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Letras Verdes, Revista Latinoamericana de Estudios Socioambientales

On-line version ISSN 1390-6631

Letras Verdes  n.26 Quito Sep./Feb. 2019

https://doi.org/10.17141/letrasverdes.26.2019.3825 

Articles

Establecidos y marginados en áreas naturales protegidas: dos casos de estudio en México y Argentina

The Established and the Outsiders in Protected Natural Areas: Two Case Studies in México and Argentina

1Profesor del Departamentos de Antropología Social de Universidad Nacional de Misiones (UNaM). Miembro del Centro de Estudios Históricos de la UNaM / Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas y Técnicas de Argentina, elias.gomez@conicet.gov.ar.


Resumen

El artículo propone las configuraciones de “establecidos y marginados” de Norbert Elias como modelo para la investigación de conflictos por la gestión de áreas naturales protegidas. Los casos analizados etnográficamente corresponden al Parque Nacional El Tepozteco, en México, y la Reserva de Biosfera Yabotí, en Argentina. Se exponen los principales momentos de las configuraciones de establecidos y marginados en ambas áreas naturales protegidas; la evolución de la cohesión social de las comunidades locales a propósito del crecimiento del turismo; los desenlaces progresivos de los conflictos, así como las asociaciones entre comunidades locales, empresas privadas, agencias gubernamentales y organizaciones ambientalistas. A partir de los resultados, se señalan nuevas posibilidades de las configuraciones de establecidos y marginados en torno a las áreas naturales protegidas.

Palabras clave: áreas naturales protegidas; turismo; comunidades; configuraciones.

Abstract

The article proposes the configurations of “established and outsiders” of Norbert Elias as a model for the research of the conflicts for the management of Natural Protected Areas. The cases analyzed ethnographically are the National Park El Tepozteco in Mexico and the Biosphere Reserve Yabotí in Argentina. The principal moments of “established and outsiders” configurations in both Natural Protected Areas are exposed, as well as the evolution of the social cohesion of the local communities with regard to the growth of tourism and the progressive outcomes of conflicts and partnerships between local communities, private companies, government agencies, and environmental organizations. Based on the results, new possibilities of established and outsiders configurations around Natural Protected Areas are pointed out.

Keywords: Protected Natural Areas; Tourism; Communities; Configurations

Introducción

En los conflictos por la gestión de áreas naturales protegidas (en adelante, ANP) no hay una posición predefinida para los agentes involucrados. Comunidades locales, empresas privadas, agencias gubernamentales y ambientalistas pueden asociarse, excluirse, o incluso enfrentarse de manera abierta utilizando la coacción económica, política, y eventualmente, física. Sin embargo, la complejidad de estos hechos no es arbitraria si se considera el desarrollo de los diferentes momentos de las interdependencias entre establecidos y marginados en las ANP.

Una aproximación a las configuraciones sociales y a las configuraciones de establecidos y marginados puede encontrarse en Elias y Scotson (1994), Elias (1999, 2000, 2011 y 2016b), Zabludovsky (2007, 2016), Rosenthal (2016) Van Krieken (2005) y Weiler (1998).

Los casos analizados en este artículo son (a) el Parque Nacional El Tepozteco (en adelante, PNET) en México, y (b) la Reserva de Biosfera Yabotí (en adelante RBY) en Argentina. En el PNET se realizó trabajo de campo desde los meses de julio de 2017 a marzo de 2018.1 En la RBY se realizó trabajo de campo de forma continua entre los años 2010 y 2017. Varios resultados de investigación fueron publicados en forma de artículos y tesis académicas; no obstante, la descripción de ambas ANP incluye sobre todo investigaciones antecedentes de otros autores y documentos oficiales, además de observaciones propias.

El artículo tiene la siguiente estructura: en la primera sección se amplía la exposición del problema; en la segunda y la tercera se describen los diferentes momentos configuracionales vinculados a las ANP en cuestión y, por último, en las consideraciones finales se sintetizan los avances y se proponen nuevas vías de investigación.

El problema sociológico

Durante las últimas décadas, los balances de poder en el PNET y la RBY (entre comunidades locales, empresarios privados y agencias gubernamentales y ambientalistas) sufrieron importantes transformaciones. Aquellos que estaban en posiciones establecidas fueron relegados a posiciones menos favorecidas, y los que estaban en posiciones marginales pasaron a posiciones más favorables (Valenzuela Aguilera 2017; Gómez y Ferrero 2015; Papalia 2012; Rosas 1997). Durante el desarrollo de esas transformaciones, se reforzó la cohesión de las comunidades locales, y sus posibilidades de asociación con la conservación de la naturaleza y la generación de atractivos turísticos. Así, los atributos que en un momento funcionaron como estigmas de grupos marginados (creencias tradicionales, prácticas de resistencia al desarrollo, siglos de antigüedad de residencia local e identidades adscritas a etnias indígenas) pasaron a ser las claves de la identidad de los nuevos grupos establecidos.

En la actualidad los grupos favorecidos con la industria del turismo en el PNET y la RBY incluyen a inversores, empresas privadas, agencias gubernamentales y no gubernamentales, que asocian sus intereses con el fortalecimiento de las identidades, las prácticas y los derechos de las comunidades locales. Estos cambios en el PNET y la RBY se adecúan a las configuraciones de establecidos y marginados (Elias y Scotson 1994; Elias 1999). Por tanto, una pregunta clave es: ¿cuáles son los momentos definitorios de las configuraciones de establecidos y marginados en el PNET y la RBY? Una breve reseña de los conceptos relacionados permitirá delinearla.

Configuraciones y fuerzas sociales

Las configuraciones de establecidos y marginados son procesos de interdependencias entre grupos dotados con fuerzas desiguales. Los atributos que pueden tensionar las interdependencias entre grupos -como la posesión de dinero, conocimientos, derechos tradicionales, cohesión moral o fuerza física, entre otros- son parte de la fuerza social de estos (Elias 1999; Van Krieken 2005). En el desarrollo de las configuraciones pueden identificarse diferentes momentos, en los que prevalecen determinados ordenamientos de las fuerzas en pugna (Elias 2000, 2011, 2016a; Rosenthal 2016). Esos momentos no son fases mecánicamente secuenciales, aunque implican una concatenación de episodios que tensionan los balances de poder entre los grupos en pugna. En las configuraciones del PNET y la RBY se pueden identificar:

1. Un momento inicial de “diferenciación de posiciones opuestas”, en el cual la alineación de los grupos en pugna se acota a dos bandos, uno a favor y otro en contra de determinadas intervenciones dentro de las ANP. Se trata, en suma, del inicio de “luchas de exclusión”, en el que los grupos débiles o poco definidos van reorganizándose en grupos más fuertes y mayoritarios (Elias 2016a).

2. Un momento central de “confrontaciones y prueba de fuerzas”, en el que los grupos se reconocen como irreconciliables en sus posturas. Así, las confrontaciones se vuelven inevitables y no se acotan a las coacciones políticas, económicas o simbólicas, sino que pueden involucrar la violencia física y eventualmente la muerte de los contendientes.2

3. Un momento avanzado de “organización y cohesión social”, en el cual se concentran las fuerzas necesarias (políticas, económicas, entre otras) para las posibles nuevas confrontaciones. En el caso de las comunidades locales involucradas con ANP, un elemento definitorio de la fuerza social es la cohesión moral interna -devenida en parte de atributos compartidos y en buena medida extraordinarios (no comunes)- que puedan desarrollar.

4. Un momento final que plantea “nuevos balances de poder”. El desenlace de las configuraciones sociales puede implicar la actualización o el surgimiento de nuevos equilibrios de poder. En este sentido, las relaciones de fuerza actuales en el PNET y la RBY plantean nuevos balances, aunque sujetos a nuevos episodios de imposiciones, acuerdos o resistencias.

Cohesión social y carisma de grupo

El carisma concentra determinados atributos que hacen únicas a ciertas personas. Tiene gran importancia en las luchas por la dominación, al estimular la cohesión interna de los grupos. Esta incluye no solo las tomas de posición y estrategias, sino fundamentalmente una unidad moral/emocional (Weber 2014; McCulloch 2014). Para Elias y Scotson (1994), esa unidad es relativa, en el sentido de que emerge en las confrontaciones con otros grupos y conforma un excedente de fuerza diferente al que puede proporcionar la posesión de fuerza económica, política o física. La diferencia respecto a la mera cohesión organizativa radica en que la cohesión moral requiere una imagen de nosotros (we-image) constituida en confrontaciones con otros grupos, además de tiempo y vivencias compartidas (Elias 1999, 2016a; Wouters 1998).

Con una we-image consolidada, los miembros de un colectivo sienten “como si estuvieran dotados de un tipo de carisma grupal, de una virtud específica que comparten todos sus miembros y de la que carecen los demás” (Elias y Scotson 1994, 21). En las comunidades locales vinculadas al PNET y la RBY, el carisma emergente se basa en buena medida en características como la antigüedad de residencia, la obediencia a mandatos tradicionales y ancestrales, y la pertenencia a grupos étnicos concretos.3 A diferencia de los grupos sin antigüedad de residencia en la zona, que tampoco están asociados con tradiciones y etnias determinadas, las comunidades locales desarrollan una especie de “carisma sustentable” que las sitúa en una posición más responsable con el medioambiente.

El Parque Nacional El Tepozteco (México). Características generales

El PNET se encuentra conectado al Corredor Biológico Ajusco-Chichinautzin. Este corredor es una ANP mayor, que une el PNET con el Parque Nacional Lagunas de Zempoala, ambos en el Estado de Morelos, al sur de la Ciudad de México. El PNET fue creado el 22 de enero de 1937 por un decreto nacional del entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas. Según el decreto del Parque Nacional El Tepozteco (1937), las principales razones para su creación tuvieron que ver con la conservación de recursos naturales e históricos y la promoción del turismo. En la actualidad, como señala el anteproyecto del Programa de Manejo, aún en vigencia (CONANP 2008), el PNET cuenta con 24 000 hectáreas, que incluyen el Sitio Arqueológico El Tepozteco, y unas 67 localidades, barrios, colonias y asentamientos irregulares, que suman unas 38 891 personas aproximadamente. Las localidades más pobladas corresponden al municipio de Tepoztlán y, en menor medida, a los municipios Amatlán de Quetzalcóatl, San Andrés de la Cal, Santa Catarina, Santo Domingo Ocotitlán, San Juan Tlacotenco, Unidad Habitacional Acolapa y Villa Santiago.

Además, en la zona de influencia del PNET, unas 27 localidades nuclean a 16 439 personas, lo cual hace un total de unas 55 241 personas asentadas dentro del PNET y sus alrededores. Varias localidades dentro del parque albergan a poblaciones indígenas, como es el caso de las localidades Amatlán de Quetzalcóatl, Santo Domingo Ocotitlán, San Andrés de la Cal y San Juan Tlacotenco. Estas reúnen al 4,3 % de la población del parque, principalmente hablantes náhuatl y mixtecos. La tenencia de la tierra en el municipio de Tepoztlán, el más poblado dentro del PNET, es mayormente comunal (unas 2012 ha), y ejidal (unas 22 251 ha). La propiedad privada es minoritaria y, en general, está sujeta en alguna medida a regulaciones comunales y ejidales (CONANP 2008). El PNET atravesó en el pasado procesos que involucraron marcadas resistencias, negociaciones, impugnaciones y acuerdos entre grupos opuestos, hasta llegar a las condiciones de la actualidad. Para sintetizar esas dinámicas, se exponen en forma de momentos configuracionales las principales transformaciones de las relaciones de fuerza en esta ANP.

Diferenciación de posturas opuestas

Tras la creación legal del parque estuvo la iniciativa del Estado y sus agencias gubernamentales de frenar la explotación forestal descontrolada proveniente de pobladores aledaños a los bosques (Calderón Moreno y González García 1990). Los desmontes y el avance de asentamientos humanos en el parque eran comunes incluso en la segunda mitad del siglo XX, aún mucho tiempo después de creado el PNET (González y Sánchez 1961; Vargas Márquez 1984). Antes de los años 90, al menos tres ejidos hacían uso de una porción del parque como fuente de abastecimiento de madera para la elaboración de carbón, construcciones domésticas y otros.

El impacto de las actividades humanas durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX no solo se debía a la explotación de maderas nativas, sino también al avance de la agricultura (mediante roza y quema), a los incendios ocasionales y planificados, al uso de pastura para la cría de ganado, a la caza furtiva, a la contaminación de fuentes de agua, a la extracción de especies vegetales para comercialización, a la extracción de piedras para la construcción, así como a la cercanía de la autopista México-Cuernavaca y las vías del ferrocarril México-Balsas (Calderón Moreno y González García 1990). Con la creación del PNET, buena parte de los usos del parque por parte de los pobladores locales pasaron a ser considerados ilegales. De manera que la participación de las comunidades locales en la gestión del PNET usualmente implicó grandes enfrentamientos con grupos de empresas y agencias gubernamentales.

Confrontaciones y prueba de fuerzas

A lo largo del siglo XX, los tepoztecos adquirieron experiencia gradual en contrarrestar grandes proyectos modernizadores (Lomnitz-Adler 1982; Lewis 1963; Redfield 1931). Pasada la primera mitad, varias iniciativas gubernamentales y privadas impulsaron la reunificación política de las comunidades locales. Ejemplos de iniciativas no participativas frenadas fueron, por ejemplo, los proyectos de instalación de un teleférico en los bordes del PNET y el pueblo de Tepoztlán, y los proyectos de construir periféricos y un sistema de carreteras con vistas sobre las montañas del parque, que conectara a Tepoztlán con comunidades locales (Rosas 1997; Waters 2002).

No obstante, los conflictos alcanzaron su cumbre a mediados de la década del 90, con la iniciativa de empresarios privados y de los gobiernos del Estado municipal y nacional de construir un club de golf en el PNET, con unas 1000 casas de lujo, un centro de convenciones, hoteles, restaurantes, dos lagos artificiales y más. La construcción se erigiría en una zona donde ya en la década del 60 un consorcio conocido como Compañía Monte Castillo había intentado impulsar sin éxito la construcción de otro club de golf. Finalmente, el proyecto de mediados de los 90 fue abandonado por la gran resistencia, organización y cohesión de las comunidades locales, que contaron además con el apoyo de organizaciones nacionales y transnacionales (Osorio López 1999; Bórquez Concheiro 2012).

Organización y aumento de la cohesión social

La resistencia eficaz de las comunidades locales al proyecto de la cancha de golf en los 90 se basó en la lucha política contra las agencias que impulsaban el proyecto empresarial y gubernamental, y en la lucha física contra las fuerzas militares (Osorio López 1999; Bórquez Concheiro 2012). La resistencia implicó: cortes de ruta y barricadas, además de la ocupación de la presidencia municipal, al igual que la contrargumentación continua en medios de comunicación, basada en derechos legales y constitucionales. También la utilización creativa de ideas y memorias que pudieran contrarrestar los intereses de los proyectos de desarrollo no participativos (Waters 2002). Entre los recursos políticos utilizados estuvo la invocación de Tepoztécatl (Dios del pulque en la mitología Azteca), patrón de la comunidad y opositor a los proyectos oficiales; la reinvención de las impugnaciones históricas de los tepoztecos a proyectos no participativos en el PNET y la difusión de memorias de militantes locales ancianos o ya fallecidos.

Como resultado, la cohesión de las comunidades locales se incrementó con el conflicto y se consolidó la imagen de los tepoztecos como fuertemente ambientalistas, tradicionales y sustentables (Velázquez García 2009). La recreación de esa we-image requirió una delimitación estricta dentro de las comunidades locales, acerca de los valores y memorias dignos de ser difundidos y compartidos. La presión política recreada por uno y otro bando fue tan fuerte que, si bien aseguró la unidad y organización de gran parte de las comunidades locales, también dividió en buena parte a amigos y familiares que vivían en la misma casa y poblado del PNET (Ruiz López 2017).

Establecimiento de nuevos balances de poder

A partir del año 2001, comenzaron a cambiar los balances de poder en la gestión del PNET, impulsados sobre todo por la implementación nacional del Programa Pueblos Mágicos (Alvarado Rosas 2015). Este alentó la creación de redes alternativas a los circuitos turísticos ya establecidos, como una manera de integrar a pequeñas localidades con algún potencial turístico. La localidad a ser integrada como Pueblo Mágico debía ubicarse a una distancia menor a los 200 km o a menos de dos horas de distancia por vía terrestre de un destino turístico consolidado, o de otra localidad considerada mercado emisor (SECTUR 2003). Tepoztlán fue uno de las primeras localidades en ingresar al programa, en 2002, aprovechando el potencial turístico de sus poblados antiguos, el Sitio Arqueológico El Tepozteco, los enormes riscos característicos del paisaje natural del PNET y, sobre todo, su cercanía respecto a la Ciudad de México.

Luego del Programa Pueblos Mágicos, a inicios del año 2000 la agricultura dejó de ser la principal actividad económica de Tepoztlán, y se incrementó la importancia del turismo (Velázquez García 2009). A propósito, el Instituto Nacional de Estadísticas Geográficas (INEGI 2018) señala que, durante el año 1994, existían aproximadamente 201 sitios de hospedaje (6060 cuartos), 402 lugares de venta de comida y 448 553 turistas habían ocupado un cuarto. En 2004 la cifra de personas hospedadas llegó a los 2 198 208. En 2009, ya habían 560 sitios de hospedaje (11 797 cuartos) y 1223 restaurantes.

En los últimos años, los movimientos ambientalistas no logran el apoyo de la mayoría de los tepoztecos contra las continuas intervenciones a favor del desarrollo del turismo (Velázquez García 2009; Alvarado Rosas 2015). Estas incluyen: la ampliación de la calzada de ingreso a Tepoztlán; el aumento de las frecuencias de buses al pueblo; la proliferación de agencias turísticas, locales de comidas, alojamientos y pubs, manejados por foráneos; además de las cada vez más frecuentes ventas de terrenos a compradores que no son tepoztecos.4

El turismo de Tepoztlán es caracterizado como una economía de la experiencia íntima, que proporciona al turista vivencias significativas asociadas estrechamente con la identidad imaginada de Tepoztlán como comunidad tradicional, rural, mexicana, rebelde y cuidadosa de la naturaleza. Estas características forman parte del principal atractivo para los visitantes turísticos (Velázquez García y Balslev 2012; Velázquez García 2009). El turismo en Tepoztlán retoma fundamentalmente aquello que defendían los movimientos anticlub de golf, antiperiféricos y antiteleféricos. Sin embargo, esta vez la posición establecida de las configuraciones sociales no incluye solo a la población dependiente de la agricultura y a la población con varias generaciones de ancestros en la zona. Buena parte de la población beneficiaria del turismo en Tepoztlán y los poblados aledaños llegó con el boom del turismo. Esto incluye a comerciantes, emprendedores y empleados de diversas ramas (gastronomía, alojamiento, comercio, servicios religiosos y de salud [temazcales y medicinas tradicionales], servicio de guías de turismo, entre otros) (Alvarado Rosas 2015; Ruiz López 2017; INEGI 2018).

La Reserva de Biosfera Yabotí (Argentina). Características generales

La RBY se ubica en la provincia de Misiones, en Argentina. Fue creada por la ley provincial 3041, en 1992, y ratificada en el mismo año por el decreto provincial 1921. Más tarde, en 1995, fue reconocida por la Unesco como parte de la red mundial de Reservas de Biosfera. Se localiza entre los departamentos de San Pedro y Guaraní, y forma parte del Corredor Verde (un área regional de preservación que integra a un conjunto de áreas protegidas vinculadas a 22 municipios de la provincia de Misiones) (MERNRyT 2005).

La RBY representa más del 70 % del territorio del departamento de San Pedro, aunque la mayor atracción de la reserva (los Saltos del Moconá) es aprovechada por el departamento Guaraní, que tiene acceso asfaltado al Parque Provincial Moconá (PPM), en el sur de la reserva. En total, la RBY abarca unas 235 959 ha, cubiertas de bosque con desigual densidad y sobre un relieve de serranías en general menores a los 500 m. La selva paranaense (como es conocida la selva de la región) es considerada el área de mayor biodiversidad de Argentina. Alberga alrededor del 50 % de todas las especies y subespecies de vertebrados del país (FUDHAM y FVSA 2008). En la RBY se encuentran varias ANP bajo dominio gubernamental y privado: Parque Provincial Esmeralda, Parque Provincial Moconá, Reserva Guaraní (propiedad de la Universidad Nacional de Misiones) y Reserva Natural Cultural Papel Misionero (propiedad de Papel Misionero S.A.). También 119 lotes pertenecientes a aproximadamente 31 propietarios privados, sujetos a explotación forestal regulada. Por último, se encuentran los territorios ocupados por aproximadamente 14 aldeas aborígenes, la mayoría de ellas sin títulos de propiedad sobre la tierra que ocupan (Gómez 2014, 2016). Desde sus inicios hasta la actualidad, la RBY estuvo envuelta en conflictos sociales entre indígenas (sus habitantes mayoritarios), propietarios y empresas privadas, y agencias no gubernamentales y gubernamentales. A continuación, se exponen los principales momentos de las configuraciones del estado actual de las relaciones de fuerza en la RBY.

Diferenciación de posturas opuestas

La creación de la RBY en 1992 no fue consensuada con las comunidades indígenas implicadas, acerca de las cuales no se sabía siquiera cuántas residían en ella incluso en el año 2005 (MERNRyT 2005). Solo posteriormente comenzaron las campañas de concientización para informar a las poblaciones indígenas que ocupaban un territorio sujeto a regulaciones peculiares establecidas por la Unesco, el Estado nacional y provincial. Las diferencias de posturas no tardaron en producir escaladas de violencia. A comienzos de la década del año 2000 hubo confrontaciones físicas entre propietarios privados (de apellidos Laharrague y Harriet) y comunidades mbyás que vivían en la RBY. Con la ayuda de empleados, topadoras y maquinaria forestal, los propietarios privados habían destruido las chozas de las comunidades indígenas, lo cual despertó la resistencia inmediata de estas.

A raíz de continuos conflictos similares, se suspendió la explotación forestal durante el año 2004 y, luego de informes de científicos locales, la Cámara de Diputados de la Nación Argentina aconsejó la participación de la Unesco en una revisión de la gestión de la RBY (CDN 2005; Keller 2004; Ferrero 2005). Así, en el año 2005 se creó la AMIRBY (Área de Manejo Integral de la Reserva de Biosfera Yabotí), agencia gubernamental dependiente del Ministerio de Ecología de la provincia de Misiones, orientada a coordinar la participación conjunta de los múltiples agentes involucrados con la reserva. A pesar de los grandes esfuerzos de esta agencia, durante toda la década del 2000 no se resolvió el principal reclamo de las poblaciones indígenas: la propiedad legal de sus tierras (Gómez 2016).

Confrontaciones y prueba de fuerzas

Luego de las confrontaciones iniciales, los grupos en pugna por la gestión de la RBY tomaron conciencia de sus fuerzas y avanzaron en sus objetivos. A pesar de los conflictos con las comunidades indígenas a inicios de la década del 2000, las inversiones gubernamentales y privadas en el turismo de la RBY fueron creciendo: se asfaltó la ruta de acceso al PPM, al sur de la RBY. Se establecieron en la zona servicios de recorridos en lanchas, se crearon restaurantes y hostales, y se apostaron guardaparques de manera permanente. La participación inicial de las comunidades en los proyectos turísticos al sur de la RBY, en el PPM, fue nula, excepto por la inclusión de las artesanías indígenas como objetos a la venta cerca del Salto del Moconá, el principal atractivo de esa zona (Gómez 2016; Gómez y Ferrero 2015). De ese modo, durante la década del 2000 las comunidades indígenas ocuparon una posición marginal, resultado de las pruebas de fuerza iniciales. No obstante, el conflicto con los propietarios privados hizo notar la existencia de las comunidades mbyás dentro de la RBY y, con esto, aumentaron las interdependencias de estas comunidades, no solo entre ellas mismas, sino también con organizaciones en defensa de los derechos indígenas como EMIPA (Equipo Misiones de Pastoral Aborigen), con agencias gubernamentales como AMIRBY (2010) y también con agencias de conservación del ambiente como FVSA (Fundación Vida Silvestre) (Papalia 2012).

Organización y aumento de la cohesión social

La concepción predominante sobre las comunidades indígenas manejada por las agencias gubernamentales hasta hace poco presentaba a los mbyás como tradicionales y voluntariamente marginados de los procesos regionales, resistiendo el avance del desarrollo, atemorizados en la selva (Martins 2014; Papalia 2012; Gorosito Kramer 1982). En línea con esa concepción, las agencias gubernamentales impulsaron las negociaciones entre propietarios privados, colonos rurales y comunidades mbyás, fundamentalmente al ayudar a retomar las reuniones tradicionales (Aty Ñeychyro) entre comunidades indígenas de la RBY y de la región, a fin de que mejoraran las posibilidades de conservación de sus tradiciones y creencias (AMIRBY 2010). Por tanto, entre los años 2004 y 2012 se reforzaron los lazos entre las comunidades mbyás y la región (comunidades provenientes de Paraguay, Brasil y de otras provincias argentinas). Esto dio inicio a la reconstrucción de las identidades indígenas como indisociables de la selva misionera e, incluso, ligadas al nacimiento histórico de la provincia de Misiones (WWF 2016; SNT 2013).

A fines del año 2000, Argentina ratificó el Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, elaborado por la Organización Internacional del trabajo (OIT 2016). Este exige que los pueblos indígenas sean consultados ante cualquier actividad ligada al desarrollo y al gobierno que pueda afectar su vida social, espiritual y cultural. De manera que el refuerzo de la cohesión de las comunidades indígenas fue estimulado no solo por agencias gubernamentales, sino también por agencias no gubernamentales como EMIPA y FVSA, y por organizaciones transnacionales como WWF (World Wildlife Fund) y la OIT (WWF 2016; OIT 2016; FVSA 2014). El refuerzo de la identidad de los mbyás fue crucial para su mejor inserción en la gestión de la RBY, debido a que las diferencias en cohesión dentro de la reserva se traducen en diferencias de derechos en torno al uso de recursos forestales y faunísticos, así como en las formas de incorporación a la industria turística. Con el refuerzo de la cohesión grupal, las comunidades indígenas ganaron en autonomía, al desprenderse relativamente de las presiones de otros grupos en pugna por la gestión de la RBY. Por ejemplo, en los últimos años, las agencias ambientalistas señalaron la manipulación de las voluntades indígenas por parte de empresarios y funcionarios políticos. No obstante, una carta de posición conjunta firmada por los líderes de las comunidades involucradas en reuniones tradicionales desmintió esa acusación (Aty Ñeychyro 2014). La toma de posición acorde a una we-image en consolidación surgió de reuniones tradicionales que en el pasado fueron estimuladas en parte por las propias agencias ambientalistas (Gómez 2016).

Establecimiento de nuevos balances de poder

A partir del año 2010 tomó gran resonancia mediática el conflicto entre las agencias no gubernamentales y guardaparques afines al primer grupo de trabajo de AMIRBY, por un lado, y por el otro, autoridades del Ministerio de Ecología, comunidades indígenas locales y propietarios privados (fundamentalmente Laharrague). El detonador de los conflictos fue el proyecto de construcción de un camino a través del PPM, hacia los saltos del Moconá y hacia el interior de la selva de la RBY. El acuerdo de ese camino se logró en el año 2015 con la alianza multicultural de las comunidades indígenas de la zona, el Ministerio de Ecología, el propietario privado Laharrague, y las agencias no gubernamentales World Land Trust y FUNAFU (Fundación Naturaleza para el Futuro) (Alianza Multicultural 2015).

La alianza implicó la delimitación y legalización de la propiedad de la tierra correspondiente a las comunidades indígenas asentadas dentro del PPM, en la RBY. Comprendió además la realización de un camino que uniría a las comunidades (y a una propiedad privada dentro del PPM, habilitada en el acuerdo para actividades de turismo ecológico) con una ruta provincial asfaltada. El proyecto exigió que se les reconocieran a las comunidades indígenas (a) sus derechos de propiedad sobre la tierra; (b) el acceso a mayores responsabilidades y beneficios respecto al turismo (realización de senderos y rutas turísticas oficiales que involucraban a varias comunidades), y (c) la posesión de identidades indisociables de la selva, pero abiertas al desarrollo turístico (Gómez 2016; Aty Ñeychyro 2014).

No obstante, el acuerdo/alianza implicó también una importante concesión de las comunidades indígenas al empresario Laharrague y a las agencias implicadas en la alianza multicultural. Se trató del permiso para actividades turísticas y la realización de un camino que conectara una propiedad privada dentro de la RBY con los Saltos del Moconá y una ruta asfaltada provincial. Esta concesión produjo el rechazo del primer equipo de trabajo de AMIRBY y de guardaparques afines, que además no habían sido llamados a participar en el acuerdo. Las agencias ambientalistas se sumaron al rechazo, aunque reconocieron la legitimidad de los reclamos de las comunidades indígenas (FVSA 2014; FARN y FVSA 2013). A pesar de las campañas antialianza multicultural, que dividieron a la provincia de Misiones en bandos a favor y en contra, el camino se encuentra en vías de realización, al igual que varios proyectos de desarrollo turístico para las comunidades indígenas involucradas en la alianza (FHPUF 2016).

El estado actual de las relaciones de fuerza entre grupos involucrados con la RBY no es un punto de llegada definitivo. Es un equilibrio oscilante, con múltiples aristas problemáticas en disputa, incluidos los impactos ambientales del turismo en las comunidades indígenas, las transformaciones del rol de los guardaparques y los beneficios económicos de empresas y agencias gubernamentales (Gómez 2016; Gómez y Ferrero 2015).

Consideraciones finales

Los momentos señalados acerca del PNET y la RBY exponen las transformaciones de los balances de poder dentro de las configuraciones de establecidos y marginados, fundamentalmente a propósito de las comunidades locales. A lo largo de ellos, las comunidades locales del PNET y la RBY pasaron de posiciones de outsiders o marginados respecto a la gestión de sus territorios a posiciones más cercanas a las de establecidos (Elias y Scotson 1994; Elias 1999). Esos cambios afectaron a la totalidad de agentes involucrados con ambas ANP. Así, los empresarios privados y las agencias gubernamentales y no gubernamentales que se plegaron a las transformaciones de las comunidades locales integran en la actualidad el bando de los establecidos (con beneficios de acuerdos y alianzas, y como inversionistas en programas turísticos). Mientras que los que se opusieron a la participación de las comunidades locales en programas de desarrollo quedaron relegados a una participación marginal en ambas ANP.

Tepoztlán, en México, tiene historias que se remontan a la época precolombina, y muchas veces estuvo vinculado a importantes procesos políticos del país. San Pedro, en Argentina, es un departamento con una historia muy reciente, con un papel absolutamente desvinculado de los grandes procesos políticos del país. Las comunidades locales del PNET incluyen a varias etnias indígenas, con siglos de ascendientes dedicados a la agricultura y al comercio. Por su parte, las comunidades ligadas a la RBY involucran a una sola etnia indígena y a colonos rurales con ascendientes de países vecinos y europeos. La etnia indígena involucrada tiene cierta tendencia a migraciones interaldeas y escasa predisposición para con la agricultura y el comercio. No obstante, aun con sus múltiples peculiaridades, el PNET y la RBY comparten momentos configuracionales centrales. A saber:

a. Un momento inicial de diferenciación de posiciones. Este remite a la creación de ambas ANP, en la que se excluyeron los usos y costumbres de comunidades locales, aunque las oposiciones fueron volviéndose más extremas con la emergencia de proyectos de desarrollo no participativos (Osorio López 1999; Waters 2002; Keller 2004; Gómez 2014, 2016).

b. Un momento central de confrontaciones y pruebas de fuerzas. Si bien en ambas ANP existen registros de confrontaciones en diferentes épocas, la aspereza de los conflictos alcanzó puntos extremos en determinados momentos. Estos momentos involucraron el uso explícito de la violencia física e incluyeron eventualmente la muerte de militantes de uno de los bandos, en el caso del PNET (Redfield 1931; Lewis 1963; Bórquez Concheiro 2012; Papalia 2012; Gómez 2016; Ferrero 2005).

c. Un momento avanzado de “cohesión social de las comunidades locales”. Este es apreciable a medida que avanza el desarrollo de las configuraciones sociales, a propósito de hechos como tomas de posición, formación de alianzas y convenios, pero también a propósito de la exclusión de posiciones y argumentaciones divergentes. Las asociaciones cohesivas respondieron a las propuestas civilizatorias externas, pero solo luego de tensiones procesuales que delimitaron estrictamente las prácticas y derechos de los grupos en pugna (Alvarado Rosas 2015; Ruiz López 2017; Velázquez García 2009; Papalia 2012; Gómez 2016).

d. Un momento final en el que los balances de poder se diferencian claramente de los momentos iniciales de las configuraciones de establecidos y marginados. Así, las comunidades locales que -antes de la década del 90 en el PNET y de la del 2000 en la RBY- eran desconocidas, estaban excluidas o enfrentadas a proyectos de desarrollo no participativos se encuentran en la actualidad abiertas a inversores, visitantes, empresas y otras agencias externas a las ANP (Rosas 1997; Velázquez García y Balslev 2012; Gómez 2016; Gómez y Cossi 2015).

En las últimas décadas, las configuraciones de establecidos y marginados son analizadas a propósito de diversos grupos con fuerzas desiguales, que disputan determinados recursos. Parte de estos análisis involucran a norteamericanos blancos vs. afroamericanos; judíos vs. palestinos; obreros vs. burgueses, e inmigrantes vs. residentes europeos (Wacquant 1997; Scott, Carrington y McIntosh 2012; Wouters 1998; Rosenthal 2016; Elias 2016a). Las peculiaridades de cada caso profundizan mejor en determinados dispositivos de las configuraciones sociales. En ese sentido, las ANP ofrecen condiciones interesantes, sobre todo por los conflictos que atraviesan las comunidades locales, al volverse partícipes necesarias de los programas de desarrollo/conservación, al igual que por la forma en que evoluciona su cohesión, generada precisamente a partir de las presiones de otros grupos.

Como señalan Elias y Scotson (1994), el grado de cohesión de un grupo puede ser concentrado y desarrollado con el tiempo y al calor de las configuraciones sociales, aunque raramente constituye un objetivo explícito, perseguido y planificado. Los proyectos de desarrollo en ANP no tenían en principio el objetivo de consolidar las comunidades locales, sino la adaptación a procesos globales de desarrollo. Lo que sucedió tanto en el PNET como en la RBY es que los procesos de desarrollo y conservación tuvieron que negociar la gestión de recursos (como caminos, paisajes y derechos legales sobre la tierra) con comunidades bien delimitadas y con moralidades e intereses económicos específicos, las cuales inicialmente carecían de ellos.

La cohesión moral de las comunidades locales ante proyectos de desarrollo en ANP suele ser acusada de esencialismo estratégico y oportunismo (Brosius 1999; Spivak 1987). No obstante, las transformaciones de los balances de poder no son ajenas a las emociones y sentimientos de los grupos contendientes. De hecho, siguiendo la dirección de las acusaciones de los grupos en pugna, se accede a una versión profundamente individualizada (interiorizada) de los balances de poder (De Swaan 1990; Elias y Scotson 1994). En otras palabras, los cambios en los balances de poder requieren una gran conversión emocional, moral y política. Ello se evidencia a propósito de la reciente cohesión de las comunidades locales dentro del PNET y la RBY y, fundamentalmente, a propósito de las punzantes críticas de los grupos contrapuestos a ella. En ese sentido, son vías de investigación los análisis de los balances de poder y su vinculación con sentimientos/emociones como la solidaridad y la enemistad, al igual que de la conformación de un carisma “sustentable”. Estas merecen ser retomadas a futuro y a propósito de los conflictos sociales en ANP.

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1Este artículo surge en el marco de una investigación postdoctoral sobre poder, dominación y territorio, en la obra de Max Weber y Norbert Elias. El artículo fue estimulado principalmente por Gina Zabludovsky (2007, 2016), quien coordinó la estancia en el Centro de Estudios Teóricos y Multidisciplinarios en Ciencias Sociales (CETMECS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

2Como señalan Elías y Scotson (1994), la eliminación física de los competidores es el último recurso en los entramados de relaciones de fuerza. Tiene más posibilidades de surgir en configuraciones sin regularidades consolidadas, es decir, que se encuentran en una fase de pre-juego.

3Como señala Max Weber (2014), el carisma puede emerger en el seno de relaciones de dominación con fundamentos mixtos. Puede surgir entremezclado, por ejemplo, con la creencia en la legalidad de un reclamo (elemento recurrente en las luchas por la dominación legal), o con la obediencia a mandatos ancestrales (elemento recurrente en las luchas por la dominación tradicional).

4Existe en Tepoztlán un término local despectivo para las personas sin ascendencia de tepoztecos, y sin muchos años de residencia local: “tepostizos”.

Aprobado: de 2019

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