental que se desarrollan en ambas regiones y el impacto que tienen en las poblaciones locales que, en muchos casos, se ven forzadas a migrar y consolidar sus experiencias tóxicas, signadas por escenarios de pobreza, hacinamiento, contaminación, invisibilización y negación.

Palabras clave: ambiente; comunidad indígena; migración; violencia

Abstract

This article analyses and describes two different but similar scenarios in which the indigenous population is one of the most affected sectors. On the one hand, the Chaco region in the north of Argentina and, on the other, the Metropolitan Region of Buenos Aires in the center of the country, both of which, despite having different productive histories, are affected by an extractive model that is advancing on their territories, transforming them into sacrifice zones. Based on previous and current research conducted in the framework of ethnographic work, in-depth interviews, virtual and telephone interviews, conversational situations, field notes, primary and secondary sources, cadastral maps, population censuses, among others are used. The scenarios of socio-economic and environmental inequality that develop in both regions and the impact they have on local populations, who, in many cases, are forced to migrate and consolidate their toxic experiences, marked by scenarios of poverty, overcrowding, contamination, invisibilisation and denial are analysed, from the perspective of social anthropology.

Keywords: environment; indigenous community; migration; violence

Introducción

El acaparamiento territorial y de la biodiversidad sobre diferentes regiones de Argentina ha avanzado desde finales del siglo XIX y continúa en la actualidad, de la mano de diversos proyectos extractivos (Laval y Dardot 2015). Tales proyectos, fundamentalmente vinculados al agronegocio, explotan grandes cantidades de recursos naturales que, por lo general, son exportados como commodities y generan economías de enclave, a través de dinámicas de ocupación territorial, desplazamiento de otras formas de producción e impactos negativos en el ambiente y la población (Wagner 2019). Ello no solo ha transformado el ambiente, sino las formas de habitar, vivir y sentir en esos espacios (Giraldo y Toro 2021). Tal como afirma Biocca (2020, 106), “hemos visto multiplicarse ‘zonas de sacrificio’ (…) De manera ininterrumpida, numerosas áreas que se encontraban al margen del mercado han sido abiertas y ofrecidas para la explotación del capital en nombre del crecimiento económico y del desarrollo”.

El crecimiento se genera, muchas veces, a través de un entramado de relaciones desiguales, en las que actores e intereses (en concordancia y/o contrapuestos) negocian y disputan el uso, el acceso y la distribución de los comunes (Boelens et al. 2018; Merlinsky 2020; Swyngedow 2004). En el marco de conflictividades emergentes en diversas zonas de sacrificio, se han producido numerosas migraciones de integrantes de pueblos indígenas y campesinos a otras áreas, en busca de territorios que les permitan una habitabilidad con mejores condiciones de vida, empleo, vivienda y salud (Trinchero 2009). Sin embargo, frente a esas migraciones, han encontrado en los territorios donde se asentaron otras zonas de sacrificio en las cuales profundizan sus experiencias tóxicas. Dichas experiencias no solo refieren a aquello que sienten y detectan en sus cuerpos, sino también en el ambiente.

La experiencia tóxica permite, a partir del mero hecho de vivir, experimentar, observar y conocer los impactos, que los actores construyan corpus de saberes vinculados a prácticas de cuidado y prevención, además de la creación de estrategias de organización y resistencia (Fainstein 2021). Para analizar esta problemática, retomaremos los aportes de estudios que, en el marco de la ecología política, investigan los diferentes escenarios de injusticia ambiental, los proyectos y actores que confluyen y dan lugar a las zonas de sacrificio y sus numerosas consecuencias (Martínez Alier 2015; Alimonda, Toro y Martín 2017; Merlinsky 2021). Para dar cuenta de esto, analizaremos dos áreas con historias productivas diferentes: la región charqueña y la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA). La primera congrega diferentes provincias (Salta, Santiago del Estero, Formosa y Chaco) en las cuales la expansión de la frontera agroganadera, hidrocarburífera y maderera, principalmente, se expandió por gran parte de los territorios, expulsando a las poblaciones locales y cambiando la geografía ambiental y climática del lugar (Zarilli 2016). La segunda, la RMBA, es el área con mayor población y desarrollo urbano del país, en la que se encuentra el centro administrativo y financiero de Argentina. La radicación de proyectos extractivos también es una constante, que afecta las cuencas hídricas, los suelos y a la población (Curutchet, Grinberg y Gutiérrez 2012).

Ahora bien, en una búsqueda por observar y describir ‒sin ánimos de comparar‒ lo que ocurre en ambas regiones, se trazan vínculos que conectan ambos escenarios, a partir de los impactos de los modelos extractivos. Sobre todo, la migración de la población local forzada a desplazarse de una zona de sacrificio a otra, sin posibilidad de reestablecer y mejorar sus condiciones de vida. Dentro de ese colectivo, nos interesan las trayectorias de los integrantes de los pueblos indígenas, dado que son quienes se encuentran afectados diferencialmente, ya que no solo sienten en sus cuerpos la experiencia tóxica, sino que también sufren la invisibilización y negación identitaria que los obliga a reafirmarse en cada nuevo contexto en que se asientan.

Para dar cuenta de ello la estructura del articulo comprende los siguientes acápites: En primer lugar, presentaremos algunas de las problemáticas ambientales que existen en la región chaqueña y las condiciones que generaron que habitantes de la zona se vean motivados y/o obligados a migrar. Para esto, retomaremos fuentes oficiales, tales como censos agropecuarios y poblacionales, el análisis de literatura especializada en la temática, además de fuentes obtenidas del trabajo de campo en la zona. A continuación, describiremos la RMBA y las condiciones de habitabilidad de esa área, también a partir del estudio de fuentes primarias, secundarias, análisis cartográficos y poblacionales, y fragmentos de entrevistas. En el último acápite, trazaremos la conexión entre ambas zonas de sacrificio, dando cuenta de las trayectorias toxicológicas que asumen gran parte de los pueblos indígenas que han migrado de/hacia ellas.

En el marco de la investigación antropológica, empleamos técnicas como las entrevistas en profundidad en ambas zonas de estudio, las entrevistas telefónicas o virtuales y las situaciones conversacionales. Los entrevistados son integrantes de los pueblos indígenas, campesinos y funcionarios públicos de la provincia de Buenos Aires.1 Cabe destacar que el trabajo en ambas regiones desde hace años nos permitió consolidar vínculos y realizar entrevistas que, por cuestiones de espacio, no están plasmadas en este artículo, pero contribuyeron a la investigación. Utilizamos también fuentes secundarias como medios periodísticos, portales de internet, censos poblacionales y agrícolas, mapas y literatura especializada. 2

“Estamos bastante abandonados, uno se tiene que ir a la ciudad”: problemáticas ambientales en la región chaqueña

Desde las últimas décadas han emergido en Argentina discursos vinculados a un supuesto “desarrollo sostenible” de la mano de políticas públicas que promueven la instalación de proyectos extractivos en el país (Giarraca y Teubal 2013; Merlinsky 2020; Svampa 2014). Acompañados de inversiones internacionales, paquetes tecnológicos, químicos y obras de infraestructura, tales emprendimientos se han logrado radicar en territorios, o como Lender (2010) denomina, zonas de sacrificio que, tiempo atrás, se consideraban improductivos por sus condiciones climáticas, hídricas y edáficas (Castilla 2021).

Este es el caso de la región chaqueña (mapa 1), donde, a pesar de considerar durante muchos años a este territorio como un desierto, los proyectos de desarrollo regional motorizaron la explotación de diferentes productos para su comercialización en mercados nacionales e internacionales (Giordano 2008). Producciones tales como algodón, azúcar, tanino, ganado, hidrocarburos, entre otros derivados del agro, fueron los que impulsaron la apropiación territorial y el acaparamiento de la naturaleza desde el siglo XIX en toda la región (Zarilli 2010). Lo antedicho, no solo significó la ocupación de estos territorios, sino también la modificación del ambiente y la reconversión productiva. En tal sentido, una serie de desmontes acompañaron, de manera sistemática a lo largo del tiempo, la expansión de la frontera en toda la región. Tal como establecen Castilla y Schmidt (2021, 186):

En todo el Gran Chaco, desde mediados de la década de 1970 fueron transformadas más de 15 000 000 ha de hábitats naturales (…) Entre los años 1998-2018, la pérdida de bosques nativos fue de alrededor de 6 500 000 ha, y el 43 % de la misma tuvo lugar dentro del período de vigencia de la Ley Nº 26.331/2007 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos (…) En efecto, el 87 % de la deforestación en el período 2007-2018 se localizó en la región chaqueña.

Al respecto, ver el mapa 1.

Mapa 1 Pérdida de Bosques Nativos en la Región Chaqueña (1998-2017) 

Las deforestaciones continúan en la actualidad y repercutieron en el clima de la región, provocando periodos de mayores sequías, pero también inundaciones debido al aumento de precipitaciones en temporadas de lluvias. Asimismo, esto ha causado una transformación en los suelos de la región, los cuales frente a la ausencia de humedad ha ocasionado tierras más arcillosas, aumento de las napas freáticas y suelos sin escurrimiento (Bigliani y Bissio 2011). Marcos, un campesino del Chaco, nos explicaba lo que sucede con las sequías en la región:

Anteriormente, los esteros que estaban nunca se secaban, en este caso en el mes de mayo comenzaba la llovizna, abril, mayo que llegaba con los 20 o 30 milímetros cada día, día y noche y hay momento que llueve y la tierra mantenía esa humedad y uno trabaja cuando para de lloviznar o llover, pero tiene humedad la tierra y en este caso hoy no. Cuando llegaba el mes de septiembre, octubre, llovía. En cambio, hoy en esos meses que llovía antes no existen más (entrevista a Marcos, campesino del área rural del Chaco, diciembre de 2021).

Los proyectos instalados en esta región -y en otras zonas del país- desde el siglo XIX se replicaron a partir del acaparamiento territorial y la conflictividad (Merlinsky 2021). Aquellos territorios comunitarios, habitados por miembros de los pueblos indígenas y campesinos, pasaron a ser territorios privados, alambrados y dedicados al agronegocio tras la expulsión violenta de dicha población. En tal sentido, si observamos los datos relativos al periodo 1988-2018, provenientes del Censo Nacional Agropecuario en Argentina, las grandes concentraciones de tierras incorporaron cerca del 41,5 % de chacras a partir del acaparamiento territorial liderado por empresarios nacionales y transnacionales del agro (CNA 2018). En la región chaqueña en particular, en el último Censo se reveló que 4262 productores vinculados al agronegocio poseían explotaciones agropecuarias (EAP), sin límites definidos, cuyas superficies superaban las 1000 ha, las cuales aumentan sistemáticamente con el paso del tiempo (gráfico 1). Mientras, las EAP con menos de 1000 ha se encontraban ocupadas por el 87 % del total de pequeños productores de la región, ocupando en total cerca del 17 % de la superficie con límites definidos en la zona.

Podemos observar que la categoría de EAP sin límites definidos que figuran en dichos censos refiere a aquellas explotaciones que no poseen una superficie determinada ni mesurable y que se podrían localizar en áreas más extensas, que posean o no un régimen jurídico, permiso, derecho o discriminación. Dichas EAP suelen corresponder a aquellas áreas, parques, reservas, tierras fiscales o privadas habitadas por comunidades indígenas y/o campesinas, las cuales son expulsadas frente al avance de proyectos del agro. En la región chaqueña, la pérdida de tales EAP fue significativo “la provincia de Chaco perdió un 77 % de estos productores, Formosa un 81 %, y las provincias de Salta y Santiago del Estero disminuyeron alrededor del 50 %, con problemas de la tenencia de tierra” (MAyDS 2020, 46).

Al respecto, en una conversación que mantuvimos con Susana, integrante de pueblo qom sobre este tema nos comentaba lo siguiente:

Territorio no tenemos, porque ahora… hablar de territorio abarca todo, la salud de las personas, nosotros ahora estamos acorralados no tenemos un territorio amplio. Donde anteriormente eran libres nuestros ancestros y tenían todo lo que necesitaban. Desde que llegó la gente de afuera ocuparon por lotes, por manzanas, por barrios, entonces nosotros no podemos ir a un monte y hacer recolección de medicina, de frutas, no podemos tomar el agua, porque lo que hay está contaminado. Estamos privados (Entrevista a Susana, integrante del pueblo qom del Chaco, mayo de 2019).

Gráfico 1 Explotaciones agropecuarias sin límites definidos de la Región chaqueña durante los años 1988, 2002 y 2018 

Este proceso de acaparamiento territorial de un sector del empresariado sobre territorios indígenas y campesinos estuvo acompañado de un cambio productivo que conllevó a la utilización de nuevas tecnologías y productos químicos para su despliegue. Su uso se incrementó a partir de la década de 1990, a partir de la incorporación de Organismos Genéticamente Modificados, mecanismos como la siembra directa y procesos que permitieron la expansión del agronegocio. En 1996, la superficie implantada con productos transgénicos rondaba las 17 000 000 ha a nivel mundial, el cual se incrementó en el año 2019 donde se contabilizaron 190 400 000 ha, de las cuales el 80 % se encontraban ubicadas entre Estados Unidos, Brasil y Argentina (ISAAA 2019).

Schmidt y Toledo (2018) afirman que en gran parte de la región chaqueña se utilizan dosis de agroquímicos más altas que en otras áreas del país. Los cultivos transgénicos sujetos a fumigación sistemática cubren 22 000 000 has, en las que viven aproximadamente 12 000 000 habitantes (sin contar la población de las grandes ciudades de cada provincia), que son expuestos a una toxicidad crónica debido a la exposición repetida y a largo plazo, lo cual produce daños irreversibles a la salud. En las provincias de la región chaqueña, esto se traduce en dosis de agroquímicos más altas con respecto a las dosis por hectáreas aplicadas en otras jurisdicciones (Schmidt y Toledo 2018, 140-165).

Es decir, en este proceso que venimos describiendo, el avance de la frontera se tradujo en transformaciones productivas, territoriales, pero también en la contaminación de los cuerpos y el ambiente, producto de la utilización e incremento de químicos y tecnologías. Ahora bien, estos son algunos de los resultados observados que se suman a los incendios, las transformaciones en los territorios hidrosociales a raíz de la instalación de infraestructuras, entre otros que, por cuestiones de espacio, no incorporaremos en este documento. Si nos centraremos, fundamentalmente en el próximo apartado, en otra de las consecuencias del extractivismo. Ello tiene que ver con la migración poblacional de ámbitos rurales a zonas urbanas, en aquellos que, expulsados de sus territorios, se movilizan en busca de mejores condiciones de vida y habitabilidad y encuentran, paradójicamente, un escenario antagónico al que esperaban. Juan, un integrante del pueblo qom, nos comentaba que frente al abandono que padecen en sus territorios ancestrales, muchas veces se ven obligados a irse a otras ciudades como Buenos Aires:

En todas las comunidades hay temas con el agua y en salud estamos bastante abandonados. Vaya a ver la zona de internación, los baños son un desastre. El abandono es fuerte. Faltan profesionales, uno se tiene que ir a la ciudad, o a Buenos Aires a atenderse si tiene problema grave (entrevista a Juan, integrante del pueblo qom en Chaco, noviembre de 2019).

Respecto a eso, nos interesa destacar que, la migración de áreas rurales a conglomerados urbanos ha aumentado considerablemente a lo largo de los años. En tal sentido, los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) de los censos 1980, 1991, 2001 y 2010 dan cuenta de la disminución de la población rural frente a un incremento en el total de habitantes, en especial en aquellos ámbitos como son las zonas urbanas de las provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires (gráfico 2).

Gráfico 2: Variación poblacional en ámbitos urbanos y rurales en la región chaqueña, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires entre los años 1980 y 2010 

Resulta menester decir que gran parte de las migraciones se produjeron durante las décadas de 1950 en adelante, producto de la transformación productiva que se dieron en la región junto con la crisis algodonera, aunque las décadas posteriores estos desplazamientos continuaron a áreas como la RMBA. Tal como establecen Castilla, Weiss y Engelman (2019, 94):

El avance de la frontera agropecuaria resultó en la creciente presión sobre los territorios indígenas. Por otro lado, la embestida del capital -con la consecuente concentración de la propiedad de la tierra, explotación maderera y desmonte- impulsó una alta movilidad (…) múltiples son los relatos que describen estas experiencias cotidianas de desplazamientos al interior de la provincia, por parte de indígenas que han migrado a la RMBA desde fines de la década de 1950.

Si bien la población en cada una de las provincias de la región chaqueña aquí analizada ha aumentado, aquella que habitaba en áreas rurales ha disminuido y se ha visto incrementada la cantidad de habitantes en grandes conglomerados como es el caso de la provincia y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Con ello, queremos decir que, la expansión de los proyectos extractivistas sobre los territorios ancestrales provocó en gran medida cambios en el ambiente y la expulsión de gran parte de su población a ámbitos urbanos (Maidana 2012; Tamagno 2003; Weiss, Engelman y Valverde 2013). Ello es ratificado por Marta, una integrante del pueblo indígena qom, que nos contaba la migración de su familia:

Mi hermano acá se fue, porque no tenía trabajo, porque estaba mal en su tierra. Aparte no podía hacer. Muchos problemas con colonización tuvieron y se fue [hace referencia al Instituto de Colonización, ente autárquico de la provincia del Chaco que es el encargado de administrar y regular las tierras fiscales de ese territorio]. Está en Buenos Aires… no me acuerdo donde, pero él está allá. Igual no le gusta (entrevista realizada a Marta, integrante del pueblo qom en Chaco, agosto de 2018).

“Las condiciones son paupérrimas. La mayoría de las comunidades asentadas en el conurbano tienen problemas”

A diferencia de la región chaqueña, la región Metropolitana de Buenos Aires se caracteriza por tener mayores superficies urbanizadas donde viven cerca de 14 819 137 de habitantes (INDEC 2010). La región abarca el área del Gran Buenos Aires (GBA), que está compuesto por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y los partidos del Gran Buenos Aires, con sus 24 municipios, y otros 16 partidos de la tercera corona que incluyen el Gran La Plata e incluye a La Plata, Berisso y Ensenada. La misma tiene una superficie aproximada de 6000 km2 a través de las cuales fluyen la cuenca de los ríos Lujan, Reconquista y Matanza- Riachuelo, subsidiarias del Río de La Plata. Tales cuencas y los diferentes arroyos presentan altos niveles de contaminación (Tobías 2019).

Dicha contaminación se suma a otras problemáticas que existen en este territorio vinculado al desmesurado crecimiento industrial (curtiembres, astilleros, frigoríficos, graserías, entre otras) y demográfico, donde no se han planificaron correctas políticas urbanas. Tal como establecen Velázquez y Celemín (2020, 211): “La RMBA muestra claramente la fragmentación social del territorio, revelando altos niveles de hacinamiento de las comunas del sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y peores condiciones en los partidos del oeste y el sur del conurbano” (mapa 2).

Mapa 2 Mapa de la Región Metropolitana de Buenos Aires con niveles de hacinamiento por hogar y comunidades indígenas 

Entre los diversos problemas socioambientales, podemos destacar: la deficiente cobertura de red de agua potable; el incorrecto tratamiento de efluentes cloacales y aguas servidas provenientes de las descargas industriales y domiciliarias; la imperfecta recolección y tratamiento de residuos -fundamentalmente de basurales a cielo abierto-; la ausencia de espacios verdes, bañados y planicies que sufren diversos problemas entre ellos ser zonas inundables; la polución debido a las emisiones del vasto e incorrecto manejo del parque vehicular; la insegura presencia de agrotóxicos, entre otras. Estas situaciones que emergen, de manera dispersa o simultánea en un mismo territorio de esta región, agravan aquellos escenarios donde existen mayores niveles de Necesidades Básicas Insatisfechas y condiciones de extrema vulnerabilidad (Curutchet, Grinberg y Gutiérrez 2012; Gutiérrez 2012) que como podemos ver en el mapa 3, que coincide con aquellos donde se registra una mayor presencia de comunidades indígenas.

Mapa 3 Región Metropolitana de Buenos Aires con las diferentes localidades que la conforman según el índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y comunidades indígenas 

Ahora bien, gran parte de las problemáticas ambientales se dan en escenarios donde la disputa por el territorio se presenta como una constante. Las políticas de ordenamiento ambiental territorial no presentan una regulación, gestión y control adecuado que garantice la preservación de los espacios en esta región. Tal es así que numerosos espacios verdes, humedales y sitios históricos se encuentran en disputa por el avance de proyectos extractivos de carácter inmobiliario principalmente, y son contaminados a través de los ríos y arroyos, basurales, entre otros que riegan y arrastran las consecuencias a través de los suelos y napas de la RMBA.

Tal es el caso del sitio sagrado Tres Ombúes. Dicho sitio, ubicado en Ciudad Evita, está dentro de la Reserva Natural- Mixta, reconocida por investigadores y el municipio de La Matanza, como un espacio verde y un área cultural -dado que allí se encontraron restos arqueológicos pertenecientes a pueblos indígenas querandíes y aún es habitado por comunidades originarias de lugar- protegida desde el año 2015 (Schmidt 2017). Este territorio ubicado en la RMBA se encuentra inserto en procesos de disputa por el uso, acceso, gestión y apropiación de la naturaleza y cultura. Un funcionario del Consejo Provincial de Asuntos Indígenas (CPAI) de la provincia de Buenos Aires, nos comentaba como se originó el conflicto territorial en este último sitio:

Lo que pasó ahí es que había un casero y empezó a vender las tierras. No sé quién le dio el aval… si es municipal, provincial o nacional porque viste que cuando los punteros políticos empiezan a vender es todo muy hermético. Nosotros empezamos a averiguar y del municipio ni de nación tuvimos respuesta. La gendarmería también está ahí y no deja ingresar a la comunidad…no hay discriminación en sí, pero hay una barrera en la comunidad y lo que se logró que esa área protegida quede protegida pero la comunidad tampoco puede acceder de manera plena (conversación telefónica con un funcionario de CPAI, octubre de 2021).

La conflictividad emerge en estos espacios frente al mal desarrollo urbano (Svampa 2014) que, junto con la contaminación y el hermetismo gubernamental, que menciona el funcionario, lleva a vecinos autoconvocados, comunidades indígenas, organizaciones sociales, políticas y ambientalistas a manifestarse en pos de la valorización de la biodiversidad y los territorios ancestrales. En este punto nos interesa referirnos a las problemáticas que sufren los habitantes, en especial, los integrantes de los pueblos indígenas de esta región, producto del extractivismo inmobiliario, agrícola e industrial, además de la ausencia de políticas de control y planificación ambiental y territorial que padecen.

Es de destacar que la RMBA aumentó su población desde la mitad del siglo XX, a partir de las grandes migraciones internas que se dieron en el país. Actualmente, en la RMBA, según los datos del Censo del INDEC 2010, habitan 248 516 integrantes de los pueblos indígenas, de los cuales cerca del 80 % reside en zonas urbanas con altos niveles de vulneración. Si observamos los mapas 2 y 3 podemos ver que dichas poblaciones están asentadas en aquellas localidades con mayor porcentaje de hogares con NBI y hacinamiento de la zona, además de estar atravesados por las cuencas que presentan graves problemas de contaminación (Moreno y Tobías 2019; Rotger 2018; Tobías y Merlinsky 2021). Asimismo, a partir de entrevistas que realizamos a integrantes de la CPAI, en la provincia de Buenos Aires, pudimos corroborar que no existen suficientes políticas públicas, presupuesto o técnicos especializados que garanticen los derechos territoriales y culturales de dichos pueblos, siendo ello un problema que agrava su calidad de vida en estos territorios.

Mientras escribimos este trabajo, diferentes integrantes de las comunidades de Tres Ombúes, disputan por la preservación del sitio con el objetivo de recuperar el territorio y garantizar, de ese modo, el cuidado del patrimonio arqueológico, ambiental e identitario de sus pueblos frente a negocios privados que buscan radicarse en dicho espacio destruyendo el ambiente. Resisten al desarrollo inmobiliario, la violencia institucional y las topadoras que avanzan sobre ellos expulsándolos de los territorios donde muchos de ellos, luego de procesos de movilidad y migración, tuvieron que asentarse. En una conversación telefónica que mantuvimos con un funcionario de la provincia de Buenos Aires, nos comentaba lo siguiente:

Hay comunidades que vienen con un reclamo histórico territorial desde hace años, aunque ningún gobierno pudo terminar de resolver (…) El otro problema que tienen las comunidades del conurbano y alguna localidad del interior es la habitabilidad, en relación con los terrenos, por ahí viven seis familias. las condiciones son paupérrimas… los cables son reciclados, empalmes hechos por todos lados, es muy precario…las casas son muy precarios, el baño en condiciones infrahumanos. La mayoría de las comunidades asentadas en el conurbano tienen esos problemas (…) también están los reclamos por los sitios de humedales y culturales. Lo que sucede ahí, en Tres Ombúes, por ejemplo, es que no viene de esta gestión ni del año pasado (conversación telefónica realizada a un funcionario de la provincia de Buenos Aires, octubre de 2021).

Los casos aquí referidos se suman a otros conflictos que nos comentaba el funcionario del CPAI que tienen por protagonistas a los integrantes de los pueblos indígenas: Berisso, Varela, Ciudad Evita, Virrey del Pino, Ensenada, La Plata y Quilmes, entre otros. Si bien son numerosas las luchas que llevan a cabo integrantes de los pueblos en la RMBA -donde tienen que reafirmar su identidad y exigir por sus derechos socioeconómicos, territoriales y culturales que, en ciertas ocasiones, son negados- no nos centraremos en analizar cada una de ellas por cuestiones de espacio. El funcionario de CPAI nos comentaba sobre una disputa territorial que se da en La Plata donde la discriminación y violencia que sufren las comunidades es parte del problema:

Empieza un conflicto territorial con los vecinos…una cuestión de clase más que nada ‘que se venían estos negros, que iba a llenar de pibes, que se iba a hacer una villa’. Ahora la comunidad está asentada y la calidad de vida es muy baja (conversación telefónica con funcionario de la CPAI, octubre del 2021).

Pero este conflicto no solo es con los vecinos. La cuestión identitaria, la solicitud de tierras y de reconocimiento de sus derechos también son con organismos públicos que según las decisiones políticas que tomen, pueden garantizar mejoras en la calidad de vida:

Particularmente en la provincia de Buenos Aires nosotros lo que tenemos son comunidades, que, en algunos casos, no tienen el título de propiedad otorgado o no tienen la capacidad de generar estos títulos, ya sea por una decisión política que son la mayoría de los casos (conversación telefónica con funcionario de CPAI, octubre de 2021).

A partir de lo referido hasta aquí -respecto al escenario del cual una parte de la población se vio expulsada en la región chaqueña y devino en territorios de sacrificio como la RMBA-, nos parece relevante dar cuenta de las trayectorias de sufrimiento ambiental y toxicidad que tienen parte de los migrantes indígenas una vez que se reasientan en sitios con iguales o peores condiciones de existencia. Así lo expresó un integrante del pueblo qom proveniente de la provincia del Chaco que vive en la localidad de Derqui:

En Chaco trabajé en la chacra, algodón, batata, mandioca, cazaba nutrias, ñandú, carpinchos, todo lo que se podía vender, ahí más antes se vivía bien pero después se vino la seca…en el 74, ahí vino la miseria (…) ya conocía Buenos Aires de cuando hice la colimba y nos vinimos en busca de mejoría, pero más antes estábamos mejor (conversación telefónica con un integrante del pueblo qom, julio de 2022. Cursiva añadida).

Al igual que el habitante de Derqui, Jorge, un migrante del norte del país asentado en la RMBA tuvo que abandonar sus territorios frente a las transformaciones de la naturaleza y el territorio que habitaba ancestralmente junto con su familia:

Antiguamente, las comunidades que se quedaban sin tierra porque el río crecía, podían ir a otro lado, porque la tierra era libre, pero con las privatizaciones, cuando el río crece no puedo ir a otro lado, porque es propiedad privada, y de ahí me fui al pueblo y ahí a otros lugares como Buenos Aires para conseguir laburo (entrevista realizada a Jorge, enero de 2021).

En el próximo acápite, retomaremos parte de este relato para analizar las condiciones en las cuales habita Jorge, al igual que otros habitantes en la Región Metropolitana de Buenos Aires.

“Ni en mi provincia vivía así… ni allá sufrí tanto”: trayectorias de toxicidad ambiental

Tal como vimos con anterioridad, aquellas poblaciones que, tuvieron que migrar a otras zonas de sacrificios -producto de la radicación de proyectos extractivos en sus territorios ancestrales y sufrieron el acaparamiento de la naturaleza- donde también existen altos niveles de contaminación, ausencia de servicios básicos, infraestructura sanitaria, disputas territoriales y falta de reconocimiento cultural, continúan ampliando sus experiencias y trayectorias de toxicidad y sufrimiento. Para centrarme en ello quiero retomar las ideas expuestas por Auyero y Swistun (2007) acerca del sufrimiento ambiental que viven estas poblaciones en relación con la desigualdad en la que se encuentran insertos, atendiendo a sus historias de contaminación. Ahora bien, el sufrimiento de estos actores está basado en experiencias tóxicas, las cuales no solo se encuentran relacionadas con la capacidad y conocimiento que adquieren los sujetos acerca de los efectos que produce la injusticia ambiental en sus cuerpos y territorios, sino también las historias que vienen sobrellevando con cada avance extractivo sobre sus territorios y cuerpos. Es decir, son experiencias acumuladas, heredadas y muchas veces trasmitidas (Fainstein 2021).

Esta desigual distribución de la naturaleza, así como también de acceso y cumplimiento de los derechos, refiere a esta injusticia ambiental que mencionamos más arriba (Martínez Alier 2008). Asimismo, la desigual distribución de los efectos negativos de estas contaminaciones la encontramos en estrecha sintonía con las experiencias tóxicas dado que, son generalmente los mismos actores los que, obligados a abandonar sus territorios, padecen en las zonas donde se asentaron los mismos niveles -o peores- de contaminación y vulneración:

En lo espiritual, venir a Buenos Aires, no mejoró mi vida. No estoy donde yo era feliz, junto al río. No me levanto a la mañana y no sé por dónde sale el sol. Y cada día iba corriéndose, porque en el verano aparece un poquito y después se corre en invierno. Sabía dónde iban a dar los últimos rayos de sol a la tarde, me sentaba a esperar los últimos rayos de sol y ahí estaba sentado esperando para recibir. Entonces creo que no ha mejorado, me ha desconectado con mi parte natural. Nosotros los indígenas somos parte de la Pachamama, eso lo rompió, eso lo desconectó (…) pero también vos vas al conurbano y encontrás muchos asentamientos, el agua contaminada, el CEAMSE, las villas, ahí viven muchos hermanos originarios, los encontrás ahí a los hermanos. Lo cierto es que por ahí sobreviven, que no es vivir. Yo creo que acá estas peor, lo que hacen muchos hermanos es tratar de sobrevivir (entrevista realizada a Jorge en enero de 2022, cursiva añadida).

Estas violencias ejercidas contra los habitantes de las regiones se vinculan con los escenarios de pobreza, marginación y permanente contaminación que padecen en los territorios de origen y de asentamiento, en donde intentan sobrevivir, tal como sostuvo Jorge. Es necesario por ello, analizar estas trayectorias como hechos violentos (Navas, Mingorria y Aguilar-González 2018). Es decir, la ausencia de gestión “por acción u omisión” o por el “hermetismo” público que definió el funcionario de la CPAI, la deficiente actuación de las empresas de servicios, la escasa articulación entre sectores gubernamentales para mitigar los efectos de esta degradación ambiental, los altos índices de pobreza y hacinamiento, así como la invisibilizaciones de las poblaciones, son el reflejo de la violencia que se ejerce sobre estos colectivos. En la conversación que tuvimos con el funcionario CPAI, frente a la pregunta que le hicimos sobre las problemáticas que tienen las comunidades en esta región, nos comentaba lo siguiente:

Es muy difícil trabajar este tema, porque los intereses económicos e inmobiliarios son muy poderosos y nosotros desde el Consejo somos pocas personas para todos Buenos Aires y no tenemos la incidencia que querríamos tener, y a veces los reclamos no se escuchanpor acción u omisión, muchas veces es omisión, por no conocer, los reclamos indígenas, nos cuesta mucho trabajar con estos temas (conversación telefónica con un funcionario de CPAI, octubre de 2021. Cursiva añadida).

A partir de este relato, nos interesa retomar lo dicho por Navas, Mingorria y Aguilar-González (2018) quienes afirman que existen tres tipos de violencia. Por un lado, la violencia directa es aquella que en un tiempo y espacio determinado es brutal y visible. Por ejemplo, un acto de violencia física. Un segundo tipo: la violencia estructural, relacionada con el proceso que ocurre cuando las estructuras debilitan a los individuos, siendo el ejemplo más claro la pobreza o la discriminación. Por último, describen la violencia cultural o violencia lenta que es imperceptible hasta que se acumula y en ese momento se pueden observar sus efectos. En el caso aquí presentado, los tres tipos de violencia se encuentran en constante conexión, aunque sus efectos impactan de manera desigual. Siguiendo la línea argumental de nuestro trabajo, podemos ver que las poblaciones indígenas y campesinas que fueron expulsadas de sus territorios, mediante el ejercicio de la violencia directa o lenta, padecen y sufren diferencialmente las distintas y múltiples dimensiones: desde la pobreza estructural e histórica en la cuales habitan, las trayectorias tóxicas y la discriminación e invisibilización de sus derechos identitarios (Navas, Mingorria y Aguilar-González 2018).

Son los propios integrantes con sus trayectorias tóxicas los que, -frente al avance del agronegocio, la deforestación, y otras industrias, estuvieron expuestos a los cambios en la naturaleza y la contaminación- perdieron o, en el mejor de los casos, disputan por el control y acceso de los territorios sanos y habitables. Un ejemplo de ello tiene que ver con el impacto causado a raíz de la aplicación de agrotóxicos. Tal como mencionamos en el primer apartado, la región chaqueña es una de las zonas del país que utiliza las mayores cantidades de químicos para fumigar las hectáreas destinadas al agronegocio, afectando a la población local (Castilla 2021). Dicha población presenta diversos problemas de salud, fundamentalmente respiratorios, gástricos, dermatológicos, oncológicos, entre otros (Seveso 2020). Algunos de sus habitantes, en el afán de buscar mejores condiciones de vida, empleo, acceso a servicios básicos como agua potable, se alejan de esta región y asientan en zonas de la RMBA. Así como Jorge, nos decía que él cree que en la RMBA “estás peor”, muchos integrantes de los pueblos indígenas “tratan de sobrevivir”. Ludmila, una vecina que migró desde el norte del país y se radicó en la localidad de Virrey del Pino, en el Partido de La Matanza, nos comentaba los problemas de salud que padece por encontrarse expuesta a las fumigaciones en una plantación de soja, el basural a cielo abierto y las industrias contaminantes que sistemáticamente afectan la calidad de vida de los habitantes de la localidad.

Yo tengo que salir de acá por mi salud, por todo, tenemos el CEAMSE [es la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado, creada para gestionar los residuos sólidos urbanos de la región. En Virrey del Pino se puede observar el basural a cielo abierto que forma una montaña en el paisaje urbano] y después tenemos el sojal [hectáreas destinadas a la producción sojera que son fumigas sin respetar las distancias normadas] y acá hay matadero [instalación industrial donde se sacrifica y procesa, almacena y comercializa animales para su consumo] también…agua tenemos, pero no da abasto la manguerita, muchos usan agua de pozo. Yo me vine hace 30 años y lloré tanto, dios mío... Ni en mi provincia vivía así… ni allá sufrí tanto, ahora por los menos algunas calles las pavimentaron, antes te hundías en el barro (…) nunca nos dimos cuenta de que tiraban el veneno, yo no veía, pero esta vez la garganta molesta continuamente, tengo problemas respiratorios (entrevista realizada a Ludmila, Virrey del Pino, noviembre de 2021, cursiva añadida).

Es importante reiterar que esta localidad, como toda el área que corresponde a la RMBA, forma parte de una región densamente poblada y urbanizada, con niveles de hacinamiento altos, cuencas hídricas contaminadas que se extienden por todo el territorio a través de las napas y son consumidas por sus habitantes frente a la falta de redes de agua potable, además de otros servicios básicos. Es decir, la contaminación hídrica, aérea y edáficas que se produce a partir de la aplicación de agrotóxicos en el sojal, no solo impacta en la salud de los vecinos sino también en otras zonas de la región, también altamente pobladas. Mariela, otra vecina de Virrey del Pino en un encuentro virtual comentaba lo siguiente:

Es muy difícil que todos entendamos que la contaminación es invisible, porque es el aire que respiramos y no sabemos en qué estado se encuentra. De hecho, hay análisis para saber si el suelo está contaminado, si el agua está contaminada… Yo empecé a tener síntomas desde la primera fumigación, pero me llevó muchos años darme cuenta … yo hace nueve años que vivo ahí, cuando pasaron las primeras fumigaciones, lo que menos me imaginé era que eran agrotóxicos…. A mi hijo le sangraba la nariz, le salían ronchas en el cuerpo… ahora son dolores de cabeza, muy fuertes, todos los días, todos. Y a todos nos duele la cabeza, yo estuve cuatro meses sin poder caminar... todos los barrios estamos afectados ahora con estas 300 hectáreas de campo fumigado en La Matanza… no pueden coexistir personas y ese campo…hay un silencio y un vacío donde no responde nadie, ni del municipio…se me aconsejo en el hospital que no tome agua, porque yo tomo agua de pozo, y encima lo estaba tomando y esta envenenada. No es mi casa sola, son miles de casas, con miles de vecinos (Mariela, vecina del barrio de Virrey del Pino en un conversatorio virtual, diciembre de 2021, cursiva añadida).

Por otra parte, el extractivismo avanza sistemáticamente sobre los territorios, sin distinguir la traza rural o urbana. En tal sentido, consideramos que, durante las últimas décadas, son numerosos los proyectos que afectan a la población en general, pero tras analizar las trayectorias migratorias de una parte de ella podemos afirmar que las poblaciones indígenas y campesinas se ven históricamente e interseccionalmente afectadas: por su origen étnico, por su clase y por su experiencia tóxica y de sufrimiento. Uno de los mayores referentes en la materia sobre esta problemática afirma:

el avance de la explotación minera, petrolera o los monocultivos de exportación desencadena profundos impactos territoriales. En muchos casos representan la llegada de contingentes de operarios y técnicos, y sus equipos, a áreas remotas; algunas de ellas están habitadas por comunidades rurales o pueblos indígenas (…) También son evidentes los límites ecológicos, ya que el extractivismo avanza sobre las áreas más remotas de cada país, deteriora la riqueza en biodiversidad y persisten los problemas de contaminación (Gudynas 2010, 8-17. Cursiva añadida).

Esta cita nos permite discutir con la idea, ciertamente errada, de que el extractivismo se desarrolla sobre “las áreas más remotas”. Aquí buscamos explicitar que todos los proyectos extractivos se implantan en diversos territorios, sin distinguir entre ámbitos rurales, urbanos o periurbanos. Los territorios urbanos, densamente poblados de la provincia de Buenos Aires, se encuentran habitados por integrantes de los pueblos indígenas, que, tras diversos motivos, migraron de otras áreas del país a esta zona donde, sufren la contaminación y abandono de sus territorios y cuerpos. En otras palabras, nos interesa resaltar que, mientras las poblaciones migran “en busca de mejorías” -como afirmó el entrevistado de la localidad de Derqui- de una zona de sacrificio a otra, los proyectos extractivos avanzan y se diversifican en múltiples direcciones sin distinguir territorios -rural o urbano- ni origen étnico de sus poblaciones.

Reflexiones finales

A lo largo del presente artículo, nos propusimos analizar dos regiones con historias vinculadas a diferentes proyectos extractivos, pero impactos similares en sus poblaciones y territorios. La primera es la región chaqueña. Desde finales del siglo XIX, esta fue protagonista de una transformación productiva, a raíz de los cambiantes mercados nacionales e internacionales, pero también de la inserción de nuevos paquetes tecnológicos que, de la mano de químicos, modelos de siembra directa, acaparamiento territorial y apropiación hídrica, avanzaron sobre aquellas áreas habitadas históricamente por pueblos indígenas y campesinos. A través de datos censales, análisis de literatura especializada y entrevistas a ciertos actores locales, principalmente campesinos e indígenas, pudimos dar cuenta de que la modificación de la naturaleza y el clima es resultado de un proceso sistemático que involucra desde desmontes y obras de infraestructura hasta fumigaciones, entre otras acciones como incendios y explotaciones tanineras, hidrocarburífera, etc.

Otro de los impactos analizados son las migraciones y desplazamientos, producto de situaciones violentas que se desarrollaron en la región a lo largo de las últimas décadas, según las definiciones de Navas, Mingorria y Aguilar-González (2018). La comparación de estadísticas de los censos poblacionales sobre el aumento de la población en áreas urbanas y la reducción en zonas rurales se realizó a partir de antecedentes teóricos y entrevistas que dan cuenta de esto. Parte de la población entrevistada habita actualmente en provincias de la región chaqueña o ha migrado a la RMBA. Ellos describen los escenarios que motivaron sus migraciones o las de integrantes de sus familias. La RMBA es la otra región analizada en este trabajo, dado que posee una gran cantidad de población indígena, mucha de ella, migrante de otras zonas del país. Describimos las condiciones de habitabilidad, fundamentalmente en relación con las NBI, así como las condiciones de hacinamiento y contaminación en la región.

A través de entrevistas a integrantes de los pueblos indígenas y funcionarios de la provincia de Buenos Aires que trabajan con dicha población, y de la presentación de casos testigo, como las localidades de Ciudad Evita y Virrey del Pino, en el partido de la Matanza, pudimos dar cuenta de las condiciones de vulneración ambiental, pero también identitaria, en que se encuentran las poblaciones indígenas en la zona.

Por último, luego de analizar la situación de los dos territorios explotados o, como preferimos denominar aquí, zonas de sacrificio, reflexionamos sobre las consecuencias que afectan a aquellas poblaciones que tuvieron que migrar de sus territorios ancestrales a otras zonas donde las condiciones de habitabilidad son iguales o peores. Como hemos analizado, parte de los integrantes de los pueblos indígenas asentados en la RMBA han sido desplazados de sus territorios ancestrales y obligados a transformar sus modos de vida y habitar. Sus trayectorias tóxicas y de sufrimiento se han visto potenciadas en territorios donde enfrentan altos niveles de explotación, invisibilización, negación y criminalización identitaria y cultural.

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1Los nombres de las personas entrevistadas han sido cambiados o quitados para preservar su anonimato.

2Este artículo presenta resultados obtenidos a partir de la ejecución de los proyectos PICT 2019-1136, CyTMA2 C2 HUM 043 y CyTMA2 HUM 059, dirigidos por la Dra. Malena Castilla, radicados en la Universidad Nacional de La Matanza.

Recibido: 14 de Enero de 2022; Aprobado: 25 de Mayo de 2022

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