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Íconos. Revista de Ciencias Sociales

On-line version ISSN 1390-8065Print version ISSN 1390-1249

Íconos  n.66 Quito Jan./Apr. 2020

https://doi.org/10.17141/iconos.66.2020.4016 

dossier de investigación

Desde la amenaza natural al desastre: una construcción histórica del terremoto y tsunami de 1960 en Saavedra

From natural threat to disaster: A historical construction of the earthquake and tsunami of 1960 in Saavedra

Cristián Inostroza-Matus* 
http://orcid.org/0000-0001-6903-5082

Francisco Molina-Camacho** 
http://orcid.org/0000-0003-0299-5761

Hugo Romero-Toledo*** 
http://orcid.org/0000-0002-9479-2066

* Asistente de investigación, Facultad de Recursos Naturales, Universidad Católica de Temuco (Chile). (ccinostroza@gmail.com) (https://orcid.org/0000-0001-6903-5082)

** Investigador posdoctoral, Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales y Centro de Estudios Interculturales e Indígenas, CONICYT FONDAP (Chile). (francisco.molina@uc.cl.) (https://orcid.org/0000-0003-0299-5761)

*** Académico, Instituto de Estudios Antropológicos, Universidad Austral de Chile y Centro de Estudio del Conflicto y Cohesión Social, CONICYT FONDAP (Chile). (hugo.romero@uach.cl.) (https://orcid.org/0000-0002-9479-2066)


Resumen

Los desastres constituyen fenómenos complejos, se trata del resultado de procesos socioambientales y territoriales donde se entrelaza y reconfigura la naturaleza y la sociedad. Pese al innegable rol de la naturaleza en la construcción y generación de desastres, estos son fuertemente condicionados por procesos históricos de acumulación de vulnerabilidad sobre ciertas poblaciones, donde el componente étnico y racial ha tenido un carácter central a la hora de determinar quiénes son más afectados. El desastre de 1960 en la comuna de Saavedra (Chile) es ejemplo empírico de esto, aquí los impactos y destrucción causada por el terremoto más grande registrado en la historia y su tsunami no solo responden a la extraordinaria magnitud del fenómeno, sino que son resultado de un proceso de construcción histórica del territorio. El artículo analiza este desastre desde una geografía histórica y crítica, buscando exponer cómo se transforma el territorio y su población, generando las condiciones necesarias para que se produzca el desastre. Así, por medio de la revisión de textos de exploradores, informes militares, mapas, autobiografías, investigaciones científicas, visitas al terreno y la ayuda de sistemas de información geográfica, se busca reconstruir el proceso de conformación del territorio de Saavedra, revelando la relación directa que existe entre la invasión del territorio mapuche lafkenche por parte del Estado de Chile y el mayor desastre de su historia más de un siglo después.

Descriptores: amenaza; construcción histórica; desastre; ocupación Araucanía; lafkenche; Saavedra

Abstract

Disasters constitute complex phenomena that are the result of socioenvironmental and territorial processes that reconfigure nature and society. Despite the undeniable role of nature in the construction and production of disasters, these disasters are conditioned by historical processes of accumulation that make certain populations vulnerable. The ethnic and racial component of this vulnerability plays a central role in determining who will be more affected. The disaster of 1960 in the commune of Saavedra (Chile) is an empirical example of this. Here the impacts and destruction caused by the strongest earthquake registered in history and subsequent tsunami are not only marked by the magnitude of this phenomenon but are the result of a process of historical construction of the territory. This article analyzes this disaster from a historical and critical geography perspective that seeks to expose how the territory and its population are transformed, generating the necessary conditions for a disaster to take place. Through the revision of texts of explorers, military reports, maps, autobiographies, scientific research projects, site visits, and the support of system of geographic information, this article seeks to reconstruct the process of the conformation of territory in Saavedra, highlighting the direct relationship that exists between the invasion of the Mapuche territory Lafkenche by the Chilean State and the worst disaster in its history more than a decade later.

Keywords: threat; historical construction; disaster; Araucania occupation; Lafkenche; Saavedra

1. Introducción

En este artículo, se plantea la necesidad de analizar cómo los desastres están íntimamente vinculados con procesos históricos, político-económicos y culturales, fuertemente relaciones con las formas en las cuales el capitalismo y el colonialismo han producido los territorios en diferentes escalas (Wisner et al. 2005; Pelling y Dill 2010; Romero-Toledo y Romero 2015). Para ello, se estudia el mayor desastre en la historia moderna de Chile: el terremoto del 22 de mayo de 1960. Este evento sísmico afectó a todo el centro-sur del país, alcanzando una magnitud de 9,5 en la escala Richter y generando un tsunami que arrasó todos los poblados costeros desde los 36 hasta los 44 grados de latitud Sur (Veyl 1961). En este contexto, la comuna de Saavedra (mapa 1), ubicada en la costa de la región de la actual de La Araucanía en el sur de Chile, constituye un caso paradigmático para las ciencias naturales y ciencias sociales dados los efectos del terremoto y el tsunami sobre su geografía física, y los efectos sobre su geografía humana, caracterizada por población mayoritariamente indígena perteneciente al pueblo mapuche (mapu: tierra; che: gente).

Tempranamente, los estudios del Servicio Hidrográfico de la Armada (SHOA 2000) y Weischet (1960) dan cuenta de los aspectos físicos del desastre, mostrando su magnitud extrema. La localidad de Puerto Saavedra fue destruida por olas de entre 7 a 8 metros, mientras que el terreno descendió entre 1,2 a 2 metros. Otros estudios, como el de Lindberg et al. 1961), se centraron en entender la dimensión social del desastre, dando a conocer el sacrificio ritual de un niño, realizado por miembros de una comunidad mapuche, en el sector de Collileufu. En la actualidad, los estudios han estado orientados a la evaluación, zonificación y gestión del riesgo a nivel urbano, así como la generación de cartografías de zonas seguras (Montenegro-Romero y Peña-Cortes 2010). Otros han estado enfocados en las etapas de respuesta a la catástrofe (Solís y Díaz 2019) y en el significado del desastre desde la cultura lafkenche (lafken: mar; che: gente) (Kronmüller et al. 2017). Se intenta contribuir a este debate abordando la relación que existe entre este evento y la territorialidad lafkenche (Molina et al. 2018a), al igual que el rol y potencial del conocimiento local y ancestral lafkenche frente al riesgo de inundación por tsunami a nivel rural (Molina et al. 2018b). Sin embargo, estos estudios no han abordado los procesos históricos y su relación con el territorio, lo cual se considera central para poder entender de mejor manera cómo se configura un desastre. Para ello, se realizará una reconstrucción geográfico-histórica prestando especial atención al proceso de ocupación de La Araucanía y el despojo del territorio mapuche. De este modo, se expondrá el proceso de producción de este territorio y la forma en la cual los procesos del capitalismo y el colonialismo se articulan para agudizar la vulnerabilidad de las poblaciones.

Elaboración propia con base en al trabajo de Veyl (1961)

Mapa 1 Poblados arrasados por el tsunami de 1960 y localización de Saavedra 

2. Construcción geográfico-histórica del territorio

Desde la geografía crítica, se define al territorio como el espacio donde desemboca toda acción desarrollada por la sociedad (Santos 1999). El territorio, más que solo un espacio físico, es el resultado de procesos históricos, económicos, políticos, epistemológicos y discursivos, que se entrelazan y reconfiguran, generando una relación dialéctica en constante reconstitución (Braun 2000). En esta relación, el juego de poder entre actores es fundamental, dado que definen el control y el contenido del territorio (Raffestin 1986 y 1993; Foucault 1978; 1988 y 2009; Weber 1978). En la acepción clásica de territorio, actores dominantes como el Estado buscan controlar personas, fenómenos y relaciones, siendo capaces de organizar, delimitar y reprimir a otros por medio del establecimiento de límites y fronteras (Raffestin 1993; Sack 1991). Sin embargo, existen construcciones alternativas -desarrolladas por movimientos sociales, ambientales e indígenas- que han basado sus luchas en cosmovisiones que dotan al territorio de memoria, sentido y diferentes relaciones entre lo humano y lo no-humano (Escobar 2016).

Para el caso de Chile -y siguiendo un proceso similar al de muchos países poscoloniales-, el Estado comenzó desde mediados del siglo XIX la anexión de tierras indígenas localizadas al sur del país, corriendo los límites establecidos durante la Colonia y desarrollando una estrategia de “territorialización” consistente en el despojo y privatización de tierras, la instalación de agencias de colonización y el establecimiento de reservas indígenas llamadas Títulos de Merced (Romero-Toledo y Martínez 2019). La geografía histórica ha mostrado cómo los estados han anexado y despojado territorios indígenas utilizando representaciones coloniales como civilización/barbarie, suposiciones y prejuicios con respecto a las razas, concepciones respecto de la tierra de los indígenas como espacios vacíos, y la legitimación de los conocimientos dominantes de cada época en desmedro de conocimientos locales y ancestrales (Neumann 1998; Davis 2009; Harris 2004).

Como han mostrado para Chile estudios sobre La Araucanía (Romero-Toledo y Martínez 2019) y la Patagonia (Romero-Toledo 2014), estos procesos de territorialización conllevan una construcción geopolítica, el establecimiento de instituciones y tecnologías de gobernanza, la creación de recursos naturales y el mapeo de zonas de control estatal, entre otros (Li 2007). Esto estabiliza y delimita espacios, identidades y sujetos por medio de la violencia, la privatización y el desarrollo de instituciones que constituyen elementos centrales para la construcción histórica del territorio (Vandergeest y Peluso 1995; Peluso 1995; Vandergeest 1996; Isager e Ivarsson 2010; Neumann 1998; Agrawal 2005). Nuevas instituciones, actores, sujetos y redes reproducen la acumulación y desposesión de la tierra, lo que conlleva injusticias territoriales, raciales, étnicas y de género (Peluso y Lund 2011), que se repiten constantemente en diversos pasajes de la historia reciente de países como Chile. Esto lleva a plantear que el territorio no es una entidad natural, neutral y apolítica, sino un proceso de construcción histórica, de apropiación simbólica y material del espacio y sus recursos, que implica una serie de factores y relaciones de conflicto y cooperación entre actores que estabilizan y desestabilizan límites y fronteras (Romero-Toledo y Sambolín 2019). Por lo mismo, se analizarán las configuraciones territoriales, ya que son el resultado de relaciones históricas de poder que definen quiénes tienen acceso a los recursos y beneficios del territorio (Ribot y Peluso 2003).

3. Geografía histórica de los desastres

Al igual que con el territorio, los desastres considerados naturales deben incorporar relaciones sociales y construcciones histórico-culturales, además de las dinámicas propias de la naturaleza (Romero-Toledo y Romero 2015). Esto permite cuestionar el carácter natural de elementos o fenómenos, y considerar a la naturaleza como un elemento mediado por conceptos y discursos, e incluso comprender los fenómenos naturales como construidos concretamente por las personas (Demeritt 2002). Esto quiere decir que se puede cuestionar la naturalidad del desastre, ya que el riesgo de desastre depende de una superposición de población vulnerable sobre un espacio amenazado, generando una predisposición del sujeto o la comunidad a sufrir daños y tener dificultades para recuperarse (Cardona 1993; García 2005; Oliver-Smith 2002; Romero y Marskrey 1993; Wilches-Chaux 1993). El desastre se produce cuando la amenaza impacta el territorio, genera crisis o estrés social, al igual que daños, pérdidas físicas y alteraciones en lo cotidiano, que exceden la capacidad de respuesta y autorrecuperación del sistema (Lavell 1993).

Desde una perspectiva distinta, Donovan (2016) considera que los desastres no son ni más ni menos naturales, ya que las relaciones entre sociedad y naturaleza son complejas, sin una separación clara entre componentes. Por ello, se aleja de simplificaciones de causa y efecto, apreciando los desastres como ensamblajes compuestos por redes, grupos, conceptos, relaciones de poder, factores físicos, ambientales, humanos e híbridos, que son una confluencia de fuerzas del sistema terrestre y los factores humanos, donde “las relaciones entre paisajes, gobiernos, instituciones, conocimientos y grupos de población se transforman” (Donovan 2016, 16).

Sin embargo, las prácticas sociales que producen y reproducen desigualdades y vulnerabilidades son centrales para la magnitud del desastre (García 2005). Las vulnerabilidades representan características y situaciones que afectan la capacidad de las personas o grupo social para enfrentar, predecir, resistir y recuperarse de los impactos de la amenaza. También se trata de encadenamiento de factores socioespaciales y bio-ambientales dinámicos que varían temporal y espacialmente, exponiendo a personas y territorios a condiciones de riesgo (Wilches-Chaux 1993; Cutter 1995; Wisner et al. 2005). En muchos territorios, ciertos grupos segregados socioespacialmente se encuentran también en condiciones de pobreza, excluidos de oportunidades laborales y forzados a habitar zonas expuestas a amenazas aumentando la posibilidad de estar expuestos a desastres (Bolin y Kurtz 2018). Una geografía histórica de los desastres contribuye a comprender por qué y cómo estas poblaciones son vulnerables en determinados territorios (Eakin y Luers 2006).

Esta comprensión sobre cómo las poblaciones y los territorios han llegado a ser lo que son hoy (Sauer 1941) es posible por medio de una interpretación, análisis e imaginación del pasado. Para esto, se ocupa la observación en terreno, las cartografías y mapas a diversas escalas, archivos sobre exploraciones, documentos de viajeros, autobiografías, textos institucionales, estadísticas y estudios científicos de diversas épocas que, en su conjunto, ayudan a pensar cómo el territorio tomó forma (Holdsworth 2003; Bresciano 2010). Para el caso de países que han afrontado procesos de territorialización de estados nacionales sobre tierras indígenas, es importante tomar en cuenta cómo el proceso de construcción territorial tienen lógicas coloniales (Zusman 2013; Neumann 2009; Harris 2004) y discursos dominantes sobre los diferentes actores involucrados (Davis 2009). Estos se manifiestan, a su vez, en la construcción de diversas condiciones de vulnerabilidad y de territorios bajo amenaza y desastres. Desde aquí es posible entender mecanismos de acceso al territorio (Ribot y Peluso 2003) y los procesos de marginación racial, étnica, de clase (Bolin y Kurtz 2018) que llevan a ciertas poblaciones a estar más expuestas. Todos estos elementos se entrelazan, reconfiguran y ensamblan, articulando los desastres (Donovan 2016).

4. Territorio lafkenche: ocupación, usurpación y violencia

El territorio lafkenche, al igual que el resto del territorio mapuche al cual pertenece, se encuentra marcado por su integración forzada al territorio nacional chileno, tras la mal llamada “pacificación” de La Araucanía. Este proceso de invasión tuvo como objetivos principales dar solución a los “alzamientos” mapuche ocurridos entre 1851 y 1859, resolver problemas de unidad del territorio, responder a las preocupaciones sobre posibles invasiones a La Araucanía por otras naciones y, sobre todo, incorporar las tierras fértiles mapuche a la producción agrícola del país (González y Bernedo 2013; Molina 2012). Con este fin, se movilizó una serie de estrategias y recursos orientados a apropiarse del territorio mapuche, incluyendo los territorios de la desembocadura de los ríos Imperial y del Budi, que constituyen hoy la zona costera de Saavedra. Los discursos dominantes fueron diferentes durante el siglo XIX: a principios de siglo, se promovía la necesidad de civilizar, incorporar y homogeneizar a la población mapuche (Gallardo 2001), mientras que a mediados de siglo se pasó a un discurso anti-indigenista, evolucionista y racista, que justificaba y legitimaba la usurpación y violencia contra ellos (Boccara y Seguel-Boccara 1999). Este cambio habría sido motivado por los intereses económicos sobre La Araucanía a causa de la demanda agrícola de las regiones mineras y el estado de California, a finales de la década de 1840 y principios de la década de 1850. Al mismo tiempo, se había iniciado la colonización espontánea de la región por parte de chilenos, donde la actual Saavedra poseía un especial interés:

Desde la colina en que está la casa del cacique se abre una maravillosa vista de todo el espacio desde el mar hasta las cordilleras pobladas de bosques. Por la pradera verde serpentea, dando muchos recodos, el río Budi y en sus orillas se ven diseminadas las chozas indias, y junto a cada una hay manzanos, una cerca lituana, plantíos de habas, maíz y papas, y en las colinas, pequeños campos de trigo maduro. En los potreros pacían caballos y entre los arbustos se oía el canto de la tenca (Turdus thenca), una avecilla tan hermosa como nuestros ruiseñores (Domeyko 2010, 203).

Esta descripción del territorio y su población, además de los datos y recomendaciones señaladas por Domeyko en su libro La Araucanía y sus habitantes, ejerce gran influencia durante la invasión (Saavedra 2009). Pinto (2010) señala que la obra alcanza un alto grado de difusión, pues durante 1845 y 1846 se publicaron ediciones y resúmenes especiales en los periódicos El Arauco y El Mercurio de Valparaíso, donde se hablaba del interés que representaba La Araucanía para el Estado y la “civilización”. El conocimiento de la época hablaba de suelos fértiles con aptitudes para el establecimiento de ciudades, ocupados por mapuches libres y reacios a permitir misiones y poblados, pero pacíficos, generosos con los visitantes y trabajadores de su tierra. Todo este discurso estaría por cambiar.

4.1. El naufragio, La Misión y la invasión de la costa

En julio de 1849, en Saavedra (Bajo Imperial de aquel entonces), se produjo el naufragio del Bergantín Joven Daniel en las costas de Puaucho (mapa 2), dando lugar a una serie de versiones y reacciones respecto a lo ocurrido con la tripulación. Autores como Guevara (1898 y 1913), Moesbach (1930) y Reschio (2018) narran cómo las primeras informaciones indican una masacre realizada por la población mapuche contra los sobrevivientes del accidente, generando una situación de temor respecto a un nuevo alzamiento que pusiera en peligro a la ciudad de Valdivia.

Elaboración propia con base en las descripciones de Moesbach (1930), Reschio (2018), Vidal (1867) y visitas a terreno

Mapa 2 Lugar del naufragio del Bergantín Joven Daniel 

Esto fue desmentido por investigaciones que indicaron que no existía evidencia para culpar a los lonkos (caciques de territorios) ni menos, para realizar actos punitivos contra las tribus mapuche del Imperial. Pese a ello, el territorio mapuche fue sitiado por las fuerzas de Chile que se movilizaron por ambas fronteras: desde el norte por Concepción y desde el sur por Valdivia. Los lonkos acusados fueron arrestados (Muñoz 2010), iniciando una serie de negociaciones que cambiarían el panorama territorial completo. Por ejemplo, producto de las negociaciones, La Misión de Bajo Imperial se instaló para civilizar, educar y evangelizar a los “indios salvajes” de este territorio (Caniguan 2007 y 2012) y lo hizo en común acuerdo entre el Gobierno y los lonkos, que reconocieron al padre Ángel Vigilio de Lonigo, misionero capuchino, como la persona que intercedió tanto para retirar las tropas chilenas de la frontera, como para la liberar a los lonkos apresados. Dicha mediación permitió la instalación de la misión en noviembre de 1850 en las proximidades de la vega en la desembocadura del Imperial. Además, se acordó reparar y mantener el Camino Real de la costa, lo que fue tremendamente productivo para el Estado (Moesbach 1930; Reschio 2018; Guevara 1898 y 1913; De Pamplona 1911; Flores y Azocar 2017). Este hecho también tuvo resistencia dentro del mundo mapuche. Se sospechaba que los misioneros actuarían como agentes de gobierno, algo no estaba del todo errado. Por lo mismo, esta Misión se volvió un foco constante de amenazas por parte de lonkos enemigos del Estado, próximos y lejanos al territorio, lo que provocó que hubiese lonkos amenazados y misioneros que tuvieron que recurrir al Estado para su protección (Saavedra 2009). A partir de la llegada de La Misión y durante toda la década de 1860, el territorio fue foco constante de tensiones.

El accionar misional fue clave dado que dio lugar a procesos de producción de conocimiento que consolidaron rutas de penetración; permitieron obtener información sobre asentamientos, cantidad de habitantes y pasos entre valles; se facilitó el establecimiento de población, poblados, la agricultura y el comercio; y se permitió justificar el accionar de los militares, quienes construyeron caminos, establecieron fuertes y aldeas en torno a las misiones (Serrano 1995; González y Llancavil 2017). Esto puede apreciarse en la acción conjunta durante algunas exploraciones a la costa, territorio y sus ríos tal como se aprecia en Julieth (1870) o en Vidal (1867).

El Estado justificó el establecimiento de fuertes en la costa basado en la “protección” de los mapuches amigos como los de Bajo Imperial, contra las fuerzas de los lonkos enemigos del gobierno, evitar invasiones extranjeras en este espacio libre; y, finalmente, para protegerlos de los abusos que cometen los chilenos que llegan al territorio (Saavedra 2009; Guevara 1989 y 1903; Cayuqueo 2017). Fue así como Cornelio Saavedra, en menos de una década, estableció los fuertes Lebu (1863), Quidico (1865), Cañete (1868) y Toltén (1867), adquiriendo un control completo de la costa de La Araucanía, mientras Bajo Imperial seguía supuestamente independiente (mapa 3).

Elaboración propia con base en Antivil (2018), Guevara (1898 y 1903) y Reschio (2018)

Mapa 3 Avance del Estado por la costa, 1862-1868 

4.2. Puerto Saavedra y el fin de la ocupación

Durante la década de 1870, el Estado aprovechó para consolidar los territorios conquistados con la llegada del ferrocarril hasta Angol y el establecimiento de las líneas de telégrafo entre fuertes. Además, comenzó con los remates de tierras en el centro de la región (Antivil 2018; Saavedra 2009; Cayuqueo 2017). La invasión de La Araucanía se tornó mucho más violenta entre 1881, año del levantamiento general, y en 1883, cuando culminó este proceso con la derrota militar de los mapuche (Molina 2012). Con la victoria de los chilenos, las comunidades mapuche de la zona costera vieron cómo su economía se transformó radicalmente debido al rápido ingreso de población chilena.

El avance del Estado en el hasta hace poco territorio independiente mapuche, se tornó imparable tras la Guerra del Pacífico, adquiriendo el poder para finalizar de una vez por todas la ocupación de La Araucanía. Como lo muestra la mapa 4, en un período inferior a cinco años, se establecieron los fuertes de Lautaro (1881), Victoria (1881), Cholchol (1881), Curacautín (1882), Temuco (1881), Galvarino (1882), Imperial (1882), Carahue (1882) y Bajo Imperial (1881), entre otros (Antivil 2018; Guevara 1898 y 1903). Este último se localizó en nuestra área de estudio, y en 1906 cambió su nombre a Saavedra, en honor al militar que condujo la “pacificación” de La Araucanía.

Elaboración propia con base en Antivil (2018), Guevara (1898 y 1903) y Reschio (2018)

Mapa 4 Fuertes establecidos entre 1881-1885 

Durante la década de 1880, se efectuaron nuevos remates de tierras ocupadas por el Gobierno (Antivil 2018), y para 1888 se encontraban medidas para su remate, al menos 27 297 hectáreas entre Carahue, Imperial y Cholchol, todas zonas próximas a Saavedra (mapa 5). La transformación de este territorio continuó de forma drástica, como señala Caniguan (2012), al igual que en otras partes de La Araucanía, por medio de la entrega de tierra a colonos, el surgimiento de un asentamiento urbano y el aumento de la conectividad. Además, adquirió mayor fuerza la radicación de las comunidades en espacios reducidos y delimitados donde los mapuches fueron forzados a establecerse, llamados Títulos de Merced.

Elaboración propia con base en Antivil (2018)

Mapa 5 Tierras rematadas entre 1873-1889 

Entre 1894 y 1921, se llevó a cabo la radicación de las comunidades mapuche, adquiriendo mayor fuerza entre 1894 y 1900 en la desembocadura del Imperial y entre 1905 y 1910 en los territorios del Budi. Asimismo, ya para 1902 los terrenos que bordeaban por el sureste con el lago Budi fueron entregados para ser colonizados, primero a nombre de la Comisión Sanchez Ruiz (Antivil 2018) y posteriormente a nombre de la Empresa Colonizadora del Budi (Caniguan 2012; Lacave 2006; Le Bonniec 2006). De esta forma, se configuró un patrón de ocupación y distribución de la población evidentemente marcado por el componente étnico. Por ejemplo, la “Carta general de colonización de la provincia del Cautín” de 1916 (mapa 6), permite observar claramente cómo ciertos suelos son determinados para los lafkenche y otros para los nuevos ocupantes.

Fuente: Archivo Regional de La Araucanía

Mapa 6 “Carta general de colonización de la provincia del Cautín”, 1916 

5. Despojo y apropiación de los mejores suelos

Uno de los principales resultados del proceso descrito fue la construcción de la propiedad de la tierra en Saavedra, lo que implicó el despojo del territorio de los habitantes originales. Los lafkenche pasaron de ser dueños absolutos de este territorio, a ser despojados de espacios que siempre representaron importancia estratégica. Este es el caso de la vega al sur de la desembocadura del río Imperial, señalado como clave para la ocupación:

Se puede, pues, concluir que el río Imperial es accesible i navegable al menos en el espacio de 40 quilómetros. Con respecto a posiciones para el caso de ocupación de esta parte del territorio, hai infinitas que llenarían todas las condiciones deseables, cuidando sí de situar un punto que serviria de puerto cerca de la desembocadura en esta estensa vega que hai a la entrada, i otro en la antigua ciudad de Imperial (Julieth 1870, 16).

En ese lugar se instaló el pueblo de Saavedra y la población mapuche fue despojada, mientras los nuevos ocupantes comenzaron a acumular tierras y capital por todo el sector. Por ejemplo, es posible mencionar como entre 1903 y 1905 la Empresa Colonizadora del Budi recibió sobre 60 mil hectáreas que debían ser entregadas a colonos. De estas, tan solo 8000 tuvieron ese fin, mientras que las 52 mil hectáreas restantes quedaron en manos de Eleuterio Domínguez (Lacave 2006). Entre 1900 y 1915, el territorio fue escenario de intensas luchas entre hacendados, colonos nacionales y extranjeros y comerciantes, quienes buscaron obtener los mejores suelos (Mallon 2004). El mapa 7 expone las pendientes que presenta el territorio, lo que, al cruzarse con los Títulos de Merced, permite ver cómo los territorios planos de la vega al sur del Imperial son prácticamente en su totalidad suelo no indígena, mientras que los Títulos de Merced se establecieron en zonas con mayores pendientes y, por lo tanto, con menores superficies aptas para el cultivo.

Elaboración propia con base en modelo de elevación digital

Mapa 7 Pendientes que presenta el territorio 

Así, los mapuche debieron comenzar a enfrentar las dificultades de la agricultura en las escasas tierras asignada para ellos por el Estado chileno, principalmente en las últimas estribaciones de la cordillera de la costa (Lindberg et al. 1961). Si bien los territorios del interior del Budi siempre fueron señalados como fértiles (Domeyko 2010; Vidal 1867; Julieth 1870), el cambio en los patrones de uso del suelo, las relaciones interétnicas entre mapuche, chilenos y colonos marcadamente capitalistas, la transformación de su cultura y liderazgos políticos, entre otros factores, generaron progresivamente condiciones de pobreza para la población mapuche.

5.1. Acceso y pobreza

Las implicancias reales que tiene la invasión del Estado en el empobrecimiento de los mapuche de Saavedra van más allá de los efectos que trajo la pérdida de suelos y la conformación de la propiedad, llegando a aspectos relacionados con el acceso y control de los recursos más preciados del territorio. Asimismo, tiene implicancias en la generación de cambios en los patrones de asentamiento y ocupación. A partir de La Misión, los chilenos comenzaron a tener mayor acceso a los recursos que presenta el territorio, dando cuenta de cómo el aumento del contacto -ya sea por La Misión, por el avance del Estado por la costa o por la colonización espontánea- dio paso a aprovechar los recursos que existían en Bajo Imperial, pese a las escasas propiedades no mapuches (Lacave 2006; Lindberg et al. 1961; Mallon 2004).

Los mapuche debieron hacer frente a las nuevas condiciones de desposesión de los suelos más productivos. Esto los llevo a extremar recursos para generar ingresos, accediendo al arriendo y venta de tierras, animales y siembras a precios muchas veces abusivos, generando más empobrecimiento debido a las estafas en que derivan estas relaciones. Ejemplos de esto pueden encontrarse desde comienzos de la colonización espontánea hasta antes del tsunami de 1960, pero más ejemplificador parece la carta del gobernador de Imperial Ignacio Anguita en 1902, dando cuenta de la envergadura del problema:

La extrema pobreza a que están reducidos, proveniente de la inconsiderada e inicua explotación de que han estado i están siendo víctimas desde tiempo inmemoriales por parte de algunos comerciantes inescrupulosos con quienes aquellos se ven compelidos a tener relaciones comerciales debido a su estremada pobreza […], contraen compromisos los indígenas con esos comerciantes i generalmente al vencimiento de la obligación no tienen como satisfacerla. A esta falta de cumplimiento sigue inmediatamente la ejecución i se embarga a los deudores, por la más insignificante suma todos sus animales vacunos, caballos i lanares, dejándolos condenados a la más espantosa miseria… Pero no es esto solo, muchas veces ocurre también que los ejecutantes embargan los bienes de los que nunca han contraído contraído una deuda, protestando que esos bienes pertenecen a determinado individuo que le debe [...[ Agreguemos a esto los continuos robos que les hacen a estos indios, ya de animales, ya de sus prendas de plata; las iniquidades que cometen los bandidos azotándolos i los atropellos que tienen que soportar de los que invaden sus pertenencias i les privan de sus goces (Lacave 2006, 117).

El documento citado es de una profunda riqueza para nuestro análisis, pues permite exponer el contexto que existe en el territorio en la mitad del proceso de construcción de la propiedad. El relato grafica los medios utilizados por diversos actores para hacerse con el acceso y control de los recursos aún conservados por los mapuche. Con esto, no solo nos referimos a los robos de terreno y animales a causa de las negociaciones señaladas, sino también a las corridas de cercos, lo que reduce aún más su territorio y los préstamos de semillas que realizan los comerciantes, lo que “ahonda aún más su miseria, ya que cada cien kilos de trigo, deben devolver al prestatario 160 kilos. Si la cosecha del año ha sido mala, ello significa el desastre económico para el mapuche” (Lindberg et al. 1961, 13).

La memoria oral del territorio da cuenta de cómo estas situaciones persisten hasta antes de la ocurrencia del terremoto y tsunami de 1960. Además, la violencia y las armas fueron fundamentales para ejercer poder y generar pobreza y vulnerabilidad en la población indígena local:

Antes del 60 llegó acá a la comuna el abuelo de los gringos […], Don Enrique Lüer Mackay, el abuelo. Él estuvo acá y como no había ninguna prohibición, el simplemente quitó. Dicen que andaba con un revólver, le disparaba a la gente, la gente arrancaba, porque la gente no tenía armas, nunca ha tenido armamento la gente mapuche. Entonces, y por el tema de la Pacificación, de lo que había pasado anteriormente con el mismo Estado, entonces la gente estaba tímida. Así que ellos se fueron de este lugar, se fueron al interior, estamos hablando de las comunidades de Rolonche, Nilquilco, el interior. Se fueron la gente. Entonces este quedó más despoblado (entrevista a José, dirigente lafkenche, 2017).

6. Construcción histórica del riesgo en Saavedra

Todos los antecedentes históricos señalados dan cuenta del proceso construcción del territorio mediante la ocupación militar, la pobreza mapuche mediante la desposesión promovida desde el Estado y los privados, y con ello, la emergencia de vulnerabilidades. La presencia de amenazas naturales como son los tsunamis no corresponde a hechos aislados en el territorio mapuche ni menos desconocidos para sus ocupantes originales, quienes tienen conocimientos desde tiempos ancestrales. Esto es evidente en la relación que existe entre el mito creacional mapuche, basado en el relato sobre Tren Tren y Kai Kai Vilu, y los terremotos y tsunamis (Lenz 1912; Molina et al. 2018b).

Este conocimiento de los tsunamis puede ser uno de los factores por que los lafkenche no construían viviendas inmediatamente frente al mar ni próximas a los cursos de agua (Mella 2006), escenario registrado por Ignacio Domeyko, quien señala que en la costa entre el río Budi y el Toltén “ni una sola habitación se divisa […], todas las casas de indios se hallan más adentro, al pie y en medio del primer cordón de unas lomas no muy altas” (Domeyko 2010, 25). Asimismo, si bien siempre utilizaron como área de asentamiento la vega del Imperial, no generaron altas concentraciones de población en este espacio, mientras que por todo el valle del Imperial se establecen en las colinas, evitando así la construcción de espacios propicios para los desastres:

A ambos lados del valle, por el norte y por el sur, se ven chozas indias en las colinas, muy distanciadas entre sí, porque tanto aquí como en toda la Araucanía, los indios sienten aversión por formar aldeas o pueblos. Lo consideran como pérdida de libertad (Domeyko 2010, 170).

El asentamiento de la ciudad de Saavedra en tierras bajas respondió claramente a la lógica económica y militar de la ocupación, donde influyeron las características de la desembocadura del Imperial, la navegación fluvial, el establecimiento de un puerto y las características favorables que presenta la vega para el asentamiento humano y el desarrollo de la agricultura (Domeyko 2010; Julieth 1870; Vidal 1867). Esto dio inicio a un proceso de concentración de población en un espacio altamente expuesto ante la acción de los tsunamis. Asimismo, el desplazamiento de parte de la población despojada hacia el interior del Budi y su condición de pobreza conllevó una concentración de vulnerabilidad en este espacio. En específico, el ingreso de nueva población al Budi inmediatamente redujo el territorio. Esto llevó a la población a cambiar sus patrones de asentamiento y uso, comenzando a despejar suelos antes cubiertos por ricos bosques y a utilizar laderas para la agricultura. Lindberg et al. (1961) mencionan la erosión que ya presentan los cerros del Budi desde antes del tsunami, lo que explican por la “explotación irracional” que hacen los lafkenche al cultivar pendientes sobre los 16 grados, lo que aumentó el arrastre de sedimentos y, con ello la erosión, disminuyendo el rendimiento del suelo y aumentando el empobrecimiento. En palabras simples, lo descrito derivó en el asentamiento de población vulnerable en terrenos bajo amenaza, dando origen a una condición de riesgo que se exacerbó con el transcurso de procesos sociales y ambientales históricos del lugar, que generaron el aumento y concentración de factores de riesgo.

6.1. Ensamblando factores, de la amenaza al desastre

Si bien se puede discutir que el territorio del Budi siempre ha estado habitado por población mapuche, el proceso de empobrecimiento descrito da cuenta que las condiciones para enfrentar el terremoto y tsunami de 1960 no eran las mismas que en eventos anteriores. Para 1960, a más de un siglo del comienzo de la invasión chilena, el territorio y los mapuche lafkenche han cambiado radicalmente. Los fértiles suelos son propiedad de los no mapuche, mientras los suelos conservados son el espacio de asentamiento de una población empobrecida. El 22 de mayo de 1960, cuando se produjo el terremoto y el posterior tsunami en Saavedra, el fenómeno encadenó todo el proceso descrito, transformando las diversas formas de vulnerabilidad construidas a lo largo de la historia en causas de un desastre en toda su amplitud.

La ciudad de Saavedra fue completamente arrasada por olas, destruyendo no solo el sector urbano y las promesas de progreso y desarrollo que alguna vez tuvo el puerto (Caniguan 2007 y 2012; SHOA 2000; Weischet 1960), sino también el único medio de subsistencia que conservaban los lafkenche: los suelos del Budi. El tsunami en el sector de la vega en la desembocadura del Imperial destruyó completamente el sector urbano, inundando para siempre territorios, ocasionando pérdidas materiales y humanas. Pero el proceso descrito también había permitido a los grandes propietarios de fundos y establecimientos comerciales acumular el capital para soportar los embates del tsunami. Ante este evento, muchos tuvieron la opción de abandonar el territorio, paralizando y estancando la economía local por décadas. Este no fue el caso lafkenche. Ellos sufrieron la pérdida de cientos de hectáreas por la expansión que sufrió el Budi como consecuencia del terremoto y tsunami (Castaños y Lomnitz 2012; Lindberg et al. 1961). Así, se desencadenó un desastre que se venía acumulando por más de un siglo. La magnitud de la pérdida para los lafkenche fue de proporciones: por ejemplo, en el sector de Conin Budi, de las 323 hectáreas de la reducción del lonko Jose Manuel Tranol, tras el tsunami quedaron solo 230. Es decir, se perdió un 27% del territorio. Alrededor de 90 hectáreas de suelos aptos para la agricultura fueron inundadas de forma permanente, lo que se sumó al descenso del territorio y la generación de nuevas zonas de anegamiento (Hauenstein et al. 2002; Peña-Cortés et al. 2014). Esto provocó que los suelos quedaran inutilizables por amplios períodos del año, trayendo un impacto directo en la economía lafkenche, situación común en los territorios aledaños al lago.

En Saavedra, tras el desastre, la ciudad se reconstruyó en el mismo lugar, las condiciones económicas jamás mejoraron, mientras que la pérdida de suelos fue permanente y determinante para una economía en decrecimiento que hizo aún más vulnerable a esta población. A esto, hay que agregar que el descenso del terreno dejó sobre el 55% de los Títulos de Merced lafkenche en suelos bajo la zona de seguridad (30 metros sobre el nivel del mar) (mapa 8). Frente a la inevitable ocurrencia de tsunamis en las costas de Chile, la distribución de la tierra indígena es central para entender las condiciones de la población más vulnerable.

Elaboración propia con base en modelo de elevación digital

Mapa 8 Títulos de Merced y zonas bajo los 30 metros 

7. Conclusiones

Para el análisis de un desastre, se remontó a la historia del territorio para explicar los largos procesos que producen injusticias socioambientales y vulnerabilidades en poblaciones específicas, en este caso indígena. El proceso de construcción del territorio de Saavedra muestra cómo éste ha sido producido mediante relaciones de poder entre una constelación de actores, principalmente el Estado, la Iglesia, la población mapuche de la costa y grandes y pequeños propietarios no indígenas. En este proceso, las representaciones coloniales sobre la población indígena permitieron y justificaron la apropiación del territorio, al ser presentados como incivilizados, bárbaros, propietarios de suelos sumamente fértiles y productivos, los cuales no habían sido utilizados racionalmente, lo que constituía un desmedro para el futuro de Chile. La producción del territorio se llevó a cabo mediante un proceso de territorialización del Estado que no implicó solo una invasión militar, sino también la instalación de instituciones para disciplinar tanto a la población (Iglesia), como a la tierra (la reconstrucción del Camino Real), el despliegue de diferentes tipos de tecnologías para el control del territorio como la exploración, mapeo, identificación de lugares y liderazgos indígenas. Los suelos con mayores aptitudes para la agricultura, ganadería y relevancia estratégica para la ocupación fueron destinados a población no indígena, generando un proceso de segregación socioespacial y étnica.

Es proceso de construcción del territorio dio origen a una serie de factores que finalmente influyeron para construir el desastre. El cambio en los patrones de ocupación del territorio, el desplazamiento de la población indígena desde sus zonas seguras, según su cosmovisión, hacia los Títulos de Merced entregados por el Estado, el empobrecimiento de la población indígena como consecuencia de la pérdida de suelo fértil, el cambio en las dinámicas productivas, el establecimiento de relaciones sociales marcadamente capitalistas, y la concentración de población vulnerable en zonas de riesgo volvieron más vulnerable a los lafkenche frente a un tsunami. Sin estos procesos de colonización y desposesión, descritos en este trabajo, la población mapuche no se habría asentado en las zonas de riesgo donde estaba en 1960 y donde está ahora. Es decir, en Saavedra, los Títulos de Merced otorgados por el Estado y constituidos como herramienta de reducción cultural, económica, política y medioambiental de los mapuche se emplazaron en tierras que son altamente vulnerables frente a terremotos y tsunamis. En otras palabras, la forma en la cual se construyó el territorio desde la colonización chilena a tierras mapuche aumentó el riesgo de la población lafkenche frente a desastres.

Las consecuencias sociales, económicas y territoriales del terremoto y tsunami de 1960 muestran la importancia de incorporar a la geografía histórica para desnaturalizar los desastres. Acá podemos ver cómo los patrones de asentamientos mapuche previos a la colonización tenían incorporado la reducción del riesgo al instalarse sobre colinas y nunca frente al mar, y cómo la transformación de dichos patrones siguiendo criterios principalmente económicos hizo aumentar la vulnerabilidad de la población indígena. Esta pérdida de soberanía medioambiental histórica de la población indígena debiese comenzar a incorporarse en los estudios sobre riesgos, dado que nuestros datos muestran patrones similares que han aumentado la vulnerabilidad de la población mapuche frente a, por ejemplo, al cambio climático.

Apoyos

Agradecemos al proyecto Geografía Histórica 2017 PRO-HT04 de la Universidad Católica de Temuco, por su apoyo para el desarrollo del trabajo y la elaboración de cartografías.

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Entrevistas

Entrevista a José, dirigente lafkenche de Saavedra, 7 de enero de 2017. [ Links ]

Cómo citar este artículo: Inostroza-Matus, Cristián, Francisco Molina-Camacho y Hugo Romero-Toledo. 2020. “Desde la amenenaza natural al desastre: una construcción histórica del terremoto y tsunami de 1960 en Saavedra”. Íconos. Revista de Ciencias Sociales 66: 31-57. https://doi.org/10.17141/iconos.66.2020.4016

Recibido: 04 de Junio de 2019; Revisado: 13 de Septiembre de 2019; Aprobado: 22 de Octubre de 2019

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