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Letras Verdes, Revista Latinoamericana de Estudios Socioambientales

versión On-line ISSN 1390-6631

Letras Verdes  no.30 Quito sep./feb. 2021

https://doi.org/10.17141/letrasverdes.30.2021.4752 

Articles

Cabo Pulmo y el Uróboro: un caso multiescalar de perspectivas socioambientales

Cabo Pulmo and the Uróboro. A Multiscale Case of Socio-Environmental Perspectives

1 Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, sebastian.torres@enah.edu.mx


Resumen

En este artículo se estudia el caso de Cabo Pulmo, localidad ubicada en Baja California Sur, México, cuyos habitantes transitaron de una economía basada en la pesca y la extracción perlera a una sostenida por el ecoturismo. El objetivo fue analizar de qué manera dicho proceso estuvo influenciado por personas e instituciones multiescalares. El trabajo etnográfico consistió, en primera instancia, en conversaciones informales con habitantes de la localidad. Luego se aplicaron entrevistas en profundidad con tres personas, con la intención de obtener sus historias de vida. Para analizarlas, se emplea una propuesta metafórica basada en la figura del Uróboro. La investigación se acerca a un grupo social particular inserto en el mundo globalizado, a una crisis ambiental con una respuesta adaptativa y relaciones multiescalares articuladas para consolidar un proyecto ecoturístico y de defensa del territorio contra grandes proyectos turísticos, impulsando también cambios socioculturales. Se sugiere que este caso es un ejemplo concreto de la forma en que los procesos multiescalares pueden incidir en escenarios locales para impulsar respuestas adaptativas, un tema asociado a las discusiones y los retos del cambio climático.

Palabras clave: análisis socioambiental; cambio climático; ecoturismo; globalización; México

Abstract

This article presents the case study of Cabo Pulmo, a town located in Baja California Sur, Mexico, which went from an economy based on fishing and pearl extraction to one sustained by ecotourism. The objective is to analyze how this process was influenced by people and multiscale institutions. The ethnographic work consisted, first, in informal conversations with local inhabitants, followed by the application of in-depth interviews with three people, to obtain their life stories. To analyze the results, a metaphorical proposal based on the figure of the Ouroboros is used. The investigation focuses on a specific social group inserted in the globalized world, an environmental crisis with an adaptive response and articulated multiscale relationships for the consolidation of an ecotourism project and the defense of the territory against large tourist projects, also promoting socio-cultural changes. This case is considered a concrete example of how multiscale processes can influence local scenarios to promote adaptive responses, a topic associated with the discussions and challenges of climate change.

Key words: climate change; ecotourism; globalization; Mexico; socio-environmental analysis

Introducción

En este artículo se estudia el caso de conservación y adaptación de Cabo Pulmo, Baja California Sur, México. Se analiza cómo la población local y su escenario se vinculan con organizaciones, intereses e instituciones nacionales e internacionales. Se trata de una versión revisada y sintetizada de la investigación que se desarrolló entre agosto de 2018 y junio de 2020. Aunque los resultados iniciales fueron analizados desde el enfoque de la posmodernidad, aquí se complementan con perspectivas de la sociedad global, para evidenciar la importancia de la articulación y confrontación en dicho escenario de fuerzas multiescalares (locales, estatales, regionales, nacionales, internacionales o globales).

Para este análisis se toma la revisión bibliográfica desarrollada a lo largo del primer año y medio del proyecto, y algunos de los resultados etnográficos que corresponden a la estancia en campo, realizada en enero de 2019. Estos últimos se dividen en dos categorías: conversaciones informales y entrevistas en profundidad. Las conversaciones se desarrollaron en diferentes contextos, como la ingesta de alimentos, la compra de insumos y los traslados entre Playa Arbolitos, Cabo Pulmo y La Ribera. Fueron de gran utilidad para detectar temas relevantes, dar a conocer los objetivos de la investigación, empatar líneas de acción con la revisión bibliográfica y ubicar distintos actores sociales locales, algo fundamental a la hora de seleccionar a las personas con quienes se podría trabajar posteriormente.

Las entrevistas en profundidad conformaron la segunda etapa del trabajo de campo. Se realizaron a tres miembros de la comunidad, con la intención de obtener sus historias de vida. Los dos hombres y la mujer seleccionados pertenecen a dos de las tres familias que habitan la localidad (los Castro y los Cañedo). Corresponden a grupos de edad distintos (37, 54 y 72 años al momento de hacer la etnografía). Con ello, se bosquejan distintas formas de vivir la transición. Otro de los criterios de selección fue su implicación con la pesca. Uno de los hombres creció y vivió gran parte de su vida pescando; el otro creció con la pesca, pero en su edad adulta, la transición lo obligó a buscar alternativas. A la mujer, este proceso la alcanzó en la niñez y no estaba tan involucrada en las actividades pesqueras. Las entrevistas fueron grabadas.

Con el enfoque cualitativo, se busca evidenciar la respuesta adaptativa de la localidad de Cabo Pulmo ante el agotamiento de los recursos pesqueros, así como un proceso de adaptación que difícilmente puede ser entendido sin una visión multiescalar.

El texto está dividido en cuatro partes. En primer lugar, se presenta una aproximación teórica a la globalización y sus distintos matices. En segundo lugar, se detalla la propuesta metafórica para examinar los fenómenos sociales y dimensionar las distintas escalas (locales, nacionales e internacionales) que operan en ellos. En tercer lugar, se analiza el caso, con énfasis en el periodo de la década de los noventa hasta la actualidad, articulado con una reconfiguración de los procesos de territorialización. Por último, se presentan las consideraciones finales desde la metáfora.

Trabajo de campo en el mundo globalizado

Son distintas las visiones a través de las cuales, directa o indirectamente, se han abordado las relaciones entre diversas escalas, que van desde lo local hasta lo global. Estas relaciones tienen la capacidad de incidir sobre diversas dinámicas sociales, económicas y políticas.

En la propuesta de la sociedad del riesgo global, Ulrich Beck (2002) parte de distanciarse hasta cierto punto de algunas perspectivas posmodernas. Sin embargo, reconoce dos modernidades. La primera de ellas se basa en la idea de un Estado nación cuya dinámica era entendida en torno a situaciones territoriales. La segunda se ve atravesada por la globalización y otros fenómenos como la revolución de género, el subempleo y la crisis ecológica, en cuyo caso impera una especie de modernización radicalizada (Beck 2002, 1-28).

Beck utiliza el ejemplo de la encefalopatía espongiforme bovina (conocida como enfermedad de las vacas locas), para demostrar que un fenómeno así ya no puede ser aislado en términos políticos, pues incluye esferas económicas, sanitarias, agrícolas, entre otras. Tampoco puede delimitarse a un territorio particular; en una sociedad globalizada, los efectos (directos e indirectos) pueden impactar en otros territorios y sectores (Beck 2002, 75-112). De esa forma, el autor describe una realidad compleja, que interrelaciona diversas disciplinas en una variedad de territorios.

Adentrados en la idea del mundo globalizado, resulta difícil no considerar aspectos macro y su impacto en los actores sociales locales. Las visiones varían en función de los fenómenos de estudio y las corrientes teóricas acogidas. A continuación, se muestran visiones que exploran dos polos, más que opuestos, complementarios. David Harvey (2005) reflexiona sobre la forma en que el neoliberalismo ha acelerado la acumulación por desposesión, mediante el funcionamiento de los Gobiernos como agentes encargados de garantizar sus intereses; lo cual incluso utiliza para plantear que “el libre comercio no significa comercio justo” (Harvey 2005, 109).

Por su parte, Charles Hale (2003) propone ver al neoliberalismo desde aspectos de gobernanza, donde se consolidan agentes o instituciones que pueden impulsar cambios de orden social, político y económico. Esta idea lo lleva a sostener el concepto de multiculturalismo neoliberal, bajo el cual se reconoce la diversidad cultural y sus respectivos derechos. Para ello ejemplifica algunas de las luchas jurídicas que han llevado grupos étnicos en Centroamérica contra sus propios países en busca de la legitimidad de su territorio mediante títulos colectivos de propiedad. Entre ellas, la pugna entre los awas tingni y Honduras en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Hale 2003, 14-17), y los cambios en las políticas internas del Banco Mundial: las fuertes críticas del impacto negativo local de sus proyectos de desarrollo e infraestructura lo llevaron a financiar diversos procesos de delimitación y legitimación de la tenencia de territorios pertenecientes a grupos indígenas, en reconocimiento de la diversidad cultural (Hale 2003, 17-20). En resumen, esas visiones presentan dos realidades distintas, no excluyentes entre sí, sino complementarias, donde el neoliberalismo y el capital global pueden jugar distintos roles y, en consecuencia, impactar de distintos modos los escenarios locales.

Estos autores se retoman, en gran medida, para mostrar cómo los escenarios y los grupos sociales locales no están aislados del mundo globalizado, sino que son susceptibles a lo que sucede en distintas escalas. Al estudiar un contexto sociocultural, hay que mirar cómo los engranajes de agentes o fuerzas multiescalares toman un rol activo en los procesos de transformación o conservación de los actores sociales y escenarios locales. De acuerdo con esa perspectiva, los resultados de esta investigación se analizan mediante la metáfora del Uróboro, que permite dimensionar los escenarios y actores sociales locales en el mundo globalizado.

La metáfora del Uróboro y los fenómenos multiescalares

En primera instancia, la metáfora (Torres Alvarez 2020, 89-96) parte del reconocimiento del antropoceno (Crutzen y Stoermer 2000). Busca ser una alternativa o complemento etnográfico frente a algunas corrientes o marcos analíticos socioambientales como el treadmill of production (Schnaiberg 1980; Schnaiberg, Pellow y Weinberg 2002; Weinberg, Pellow y Schnaiberg 2000), la modernización ecológica (Fisher y Freudenburg 2001; Huber 1985; 1991; Hajer 1995; Mol 1995; Cohen 2000; Spaargaren y Mol 1992; Oltra 2005), el consumo verde (Lorenzen 2014) y las visiones sobre resiliencia o adaptación (Eakin et al. 2017; Meerow, Newell y Stults 2016). La naturaleza de esos modelos dejaba fuera hallazgos fundamentales del trabajo etnográfico. Entre ellos, las fuerzas multiescalares, donde se articulan el Estado, el capital y las ONG junto a los actores sociales, la transición de actividad económica, la defensa del territorio y la implementación de narrativas proambientales como procesos identitarios desde una perspectiva centrada en la cultura.

La metáfora fue diseñada para organizar los datos obtenidos sobre Cabo Pulmo y buscar una exposición ad hoc. Trata sobre un Uróboro, figura fantástica con forma de serpiente que se representa mordiendo su propia cola. En este ejercicio de abstracción se le atribuyen algunos componentes básicos del funcionamiento cerebral, con la intención de dimensionar elementos de distintas escalas, alcances y roles, que operan en fenómenos sociales. El Uróboro no hace referencia al caso de estudio per se, más bien representa al mundo globalizado. Se trata de dimensionar y ponderar distintas fuerzas y escalas desde un enfoque cultural de problemáticas socioambientales que, directa o indirectamente, pueden contribuir a algunos debates en torno al cambio climático.

Las neuronas, vistas como la unidad elemental, encargadas del procesamiento y la transmisión de información, tienen la capacidad de comunicarse entre sí gracias a las dendritas y pueden ser de distintas formas a partir de la función en la que se especializan (Carlson 2006, 31-32). A través de la metáfora se propone verlas como las diversas culturas locales. Cada una representa una cultura y sus particulares mecanismos de control extragenético, enfocados a ordenar la conducta (Geertz 2003, 51). Así como las neuronas, existe una amplia variedad de culturas con distintas especialidades y formas, en constantes procesos de comunicación (Torres Alvarez 2020, 91).

Los neurogliocitos, células de soporte más relevantes del sistema nervioso, conservan unido el sistema central, unen y mantienen fijas a las neuronas y las protegen. Disminuyen la intensidad de efectos físicos y químicos que el resto del organismo puede generar a las neuronas. Suministran sus nutrientes y elementos químicos para la comunicación entre ellas, y eliminan los desechos de las neuronas muertas (Carlson 2006, 37-38). En la metáfora original se propuso verlos como los sistemas políticos, diplomáticos y sociales de nivel nacional y global (Torres Alvarez, 2020, 91-92). Sin embargo, al ser este artículo un producto de revisión de dicho trabajo, para su futura divulgación, es más acertado plantearlos como el conjunto de dispositivos o estructuras sociopolíticas encargadas de ejecutar políticas públicas, acuerdos institucionales, internacionales y diplomáticos.

El hipotálamo, con múltiples núcleos, controla el sistema nervioso neurovegetativo, el sistema endocrino y coadyuva en lo que se conoce como conductas típicas de especie: lucha, alimentación, reproducción, sueño, entre otras. También se relaciona con la producción de hormonas (Carlson 2006, 93-94). Su complejidad y multiplicidad de funciones lo vuelven difícil de colocar en un espacio definitivo dentro de la metáfora. La propuesta es verlo como la diversidad de elementos que engloban la modernidad y el mercado global. Está representado por agentes privados, pero con la capacidad de incidir en el comportamiento humano y político (Torres Alvarez 2020, 92).

Leff sostiene que la globalización se ha caracterizado por priorizar la racionalidad económica, en cuyos procesos incluso se ha desnaturalizado a la naturaleza, debido a que se la ha mercantilizado (Leff 2005). Esto, en otras palabras, hace referencia a la fuerza transformativa del capital y del mercado global con respecto a la naturaleza. Por ejemplo, megaproyectos turísticos de gran impacto, inversión y plusvalía, como el caso de Cabo San Lucas.

Al Uróboro también se le dotó de un cerebro (Torres Alvarez 2020, 93), donde todos los elementos se articulan e interrelacionan; donde coexisten fuerzas, agentes, personas, culturas e instituciones pertenecientes a diversas escalas. En el mundo globalizado, múltiples posibilidades de convergencias e intersecciones tienen la capacidad de generar o materializarse en una amplia variedad de fenómenos o formas, como se aprecia en las reflexiones de David Harvey (2005), Charles Hale (2003) y Ulrick Beck (2002), al igual que de Enrique Leff (2005).

Por último, aparecen tres elementos del Uróboro que se pueden sintetizar aún más. El primero es la boca y los dientes. Representan la materialización de los diversos procesos de la cultura, además de sus acciones, apropiaciones y expresiones. Son los que pueden morder, o no, de forma desgarradora, letal o superficial.

El segundo es la estructura ósea, símbolo de los recursos no renovables. Estos últimos pueden llevar a condiciones sin retorno, tras puntos alarmantes de estrés y perturbación. Si se agotan, no existe forma natural de recuperarlos. Si llega dicha perturbación, es posible acoplar elementos no naturales (prótesis, si se habla del elemento óseo del Uróboro), o invenciones químicas y/o tecnológicas. Los términos socioambientales que evoca la metáfora permiten considerar los avances desde la perspectiva de la modernización ecológica.

El tercer elemento es el cuerpo. Incluye la piel y el organismo de la figura fantástica en mención. Su sistema inmune le ayuda a sanar, siempre y cuando se siga un determinado proceso o cuidado. De lo contrario, puede llevar a otras consecuencias negativas, como infecciones. Se propone verlo como los recursos naturales renovables. Si bien tiene un mecanismo homeostático, no posee la capacidad absoluta de mantener los riesgos al margen, pero responde ante cualquier perturbación externa (Torres Alvarez 2020, 93).

Al Uróboro, por lo general, se le representa mordiendo su propia cola. En otras palabras, se corroe a sí mismo. Al morderse, puede ser dinámico; tiene la capacidad de avanzar, retroceder o mantenerse en el mismo sitio, según sea su comportamiento. La metáfora sirve para visualizar que en el cerebro (el mundo globalizado en todo el sentido de la palabra) acontecen una serie de complejos fenómenos que permiten, facilitan, posibilitan, ordenan o prohíben a los dientes (las expresiones culturales) dirigirse a su propia cola y morderla.

En gran medida, mucho de lo que sucede en el cerebro determina la fuerza o velocidad con la que los dientes perturban, avanzan o retroceden sobre su propio cuerpo. En una situación desenfrenada y desregularizada, la boca avanza por todo el cuerpo hasta llegar a la nuca y propicia un ataque letal a sí mismo. Un avance mesurado y regularizado le facilita al Uróboro recuperase y no verse en la necesidad de llegar a un punto crítico de vida o muerte. Pero aún hay otra opción, el retroceso de la propia boca y, eventualmente, no solo la recuperación, sino la regeneración de la propia figura fantástica. Las tres dinámicas descritas son solo un panorama generalizado, aunque pueden presentarse otras y en distintos niveles. Esta metáfora pone en perspectiva a la humanidad en general, globalizada, que opera e influye en la composición del mundo que habita.

Estudio de caso: Cabo Pulmo

Cabo Pulmo es una localidad al norte de México, en el estado de Baja California Sur. Es una subdelegación política que pertenece al municipio de Los Cabos y está ubicada en lo que se conoce como Cabo del Este que, en gran medida, se encuentra delimitado por el Mar de Cortés o Golfo de California. Dentro de los asentamientos que conforman la región hay una antigua ranchería, también conocida como Cabo Pulmo. La población se dedicó a la búsqueda perlera y la pesca, como otras en la región; no obstante, en las últimas décadas, fue la primera en la zona en transitar hacia una economía basada en el ecoturismo. Para ello, fue necesaria la articulación de diversos factores que coadyuvaron a la consolidación de dicho proyecto.

Cabo Pulmo tiene un arrecife especial frente a sus costas. Cuenta con la cobertura coralina más grande del Golfo de California y tiene unos 20 000 años de antigüedad (lo que lo convierte en uno de los más viejo del Pacífico americano). En él habitan 11 especies de corales hermatípicos, una amplia variedad de moluscos y peces de visita temporal o en situaciones migratorias (Arizpe Covarrubias 2008, 62-64). Es parte de los distintos elementos que conforman el Patrimonio Natural de la Humanidad, bajo la categoría de Islas y Áreas Protegidas del Golfo de California de la UNESCO. También es considerado sitio RAMSAR, distintivo que se otorga a los humedales de importancia internacional.

Los habitantes de Cabo Pulmo tenían como actividades económicas principales la búsqueda de pinctada mazatlanica, conocida como madreperla (Nuñez Gonzalí 2006, 34), y la pesca en distintas expresiones: autoconsumo, comercial y turística (Gámez 2008; Barrera Osuna 2016); en ocasiones, complementada por la ganadería. De estas tres actividades, la pesca solía ser la más popular. A partir de testimonios locales, se supo que algunos de ellos, sobre todos los de mayor edad (que crecieron mucho antes de que se consolidara el proyecto ecoturístico local), habitaban en distintas zonas, según las temporadas de pesca, entre Cabo Pulmo y algunas islas del Pacífico como Bahía Magdalena, Cabo San Lázaro y Puerto Cortés (R. Castro, habitante de Cabo Pulmo, 15 de enero de 2019).

La pesca sin regulación terminaría por llevar a los habitantes a un punto crítico. A finales de la década de los ochenta y principios de los años noventa comenzó a presentar un importante declive, hasta volverse insostenible. Casi al mismo tiempo, algunos investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) exploraban el arrecife. En sus estancias solían convivir con algunos de los habitantes y empezaron a dar pláticas de sensibilización sobre la importancia de sus recursos naturales locales, como se aprecia en las entrevistas en profundidad realizadas (I. Cañedo, habitante de Cabo Pulmo, 16 de enero de 2019; R. Castro, habitante de Cabo Pulmo, 15 de enero de 2019; M. Castro, habitante de Cabo Pulmo, 13 de enero de 2019).

Otro factor importante en la consolidación del proyecto de conservación llegó desde la política nacional. En el Diario Oficial de la Federación (DOF) del 6 de junio de 1995 (Gobierno Federal 1995) se publicó el decreto del entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León a través del cual Cabo Pulmo pasó a ser Área Natural Protegida con el carácter de Parque Marino Nacional. Un lustro después, en el DOF del 7 de junio de 2000, Julia Carabias Lillo, titular en turno de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, anunció de manera oficial la implementación de algunas modificaciones categóricas, por lo que quedó como Parque Nacional Cabo Pulmo. De este nombre, el actual, desapareció la palabra “marino” sin traer consigo alteraciones jurídicas de fondo ni en la dinámica social. Fue un ajuste derivado de la norma vigente en ese año (Gobierno Federal 2000). Como resultado de ello, pasó a ser una zona administrada por la Comisión Nacional de Áreas Nacionales Protegidas (CONANP).

Con la aplicación de esta medida política se normaron algunas de las actividades en la demarcación, y se facilitó la disposición de recursos para su cuidado y la aplicación de programas sociales. Dentro de las más destacadas estuvo la creación de un polígono donde se prohibió todo tipo de pesca. Con el tiempo, esto permitió la recuperación y repoblación de especies marinas en el arrecife y, con esto, la necesidad de un giro en la actividad comercial. Allí encajó el proyecto de ecoturismo, que cobró una importante carga discursiva en materia de conservación. La crisis pesquera y la consolidación del área natural protegida fueron medulares en la reconfiguración cultural que, bajo el discurso y la práctica de la conservación, derivó en un giro sustentable que también se articuló con otras dos categorías: territorio e identidad.

Hablar de ambos conceptos implica una breve contextualización. Para el año 2018, el 80 % del turismo nacional se concentraba en Cancún, Riviera Maya, Los Cabos, Puerto Vallarta-Riviera Nayarit y Ciudad de México (Secretaría de Turismo 2018). Cabo Pulmo es una subdelegación de Los Cabos, municipio de Baja California Sur. En 2015, el 61,1 % de su turismo provenía del extranjero (Gobierno del estado de Baja California Sur 2015). No es de extrañarse que, durante el periodo de enero de 2018 a noviembre de 2019, el aeropuerto de Los Cabos sería, a escala nacional, el tercero con más visitantes de otros países, solo por debajo de Cancún y Ciudad de México (Secretaría de Turismo 2019). Se estima que el 40 % de la economía del estado depende del turismo, con mayor énfasis en los municipios de Los Cabos y La Paz (Angeles, Gámez e Ivanova 2012, 105).

La zona en mención se encuentra distante de la cabecera municipal, pero no está del todo aislada. A su alrededor fluctúan diversos intereses. Entre ellos, los económicos, que con recurrencia han buscado consolidar proyectos hoteleros, en su mayoría, y otros como una planta desaladora, complejos residenciales y campos de golf. Cabo Pulmo está atravesado por diversas pugnas en torno a megaproyectos turísticos entre el capital global y los habitantes.

El primero de ellos ocurrió en el año 2008, cuando se presentó el proyecto de Cabo Cortés a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que pretendía ocupar 3814,645 hectáreas. Consistía en lotificación de la tierra, construcción de hoteles, condominios, villas, marina, club de playa, restaurantes, bares, campo de golf y una planta desaladora (GRE Hansa Baja Investments S. de R.L. de C.V. 2008). Esto alertó a los habitantes. En colaboración con organizaciones no gubernamentales locales, nacionales e internacionales (entre ellas Greenpeace), se movilizaron y lograron detener el proyecto en 2011. Pero tras una apelación de los inversionistas se reactivó y fue detenido en 2012 (BBC 2012; Aristegui Noticias 2012).

No obstante, los socios (entre ellos la Caja de Ahorros del Mediterráneo y la constructora española Hansa Urbana) sostuvieron que el proyecto debía reajustarse en términos de sustentabilidad económica, ambiental y turística (Camarena 2012). Así se logró detener de manera temporal una iniciativa que buscaba construir alrededor de 30 692 habitaciones hoteleras o el equivalente a 10 230 viviendas, si se hace una conversión de tres a uno (GRE Hansa Baja Investments S. de R.L. de C.V. 2008, 11).

En el mismo año, 2012, las alarmas volvieron a encenderse en los pobladores del Parque Nacional de Cabo Pulmo, por un nuevo megaproyecto que se presentó a la Semarnat bajo el nombre de Los Pericúes. El nombre fue tomado, paradójicamente, de uno de los grupos étnicos que habitaron la región de Los Cabos. Pretendía ocupar 3769,496 (45,149 hectáreas menos que Cabo Cortés) e incluía 3450 habitaciones hoteleras más 6 650 unidades residenciales (La Rivera Desarrollos BCS S. de R.L. de C.V. 2012, 3-5).

Si se homologa la cifra con la conversión de las residencias en habitaciones hoteleras, como en el proyecto anterior (con un factor de conversión de tres a uno), con fines comparativos, se tendría un total de 23 450 cuartos de hotel (7 242 menos que Cabo Cortés). No obstante, el mismo año fue frenado, en gran medida, gracias a la respuesta articulada entre habitantes y organizaciones de la sociedad civil de distintas escalas y procedencias, en la que se ahonda más adelante.

Luego, apareció un tercer megaproyecto bajo el nombre de Cabo Dorado, encabezado por la misma empresa que buscó impulsar Los Pericúes, proyectado para 3770,05 hectáreas (poco más de una hectárea mayor que Los Pericúes y 44,145 hectáreas menos que Cabo Cortés). Se buscó construir 4020 habitaciones hoteleras distribuidas en ocho hoteles y 6061 casas (La Rivera Desarrollos BCS S. de R.L. de C.V. 2014, 9). Con la misma conversión que en los anteriores, se trata de un total de 22 203 cuartos de hotel (1247 menos que Los Pericúes y 8489 menos que Cabo Cortés).

Su destino fue el mismo que el de sus antecesores: se enfrentó a una dura defensa “de más de cien científicos, organizaciones civiles y habitantes de la comunidad de la región de Cabo del Este” (Greenpeace 2014). Los principales inversionistas, provenientes de China y EE. UU., a través de Glorious Group y Sansong International Trade Group, anunciaron la cancelación del proyecto debido a la presunta preocupación por el impacto que Cabo Dorado podría tener en el medio ambiente (Valdez 2014). El proceso incluso fue respaldado por el poder legislativo, pues en el mismo año, el entonces diputado Fernando Zárate Salgado presentó una iniciativa en la que exhortó a la Semarnat a suspender los permisos a Cabo Dorado, si no se entregaba la manifestación de impacto ambiental, para el proyecto que se construiría dentro del área natural protegida (Senado de la República 2014).

La transición de una economía basada en la pesca a otra sostenida por el ecoturismo, además de la defensa del territorio per se, son coyunturas que transformaron sus procesos de territorialización. Entiéndase el territorio como la forma de apropiarse y representar el espacio de forma abstracta o concreta (Raffestin 2011; Bello 2011; Giménez Montiel 2005), asúmase como un sistema complejo que articula a los actores sociales y el espacio que utilizan, desarrollan y administran (Moine 2006, 126). Previo a esto, su vínculo con el territorio era distinto, estaba encabezado por la pesca y búsqueda perlera. No obstante, la primera de las coyunturas puso en entredicho su arraigo tradicional. Llevó a los lugareños a cuestionarse y, con el tiempo, a cambiar a un estilo de vida permeado por la conservación y sustentabilidad, que se volvió medular en la segunda coyuntura (las defensas del territorio), debido a que el discurso proambiental no se contradijo con el propio devenir de la localidad.

Por otro lado, el hecho de que los habitantes, los académicos y las organizaciones civiles hayan logrado articularse a un frente unido contra la inversión no sustentable en la región, fue indispensable para la actual configuración del paisaje, donde aún imperan la vista natural sin gran intervención de infraestructura, comparado, por ejemplo, con Cabo San Lucas, la parte más turística del municipio. Esto evitó que en Cabo Pulmo sucediera un fenómeno al que se ha llamado “cancunización”. Un proceso acelerado a través del cual se impulsan grandes cambios al uso de suelo, con énfasis en la industria hotelera, que promueve una destrucción acelerada de los recursos naturales (Castillo-Pavón y Méndez-Ramírez 2017, 110).

La comparación expone la función de la metáfora del Uróboro, donde escenarios locales, pertenecientes al mismo municipio, se insertan en el mundo globalizado y, en consecuencia, la globalización misma se puede expresar de distintas maneras en dichos escenarios. Así se convierten en escenarios no opuestos, sino complementarios del mundo. Este proceso también incluye aspectos identitarios, porque se ha construido una proyección individual y colectiva en los últimos años, que se reafirma en el orden discursivo, no solo a partir de la conservación, sino de la diferencia con otras ofertas turísticas en la región (fotografías 1 y 2).

Fotografía 1 Vista de Cabo Pulmo, Los Cabos 

Fotografía 2 Marina de Cabo San Lucas, Los Cabos 

La vinculación de organizaciones civiles, instituciones y habitantes fue medular para enfrentar a los megaproyectos. Aún en la actualidad, conscientes del alto potencial de la región en materia turística, existe una coalición llamada Cabo Pulmo Vivo. Esta reúne a organizaciones locales, como Amigos Para la Conservación de Cabo Pulmo; regionales, como Wildcoast, Defensa Ambiental del Noreste, Niparajá; nacionales, como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental o Pro Natura; y centros académicos como la UABCS y el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Incluso se integran algunas organizaciones internacionales como Legacy Works Group, Center for Biological Diversity, The Nature Conservancy, Pelagios Kakunjá Marine Conservation y la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente.

La coalición evidencia que la globalización no se presenta solo en forma depredadora o extractivista. Es decir, de la misma forma que Charles Hale (2003) mira el otro lado de la moneda, mediante el multiculturalismo neoliberal. Ello, por supuesto, no corresponde a un enfoque de oposición binaria de posturas “buenas” o “malas”. A través de esta idea, se evidencian las distintas formas en las que las instituciones neoliberales pueden incidir en los grupos sociales y sus escenarios locales; lo cual no habla de un neoliberalismo mejor o peor, sino de una manera diferente de mirarlo y al impacto que genera.

El estudio de caso expone algo similar, pero orientado hacia la conservación. Así, muestra un escenario local cuyos habitantes están articulados con agentes de distintas escalas, sobre todo con organizaciones no gubernamentales de diferentes presencias y alcances (local, estatal, regional, nacional e internacional) y con posturas proambientales. La intención es hacer frente a la iniciativa privada y sus intenciones de llevar a cabo proyectos turísticos de alto impacto.

Hoy los pulmeños están conscientes de que su principal atractivo turístico es la conservación y una mayor experiencia natural. Esa es la parte que, al menos en la narrativa local, los vuelve distintos a la oferta e infraestructura turística de Cabo San Lucas. Por eso el lugar ha sido acondicionado a una oferta discreta, basada en búngalos, cabañas u hoteles pequeños, en comparación con otras regiones. En las calles es posible encontrar botes de basura para cinco distintos tipos de residuos (plástico, metal, vidrio, papel y pilas); incluso los prestadores de servicios ecoturísticos organizan jornadas de limpieza y cuidado de las playas y del arrecife. Es decir, una vez cambiado el pilar de su economía, vinieron consigo algunos efectos positivos en materia ambiental, derivado de una nueva forma local de relacionarse con su entorno natural.

Cabo Pulmo fue decretado Parque Nacional en junio de 1995, y es un caso muy inusual de una comunidad que elige por sí misma dejar de pescar y proteger un área. La recuperación en estos años ha sido un caso de éxito a nivel internacional. Tras casi dos décadas de protección, esta comunidad es la protagonista de una historia muy distinta a lo que ocurre en otros sitios de la región: este ecosistema se ha recuperado y muestra hoy condiciones muy alejadas a otros sitios del Golfo de California, donde el deterioro es evidente (Senado de la República 2014).

La búsqueda de alternativas económicas y la eventual transición a un modelo de ecoturismo son en sí mismas respuestas adaptativas ante una crisis ambiental específica (el agotamiento de los recursos pesqueros). Esta reconfiguración trajo consigo cambios socioculturales en los habitantes de la localidad, quienes, en colaboración con múltiples organizaciones, transitaron por un proceso de adaptación que, hasta hoy, rinde frutos. No obstante, a partir de la información obtenida en entrevistas, se supo que los pobladores están conscientes de que, una vez que cambien los marcos jurídicos a través de los cuales se ha defendido el territorio, el proyecto local podría fracturarse o hasta destruirse (R. Castro, habitante de Cabo Pulmo, 15 de enero de 2019).

Cabo Pulmo y los pulmeños desarrollan, desde hace poco más de dos décadas, un ejercicio adaptativo en respuesta a su crisis pesquera. Han constatado una recuperación paulatina del arrecife y su fauna marina. En la actualidad, uno de los tópicos que engloba el cambio climático es la noción de adaptación a los cambios que traerá consigo, los cuales serán desiguales y se visibilizarán en función de diversas características naturales y socioculturales.

Consideraciones finales

Los impactos del cambio climático pueden diferir de manera notable entre un escenario o grupo social y otro. Dependen en gran medida de las particularidades de su propio devenir histórico (individual y colectivo) y geográfico. El caso de Cabo Pulmo permite ver un punto de convergencia positivo en materia de conservación, anclado a un proceso de adaptación a una crisis concreta, que ha articulado esfuerzos locales, nacionales e internacionales, sin los cuales dicho fenómeno no podría ser entendido.

Se ha señalado la coexistencia de fuerzas y agencias de distintas escalas, y de sus repercusiones en escenarios locales. Esa condición se ha acelerado con los procesos de globalización que operan en muchos de los fenómenos sociales locales, relacionados con el cambio climático y los conflictos socio-territoriales. Los grupos sociales y sus escenarios locales pueden ser el resultado de la convergencia de fuerzas multiescalares, cuyo impacto cambiará a partir de cómo coexisten dichas fuerzas. En el caso de Cabo Pulmo, a favor de la conservación y la adaptación.

Los habitantes de Cabo Pulmo y su cultura representan una neurona del Uróboro, metáfora aún en desarrollo. Su proceso de adaptación está relacionado con la conservación, pero es solo una parte del todo. Los neurogliocitos tienen múltiples representaciones, como el convenio donde se clasificó sitio RAMSAR y el nombramiento de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Esto ha visibilizado la importancia del arrecife y la región, así como los esfuerzos nacionales e internacionales de la sociedad civil y la academia que cobijaron la causa. El Estado mexicano también brindó su ayuda, con el nombramiento de Área Natural Protegida y los incentivos al esfuerzo de una neurona o cultura local. El propio Estado funge como un agente indispensable en la prohibición legal de los desarrollos, y es de quien depende una posible aprobación que vulnere la región.

El hipotálamo está representado por la sed del capital global, en su recurrente deseo de edificar su megaproyecto turístico, zonas residenciales y la planta desalinizadora, a sabiendas de la potencial riqueza que podría captar. A ello se suma la mercantilización del paisaje natural para la experiencia de los turistas. El cerebro es donde todo coexiste, es decir, el mundo globalizado donde una cultura local busca mantener un proyecto protegido, pero también asediado por fuerzas cuya prioridad no es la conservación o adaptación al cambio climático. A su vez, está inserto en sociedades dependientes de combustibles fósiles, indispensables no solo para el motor de los coches, sino de las lanchas para buceo y snorkel que usan en Cabo Pulmo, cuyas actividades ordinarias y extraordinarias tienen una huella ecológica considerable.

La boca y los dientes superan a una sola neurona y dependen de distintas funciones del cerebro. Dentro del contexto local, el diente que podría representar la neurona de los pulmeños puede no intoxicar o desgarrar el cuerpo, pero es solo uno de los muchos que componen las fauces del Uróboro.

La estructura ósea puede no vincularse de forma positiva con el caso de estudio; como ya se señaló, depende de combustible para sus vehículos acuáticos y terrestres. Va más allá de un esfuerzo local, pues depende de una parte de la estructura global y del uso del agua para labores domésticas y consumo. Dada la ausencia de infraestructura en la localidad, el agua se extrae todavía de pozos. El resto del cuerpo sí logró recuperar al menos una parte, es decir, el arrecife y el paisaje (Torres Alvarez 2020, 159-162).

Si bien el estudio de caso puede parecer alentador respecto a la capacidad de adaptación a la crisis ambiental local dentro del mundo globalizado, resulta necesario entender que hay muchas variables que trascienden su propio alcance. Aunque los habitantes de Cabo Pulmo han demostrado un tipo de reacción o respuesta, están limitados por elementos sistémicos y estructurales que atraviesan gran parte del mundo contemporáneo, como la lógica de la ganancia, el turismo, el capital, las políticas públicas y la globalización misma. Actúan dentro de sus posibilidades, pero limitados hasta cierto punto por un marco sobre el cual no tienen injerencia. Como reconoció uno de ellos, el proyecto ha triunfado porque las legislaciones han jugado a su favor, pero eso puede cambiar en cuanto cambien las políticas públicas.

Como se puede apreciar, las dificultades de afrontar el cambio climático yacen en que es un fenómeno complejo, multifactorial y multiescalar, que demanda transformaciones en distintas instituciones y agencias, desde lo global hasta lo local.

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Recibido: 26 de Noviembre de 2020; Aprobado: 25 de Abril de 2021

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