1. Introducción
Los mercados constituyen equipamientos de impacto en la ciudad pues son espacios diseñados para el acopio, el intercambio y el abastecimiento de alimentos; además, albergan diversas dinámicas culturales que reflejan el entorno social en el que se encuentran. En Ecuador se consideran escenarios básicos para la comercialización y son los responsables de abastecer a la mayoría de la población y a canales de redistribución como tiendas y supermercados donde los productos adquieren nuevos precios (Cazamajor D’Artois y Moya 1984; Minten y Reardon 2008).
En el año 1951 se creó en el barrio San Roque, en Quito, uno de los mercados más importantes de la ciudad en respuesta a la confluencia de diferentes clases sociales y al importante comercio que generaba el intercambio rural-urbano. “Hacia la década del cincuenta y sesenta del siglo pasado, el espacio comprendido entre Santo Domingo, la Avenida 24 de Mayo, la Ronda, el Cumandá, la calle Rocafuerte y San Francisco constituía un área fronteriza bastante grande entre el mundo campesino e indígena y la dinámica urbana” (Kingman 2012, 179). En 1981 el mercado San Roque fue reubicado en el centrooccidente de Quito; su ubicación destaca por ser un punto de unión entre las parroquias Centro Histórico, La Libertad y San Juan.
Su emplazamiento lo convierte en un punto de interés que es considerado, según el Instituto de la Ciudad (2015), en una centralidad económica en la que su área de influencia ha sido dejada a su propia inercia sin una clara intervención de política institucional. Además, el comercio informal y ambulante suelen concentrarse en los centros históricos debido a la tendencia que tienen estos a tener alto tráfico de personas por la presencia de productos y servicios, públicos y privados, que no existen en otras partes de la ciudad (Bromley 1998; Tokman 2001). En San Roque muchas de las obras que se han realizado y se realizan parten de la autogestión de las organizaciones que allí conviven (Instituto de la Ciudad 2015).
En un inicio el mercado San Roque fue concebido como un mercado mayorista que distribuía alimentos de primera necesidad a los minoristas, a supermercados y a micromercados. Con el paso del tiempo el mercado ha cambiado su enfoque de venta y actualmente es considerado un “mercado mixto” en el que se venden alimentos y otros productos en grandes y pequeñas cantidades (M’Barek et al. 2019).
En la actualidad el barrio donde se ubica este icónico mercado, San Roque, lucha contra algunos problemas, especialmente el estigma de la inseguridad, la informalidad y el abandono. Este sector de la ciudad requiere urgentemente políticas de regeneración e intervención urbana, como ha sucedido en muchos espacios históricos de América Latina (Crossa 2009). La percepción del barrio, “contaminado y contaminante”, se deriva entre otros motivos de albergar sitios considerados peligrosos, entre ellos el antiguo penal García Moreno y el propio mercado (Mosquera 1998), sitios “oscuros” que además concentran población que se considera marginal (Kingman 2012).
La inseguridad y el miedo son percibidos por lugareños y visitantes, la comunidad se siente amenazada y ha expresado sus quejas en diversos medios de radio y televisión. Esta percepción ha presentado una tendencia a intensificarse durante los últimos años, al igual que en otros sectores, debido a la inseguridad que azota a algunas zonas de Quito y ante las olas de inmigración (Díaz et al. 2022). Si bien los motivos de la inseguridad en el barrio, de manera objetiva, tienen muchos más detonantes, las percepciones presentes entre la comunidad conducen hacia una ruptura de los lazos sociales comunitarios que afectan la solidaridad interna y que se sustituyen por características de “despacificación, desdiferenciación e informalización” (Pegoraro 2003, 3). En la actualidad, de manera intensiva en los alrededores del mercado, estos problemas que aquejan al barrio San Roque pueden ser identificados claramente por los transeúntes y visitantes que acuden a este sitio para aprovecharse de su enorme capacidad de abastecimiento a la ciudad. Se puede palpar claramente cómo la falta de condiciones laborales adecuadas y la ausencia de políticas públicas integrales de varias administraciones municipales han generado un debilitamiento sistémico de este tipo de espacios (Hollenstein 2019).
La covid-19, entre otras cuestiones, evidenció la vulnerabilidad de las áreas urbanas ante la provisión de servicios y productos de todo tipo para sus habitantes. Las restricciones de movilidad implementadas cambiaron el panorama de la competencia y fueron los comercios minoristas los que pudieron haber aprovechado su poder de mercado para aumentar márgenes de precios mayoristas y minoristas (Ihle et al. 2020). La oferta y la demanda a partir de la covid-19 cambió dinámicas alimentarias: los consumidores reemplazaron alimentos nutritivos y caros por baratos, cambiaron los productos frescos por no perecederos y se apoyaron en el comercio electrónico (CEPAL 2020). El impacto de la pandemia se reflejará en el realineamiento de las cadenas de suministro de productos frescos por el cierre de mercados y por la venta casi exclusivamente a través de minoristas. A largo plazo el impacto incidirá en la mano de obra y en la estructura de la industria alimentaria por la consolidación de las compras en línea (Richards y Rickard 2020).
En marzo de 2020 el Gobierno de Ecuador declaró el estado de emergencia debido a la pandemia y en abril de ese mismo año, debido al incremento de los contagios, los mercados a nivel nacional cerraron sus operaciones con el objetivo de evitar aglomeraciones y la propagación de la enfermedad. Aunque todas las medidas adoptadas durante la etapa pandémica surgieron con una intención de control sanitario, la enorme necesidad de abastecimiento de alimentos motivó la creación de mecanismos para favorecer el intercambio de alimentos que pudieron ser constatados en todo tipo de equipamiento: supermercados, tiendas y, por supuesto, mercados como el que se encuentra en San Roque.
En esta dinámica semáforos, esquinas, calles, aceras y sobre todo aquellos espacios próximos al mercado se convirtieron en puntos de distribución de alimentos, de productos de limpieza e higiene, entre otros. En un mercado con una escala similar a la que presenta el de San Roque el impacto de la pandemia pudo palparse fuertemente en su interior y exterior ser un punto de distribución y consumo expuesto a perturbaciones por su ubicación en una zona urbana histórica, con densidad poblacional y exposición a contagios y restricciones (Mogues 2020). Desde la declaración de estado de excepción en la ciudad, aglomeraciones e informalidad rodearon de manera intensiva este y otros equipamientos (Miranda et al. 2021) y aunque se implementaron medidas, entre las que destacaban los protocolos de bioseguridad, la desinfección de consumidores, el distanciamiento y operativos de control que permitieran la apertura y el funcionamiento, el mercado San Roque no volvió ni a sus horarios y tampoco a su funcionamiento habitual (Herrera Cervantes 2020).
Durante el periodo de cierre del mercado se crearon nuevas dinámicas comerciales y formas de intercambio que se mantienen hasta la actualidad y que conllevaron necesariamente un proceso de gentrificación y transformación en su fisonomía o imagen urbana. Según Peter Marcuse, el abandono o la degradación que existe en ciertos inmuebles o sectores son factores importantes para que este fenómeno se desarrolle (Marcuse 1985, 196). Esta transformación se puede apreciar en un ámbito comercial.
Por ejemplo, cuando ciertos establecimientos o locales comerciales ofrecen nuevos productos o servicios que responden a las necesidades del sector o barrio. El cambio de locales comerciales tradicionales a establecimientos con nuevos tipos de productos y servicios sirven de poderoso discurso en lo que se refiere a la transformación de las lógicas sociales, económicas y de consumo de un vecindario (Zukin 2009, 47).
Joanne Massey (2005) asegura que estas prácticas de consumo se manifiestan mediante la rehabilitación de locales comerciales y establecimientos que ofrecen nuevos productos y que sus valores, en ciertos casos, están fuera del alcance de los consumidores originarios, en otras palabras, una “boutiquización” (Lees, Slater y Wyly 2008). Para Adrián Hernández (2014), estos procesos demuestran que los mercados comienzan a generar una nueva apropiación del espacio, estableciendo una nueva frontera en lo que a gentrificación comercial se refiere.
Esta realidad no solamente se visualiza mediante el consumo de nuevos productos dentro de un sector, sino también a través de una imagen urbana y publicitaria. Uta Papen (2012) y Spehen Wang (2011) aseveran que los nuevos locales comerciales están dirigidos netamente a ciertos grupos de consumo o a personas que residen o fluctúan en un vecindario (Papen 2012, 57; Wang 2011, 364). Eva García y Jorge Sequera, en su estudio comparativo entre Madrid y Buenos Aires, identificaron además que la gentrificación conlleva una transformación del comercio de proximidad (García y Sequera 2013, 3).
Todas estas dinámicas de gentrificación, en mayor o menor medida, han podido desatarse a partir de la pandemia en sectores estructurales de la ciudad, como San Roque, que generan una intensa dinámica comercial. Al igual que sucede en otros contextos, dichas dinámicas ameritan estudiarse en profundidad para motivar la creación de políticas y prácticas de seguridad alimentaria que incluyan marcos regulatorios para los mercados formales e informales (Lazaro, Kapute y Holm 2019).
2. Metodología
En el presente artículo nos enfocamos en la reconfiguración de la dinámicas, prácticas y preferencias alimentarias en los mercados a raíz de la pandemia por la covid-19 con el objetivo de aportar a la identificación y caracterización de estas dinámicas dentro de los mercados de alimentos. Para alcanzar el objetivo se utilizó el método de caso de estudio, tomando como muestra el mercado San Roque por su importancia para analizar la problemática al considerarlo un caso extremo debido a su gran escala y a su capacidad de abastecimiento de alimentos dentro del Distrito Metropolitano de Quito. El marco temporal de la investigación se establece entre el inicio de la pandemia, en marzo de 2020, hasta el año 2023.
El método de caso de estudio tiene entre sus bondades la capacidad de integrar a la investigación técnicas mixtas para la recolección y análisis de datos. Es así que para el estudio del mercado San Roque se implementaron dos técnicas. La primera, de carácter cuantitativo, a través de una encuesta que se aplicó en los locales comerciales y de venta de alimentos que se encuentran en el mercado, lo que permitió obtener una visión descriptiva funcional del lugar y de los productos que se comercializan. Esta verificación se hizo en dos ramas: el comercio formal y el informal. La segunda, técnica de tipo cualitativa, consistió en un grupo focal con comerciantes y dirigentes de San Roque a fin de indagar en profundidad los cambios en las dinámicas sociales y comerciales que han tenido lugar en el mercado,1 a partir de las nuevas condiciones de seguridad y demográficas de sus cercanías.
La organización del grupo focal se dio gracias a la colaboración de los dirigentes del mercado, quienes fueron contactados por las investigadoras y el investigador para solicitar su cooperación. Ellos invitaron a mercaderes a participar en el grupo focal que tuvo lugar dentro de las instalaciones del mercado. Antes de la sesión todos los participantes fueron informados sobre los objetivos y el alcance del estudio y firmaron un consentimiento informado. Además, se estableció un protocolo y una guía de temas de discusión que fueron abordadas durante la conversación grupal. Los investigadores que guiaron el ejercicio siguieron un protocolo que permitió tratar todas las temáticas de interés y que favoreció la participación de los presentes sin que se monopolizara la conversación (Wilkinson 1998).
Durante el grupo focal los datos fueron recolectados por dos vías: una grabación para la cual se pidió permiso a los asistentes, y a través de notas de las investigadoras y el investigador que fueron asentadas en unas fichas previamente diseñadas con este objetivo. La duración de la sesión fue de dos horas y se terminó cuando se obtuvo una saturación de datos (Fusch y Ness 2015). En la tabla 1 se detalla la composición demográfica de los participantes y el pseudónimo utilizado para compartir sus comentarios.
El análisis de los datos cualitativos se realizó a través de una codificación deductiva, es decir, mediante nueve códigos predefinidos desde la base teórica por el grupo de investigación. Las grabaciones del grupo focal fueron transcritas y codificadas junto con las fichas de notas, con lo que se obtuvo un total de 90 citas codificadas. Tras codificar la totalidad de datos se procedió a reagrupar los códigos en función de un análisis de su coocurrencia, lo que condujo a la construcción de cuatro temáticas relacionadas con la reconfiguración de las prácticas alimentarias y de intercambio en el mercado San Roque. Todo este proceso se realizó utilizando el software de análisis cualitativo Atlas.ti.
Las limitaciones metodológicas tienen que ver con la imposibilidad de contrastar los datos con publicaciones previas, pues no existen datos históricos que permitan cuantificar los cambios en las prácticas alimentarias y cómo estas se reflejan en la compra y venta de alimentos o productos en el mercado. Sin embargo, el enfoque cualitativo con el grupo focal ayudó a mitigar esta limitante. Para la selección de los participantes que provean información valedera para el estudio se estableció como requisito pertenecer al colectivo del mercado al menos desde tres años antes de la pandemia. Finalmente, al solo abordar un caso de estudio se entiende que existe un conflicto para la generalización de datos. Sin embargo, se debe considerar que al ser San Roque un caso tan icónico dentro de la ciudad de Quito, este puede aportar un gran volumen de información para indagar acerca del problema. Además, a partir de este aprendizaje se puede replicar la metodología en nuevas investigaciones y contrastar las temáticas obtenidas.
3. Análisis y resultados
A continuación, se presentan los resultados obtenidos con base en el levantamiento de información del caso de estudio. Para una mejor organización del trabajo realizado, se determinaron temáticas que aporten al objetivo de la investigación que sustenta este artículo, el cual se enfoca en identificar dinámicas alimentarias en el mercado San Roque.
Una relación simbiótica o depredadora: lo formal, lo informal y las grandes cadenas comerciales
Para comprender el contexto comercial inmediato del mercado San Roque se realizó un levantamiento de datos en el que se observó una aglomeración marcada de personas y ventas en sus alrededores. En la figura 1 se observan los espacios que destacan con mayor aglomeración debido a la cantidad de ventas en la calle: el ingreso principal al mercado San Roque (puerta sur), la cercanía a la Plataforma Central Primero de Mayo (avenida Antonio José de Sucre), la circulación peatonal de la avenida Loja (este-oeste) y las calles transversales posteriores al mercado San Roque (Ambato, Abdón Calderón, Cumandá, Túpac Yupanqui y Cantuña). Se observa además que el comercio de ventas ambulantes tiene mayor presencia que el de locales formales, pues se registra un 60 % de vendedores en las calles frente a un 40 % de vendedores en locales.
En las figuras 2 y 3 se aprecia la distribución del giro de negocio de los diferentes locales. Se evidencia que la venta de alimentos es preponderante con un 60 % de presencia, existen también otros espacios donde se comercializa tecnología, servicios de salud, restaurantes, plásticos, internet, ferretería, entretenimiento y artesanías. En la venta específica de alimentos se destaca la de frutas, abarrotes, verduras y pescadería, dato importante si se considera que estos productos se venden también en los interiores del mercado.
La venta que se produce en el exterior del mercado, denominada informal por los comerciantes, hace referencia a locales ubicados en las plantas bajas de viviendas y a vendedores ambulantes que utilizan las aceras como su espacio de comercio. Estos comercios abastecen una diversa gama de productos a gran cantidad de personas, generando muchas problemáticas desde la perspectiva de los comerciantes que se encuentran en el interior del mercado. Este tipo de comercio en los exteriores de San Roque se ha intensificado a partir de la pandemia de la covid-19, los comerciantes formalizados relatan que deben enfrentar una falta de control y orden en el sector y una oferta de diversidad de productos con precios más bajos, elementos que consideran una competencia desleal y que supone grandes desafíos para su legalización. Según los mercaderes estos son los factores fundamentales para que las ventas en el interior del mercado hayan disminuido desde la pandemia y que consumidoras y consumidores eviten ingresar al establecimiento, aunque, por otro lado, puedan aumentar el flujo de potenciales compradores en toda la zona.
Ahora mire, sí ha pasado eso, por ejemplo, traen el producto y se ponen afuera, es una desventaja para nosotros, no solo para mí, sino para todos. Es que mire yo no estoy en contra de nadie, todos tenemos derecho al trabajo, pero siempre organizados, mire a nosotros: RUC. Nosotros pagamos RUC, patente, certificado médico, uniforme; si se pasa está suspendido cinco días, ocho días. Afuera no (entrevista a Santiago, Quito, junio de 2023).
Muchas de estas ventas informales, enfocadas en lógicas ambulantes donde los vendedores transitan en el contexto inmediato del establecimiento, generan un conflicto de movilidad peatonal y vehicular, que se intensificó claramente desde la pandemia. Según los comerciantes, estas prácticas se han visto desarrolladas o tomadas últimamente por ciudadanos provenientes de otros países o de provincias en busca de oportunidades de trabajo para así conseguir ingresos económicos, no solo personales, sino para sus familias. Por otro lado, la informalidad ha dado paso a una percepción de mayor inseguridad, tanto en el contexto inmediato del mercado San Roque como en su interior.
Por situaciones económicas, falta de empleo, temas sociales o problemas familiares entre otras cuestiones, los comerciantes aseveran que dichos temas han sido los detonantes es para que la delincuencia se propague aún más en el área, y que los consumidores eviten circular en ciertas avenidas o inclusive acudir al sector. La falta de control por parte de las autoridades municipales y gubernamentales ha empeorado la situación de delincuencia, ya que la unidad de policía comunitaria (UPC) se encuentra cerrada y los patrullajes en el sector no son suficientes para resolver dicha problemática. Resulta entonces imperante la necesidad de gestionar esta situación buscando un equilibrio entre apoyar a los vendedores informales y garantizar la seguridad y la calidad de los alimentos.
Nuestra situación es una desesperación. Siendo una situación de mercados en un grande corazón que estamos hablando, Quito. Vivimos aquí un poquito desalentados, alrededor vemos mucha delincuencia, mucho desorden. Mucha gente que viene, que ha venido de otro país, nosotros somos seres humanos, no podemos tampoco mezquinar, pero vienen con otra mentalidad, vean como hay tanto desorden, asaltos, robos, por una pendejada de 50 centavos hay aquí (entrevista a Samuel, Quito, junio de 2023).
En un segundo plano, pero que sigue de cerca a la informalidad, se observa un incipiente proceso gentrificador que preocupa a los mercaderes y es la proliferación de cadenas de venta de alimentos como micros o supermercados en los alrededores del mercado. Estos nuevos locales pertenecen a cadenas poderosas que se instalan en el sector aprovechando las bondades comerciales que genera San Roque y para los mercaderes internos constituyen una seria amenaza. La presencia de estas nuevas tiendas altera de manera acelerada las preferencias de compra de las personas, más aún cuando dentro de estos locales la percepción de menos inseguridad resulta mucho más favorable para los consumidores en contraste con la que se tiene en el interior del mercado. Este modelo puede resultar particularmente depredador para todos los mercados y amerita la atención de las administraciones locales.
Reconfiguraciones debido a la escasez y a la salubridad
Desde 2020 y a medida que la etapa pandémica se propagaba, surgieron preocupaciones sobre la seguridad de los alimentos en relación con la transmisión del virus a través de superficies y envases, generando interrupciones en la cadena de suministro a nivel local o nacional, lo que condujo a que ciertos comerciantes del mercado San Roque tuvieran que enfrentar esta nueva realidad sobre la disponibilidad de ciertos alimentos específicos dentro de la instalación. Adicional a esto, el distanciamiento social y los confinamientos provocaron cambios en los patrones de consumo. Las restricciones de movilidad y el cierre temporal de restaurantes o de ciertos establecimientos llevaron a que estas actividades se generaran en las viviendas. Estos cambios ayudaron a afianzar las comidas caseras y la adquisición de productos en centros de abastecimiento de mediana o gran escala, como es el caso del mercado San Roque.
Con el paso del tiempo las restricciones se fueron eliminando y se establecieron nuevas formas de comercio e interacción con los consumidores. Mediante esta nueva lógica, los comerciantes del mercado San Roque aseguran que la covid-19 dejó nuevas realidades entre las que sobresalen la aparición de nuevos comerciantes dentro del establecimiento, la propagación de la informalidad en los exteriores, una lógica de consumo de proximidad o de paso y el aumento del comercio mayorista. El conjunto de cambios denota una inherente gentrificación por aspectos sociales y culturales reflejadas en las formas de comprar y a las cuales los mercaderes internos no han logrado adaptarse hasta la fecha.
Anteriormente teníamos un gran comercio porque este sitio de trabajo es un comercio mixto, vendíamos bien. Lamentablemente lo que produjo esta pandemia es que hoy bajen las ventas. Además de eso la informalidad nos sigue matando, teníamos un horario hasta las cuatro de la tarde. Hoy tenemos hasta la una apenas (entrevista a Santiago, Quito, junio de 2023).
O sea, los mismos comerciantes optaron por buscar un local por afuera, por otro lado, y hoy tienen sus negocios propios, y eso también nos perjudica mucho, mucho, mucho, ya que se le hace más fácil a la persona, a la ama de casa, salir a comprar cerquita que ir al mercado. Entonces esa también es una de las situaciones que nos ha perjudicado bastante (entrevista a Alberto, Quito, junio de 2023)
Atadas a estos cambios, y a las restricciones propias de la pandemia, se produjeron alteraciones relacionadas con la cadena de suministro y con la composición demográfica de los mercaderes. Las personas entrevistadas comentaron que muchos comerciantes dejaron sus puestos de trabajo y debido a esto la disponibilidad de productos disminuyó, aunque los tipos no variaron de modo considerable. “Entonces nos afectó totalmente a nosotros los tres meses que pasó cerrado este sitio de trabajo. Gente que falleció. A mí me dio estrés por la enseñanza a estar trabajando aquí. Y por todo eso hay gente que ya salió, había gente de la tercera edad que fue dejando los puestos de trabajo” (entrevista a Santiago, Quito, junio de 2023).
San Roque, en su escala mayorista, permite abastecer de productos a otros comercios, se caracteriza por su variedad y es atractivo por sus bajos costos. Aparte de alimentos de primera necesidad, el mercado ofrece un amplio patio de comidas tradicionales y espacios para el comercio de vestimenta y utensilios. Según las personas que participaron en el estudio, a partir de la pandemia no se evidenció un cambio importante en los compradores en cuanto a sus preferencias por algunos productos, pero sí una disminución en el flujo de comerciantes y compradores que se mantiene hasta la fecha (mayo de 2024). Indican además que ha aumentado la demanda en las compras al por mayor y que ha disminuido la venta minorista, situación que demuestra los cambios en las preferencias de compra de productos en el exterior del mercado o en otros locales; y, por lo tanto, una alteración cultural comercial propia de la gentrificación comercial.
La dinámica cultural que se encuentra dentro del mercado básicamente se ha mantenido, sin embargo, la afectación que fue la pandemia sí bajó bastante lo que es el flujo de comerciantes y el flujo de compradores que antes encontrabas en el mercado, antes era mucho más grande. Algunas actividades económicas sí se vieron afectadas principalmente porque los compradores ya no se acercaban como antes (entrevista a Augusto, Quito, junio de 2023).
Desafíos administrativos, espaciales y de planificación
El mercado San Roque, con alrededor de 700 comerciantes, ha sido el centro de disputa de varias organizaciones administrativas con el propósito de establecer, no solamente un diálogo unificado entre comerciantes, sino también de generar nuevos proyectos y planes con fines prósperos para el equipamiento. Sin embargo, estas estructuras administrativas no han dado todos los resultados positivos esperados debido a la desorganización de sus colaboradores y a una desunión entre sus dirigentes principales, problemática que se intensificó desde la pandemia. De acuerdo con las personas entrevistadas, el mercado cuenta con más de 10 organizaciones administrativas creadas con diferentes fines que buscan resolver las falencias que afectan el funcionamiento interno y la relación del mercado con los vendedores externos y con la ciudad.
A partir de la covid-19 nosotros hemos tenido una desorganización por parte de las autoridades que es completamente absurda. No hemos tenido ninguna hoja que seguir, para poder repotenciar cuáles han sido las lógicas que nosotros tenemos como comerciantes acá dentro del mercado. Entonces a función a eso es que ni las autoridades ni nosotros tampoco, es como que hemos tratado de obtener un plan que nos ayude a potencializar todos los productos y todas las capacidades que tenemos como mercado (entrevista a Enrique, Quito, junio de 2023).
Entre los desafíos administrativos se encuentran cuestiones que no tienen que ver con la venta ni con los productos, sino con las diversas poblaciones que de alguna manera habitan esta importante infraestructura urbana. El mercado conglomera una diversidad funcional en sus espacios que llega a desbordar lo que define el concepto tradicional de mercado. En San Roque existe una gran población vulnerable conformada por adultos mayores, inmigrantes rurales, inmigrantes extranjeros, niños y adolescentes, que forman parte de las dinámicas económicas y sociales del mercado. Los más jóvenes son hijos de comerciantes y de poblaciones migrantes indígenas o extranjeras, crecen y se forman en el mercado y en sus alrededores acompañando a sus familiares en las actividades relacionadas con el comercio.
Porque en cambio, la formación de sindicatos que intenta generar una relación entre comunidades y organizaciones de trabajo dentro del mercado con la ciudad como tal va a excluir a lo que son niños y adolescentes porque son menores de 18 años. Sin embargo, la profesión del estibador se da ya alrededor de los 12 años en adelante, por lo cual las personas menores de edad asisten a las reuniones, pero no pueden llegar a formar parte de sus sindicatos por su edad (entrevista a Augusto, Quito, junio de 2023).
Un problema muy grande que tenemos nosotros es para mí, a mi modo de ver, el parqueadero. ¿Por qué no se puede rehabilitar, por qué no se puede ampliar? ¿Cómo puede ser que solo un grupo abarque el parqueadero?, ¿dónde está la plata? (entrevista a Andrés, Quito, junio de 2023).
Aunque la composición demográfica de quienes conforman el mercado San Roque y sus alrededores es muy compleja, la espacialidad que los alberga resulta carente de muchos aspectos para volverse del todo funcional y segura. Ante las latentes necesidades espaciales, diversos agentes han creado nuevos espacios como guarderías, zonas de estacionamiento y lugares sanitarios. El mercado se ha convertido así en un centro generador de complejidades espaciales que ni siquiera están levantadas o mapeadas. Sin embargo, estas respuestas espaciales continúan sin solventar todas las necesidades internas y externas a escala arquitectónica y urbana del mercado y de sus cercanías. Se considera que la complejidad espacial es tal que amerita una nueva categoría conceptual que la describa y que propicie los mecanismos legales y administrativos para gestionarla.
Ruralidad, nuevas generaciones e inmigración
El mercado San Roque, a partir de su inauguración en el año de 1951, no solamente originó cambios en la lógica comercial y de distribución de alimentos dentro de Quito, sino también generó un impacto positivo en la vida de sus comerciantes y en la de sus futuras generaciones. Durante años este emblemático equipamiento ha dado paso a la oferta de un sinnúmero de productos de consumo básico, a lógicas gastronómicas a precios asequibles, a talleres de manufactura y a actividades culturales, las cuales han generado una atracción masiva de ciudadanos nacionales y extranjeros. Hoy en día estas prácticas y actividades pueden verse amenazadas debido a cuestiones como los cambios generacionales o demográficos.
Desde la perspectiva de los mercaderes, las nuevas generaciones ya no encuentran un beneficio u oportunidad en el hecho de permanecer con su puesto de trabajo en el mercado, su objetivo se centra en continuar con otras lógicas laborales o seguir sus estudios académicos en otros sectores. Sin embargo, las generaciones que se han establecido en el mercado buscan mejorar las lógicas comerciales y espaciales del sitio, tanto para establecer una mejor relación con los compradores, sino para garantizar un futuro próspero a los comerciantes. “Estoy acá desde niño, abuela comerciante, padres comerciantes, entonces estamos con estas generaciones tratando de tomar este tema de las dirigencias y tratando de buscar espacios para cambiar el mercado” (entrevista a Enrique, Quito, junio de 2023).
Los cambios demográficos se derivan no solo de cuestiones de edad y de las diferencias entre las generaciones, también tienen que ver con los fenómenos de inmigración rural y extranjera. Las personas que ofrecieron sus vivencias reconocen que en la actualidad en todo el sector del mercado se alquilan dormitorios para albergar familias indígenas provenientes de otras ciudades o familias extranjeras que buscan favorecerse del entorno comercial del barrio. Indican que a raíz de la pandemia muchas familias inmigrantes se quedaron en casa durante un tiempo, esperando el momento para activarse económicamente de cualquier manera, incluso precarizando aún más su trabajo debido a la reducción comercial y de flujos de personas. Quienes participaron en la investigación contaron además que muchos ciudadanos de diferentes nacionalidades y regiones del país se dedican a diferentes actividades: cargadores de productos, guardias de seguridad, personal de limpieza, puestos administrativos y comerciantes. Incluso, se percibe que muchos inmigrantes están realizando trabajos que antes llevaban a cabo personas mayores que no volvieron después de la pandemia.
No ha habido mayor cambio más que todo de la cultura de trabajo que es parte de las comunidades indígenas que han generado su proceso de sincretismo dentro del mercado. Sin embargo, la activación económica les ha perjudicado un montón y se han agravado más las condiciones de trabajo, que, si antes de la pandemia eran precarias, se volvieron mucho más precarias después de la pandemia. El mercado cerró alrededor de dos años en los que solo se pagó a una familia que era de origen indígena para que haga lo que es la limpieza y mantenimiento del mercado (entrevista a Augusto, Quito, junio de 2023).
Antes contábamos con casi 800 comerciantes, a la vuelta de la pandemia mucha gente murió, especialmente las personas mayores de edad, y estas personas ya viendo la pandemia que era algo terrible decidieron dejar los puestos. Hoy el 50 % me parece que es nueva gente aquí en el mercado trabajando (entrevista a Alberto, Quito, junio de 2023).
Si bien estos cambios conllevan necesariamente alteraciones culturales y comerciales, las personas entrevistadas destacaron aspectos positivos desde el comercio informal y la inmigración: la generación de un nuevo tipo de servicio logístico para la estiba de productos diferente al tradicional en el que no se utilizaba maquinaria de apoyo. Este nuevo sistema de coches de carga se considera, por parte de los mercaderes, un cambio positivo derivado de la pandemia, del comercio informal y de los inmigrantes.
Lo que sucedes es que ellos vinieron a tecnificar lo que antes hacían los cargadores, en qué manera: ellos empezaron a implementar el sistema de coches en el que tú compras al por mayor y necesitas alguna forma de transportar tus productos. Entonces, te ayudan encargando todo eso en sus coches y te van y te dejan afuera en tu carro particular o en un carro. Antes lo que hacían eran los estibadores cargarse al hombro y cargar todo ese peso, eso es lo que se hacía antes, ellos no se pusieron a tecnificar esa cuestión (entrevista a Enrique, Quito, junio de 2023).
4. Conclusiones
El mercado San Roque representa un hito para la ciudad de Quito por su tradición, cultura y aporte alimentario. Su lucha por mantenerse activo, dar accesibilidad de productos de calidad a la sociedad y ser una fuente de trabajo para las familias que se dedican a la producción, distribución y venta de alimentos es constante. Este mercado que anteriormente podía entenderse y conceptualizarse como un equipamiento geográficamente definido, en la actualidad se ha convertido en un enorme espacio que aglomera espacios interiores, calles, locales e incluso supermercados. Resulta ambigua la separación entre todos estos espacios y se concluye que las categorías conceptuales sobre los mercados ameritan extenderse desde lo observado en el caso de estudio, ya que su escala y su influencia urbana es de una magnitud de compleja comprensión y gestión.
La pandemia cambió la configuración espacial, la escala, las dinámicas comerciales e incluso la composición demográfica de mercaderes y consumidores. De manera particular, intensificó el fenómeno de gentrificación comercial impulsando, a su vez, la transformación comercial, los cambios sociales y atrayendo nuevos residentes a las cercanías del mercado. Además, al modificar las preferencias comerciales necesariamente se identifican cambios en la cultura local y un posible desplazamiento de las poblaciones originalmente asentadas en el mercado. Este cambio puede generar tensiones y conflictos entre residentes antiguos y nuevos y afectar la cohesión social y la diversidad cultural.
No se puede dar un tinte positivo ni negativo a todos los cambios que se evidencian dentro del equipamiento. Diversos comerciantes entienden que el mercado San Roque es un espacio de relación multicultural resultado de las migraciones del campo a la ciudad y de extranjeros que ven en este sector una oportunidad económica. Simplemente se hace un gran llamado para que los hacedores de políticas y las administraciones entiendan las nuevas dinámicas y generen mecanismos que permitan llevar las relaciones de una manera armoniosa y que conduzca a la mitigación de la inseguridad y de las rivalidades que existen en el mercado.
Resulta innegable que la dinámica de comercialización de alimentos dentro del mercado San Roque cambió durante la pandemia y continúa generando inseguridad alimentaria, sobre todo desde una perspectiva de salubridad. La lucha económica por el acceso a los alimentos se incrementó y las consecuencias siguen afectando a los usuarios y comerciantes. Salta la duda sobre si esta dinámica se repite en los distintos equipamientos que el Distrito Metropolitano de Quito dispone y que requieren de la atención de varios actores de la sociedad.
La cantidad de ventas en las calles aledañas al mercado se han intensificado y nuevos micromercados y comercios en los primeros pisos de viviendas se han multiplicado, generando más tensiones comerciales en el sector y denotando una extendida gentrificación comercial en toda la zona. Pese a la latente competencia que se aprecia entre el exterior e interior del mercado, existen asociaciones que representan a los vendedores con el objetivo de protegerse entre ellos y establecer políticas administrativas internas. Tal vez se debe pensar en nuevos tipos de cooperación y de generación de beneficios que no amenacen la sostenibilidad social y económica de estos equipamientos alimentarios.
Las dinámicas culturales y sociales en San Roque se han mantenido, destacan los patrones establecidos desde hace varias décadas, sin embargo, las condiciones de trabajo se han vuelto más precarias después de la covid-19. El mercado ha experimentado una disminución en el flujo de comerciantes y compradores, afectando negativamente su activación económica, y ha resaltado su vulnerabilidad a nivel administrativo ya que las organizaciones de trabajo no tienen una estructura interna sólida. La pandemia también ha reforzado preferencias comerciales con un enfoque mayorista y ha incidido en la disminución de la cantidad de comerciantes y compradores al interior del mercado.
Los cambios demográficos resultan trascendentales y deben analizarse en relación con el funcionamiento de los equipamientos alimentarios. Vendedores de mayor edad abandonaron sus puestos de trabajo, ya sea por enfermedad o por miedo a contagiarse, produciendo cambios generacionales que afectaron la oferta alimentaria y dejando vacíos puestos de venta tradicionales. De la misma manera, debido a la disminución de la venta de productos en el mercado, familias de vendedores han migrado o incluso se han dedicado a trabajar en locales de las afueras para evitar aglomeraciones y restricciones que pudieran encontrar en el interior de esta instalación municipal.
Los conflictos que tiene San Roque en cuanto a su compleja accesibilidad y a la inseguridad que azota al sector requieren respuestas que aborden la problemática desde todas sus aristas: la social, la cultural, la económica y la espacial. En la actualidad los usuarios del mercado se limitan a comprar productos en locales externos o a comerciantes informales, dejando el interior del mercado como una segunda opción de compra. Esta nueva dinámica comercial ofrece indicios de la intensa gentrificación que se está dando en el sector y que amenaza con una transformación para que los mercaderes, e incluso los compradores, no se encuentran preparados y que puede desencadenar un mayor descuido o en el abandono de este equipamiento histórico e icónico del Distrito Metropolitano de Quito.