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Íconos. Revista de Ciencias Sociales

versión On-line ISSN 1390-8065versión impresa ISSN 1390-1249

Íconos  no.63 Quito ene./abr. 2019

https://doi.org/10.17141/iconos.63.2019.3490 

Ensayo visual

Lo que queda

What Is Left

O que fica

Cristina Vera-Vega* 

* Magíster en Antropología Visual, FLACSO Ecuador. Doctorante en Antropología en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México. cbveravega@gmail.com


1

Desde cualquier rincón de la casa, lo primero que se escucha es el sonido de la escoba, son las siete de la mañana de un martes de abril de 2016. Juana, una mujer kichwa de 74 años de edad, barre los dos patios centrales abiertos y el gallinero de una casa construida hace más de cien años en Cotacachi, una ciudad al norte del Ecuador.

Parece como si el tiempo se hubiera detenido desde aquella mañana de ju lio de 1953 en la que Juana, con 11 años y sin saber una sola palabra de es pañol, fue puesta a barrer ese mismo patio que pertenece a mi familia hace más de cuatro generaciones. Juana ingresó a la casa de mis abuelos después de la muerte de sus padres, mediante la figura jurídica de colocación familiar.1 Uno de los tíos de la niña, que trabajó con mi abuelo en su consultorio jurídico, en tregó a Juana frente a la imposibilidad de encargarse de su cuidado.

La mañana continúa su curso. En la cocina principal está doña Marina, la mujer que actualmente trabaja en esta casa para cuidar a Juana. El sonido del agua hirvien do, cucharas y platos da cuenta de la preparación de alimentos que estas dos mujeres llevan a cabo. Aunque ahora Juana tiene quien la cuide por su avanzada edad, desde niña trabajó en esa cocina sin ningún tipo de paga.

El almuerzo está listo y Juana se sienta a comer en una vieja cocina, junto a un am plio comedor. A pesar de que existe toda una vajilla de cerámica a su disposición, ella utiliza platos de lata, como aquellos que le fueron asignados a su llegada a este hogar.

Al comenzar la tarde, Juana hace una pausa en su martes para visitar a su herma no Manuel y a su cuñada Angelina, que se dedican a la agricultura. Los hermanos volvieron a reencontrarse hace tres años, cuando ella se enteró de que Manuel estaba vivo y habitaba en una comunidad cercana. Juana debe caminar entre 30 y 40 minu tos para llegar a la casa de su hermano. Siempre lleva consigo alimentos y elementos de higiene para entregar a su familia. Al llegar, ayuda a Angelina a pelar y desgranar algunas verduras que Manuel ha cosechado. Después de compartir unas pocas horas con su familia, regresa a casa para continuar con su trabajo.

Al regresar de su recorrido, Juana se dirige al patio trasero. Ahora que ningún miembro de la familia vive en la casa después de la muerte de mi abuelo en 2013, lava, teje y remienda únicamente su ropa. Al terminar de lavar, se sienta en una de las gradas del patio trasero y confecciona los abrigos y las bufandas que viste. Para elaborar sus prendas utiliza colores muy vivos como el azul o el amarillo. Prefiere tejer con croché o agujetas dependiendo del tamaño de la pieza.

Mientras Juana teje, está pendiente de la posición del sol que le indica la hora para ir a alimentar a sus animales, como lo hizo toda la vida. Sin mirar ningún reloj, deja el tejido y se dirige al gallinero ubicado en la parte de atrás de la casa. Allí alimenta a las gallinas que cría y riega algunas frutas y verduras que siembra a lo largo del año. Juana pone en práctica conocimientos que casi ningún miembro de mi familia posee, vinculados con la tierra y la crianza de animales.

A las seis de la tarde, se prepara una taza de café y mira televisión, hasta que ya cansada, se retira a su habitación. A pesar de que toda la casa está vacía, Juana utiliza la pieza final que se encuentra junto al gallinero.

2

Desde niña tuve una vinculación muy fuerte con Cotacachi. Mi madre y mis abuelos maternos son oriundos de esta ciudad y públicamente eran reconocidos como una familia mestiza de clase media.

La posibilidad de ver a Juana surgió hace aproximadamente tres años,2 cuando co mencé a hacer una serie de fotografías de ella durante las fiestas de Navidad. Mientras Juana miraba la televisión, yo estaba sentada en una habitación cercana y la observaba muy atenta en su tarea, por lo que le pregunté si le podía tomar unas fotografías. Ella accedió, se levantó, se retiró su poncho y miró a la cámara.

Antes de esa fotografía, Juana fue invisible para mí, nunca conversé con ella ni me pregunté por su presencia en la casa de mis abuelos. Esta aparición me permitió develar un doble proceso de reconocimiento.

El primero que tiene que ver con el modo en que diferentes tipos de jerarquías siguen organizando las relaciones sociales, que me sitúan en un sitio de privilegios e inferiorizan a mujeres como Juana, debido a la construcción social racial en la que se cimienta, todavía, la sociedad ecuatoriana. El segundo se relaciona con la construc ción histórica y contemporánea del trabajo del hogar, que se constituye en contextos de opresión y desigualdad, que devalúan este tipo de actividades.

A partir de ese reconocimiento revisé los álbumes de mis abuelos y encontré una sola fotografía de ella en un archivo de más de quinientas imágenes. Posteriormente trabajé, durante dos años, con el mismo soporte que alguna vez impidió representar a Juana, utilizándolo como herramienta para intentar visibilizarla. Ella decidió qué paisajes, espacios, personas, objetos entraron en la fotografía. El texto de acompa ñamiento de las imágenes lo elaboré a partir de las conversaciones mantenidas, para anclar a la fotografía en el contexto de su producción.

3

¿Por qué la presencia de Juana fue naturalizada e invisibilizada ante mis ojos y los de mi familia? Para contestar a esa pregunta es necesario interrogarnos sobre la forma en que el sistema colonial y su actualización capitalista y patriarcal repercute en la construcción del trabajo del hogar en países como Ecuador.

La estructuración colonial se ve reflejada en el modo como se constituyen ciertas relaciones de trabajo asalariadas y no asalariadas en las que prima, con sus respectivas configuraciones, una división racial y sexual del trabajo (Lugones 2008). En el caso del trabajo del hogar, esta configuración es evidente porque se estructura y actualiza mediante una cultura de la servidumbre (Ray y Qayun 2009).

Para Silvia Rivera Cusicanqui (2010) en hogares marcados por una fuerte he rencia colonial, las personas que cumplen con tareas relacionadas con el cuidado y mantenimiento de este espacio no se mencionan, son un tabú. Estas actitudes legi timan la concepción colonial del trabajo del hogar como una actividad invisible e inferiorizante.

Asimismo las actividades desarrolladas por niñas y mujeres en el ámbito domés tico han sido consideradas como no trabajo por no estar situadas directamente en la producción y ubicarse en el terreno invisible de la reproducción (Narotsky 2004; Federici 2016). Juana no solo fue desapercibida por ser una mujer pobre y por poseer características raciales inferiorizantes, sino por realizar actividades relacionadas con el trabajo del hogar.

Bajo esta lógica, este ensayo visual busca preguntarse sobre las transformaciones y continuidades relacionadas con la invisibilidad, naturalización y devaluación del tra bajo doméstico realizado por mujeres de todas las edades, no solo en Ecuador sino a lo largo de América Latina. ¿Se puede considerar la colocación de Juana en el trabajo del hogar como una práctica exclusiva de Ecuador? ¿Existe una nueva configuración que condiciona la colocación infantil en el trabajo doméstico de este país?3

¿Las jerarquías asociadas con la clase, el género, la edad y la procedencia étnico-racial continúan articulando el trabajo del hogar? ¿O existen nuevas configuraciones que han transformado la estructuración de esta labor?

Bibliografía

Federici, Silvia. 2016. Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Quito: Ediciones Abya-Yala. [ Links ]

Lugones, María. 2008. “Colonialidad y género”. Tabula Rasa. Revista de Humanida des 9: 73-101. [ Links ]

Ray, Raka y Seemin Qayun. 2009. Culture of Servitude. Modernity, Domesticity and Class in India. Stanford: Stanford University Press. [ Links ]

Rivera Cusicanqui, Silvia. 2010. “Orgullo de ser mestiza”. Página 12, 30 de julio. Acceso el 7 de abril de 2016. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-5889-2010-07-30.htmlLinks ]

Narotzky, Susana. 2004. Antropología económica: nuevas tendencias. Barcelona: Edi ciones Melusina. [ Links ]

Vera, Cristina. 2017. “Construcción de subjetividades femeninas en entornos do mésticos poscoloniales del cantón Cotacachi: invisibilización, autonomía y traba jo con la imagen”. Tesis para Maestría en Antropología Visual. Quito: FLACSO Ecuador. [ Links ]

1La figura jurídica “colocación familiar” en Ecuador consistió en la colocación de una niña, niño o adolescente en hogares de terceros, bajo la obligación de brindarle educación, vestuario, vivienda y alimentación. A cambio de esto, el niño o niña debía encargarse de las labores domésticas, una figura que fue legal en Ecuador hasta 1969.

2Las reflexiones de este ensayo visual forman parte de la investigación de Maestría en Antropología Visual realizada en FLACSO Ecua dor titulada “Construcción de subjetividades femeninas en entornos domésticos poscoloniales del cantón Cotacachi: invisibilización, autonomía y trabajo con la imagen” (Vera 2017).

3En septiembre de 2000, Ecuador ratificó tanto el Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la “Edad mínima de admisión al empleo” y el Convenio 182 sobre “Las peores formas de trabajo infantil”; y en 2011, el Convenio 189 sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos. En 2012, el Gobierno ecuatoriano realizó la Encuesta Nacional sobre Trabajo Infantil (ENTI) según la cual 5844 niños y niñas seguían realizando tareas domésticas en casas de terceros. El 94% son niñas y afecta, mayo ritariamente, a niñas indígenas y afro.

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