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Íconos. Revista de Ciencias Sociales

versión On-line ISSN 1390-8065versión impresa ISSN 1390-1249

Íconos  no.65 Quito sep./dic. 2019

https://doi.org/10.17141/iconos.65.2019.3417 

Temas

Tejedoras, bordadoras y armadoras en Yucatán: nuevas y antiguas clases trabajo en casa

Weavers, embroiderers, and armadoras in Yucatan: New and old work classes at home

Jimena Méndez-Navarro* 
http://orcid.org/0000-0003-1194-4667

María de Jesús Ávila-Sánchez** 
http://orcid.org/0000-0002-8693-4634

* Colaboradora en Desarrollo y Alimentación Sustentable AC (México). Correo electrónico: jimenamendez@gmail.com (https://orcid.org/0000-0003-1194-4667)

** Dra. María de Jesús Ávila-Sánchez. Profesora-investigadora, Universidad Autónoma de Nuevo León (México). Correo electrónico: marycolef@yahoo.com (https://orcid.org/0000-0002-8693-4634)


Resumen

El trabajo domiciliario es una de las formas tradicionales de producción textil que ha permanecido en diversas regiones del mundo. Las nuevas expresiones locales vinculadas con el turismo han logrado posicionar a escala global algunos de sus productos. Además, en países con diversidad cultural hay mercados regionales en los que la población usa tradicionalmente vestidos típicos de manera cotidiana. Este artículo ofrece un acercamiento conceptual sobre protoindustria novohispana y la actividad laboral de trabajo en casa. Se presenta el caso de un territorio al sur de México, las clases de trabajo que se han gestado en la actividad textil, así como su especialización geográfica. Se examina el punto de vista de bordadoras, tejedoras y armadoras en 13 municipios de Yucatán mediante entrevistas se obtuvo el detalle de la actividad, las conexiones comerciales, los medios y formas en que este trabajo se desarrolla. Se complementa el estudio examinando los datos longitudinales de las encuestas de empleo en su lugar de trabajo, acotadas al sector económico textil. Los resultados del estudio revelan un conjunto de factores vinculados con la teoría de la protoindustria específicamente la relación urbano rural, el mercado extraterritorial que fortalece la relación laboral de las trabajadoras y el capital comercial en la expansión económica del estado de Yucatán, México.

Descriptores: bordadoras; hamacas; localización geográfica; protoindustria; tejedoras; trabajo domiciliario

Abstract

Work from home is one of the traditional forms of textile production that is still present in diverse regions of the world. The new local expressions connected to tourism have been able to position their products at a global scale. Also, in countries with cultural diversity there are regional markets where the population uses traditional clothing in their day-to-day life. This article offers a conceptual understanding of the novohispano proto-industry and the work activities at home. The case of an area of Southern Mexico is presented, the type of work that has been produced through textile activity, as well as its geographical specialization. The point of view of weavers, embroiderers, and armadoras in 13 municipalities of Yucatan is examined. Through interviews it was possible to recompile the details of their activity, the commercial connections, the means and ways in which this work is developed. This research is complemented by analyzing the longitudinal data of surveys about work from home, narrowing down on the textile economic sector. The findings suggest there are a set of factors connected to the proto-industry theory, specifically the relationship between the urban and rural, the extraterritorial market that strengthens the labor relationship between works and the commercial capital in the economic expansion of the state of Yucatan, Mexico.

Keywords: Embroiderers; hammocks; geographic localization; proto-industry; weavers; work from Home

1. Referentes empíricos de trabajo en casa en Yucatán

Durante la década de 1970, se llevó a cabo un censo para artesanos en Yucatán que condujo al hallazgo de una diversidad de formas para producir bordados elaborados por “artesanos obreros a domicilio subsumidos formalmente al capital” (Rodríguez 1981, 8). Dos factores impulsaron este fenómeno: la crisis de empleo en el sector agrícola y el emergente mercado de consumidores de bienes suntuarios (turistas y artesanías). El concepto artesano y las formas de producción masivas son formas de trabajo opuestas por su naturaleza. No obstante, esta clase de relación funcional se sustentó en el vínculo entre agentes privados comerciales y trabajadores textiles en un tiempo y espacio específicos. De manera fortuita, emerge cuando las bordadoras encuentran que sus piezas se venden a turistas en el centro de Mérida. El trato directo permite que la artesana cobre simbólicamente un valor monetario inferior al de su trabajo. Esta práctica no pasó desapercibida por comerciantes y otros agentes, modificando la estructura para controlar la comercialización directa. Un ejemplo de las consecuencias fue que, en la dinámica de intercambio de las piezas artesanales, se limitó la presencia de personas artesanas en las áreas céntricas donde antes los turistas compraban sus productos.

En este sentido, Rodríguez (1981, 1) introduce el término proletarización del trabajo artesanal en alusión a la masificación en la elaboración del producto y a la precarización de la forma de empleo. Con el paso del tiempo, la forma de organización laboral no se extinguió en la entidad, sino que se consolidó durante la década de 1990. Tal como lo advierte Peña en su estudio realizado en la capital del estado, esta consolidación implicó la ampliación del sistema de organización convirtiéndose en “un departamento externo de armado, alforzado, bordado, precostura, deshilado, marcado y planchado de ropa a través de un sistema de organización muy parecido al putting out system1 (Peña 1994, 196).

Durante la década de 2000, la vigencia de este modo de organización laboral sobrevivió a pesar de los esfuerzos por parte del estado de instalar la Industria Maquiladora de Exportación; y coexiste debido al valor agregado que tiene una prenda artesanal junto con la diversificación de productos, mientras que reafirma un mercado que no busca cantidad sino exclusividad.2

Además de la ropa típica bordada, guayaberas3 y hamacas tienen una demanda significativa en el mercado externo. Yucatán es el primer exportador a escala nacional y la ausencia de establecimientos y fábricas detrás de su producción implica que son mujeres y hombres los que las producen en los hogares de las localidades rurales al sur del estado. La relación laboral con capital comercial se sostiene por intermediarios y su comercialización al exterior se realiza mediante programas de apoyo gubernamental.

Yucatán tiene ventajas sobre otras regiones en México respecto a puntos de comercialización; además de las ciudades medias, están los sitios turísticos al interior de la península. La oferta de productos textiles artesanales abarca desde zapatos, trajes de baño y tradicionales, ropa informal y de alta costura, hamacas y accesorios. No es fortuito que las bordadoras yucatecas practiquen 26 de las 36 técnicas que se conocen a nivel nacional, 16 a mano y 10 a máquina, y que además se reconozca a las trabajadoras como expertas matizando los bordados (entrevista a Silvia Terán y a Carlos Worbis 2013).

Finalmente está el binomio de la relación laboral que sostiene esta modalidad. Se dispone de un conjunto de medidas de política pública para organizar y fomentar el bordado y la confección en el estado. Desde alianzas políticas y familiares en el sector textil mediante la licitación a programas gubernamentales y la promoción de apoyos a la exportación. Se crean tiendas especializadas en artesanía y plazas comerciales para venta en la que el productor entrega a un intermediario sus textiles a comisión. También se facilita la constitución de cooperativas para los pueblos tradicionales en textiles en donde el representante no forma parte del conjunto de trabajadores, es un administrador empresario dedicado a poner en circulación suministros y productos a comisión en los locales del centro de Mérida.4

El sistema se mantiene porque articula intereses individuales de dos agentes; por un lado, los trabajadores de casa disponen de un trabajo en localidades con limitadas fuentes de trabajo. Por otro, los intereses privados del capital comercial en el que emigrados han encontrado beneficios extraordinarios invirtiendo exclusivamente en insumos y pago al trabajo, sin gastos derivados de prestaciones sociales. Estos aspectos se aprecian como beneficios en la economía estatal en términos de empleo, ingreso y derrama hacia otros sectores, aunque el beneficio extraordinario se canaliza a un solo agente económico.

2. La protoindustria novohispana

A grandes rasgos, se conoce como protoindustria a un conjunto de características que analizan la industrialización y el papel de la manufactura casera. La orientación teórica tiene un enfoque regional y demográfico porque, entre otros aspectos, discute la relación urbana y rural de complementariedad o de exclusión de las actividades económicas. También evalúa el papel del comercio extrarregional como factor crucial de impulso económico en el que participan familias:

La protoindustria novohispana se refiere a una producción para el mercado que surge durante el sistema económico colonial bajo diversas formas de organización, no obstante, tiene una similitud con el caso europeo y es la base estructural común de trabajo doméstico con la familia como unidad básica de producción que produce para el mercado (Miño 1989, 801).

Durante la Colonia se distinguen dos formas: obraje y tejedoras indígenas. Estas últimas tienen la particularidad de crecer como un colectivo por la expansión de la propiedad privada agraria española, cuyo eje de organización era el tributo. Se trataba de mujeres y de unidades de hogar dispersas geográficamente que aportaban, con su trabajo textil, productos para un mercado extrarregional. El alcalde virreinal e intermediarios participaban en la relación laboral y estos elementos históricos no son ajenos al modelo de trabajo en casa que actualmente subsiste en la entidad. La diferencia estriba en el cambio de agentes económicos, pero la relación en esencia está vigente; mediante medidas de política pública, el gobierno estatal fomenta la actividad y el sector empresarial organiza el trabajo.

La historia es un referente mediante el cual comprendemos cómo los encomenderos y comerciantes españoles limitaron la acumulación de capital local a diferencia del caso europeo. La consecuencia para las regiones conquistadas fue la escasa posibilidad para iniciar una incipiente industrialización durante el proceso colonial. Lo que no impidió la relación de subordinación colonial que permitió a la Corona española tomar tiempo de trabajo en casa para cumplir con el servicio personal y acumular beneficios extraterritoriales.

Es también revelador cómo el sistema colonial aprovechó la infraestructura física que los nativos habían establecido en el mundo mesoamericano. Los mapas y caminos de rutas fueron usados para el comercio, así como las casas de descanso para recibir a los comerciantes. Finalmente el factor demográfico tiene una particularidad en Yucatán y es la relación que guardan los municipios de especialización textil en la actualidad y los de mayor población indígena en el pasado (Tanck 2005, 206). Resulta significativo que en el sur del estado se concentrara la mayor cantidad de mano de obra para tributo y ahora sea la de mayor especialización en bordado y tejido de hamacas.

3. Metodología

Parte de la complejidad metodológica para cuantificar el trabajo de personas dedicadas a maquila a domicilio es la fuente de información; la realidad es que es aproximación e identificación espacial a partir de encuestas nacionales oficiales. “Si bien el origen microsocial del fenómeno muestra limitantes y examinarlo con agregados macro puede subestimarlo” (Alonso 2004, 16). Más allá de los estudios de caso que ahora han sido examinados a escala estatal, la obtención del número de trabajadores a domicilio proporciona información del entorno físico-geográfico de la actividad. Al saber su ubicación, los aspectos articuladores son considerados además de los ya mencionados como crisis económica en un nivel macro y perfil sociodemográfico definido y que se diferencien porque algunas regiones con crisis y perfil demográfico no se dedican a esta actividad. Se puede observar, por ejemplo, regiones dedicadas a esta actividad próspera con respecto a otras regiones del país.5

Como eje de estudio, el lugar de trabajo permite exponer las condiciones tecnológicas, sanitarias, ambientales y legales del trabajo. Al examinar la estructura económica con esta óptica, se confronta el espacio físico donde se generan bienes y servicios. Algunas actividades económicas, por su naturaleza, se realizan fuera de los establecimientos, por citar un caso, la producción de cultivos requiere de parcelas, así que el espacio donde se concretan es fuera de un local. Por su naturaleza, otras como la construcción o el comercio también tienden a realizarse fuera de un local. Están otras que no se realizan en establecimientos, sino en el domicilio de un patrón, como los servicios de limpieza o jardinería. Específicamente la generación de bienes de manufactura comúnmente se lleva a cabo en establecimientos destinados para tal fin.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), en Yucatán hay entre un 50% y 57% de los trabajadores activos que no tuvieron un local para producir durante los años de 1995 a 2004. La actividad manufacturera del Estado, en particular de trabajadores activos laborando fuera de locales, se incrementó durante el período del 13% en 1995, al 43% en 1999. Estos resultados muestran formas de producción en locales y fuera de ellos para dicho sector; en contraste, otros sectores económicos sí mantienen un patrón y participación como la construcción y los servicios domésticos (INEGI-ENE 1995-2004).

La condición de precariedad laboral urbana y rural de trabajadores en casa que fabrican, arman y empaquetan diversos productos en los múltiples sectores está documentada por otros estudios (OIT 1995; Peña 1994; Juárez 2004; Alonso 1988). Así como también el perfil sociodemográfico de las mujeres dedicadas a esta actividad y que se vincula con la competitividad en períodos de crisis (Tomei 1999; Rossignotti 2006; Arias 1998; Barrios y Hernández 2004; Rejón 1998). No obstante, la dirección de este estudio se orienta a las formas en que se expresa el trabajo a domicilio en un sector, el más tradicional y visible por la amplia gama de productos en Yucatán.

Empleando los microdatos de la ENE, se reconstruyó una serie histórica que abarca el período de 1995 a 2004 con el número de trabajadores sin distinción por género de los diversos oficios desempeñados en el sector textil de Yucatán (gráfico 1). Los resultados muestran un crecimiento de personas trabajadoras que se dedican a tejer fibras, del 7,7% en 1995 pasó a 64,2% en 2004. Aunque en menor cuantía, también se aprecia un crecimiento en la proporción de personas trabajadoras dedicadas al bordado y deshilado. Ambos son oficios con habilidades derivadas de aprendizajes formales e informales de las personas tejedoras. Actualmente la promoción para realizar actividades textiles es parte de una política de empleo del estado para las mujeres que viven en localidades rurales.

La proporción de personas trabajadoras que se ocupan como costureras en la confección de prendas de vestir muestra una disminución durante el período examinado del 53,9% en 1995 al 15,4% en 2004. Esta es una singularidad en el contexto yucateco respecto a otros estados de México que se han especializado en la confección de ropa en su fase de armado, como Puebla o Guanajuato. Existen argumentos de peso que explican la situación: uno es la forma deliberada en que el estado de Yucatán, mediante una serie de medidas de política pública, ha fomentado actividades asociadas con otros oficios textiles como el tejido y el bordado; otro es la herencia cultural trasmitida de generación en generación de las mujeres yucatecas.

Fuente: Méndez 2016, 184, con datos de la ENE 1995-2004.

Gráfico 1 Personas trabajadoras domiciliarias según oficios en Yucatán, 1995-2004 

En cuanto a las características sociodemográficas de personas trabajadoras textiles, los datos de la ENE (cuadro 1) destacan un predominio del género femenino y creciente que pasó del 84,6% en 1995 al 93,1% en 2004. Durante el período examinado, el promedio de edad de personas trabajadoras fluctuó entre los 34 y 43 años. Mientras que el número promedio de hijos ha permanecido constante en 3 hijos(as). Es notable la disminución en los años de escolaridad, de 7 años en 1995, a 3 años en 2004.

Cuadro 1 Características sociodemográficas de personas trabajadoras textiles 

Año Años de escolaridad Edad promedio Promedio de hijos % de mujeres laborando
1995 7 43 3 84,6
1996 5 37 3 85,7
1997 4 38 3 77,7
1998 4 37 3 85,7
1999 4 35 2 92,4
2000 4 34 3 91,3
2001 4 36 3 91,3
2002 4 37 3 94,5
2003 4 38 3 91,2
2004 3 40 3 93,1

Fuente: Méndez 2016, 188, con datos de la ENE 1995-2004.

Posterior al trabajo de gabinete, se realizaron visitas a los municipios donde se registró el mayor porcentaje de trabajadores a domicilio en la rama textil de acuerdo con los resultados de los datos de la ENE, además de considerar la opinión de los especialistas entrevistados en Mérida para la selección de municipios. En la muestra obtenida, el 63% de la población de los municipios encuestados son hablantes de maya, contra un 33% a nivel estatal para 2010. Los criterios de selección de los entrevistados fueron que la personas realizaran alguna actividad textil y que vivieran en los municipios seleccionados, no se consideró el género. Se aplicó un muestreo no probabilístico bola de nieve y se alcanzó el nivel de saturación teórica con 16 personas entrevistadas. El trabajo de campo se realizó durante los meses de septiembre y octubre de 2013. Dado que la composición de la muestra es de 15 mujeres y un hombre, el resto del texto se redactará en femenino.

Cuadro 2 Listado de personas entrevistadas según edad, sexo y lugar de origen 

Nombre de pila Edad Sexo Estado civil Número de hijos Municipio / localidad
Lucía 43 Mujer Casada 3 Tekit
Noemí 65 Mujer Casada 4 Chacsikin
Felipe 38 Hombre Casado 2 Chacsikin
Elia Aidee 33 Mujer Casada 1 Izamal / Kimbilá
Empleada de gobierno 39 Mujer Casada 4 Tekit
Maxmiliana 67 Mujer Casada 12 Huhí
Lucely 40 Mujer Casada 3 Chacsikin
Rosa María 26 Mujer Casada 3 Temozon
Leydi Guadalupe 32 Mujer Soltera 0 Espita / SA Xibulu
Encarnación 58 Mujer Casada 6 Espita / Nacuche
Petrona 42 Mujer Casada 6 Tadhziu
Hermina 67 Mujer Casada 7 Halachó / Cepeda
María Ángela 60 Mujer Casada 10 Valladolid / Xochen
Leydi Concepción 54 Mujer Casada 9 Tixkokob / Hubilá
Emima 38 Mujer Casada 3 Dzán
Pilar 74 Mujer Casada 2 Muna

Fuente: Méndez, trabajo de campo, 2013.

El mapa 1 señala los municipios que fueron visitados durante el trabajo de campo, la recolección de información permitió configurar las rutas y clases del trabajo a domicilio en el estado.

Elaboración propia, 2019.

Mapa 1 Municipios visitados en Yucatán, México 

4. Lugar y clases de trabajo: bordadoras, tejedoras y armadoras

Con el análisis de las entrevistas realizadas, se identificaron tres actividades como las más importantes en el trabajo a domicilio en Yucatán: a) el bordado en sus distintas formas; b) el urdido de hamacas; c) el armado de piezas. A continuación, se describe cada una de estas actividades y los municipios con reconocimiento estatal por volumen, calidad y especialización.

4.1. El bordado en sus distintas formas

La primera clase con dos categorías la encontramos en el bordado y la costura desde los tiempos prehispánicos, en la cotidianidad y religiosidad del pueblo maya. La antropóloga Silvia Terán ha profundizado y recolectado una vasta información sobre sus formas de producción y comercialización. Las bordadoras, como comúnmente se las conoce, son mujeres dedicadas a la producción de blusas, hipil y fustán,6 vestidos, manteles y otros artículos en los que se aplican diferentes técnicas de bordado (entrevista a Silvia Terán Contreras, 27 de septiembre de 2013). Encontramos que, bajo esta clase, existe una especialización por técnicas a mano que se describirán más adelante.

El bordado maya ha significado para ellas un medio para acceder a un ingreso monetario complementario; esta habilidad se adquiere predominantemente con el aprendizaje heredado de generaciones y de forma autodidacta. Lo que se destaca es la destreza para combinar armoniosamente los colores y matizados de los bordados que realizan a mano o a máquina. La instrucción se inicia en la niñez con puntadas sencillas, enseñadas por las abuelas y madres, las mujeres se sientan “a descansar” después de las labores domésticas bordando y trasmiten el gusto y habilidad a las niñas.

A diferencia de otras regiones, particularmente en Yucatán la ropa típica es de uso cotidiano con tendencia a realzar los bordados usando telas e hilos de diversa calidad que conducen a la diversificación del producto de la ropa estilizada y un auge de la misma que marca una diferencia con el resto de los estados mexicanos. El uso del bordado a mano está además en una amplia gama de productos: cintos, prendas de alta costura, zapatos bordados, bolsas, y en la cotidianidad tanto en los ámbitos urbanos como rurales. Existe un mercado doméstico regular y estable promovido con las fiestas regionales que fomentan su consumo. Los bordados se realizan en los domicilios a pedido de un cliente y en diversas ocasiones son intermediarios los que también colocan el producto en el mercado.

La forma de producción cumple con los requisitos conceptuales para ser considerada dentro de la modalidad de trabajo a domicilio por ser confeccionada en los hogares, bajo una condición de intermediación y en la que se emplea un medio mecánico. El trabajo en casa textil artesanal se da por la presencia de un intermediario que puede trabajar con la localidad, utilizando la mano de obra hábil para elaborar un producto. En esta situación, el intermediario entrega materia prima, misma que se descuenta en el pago que se realiza por pieza terminada. Por lo que se refiere a la segunda condición, la actividad se realiza al interior de sus viviendas, pudiéndolo hacer en horario continuo o durante las horas en las que no hay trabajo doméstico y/o laboral. Para la producción de hipiles, resulta notoria la ausencia de fábricas o establecimientos; en el caso de las guayaberas, pantalones y blusas, hay tipo talleres que parcialmente generan la producción, complementándose con trabajo en casa.

Los consumidores nacionales y extranjeros compran directamente en Mérida o bien vía internet blusas con bordados de hilo contado (conocido también como punto de cruz) y telas finas. Esta situación es opuesta a la crisis de oferta artesanal referida por Guzmán (2011, 117) en Chiapas, Oaxaca y Guerrero, resultado de la falta de atención por parte de los agentes económicos en asuntos primordiales como son la capacitación y comercialización de los productos artesanales. El estado de Yucatán ha instrumentado varias medidas para la comercialización, apoyándose en organismos creados para este fin: la Casa de las Artesanías en 1978 con cuatro sucursales; el Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya creado en 2000 dispone de un programa de atención a personas y grupos productivos mayas de zonas marginadas, promueve los productos artesanales en ferias a nivel regional y estatal; un Instituto Promotor de Ferias y convenios de colaboración entre la Casa de Artesanías del Gobierno del Estado, la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTM) y el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART).

Otro canal de comercialización es la creación de cooperativas que funcionan más como un tienda comercializadora en el que un patrón facilita el flujo de dinero para instalar una tienda en el centro de la capital y éste recolecta la producción familiar de los hogares en los municipios aledaños con la promesa de pago al momento en que se concrete la venta.

A continuación, se muestra un cuadro resumen en el que se aprecia la especialización por categorías de trabajo en función de la técnica textil empleada, la localización geográfica y los nombres de los municipios yucatecos (cuadro 3).

Cuadro 3 Técnicas de bordado a mano o a máquina en Yucatán y especialización municipal 

Municipios especializados Bordado a mano
Sur: Dzan, Tadhziú, Chacsikín y Oxcuztcab Puntada de cruz española conocida como costura contada o hilo contado Nombre maya: Xok Chuuy y Xoxbil Chuuy
Oriente: Valladolid, Chemax, Tizimín, Espita y Temozón Puntada plana maya Chuuy K’ab, Mul Chuuy, Le e Subin Che u, XkaKaap y Mol Mis
Bordado a máquina pedal y motor
Tahdziú, Izamal Macizos y jaspeados Calados (Xotby Chuuy
Maní Rejillas y renacimientos (Petatilla)
Mérida Richeliu Bordado digital

Elaboración propia, 2016.

El bordado a mano y el costurado se realiza en la mayoría de los municipios yucatecos, aunque Muna, al poniente del estado, es reconocido por su volumen de producción y calidad. Tiene un sistema de maquila artesanal colectivo; de acuerdo con los datos recolectados en campo, en el municipio hay mujeres bordadoras que además tienen contratadas a otras que colaboran para lograr cierto volumen en prendas y variedad de las mismas. Este municipio se ubica a dos horas de la capital y es lugar de paso para llegar a la zona arqueológica de Uxmal. La forma de organización es simple, cada una de ellas se lleva encargos y los trabaja en su domicilio, se les entrega el material, telas e hilos y se les paga por pieza bordada. Las mujeres líderes tienen dos puntos de venta importantes: la plaza de la cabecera municipal y locales en la zona arqueológica, además de que frecuentemente se trasladan a Mérida para colocar sus piezas en otros comercios y para el abastecimiento de materia prima.

Otro municipio especializado en bordado a mano es Tadhziú, a 145 kilómetros de la capital del estado; según entrevista a Silvia Terán (2013), en el poblado hay más de 200 hombres involucrados en la tarea de cubrir la demanda regional del punto de cruz, apoyados por las mujeres en términos de pintar el canevá7 que ellos bordan. Todos trabajan en casa pero, debido a las dinámicas de los hogares cuya responsabilidad recae en la mujer, son los hombres quienes dedican más tiempo a las actividades artesanales” (entrevista a Silvia Terán Contreras, 27 de septiembre de 2013).

Por entrevista directa nos hemos informado que semanalmente llega a Tadhziú una mujer del municipio de Teabo a comprar bordados realizados a mano (entrevista a bordadora 2013). Cabe señalar que, si bien Teabo es reconocido por su especialización a escala estatal, también la Tadhziú complementa su producción y especialización. El mapa 2 muestra los sitios de suministro y comercialización de Muna y Tadhziú como casos ejemplares del bordado a mano con punto de cruz y punto plano.

Fuente: Méndez 2016, 199.

Mapa 2 Ubicación geográfica de trabajadores a domicilio, intermediarios y comercializadores de bordados a mano, Muna y Tadhziú 

Maní es un municipio al sur del estado que se dedica a los bordados a máquina -otra clase de trabajo-, se lo reconoce por la costura a mano con la técnica de punto de cruz o hilo contado. En este lugar las costureras confeccionan ropa típica, vestidos y blusas bordados con máquinas semiautomáticas y adicionando otra técnica: el calado sobre el bordado ya realizado. Encontramos un sistema de producción de familias extensas en donde cada núcleo familiar se responsabiliza de una de las fases del proceso: la compra de suministros, la elaboración de trazado, cortado, alforzado, armado y comercialización del producto.

En un recorrido por la cabecera municipal, se puede observar en el interior de las viviendas una gran cantidad de suministros y avíos para la costura, ropa colgada y empacada. También es común ver en la entrada de las casas a mujeres cosiendo con máquinas y quitando tela para los calados de los bordados. La actividad además se ha extendido a los habitantes de la localidad de Tipkal en el mismo municipio.

Una de las más importantes comerciantes y fabricantes de ropa del municipio es la señora Valle, quien dispone de un local en el que se muestra una amplia variedad de mercancías (imagen 1). Las costureras que trabajan para ella en el local, además de vender, cortan tela de las piezas ya bordadas a máquina exhibiendo así su técnica. La venta directa en el local funciona en paralelo con envíos a clientes de otras regiones de México. En el municipio también existe un número considerable de costureras que maquilan8 blusas, conjuntos e hipiles de hilo contado (entrevista a funcionaria municipal 2013). Entre las prendas con mayor demanda están los hipiles, muy apreciados por la inversión de tiempo que lleva elaborarlos -hasta tres meses-, por lo que su precio alcanza cifras significativas.

Fuente: Méndez, tienda en Maní, 2013

Imagen 1 Accesorios y prendas bordadas en Maní 

En resumen, podemos identificar al menos dos modalidades de trabajo a domicilio en Maní: a) mujeres que contratan a otras para realizar el calado de prendas bordadas y que son pagadas por pieza; b) microempresas donde los integrantes de una familia extensa trabajan por segmentos. Unos miembros del núcleo se dedican a adquirir los suministros, otros el corte, unos más al bordado y otros a la comercialización. Parte de las actividades se realiza en los domicilios, pero este caso se perfila más como una empresa familiar al controlar todas las etapas del proceso.

La ubicación geográfica del municipio es estratégica; permite estar conectado con varias rutas de transporte público que llegan a la capital pasando por varios municipios del sur como Oxcuztcab o Peto. Destaca de Maní la dirección de los flujos de comercialización de textiles y suministros. A pesar de poder vincularse por la cercanía a los municipios urbanos citados, es mayor la dependencia con la capital. La explicación puede ser la variedad requerida en los insumos, el volumen de producción y costo que ofrece Mérida en relación a Peto.

Kimbilá, localidad del municipio de Izamal, logra posicionarse como un importante punto que abastece a los comercios de Mérida. Los inicios de esta tradición se registran en el estudio de Rodríguez (1981) que en 1978 en el que identificó la llegada de máquinas de coser a esta localidad, cuando estas ya existían en Dzan y en las que se mencionaba la importancia que había adquirido Izamal como lugar turístico; Kimbilá se localiza a cinco minutos de Izamal y cuenta con transporte directo a Mérida.

Por entrevista a una mujer productora y comerciante, esposa de un miembro de larga tradición en maquila textil de Kimbilá, se identifica que un canal de comercialización es la plaza central del municipio (imagen 2). Este canal es un privilegio otorgado por el municipio a su suegro, al que se le reconoce por el tiempo que se ha dedicado a la confección (entrevista a bordadora 2013).

El sistema de organización, al igual que Maní, es el negocio familiar cuya producción se ejecuta en el domicilio, no tienen intermediarios, los insumos como telas y avíos son comprados en los almacenes de Mérida. La traza, corte y el bordado a máquina semiautomática en vestidos y blusas se reparten a la familia nuclear y extensa, y finalmente la venta la realizan regionalmente. Los negocios familiares disponen de transporte propio que, junto con el mejoramiento de la infraestructura vial, favorecen los traslados a ferias de otros municipios para incentivar la comercialización. Las familias productoras de la localidad de Kimbilá han manifestado que, desde hace más de una década, las vialidades no eran lo suficientemente buenas y se demoraban en los viajes hacia otros municipios en Cenotillo y Dzitás en fechas especiales de festividades patronales; en la actualidad han mejorado.

Un sistema alternativo al descrito consiste en que negocios familiares dan trabajo de maquila a domicilio a otras familias que no poseen ni las máquinas ni los materiales a la localidad de Citilum en el mismo municipio de Izamal (entrevista a bordadora 2013).

Fuente: Méndez 2016.

Imagen 2 Bordados en Plaza de Izamal y Halachó, Yucatán 

Cepeda, localidad del municipio de Halachó, al poniente del estado, también se caracteriza por los bordados a mano, además de ser el lugar de nacimiento de algunos de los miembros de una familia de empresarios de origen libanés que en la actualidad posee varias maquiladoras de ropa. A diferencia de lo que ocurre con municipios como Muna, no hay lugar turístico importante, por lo que la modalidad subsiste gracias a un consumo local. Este municipio es la puerta a Campeche, a cinco minutos a Maxcanú, un municipio en el que se instaló hace años un gran establecimiento maquilador y que hoy está cerrado.

Los suministros se consiguen en Mérida, las mujeres venden un volumen y variedad de prendas muy pequeño, no contratan a otras mujeres. Las bordadoras viven en localidades aledañas a la cabecera municipal, su mayor punto de venta está en el mercado municipal. Los medios de transporte son motos adaptadas con un costo accesible, este medio motriz impacta positivamente en la comercialización de los productos textiles y en la compra de insumos, conectando a localidades cercanas a las cabeceras municipales.

Los tres municipios (Maní, Izamal y Halachó) que acabamos de describir en la clase bordado a máquina permiten establecer que la cercanía con centros turísticos condiciona la producción para abastecer este mercado. Mérida continua siendo el principal suministrador de materia prima y los trabajadores y su producción local tienen de referencia los puntos de venta de las cabeceras municipales, así que el acceso y circulación de productos se realiza mediante transporte público. Las personas productoras con mayor riqueza logran agilizar su comercialización en ferias gracias al mejoramiento de la infraestructura. Los municipios considerados en la modalidad de bordado a máquina al sur y oriente de la capital son heterogéneos en las formas de canalizar su producción y están en función de la accesibilidad física y recursos con que cuentan. El mapa 3 muestra el circuito de suministro, intermediación y destino de los casos descritos en esta clase.

Fuente: Méndez 2016, 206.

Mapa 3 Ubicación geográfica de personas trabajadoras a domicilio, intermediarios y comercializadores de bordados a máquina, Maní, Halachó e Izamal 

4.2. El urdido de hamacas

Las hamacas al igual que los bordados son productos de uso local que se transformaron en bienes demandados por los turistas; actualmente constituyen una importante fuente de ingresos en muchas localidades de municipios lejanos a la capital. Su elaboración se realiza a mano y no se encontró evidencia de fábricas de hamacas en la entidad. No obstante, el comercio electrónico de hamacas es significativo, al menos dos proveedores del directorio de Pymexporta9 declaran en su página de internet trabajar con 500 familias yucatecas tejedoras de hamacas. Las hamacas son elaboradas en bastidores de madera, con el uso de agujas y una gran habilidad aprendida por familias que residen en las localidades rurales del estado. A diferencia de otros productos artesanales, la materia prima principal, los hilos, se elaboran en el municipio de Tixcocob en una fábrica.

La red de producción llega a un mercado internacional con gran éxito por la calidad y diversidad de puntadas realizadas en cada hamaca que han incrementado su valor agregado al introducir otros materiales. Debido a la ausencia de fábricas de hamacas queda la interrogante de identificar dónde se genera la producción que empresarios locales promueven por medio del comercio electrónico. El circuito productivo se compone de municipios dispersos en el sur y oriente del estado, apoyados por la intermediación, aspecto clave para su mantenimiento. Los municipios intermediarios se localizan en las cercanías a la capital del estado y los municipios productores en la lejanía. El urdido de hamacas tiene un estudio pionero en el que ya se había detectado el gran potencial del producto (Littlefield 1976), por otro lado, las entrevistas realizadas en trabajo de campo confirman que desde hace más de 20 años se realiza dicha actividad. Las encuestas identifican un significativo número de personas tejedoras en Chacsikin, Espita y Temozón. Esto se confirmó al cruzar la información con la ENE que proporciona los perfiles laborales de personas trabajadoras en oficios, posición en el empleo, tipo de empleador (INEGI-ENE 1995-2004).

Por el trabajo de campo se identificó que los municipios con mayor producción de hamacas son Espita, Chacsikin y Temozón. Visitamos Espita y, en la localidad San Antonio Xuilub, el urdido de hamacas con hilo sintético sostiene a muchas familias. La red se inicia con una persona de un municipio de intermediarios que entrega semanalmente insumos a tres personas residentes en San Antonio y ellas los reparten a 45 hogares en la localidad. La confección se realiza en bastidores de madera instalados en los hogares (imagen 3). Transcurrida una semana, la persona intermediaria recoge y les paga por hamaca terminada. Posteriormente las llevan en transporte propio a otro municipio Tixcocob; en este punto, personas tejedoras de San Antonio pierden el rastro de su producción. Lo interesante de este caso es que estatalmente al municipio de Tixcocob se lo reconoce como productor y el hallazgo del trabajo de campo es que parte de la producción proviene de otro municipio, en este caso, una localidad de Espita. Nótese que, en ausencia de intermediarios como estos, simplemente las personas tejedoras-trabajadoras domiciliarias no existirían por los costos de traslado y la compra de material. Por ejemplo, el transporte público recorre una ruta diaria de Espita con destino final a Mérida, pasando por la localidad, cuya duración es de cuatro horas. El costo aproximado de la localidad hasta Mérida es de $ 113 pesos mexicanos. La otra ruta disponible tiene una duración de 2h30 y un costo de $ 130 pesos. Tixcocob no es un municipio cercano a Espita, el primero se localiza al poniente y el segundo está más al oriente, así que el papel de las personas intermediarias se hace inevitablemente valioso para todos los agentes involucrados.

Fotografías: Jimena Méndez-Navarro, octubre de 2013.

Imagen 3 Bastidor en hogar de Espita y hamacas de Tixcocob 

Chacsikin, al sur del estado, es el municipio con mayor porcentaje de personas trabajadoras textiles a domicilio de acuerdo con la ENE. Los fines de la semana llegan dos personas de otro municipio Chumayel, reconocido localmente por su especialización en elaboración de hamacas, a realizar intercambios comerciales. Entregan conos de hilo sintético a por lo menos 40 mujeres; las hamacas elaboradas durante la semana previa son recolectadas y pagadas desde $ 60 pesos hasta $ 90 pesos por pieza. Las personas intermediarias canalizan esta producción a Mérida o a Playa del Carmen, en Quintana Roo. Esta red de producción y comercialización tiene al menos 15 años de estar operando de acuerdo con lugareños entrevistados. Al igual que sucede en el municipio de Espita, la presencia de un intermediario facilita un canal de empleo y perpetúa el trabajo a domicilio como personas tejedoras de hamacas. Se nota en la dinámica de intercambio que este municipio es mucho menor en tamaño y más aislado que la localidad de Espita.

Los habitantes de Chacsikin enfrentan condiciones de accesibilidad adversas en cuanto a conexión con otros municipios y los intermediarios explotan este mercado de mano de obra cautiva para la producción. Por ejemplo, el transporte público recorre diario una ruta desde Mérida hasta Peto con una parada intermedia en Chacsikin. El costo aproximado desde Mérida es de $ 65 pesos con una duración de 3h30. La carretera no está en óptimas condiciones, hay escasas alternativas de empleo, así que el trabajo del urdido resulta pagado a un costo inferior que en Espita. Es decir, las condiciones más limitadas del municipio de Chacsikin se reflejan en un costo por jornal menor por pieza terminada. Aunado al hecho de que alternativas de puntos de venta para sus productos como rutas turísticas son nulos, así que, aún teniendo la iniciativa de conseguir los suministros, sin la ayuda de personas intermediarias tendrían dificultades en la colocación del producto.

Es importante destacar que, en el urdido de la hamaca, las herramientas básicas como el bastidor y las agujas se producen localmente. Las figuras elaboradas en el tejido no son iguales en todos los municipios, depende de la creatividad y habilidad de las mujeres dedicadas a ello y la diversidad de modelos es producto de la creatividad y de los insumos, específicamente los hilos empleados.

Los casos que presentamos no son únicos o exclusivos en el estado respecto a los municipios que participan en la elaboración de hamacas. Son pautas que prueban que se cumplen las condiciones establecidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT 1995) para ser conceptualizados como trabajo a domicilio. Se identifican las conexiones que hay entre el trabajo en casa, los intermediarios y los lugares donde se comercializa. El caso del municipio de Tixcocob, suministrador de materia prima desde hace unos cinco años, es particularmente interesante porque posee la fábrica de materia prima, comercializa a Mérida, es recolector de hamacas de otros municipios y además productor. Los residentes del municipio tejen hamacas que venden directamente en la plaza grande de Mérida los domingos. El mapa 4 muestra el circuito del producto hamaca.

Fuente: Méndez 2016, 212.

Mapa 4 Ubicación geográfica de personas trabajadoras a domicilio, intermediarias y comercializadoras de hamacas: casos de Chacsikin, Espita-San Antonio Xuilub 

4.3 El armado de piezas

La tercera clase es la tradicional modalidad de trabajo en casa que consiste en la confección de guayaberas y filipinas,10 ejemplo típico de una categoría con un proceso muy fragmentado que combina fases de producción en talleres y en hogares. Localmente la existencia de talleres constituyen espacios considerados dentro del hogar en los que se tiene todos los suministros e incluso maquinaria para realizar su trabajo. Esta producción está muy ligada con empresarios de origen libanés asentados en la capital y con talleres de confección en el municipio. Estos talleres-hogar con locales aparte venden directamente al público, o bien en establecimientos registrados en Mérida. De tal forma que, cuando los entrevistados refieren talleres, en realidad son viviendas adaptadas. El gráfico 2 muestra las fases de producción del proceso conocido como cadena para la elaboración de guayaberas.

Fuente: Méndez 2016, 213.

Gráfico 2 Fases del proceso productivo en cadena para la confección de guayaberas, Tekit Yucatán, 2013 

El municipio de Tekit se caracteriza por la elaboración de guayaberas, se trabaja con talleres y a domicilio, además se confecciona uniformes y ropa exterior de caballero. En las viviendas de la cabecera municipal se puede observar a mujeres quitando los residuos de hilos de la precostura; por este trabajo les pagan 50 centavos la pieza. De fácil accesibilidad, cada media hora rutas de transporte van desde y hacia Mérida por un costo de $ 25 pesos. Al grado que, en el transporte público, se puede mirar el traslado de los insumos y rollos de tela provenientes de Mérida.

Tradicionalmente el municipio ha logrado producir una amplia gama de modelos y con distintas calidades de guayabera. Algunas incorporan un bordado rejilla que se paga por pieza y se realiza de forma manual por mujeres. Los talleres ocupan maquinaria que se renta por mes al dueño de las fábricas ubicadas en Mérida en algunos casos. En el municipio, la forma que adquiere el trabajo a domicilio se asemeja a la maquila identificada en diversos estudios realizados en la región occidente y centro de México; la confección de ropa de bebé, caballero y dama la más estudiada, la más fragmentada (Alonso 1988; Arias 1998).

5. Conclusiones

Las relaciones laborales son construidas por los apoyos gubernamentales, el capital comercial y las personas trabajadoras dedicadas a estas actividades. Es una forma de organización laboral desarrollada en el hogar, de tipo artesanal y que se percibe como un trabajo que fomenta la creatividad de las personas tejedoras y bordadoras. Las posibilidades de incrementar los beneficios de la clase empresarial tienen su fortaleza en el capital humano local disponible que ha trasmitido por generaciones esta destreza fomentada desde la época colonial.

Por otro lado, las personas trabajadoras han aceptado que, a falta de fuentes de empleo en sus localidades, los intermediarios ofrecen una práctica y segura fuente de ingresos, considerando que ellos proveen los insumos y pagan por pieza terminada. No obstante, hay una clara ausencia de interés respecto al destino final de su producto, en términos de precio y lugar de comercialización.

La relación rural-urbano se expresa en el momento en que las personas tejedoras y bordadoras transforman los insumos entregados por intermediarios provenientes de núcleos urbanos, en productos artesanales que se colocarán en los mercados. El mercado extraterritorial se mantiene por el consumo masivo de artesanía textil en el cual son especialmente demandadas las hamacas durante los meses de enero y agosto, y durante todo el año por consumidores locales.

Las diversas clases, municipios y bienes confeccionados por las personas trabajadoras domiciliarias invitan a una reflexión más conceptual sobre lo que De la Garza et al. (2010) ha definido como trabajo no clásico del tercer tipo en espacios fijos y cerrados privados de reproducción, con interacciones precisas con patrones, proveedores y clientes, que puede ser retomado en futuros estudios, junto con las regulaciones laborales y las condiciones de precariedad, aspectos señalados por algunas de las personas entrevistadas.

Es una oportunidad de prosperidad social cuando el capital humano logra una especialización tal que la clase empresarial aprovecha, logrando armar un circuito de las personas productoras domiciliarias, intermediarias y consumidoras. Este sistema bien articulado ha sido posible por la intervención del estado y la política pública de fomento, que merecen una reflexión encaminada a diseñar una estrategia más focalizada que transforme el trabajo domiciliario en microempresas a las cuales se las debe dotar de capacitación, créditos y opciones de acceso al mercado externo.

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1Es un método de reclutamiento de la fuerza de trabajo rural (Quintal en Peña 1994).

2Novelo (2004) analiza el proceso de globalización de la producción artesanal en la industria mexicana; señala que la forma de producción para acceder a un mayor nivel de producción y calidad fue favorecida por la capacitación.

3Las guayaberas son prendas de vestir que cubren la parte superior, de manga corta y larga, adornadas con alforzas de origen cubano que se popularizaron en Yucatán.

4Dado el amplio apoyo institucional por parte del estado, su profundización puede ser tema en otro artículo; aquí solo se retoma como una reflexión en la sección final.

5Un caso de estudio es una región en Yucatán cuya actividad principal era la maquila a domicilio y que presenta indicadores a nivel municipal de consumo, desigualdad y pobreza positivos. Ver Yúnez et al. 2011, 18.

6El hipil y el fustán son piezas de la vestimenta tradicional femenina confeccionadas en tela de algodón; la primera es en forma rectangular a la que se hace una abertura cuadrada a manera de cuello, que se adorna alrededor con una tira de bordados, y el segundo es una enagua que sobresale bajo el hipil también bordada (Ruiz 2012, 105).

7La malla de algodón de canevá es una tela cuadriculada blanca en la que se marcan las figuras a realizar, para posteriormente ser bordadas; el tamaño de la cuadrícula varía siendo el numero dos el más usado en el municipio.

8El término maquilar alude a personas que trabajan en sus hogares para una tercera persona generando prendas.

9Los centros Pymexporta son espacios físicos de atención especializados en comercio exterior para apoyar a que las micro, pequeñas y medianas empresas se inicien o se consoliden en el proceso exportador.

10La filipina es una blusa de chef adornada con bordado a máquina o a mano.

11La traza, corte y armado son actividades realizadas mayoritariamente por hombres, mientras las mujeres se ocupan de deshilado y adornos.

Recibido: 14 de Mayo de 2018; Revisado: 15 de Septiembre de 2018; Aprobado: 20 de Marzo de 2019

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