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URVIO Revista Latinoamericana de Estudios de Seguridad

versión On-line ISSN 1390-4299versión impresa ISSN 1390-3691

URVIO  no.36 Quito may./ago. 2023

https://doi.org/10.17141/urvio.36.2023.5834 

Articles

Reconfiguración capitalista. El ascenso de China y la posición de Sudamérica en la economía mundial

Capitalist reconfiguration. The rise of China and the position of South America in the world economy

Reconfiguração capitalista. A ascensão da China e a posição da América do Sul na economia mundial

1 Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; Universidad Nacional del Litoral), Argentina, clauxmann@hotmail.com

22 Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; Universidad Nacional del Litoral), Argentina, mtrevignani@hotmail.com


Resumen

El sistema capitalista, en su evolución histórica, ha creado diferentes arreglos institucionales y espacio-temporales para garantizar su sostenibilidad. El arreglo contemporáneo, que habilitó la reproducción del capital a través de encadenamientos productivos globales, generó cambios sin precedentes. Por primera vez, el centro dinámico de acumulación se ubicó en un espacio periférico: el este asiático, liderado por China desde inicios de siglo. El presente artículo, sobre la base de la revisión bibliográfica y estadística, analiza las características de ese arreglo y las especificidades de los países del este asiático que les permitieron dinamizar la acumulación y mejorar su posición en la economía global. También examina las implicancias del ascenso de esa región en la dinámica del sistema capitalista y en la posición de América del Sur dentro de él. Se concluye que los países sudamericanos no han podido salir de la periferia a partir de su integración a la producción globalizada; esta reforzó su especialización en actividades de bajo valor y escasa complejidad. El ascenso del este asiático pareciera agravar la situación. Sin embargo, en tanto genera disputas globales que reposicionan la acumulación en espacios nacionales y macrorregionales, abre posibilidades para que la región cualifique su posición internacional a través de su integración productiva.

Palabras clave: América del Sur; cadenas globales de producción; China; desarrollo; reconfiguración capitalista

Abstract

The capitalist system in its historical evolution has created different institutional and spatiotemporal fixes to guarantee its sustainability. The contemporary fix, which enabled the reproduction of capital through global production chains, generated unprecedented changes. For the first time, the dynamic center of accumulation is located in a peripheral space: East Asia, led by China since the beginning of the century. This article, based on bibliographic and statistical data, analyzes the characteristics of the aforementioned fix and the specificities of the East Asian countries that allowed them to increase capital accumulation and improve their position in the global economy. The implications of the rise of this region for the capitalist system and for South America are also examined. It is concluded that South American countries have not been able to develop after their integration into globalized production; they reinforced their specialization in low-value and low-complexity activities. The rise of East Asia seems to intensify this dynamic. However, while the new scenario generates global disputes that reposition the accumulation in national and macro-regional spaces, it opens opportunities to qualify the international position of the South American region through its productive integration.

Keywords: South America; global production chains; China; development; capitalist reconfiguration

Resumo

O sistema capitalista em sua evolução histórica criou diferentes arranjos institucionais e espaço-temporais para garantir sua sustentabilidade. O arranjo contemporâneo, que viabilizou a reprodução do capital por meio de cadeias produtivas globais, gerou mudanças sem precedentes. Pela primeira vez, o centro dinâmico da acumulação localizava-se em um espaço periférico: o Leste Asiático, liderado pela China desde o início do século. Este artigo, com base em levantamento bibliográfico e estatístico, analisa as características desse arranjo e as especificidades dos países do Leste Asiático que lhes permitiram estimular a acumulação e melhorar sua posição na economia global. Também examina as implicações da ascensão dessa região para a dinâmica do sistema capitalista e para a posição da América do Sul dentro dele. Conclui que os países sul-americanos não conseguiram sair da periferia após sua integração na produção globalizada; reforçou sua especialização em atividades de baixo valor e baixa complexidade. A ascensão do Leste Asiático parece agravar essa situação. No entanto, ao mesmo tempo em que gera disputas globais que reposicionam a acumulação nos espaços nacionais e macrorregionais, abre possibilidades para que a região, por meio de sua integração produtiva, qualifique sua posição internacional.

Palavras-chave: América do Sul; cadeias produtivas globais; China; desenvolvimento; reconfiguração capitalista

Introducción

Una de las características distintivas del capitalismo como sistema histórico es el lugar central que ocupa la acumulación del capital en el proceso de organización social. La acumulación capitalista, orientada al beneficio y mediada por el mercado, es el imperativo dominante que ha regido -y rige- la socialización en la gran mayoría de los países, desde que el capitalismo se constituyó como sistema mundial, allá por el siglo XIX (Jessop 2013; Wallerstein 1988).

Dicho principio estructurador del orden social se ha mantenido a lo largo de la historia, pero su sostenibilidad no ha estado exenta de sobresaltos. El proceso de acumulación se encuentra sujeto a contradicciones intrínsecas, que operan como barreras a su continuidad y lo hacen propenso a crisis. Las estrategias para afrontar las crisis capitalistas se asocian con la eliminación de las barreras a la acumulación y con la configuración de distintos arreglos institucionales y espacio-temporales que viabilizan, aunque de manera frágil, la reproducción del sistema capitalista mundial (Harvey 2007a; Jessop 2013).

En la historia del capitalismo se pueden rastrear distintas modalidades que ha asumido la acumulación, asociada a distintos arreglos institucionales y espacio-temporales. El arreglo contemporáneo, iniciado en la década de 1970, presenta la particularidad de viabilizar la acumulación capitalista vinculada a las producciones globalizadas. Esas formas de producción se encuentran habilitadas, y son impulsadas, por Estados que se involucran selectivamente en la regulación de la economía, para incentivar el libre ingreso y la salida de capitales y mercancías y la competitividad de sus empresas en la producción global.

La especificidad del arreglo institucional y espacio-temporal actual ha dado lugar a acontecimientos sin precedentes. El sistema capitalista, a lo largo de su evolución, ha ido incorporando distintos espacios y penetrando en distintas esferas de la vida. En su proceso de expansión, ha configurado un orden mundial jerárquico y desigual, con países centrales y periféricos. Los países centrales han sido los que históricamente dinamizaron la acumulación del capital, pero las particularidades del arreglo institucional y espacio-temporal contemporáneo han permitido que en la actualidad un espacio periférico ocupe ese lugar y mejore su posición en el sistema capitalista mundial. Se trata del este de Asia, motorizado desde inicios de los 2000 por China. El cambio en el centro dinámico de la acumulación capitalista presenta un nuevo escenario mundial que demanda ser considerado para pensar estrategias de desarrollo para el resto de la periferia, que permitan cualificar su posición en la economía mundial.

En el presente artículo se analiza con particular interés la situación de los países periféricos de América del Sur. Se formula la hipótesis de que el nuevo escenario mundial se muestra poco promisorio para propiciar su salida de la periferia global. Sin embargo, se reconoce que pueden avizorarse algunas oportunidades para cualificar la posición de los países sudamericanos en la economía mundial, si avanzan en procesos de integración productiva macrorregional que permitan mejorar su participación en la producción y el comercio global.

Con el propósito de contrastar esa presunción, el documento se ordena de la siguiente manera. Luego de la presente introducción, se examina la especificidad del arreglo institucional y espacio-temporal iniciado en los 70. La próxima sección se enfoca en la emergencia del este de Asia como centro dinámico de la acumulación, y en la forma en que su ascenso en el sistema capitalista ha reconfigurado la escena económica y política mundial. Posteriormente, a partir de diferentes bases estadísticas, se analiza la inserción de los países de América del Sur en el comercio y la producción global, bajo el arreglo institucional y espacio-temporal contemporáneo. Además, se plantean los límites y las potencialidades que este presenta para propiciar su salida de la periferia global. Finalmente, se presentan las conclusiones.

Acumulación de capital, arreglos institucionales y espacio-temporales entre fines del siglo pasado y la actualidad

El sistema capitalista ha sido exitoso a la hora de sortear las crisis cíclicas propias de su desenvolvimiento. Parte de ese éxito radica en la configuración de distintos arreglos institucionales y espacio-temporales. Estos arreglos, que involucran distintos sets de instituciones , implican la extensión de la base geográfica de reproducción del capital y/o su penetración en las disímiles esferas de la vida social, con el objeto de desplazar el conflicto o diferirlo en el tiempo y dotar de cierta coherencia y sostenibilidad a la acumulación orientada al beneficio y, en términos generales, al orden capitalista (Harvey 2007a; Jessop 2013, 308-310).

Cada uno de los arreglos presenta ciertas especificidades que dan lugar a diferentes formas de acumulación del capital y permiten identificar distintas etapas en la historia del sistema capitalista mundial. Las formas institucionales y espacio-temporales a través de las cuales tiene lugar el proceso de acumulación capitalista en la actualidad comenzaron a configurarse sobre finales del siglo pasado, cuando el arreglo fordista-keynesiano comenzó a horadarse. Este particular arreglo legitimó y dio sostenibilidad, de manera frágil, a la acumulación de capital a escala mundial desde mediados del siglo XX hasta inicios de la década de 1970 (Jessop 2008, 97-109). Allí comenzó a mostrar signos de agotamiento, en tanto las ganancias del capital comenzaron a declinar, y un nuevo arreglo institucional y espacio-temporal empezó a delinearse, dando lugar a nuevas formas de reproducción capitalista en el mundo.

El arreglo imperante en la posguerra se basaba en un círculo virtuoso entre producción y consumo masivos, garantizado por el Estado de bienestar keynesiano, en economías nacionales relativamente cerradas, articuladas en torno a la institucionalidad de Bretton Woods. En este escenario, el Estado contribuyó a garantizar la producción y el consumo de masas a través de la promoción del pleno empleo, sobre todo, por intermedio del manejo de la demanda, y de la generalización de las normas de consumo de masas, implementando derechos de bienestar y nuevas formas de consumo colectivo. Si bien las formas concretas de intervención estatal para alcanzar estos objetivos variaron en los distintos espacios nacionales, tuvo especial importancia a este respecto el apoyo estatal a un sindicalismo responsable, a la negociación colectiva, a la modernización industrial para alcanzar economías de escala y al tendido de infraestructura para la difusión nacional del consumo de masas (Jessop 2008, 68-96).

En el marco del arreglo fordista-keynesiano se vivieron los “años dorados” del capitalismo, pero, ya para inicios de la década del 70, el círculo virtuoso antes referenciado comenzó a resquebrajarse. La rigidez de la producción masiva ante la emergencia de consumos diferenciados y no estandarizados; la creciente presión de la clase trabajadora organizada para lograr incrementos de salario por encima de la productividad en economías relativamente cerradas; y el incremento de la competencia internacional, terminaron operando como un corsé para la ganancia capitalista y, por ende, como barrera para la reproducción del capital (Glyn et al. 1988; Jessop 2008).

En este escenario, las grandes empresas fordistas de los centros, adoptando estrategias de outsourcing y offshoring, comenzaron a fragmentar y relocalizar parte de sus procesos productivos en distintas compañías que operaban en distantes espacios geográficos (Gereffi y Korzeniewicz 1994; Baldwin 2012; Dicken 2015). Manteniendo el comando centralizado de la producción, se vincularon con empresas que operaban en países con ventajas en cuanto a: la existencia de mano de obra barata conforme a los estándares internacionales; la disponibilidad de recursos naturales; y la vigencia de legislaciones laxas en torno a la protección ambiental, entre otras. Esas estrategias les permitieron a las grandes empresas de los países centrales reducir los costos de producción y recomponer la tasa de ganancia (Milberg y Winkler 2013). Tuvo lugar así un cambio en las formas de producción prevalecientes. Quedaron atrás las producciones masivas y las economías de escala que llevaban adelante las empresas verticalmente integradas y burocráticamente administradas, que operaban en espacios nacionales relativamente cerrados. En contrapartida, adquirieron relevancia las producciones flexibles, asociadas a la conformación de cadenas globales de producción, en las que operan de manera articulada, en tiempo real, una multiplicidad de empresas localizadas en distintos espacios geográficos bajo el comando de una firma líder para llevar a cabo la elaboración de un bien o servicio, crecientemente diferenciado (Castells 1996).

El cambio en la estrategia reproductiva de las grandes corporaciones no hubiese sido viable sin los avances tecnológicos, sobre todo en el área de la informática y las comunicaciones, que acaecieron sobre finales del siglo pasado. Las innovaciones en software de información managerial y la aparición de computadoras cada vez más potentes, permitieron obtener información fiable a un menor precio. El desarrollo de la tecnología satelital y la fibra óptica habilitó la transferencia de grandes volúmenes de información a gran velocidad y con muy buena calidad de señal. Los costos de transporte también decrecieron en esta etapa. El desarrollo de la contenerización tuvo una especial importancia a este respecto. Simplificó el traslado de cargas pesadas y grandes, y permitió realizarlo de una manera más rápida y segura (Dicken 2015). Estas innovaciones habilitaron una compresión del tiempo y el espacio, y facilitaron que las grandes empresas industriales pudieran deslocalizar y reubicar su producción en múltiples y dispersos espacios geográficos, mientras mantenían el control de actividades complejas a distancia (Baldwin 2012; Dicken 2015; Gereffi y Korzeniewicz 1994).

Asimismo, es importante destacar que la creciente fragmentación y relocalización de la producción fue acompañada e impulsada por procesos de liberalización, apertura, descentralización y privatizaciones, que tuvieron lugar a fines del siglo pasado. Dichos procesos, aunque con diferente intensidad, alcanzaron a los distintos espacios nacionales del sistema capitalista mundial e implicaron una importante reconfiguración del Estado y su rol en la economía. El Estado nación, entre otras cuestiones, redujo y cambió sus formas de implicación en el direccionamiento de la actividad económica. Ello produjo, por un lado, que el mercado y el sector privado adquirieran un rol significativo como motorizadores y reguladores de la acumulación capitalista (Harvey 2007b; Peck 2001). Y, por otro, que la intervención estatal en la economía dejara de estar centralizada a escala nacional, procurando la administración de la demanda, y pasara a orientarse, de manera más fragmentaria, al estímulo de la oferta. De este modo, el pleno empleo y el manejo de la demanda agregada dejaron de ser prioridad; el objetivo de la intervención estatal pasó a asociarse con el estímulo de la innovación y el desarrollo tecnológico -de aquí el apelativo de schumpeteriano con que el que suele hacerse alusión a estos Estados- para mejorar la competitividad de las empresas locales en un sistema mundial cada vez más abierto e integrado (Jessop 2008).

Todos esos cambios moldearon la configuración de un arreglo institucional y espacio-temporal alternativo al fordista-keynesiano, que aquí denominamos postfordista-schumpeteriano. Dicho acuerdo presenta como característica distintiva la producción flexible, articulada a escala planetaria y en tiempo real, con Estados nación que ocupan un lugar marginal en la escena económica, pero sin por ello dejar de intervenir selectivamente para impulsar la reproducción del capital. El aparato estatal, a través de procesos de liberalización y apertura, que favorecen el flujo de mercancías y capitales, y de la implementación de distintas políticas que tienen a estimular la competitividad de las empresas privadas, contribuye a generar un entorno institucional que propicia la participación de los actores locales en la producción globalizada.

En el marco de este nuevo arreglo tuvieron lugar dos acontecimientos novedosos para la historia del capitalismo. Por un lado, la pérdida de dinamismo y relevancia en el producto global de los países centrales. Por otro, la emergencia de un nuevo centro dinámico de acumulación: el este de Asia. En el punto siguiente se analizan las particularidades del ascenso de esta región en la economía capitalista, y su incidencia en la dinámica actual del sistema.

Una mirada hacia el nuevo centro de acumulación capitalista y la importancia de China a inicios del siglo XXI

La gran mayoría de los países del sistema capitalista participan de esta nueva forma de reproducción del capital a través de cadenas globales de producción, aunque no todos lo hacen con la misma intensidad ni del mismo modo. En este escenario, cobra especial relevancia la región del este de Asia, pues es la de mayor dinamismo en su participación en los encadenamientos productivos globales. Las trayectorias de los países dinámicos del este asiático -sobre todo, las de Taiwán, Corea del Sur y Hong Kong- permiten introducir elementos para reflexionar acerca de una incorporación a estas cadenas como vía conducente al desarrollo dentro del sistema capitalista mundial.

Como se mencionó en el punto anterior, el pasaje hacia el arreglo posfordista-schumpeteriano dotó de viabilidad y coherencia a las nuevas estrategias productivas de las empresas radicadas en los centros del sistema mundial. Tal reconfiguración productiva global dio lugar a un crecimiento económico excepcional de los países de la región del este de Asia, que se posicionaron como el nuevo centro dinámico de la acumulación mundial, sobre la base de un fuerte desarrollo de la actividad manufacturera (Fernández, Lauxmann y Trevignani 2014).

El crecimiento asiático en la producción manufacturera comenzó a mediados del siglo XX con la industrialización de Japón y tuvo continuidad, bajo una lógica de flying geese que instaba a la integración productiva regional en otros países del este de Asia, como Taiwán, Corea del Sur y Hong Kong (Kasahara 2013). No obstante, el dinamismo regional no solo respondió a los vínculos endógenos; se vio auxiliado, e incluso adquirió mayor alcance, a partir de la afluencia de capital extranjero -estadounidense y europeo- (Gereffi 1999; Glassman 2011), en el marco del proceso de outsourcing y offshoring de las grandes empresas fordistas.

La inserción de las empresas de los países del este de Asia a la producción globalizada comenzó por las “vías bajas”. Como se hizo referencia, la deslocalización productiva de las grandes empresas de los países centrales estuvo motivada por la necesidad de bajar los costos productivos y mantener la tasa de ganancia. Al procurar la consecución de este objetivo, la vinculación de las compañías de los centros con los actores empresariales de los países asiáticos se encontró asociada, inicialmente, a actividades de bajo valor agregado que demandaban escasos niveles de conocimiento, habilidades y tecnología . No obstante, hacia finales del siglo pasado, estos países avanzaron a posiciones de mayor jerarquía dentro de las cadenas, e incluso comenzaron de liderar encadenamientos productivos regionales y globales (Gereffi 1999).

El análisis de la evolución del contenido tecnológico de la producción manufacturera exportada es un interesante indicador aproximado de este proceso de upgrading de los países asiáticos en la producción global. Como se advierte en el gráfico 1, hay un peso creciente de productos de media y alta tecnología en la canasta exportable de los países asiáticos.

Fuente: elaboración propia a partir de datos de UNCTAD (2023).

Gráfico 1 Exportaciones del este de Asia. Clasificación de productos manufacturados según complejidad tecnológica (miles de USD), 1995 y 2021 

En este escenario de progresiva cualificación productiva, la política industrial implementada por los Estados de estos países asiáticos ocupó un lugar relevante. La intervención estatal, lejos de habilitar solamente procesos de liberalización del comercio y de los flujos de capital, o de aplicar políticas industriales que tiendan a reforzar la competitividad de las empresas existentes conforme a las leyes del mercado, procuró avanzar en procesos de transformación estructural. Para ello se valió del diseño y la implementación de políticas industriales, distorsionadoras de las señales del mercado, orientadas a estimular el desenvolvimiento de un sector manufacturero complejo y dinámico. De este modo, las empresas de dichos países fueron ascendiendo, logrando distintos tipos de upgrading, y participando por las “vías altas” dentro de las cadenas globales y regionales de producción. Entre las medidas de política más desatacadas implementadas por estos Estados pueden mencionarse: a) el direccionamiento del crédito a la actividad industrial a través de la banca pública y/o mediante el uso de la banca comercial privada; b) el condicionamiento al ingreso de la inversión extranjera directa de las empresas transnacionales, que, además de restringir el acceso a ciertos sectores, estimulaba vínculos de asociación con el capital local -público y/o privado- con el objetivo de habilitar la transferencia de tecnología a las empresas nacionales; c) el establecimiento de institutos de investigación públicos que asistían a las empresas vernáculas, d) el control de la participación de componentes locales en las exportaciones; e) la restricción a las importaciones para poder avanzar domésticamente en la producción de los distintos componentes de los bienes industriales exportables; y f) los subsidios a las exportaciones (Amsden 2001; Evans 1995; Wade 1990).

El ascenso de la región asiática en la producción globalizada también puede observarse a partir de analizar su capacidad de generación de innovación tecnológica en el mundo. La cantidad de solicitudes de patentes es un indicador que permite dar cuenta de ello. Tal como se observa en el gráfico 2, el este de Asia ha logrado un extraordinario proceso de convergencia con los países centrales en las últimas décadas, al punto tal de equiparar su número de solicitud de patentes en la actualidad.

Gráfico 2 Porcentaje de solicitudes de patentamientos por área geográfica, 1980, 2000 y 2020 

Otro indicador que permite advertir la creciente importancia del este asiático en las cadenas globales de producción es el que da cuenta de la localización geográfica de las empresas transnacionales. En el proceso de reconfiguración productiva global, las grandes empresas de los países centrales deslocalizaron, principalmente, las actividades de bajo valor y conservaron el desarrollo de las tareas de alta valorización en su lugar de origen. Por lo tanto, conocer si en el este de Asia se radican empresas transnacionales, permite inferir que allí se encuentran localizadas las actividades centrales, de alto valor. Como surge del gráfico 3, a pesar de que en la actualidad el 65% de las 500 principales corporaciones pertenecen a los países centrales, el crecimiento experimentado por las empresas de los países dinámicos de la región asiática en las últimas dos décadas ha sido sorprendente.

Gráfico 3 Cantidad de empresas transnacionales dentro de las principales 500 por área geográfica, 2000 y 2020  

En virtud de los datos presentados, se advierte un proceso de horadación de la histórica importancia de los centros en la producción mundial, asociado al fuerte empoderamiento del este de Asia en el sistema capitalista mundial. A este respecto, vale destacar que, si bien el crecimiento de esta región inició a mediados del siglo pasado bajo el liderazgo de Japón, y luego fue traccionado por los procesos de outsourcing y offshoring intra y extrarregional, el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001 y su inserción plena a la economía capitalista mundial dio otro ímpetu al dinamismo regional. Bajo el comando chino, el este asiático terminó de desplazar del núcleo dinámico de la acumulación capitalista a los países centrales (Fernández, Lauxmann y Trevignani 2014).

La creciente gravitación de estos países históricamente periféricos y el declive de la relevancia en la producción mundial de los países centrales ha dado lugar a ciertas reacciones por parte de los mismos. Como resulta de distintos informes, a partir de la crisis financiera de 2008 el dinamismo de las cadenas globales de producción se ha ralentizado (World Bank 2020; World Trade Organization 2019). Diversas razones han incido en la merma del crecimiento de la producción globalizada, pero la estrategia defensiva de los países centrales, basada en la recuperación de la escala nacional y/o macrorregional como espacio privilegiado para la acumulación, a través de procesos de reshoring y/o nearshoring de su compañías, ha ocupado un lugar significativo (Tate 2014).

Se presenta así un escenario abierto de disputa en el sistema capitalista mundial. Por un lado, están los países del este de Asia, que han avanzado en su industrialización y han crecido sobre la base de la deslocalización productiva de la región asiática y de los espacios centrales. Sin embargo, en la actualidad, bajo el liderazgo de China, la región ha reorientado su estrategia de desarrollo. China impulsa una estrategia de tipo ofensiva, para sostener y expandir el poder de la región, basada en un triple juego en el escenario productivo: a) a escala global produce una acentuada integración con regiones periféricas, como América Latina y África (Yao 2018; Dussel Peters 2014); b) a escala regional continúa con el proceso histórico de integración, y alcanza ahora países como Vietnam (Yuzhu 2011; Kasahara 2013); y c) a escala local avanza en la construcción de cadenas productivas domésticas, habilitada por su enorme escala (The State Council of the People's Republic of China 2015).

Por otro lado, los países centrales llevan a cabo las estrategias defensivas anteriormente referenciadas. Los procesos de reshoring o nearshoring de la producción de grandes empresas se pueden observar, por ejemplo, en los Estados Unidos y en distintos países de Europa (Kinkel et al. 2017).

Este escenario conflictual pone en el centro de la escena una diversidad de elementos novedosos, que demandan su consideración a la hora de pensar estrategias de desarrollo. El ascenso de China y el afianzamiento de sus vínculos con los espacios periféricos, sumado al reposicionamiento de la escala nacional y macrorregional -tanto ofensiva, por parte de China, como defensiva por parte de los países centrales- introducen nuevas posibilidades para la acumulación que requieren ser analizadas para esbozar lineamientos que habiliten la salida de posicionamientos periféricos. Se presentan algunas consideraciones para el caso particular de los países del América del Sur en el siguiente punto.

América del Sur en la economía capitalista contemporánea

El cambio en el arreglo institucional y espacio-temporal de los 70 permitió que, desde inicios de la década de 1990, las políticas neoliberales penetraran con fuerza en los países del sur de América. Se implementaron políticas de apertura, desregulación, descentralización y privatizaciones que restringieron la capacidad de los Estados de la región para direccionar el proceso de acumulación de capital. En este escenario, el mercado internacional y las cadenas globales de producción comenzaron a adquirir mayor relevancia para el crecimiento regional.

Para analizar en profundidad la inserción de Sudamérica en los encadenamientos globales, puede examinarse la participación de los diferentes países para los que se cuenta con información al respecto . El gráfico 4 muestra los vínculos hacia atrás, denominados en la literatura como backward linkages, y los vínculos hacia adelante o forward linkages. Los primeros aluden a lo que se conoce como especialización vertical, es decir, el valor agregado extranjero en las exportaciones de un determinado país. Por su parte, los vínculos forward aluden al valor agregado producido en los distintos países que forma parte de las exportaciones de terceros países que lo reciben.

Gráfico 4 Participación forward y backward de los países de América del Sur en las cadenas globales de producción, 1995, 2000, 2005, 2010, 2015 y 2018 

De forma general, este gráfico permite observar por un lado que, para los años analizados, la participación forward ha sido mayor que la backward para los países de la región y, por otro, que todos ellos han incrementado su participación en las cadenas globales de valor, tanto en su inserción forward como backward. No obstante, el análisis diferenciado de los países bajo estudio arroja algunas particularidades interesantes, las cuales se desarrollan a continuación.

Argentina es el país de la región con menor participación en la producción global para los años analizados. Presenta valores inferiores a la media mundial tanto en su participación forward como backward. No obstante, su participación forward tiene más relevancia que la backward. La inserción forward y su bajo nivel se relacionan con su particular dotación de recursos naturales. El país es un importante productor agropecuario y de alimentos, bebidas y tabaco (Amar y Torchinsky Landau 2019). Estos productos tienden a operar, centralmente, como bienes finales o bienes intermedios, pero para su consumo final en el mercado del país importador, participando poco de productos que el socio comercial exporta con posterioridad (Schteingart, Santarcangelo y Porta 2017). Los destinos de exportación de esta producción son diversos. Argentina abastece a otros países de la región, y también a países de Europa y de América del Norte. Con el inicio del nuevo siglo, el este de Asia, traccionado de manera particular por la demanda China, comenzó a tener un peso más importante como mercado de destino (ver tabla 1).

Por su parte, la participación backward de Argentina en las cadenas globales se encuentra asociada, sobre todo, a la producción de vehículos, así como a la industria alimenticia y al sector agropecuario (Schteingart, Santarcangelo y Porta 2017; Zaclicever 2017; Amar y Torchinsky Landau 2019). El país utiliza distintos productos intermedios de origen regional -centralmente de Brasil- para la producción de productos exportables en los sectores referenciados. No obstante, también se abastece de modo extrarregional. EEUU y, en especial, China ocupan un lugar cada vez más relevante en este tipo de vínculos (ver tabla 1).

Tabla 1 Participación Backward (BW) y Forward (FW) de América del Sur, porcentaje total y por país de destino. Selección de los más relevantes, 1995 y 2018 

Fuente: elaboración propia a partir de la base TiVA (2023).

Brasil también presenta una baja inserción en los encadenamientos globales. Además, al igual que en el caso de Argentina, su participación forward es relativamente más importante que su inserción backward. En virtud de su particular dotación de recursos naturales, es un gran exportador de productos agrícolas y minerales, que continúan su proceso de elaboración en terceros países y son exportados (Amar y Torchinsky Landau 2019). Los principales mercados de destino son extrarregionales. Entre ellos se encuentran EEUU, diversos países europeos y del este de Asia, con un peso significativo de China a partir de su creciente gravitación en la economía mundial (ver tabla 1). Es importante destacar también que, aunque con menor intensidad, Brasil mantiene una participación forward con países de la región, a través de exportaciones de petróleo, servicios comerciales y empresariales y de la producción de autopartes (Amar y Torchinsky Landau 2019). En lo que refiere a la participación backward, Brasil se inserta en las redes globales en los sectores de minería, producción de alimentos y bebidas, la industria química, la de metales básicos, automóviles, maquinaria y equipo (Zaclicever 2017). La mayoría de los insumos foráneos que utiliza en sus exportaciones son extrarregionales; provienen de Estados Unidos y de otros de países de Europa, así como del este de Asia, con China jugando un rol cada vez más importante (ver tabla 1). Vale destacar que, aunque en menor medida, para estas actividades también se abastece de países de la región (Zaclicever 2017; Amar y Torchinsky Landau 2019).

El caso de Chile es algo distinto. Presenta un elevado grado de participación forward en las cadenas globales. En función de su dotación de recursos naturales, sus vínculos hacia adelante se encuentran fuertemente asociados con la exportación de cobre, ya sea a través del sector minería y/o de fabricación de metales básicos (Cadestin, Gourdon y Kowalski 2016; Amar y Torchinsky Landau 2019). En lo que respecta al destino de estas exportaciones, como resulta de la tabla 1, el este de Asia se ha posicionado como principal comprador, desplazando a Estados Unidos. Vale destacar que, la extracción y elaboración de cobre también se encuentra vinculada con la integración backward de Chile. Este tipo de inserción presenta una menor intensidad que la forward, en tanto para el desarrollo de estas actividades el país no requiere gran cantidad de insumos importados (Cadestin, Gourdon y Kowalski 2016; Amar y Torchinsky Landau 2019). En lo que respecta a los terceros países de los que Chile se abastece se puede advertir la importancia de los vínculos regionales. Compra energía -gas- para la extracción y elaboración de cobre a países como Ecuador y Bolivia (Amar y Torchinsky Landau 2019). Los vínculos extrarregionales son bastante débiles, a excepción de Estados Unidos y China, de quienes obtiene un bajo porcentaje del valor agregado que incorpora a sus exportaciones, el resto de las relaciones con países por fuera de la región son casi irrelevantes (ver tabla 1).

El análisis de Perú da cuenta de una importante integración forward en los encadenamientos productivos globales. Este tipo de participación en la producción globalizada se relaciona con su rol de exportador de recursos naturales. La actividad minera de productos energéticos y no energéticos ocupa un lugar relevante a este respecto (Cadestin, Gourdon y Kowalski 2016; Amar y Torchinsky Landau 2019). Estados Unidos y diversos países de Europa fueron los principales compradores de recursos naturales a Perú durante los 90; mientras que, en la última década, el este de Asia adquirió mayor preponderancia a este respecto (ver tabla 1). Por su parte, la participación backward de este país en las cadenas globales es baja. La compra de insumos a terceros países para involucrarlos en la elaboración de productos que serán exportados se vincula con las actividades recién mencionadas. Estas, como se presentó para el caso de Chile, requieren de pocos insumos importados. Los países que suman valor agregado foráneo a las exportaciones que realiza Perú son, principalmente, EEUU y China (ver tabla 1). Asimismo, vale destacar que este país también se abastece de recursos energéticos -gas y petróleo- de otros países de la región, sobre todo, de Ecuador y Colombia (Amar y Torchinsky Landau 2019).

Colombia se presenta como un caso intermedio de integración a las cadenas globales. La forma que asume la integración es variada. Para los años analizados, es más significativa la participación forward. Esta forma de inserción a la producción globalizada responde a su dotación de recursos naturales, que coloca al país como un importante abastecedor de minerales -energéticos y no energéticos- (Amar y Torchinsky Landau 2019). Sus principales mercados de destino son extrarregionales, con una fuerte presencia de Estados Unidos y, a partir de inicio del nuevo siglo, también de China. Vale destacar que también abastece a diversos países de la región (ver tabla 1). En lo que respecta a la partición backward, este país recibe productos importados, centralmente, para la elaboración de productos en la industria química, metálica básica y la minería. Sin embargo, también se relacionan con este tipo de vínculos hacia atrás los sectores de equipos de transporte y de maquinaria y equipos (Zaclicever 2017). La mayoría de esos productos provienen de Estados Unidos, aunque México y China han ganado participación durante la última década (ver tabla 1).

Se advierte así que, más allá de las particularidades de los distintos países, el análisis realizado permite evidenciar una participación poco cualificada de Sudamérica en las cadenas globales. Los países de la región se insertan a la producción y el comercio global, centralmente, a través de actividades de bajo valor y escasa complejidad tecnológica. El examen de la evolución de los distintos rubros de exportación permite obtener un panorama más acabado al respecto (ver gráfico 5). Las exportaciones de productos primarios y de manufacturas basadas en recursos naturales son, por lejos, las más significativas de la región.

Gráfico 5 Exportaciones de América del Sur (miles de USD), 1995 y 2021 

Resta destacar que también se puede advertir cierta relación entre la forma de participación en la producción y el comercio mundial y el grado de desarrollo de los sectores productivos de los países de la región, tal como resulta del gráfico 6.

Gráfico 6 Contribución de los distintos sectores productores de bienes al valor agregado de la economía de los países de América del Sur, 1995 y 2008 

Así, por ejemplo, Argentina, país que se coloca como un importante productor y exportador agropecuario y de alimentos en el mundo, y a partir de dichas actividades se inserta en las cadenas globales de producción, presenta una estructura productiva en la que el sector primario tiene mayor peso que en resto de los países de la región. En el caso de Brasil, se advierte un incremento de la participación de la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, así como de minas y canteras en el valor agregado para los años bajo estudio. El peso creciente de esos sectores puede vincularse con el fuerte posicionamiento del país como proveedor de minerales y productos agrícolas a nivel mundial. Para los casos de Chile y Perú, se destacó su fuerte participación en las cadenas y el comercio global a partir de su dotación de recursos minerales. En estos países la actividad de explotación de minas y canteras ocupa un lugar relevante en el producto. Una situación similar, aunque con menor intensidad, se replica para Colombia. Este país se vincula al comercio y la producción global centralmente a través de la explotación de minerales energéticos y no energéticos. No obstante, dada su mayor diversificación productiva -como se mencionó, la producción de automóviles y máquinas y equipos presentan un desarrollo significativo-, la contribución del sector minero al valor agregado total de la economía es menor que en los casos de Chile y Perú.

Por último, un dato adicional para destacar del gráfico 6 es que todos los países de la región, más allá de sus particularidades, han experimentado una disminución de la participación relativa del sector industrial en el producto.

En función de lo expuesto, se advierte que, en general, los países de América del Sur se han insertado en la producción y el comercio global a partir de su notable dotación de recursos naturales. Este tipo de inserción se ha ido incrementado a lo largo del periodo analizado, a pesar de la ralentización del crecimiento de la producción globalizada a partir de la crisis financiera de 2008. La creciente importancia de China en la economía mundial y el estrechamiento de los vínculos con la región (evidenciados en la tabla 1) permiten explicar esta tendencia.

De este modo, si bien el dinamismo de China contribuye al crecimiento de América del Sur, también presenta obstáculos para su desarrollo. La creciente vinculación con China tiende a reforzar la configuración de estructuras productivas heterogéneas y especializadas en la elaboración de recursos naturales y obturar las posibilidades de avanzar en su diversificación y sofisticación.

Sin embargo, es importante destacar que el ascenso de China en el sistema capitalista mundial y el reposicionamiento de los mercados nacionales y macrorregionales, a que han dado lugar las estrategias -ofensivas y defensivas- que se suscitaron entre este nuevo centro dinámico de la acumulación y los históricos, parecieran abrir la puerta para mejores escenarios futuros para los países de América del Sur. Los bajos niveles de integración productiva regional evidenciados hasta el momento, y las potencialidades de avanzar en este sentido, invitan a pensar en la posibilidad de configurar cadenas regionales de producción, que incentiven el desarrollo de actividades productivas de mayor valor y complejidad y puedan dar lugar una integración global más cualificada.

Consideraciones finales

El trabajo procuró avanzar en el entendimiento del proceso de reconfiguración del sistema capitalista iniciado hacia finales del siglo XX. En ese marco, buscó indagar en el ascenso del este de Asia y en las implicancias que ello presenta para la dinámica de funcionamiento sistémica y para la posición de América del Sur en la economía global.

Para ello, en primer lugar, se analizó la especificidad del arreglo institucional y espacio-temporal surgido a partir de la década de 1970. Se destacó en este punto la preminencia de estrategias de acumulación flexibles por parte de las empresas transnacionales, articuladas en cadenas globales de producción que operan a escala planetaria y en tiempo real. Se reconoció la importancia de los desarrollos tecnológicos, así como de la implicación de los distintos Estados que, aun ocupando un lugar marginal en la escena económica, intervinieron de manera selectiva para impulsar la reproducción del capital a través de la producción globalizada. Se resaltó, asimismo que, en este escenario de reconfiguración tuvo lugar un cambio en el centro dinámico de acumulación del sistema capitalista, desde el centro a la periferia, más precisamente hacia la región del este asiático.

En segundo lugar, se indagó en las particularidades de la emergencia de la región del este de Asia, en la actualidad motorizada por China. Se destacó aquí el rol estratégico que ocuparon los Estados de los países del este asiático, que habilitaron e impulsaron una inserción direccionada-condicionada en la producción globalizada, que les permitió mejorar su posición dentro del sistema capitalista mundial.

El empoderamiento de dicha región históricamente periférica se dio de la mano de la pérdida de relevancia en la producción mundial de los países centrales. Esa situación generó reacciones por parte de estos últimos. Se presentó así -y continúa presentándose- un escenario de disputa entre los históricos países centrales y los países del este de Asia, que muestran una creciente importancia. Dicha atmósfera, que no deja de lado la producción globalizada, vuelve a destacar la importancia en los espacios nacionales y macrorregionales para dinamizar la acumulación del capital. Se planteó que el nuevo escenario mundial demanda ser considerado para analizar las estrategias de desarrollo de los espacios periféricos.

A ello se orientó el apartado previo a estas conclusiones. De manera concreta, allí se exploró el modo en que los países de la periferia sudamericana participan en la producción y el comercio global, y los límites y las potencialidades que ello presenta para habilitar su salida de posicionamientos periféricos, considerando la incidencia que tienen las características de sus estructuras productivas. Se advirtió que la creciente inserción internacional, traccionada en gran medida por el estrechamiento de las relaciones con el este asiático y vinculadas a actividades de bajo valor y escasa complejidad, obturan las posibilidades de transformación productiva y el desarrollo de la región. No obstante, también se identificó que el ascenso de China brinda posibilidades para avanzar en procesos de integración macrorregional y configuración de cadenas regionales de producción, que permitan cualificar la inserción de Sudamérica en la producción global. El estudio de las actividades a desarrollar en este proceso de integración productiva regional, las políticas industriales para estimularlas y la capacidad de los Estados de América del Sur para llevarlas a cabo, se presentan como una interesante y necesaria agenda de investigación a futuro.

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0 Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; Universidad Nacional del Litoral), Argentina, mtrevignani@hotmail.com, orcid.org/0000-0002-7428-2739

0 Abarcan, por ejemplo, aquellas que regulan: 1) las relaciones capital-trabajo; 2) el tipo de competencia capitalista (relaciones inter-firmas); 3) las formas de integración de las firmas de una economía nacional a la economía internacional y 4) las formas de intervención del Estado en la economía (Jessop 2000, 324-326).

0 El outsourcing refiere en forma general a la deslocalización productiva o subcontratación de parte del proceso productivo de una empresa. Esta puede tener distintas modalidades, puede darse entre empresas que operan en un mismo país, en países fronterizos (en este caso se trata de nearshoring) o en países extranjeros más distantes (offshoing). Por su parte, los términos reshore/onshore aluden al proceso inverso, es decir, trasladar nuevamente al país local un proceso productivo desde el extranjero (Peck 2017).

0 Schumpeter fue un economista que enfatizó en la importancia del empresario innovador como fuerza motriz del capitalismo. En especial se lo asocia con el interés en promover la innovación y la competitividad para mejorar el desempeño económico.

0 El análisis de las distintas actividades en que pueden dividirse las cadenas, y el valor agregado asociado a las mismas ha quedado esquematizado en lo que se conoce como la “curva de la sonrisa”, ver Baldwin (2012).

0 Se toma información de la base de datos TiVA de la OECD que abarca 66 países, cinco de ellos de América del Sur: Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú, y datos adicionales para una economía que representa al resto del mundo.

Recibido: 08 de Enero de 2023; Aprobado: 01 de Abril de 2023

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