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Íconos. Revista de Ciencias Sociales

versión On-line ISSN 1390-8065versión impresa ISSN 1390-1249

Íconos  no.63 Quito ene./abr. 2019

https://doi.org/10.17141/iconos.63.2019.3426 

Dossier

Cultivos flexibles y juventud rural trabajadora: de la caña de azúcar en Brasil al aceite de palma en Colombia*

Flexible Crops and Rural Working Youth: From Sugar Cane in Brazil to Palm Oil in Colombia

Cultivos flexíveis e juventude rural trabalhadora: da cana de açúcar no Brasil ao óleo de palma na Colômbia

Robinzon Piñeros-Lizarazo** 
http://orcid.org/0000-0003-2001-1420

** Doctor en Geografía por la Universidad Estadual Paulista (UNESP), Brasil. Investigador del Centro de Estudios en Geografía del Trabajo, UNESP, Brasil. robinzonp@gmail.com


Resumen

El objetivo de este artículo es analizar las condiciones de trabajo de jóvenes rurales, quienes se destacan entre los asalariados rurales no solo en términos cuantitativos sino también en lo cualitativo, al cons tituir el foco de atención del capital precisamente por sus condiciones físicas y sociales ideales que se prestan para ser explotados en la fase actual de expansión territorial del agrohidronegocio de cultivos flexibles en América Latina (como la caña de azúcar, palma de aceite y soya); situación que es potencia da por el ciclo de exportación de commodities y la producción de agrocombustibles. Para analizar esta realidad, se presentan datos sobre la composición etaria de los trabajadores rurales jóvenes en la caña de azúcar en el estado de São Paulo (Brasil) y la palma de aceite en los departamentos de Meta y Casanare (Colombia). La metodología utilizada se fundamenta en la revisión de bases de datos y entrevistas con trabajadores y demás funcionarios de las empresas productoras de los mencionados cultivos.

Descriptores: agrohidronegocio; cultivos flexibles; juventud rural; trabajadores rurales; aceite de palma; caña de azúcar

Abstract

The objective of this paper is to analyze the working conditions of rural young people who stand out among rural workers not only in quantitatively terms but in qualitative terms as well. Young people are the focus of capital interests because their physical and social conditions make them prone to be exploited in the current territorial expansion of the agro-hydro-business of flexible crops in Latin America (such as sugar cane, palm oil, and soy). This situation is exacerbated by the commodity ex port cycle and the production of agrofuels. In order to analyze this reality, we present data on the age composition of rural young workers involved in the production of sugarcane in the State of São Paulo (Brazil) and palm oil in the departments of Meta and Casanare (Colombia). The methodology of this project is based on the review of databases and interviews with workers and employees of companies that produce the mentioned products.

Keywords: Agro-hydro-business; Flexible Crops; Rural Youth; Rural Workers; Palm Oil; Sugar Cane

Resumo

O objetivo deste artigo é analisar as condições de trabalho dos jovens rurais, os quais se destacam entre os trabalhadores rurais não apenas quantitativamente mas também qualitativamente constituindo o foco de atenção do capital precisamente por causa das suas condições físicas e sociais ideais que se ade quam a serem exploradas na fase atual de expansão territorial do agrohidronegocio de culturas flexíveis na América Latina (tais como a cana de açúcar, óleo de palma e de soja); situação impulsionada pelo ciclo de exportação de commodities e pela produção de agrocombustíveis. Para analisar esta realidade, são apresentados dados sobre a composição etária dos trabalhadores rurais jovens na cana de açúcar no Estado de São Paulo (Brasil) e do óleo de palma nos departamentos de Meta e Casanare (Colômbia). A metodologia utilizada baseia-se na revisão de bases de dados e entrevistas com trabalhadores e outros funcionários das empresas produtoras dos cultivos mencionados.

Descritores: agrohidronegocio; culturas flexíveis; juventude rural; trabalhadores rurais; óleo de palma; cana de açúcar

Introducción

Desde comienzos del siglo XXI se ha dado un aumento del área sembrada de culti vos para la producción de agrocombustibles en diferentes regiones del mundo; este fenómeno está vinculado con el aumento de los precios de los combustibles fósiles producidos a partir del petróleo. De acuerdo con Rubio (2008), la relación de au mento de los precios internacionales del petróleo y de las commodities agrícolas es indicadora de un nuevo orden agroalimentario marcado por la inversión de grandes fondos de capital financiero en el mercado de futuros de las materias prima agrícolas y la estrategia política de recurrir a la producción y consumo de los agrocombustibles para contrarrestar los altos precios del petróleo.

Esta financiarización fortaleció la dependencia entre los precios internacionales de los alimentos y el petróleo. Al mismo tiempo, los capitales especulativos enmascararon su interés por mayores tasas de ganancias provenientes de la renta de la tierra o del mer cado de futuros por medio de la ideología del desarrollo sustentable, en la cual los agro combustibles son presentados como un aporte a la disminución de emisión de gases de efecto invernadero en manos del ambientalismo empresarial (Porto-Gonçalves 2008).

Esta relación se confirma con dos datos, el primero sobre el crecimiento del área sembrada de cultivos flexibles (flex crops), es decir, cultivos y materias prima agrícolas que tienen numerosos usos y pueden ser intercambiados según las condiciones de mercado (Borras Jr. et al. 2014). Estos cultivos se intercambian entre factores “F” de mercado, lo que significa que se intercambian entre los segmentos de alimentos (food), alimentos para animales (feed), agrocombustibles (fuel), fibras (fibre) y cultivos forestales (forest), entre otros (Alexopoulou 2010). Entre los cultivos que se inter cambian en estos factores están: soya, canola, palma de aceite, maíz, caña de azúcar y remolacha/beterava, de los cuales pueden producirse agroindustrialmente agrodiesel o etanol, según sea el caso.

Al revisar el incremento del área sembrada de cultivos flexibles, se observa que au mentaron exponencialmente durante el período 2000-2014. La soya pasó de 74,37 millones de hectáreas a 117 millones de hectáreas, especialmente concentradas en Ar gentina y Brasil, seguidos por Bolivia, Paraguay y Uruguay. El maíz aumentó de 137 a 184 millones de hectáreas, concentrándose en Estados Unidos, el mayor productor del grano. Otros casos significativos son la palma de aceite con un aumento de 10 a 18,7 millones de hectáreas y la caña de azúcar de 19,2 a 27,12 millones de hectáreas, en este último cultivo se destaca Brasil (FAOSTAT 2017).

En segundo lugar se encuentran los datos sobre el aumento de la producción mundial de agrocombustibles desde 2005 con el protagonismo de América Latina. De acuerdo con los datos de la Energy Information Administration Agency (EIA 2017) de Estados Unidos, en la tabla 1 se destaca el aumento de la producción de etanol a partir de 2005, liderada por América Central y del Sur con 284 mil barriles/día de etanol destilado de la caña de azúcar,1 donde el mayor productor es Brasil, seguido de América del Norte con 259 millones de barriles/día, con Estados Unidos como mayor productor de etanol extraído del maíz. Para 2014, la producción de Estados Unidos catapulta a América del Norte como la región con más producción mundial de etanol, resultado de la expansión del monocultivo de maíz y la infraestructura productiva en Estados Unidos (Rubio 2015).

Tabla 1 Producción y consumo mundial de etanol (1995-2014), miles de barriles/día 

Fuente: EIA 2017.

En la tabla 2 está la producción de agrodiesel en la cual Europa se destaca por su utilización en mezcla con el diésel para autobuses y camiones a partir de 2001, con la política europea de transportes de 2002 y la directiva comunitaria 30 de 2003,2 que articulan el uso de agrocombustibles con los compromisos pactados en el Pro tocolo de Kioto. Sin embargo, la producción de agrodiesel en Europa no tuvo ac ceso a la cantidad de materia prima necesaria y avocó por la importación de aceite de palma del sur de Asia, África y América Latina; en este último, sus principales proveedores son Colombia, Ecuador y Honduras. Según los datos presentados, Europa ha sido la región con más producción y consumo de agrodiesel durante el período 1995-2014, pero a partir de 2005 aparecen Asia y América Latina como productores debido a la promoción de políticas de producción y consumo de agro combustibles, también vinculadas con compromisos nacionales en el marco del Protocolo de Kioto.

Tabla 2 Producción y consumo mundial de agrodiesel (1995-2014), miles de barriles/día 

Fuente: EIA 2017.

Al tomar en cuenta las informaciones para América Latina, es posible identificar los países que más producen etanol y/o agrodiesel. Brasil, Argentina y Colombia son los países que concentran la mayor producción y consumo de agrocombusti bles. En el caso de Brasil, la política de producción de etanol viene de la década de 1970, pero tuvo un salto desde 2003 con el uso de motores flex-fuel y la inversión de capital internacional en la expansión de cultivos de caña de azúcar para la pro ducción de azúcar y etanol (McKay et al. 2016; Thomaz Junior 2009). Asimismo para el caso del agrodiesel, la Política Nacional de Producción y Uso de Biodiesel (PNPB)3 de 2004 se convirtió en un estímulo para la producción y uso interno de este agrocombustible. Argentina es el segundo país de la región en producción de etanol (producido a partir de caña de azúcar y maíz), pero la mayor parte es ex portada a Europa y Estados Unidos; por otro lado, Colombia es el tercer país en la producción de etanol y agrodiesel, destilados de caña de azúcar y palma de aceite, respectivamente (EIA 2017).

El aumento del área sembrada de monocultivos para la producción de agro combustibles y/o commodities agrícolas (azúcar, soya o aceite de palma) se presenta como un dinamizador del mercado de trabajo rural, lo que propició, diferencial mente en cada país y cultivo, migraciones campo-campo de trabajadores rurales y la creación de empleos verdes o del sector de la energía renovable, compatibles con la ideología de la economía verde (Houtart 2010). De acuerdo con los datos de la International Renewable Energy Agency (IRENA 2016), en 2012 en el mundo había 1 379 000 empleos y en 2016 aumentó a 1 707 000 empleos en el sector de bio combustibles líquidos, tanto en el área agropecuaria como industrial. En América Latina, se destacan tres países en 2016: en primer lugar Brasil con 783 mil empleos; sigue Colombia con 85 mil empleos; y finalmente Argentina con 5528 empleos.4 No obstante, estos datos son parciales y no muestran la amplitud del mercado de trabajo de los cultivos flexibles.

A partir de estos datos, se puede afirmar que hay una relación entre el aumento de los precios de las commodities y el petróleo, así como entre la producción y con sumo de agrocombustibles y commodities agrícolas, con la expansión territorial del área sembrada de cultivos flexibles como caña de azúcar, palma de aceite y soya. En ese proceso, se destaca el aumento de los empleos en la fase agrícola y se plantea la pregunta por el perfil de los trabajadores que son contratados o enganchados.

El presente texto reúne un análisis de la investigación de doctorado en Geografía, la cual plantea como hipótesis que los trabajadores rurales de los cultivos flexibles son en un alta proporción jóvenes, entendidos como una generación con orígenes so ciales rurales (campesinos, indígenas, afrodescendientes, hijos de asalariados rurales, entre otros), que han sido despojados e impulsados a vender fuerza de trabajo en la fase contemporánea de expansión capitalista en la agricultura, es decir, forman parte de las dimensiones de la movilidad del trabajo. Gaudemar (1979, 37) enuncia tres dimensiones de la movilidad: la espacial, “que garantiza el reparto de los individuos en el espacio”; la profesional, que hace referencia a la movilidad que opera entre la codificación de las ocupaciones, por lo tanto, de la rotatividad y la polivalencia; por último, la dimensión productiva más general, que “remite a los procedimientos por los cuales el capital dispone de, y utiliza, las fuerzas de trabajo en la multiplicidad de los procesos de extorsión de la plusvalía”.

Esta hipótesis retoma y aporta a los debates de los estudios rurales y del trabajo que desde la década de 1990 han preguntado por el sexo y otras transversalidades (etnia, raza y edad) de la clase trabajadora en los campos de la agricultura capitalista, especialmente por la feminización de una parcela de los trabajadores rurales (Moraes Silva 2010; Lara Flores 2006 y 1991). Así como el capital ha creado oficios y empleos femeninos en la agricultura capitalista reproduciendo desigualdades de género para extraer plusvalía o renta de la tierra, en el caso de la juventud aparecen estrategias similares con el fin de explotar su fuerza de trabajo, por ejemplo, a partir de su vi talidad para el trabajo agrícola y la búsqueda individual de autonomía, entre otras. Este segmento de los trabajadores rurales resalta que hay una generación joven que constituye una parcela importante de los trabajadores de las cosechas de los cultivos flexibles, movilizada para reproducir y valorizar el capital.

Referentes teóricos

Con fundamento en los estudios del trabajo rural alimentado por la sociología y la geografía, se toma como referencia la teoría marxista del proceso (Braverman 1981) y la movilidad del trabajo (Gaudemar 1979) para la comprensión de la modernización de la agricultura en su fase contemporánea (Pedreño 2014; Thomaz Junior 2009 y 2013; Lara Flores 2006; Moraes Silva 1998 y 2010).

Los conceptos que subsidian el análisis son “cultivos flexibles” (flex crops) que son cultivos representativos de la fase de acumulación flexible (Harvey 1999) en el régimen agroalimentario mundial (McMichael 2016; Rubio 2015). En su fase contemporánea, el régimen agroalimentario corporativo subordina al capital inter nacional la agricultura del sur global para la producción de commodities y créditos de carbono, ambos afines a la valorización mundial. Si bien el análisis de la agricul tura deviene en muchas investigaciones sobre la intensidad del despojo de tierras y bienes comunes como el agua, interesa analizar los impactos de la reestructuración productiva (Thomaz Junior 2009; Alves 2007; Moraes Silva 2001) y la aceleración de la precarización y movilidad (migración y flexibilidad) del trabajo, dimensiones de notada importancia en la investigación latinoamericana (Riella y Masheroni 2015; Villulla 2015; Lara Flores et al. 2014; Moraes Silva 1998; Thomaz Junior 2009; Steimberger 2008).

Sobre el concepto de juventud, se recurre a la definición dialógica propuesta por Bourdieu (1990), la cual entiende que la juventud es una forma de clasificación so cial determinada por el poder. Es decir, no hay una esencia en este grupo social, es una construcción que se estructura junto con otras clasificaciones sociales como el sexo y la clase social. Para ello, el autor coloca a la generación joven como un grupo históricamente determinado por la clase social, como una transversalidad construida por múltiples formas de clasificación etaria; en nuestro caso, se toma como referencia el grupo etario de 18 a 29 años, basado en la mayoría civil de edad (18 años) y las leyes de juventud de Colombia5 y Brasil,6 además del rango etario utilizado en las investigaciones de juventud rural de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (Dirven 2016).

Por lo tanto, se afirma que, en el mercado de trabajo y el local de trabajo, esta clasificación se lleva a cabo por medio de la separación viejo/joven para el interés del capital, es decir, el ciclo vital de la mercancía fuerza de trabajo evaluada como un factor de producción. Esta relación fue estudiada por Beaud y Pialoux (2009) en el ambiente de reestructuración productiva de la Peugeot en Francia, en el cual la em presa utilizó estrategias de manipulación para insertar en el proceso de trabajo una nueva generación que se acoplaba a las nuevas formas del trabajo robotizado, además de crear una competencia con la generación de trabajadores “viejos”. De tal modo, la juventud para las empresas de los cultivos flexibles se presenta como mercancía fuerza de trabajo móvil y en formación, es decir que el capital interviene para crear las con diciones sociales para el control territorial de la fuerza de trabajo, tanto en el mercado como en el local de trabajo, así como en la esfera de la reproducción.

Metodología

Los avances de investigación presentados en este artículo se enmarcan en el método cualitativo, fundamentado en procesos metodológicos de revisión de fuentes secun darias de prensa, documentos y bases de datos oficiales y empresariales. También se nutre de la observación participante (Guber 2005) en dos territorios, uno en Brasil y otro en Colombia. Dicha observación en dos países se caracteriza como una etnogra fía multisituada (Marcus 2008) que permite contrastar las informaciones recolectadas en los trabajos de campo para afirmar las similitudes y regularidades observadas sobre la explotación laboral en cultivos flexibles (Mastrangelo y Trpin 2016). Particular mente en este texto se presentan los avances referentes a las formas de movilidad/in movilidad del trabajo de jóvenes: en Colombia se analiza la migración de cosecheros de fruto de palma de aceite proveniente de otras regiones, los cuales viven temporal o de forma estable en áreas estratégicas para la concentración de fuerza de trabajo; en Brasil, con programas de formación técnica de jóvenes rurales provenientes de locales cercanos, enmarcados en la renovación generacional resultado de la mecanización de la siembra y recolección de la caña de azúcar.

Expansión territorial de los cultivos flexibles en el departamento del Meta y Casanare (Colombia) y el Pontal do Paranapanema en São Paulo (Brasil)

Los dos territorios analizados forman parte de áreas de avance territorial de los culti vos flexibles entre 2000 y 2015, período en el cual se produce el aumento del precio de las commodities (azúcar y aceite de palma) y un apoyo político por parte de los Estados para la producción y uso de agrocombustibles. En el caso colombiano, se toma la palma de aceite y su expansión hacia el oriente del país, específicamente en el departamento del Meta y Casanare; para el caso de Brasil, se toma el Pontal do Para napanema, localizado al suroeste del estado de São Paulo, área hacia la cual el cultivo de caña de azúcar ha avanzado en la última década.

Elaboración propia con datos de DANE (Colombia)7 e IBGE (Brasil)8

Mapa 1 Áreas de investigación en Colombia y Brasil 

En el centro oriente de Colombia se encuentran los departamentos de Meta y Ca sanare, los cuales forman parte de la dinámica de expansión reciente del capital del agrohidronegocio, el cual ha reorganizado la división territorial del trabajo en escala regional, nacional y mundial en las últimas décadas. Estos departamentos son par te de la Orinoquía colombiana, la cual se ha integrado con mayor intensidad a los procesos de acumulación contemporánea, expresivos de la valorización del capital (Jiménez 2012).

La territorialización de este cultivo está estrechamente vinculada con las políticas de apertura económica neoliberal que, desde las décadas de 1980 y 1990, han imple mentado los gobiernos nacionales con el fin de aprovechar las ventajas comparativas, las cuales crearon las condiciones para la inversión extranjera y/o nacional para la extracción y/o producción de materias prima minerales o vegetales, especialmente de cultivos tropicales. Asimismo estos cultivos han tenido la posibilidad de ser procesa dos agroindustrialmente para la producción de agrocombustibles en el contexto de la política nacional de producción y utilización de agroenergía (Ley 693/2001 sobre Mezcla Obligatoria de Etanol y Ley 939/2004 sobre Mezcla de Agrodiesel). En este sentido, el territorio del departamento del Meta y Casanare, desde comienzos del siglo XXI, es el epicentro de la expansión territorial del cultivo de palma de aceite y, en menor medida, de caña de azúcar.

El mapa 2 representa a los municipios que tienen plantaciones de palma de aceite y caña de azúcar en Colombia en 2007 y 2013. Puede identificarse el despla zamiento de estos cultivos hacia el oriente del país, específicamente hacia los de partamentos estudiados, territorializándose en el piedemonte llanero y parte de la denominada altillanura (Departamento Nacional de Planeación 2011; FAOSTAT 2017). Por lo tanto, pasaron a disputar tierras utilizadas por la ganadería, el cultivo de arroz, así como tierras baldías de campesinos y latifundios de narcotraficantes y paramilitares; este proceso hizo que estos dos departamentos pasaran de 120 304 hectáreas en 2007 a 257 337 hectáreas en 2013, es decir, pasaron de concentrar el 37,3% al 48,11% del área sembrada de palma en el país (AGRONET 2017). La integración de estas nuevas áreas de cultivo significó un mayor volumen na cional de producción de aceite de palma, lo que posicionó al país como el cuarto productor mundial de esta commodity9 y el mayor productor en América Latina (FAOSTAT 2017).

Fuente: AGRONET 2017 10

Mapa 2 Expansión territorial de la palma de aceite y caña de azúcar hacia el oriente de Colombia, 2007-2013 

El avance acelerado del monocultivo de la palma en el Meta se concreta en un te rritorio con alta concentración de la tierra; de acuerdo con el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC 2012, 310), entre 2003 y 2009 en este departamento “un 78 por ciento del área catastral pertenece a la gran propiedad, un 19 por ciento a la mediana y el tres por ciento restante se reparte entre pequeños, mini y micro fundios”. Hecho que se refleja en el tamaño de las plantaciones, ya que “[s]e estima que el área promedio por plantación registrada es de unas 350 hectáreas, muy por encima del promedio general [nacional] de 63 hectáreas” (Rueda-Zárate y Pacheco 2015, 16).

Por otro lado, en el oeste del estado de São Paulo en Brasil, en el Pontal do Pa ranapanema, entendido como 32 municipios agrupados en la União de Municípios do Pontal do Paranapanema, según los datos del Instituto Brasileño de Geografía e Estadística (IBGE 2017), en 2003 se sembró 68 417 hectáreas y para 2016 aumentó a 389 473 hectáreas, es decir, se produjo un crecimiento del 600% en apenas 13 años. Esta rápida expansión del monocultivo se produjo en un territorio con áreas de pastaje y haciendas producto de la ocupación ilegal (grilagem) de tierras públicas (devolutas) que, en el proceso de expansión del agrohidronegocio de la caña de azúcar, se aliaron con los latifundistas mediante el arrendamiento de tierra, legitimando de facto la posesión ilegal (Feliciano 2009).

Fuente: Datacetas 2017 con datos de IBGE

Mapa 2 Expansión territorial de la caña de azúcar hacia el oeste del estado de São Paulo, 2003-2016 

Movilidad del trabajo y reestructuración productiva

Como consecuencia de la expansión territorial de estos cultivos en Brasil y Colombia, aparece la pregunta sobre la movilidad del trabajo entendida como la relación capital/ trabajo que trae consigo el sometimiento de hombres y mujeres, especialmente de origen rural (campesino, indígena, afrodescendiente, habitantes de ciudades peque ñas, asalariados rurales, entre otros), para estar disponibles al uso capitalista de la fuerza de trabajo, explotando estratégicamente sus características sociales y subjetivas en el proceso de trabajo (Gaudemar 1979). La movilidad del trabajo trae consigo las preguntas por el origen social de los trabajadores, el perfil del trabajador del área agrí cola y las condiciones de trabajo para sujetar y tener disponible la fuerza de trabajo (movilizar e inmovilizar). Entendida la movilidad como una relación, cabe identificar que se analizaron los procesos de expansión de monocultivos en dos países, los cuales demuestran un avance de grandes capitales nacionales y/o internacionales que ace leraron la concentración del capital con un control de la tierra y la producción por parte de capitales que participan de cadenas de valor global controladas por corpora ciones transnacionales (Clapp y Fuchs 2009).

En Colombia, las inversiones del Grupo Manuelita11 y del Grupo BioD12 desde 2009 posibilitaron el aumento de la producción de aceite de palma para la expor tación y para la producción de agrodiesel para el consumo interno; este último es producido en dos plantas, una en San Carlos de Guaroa y otra en Facatativá (Cun dinamarca) que esterifican más de 320 mil toneladas/año (120 mil y 200 mil res pectivamente) y mantienen un mercado de trabajo de más de 10 mil empleos entre directos e indirectos (FEDECOMBUSTIBLES 2016).

En el Pontal do Paranapanema (São Paulo, Brasil), como lo demuestran Barreto (2012) y Thomaz Junior (2009), se produjo una concentración de capital por medio de las inversiones en nuevas plantas de producción de azúcar y destilación de etanol. Esto significó la desactivación de siete plantas propiedad de grupos empresariales familiares (Barreto 2012, 53); en este proceso de concentración quedaron activas tres plantas en el área suroeste donde localizamos nuestro estudio. Una de estas plantas, construida en 2008 en el municipio de Narandiba, es propiedad del grupo familiar Cocal13 que reestructuró y extendió territorialmente sus inversiones. Las otras dos plantas son de grandes grupos inversionistas que llegaron a la región en la última década: el Grupo Umoe,14 de origen noruego, compró una planta (Paranapanema I) y construyó otra (Paranapanema II o Bioenergy), concentrando su producción en la última, localizada en el municipio de Sandovalina. El otro grupo es Odebrecht (a partir de 2017 pasó a llamarse ATVOS),15 división agroindustrial del conglomerado, que compró la planta Alcídia, construyó otra (Conquista do Pontal) y pasó a desactivar la más antigua. En total, las tres plantas activas en 2016, propiedad de tres grupos, tienen en promedio una capacidad de molienda de 8,6 millones de toneladas/año (5 millones, 2,6 millones y 2 millones, respectivamente) de la cual se extrae azúcar o etanol (Barreto 2012, 61 y ss.).

Para la comprensión de la movilidad del trabajo en estos dos territorios, es fun damental comprender el proceso de trabajo (Braverman 1981) en el contexto del desarrollo de las fuerzas productivas en la fase agrícola en cada caso estudiado. Para ello, se analiza las funciones de estos trabajadores y posteriormente se profundiza en las características sociales de los trabajadores, es decir, responder a la hipótesis que se ha propuesto sobre el papel fundamental que tiene la juventud en la conformación de una generación o grupo etario de la fuerza de trabajo en función de los intereses de acumulación contemporánea de capital en el agrohidronegocio. Se adelanta que estos trabajadores son la cara menos visible del proceso de reestructuración productiva del capital, el cual se expresa diferencialmente en cada uno de los territorios estudiados.

En Brasil, a partir de la década de 1980, en el sector de la caña de azúcar se ini ció una paulatina sustitución del corte manual de caña en el estado de São Paulo, el cual preparó un proceso de renovación generacional de la fuerza de trabajo con la expulsión de los cortadores de caña, un contingente constituido en mayor parte por migrantes del nordeste de Brasil (Moraes Silva 2001).

Durante los primeros años del siglo XXI, el proceso de reestructuración aceleró la mecanización de la fase agrícola para responder a los intereses sectoriales de con tener la organización de los trabajadores, aumentar la productividad y atender las demandas internacionales del mercado de azúcar e interno del etanol que exigen una producción en condiciones ambientalmente sustentables. En 2007, los empresarios del sector de la caña de azúcar y el gobierno del estado de São Paulo firmaron el Protocolo Ambiental (Sabadin 2017); este acuerdo voluntario aceleró la erradicación de la quema de la caña que había empezado en 2002 por cuenta de la Ley Estatal 11 241 que las prohibía a mediano plazo. En un contexto económico favorable para la producción por cuenta del aumento de la demanda nacional y la exportación, los empresarios optaron por la “sustentabilidad” por medio de la disminución de los im pactos ambientales que al mismo tiempo selló el proceso de sustitución de los corta dores manuales en este estado, es decir, de los trabajadores migrantes de otros estados.

La mecanización causó el despido de miles de trabajadores; según Baccarin (2016, 137) que analiza datos del Instituto de Estudios Agronómicos, en 2007 había en el estado de São Paulo 210 mil cortadores de caña y en 2014 ese número disminuyó para 51 700, es decir, más de 150 mil trabajadores fueron despedidos por la introduc ción de máquinas de siembra, corte y recolección. De acuerdo con esto, las funciones manuales que pasaron a emplear más personal fueron aquellas vinculadas con las ope raciones mecanizadas como limpieza, lubricación y reparación de las máquinas, tam bién actividades de recolección de los restos de caña dejados por las máquinas (bitu queiros), actividades de vigilancia sanitaria del cultivo; además, según informaciones recolectadas en trabajos de campo en la investigación, en funciones administrativas vinculadas con la “logística” que implica la coordinación en campo de actividades de trasporte de la caña entre el área de cosecha y la molienda (noteiros/anotadores).

En consecuencia, los segmentos que más emplean trabajadores después de la me canización del proceso de trabajo agrícola tienen que ver con dos categorías: trans porte y mantenimiento, y administrativos que ejercen control desde el escritorio. Este proceso denota una organización del trabajo marcada por el uso de tecnología para la información just in time16 con sistema de posicionamiento global (GPS),17 telecomunicaciones, entre otros (Baccarin 2016, 140). Otra precisión importante hecha por el autor a partir de los datos analizados es que, con la mecanización los grupos de trabajadores temporales/zafreros, especialmente cortadores manuales, se dio paso a “grupos firmes” conformados por trabajadores no calificados o con poca calificación contratados el año entero, lo cual también es efecto de acciones públicas para proteger el trabajo a partir de contratos a término indeterminado (Baccarin 2016, 140).

En este proceso de destrucción creativa de las fuerzas productivas del agronegocio de la caña de azúcar, la juventud, entendida operacionalmente como grupo etario entre 15-29 años, aparece como un grupo disminuido en las estadísticas de empleo (Baccarin 2016, 158). Al mismo tiempo, los jóvenes, en su mayoría hombres durante la década de 1990, en la primera fase del cambio técnico y tecnológico del sector compitieron, desplazaron e invisibilizaron la participación de la mujer en tareas agrí colas debido a la representación de la baja productividad del trabajo femenino (Mo raes Silva 2010; Moraes Silva y Melo 2009).

Es decir, la juventud ha sido utilizada diferencialmente para sustituir a las mujeres y a otros jóvenes que conforman el grupo de trabajadores descalificados por la meca nización de la fase agrícola. En esta forma de control etario y sexual de la fuerza de trabajo, subyace la importancia que tiene la fuerza de trabajo joven entre 15-29 años para el capital. En primer lugar, la disminución de la participación de jóvenes entre 2006 y 2014 muestra que este grupo fue el que más vivió el desempleo por cuenta del despido de los cortadores de caña; los datos de Baccarin (2016) muestran que este grupo etario representaba en todo el sector el 49,8% en 2007 y en 2014 disminuyó para el 33,3%. En efecto, se puede afirmar junto con el autor que existe un aumen to de la edad de la fuerza de trabajo, inclinada hacia el grupo etario de 40-49 años, que pasó del 15,9% en 2006 al 21,6%, el cual puede ser justificado, en parte, por la asimilación de adultos en el proceso de mecanización y por las obligaciones legales.

No obstante, no se pierde de vista que los jóvenes son un grupo etario que com pone la fuerza de trabajo y que, además, forman parte de la renovación generacional, puesto que entran al mercado de trabajo en nuevas condiciones en las cuales las em presas valoran otras habilidades y características sociales enfocadas en las funciones para la mecanización y las tecnologías informáticas que la componen. Es decir, el ambiente reestructurado necesita de estos jóvenes para implementar el uso de las tec nologías y renovar generacionalmente su fuerza de trabajo para mantener y aumentar los niveles de productividad. En consecuencia, el aumento de la edad promedio no es apenas un dato etario, es un dato objetivo en el sentido que los adultos se especializan como conductores de las máquinas y la juventud es presentada por las empresas en el lugar de trabajo como pionera y competente en nuevas funciones agrícolas.

Estas nuevas habilidades significan la intensificación del trabajo y la pérdida del control del ritmo de trabajo al desaparecer el corte manual, puesto que, hasta cierto punto, el cortero podía hacerlo, por eso las empresas justificaban el pago por pro ducción o destajo para aumentar la productividad. La pérdida de cualificación del cortador manual se presenta en forma de un mercado de trabajo que contrata menos sujetos con fuerza y habilidad manual y pasa a valorar otras habilidades validadas por medio de diplomas y certificados relacionados con la manipulación de máquinas, computadores, GPS. Las nuevas habilidades pasan por la lectoescritura, una com petencia que pocos corteros tenían por cuenta de la baja escolaridad producto de su origen rural en el cual trabajaban desde niños en las labores remuneradas junto con familiares o como jornaleros dando poca importancia a la educación escolar (Novaes et al. 2007).

De este modo, la habilidad del nuevo trabajador es externalizada mediante cursos técnicos en instituciones públicas y privadas que canalizan fondos públicos para la formación de mano de obra. Este cambio modifica las condiciones de movilidad de trabajo, la cual pasa de una movilidad espacial de migrantes de otros estados o de campesinos expulsados de sus tierras por el avance de la caña, para una movilidad en la cualificación mediada por el sistema educativo (Gaudemar 1979). Esta otra forma de movilidad del trabajo en el estado de São Paulo ayudó a expulsar a los migrantes sobrantes, cualificó a una parte de los que se quedaron y centró su atención en la fuer za de trabajo local/regional, es decir, en los jóvenes hijos de campesinos, asentados de la reforma agraria, trabajadores rurales, habitantes de pequeñas ciudades, entre otros.

Esta forma de movilidad es potenciada con la firma del Protocolo Ambiental de 2007. En este contexto, la mecanización se convirtió en el principal compromiso y, con ello, la cualificación de trabajadores operadores de máquinas cosechadoras, siembra, abono y fumigación y de los encargados del mantenimiento y buen fun cionamiento de estas máquinas. Frente al panorama de desempleo de los cortadores manuales y de la formación de una nueva generación de trabajadores, surgió el pro grama RenovAção, resultado de una acción conjunta entre empresas, gobierno estatal y federal, y uno de los mayores sindicatos de trabajadores rurales la Federação do Empregados Rurais Assalariados do Estado de São Paulo (FERAESP). Además, contó con apoyo de capital financiero el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y cor poraciones transnacionales que producen maquinaria para el agronegocio entre las cuales están: IVECO, CASE IH, FMC, así como Syngenta que produce semillas y agroquímicos (UNICA 2015).

El programa creó cursos de capacitación apoyados por el sistema S (SESI,18 SE NAI,19 SENAR,20 SENAT21) de instituciones de educación profesional. En el Pontal do Paranapanema han sido agenciados por el SESI y el SENAR, sindicatos rura les22 y por programas de responsabilidad social empresarial de la empresa Odebrecht Agroindustrial y su planta Conquista do Pontal (imagen 1) y la UMOE-BIOENER GY. El control sobre la formación del trabajador se convertirá en una estrategia am pliada de control territorial del agrohidronegocio, que intervendrá tanto en el lugar de trabajo como en la esfera de la reproducción, a manera de paternalismo corporati vo para construir una relación de dependencia basada en la buena imagen corporativa y los beneficios de sus emprendimientos para la región, especialmente ligados con el mercado de trabajo (Barreto 2012).

Fuente: Odebrecht Agroindustrial 2016

Imagen 1 Programa Acreditar Jr. en Teodoro Sampaio, divulgación por Facebook, 2016 

La mayor consecuencia de la mecanización ha sido entonces el cambio de perfil de los trabajadores, al mismo tiempo que disminuyó el número de empleos con la supre sión paulatina de la función de corte manual de caña. Los nuevos empleos implican una movilidad espacial de jóvenes que viven en los asentamientos rurales resultado de la lucha por la tierra, es decir, abandonan el trabajo familiar para convertirse en asalariados rurales. También hay una movilidad profesional relacionada con la meca nización, por lo que la formación continua (técnica o profesional) se transforma en un indicador de “empleabilidad” de la fuerza de trabajo local, joven, de origen rural, la cual conforma la fuerza de trabajo disponible a modo de ejército industrial de re serva (Piñeros y Thomaz Junior 2016).

En Colombia, el avance territorial ha sido diferente del caso brasileño. El proceso de trabajo en la palma de aceite es altamente dependiente de la fuerza de trabajo ma nual para la recolección del fruto; esta particularidad es un factor tomado en cuenta por el gremio palmicultor, ya que consideran que hay escasez de trabajadores, espe cialmente en las áreas de expansión del cultivo como en el departamento del Meta y Casanare. En este contexto de expansión de esta agroindustria, el dirigente gremial Mauricio Acuña (2008) se preguntaba “de dónde van a salir tantos trabajadores para atender las nuevas áreas sembradas y en proceso de siembra” y destacaba la falta de trabajadores para las faenas agrícolas, sumado a la baja productividad laboral. En esta misma línea de análisis, González (2016) afirma que los costos de capital variable en Colombia alcanzan el 42% frente al 25% de los países asiáticos, lo que hace que sea más cara la producción y la competitividad internacional.

Ese panorama, de acuerdo con el gremio, exige la mecanización para sustituir mano de obra y aumentar la productividad, no obstante, los costos de la maqui naria y las condiciones topográficas impiden que se materialice la introducción de maquinaria en la recolección de fruto. Apenas se ha mecanizado diferencialmente por medio de tractores y camiones en los procesos relacionados con el transporte (evacuación) del fruto de la plantación a la planta extractora de aceite, sustituyendo animales de carga (búfalos y mulas), también se ha mecanizado la recogida (alce) del fruto recolectado por medio de sistemas hidráulicos o grúas.

Es decir, las funciones de la cosecha de la palma se mantienen intensivas en trabajo manual, concentradas en el corte del fruto, la recolección en el piso de los frutos suel tos del racimo, recogida manual y cargue, operador del búfalo y la carreta en la que se recolecta el fruto, mantenimiento y fumigación, entre otras, las cuales son realizadas en su mayoría por hombres. Asimismo, debido a los controles sanitarios para contra rrestar los efectos que han tenido enfermedades y plagas, se ha intensificado el trabajo de mujeres en labores de supervisión y muestreo fitosanitario en las plantaciones; también, por cuenta de la siembra de variedades híbridas de palma, se ha integrado el trabajo manual de mujeres en la labor de polinización.23

La estrategia empresarial de reducción de costos de la fuerza de trabajo se ha rea lizado mediante la tercerización de las labores agrícolas, utilizando formas de com pra-venta de trabajo amparadas en el Código del Trabajo y Código Civil como coope rativas de trabajo asociado; empresas de servicios temporales; empresas asociativas de trabajo; contrato sindical, y recientemente sociedades anónimas simplificadas. Cada tipo de tercerización obedece a momentos distintos desde la década de 1990, cuando la reestructuración productiva y la movilidad del capital de la palma se orientaron ha cia las tierras del oriente del país. De acuerdo con el análisis de Vásquez (2016), para los años 2010 a 2013, la tercerización, es decir, las formas de intermediación laboral en el sector de la palma colombiano, representan el 60% del empleo.

En este contexto, la reducción de costos de capital variable contempla la contrata ción temporal (directa o indirecta) de funciones de cosecha (Piñeros 2016; Vásquez 2016). De este modo, el trabajador temporal y migrante es el resultado de la diná mica de movilidad del trabajo hacia el departamento del Meta y Casanare, donde la expansión del área sembrada requirió de personal con experiencia en labores agrícolas para las fases de siembra y cosecha.

La migración de trabajadores en la expansión del cultivo de palma de los últimos 10 años hacia el oriente proviene en mayor medida de dos regiones. En primer lu gar están los que provienen del norte del país, de municipios con plantaciones de palma del departamento del César, Santander y Magdalena. Estos se agrupan indis tintamente como “los costeños” y “santandereanos”, por su acento, juventud, rasgos físicos y experiencia en el trabajo de la cosecha de palma, ya que vienen de áreas pal meras representadas. En sus trayectorias laborales y personales de migración aparecen como expulsores la violencia paramilitar, el desempleo y los bajos salarios que reciben por sus labores en la palma de aceite en empresas del norte, las cuales son a destajo e intermediadas por cooperativas de trabajo asociado (CTA). En los “llanos”, así se conoce popularmente a las planicies del oriente de Colombia, también hay interme diación laboral por medio de sociedades anónimas simplificadas (SAS) y empresas de servicios temporales (EST), pero ofrecen mejores salarios según la labor y la unidad de medida utilizada por la empresa (jornal, tonelada, racimo, entre otros).

El otro gran grupo de trabajadores migrantes proviene del suroccidente del país, de los departamentos de Valle del Cauca, Cauca y Nariño. La mayor parte de estos trabajadores son afrodescendientes que migraron en busca de un trabajo mejor remu nerado, huyendo de las condiciones adversas del conflicto armado y el narcotráfico que los ha expulsado de sus territorios. En el caso de los que vienen de Nariño, se destaca la experiencia que tienen en el trabajo en la palma de aceite, ya que esta zona concentra una parte de las plantaciones, las cuales se vieron diezmadas a partir de 2006 por el avance de una enfermedad que atacó las plantas y dejó sin empleo a mu chas familias que trabajaban bajo formas de integración vertical. Asimismo se pueden encontrar trabajadores de departamentos del oriente impactados por el cultivo de coca y el conflicto armado como son Guaviare, Vichada y Caquetá.

Dos factores están vinculados con la migración que realizan estos hombres y mujeres. El primero es el conflicto armado que, de acuerdo con la zona, puede estar relacionado con paramilitares, guerrilla y narcotraficantes, actores armados que expulsan por factores políticos y/o económicos a una parte de la población (Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación 2009). En segundo lugar, estrechamente vinculado, está el despojo de la tierra/territorio a campesinos y co munidades afrodescendientes o indígenas, lo que lleva a las familias e individuos a migrar a centros urbanos de diferente tamaño y/o a emprender trayectorias mi gratorias que acaban integrándolos al mercado de trabajo asalariado de la palma de aceite del oriente del país.

De acuerdo con los datos recolectados en campo, la migración hacia esta región ha sido potenciada por las empresas palmeras debido a la poca mano de obra disponible (demográfica y ocupacionalmente) para los trabajos agrícolas. Las formas de engan che han sido por medio de las diferentes formas de tercerización que se encargan de buscar trabajadores en sus regiones, ofreciéndoles transporte, comida y alojamiento que luego se descuentan del salario. También se accionan las redes de parentesco y origen que difunden la posibilidad de trabajar por temporadas en la cosecha palmera con mejores salarios y condiciones de vida; es común encontrar a hermanos, primos y otros familiares que viven en campamentos propiedad de las empresas palmeras y en poblados rurales que concentran a trabajadores agrícolas.

Elaboración propia con información de trabajo de campo

Mapa 3 Origen de los trabajadores de palma de aceite en los departamentos de Meta y Casanare 

Teniendo en cuenta los datos demográficos de la fuerza de trabajo presentados en diferentes investigaciones, ya que no hay bases de datos públicas que puedan utilizar se para hacer este cálculo, la juventud entre 15-29 años representa aproximadamente el 30%, seguida por el grupo de 30-39 años (Ramírez 2012; Olivera et al. 2011). Es decir, de acuerdo con la revisión de literatura y las entrevistas con trabajadores, la fuerza de trabajo que cosecha es joven, con mayor participación de hombres mayores de 25 años, con educación básica (primaria y secundaria) y en menor medida educa ción media (grados 10-11), con baja capacitación laboral y con relaciones de trabajo intermediadas por EST y SAS, y baja participación sindical (Vásquez 2016, 80 y ss.).

A estas condiciones de precariedad laboral se suman las formas de habitación para los trabajadores y las diferentes formas de migración. Entre estos están aquellos que se quedan por cosechas o temporadas más largas, así como los que se instalan defi nitivamente. La migración está relacionada directamente con el trabajo en la palma, situación que es aprovechada por las empresas palmeras y los intermediarios para ejercidas mediante la concentración temporal o estable de trabajadores en pequeños poblados cerca de las plantaciones, los cuales han crecido en población durante esta fase de expansión del área sembrada del agrohidronegocio palmero. El asentamiento de la fuerza de trabajo agrícola produce diferenciaciones sociales y culturales vincula das con el tiempo de llegada, el origen migratorio, las funciones en las plantaciones y las migraciones estacionales que hacen que los trabajadores vivan en habitaciones o casas alquiladas, alojamientos de la empresa, casas de programas de vivienda social empresarial o casas construidas con materiales reciclados. Este es el caso de Surimena, San Carlos de Guaroa (Meta), poblado rural que concentra a trabajadores agrícolas, especialmente de la Translatina Manuelita SA, en el que pueden observarse los dife rentes tipos de vivienda de los trabajadores (imagen 2).

Fuente: Piñeros 2017

Imagen 2 Tipos de vivienda de trabajadores de palma de aceite en Surimena (San Carlos de Guaroa, Meta) 

Conclusiones

Se han analizado dos casos en los que la relación capital-trabajo aparece por medio de la fuerza que dinamiza la movilidad de trabajadores jóvenes para entrar en mercados de trabajo del agrohidronegocio, los cuales están históricamente determinados por la fase contemporánea de internacionalización de la agricultura y la producción de agrocombustibles (cultivos flexibles). En los dos países se pudo identificar que la ju ventud hasta 29 años representa cuantitativamente alrededor del 30% de la fuerza de trabajo agrícola, la cual es explotada en las condiciones de la reestructuración produc tiva específica en cada una de las áreas investigadas. En el caso brasileño, está marcada por la movilidad espacial de trabajadores regionales y por la movilidad profesional para las funciones de la cosecha y siembra mecanizada; en el caso colombiano, la mo vilidad espacial de trabajadores migrantes y temporales ocupa jóvenes provenientes de otras áreas con plantaciones de palma, además, la migración se entrelaza con la realidad del conflicto armado colombiano.

En el caso del estado de São Paulo, la mecanización sustituyó la función de corte manual e introdujo el corte mecanizado, con ello se produjo desempleo en masa y la descalificación del oficio de jóvenes migrantes de otros estados, sin embargo, se produjo una renovación generacional la cual pasó a ser empleada bajo criterios de formación técnica y profesional. En el caso de los departamentos de Meta y Casanare en Colombia, la juventud forma parte del perfil del trabajador migrante que labora estacional o permanentemente en mercados de trabajo que ofrecen empleos precarios en tareas que ya conocen desde su infancia, con pagos a destajo, con salarios más altos aunque insuficientes y una fuerte intermediación laboral. Estos trabajadores están en medio de las estrategias capitalistas de movilidad de esta fuerza de trabajo con pocos años de estudio y provenientes de regiones con alta incidencia del conflicto armado, asimismo, están en medio de la inmovilidad asociada con la disponibilidad de la fuer za de trabajo en poblados que están cerca de las plantaciones. Estos poblados acaban convirtiéndose en formas de territorios circulares al congregar diferentes maneras de migración estacional o fija en las que conviven trabajadores de diferentes funciones agrícolas y orígenes regionales (Lara Flores et al. 2014).

En los dos casos estudiados, se puede afirmar que las formas de la movilidad del trabajo presentadas son un correlato de la flexibilidad, la cual profundiza la explota ción y la vulnerabilidad de los trabajadores rurales jóvenes. En este sentido, de acuer do con Moraes et al. (2012), las formas contemporáneas de la agricultura capitalista mundializada, localizada en el sur global y dependiente de las demandas cambiantes de los mercados externos, han transformado las relaciones laborales hacia una mayor flexibilidad en la que se cuenta la salarial (salario a destajo), la horaria (prolongación e intensificación de la jornada de trabajo), la funcional (múltiples tareas no especiali zadas) y la geográfica (migraciones internas y externas) (Moraes et al. 2012).

Al final, encontramos en esta fase expansiva de los cultivos flexibles que los orígenes sociales de los trabajadores rurales dan cuenta de las formas violentas de despojo de tierras y territorios de América Latina, las cuales expulsan y movilizan a campesinos, asentados de la reforma agraria y afrodescendientes en migraciones campo-campo para asalariarse, al mismo tiempo que están en medio de otras formas de resistencias para posibilitar distintas maneras de trabajo de la tierra o lucha sindical, formas de la plasti cidad del trabajo en los campos agroindustriales y de resistencia por la permanencia en la tierra (Thomaz Junior 2006). Asimismo, la juventud rural emerge como una trans versalidad de la clase trabajadora en la cual la edad es el indicador de un grupo social explotado en la agricultura capitalista. De este modo, la juventud como grupo de edad se entrecruza con otras transversalidades como el género y la raza. Mediante estos suje tos pueden emprenderse investigaciones que den cuenta de las formas de subjetividad capitalista que moviliza trayectorias laborales sustentadas en el malestar del trabajo, es decir, en el continuo empleo-desempleo, el miedo al despido, la frustración de no tener la educación suficiente para ser contratado, el despojo y las migraciones.

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* Este trabajo es parte de los resultados de la investigación de doctorado en Geografía del autor, la cual estuvo dirigida por Antonio Thomaz Junior y financiada por la Fundação de Amparo da Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP), grant 2015/104700

1También de maíz en el caso de Argentina.

2La política europea de transportes de 2002 o libro blanco La política europea de transportes de cara al 2010: la hora de la verdad impulsó el uso de combustibles sustentables o renovables, entre los cuales están los agrocombustibles (etanol y agrodiesel) mezclados con combustibles fósiles. Por su parte, la directiva comunitaria 30 de 2003 trata la promoción y uso de agrocombustibles y otras energías renovables en los vehículos de transporte colectivo por los países de la Unión Europea.

3Programa creado en el Gobierno de Inácio Lula da Silva para la producción y consumo de agrodiesel extraído de diferentes cultivos: palma de macaúba, papaya y soja.

4Los datos de IRENA son agregados y no permiten una desagregación por cultivo u ocupación.

5Artículo 5 del Estatuto de Ciudadanía Juvenil (Ley Estatutaria 1622 de 2013) que define la juventud entre los 14 y 28 años de edad.

6Estatuto da Juventude (Ley 18 252 de 2013) que define a la juventud entre los 15 y 29 años de edad.

7Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Colombia. Ver: http://www.dane.gov.co

8Instituto Brasilero de Geografía y Estadística. Ver: www.ibge.gov.br

9Según las cifras de FAOSTAT (2017), los cinco grandes productores de aceite de palma en 2013 fueron: Indonesia (26 895 500 toneladas); Malasia (19 216 459 toneladas); Tailandia (1 970 000 toneladas); Colombia (1 040 835 toneladas), y Nigeria (960 000 toneladas).

10Red de Información y Comunicación del Sector Agropecuario Colombiano. Ver: www.agronet.gov.co

11Grupo empresarial familiar colombiano establecido en el sector de la caña de azúcar desde finales del siglo XIX. En las últimas décadas, ha expandido sus inversiones a sectores de alimentos como la palma de aceite y la pesca, asimismo ha invertido en otros países de América Latina como Perú, Chile y Brasil. Este es un caso tipo de lo que algunos autores han llamado Multilatinas (Gorestein y Ortiz 2016).

12Grupo conformado por empresarios palmeros del noroeste del Meta y suroeste de Casanare.

13Grupo empresarial familiar brasileño fundado en 1980 en el estado de São Paulo.

14Grupo empresarial familiar de Noruega fundado en 1980; tiene inversiones en transporte marítimo, restaurantes, etanol, telecomuni caciones y fondos financieros.

15Filial del grupo empresarial brasileño Odebrecht que tiene inversiones en el área de construcción, industria química y agroindustria.

16Justo a tiempo, sistema para la gestión y productividad del trabajo.

17Por sus siglas en inglés.

18Servicio Social de Industria.

19Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial.

20Servicio Nacional de Aprendizaje Rural.

21Servicio Nacional de Aprendizaje del Transporte.

22De acuerdo con entrevista a líderes sindicales del Municipio de Teodoro Sampaio.

23No se cuenta con datos cuantitativos de la distribución de trabajadores por función. La diferenciación de funciones por género es resultado de los trabajos de campo realizados entre 2015 y 2017.

Recibido: 15 de Mayo de 2018; Aprobado: 31 de Octubre de 2018

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