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Letras Verdes, Revista Latinoamericana de Estudios Socioambientales

versión On-line ISSN 1390-6631

Letras Verdes  no.30 Quito sep./feb. 2021

https://doi.org/10.17141/letrasverdes.30.2021.4795 

Articles

Imaginarios urbanos en áreas protegidas de la ciudad de Mar del Plata, Argentina

Urban Imaginaries in Mar del Plata's Protected Areas, Argentina

1 Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina, mbelenloyza@gmail.com

2 Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina, ignacioazcue@hotmail.es


Resumen

Las reservas naturales dentro de las áreas urbanas brindan servicios ecosistémicos a la población y son de gran importancia para lograr la sostenibilidad urbana. El objetivo del presente artículo es analizar cómo estas áreas protegidas son comprendidas por los habitantes de la ciudad, tomando como caso de estudio la Reserva Natural Puerto Mar del Plata (RNPMdP) y la Reserva Forestal Bosque Peralta Ramos (BPR), ambas pertenecientes al partido de General Pueyrredon (Buenos Aires, Argentina). Con la finalidad de recuperar aquellos imaginarios urbanos que guían las prácticas de las personas, se recurre a fuentes de información primaria y secundaria, como entrevistas en profundidad y documentos oficiales, utilizando una metodología cualitativa de investigación. El miedo asociado a la naturaleza “salvaje”, la búsqueda de control y orden, la tranquilidad de alejarse de los centros urbanos y refugiarse en lugares del periurbano y las diferentes percepciones sobre la gestión en espacios públicos y privados de naturaleza urbana son algunos de los imaginarios abordados. Tomando en cuenta los problemas de conservación que enfrentan las áreas protegidas urbanas, estudiar cómo son comprendidas es necesario para una correcta gestión ambiental urbana.

Palabras clave: áreas protegidas; conservación; gestión ambiental; imaginarios urbanos; naturaleza urbana; problemas ambientales

Abstract

Nature reserves within urban areas provide ecosystem services to the population. They have great importance to achieve urban sustainability. The objective of this article is to analyze how these protected areas are understood by the inhabitants of the city, taking as a case study two reserves located in general Pueyrredon, Buenos Aires, Argentina: “Reserva Natural Puerto Mar del Plata” and “Reserva Forestal Bosque Peralta Ramos”. In order to recover the urban imaginaries that guide the practices of people, the research bases on aqualitative research methodology, employing primary and secondary information sources, such as in-depth interviews and official documents. The fear associated with the “wild” nature, the search for control and order, the tranquility of moving away from urban centers and taking refuge in peri-urban places and the different perceptions about urban nature management in public and private spaces are some of the imaginary addressed. Taking into consideration the conservation problems faced by urban protected areas, it is important to study how these spaces are understood, for proper urban environmental management.

Keywords: conservation; environmental management; environmental problems; protected areas; urban imaginaries; urban nature

1. Introducción y estado de la cuestión

Tradicionalmente, la gestión de la naturaleza ha estado asociada a los espacios rurales o alejados de las áreas urbanas. Sin embargo, en los espacios urbanos, la conservación de la naturaleza ha adquirido mayor relevancia en los últimos años, debido a que gran parte de la población mundial (54 %) vive hoy en ciudades (Organización de las Naciones Unidas 2017). Los espacios naturales urbanos protegen la biodiversidad, permiten el contacto de los urbanitas con la naturaleza (Restrepo 2007) y proveen diversos beneficios para los habitantes de las ciudades. Dichos beneficios, desde una perspectiva socioecológica, se denominan servicios ecosistémicos (MEA 2003).

La ciudad de Mar del Plata se encuentra ubicada en el sudeste de la provincia de Buenos Aires (Argentina). Es la cabecera del partido de General Pueyrredon y cuenta con alrededor de unos 656 000 habitantes permanentes, según estimaciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC 2020). Una de sus principales actividades económicas es el turismo, lo cual aumenta significativamente la población en temporada estival. También son relevantes la industria textil y la pesca, dado que cuenta con un parque industrial y un puerto de gran envergadura. El crecimiento urbano en los últimos años ha experimentado un desarrollo notable hacia el periurbano, por lo que son escasos los espacios verdes (Mar del Plata Entre Todos 2018). No obstante, el partido de General Pueyrredon cuenta con áreas protegidas que conservan ecosistemas y especies, y brindan a sus habitantes diversos servicios ecosistémicos.

La Reserva Natural Puerto Mar del Plata y la Reserva Forestal Bosque Peralta Ramos son dos áreas protegidas localizadas en la zona sur de la ciudad, que se corresponden con ciertos objetivos de conservación. La primera constituye una reserva natural urbana (RNU), caracterizada por preservar porciones de ecosistemas autóctonos, además de grandes aulas de educación ambiental para los habitantes y visitantes de la ciudad. A escala mundial, desde las gestiones locales de grandes ciudades, se ha impulsado el desarrollo y la proliferación de estas reservas urbanas, acompañadas de espacios verdes (parques, plazas, jardines y balcones). Argentina cuenta con 80 RNU; la Reserva Natural Puerto Mar del Plata es la única de esta clasificación en el tejido urbano de la ciudad.

Por su parte, la Reserva Forestal Bosque Peralta Ramos constituye un bosque urbano. Estos pueden ser definidos como

redes o sistemas que comprenden todos los arbolados (rodales), grupos de árboles y árboles individuales ubicados en las áreas urbanas y periurbanas; por tanto, se incluyen bosques, árboles en las calles, árboles en los parques y jardines y árboles en las esquinas de las calles (Salbitano et al. 2017, 2).

En el partido de General Pueyrredon, se han establecido normativas para proteger los bosques urbanos y periurbanos. La primera de ellas es la Ordenanza Nº 9717 del año 1994, que creó la figura de Reserva Forestal para proteger algunos barrios y espacios verdes de la ciudad de Mar del Plata. Hasta la fecha, la ordenanza ha sufrido algunas modificaciones e incorporado otras áreas como reservas forestales (17 en todo el partido).

Si bien cada una de las reservas posee determinadas particularidades, ambas comparten su característica de urbanidad y de espacio verde. Ello implica la convivencia entre las actividades propias de la ciudad y las necesidades de sus residentes como habitar, trabajar, recrearse, entre otras. Si bien existen estudios acerca de la gestión de áreas verdes (algunos de ellos son: Sörensen, Smit y Barzetti 1998; Flores-Xolocotzi 2012), es menos frecuente la literatura que hace referencia a los modos de significarlas por parte de los habitantes urbanos. Por ello, se pretende indagar acerca de las representaciones, las vivencias y las prácticas que las acompañan, lo que deja entrever configuraciones imaginarias sociales acerca de las áreas protegidas urbanas.

Los imaginarios “constituyen una entrada analítica potente para dilucidar las fuerzas profundas que atraviesan los grandes procesos urbanos actuales” (Lindón, Aguilar y Hiernaux 2006, 18). Para García Canclini (en Lindón 2007), el estudio de lo urbano pasó de ser algo mayormente basado en descripciones socioeconómicas del desarrollo de las ciudades a incorporar componentes culturales, que contemplan la heterogeneidad y lo simbólico. Así, puede afirmarse que los procesos urbanos no se entienden únicamente a través de variables económicas o políticas, sino que debe añadirse la subjetividad social (Lindón, Aguilar y Hiernaux 2006).

Si se entiende que un espacio es territorio en tanto determinado colectivo social se apropia de él y lo ordena a través de cierta forma de funcionamiento a lo largo del tiempo (Gallastegui Vega 2000), puede hablarse de una función simbólica e imaginaria de este. Según Silva (2006), los ciudadanos, a partir de las creaciones imaginarias, pueden establecer un vínculo con la ciudad, que la transforma en un espacio vivido, marcado y reconocido por cada uno de sus habitantes. En ese sentido, la urbe es depositaria de distintas connotaciones imaginarias que, dadas las características y representaciones de los diversos actores sociales, configuran ciertas prácticas que pueden entrar o no en conflicto entre ellas.

Por otra parte, los imaginarios juegan un papel destacado en la elaboración de políticas públicas. Leff (2010) advierte que pueden construir una nueva racionalidad ambiental, basada en el diálogo de saberes y en el reconocimiento de la otredad. Esto se vuelve relevante dada la hegemonía de un imaginario de desarrollo que toma a la innovación como brújula para la renovación urbana, basada sobre todo en la competitividad y el crecimiento económico (Vera 2017). Esa forma de pensar la ciudad cae en la trampa de generar políticas y planes disociados del contexto donde se insertan, sin tener en cuenta las representaciones simbólicas del conjunto de los actores sociales (Gravano 2011). En el caso de la problemática ambiental, la exclusión de imaginarios alternos puede generar conflictos en torno a la utilización y apropiación del territorio (Girado 2014).

Asimismo, los imaginarios no son una representación exacta de lo observable, sino que en ellos se desenvuelve la capacidad de creación e inventiva de las personas, como una forma de comunicar sus insatisfacciones y deseos. Según Iparraguirre (2017, 251), están constituidos por elaboraciones mentales tales como “las representaciones, los símbolos, las ideologías, las utopías, los sueños, los planes de vida, los modos de trabajo”. Desde luego, es imposible afirmar que los imaginarios están presentes de igual forma en la sociedad. El filósofo Cornelius Castoriadis distingue entre las construcciones simbólicas “instituidas” e “instituyentes”. La primera, hace referencia a lo establecido a través de las instituciones que estructuran y ordenan las sociedades, y la segunda alude a creencias, proyectos y acciones que propugnan su transformación (Medina 2009, 9). En ese sentido, puede hablarse de imaginarios dominantes (visiones centrales en la reproducción socioespacial) y de resistencia (concepciones alternativas que promueven nuevos patrones urbanos) (Lindón y Hiernaux 2008).

En función de lo anterior, el presente artículo tiene como objetivo analizar cómo dos espacios protegidos, la Reserva Natural Puerto Mar del Plata y la Reserva Forestal Bosque Peralta Ramos, son pensados y vividos por sus usuarios y residentes. Es decir, se busca comprender los imaginarios urbanos presentes en los diversos actores que se desempeñan en la configuración y transformación de las áreas protegidas estudiadas. Por otra parte, además de las representaciones ancladas a estos espacios, los imaginarios permiten dar cuenta de las diversas formas de entender, vivir y producir la ciudad, de manera más general. A continuación, se especifican los aspectos metodológicos que guían la presente investigación, para luego continuar con la descripción de las áreas protegidas y el análisis de los imaginarios correspondientes.

2.Materiales y métodos

A fin de comprender las representaciones que poseen los habitantes de una ciudad respecto de las áreas protegidas urbanas, los imaginarios urbanos permiten aproximarse al abordaje simbólico de la producción de la ciudad. Según Lindón (2007), el estudio de los imaginarios requiere trabajar en las subjetividades sociales, a través de fuentes tales como discursos e imágenes. Por lo tanto, “es fundamental reconstruirlos a partir de los relatos y la observación de las prácticas inmediatas de las personas” (Hiernaux 2008, 32).

La presente investigación emplea una metodología cualitativa. Se analizaron fuentes de datos primarias y secundarias. En cuanto a las fuentes primarias, se realizaron observaciones y entrevistas semiestructuradas a distintos actores involucrados con las áreas objeto de estudio. Las fuentes secundarias comprenden la normativa, los archivos periodísticos, las imágenes y otra documentación relacionada con los casos de estudio.

En el caso del Bosque Peralta Ramos, se realizaron 21 entrevistas a vecinos, comerciantes y fomentistas de la reserva, entre los meses de abril y diciembre de 2019. La mayoría de los contactos se realizaron a través de la técnica conocida como “bola de nieve”, en la que un entrevistado proporciona el contacto de la siguiente persona a entrevistar (Hernández Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio 2014). Para los primeros entrevistados, el contacto se produjo a través de redes sociales y acercamientos particulares. Se formularon preguntas sobre aspectos tales como la elección de vivir en la reserva, el contacto con otros actores, la participación en proyectos o actividades barriales, la percepción acerca del estado del lugar y sus expectativas futuras.

Para indagar en los imaginarios alrededor de la Reserva Natural Puerto Mar del Plata, se realizaron entrevistas entre los meses de julio de 2017 y febrero de 2018 a dos grandes grupos de actores participantes del conflicto estudiado en dicha área protegida: los defensores de la Reserva y los hinchas del Club Atlético Aldosivi. En relación con los primeros, se recuperó la voz de cinco referentes de organizaciones centrales del conflicto, como la Asamblea de Vecinos, la Fundación de la Reserva y Greenpeace, contactados por una informante clave. Para el caso del Club se tomaron algunas voces de hinchas mediante dos entrevistas en profundidad y otras se recuperaron de comentarios de Internet. Con ello se llegó a la saturación teórica. Por su parte, las miradas de las autoridades del Club y del Consorcio Regional Portuario se tomaron de archivos periodísticos, dada la dificultad de acceder a los referentes. Se buscó indagar acerca de las vivencias y las maneras de relacionarse con el espacio, tomando en cuenta la temporalidad, es decir, sus experiencias pasadas, actuales y sus expectativas a futuro. Se profundizó sobre la forma en que entienden la naturaleza y los modelos de desarrollo en la ciudad. Cabe destacar que siempre se tuvo en cuenta que esas visiones parten del estudio del conflicto, es decir, considerando sus posturas durante este.

El análisis se basó en categorías como vínculo con la naturaleza, gestión de las áreas, sentimientos asociados a dichos espacios y relación con el resto de la ciudad. Vale resaltar que el establecimiento de los imaginarios precedentes se debe a la lectura y el análisis de las entrevistas realizadas, junto con las fuentes de datos secundarias. Así, se pudieron encontrar coincidencias respecto a las opiniones de los entrevistados. Esas coincidencias no refieren necesariamente a la voz de la mayoría de los participantes, sino más bien a los imaginarios que subyacen en cada una de las argumentaciones. Por ejemplo, cuando se habla de la naturaleza ordenada y salvaje, no se refleja una preferencia por una u otra de cierta cantidad de entrevistados. Lo que se afirma es la presencia de esa dicotomía como parte de los imaginarios de los actores; dependiendo del caso, se mostrará cuál posición predomina.

3.Análisis y resultados

3.1. La Reserva Natural Puerto Mar del Plata y la Reserva Forestal Bosque Peralta Ramos

La zona sur de la ciudad de Mar del Plata ha tenido gran dinamismo en las últimas décadas, con los procesos de expansión y consolidación urbana (Zulaica y Ferraro 2010). Además, presenta múltiples tensiones entre diversos intereses, actores y usos del espacio, entre los que se encuentra la búsqueda de la conservación de ciertos ecosistemas autóctonos o espacios verdes frente a proyectos inmobiliarios, productivos y económicos. Testigos de esos intereses contrapuestos son las áreas protegidas de la ciudad, como la Reserva Natural Puerto Mar del Plata y la Reserva Forestal Bosque Peralta Ramos (mapa 1).

Mapa 1 Localización de las reservas 

La Reserva Natural Puerto Mar del Plata, a pesar de su pequeña extensión (40 hectáreas aproximadamente), cuenta con una gran biodiversidad y diversos ambientes como humedales, pastizales, médanos y playa. Fue declarada Reserva Municipal en 1990 y Reserva Provincial de Objetivos Definidos Mixtos, Botánico, Faunístico y Educativo en 2014. Funciona como área de amortiguación de los usos disímiles del espacio: los residenciales del barrio de Punta Mogotes, los industriales de la zona portuaria y los turísticos del complejo Punta Mogotes. Esas actividades han generado tensiones que pusieron en peligro la conservación del área.

Una de ellas fue la disputa con el Club Atlético Aldosivi, que inició en 2010, cuando esa entidad, de fuerte identidad barrial en el puerto, obtuvo de la administración portuaria el terreno, por uso de 30 años, para construir allí su estadio. Con el comienzo de las obras, sin el cumplimiento de la legislación ambiental vigente, no obtuvieron la aprobación de la Evaluación de Impacto Ambiental. La sociedad civil comenzó a organizarse en defensa del espacio, con la participación de la Fundación de la Reserva del Puerto, Greenpeace y la Asamblea de Vecinos Trabajando en Acciones por la Reserva (A.V.A.T.A.R.). Otros conflictos en esta reservatienen que ver con la contaminación producida por las industrias del puerto y con los impactos generados por obras en balnearios turísticos contiguos.

Por su parte, el Bosque Peralta Ramos tiene aproximadamente 350 hectáreas, donde predominan especies como eucaliptos, pinos, cipreses, acacias y aromos. Su particularidad es que, si bien está considerado como una reserva forestal, también es un barrio de viviendas residenciales, con equipamiento e infraestructura urbana. En la actualidad, se calcula que habitan en él 10 000 personas, lo que amerita diversas consideraciones en cuanto a su gestión.

La reserva forestal se encuentra bajo protección de normativas municipales. Una de ellas es la Ordenanza nº 9717/94, que declara reservas forestales a diversos espacios arbolados de la ciudad y dispone su conservación. Por su parte, la Ordenanza n° 9784/94 establece un Código de Preservación Forestal para todo el partido de General Pueyrredon. Además de las ordenanzas citadas, pueden destacarse algunos actores relevantes en la gestión de la reserva, como la Sociedad de Fomento del Bosque Peralta Ramos, el Departamento de Arbolado Urbano, dependiente del Ente Municipal de Servicios Urbanos (EMSUR), y la Asociación de Barrios Reservas Forestales.

Aunque la actividad de esos actores es relevante para gestionar la forestación, la inexistencia de un plan de manejo específico para el Bosque Peralta Ramos y la falta de cumplimiento de la normativa existente, en algunas oportunidades, han propiciado problemáticas. Una de ellas es la expansión urbana dentro de la reserva forestal, que se ha incrementado exponencialmente en los últimos 20 años. Ello provocó una pérdida significativa de árboles, ya que tampoco existieron controles de remoción y sustitución de estos, tal como estaba previsto en la legislación. Asimismo, es necesario considerar problemas relacionados con el arbolado, que muestra signos de envejecimiento en algunos ejemplares. Eso ha provocado múltiples caídas recientes, que suponen un riesgo permanente para los habitantes y visitantes del lugar.

3.2. ¿Cómo se piensan las áreas protegidas urbanas? Análisis de los imaginarios

En los siguientes apartados se analizan algunos imaginarios asociados a la naturaleza urbana, como la distinción entre naturaleza salvaje y ordenada, las percepciones sobre la gestión pública o privada de esta, la búsqueda de escape y tranquilidad, en contraposición a la vida urbana y los miedos que conlleva. Se observa que los imaginarios son interdependientes entre sí, y cada uno de ellos posee implicancias en los restantes. Las relaciones entre soportes simbólicos implican prácticas que visibilizan la complejidad de los procesos urbanos (García Canclini en Lindón 2007; Silva 2006).

3.2.1. Naturaleza ordenada y salvaje

Con el objetivo de describir las formas de entender los espacios de interés, se comienza por observar cómo se concibe a la naturaleza en términos generales. Si bien no es objetivo de este artículo detallar las múltiples formas de entenderla, se considera una mirada que ha guiado el desarrollo social y productivo de muchas sociedades: la búsqueda de control, manipulación, orden y desarrollo humano (Gudynas 2011) frente a una naturaleza que aparece como exterior y salvaje.

La perspectiva dominante que toma a la naturaleza como fuente de recursos a utilizar o simple escenario para depositar las externalidades de la producción ha sido criticada con fuerza desde la década de 1970. La aparición en la escena pública de miradas ambientalistas impulsó el desarrollo de medidas en pos de la conservación (Foladori y Pierri 2005). Sin embargo, las prácticas conservacionistas persisten en ciertos imaginarios como ajenas a las áreas donde se vive, es decir, se refuerza una imagen de ciudad y naturaleza separadas (Restrepo 2007).

Aquello que se considera naturaleza está pensado en el exterior de las ciudades. Sin embargo, se puede afirmar que sí aparece un tipo particular de la primera dentro de las segundas: la plantada y manejada, que en este trabajo se denomina “naturaleza ordenada”. La naturaleza que aparece sin buscarla, como plantaciones en lotes baldíos, es vista como desarreglada y denota signos de negligencia en las miradas de muchos habitantes. Frente a ella se presentan procesos de “rehabilitación” en busca de “mejorar” el lugar, transformando la diversidad en paisajes uniformes (Hough 1995). Esa perspectiva da cuenta de una mirada preponderante sobre la temporalidad, donde “lo salvaje” es anterior y es necesario superarlo. Existe, de tal forma, una mirada lineal del tiempo (Iparraguirre 2017).

La Reserva Natural Puerto Mar del Plata no cumple con los parámetros del urbanismo clásico acerca de la naturaleza ordenada, ya que la flora y la fauna emergen en un espacio de manera no planificada y controlada. Es por ello que algunos imaginarios representan ese espacio desde la extrañeza, la preocupación y el miedo (se profundiza en próximos apartados). Las obras que desarrolló el Club, como desmalezamiento, siembra de césped y palmeras y colocación de luminarias son vistas como mejoras de un espacio en estado de abandono (fotografías 1 y 2). Esto lo expresa la propia entidad deportiva en su informe de impacto ambiental. Afirman que la limpieza del predio mejoró el lugar que, según el documento, se encontraba en estado de abandono.

Fotografía 1 Naturaleza “ordenada” del Club Aldosivi 

Fotografía 2 Naturaleza “salvaje” de la RNPMdP 

La búsqueda del control y la limpieza de los espacios con naturaleza silvestre aparece también en referencia a la Reserva Forestal Bosque Peralta Ramos. Si bien se rescata un tipo de disposición de la naturaleza distinto al de los parques y plazas, los imaginarios de los habitantes dan cuenta de que, al momento de pensar los espacios públicos y el mantenimiento de sus terrenos, prima una lógica de manejo “ordenado” (fotografías 3 y 4). Así lo expresan algunos entrevistados.

Los ligustros que están en esta misma vereda hacia la entrada del bosque tienen tres metros hacia la avenida y nadie se ocupa. Ni el dueño, ni la Sociedad de Fomento, que digan “bueno, vamos a embellecer, cortemos ligustros y hagamos un cerco prolijo”, que quede una presentación de entrar al bosque, algo que te entusiasme” (Natalio, agente inmobiliario, abril de 2019).

Fotografía 3 Naturaleza salvaje en el BPR 

Fotografía 4 Naturaleza ordenada en el BPR 

El imaginario de la naturaleza ordenada conlleva una concepción pictórica y estética del paisaje, alejada de las diferentes visiones integrales científicas del concepto (Urquijo y Barrera 2008). De esa manera, la naturaleza es algo a ser visto, más que vivido. Algunos residentes se quejan de que nuevos vecinos del bosque desean ver los árboles desde sus propiedades, pero no están dispuestos a afrontar todo lo que conlleva la convivencia, pues retiran muchos árboles para construir su vivienda, sin reponerlos.

El imaginario preponderante del orden esperado para la naturaleza en las ciudades entra en tensión con el rescate de lo salvaje, no desde una connotación negativa, sino destacando los beneficios de la diversidad que se encuentran en lo silvestre. La segunda posición aparece en las personas que defendieron la Reserva del Puerto durante el conflicto con el club, y también en algunos habitantes del bosque. La relevancia de los servicios ecosistémicos es un aspecto preponderante en sus entrevistas. Destacan, por ejemplo, el aire puro, la absorción del agua, la diversidad de flora y fauna, la tranquilidad y recreación que proveen, entre otros aspectos positivos. La presencia de lo “natural no intervenido” es valorada como forma de entrar en contacto de manera directa, es decir, vivenciar la naturaleza en los espacios.

No obstante, es preciso destacar que la presencia de naturaleza silvestre en las ciudades, vista desde una perspectiva positiva, aparece confrontando una noción ampliamente arraigada: la naturaleza como algo ajeno, lejano, paisaje estético o controlada, dentro de la dicotomía ordenada/salvaje. Entre los actores, prevalece la idea del orden.

3.2.2. Naturaleza urbana en espacios públicos y privados

La gestión de los espacios públicos y privados es un tema de constante debate y resignificación en el urbanismo y las políticas urbanas. Así, pueden identificarse normativas, planes de gestión estratégicos, códigos de ordenamiento territorial y otros instrumentos regulatorios que, con mayor o menor efectividad, intentan delimitar los usos y atributos del espacio urbano. Pero la valoración del suelo no se hace solo mediante la observación de parámetros físicos o socioeconómicos de la ciudad, sino que también se plasma en ella una base simbólica cargada de imaginarios heterogéneos (García Canclini en Lindón 2007).

El debate sobre la gestión de la naturaleza urbana se sustenta en los imaginarios de una apropiación pública o privada. Esas formas de percibir los espacios verdes de la ciudad es foco de constantes tensiones y discrepancias entre posturas divergentes. Cuando se piensa en la gestión privada de la naturaleza urbana, probablemente se hace referencia a jardines, campos y barrios residenciales privados, que delimitan y conforman inclusiones y exclusiones respecto a quien posee la propiedad de estos lugares. En cambio, la gestión pública de la naturaleza urbana interviene en aquellos espacios públicos verdes que pueden ser visitados y transitados por cualquier ciudadano, en su libre derecho de circular, aunque en algunos casos se interpongan barreras simbólicas que atenten implícitamente contra esa posibilidad. En tal sentido, es pertinente subrayarla importancia del tipo de gestión predominante en la naturaleza urbana, ya que de ella surgen distintas posiciones que sustentan determinadas apropiaciones por sobre otras. Las disputas sobre las formas de apropiación inciden en la construcción y gestión de la naturaleza urbana, conforme también se refuerzan o modifican los imaginarios que la sustentan.

En las áreas estudiadas, las percepciones acerca de prácticas de manejo público y privado del territorio entran en disputa permanente. De alguna forma, pareciera entenderse que tanto la Reserva del Puerto como el Bosque Peralta Ramos son áreas protegidas que pertenecen a “todas las personas”. El interrogante se plantea a la hora de identificar los responsables de la gestión. Estos señalamientos están dirigidos sobre todo a las autoridades públicas, por incumplir sus obligaciones. Mientras que en la Reserva del Puerto existen quejas por la falta del servicio de recolección de residuos, en el Bosque Peralta Ramos se reclama la ausencia del Estado en la gestión del arbolado.

De forma concomitante a esas discrepancias por la gestión del espacio público, se desarrollan prácticas con intereses privados en las áreas bajo estudio. Ello atenta contra la percepción simbólica de la naturaleza urbana como espacio público disponible para todos los habitantes, lo que promueve prácticas individuales que transforman el espacio. En el caso de la Reserva del Puerto, una parte del conflicto está dada por los intereses privados en torno al área protegida, tanto por el Club Atlético Aldosivi como por los balnearios cercanos. Mientras que el avance del capital privado representa una amenaza para la conservación de la Reserva del Puerto, en el Bosque Peralta Ramos se presenta la particularidad de que el espacio privado debe coexistir con el arbolado público. En este caso, la principal problemática se ubica en torno a la tala de árboles para construir inmuebles privados.

Ante la situación, se gestan distintas concepciones de la apropiación pública o privada de la naturaleza urbana. En la Reserva del Puerto, quienes defienden la apropiación privada del suelo para el Club Atlético Aldosivi apelan a una identidad barrial, mientras que los defensores de la Reserva del Puerto intentan defender el espacio público proyectando una noción inclusiva del mismo. Si en esa área protegida aparecen referencias colectivas, ya sea para su apropiación pública o privada, en el Bosque Peralta Ramos, la apropiación privada reviste un carácter más individualizado. Es decir, la visión predominante es la de aquel vecino que posee su lote y propiedad en el lugar, cuyo involucramiento con él es solo a través de esa forma de ocupar el espacio. En esa apropiación privada e individualista, los vínculos comunitarios para la defensa del espacio público se encuentran debilitados, contrariamente a lo que sucede en la Reserva del Puerto, donde existen agrupaciones en defensa del área protegida.

Puede observarse que los imaginarios ligados a la gestión pública o privada de la naturaleza urbana no solo tienen impactos territoriales, sino que conforman una determinada forma de involucrarse con los sitios analizados. De un lado, la preferencia por la gestión pública es valorada para el uso comunitario; del otro, quienes defienden la gestión privada tienden a concebir la naturaleza urbana desde posiciones centradas en posturas sectorizadas o individualistas.

En ese sentido, el imaginario en torno a la propiedad pública o privada de la naturaleza urbana puede observarse de dos formas distintas. En relación con los espacios públicos, considera a la naturaleza urbana como un bien para ser utilizado por todas las personas, lo que en algunos casos lleva a las acciones de defensa de esta, como se constató, por ejemplo, en los actores que se movilizaron en pos de la protección de la Reserva del Puerto. No obstante, surge una contradicción respecto del valor público de la naturaleza urbana: si bien se considera de acceso universal, no todos los actores están dispuestos a realizar tareas de cuidado de los espacios públicos, y se delega al Estado esa responsabilidad.

Por otro lado, el imaginario de la naturaleza urbana ligado a la gestión privada del espacio da cuenta de prácticas individuales que se oponen a una visión integral de las áreas protegidas. En el caso de la Reserva del Puerto, los intereses privados del club deportivo se contraponen con la conservación de los valores ecológicos del lugar. Por su parte, en el Bosque Peralta Ramos, la construcción de viviendas por parte de propietarios privados constituye una amenaza para la reserva forestal. En ambos casos, los actores, si bien reconocen que existe normativa que regula la capacidad de acción sobre sus propiedades, esta no siempre es cumplida, ya que no se percibe la integración de la propiedad privada con el entorno circundante. De tal manera, el imaginario referido al espacio privado da cuenta de la naturaleza urbana de una manera aislada e impide pensar integralmente las áreas protegidas.

3.2.3. Naturaleza urbana como escape de la ciudad y como parte de recuperar un pasado

Como se ha descrito con anterioridad, las reservas se encuentran localizadas en la zona sur de la ciudad de Mar del Plata, área de amplio crecimiento en las últimas décadas (mapa 2). Si bien los motivos de esa expansión y consolidación no son objeto de estudio del presente trabajo, se observa que existe un imaginario referido a la tranquilidad para las zonas de la ciudad más alejadas del centro urbano. Este incide en las decisiones de localización (Lindón 2008). Aparece la imagen del suburbio en contraposición a la idea construida del centro de la ciudad: mientras el centro es representado como caos, contacto con extraños y velocidad, alejarse de él se asocia con lo contrario. Si bien antes esto era encontrado en el campo, el suburbio resume hoy en el imaginario ideal lo mejor de la ciudad y del campo, sin sus defectos.

Mapa 2 Crecimiento urbano de la zona sur de Mar del Plata (1990-2010) 

El desplazamiento hacia la periferia implica, desde los imaginarios, un estilo de vida diferente, con algunas características positivas, en contraposición a los centros urbanos. La Reserva del Puerto y la Reserva Forestal Bosque Peralta Ramos, al cumplir con esa distancia, son concebidas como refugios dentro de las ciudades. La diferencia entre esos lugares es que la segunda implica residir ahí, entonces no solo brinda una sensación positiva al visitarla, sino que perdura como entorno de vida cotidiana. Gran parte de los vecinos entrevistados del Bosque de Peralta Ramos eligieron vivir allí buscando la tranquilidad que no encontraban en otras partes de la ciudad.

A la idea de lejanía de los centros urbanos, asociada a la tranquilidad, se le suma en las reservas naturales la idea de la búsqueda de mayor contacto con la naturaleza. Aparece así el entorno “natural” como un valor diferencial con el que cuentan las propiedades en el periurbano (Irarrázaval 2012).

Si bien se encuentra naturaleza ordenada en las ciudades, en parques y plazas, que también brindan servicios ecosistémicos, el contacto con áreas naturales con mayor delimitación y alejamiento del centro refuerza la idea de la naturaleza como refugio. El expresidente de la Asociación Vecinal de Fomento del Bosque de Peralta Ramos da cuenta de cómo esa separación es física y simbólica, y trae aparejada un imaginario sobre el estilo de vida “dentro”.

Yo cruzo el arco de Don Arturo [entrada del Bosque Peralta Ramos] y a mí me cambia el día. Yo me voy del bosque, hago cosas, voy a la Municipalidad, voy al centro, hago de todo. Pero volver al bosque para mí es… me cambia la vida. Estar dentro del bosque me cambia la vida (expresidente de la Sociedad de Fomento, abril de 2019).

Los rasgos distintivos de estas áreas protegidas fortalecen la idea de una “burbuja” dentro de la ciudad. Es menester aclarar aquí un aspecto que se desarrollará en el apartado siguiente: lo salvaje genera miedos. Por lo tanto, la idea de refugio y tranquilidad se da cuando ciertas acciones humanas intervienen los espacios, como control de árboles, cortes de césped, luminaria (Bosque Peralta Ramos), carteles y pasarelas (Reserva del Puerto).

Asimismo, se resaltan dos elementos. El primero es que estas “burbujas” buscan resguardar algunos aspectos del pasado. El segundo, que hay un imaginario de que ello se va perdiendo con el paso del tiempo. El pasado que se rescata es el de la naturaleza más prístina (ecosistemas autóctonos) y frondosa (mayor masa arbórea en el Bosque), y un estilo de vida que se añora de otros momentos o de otros lugares y ya no se encuentra en la vida citadina. Sin embargo, junto a las ideas de un pasado que se quieren rescatar, vienen ciertas preocupaciones y miedos a que estas se van a ir perdiendo en el futuro. Tanto las conflictividades ambientales que expresan la falta de controles por parte de autoridades estatales como las acciones individualizantes en propiedades privadas, como se detalló en el anterior apartado, muestran cómo se ponen en peligro los valores de conservación de dichas áreas protegidas. Eso incide en el malestar sobre el futuro del espacio. Sin embargo, puede decirse que el rescate del pasado surge en mayor medida de los vecinos que viven hace mayor tiempo en la reserva forestal.

3.2.4. La naturaleza urbana: entre la búsqueda de seguridad y los miedos

En las últimas décadas, el espacio urbano ha experimentado transformaciones fruto de lo que se puede denominar “imaginario del miedo”. La ciudad, vista como un lugar inseguro, da cuenta de percepciones y prácticas que tienden a alimentar ese imaginario (Silva 2006). Ello puede verificarse en hechos tales como la creciente cantidad de cámaras de vigilancia y el reconocimiento de ciertas zonas inseguras por los habitantes de una urbe. También pueden notarse cambios en los modos de apropiación del suelo, como las urbanizaciones cerradas en espacios periurbanos, cuya motivación principal es la búsqueda de seguridad (Gómez Dávila y de Aguiar Arantes 2015). En tal sentido, el miedo a la ciudad configura relaciones sociales que se debilitan en los espacios públicos y privilegian los lugares privados. La vivienda es el emblema de la búsqueda de seguridad (Lindón 2006).

La naturaleza urbana juega un rol destacado en la representación del imaginario del miedo, a través de dos formas. La primera, como se ha visto en el apartado anterior, como una fuente de tranquilidad y escape de la vida urbana, con la percepción de un aumento en la calidad de vida (Girola 2004). La segunda es la percepción de la naturaleza urbana como insegura. Los espacios verdes urbanos pueden ser percibidos como zonas en donde coexisten elementos potencialmente peligrosos, como los lugares poco iluminados o el sentimiento de estar siendo observados por otras personas que se encuentran ocultas. Desde luego, esas formas de entender la naturaleza urbana están ligadas a factores como el diseño particular de los espacios verdes, la función que desempeñan en el espacio urbano y la zona en donde se encuentren ubicados (Jansson et al. 2013).

Las afirmaciones realizadas se corresponden con los casos de estudio. En relación con la dicotomía entre naturaleza ordenada y salvaje, la percepción del miedo en torno a la Reserva Natural del Puerto como espacio salvaje, y el Bosque Peralta Ramos como espacio ordenado entraña particularidades. En el primer caso, los entrevistados destacan una sensación de peligro inherente al sitio, es decir, que es parte de la Reserva en tanto carece de un control antrópico: “Meterse a un lugar donde no está cortado el pasto ya debe ser peligroso” (referente A.V.A.T.A.R, diciembre de 2017). Esto coexiste con una sensación de peligro acerca de la “invasión” de la naturaleza salvaje en el medio urbano.

El imaginario del miedo, trasladado a la naturaleza salvaje en el espacio urbano, está relacionado con un peligro percibido dentro de la Reserva y como parte de ella. Esto puede contrastar con lo que sucede en el Bosque Peralta Ramos. Dada su característica de área residencial, el peligro parece venir desde las afueras de la ciudad hacia la reserva forestal, tanto por actos delictivos como por personas que visitan el lugar. En esos casos, el arbolado puede actuar como obstáculo para la seguridad. No obstante, los vecinos más antiguos del Bosque señalan que, en las épocas de mayor presencia de arbolado (debido a la menor cantidad de población), el lugar era más seguro. Así, se generan dos visiones opuestas de la seguridad en el mismo lugar.

En el caso de la Reserva del Puerto, frente al miedo percibido de la naturaleza “salvaje”, se defiende la presencia del Club Atlético Aldosivi como un actor que redujo la inseguridad. Así lo muestra la siguiente cita, aunque representa solo una de las posturas inherentes al conflicto (ya que, para el otro sector, la inseguridad está dada por la pérdida de espacios verdes públicos en manos de actores privados, como el Club).

Yo creo que lo que pasa en el Puerto, por lo que he hablado con mucha gente del Puerto que dice “bueno es una mugre, etc”. Es verdad, siempre es una mugre, peligroso, con gatos salvajes, con perros salvajes, etc. Las organizaciones estas no se preocupaban mucho antes de que salte la perdiz del tema Aldosivi. Había un abandono total (entrevista a hincha de Aldosivi, febrero de 2018).

Teniendo en cuenta lo anterior, puede decirse que tanto en la Reserva Natural del Puerto como en el Bosque Peralta Ramos se presenta un imaginario ligado al miedo en relación con la naturaleza. Si bien en el primer caso se relaciona con la naturaleza salvaje y en el segundo con la naturaleza ordenada, ambos comparten la sensación de peligro asociada a los espacios verdes. Concretamente, a la presencia de una otredad no deseada en ellos. Mientras que en la Reserva esa otredad es percibida como inherente a la peligrosidad del lugar, en el Bosque Peralta Ramos es sentida como un peligro exterior. Es importante reafirmar que estos imaginarios están presentes entre los actores, pero hay posiciones contrarias, como se dijo con anterioridad. Por ejemplo, la idea de que la Reserva del Puerto no es peligrosa en sí misma.

4. Conclusiones

La existencia de imágenes, sensaciones y representaciones, es decir, todo aquello que compone los imaginarios urbanos ha permitido comprender ciertas relaciones entre los habitantes de las ciudades y las áreas verdes urbanas. La búsqueda del orden, el miedo asociado a la naturaleza salvaje, la tranquilidad de alejarse de los centros urbanos para refugiarse en lugares del periurbano con presencia de naturaleza, y las distintas percepciones sobre cómo entender la naturaleza en espacios públicos y privados son algunos de los aspectos a resaltar. Estos imaginarios no son únicos, se relacionan entre sí y en muchos casos se tensionan.

Algunos imaginarios analizados identifican al Bosque Peralta Ramos y a la Reserva Natural Puerto Mar del Plata como espacios protegidos con un valor intrínseco. Ejemplo de ello essu reconocimiento como áreas naturales que proveen servicios ecosistémicos y valores estéticos para los habitantes de la ciudad de Mar del Plata. Sin embargo, estos espacios verdes son pensados como cualquier otro espacio urbano, lo cual evidencia que lo esperable dentro de la ciudad es la intervención humana. De esa manera, se conciben las áreas protegidas urbanas como espacios delimitados y diferenciados del resto de la ciudad, pero se espera que sigan los mismos patrones de orden demandados fuera de ellas.

Conocer cómo se perciben y se desarrollan imaginarios sociales en torno a las áreas protegidas urbanas no es solo un aporte para investigar la subjetividad social en torno al estudio de las ciudades, sino una posibilidad para su transformación. Así, es posible planificar la gestión integral de estos espacios, que incluya diversas variables: económica, social, ecológica, ética, política, cultural, educativa, entre otras. Dentro de cada una de ellas, se deben contemplar las construcciones imaginarias presentes en los actores sociales; tanto aquellas que coinciden con los objetivos de gestión como las que los obstaculizan. Desde luego, esto también abre la posibilidad de nuevas investigaciones, relativas a políticas públicas y gestión de áreas protegidas urbanas, desde la mirada de los actores sociales.

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Recibido: 05 de Enero de 2021; Aprobado: 06 de Junio de 2021

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