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URVIO Revista Latinoamericana de Estudios de Seguridad

versión On-line ISSN 1390-4299versión impresa ISSN 1390-3691

URVIO  no.21 Quito jul./dic. 2017

https://doi.org/10.17141/urvio.21.2017.3082 

Tema central

Entre el cambio y la inercia histórica: el contexto actual de la inteligencia militar en Suramérica

Between change and historical inertia: the current context of military intelligence in South America

Lester Cabrera1 

1 FLACSO sede Ecuador, Ecuador, cabrera.lester@gmail.com


Resumen

El artículo aborda algunos de los aspectos, tanto históricos como actuales, que determinan la concepción de la inteligencia militar en América del Sur. Para lo anterior, se toman en cuenta la influencia de los elementos doctrinarios clásicos del pensamiento militar, la existencia de un eventual cambio de paradigma en la comprensión de los procesos conflictivos y en las propias dimensiones de la inteligencia, y la incorporación de otros elementos que derivarían en la adopción de otros parámetros analíticos para la temática señalada. Lo anterior da paso para el planteamiento de algunos desafíos que la región mantiene en labores de inteligencia militar, siempre considerando una división entre la mantención de una concepción clásica del conflicto, y la adopción de nuevas tendencias en el campo de la guerra. Se concluye que pese al esfuerzo de mantener las nociones clásicas de la guerra aplicadas a la inteligencia militar, los países de la región deben incorporar otros esquemas de pensamiento, lo que se asocian a una comprensión más compleja de los fenómenos conflictivos que afectan tanto al Estado como a las sociedades, pero no como una función subsidiaria, sino que complementaria a la que tradicionalmente ejecutan.

Palabras clave: inteligencia militar; paradigma; América del Sur; doctrina

Abstract

This article studies some historical and current aspects that determine the conception of military intelligence in South America. To do that, it's consider the influence of the classic doctrinal elements of military thought, the existence of an eventual change of paradigm in the understanding of the conflictive processes and in the own dimensions of the intelligence, and the incorporation of other elements that would result in the adoption of other analytical parameters for the aforementioned subject. This conduces to the approach of some challenges that the region maintains in military intelligence tasks, always considering a division between the maintenance of a classic conception of the conflict and the adoption of new tendencies in the field of war. It is concluded that despite the effort to maintain the classic notions of war applied to military intelligence, the countries of the region must incorporate other thought schemes, which are associated with a more complex understanding of the conflicting phenomena that affect both the State as to societies, not as a subsidiary function but as a complement to the one they traditionally execute.

Keywords: military intelligence; paradigm; South America; doctrine

Introducción

¿Es posible visualizar cambios sustanciales en la inteligencia militar en el presente siglo, en comparación a lo sucedido en el siglo XX, específicamente en el contexto suramericano? El presente trabajo tiene por objetivo responder a la interrogante planteada. Pero sin perjuicio de un desarrollo de algunas de las aristas que se involucran en dicho proceso comparativo, desde una perspectiva metodológica, resulta adecuado otorgar una respuesta de características simples. Uno de los puntos en los que la inteligencia militar se caracterizaba en el siglo XX, era en lo concerniente al análisis de una eventual posibilidad de un conflicto de carácter convencional o, en su defecto, y como bien sucedió bajo el contexto de la Guerra Fría en el Cono Sur del continente, tomar en cuenta elementos ideológicos internos, como uno de los principales factores que atentan en contra de la seguridad del Estado.

Dichas perspectivas, que si bien fueron aspectos centrales en las mismas doctrinas de los cuerpos armados de la región durante un período de tiempo determinados, específicamente, en la segunda mitad del siglo XX, ha dado paso a otros fenómenos y procesos de los que la inteligencia militar ha tenido que considerar, como lo son actores no convencionales y otro tipo de amenazas. Es decir, si bien es cierto que aún no se señala de manera explícita un cambio dentro del proceso de inteligencia mismo, es posible observar un cambio real en el contexto en el cual se desenvuelven los cuerpos armados y, por lo tanto, su capacidad de analizar los procesos al realizar labores de inteligencia militar.

Lo mencionado es una parte no menor del proceso de inteligencia, específicamente, en lo concerniente a la labor que realizan las Fuerzas Armadas de la región. Ello, porque es producto del contexto, que las labores y aspectos a los cuales el proceso de inteligencia militar se amplían, profundizan o, en su defecto, se modifican, con el objetivo de otorgar resultados para la toma de decisión, especialmente en los niveles estratégicos y, consecuentemente, políticos. Siendo así, la inteligencia militar en múltiples países de la región, siempre en comparación a lo acontecido en el siglo XX, no solamente ha sido objeto de cambios, sino que también se observa una mantención de las labores tradicionales a las cuales dicho proceso se ha visto enfrentado en su momento. En este último caso, se hace una alusión directa a la presencia y eventualidad de un conflicto convencional entre países. Por lo tanto, en lo que va del siglo XXI, se observan dos claras tendencias que, en un principio, provocan fuertes choques tanto en la misma función de inteligencia como también en aspectos doctrinarios, dentro del contexto de Suramérica.

El objeto de estudio se enfoca en dos grandes aspectos. En primer lugar, se busca realizar un análisis descriptivo en torno a algunos de los elementos que influyeron en la conformación del pensamiento estratégico, y como este a su vez, se decantó en la manera de apreciar determinados fenómenos para efectuar los procesos de inteligencia militar, específicamente, en la segunda mitad del siglo XX. Y en segundo lugar, se busca establecer una relación entre el contexto que se evidencia en los países de Suramérica, especialmente, en lo concerniente a los nuevos fenómenos que afectan a la seguridad de los países y sus respectivas sociedades, y un eventual cambio de paradigma en la noción de la inteligencia militar. Lo anterior, además, ayuda a determinar la existencia de una eventual evolución o cambio en las nociones de inteligencia en el plano militar, que también permitirá identificar si existen puntos o segmentos en los que mantiene una concepción tradicional de la inteligencia militar, o en su defecto, se han incorporado los cambios que el contexto de cada país o región requiere para el logro de sus objetivos estratégicos. Esto se complementa con una descripción de algunos desafíos que se visualizan en la región, dentro del plano de la inteligencia militar.

Se concluye que si bien se observan posiciones opuestas en la forma en que debiese procesar la información la inteligencia militar, especialmente, en lo concerniente a la incorporación de una nueva categoría de fenómenos y procesos que afectan a la seguridad, aquello no necesariamente es una perspectiva que va en contra de los parámetros doctrinarios tradicionales vinculados al actuar de la inteligencia militar. Incluso, se puede establecer un alto grado de complementariedad al respecto, siempre que no se deje de considerar como la principal prioridad, aquellos fenómenos que afecten directamente al nivel estratégico, como lo son aquellos fenómenos tradicionales que impactan negativamente la percepción de seguridad del nivel estratégico.

La inercia de la doctrina en la inteligencia militar

Cuando se tiene presente una visión general de lo que representa la inteligencia militar, tiene que realizarse un alcance en lo relativo a lo que significa en términos de procesos, como también en el grado de influencia que ésta posee en diferentes ámbitos de la vida de los países. En efecto, los elementos mencionados son, en estricto rigor, los aspectos en los que la inteligencia militar fluctúa, a grandes rasgos. Si es posible considerar un análisis en torno a la evolución y/o cambios en la perspectiva de cómo se observa a la inteligencia militar, esto debería ser si es que se han incorporado o no, nuevos procesos en el análisis de la información, como también si la inteligencia militar se ha visto involucrada en otros niveles de la vida de la sociedad, más allá de los que tradicionalmente considera. Lo anterior, a juicio de Hughes-Wilson, son los dos principales aspectos a la hora de analizar los diferentes éxitos y fallos de la inteligencia militar, especialmente, en tiempos de enfrentamientos bélicos, o incluso en la antesala de ellos. Así, elementos como la incorporación de tecnologías, la capacidad de infiltración en determinadas redes de información clave, o incluso la entrega de información no relevante, imprecisa o falsa para influir en los procesos de toma de decisión de los eventuales adversarios, han sido como acciones reconocidas en el éxito o fracaso de una operación militar (Hughes-Wilson 1999).

Lo señalado, si bien es cierto que se aplica a un gran período de la historia militar, fue precisamente desde la Segunda Guerra Mundial, que es posible considerar una ampliación de la concepción misma de la inteligencia militar. Y aquello se visualizó con mayor fuerza durante la época de la Guerra Fría. La concepción de una inteligencia militar localizada a los aconteceres del campo de batalla, no necesariamente se acoplaba a las exigencias de las nuevas dimensiones de la guerra (Freedman 2013). En este sentido, se comenzó a transitar de una inteligencia militar, ubicada casi de manera exclusiva en un nivel táctico, para pasar a una concepción mucho más vinculada al nivel de toma de decisión estratégica, considerando al respecto tanto nuevos procesos, actores, e incluso formas de análisis de los acontecimientos militares. Un claro ejemplo de lo anterior es que si bien los fines y medios siempre se tomaban en cuenta dentro de cualquier análisis de inteligencia militar, aspectos como la ideología o la personalidad de un comandante y/o líder político, cada vez y con mayor frecuencia, eran considerados dentro de los diferentes análisis de inteligencia, aplicados al campo militar (Liddell Hart 1999).

Lo cierto es que el valor del análisis de la inteligencia militar y lo que se considera como amenaza o no, se encuentra condicionado a la manera en cómo se interpretan y perciben los fenómenos o procesos que, eventualmente, pueden terminan afectando lo que se desea proteger. En otras palabras, existen elementos, tanto explícitos como implícitos, que influyen en la manera en cómo se percibe el contexto, los actores, y el mismo proceso de la inteligencia en el ámbito militar. Si aquello se aplica al campo de las diferentes generaciones de la guerra, es posible observar que ha sido durante el siglo XX desde su segunda mitad, que la cuarta generación de la guerra se institucionaliza en las doctrinas militares, donde se impone la visión tierra, mar y aire del conflicto bélico, a la que se va añadiendo la concepción espacial. Pero aquel punto de vista, aún mantiene la visión clásica de la guerra planteada por Clausewitz, donde finalmente es el choque de voluntades de actores institucionalizados, es decir Estados, lo que define el resultado del conflicto bélico. Por lo tanto, en la apreciación de los elementos explícitos e implícitos, siguen primando los primeros por sobre los segundos en los análisis de inteligencia vinculados a la temática militar.

No obstante lo planteado, también se observa como la concepción ideológica comienza a ser objeto de la inteligencia militar, especialmente en la época del conflicto bipolar. Pero aquello no sucede como un resultado de un cambio en la concepción de la guerra, sino que se incluyó en la doctrina clásica militar, la visión de que la ideología, aquella que no era cercana al cumplimiento de los intereses de los cuerpos armados, era un factor que podría tanto debilitar los medios de los cuerpos armados en hacer la guerra, como también en la forma en que se podía menoscabar aquellos aspectos asociados a la trinidad de Clausewitz. Es decir, la ideología era vista como un factor más que podía alterar los medios para realizar, de la mejor forma posible, la guerra, incluyendo con ello una disminución en el eventual logro o mantención de los intereses que los cuerpos militares poseían (Handel 2007). Esta relación se evidenció de manera clara con los acontecimientos sucedidos durante las dictaduras militares en América Latina, especialmente en la zona del cono sur (Kacowicz y Mares 2016).

En estricto rigor, la influencia de la doctrina militar clásica, estableció una forma de pensamiento que se vio tanto en la operación y movilización de los recursos y medios para lograr los fines militares, como también en la manera en que la inteligencia militar era concebida. Y si bien en América del Sur, especialmente en la época de la Guerra Fría, la inteligencia militar estuvo muchas veces abocada y centrada al cumplimiento de labores operativas, pero vinculadas al ámbito de las amenazas internas, y específicamente, para aquellos fenómenos o actores que se circunscribían a una eventual amenaza al poder político-militar de aquellos años. Pero incluso con eso, los conflictos de características convencionales fueron parte de las diferentes hipótesis de conflicto que se barajaron por aquellos años, entre diversos países de la región mencionada. Algunos ejemplos fueron los conflictos entre Ecuador y Perú, Chile y Argentina, o Chile y Perú (Dodds 1993).

Uno de los elementos a destacar, incluso tomando en cuenta lo mencionado con respecto la mantención de los escenarios físicos en la cuarta generación de la guerra, y específicamente en las realidades propias de Suramérica, es que la inteligencia militar tuvo un rol mucho más aplicado al ámbito estratégico en cuanto al nivel de toma de decisiones y análisis, pero con una base operativa del mismo. Pese a que durante aquellos espacios de tiempo en los que las Fuerzas Armadas tuvieron el monopolio de las decisiones, tanto en un nivel político como estratégico, la concepción de la inteligencia tuvo una aplicación más específicamente en los aspectos tácticos y operativos. Aquello se evidenció con mayor fuerza en los países del Cono Sur, aunque tampoco se eximen de aquella realidad otros Estados de la zona señalada. Una representación de lo anterior se ilustra en la creación de cuerpos de inteligencia que, si bien utilizaban a amplios segmentos de las respectivas fuerzas, y tenían una concepción orgánica de su estructura basada en los ámbitos estratégicos, su actuación estuvo, por lo general, abocada a los aspectos de seguridad interna, tales como el hecho de aplacar y contrarrestar la actuación de grupos que pudiesen generar acontecimientos de desestabilización, o en su defecto, que no se encuentren alineados a las posturas ideológicas de los regímenes militares imperantes (Swenson y Lemozy 2004). Esto, en estricto rigor, también es una muestra de una concepción negativa de la inteligencia militar a nivel de Estado, la cual ha provocado, incluso en la actualidad, resquemores y miedos sobre la necesidad de contar con servicios de inteligencia, especialmente en aquellos países que experimentaron un número mayor de violaciones a los derechos humanos.

Si se toma en cuenta la literatura asociada a los Estudios Estratégicos, con respecto a que el fin de la Guerra Fría produjo un cambio en las nociones de seguridad, aquello es parcialmente aplicable para la realidad de América del Sur, debido a los procesos que ya se experimentaban en la región, como también a las consecuencias que trajeron los cambios de régimen político. En primer lugar, no puede considerarse a la región como un todo eminentemente homogéneo e igualitario en sus procesos políticos ni tampoco en lo relativo a las percepciones de seguridad que toman en cuenta para sus análisis en temas de inteligencia. Y en segundo lugar, si bien es cierto que el fin del conflicto bipolar tuvo un impacto considerable en la manera de concebir al mundo y a sus amenazas, también es cierto que las repercusiones del término de dicho proceso político, específicamente en el ámbito de la seguridad, no fueron de un momento a otro para la región, ya que se venían experimentando cambios políticos sustanciales antes de que sucediera la caída del Muro de Berlín en 1989, que afectaron la manera de concebir la seguridad.

Una buena parte de los gobiernos autoritarios, especialmente en la década de los 80, habían dado paso a democracias que, si bien aún eran débiles en términos institucionales, ya eran consideradas como tales. Y con respecto al contexto de seguridad que evidenciaba la región, es posible visualizar que antes de la década de los 90, la región ya vivía nuevas formas de conflictividad en lo que respecta a los conflictos asimétricos. Muestras de lo anterior son los procesos sucedidos en Colombia y en Perú, con grupos que desafiaban el monopolio legítimo de la fuerza por parte de los Estados, como en los casos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) o de Sendero Luminoso, en los países antes señalados (Kacowicz y Mares 2016).

Pero pese a que se comenzaban a observar procesos conflictivos que se encontraban dentro de las amenazas proyectadas por los diferentes estamentos de la inteligencia militar, lo cierto es que las nociones del conflicto convencionales, es decir, de un país a otro a través de medios institucionalizados como lo son las Fuerzas Armadas, se mantuvo durante la década de los 90. Incluso, tomando en cuenta el contexto de la región, la visión convencional del conflicto, llevó a la inteligencia militar a reforzar sus lineamientos estratégicos en torno a las amenazas convencionales. Tomando como un elemento que, eventualmente, minimizaba la posibilidad de un conflicto bélico entre Estados, en la década de los 90, los países de América del Sur contaban con gobiernos civiles, pero aquello no es sinónimo de un gobierno democrático (como fue el caso del Perú durante la administración de Alberto Fujimori). Es así como en el año 1995, se produce el conflicto del Alto Cenepa, entre Ecuador y Perú. Y pese a que fue un conflicto limitado, tanto en aspectos de medios como de fines, los parámetros convencionales de la inteligencia militar fueron aplicados en dicho proceso, tanto por los países que estuvieron involucrados directa e indirectamente.

En términos generales, es posible evidenciar que desde la Segunda Guerra Mundial, la doctrina militar ha influido en la manera en que se perciben y analizan los conflictos y las potenciales amenazas a los países. En otras palabras, la doctrina ha influido en la forma en que la inteligencia militar ha desarrollado sus diferentes análisis. Pero al mismo tiempo, aquella concepción que si bien se aplica a los fenómenos tradicionales de la Defensa, no son replicables a las nuevas formas del conflicto, las cuales incluso han generado una nueva generación de la guerra. Sobre este punto, no solo se hace necesario un debate en lo referente a la visión de la inteligencia militar, especialmente en el análisis de aquellos fenómenos que se consideran como parte de las “amenazas no convencionales”, sino que además, si aquello debe ser objeto de análisis de la inteligencia militar o no.

¿Nuevo paradigma o nuevas funciones?

La comprensión y realización de un nuevo paradigma en términos de inteligencia, y específicamente, abocado a las funciones militares, involucra por lo menos, algunos elementos que deben asociarse necesariamente al pensamiento estratégico. Se tiene que realizar una distinción, en primer lugar, de lo que constituye un paradigma dentro del campo de inteligencia militar, para luego abordar las consecuencias que un cambio en dicho proceso social genera en la función de inteligencia mencionada. Así, los puntos que se tocan en este aspecto son el grado de profesionalización de la inteligencia militar, la noción de las amenazas y el objeto a resguardar, y finalmente, las acciones y limitaciones que conlleva la realización de las funciones en el plano de la inteligencia militar.

Al tomar en cuenta la eventual existencia de un cambio de paradigma en lo relativo a la función y proceso de la inteligencia militar, se habla al mismo tiempo de una modificación sustancial en lo que respecta a la doctrina militar. Pero esto no se enfoca en las tradiciones que los cuerpos armados llevan y cultivan dentro de su propia cultura castrense, sino que en la manera de comprender los fenómenos conflictivos y, más precisamente, las nuevas generaciones y dimensiones que involucra la guerra. Es así como se ha comenzado a tomar en cuenta, en el campo de los Estudios Estratégicos, que las dimensiones del conflicto bélico del presente, e incluso la relación entre fines, medios y estructura, no son las mismas que en el pasado. La existencia del ciberespacio, los grupos transnacionales de crimen organizado, así como también la gran y creciente interconectividad que presentan diferentes latitudes del planeta, son aspectos que han modificado la comprensión de la guerra como un fenómeno eminentemente político. En otras palabras, la concepción clausewitziana de la guerra, en muchos aspectos, es inaplicable a la realidad contemporánea (Liang y Xiangsui 1999). Y dichos elementos, al modificar la realidad de la guerra, irrevocablemente tienen un impacto en la comprensión de la inteligencia, aplicada a los medios militares convencionales, lo que también lleva a concebir un cambio de paradigma en dicha función de inteligencia. Aquella visión es palpable en las nociones estratégicas y en el campo militar, de múltiples países de América del Sur (Nunn 2011).

Lo señalado, con respecto a la formación y ponderación en los análisis de inteligencia militar, de nuevas concepciones del conflicto bélico, tanto en su materialización fines como de medios, es una realidad aceptada, especialmente a nivel político, dentro de Suramérica. Es así como después de la Declaración sobre Seguridad de las Américas de Monterrey del 2003, los países han comenzado a esbozar apreciaciones sobre conceptos que buscan ir más allá de las nociones clásicas en torno a la seguridad y la Defensa. Al respecto, se toman procesos y elementos que si bien se pudiesen relacionar con otros actores que van más allá del Estado, tampoco abandonan las nociones clásicas del conflicto (Griffiths 2011). No obstante aquello, dentro del plano estratégico, los países han avanzado muy poco, como se puede observar tanto en las mismas doctrinas, como también en la forma en que se visualizan las hipótesis de conflicto. Pero pese a ese pequeño avance, se visualizan nuevas formas de comprender el fenómeno conflictivo, que se relaciona en mayor o menor grado, con la nueva generación de la guerra.

Por ende, aceptar la existencia de un eventual cambio de paradigma, no solo lleva a observar los procesos analíticos que se llevaban a cabo en el pasado, ya que también se tienen que evaluar las eventuales modificaciones que se han presentado, tanto en la manera de realizar las acciones, como los aspectos que han influido a realizar aquellos procesos de cambio. En estricto rigor, la concepción de un cambio de paradigma involucra elementos doctrinarios, pero que son socialmente aceptados como válidos y que gozan de una gran legitimidad. Pero en el campo de la inteligencia militar, aquello se visualiza tomando en cuenta algunos aspectos puntuales.

En primer lugar, cuando se tiene una noción con respecto a la eventual presencia de un cambio de paradigma en el ámbito de la inteligencia, se toma en consideración el grado de profesionalización de dicho segmento, en dos sentidos: un aspecto vinculado a los procesos de inteligencia, y por otro lado, el conocimiento que tenga el personal a cargo de la realización de dichos procesos. Dentro del primer ámbito mencionado, los procesos de inteligencia siempre aplicados al campo militar, se hace directa referencia a la existencia de una visión holística de los diferentes niveles de toma de decisión de la inteligencia; es decir, si bien es cierto que la inteligencia militar posee una concepción mucho más asociada al ámbito operativo y táctico, aquello no significa la observación desde el punto de vista estratégico, con el fin de tener un mejor panorama de la situación, así como también una mejor capacidad de prevención y minimización de los elementos negativos. Debiese existir una concepción complementaria y sinérgica de los tres grandes niveles de toma de decisión en la inteligencia militar, debido a que la función de uno de ellos, depende directamente de los otros, tomando en cuenta un posicionamiento sistémico.

En cuanto a la relación que existe entre la profesionalización de la inteligencia militar y el personal que labora y ejecuta dicha función, existen aspectos que son claves para determinar la existencia de un nuevo paradigma. Uno de ellos, de acuerdo a Julian Richards, y que resulta un elemento clave y esencial dentro de la realización de un buen análisis de inteligencia, especialmente en el tema militar, es la capacidad de los analistas. Esta capacidad se vincula tanto con el conocimiento específico que posean en determinadas áreas de su trabajo, como también en la aplicación de métodos que permitan la elaboración de un conocimiento más científico (Richards 2010). Pero además, señala el citado autor, dicha profesionalización del personal, debe incluir otros elementos que permitan tener acceso a una mayor y mejor información. Ejemplos de lo anterior es el dominio de otro idioma más allá de la lengua materna, como también la constante actualización de conocimientos. Este punto, aplicado a la realidad de América del Sur, demuestra que la profesionalización de la inteligencia en materias militares, ha sido parcial, debido a que la concepción clásica del conflicto, aún pone énfasis en la recolección de información a través de fuentes cerradas, en desmedro de la información obtenida a través de fuentes abiertas, con lo que el papel del analista como tal, se ve disminuido.

Otro de los aspectos que se tienen que tener en consideración para visualizar un eventual cambio de paradigma dentro de la inteligencia militar, es lo referente a las nociones de amenaza y la vinculación con el objeto a resguardar. Las perspectivas de amenaza dicen relación con aquellos fenómenos, procesos o actores que, de alguna forma u otra, interfieren negativamente en el logro de determinados objetivos o en la mantención de los intereses que se posean. Sin embargo, aquellos objetivos o intereses, si se toma en cuenta la perspectiva clásica del conflicto, se relacionan al Estado en su mayoría de los casos, lo que a su vez da como consecuencia la actuación de otro actor convencional. Así, el principal elemento a proteger seria la integridad del territorio a nivel de Estado. Pero al considerar las “amenazas no convencionales”, no solo se tiene una perspectiva distinta del proceso conflictivo como tal, sino que sobre el objeto que se desea proteger, como también en torno a los actores que se ven involucrados. Por ejemplo, al considerar a otros actores, también aquello posee una afectación en lo relativo a un eventual cambio sobre los elementos que se desean resguardar. Así es como surge la noción de que si bien el Estado sigue siendo un elemento importante a tomar en cuenta, las sociedades y los mismos individuos que componen dichas sociedades, son también actores que juegan un rol clave para la comprensión de las “amenazas no convencionales” (Manwaring 2011).

Lo anterior posee una directa relación tanto con la generación de la guerra y, por ende, con un posible cambio de foco en el ámbito de la inteligencia militar. Así, al tomar en cuenta que los fenómenos conflictivos señalados, especialmente los que se relacionan a las “amenazas no convencionales”, poseen un grado negativo de afectación tanto para el Estado como para otros actores que se encuentran al interior de aquella institucionalidad, la noción de la inteligencia se modifica, como también la misma noción doctrinaria de la guerra. En otras palabras, se estaría considerando la posibilidad de una inteligencia militar que actúa sobre fenómenos de “no guerra”, pero que poseen una afectación negativa, como si se tratase de un conflicto bélico a menor escala y, obviamente, con otros medios. Con ello, la inteligencia militar se vería enfrentada tanto a una ampliación de sus funciones clásicas, como también a la posibilidad de considerar otros segmentos conflictivos dentro de sus análisis militares (Gray 2012).

Finalmente, uno de los aspectos que también se consideran al momento de establecer la existencia de un nuevo paradigma dentro del campo de la inteligencia militar, son las acciones que se realizan para la obtención de la información. En este punto es, tal vez, donde se pudiese apreciar la existencia de una posible modificación en la doctrina de inteligencia, especialmente cuando se tiene la experiencia de dictaduras militares. Así, el no, respecto al marco jurídico, como también a los propios derechos humanos, son cualidades que se destacaron en momentos en los que regímenes autoritarios gobernaron, generando incluso con ello una yuxtaposición de labores. Aquello se generó debido a que vinculaban de manera constante, las funciones propias de la inteligencia militar, con una inteligencia de Estado, pero que utilizaba medios militares para la obtención de la información. No obstante aquello, también son elementos que se toman en cuenta en el plano de la inteligencia militar, desde una perspectiva doctrinaria convencional del conflicto armado, la necesidad de contar con redes de espionaje, así como también con canales de comunicación que posean un alto nivel de secreto y reserva, debido a que la información que se maneja, es sensible para la seguridad nacional.

Pero la visión anterior, es decir, la relevancia del secreto como uno de los aspectos clave a la hora de tomar decisiones, no es tal en la actualidad, especialmente por los diferentes procesos que han involucrado una apertura y transparencia de los países, en temas como por ejemplo, la posesión de determinadas armas. Incluso, en la actualidad, como consecuencia del conocimiento general que se puede tener sobre la posesión de un arma por un país en cuestión, lo secreto o reservado no es el arma en sí, sino que la planificación que implicaría el uso de aquella arma o sistema de armas. Por ende, la cualidad del secreto, incluso tomando los diversos casos de filtración de información que han realizado grupos no estatales, han puesto en evidencia que el valor del análisis no se encuentra necesariamente en la capacidad de obtener información secreta o reservada, sino que en la propia interpretación de los datos que se obtengan, tanto de fuentes abiertas como cerradas.

También es necesario tomar en consideración la necesidad que se tiene, especialmente en países que poseen régimen de características democráticas, de mantener mecanismos de control sobre las acciones que puede, y no puede, efectuar la inteligencia militar. En este sentido, el control no solo proviene del nivel político, sino que se traslada al ámbito político-estratégico, aunque con la preeminencia del sector político. Aquello, si bien puede ser parte de los aspectos que son clásicos a la hora de establecer procesos de regulación dentro de los regímenes políticos democráticos, también es cierto que la concepción militar de la inteligencia, especialmente en países en lo que la influencia de la Fuerzas Armadas es fuerte frente al nivel político, señala prioridades que van más allá que los propios gobiernos. Esto, y específicamente en la realidad de América del Sur, es uno de los principales problemas que se evidencian, debido a que los intentos de concebir aparatos de inteligencia más integrados, chocan con las perspectivas doctrinarias y de cuerpo que tiene, en este caso, la inteligencia proveniente de las Fuerzas Armadas (Palma 2015).

Sin embargo, también es posible observar lo señalado desde otro punto de vista, en el cual si bien se visualizan cambios en la realidad suramericana, aquellos no necesariamente son parte de una estructura, sino que más bien se relacionan con los medios que se requieren para combatir las amenazas no convencionales. Por lo tanto, el foco no estaría vinculado a un necesario cambio de doctrina que genera modificaciones en la concepción clásica de la inteligencia militar, sino que simplemente se trate de una ampliación de funciones, las que poseen un carácter subsidiario dentro del esquema de prioridades de las Fuerzas Armadas. Siendo así, los elementos que son propios de la inteligencia militar, no variarían su foco, sino que ampliarían su campo de acción, para hacer frente a otros procesos que poseen un grado de afectación negativa, y que se vinculan a fenómenos que se manifiestan de manera más constante que los conflictos bélicos convencionales.

Lo cierto es que para el contexto de Suramérica, los procesos que involucran un reordenamiento de las nociones clásicas de la inteligencia militar, son una realidad. Pero al ser una realidad que es aceptada con diferentes matices, logra establecer al mismo tiempo desafíos dentro de las doctrinas militares y, por consiguiente, en la manera de concebir y hacer frente a los nuevos desafíos que implica un reordenamiento de los parámetros de análisis en el ámbito de la inteligencia militar.

Desafíos pendientes

La concepción de la inteligencia militar en la región, como la totalidad de las diferentes dimensiones de la inteligencia, posee una serie de elementos que ha estado en línea con procesos de cambios sociales, políticos e institucionales en los países de América del Sur. Pero en conjunto con la aceptación de lo señalado, la región enfrenta una serie de desafíos que, si no son debidamente discutidos, pueden tener una valoración errónea sobre los fenómenos conflictivos en la actualidad, y su consecuente afectación negativas para los países y sociedades. Es así como es posible destacar, siempre tomando en cuenta la realidad de la región mencionada, cinco grandes directrices que representan desafíos a evaluar y analizar, siempre en el campo de la inteligencia militar, como lo son la sensibilidad que aun representa la discusión de la temática señalada, especialmente a nivel de las Fuerzas Armadas de la región; una posible integración regional de determinados medios militares en labores de inteligencia; la existencia y validez, por parte de ciertos países, de hipótesis de conflicto convencional; la concepción de que la inteligencia militar no es necesariamente inteligencia estratégica, sino una parte más de aquella; y finalmente, la necesidad de considerar elementos que son más contemporáneos, propios de la guerra de quinta generación, a los conflictos regionales.

Hablar de inteligencia militar, e incluso tocar temáticas y/o tópicos relacionados con inteligencia en un sentido general, pero con una vinculación directa a los asuntos del Estado y las sociedades, sigue siendo una temática altamente sensible en la región. Esto puede ser explicado desde dos ópticas diferentes. En primer lugar, se puede comprender aquello como una reminiscencia de las consecuencias negativas que hubo con respecto al uso indebido de la inteligencia con actividades represoras, por parte del Estado, a determinados sectores de la sociedad, especialmente en tiempos de regímenes autoritarios. Y en segundo lugar, al hablar y analizar aspectos de inteligencia militar, se hace una relación con aspectos que pueden, o no, tener una vinculación con tópicos que posean un grado de afectación a la estructura de la seguridad del Estado. Por lo tanto, el debate de dichos procesos, siempre dentro del plano de la inteligencia militar, puede establecer compromisos a la estructura de seguridad y Defensa de un país (Hughes-Wilson 1999).

Producto de la noción anterior, y especialmente, aquella que se relaciona con la unión entre inteligencia militar y una eventual vulneración del estado de la seguridad del país, es que parece complejo lograr establecer directrices o mecanismos, en donde se vea dicha temática desde los diferentes organismos de integración regional. Siendo así, pese a que se han observado algunos avances en temas de medidas de confianza mutua, como también en la visión de constituir las bases sobre las que los países puedan debatir temáticas relacionadas con la seguridad y la Defensa a nivel regional, especialmente dentro del espacio de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), también es cierto que al ser una de las temáticas más sensibles como consecuencia de los aspectos involucrados, la perspectiva de obtener un sistema integrado a nivel regional de inteligencia militar, parece altamente lejano. No obstante, los intercambios de información en temas vinculados a las “amenazas no convencionales”, ha sido uno de los tópicos en los que más se ha avanzado, tomando en cuenta que desde una perspectiva doctrinaria, aquellos procesos no comprometen la concepción clásica de la seguridad de los países (Paz 2015).

Siguiendo la línea argumentativa, el compromiso de compartir información y datos sensible que puedan comprometer en alguna magnitud la seguridad de los países, también tiene una explicación racional, derivado de que en la región suramericana, aún hay Estados que mantienen hipótesis de conflicto convencional con países limítrofes (Emmerich 2008). Este acontecimiento, es decir, tener hipótesis de conflicto presentes en Suramérica, representa un gran problema para la región, tanto en términos de la construcción de estructuras de confianza entre los miembros de la zona señalada, como también en el grado de relevancia que se pueda generar en los diferentes espacios de diálogo y debate. Al respecto, considerando que la inteligencia militar es un aspecto sensible para las Fuerzas Armadas de los países de la región, una eventual posibilidad de integrar información en espacios regionales de integración, no se condice con la probabilidad, ya sea alta o baja, de un conflicto bélico convencional.

Siempre tomando en cuenta los elementos mencionados en su momento, es posible tomar en consideración como un desafío, la relación que se tiene de la inteligencia militar en cuanto a su posicionamiento dentro de un determinado nivel de decisión. Así, se tiene una concepción de que la inteligencia militar, por la naturaleza en cuanto a su origen como también a los medios que emplea, se ubica en el nivel estratégico o es, en su defecto, uno de los aspectos más relevantes dentro de aquel nivel de toma de decisión. Pero lo cierto es que dentro de los actuales sistemas de inteligencia, especialmente los que poseen países con regímenes democráticos, la perspectiva de la inteligencia militar es una parte más de lo estratégico (Handel 2007). La constitución de sistemas de inteligencia donde el segmento militar no se encuentre a la cabeza, y que tenga de por si una naturaleza estratégica, puede ser generación de conflictos tanto en el mismo manejo y obtención de información, como también en la misma figuración que dicho segmento de la inteligencia pueda tener, especialmente a nivel de toma de decisiones en el ámbito político-estratégico. Aquella forma de concebir la inteligencia estratégica, como una forma más amplia que la inteligencia militar, es uno de los tópicos que se han ido modificando de manera adecuada en la región, pero que aún mantienen problemas que van desde la carencia de una actualización doctrinaria en inteligencia, vacíos legales, o un bajo nivel de profesionalización de las estructuras civiles estratégicas.

Pero existe un desafío que enfrenta la región en la temática vista, y es el relativo a que la inteligencia militar, dentro de su propio proceso de anticipación, debe tener la necesidad de tomar en cuenta las nuevas formas de la guerra, partiendo por la eventualidad de conocer y aplicar parámetros que son propios de las guerras de quinta generación. Al respecto, el tomar en cuenta que las “amenazas no convencionales” son una parte subsidiaria de la inteligencia militar, si bien es un reconocimiento al valor de la doctrina clásica del conflicto, también significa no asimilar la evolución de la guerra, tanto como fenómeno político como también por los medios y objetivos que se visualizan en dicho proceso. Siendo así, la doctrina vinculada a la inteligencia militar, debe ser capaz de ponderar elementos y procesos que no sean necesariamente de guerra, como parte de un proceso de guerra. La comprensión de dichos fenómenos, no solamente decantaría una visión mucho más amplia y compleja de la guerra, sino que también derivaría en ponderar a los nuevos factores conflictivos no convencionales, como una parte más de sus procesos de análisis, y no como mero aspectos subsidiarios.

Conclusiones

La inteligencia militar es uno de los componentes clave dentro de cualquier concepción estratégica de inteligencia, debido tanto a los elementos que maneja como también a las conclusiones a las que puede llegar. Pero como todo proceso que involucra manejo, recolección y análisis de información, queda supeditado tanto a los diferentes contextos que se evidencien, como también a los cambios que se generen. Y pese a que la inteligencia militar posee un sustento doctrinario que posee una fuerte resistencia al cambio, el cambio es algo que se ha venido manifestando, incluso antes del fin de la Guerra Fría. Pero aquello, pese a que genere resistencias de varios sectores, y que basan dicha resistencia en aspectos fundamentalmente doctrinarios, las nuevas representaciones del conflicto no deben ser parte de un proceso de amenaza para la doctrina clásica de la inteligencia militar, sino que deben interpretarse como elementos complementarios. Los mismos teóricos contemporáneos de la guerra han planteado que si bien los enemigos de la actualidad son difusos, aquellos poseen dicha cualidad hasta el momento en que son visibles. Y si no son visibles, es por la carencia de elementos que posee el actual pensamiento estratégico en observarlos con la magnitud e importancia que requieren. Siendo así, la inteligencia militar no queda relegada a dicha concepción, y su objetivo como proceso es poder visualizar aquellos procesos con la debida anticipación, para tomar los resguardos necesarios.

Pero en este punto, es necesario dejar en claro un punto en particular. Las visiones señaladas, es decir, la concepción clásica del conflicto con actores convencionales, así como también aquello fenómenos “no convencionales”, no deben dejar de modificar el sustento básico en lo relativo al uso de la inteligencia militar, sino que deben ampliarlo. La perspectiva de que uno debe primar por sobre lo otro, es una perspectiva errada. Pero lo anterior tampoco significa que se tenga en cuenta que los fenómenos “no convencionales” modifiquen la base del pensamiento militar, específicamente, en temáticas relativas al análisis de inteligencia, ya que con ello, se daría paso a una directa “desnaturalización” de las funciones militares tradicionales y, por ende, del proceso de inteligencia militar. El elemento clave en este punto seria, en primer lugar, la identificación de aquellos aspectos en los que la inteligencia militar puede brindar un aporte sustantivo, porque son fenómenos que guardan relación a la afectación de la seguridad y Defensa de un país. Pero dicha sistematización debe realizarse sobre la base de las propias realidades de cada país, tomando en cuenta al mismo tiempo la magnitud y el impacto de los fenómenos que puedan afectarle.

Lo que no puede suceder es descartar a las nuevas dimensiones de los conflictos bélicos como escenarios problemas en la región, debido a que aquello si sería un fallo grave en temas de inteligencia, tanto a nivel estratégico como militar. Lo anterior requiere de nuevas dimensiones dentro de los procesos de inteligencia, considerando que la representación clásica del “campo de batalla” no es la única, y que las perspectivas de una visión estratégica clásica, no es lo que más se aplica a nivel mundial. Al respecto, si bien fenómenos como el terrorismo con una base religiosa aún se visualiza en la región, en los niveles que si se observan en Europa, aquello no descarta la posibilidad de que aquel fenómeno se comience a presentar en América del Sur. Lo mismo sucede con delitos que se relacionan con el mal uso de la Internet, que sin perjuicio de que afecte en mayor medida a los países desarrollados, son los países con menores protecciones los que finalmente son más vulnerables a dichos ataques, especialmente si son efectuados de forma masiva. Y al estar la región cada vez más interconectada con otras latitudes del mundo, las posibilidades de que fenómenos conflictivos como los señalados se presenten, no es descartable. Pero para visualizarlos y combatirlos, desde la perspectiva de la inteligencia militar, se requiere una ampliación del “campo de batalla”, tanto en sus dimensiones como en sus medios.

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Recibido: 10 de Septiembre de 2017; Aprobado: 22 de Noviembre de 2017

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