SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número63Configuraciones de clase, trabajo y capital en América Latina Presentación del dossierDesarraigo sin proletarización en el agro paraguayo índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Íconos. Revista de Ciencias Sociales

versión On-line ISSN 1390-8065versión impresa ISSN 1390-1249

Íconos  no.63 Quito ene./abr. 2019

https://doi.org/10.17141/iconos.63.2019.3394 

Dossier

Proletarización y desposesión de trabajadores mixtecos: orígenes de la migración indígena a Nueva York*

Proletarianization and Dispossession of Mixtec Workers: Roots of Indigenous Migration to New York

Proletarização e desapropriação dos trabalhadores mixtecos: origens da migração indígena para Nova York

Rodolfo Hernández-Corchado** 
http://orcid.org/0000-0001-6439-0149

** Doctor en Antropología, City University of New York (CUNY), Estados Unidos. Profesor e investigador, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. rhdzcorchado@gmail.com


Resumen

Este artículo analiza la historia de la conformación de un mercado transnacional de trabajadores indígenas mixtecos de la región de la Montaña de Guerrero en Nueva York. Con sustento en un tra bajo etnográfico con migrantes mixtecos indocumentados en Estados Unidos, el artículo examina la formación de esta migración laboral en el sur de México y, en particular, traza la historia de proleta rización y reconfiguración de las jerarquías de clase dentro del proletariado indígena de la Montaña, como el producto de viejas y nuevas formas de desposesión que han transformado a esta región en nueva reserva de trabajadores.

Descriptores: migración indígena; Montaña de Guerrero; proletarización indígena; migración mexicana a Nueva York; historia oral

Abstract

This article analyzes the history of the formation of a transnational market of indigenous Mixtec workers from the region of Montaña de Guerrero in New York. Based on ethnographic work with undocumented Mixtec workers in the United States, this article examines the formation of labor migration from the South of Mexico. This research traces the history of proletarianization and reconfiguration of class hierarchies within the indigenous proletariat from Montaña de Guerrero as the product of old and new forms of dispossession that have transformed this region into a new reserve of labor.

Keywords: Indigenous Migration; Montaña de Guerrero; Indigenous Proletarianization; Mexican Migra tion to New York; Oral History

Resumo

Este artigo analisa a história da criação de um mercado transnacional de trabalhadores indígenas mixtecos da região da Montaña de Guerrero, em Nova York. Com base em um trabalho etnográfico com migrantes mixtecos não documentados nos Estados Unidos, o artigo examina a formação dessa migração de traba lhadores no sul do México e, em particular, traça a história de proletarização e reconfiguração das hierar quias de classe dentro do proletariado indígena de Montaña, como produto de velhas e novas formas de desapropriação que transformaram esta região em uma nova reserva de trabalhadores.

Descritores: migração indígena; Montaña de Guerrero; proletarização indígena; migração mexicana a Nova York; história oral

Introducción

Al final del siglo XX, la región de la Montaña, Guerrero, en el sur de México, se trans formó en una región de abasto de trabajadores mestizos e indígenas para el mercado laboral transnacional de Estados Unidos. A la integración de estos indígenas proleta rizados al mercado laboral global de trabajadores indocumentados de Nueva York, le antecedió la migración de generaciones previas de indígenas jornaleros de la región que abastecieron los campos de cultivo del centro y el noroeste de México.

Al explorar la migración laboral de los habitantes de la Montaña a Nueva York, se mostrará hasta qué grado la migración indígena de la región se articula con la existen cia de formas de proletarización previas de sus habitantes en los enclaves agrícolas co merciales del noroeste de México, la destrucción de la economía de autosubsistencia, la penetración del narcotráfico y la creciente desposesión económica de la población indígena a partir de la implementación de políticas de libre mercado. El artículo traza la historia de esta proletarización en la región vía la migración que, desde 1940, surtió de trabajadores a la agricultura comercial de México y antecedió a la migración transnacional a Estados Unidos de finales de la década de 1980.

Mediante la historia oral, se examina la proletarización indígena, entendida como el proceso por medio del cual los campesinos indígenas de la región son sometidos paulatinamente a la dependencia al trabajo asalariado, ya sea como jornaleros, productores de amapola o trabajadores migrantes indocumentados en Estados Unidos. Los testimonios aquí presentados pertenecen a la primera gene ración de migrantes mixtecos de la Montaña en Nueva York, dando cuenta así de su experiencia histórica previa como productores de autosubsistencia y jornaleros. En el artículo se propone que la historia oral de la proletarización de los mixtecos de la Montaña se fundamenta en una teoría de la historia, la cual, de acuerdo con Okihiro (en García 1994), sostiene que la gente común, o aquellos que han sido objeto del despojo, tienen una historia y esa historia debe escribirse. O bien, como señaló Leigh Binford (1996, 10): “Cada miembro de un grupo oprimido tiene una historia que contar”.

La investigación se basa en un trabajo etnográfico realizado de 2010 a 2011 en Nueva York como parte de mi investigación doctoral sobre la formación de una clase trabajadora migrante de la Montaña en dicha ciudad. Para ello, realicé entrevistas formales e informales a migrantes indígenas y mestizos de la Montaña. Mi entrada en campo consistió, por un lado, en vivir en uno de los principales enclaves de migrantes guerrerenses en la ciudad y, por otro, aprovechar la red de informantes que construí durante varios años de trabajo como periodista independiente. Esto me permitió establecer vínculos de amistad que posteriormente me facilitaron establecer nexos en las nuevas formas de organización social que se crean al migrar: clubes deportivos, grupos musicales, organizaciones comunitarias y religiosas. Todas las entrevistas, in cluyendo aquellas con trabajadores mixtecos, fueron realizadas en español. Para este artículo, como en la investigación original, se utilizan pseudónimos para proteger el anonimato de los entrevistados.

Este trabajo se propone contribuir a dos literaturas que han examinado las condi ciones laborales y de vida de los migrantes indígenas jornaleros al centro y noroeste de México (París 2008; Sánchez Saldaña 2001; Velasco 2008 y 2002). Asimismo se enmarca en una literatura que, desde el final de la década de 1980, ha estudiado la incorporación de los migrantes indígenas a Estados Unidos. Estas investigaciones se han concentrado principalmente en el análisis de la migración indígena en la Costa Este de Estados Unidos, en los estados de California (Kearney y Nagengast 1989) y Oregón (Stephen 2007). Este tipo de estudios examinan los procesos diferenciados de incorporación de la migración mexicana a dicho país a partir del ángulo de la diferenciación étnica, tal y como ha sido propuesto por autores como Fox y Rive ra-Salgado (2004) y Weber (2008). Sin embargo, al interesarme en narrar y explicar la proletarización indígena de la Montaña de Guerrero que precedió a la migración a la Costa Oeste de Estados Unidos, mi artículo se remite a los estudios sobre proleta rización indígena y campesina en México realizados por Bartra (1974); Paré (1988); Pozas y Horcasitas (1971); Stavenhagen (1970); y Hewitt (1988). Considero que esta literatura clásica dentro de la antropología en México posibilita explicar los nuevos procesos de integración nacional de los grupos étnicos en regiones como la Montaña dentro de un nuevo contexto de desposesión y reconfiguración de clase en el estado de Guerrero (Sierra y Aragón 2013). La migración laboral indígena de la Montaña a Nueva York demuestra a su vez la continua refuncionalización y proletarización del campesinado mexicano, lo cual ha sido uno de los problemas centrales para esta literatura (Paré 1991).

El artículo se divide en tres secciones. En la primera, se examina a partir de fuen tes documentales la formación de un semiproletariado agrícola en la región desde la década de 1940 a 1980, y el cual se caracteriza por depender para su subsistencia del trabajo asalariado y la producción agrícola de autoconsumo. En la segunda, utilizan do fuentes orales y documentales, se analiza la migración de jornaleros indígenas a Sinaloa desde la década de 1980 al año 2000 y las tensiones que enfrentaron los ha bitantes, quienes subsistían de una agricultura de autosubsistencia y del trabajo como jornaleros. La penetración del narcotráfico en la región durante este período funcio nó como una fuerza disruptiva al alterar el frágil equilibrio que existía entre la agri cultura de subsistencia y la migración temporal. En este sentido, se argumenta que, en dicho período, no solo surgieron las dos primeras generaciones de trabajadores mixtecos en Nueva York, sino que se produjo una nueva división y categorización del proletariado indígena de la Montaña. En la tercera sección, se realiza una caracteriza ción del proletariado indígena de la Montaña en Nueva York. Aquí se plantean cuatro elementos que definen su experiencia histórica como un proletariado: 1) constituye un segmento étnicamente diferenciado dentro del semiproletariado en la agricultura comercial; 2) se conforma mayoritariamente por indígenas que han circulado labo ralmente como trabajadores de la agricultura de autosubsistencia al trabajo jornalero y a la ilegalidad en la producción de amapola; 3) ha sido objeto de la represión militar como productores de amapola; 4) forma parte de un proletariado cuya explotación es normalizada vía la discriminación.

La formación de un semiproletariado indígena: 1940-1980

En las conversaciones de los migrantes mixtecos de la Montaña en Nueva York apa rece recurrentemente una frase que explica en sus propios términos las razones o circunstancias que los llevaron a migrar: “Por la necesidad”. “La necesidad” explica la experiencia de miles de migrantes cuyas necesidades sociales se encuentran perma nentemente insatisfechas. ¿Cuál es la naturaleza de una región en donde existe un conjunto de necesidades sociales permanentemente insatisfechas y que lleva a fami lias y comunidades enteras a abandonarla? ¿Cuál es la naturaleza de este lugar que anualmente es recorrido por los “enganchadores” con el único propósito de reclutar trabajadores para los campos agrícolas del noroeste de México?

Sandro, originario del municipio de Alcozauca, y quien en su niñez trabajó en la pizca de tomate en Sinaloa, me explicó en español (el segundo de las tres lenguas que habla fluidamente: mixteco, español e inglés) el significado de “la necesidad”:

Fue una vida pesada, trabajaban todos. Con mi familia, toda mi vida he trabajado en Culiacán, aunque regresaba a mi pueblo dos o tres meses. Salí de mi pueblo a los 14 años a trabajar a Sinaloa. Mi papá falleció en 1990 y yo trabajé en Culiacán tres años, hasta 1993. Después me vine a Nueva York y en 20 años no he sabido de mi pueblo. La vida es un poco más complicada. Hay personas que han vivido una vida más nor mal que otras. Yo no. Nunca tuve una vida normal, nunca viví en paz, viví siempre en la necesidad de educación o trabajo, comida. No tenía nada para comer. En la región, tu cosecha depende de la lluvia, solo hay agricultura de temporal. No hay trabajos, y cuando no tienes un trabajo, comienzas a preocuparte y te preguntas qué vas a hacer para obtener el dinero y así sobrevivir con tu familia. Es una vida difícil. Fue una vida dura. Todos trabajaban: niños y niñas. Muchas personas perdían a sus seres queridos porque es muy difícil [obtener atención médica]. Sobrevives, pero a veces no puedes ganar lo suficiente, así que es por eso que debemos ir a trabajar a otro lugar (Sandro 2010, entrevista).

La historia del estado de Guerrero, en el sur de México, ha sido moldeada por la desigualdad social y la pobreza que persiste hasta el día de hoy, particularmente en regiones indígenas densamente pobladas como la región de Montaña. En 2005, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ubicó al estado de Guerrero en el número 30 del Índice de Desarrollo Humano en México. La desigual dad social y el autoritarismo de Estado han dado lugar a la formación de movimien tos políticos y sociales en un estado conocido como “Guerrero Bronco” (Bartra 2000) por la violencia de su vida social y política. La migración de trabajadores indígenas a Culiacán, Sinaloa y posteriormente a Nueva York surge en medio de la miseria y la violencia en una región como la Montaña, en donde sus habitantes se preguntan “¿qué vas a hacer para sobrevivir con tu familia?” Por las contradicciones sociales que dieron vida a los movimientos políticos de izquierda, la región también llegó a ser conocida popularmente como la “Montaña roja” por la fuerte presencia del Partido Comunista Mexicano (PCM) durante la década de 1980 (Flores 2001). La Montaña, con cabecera en la ciudad de Tlapa de Comonfort -ubicada al norte de la región- está conformada por 19 municipios densamente poblados por indígenas mixtecos, tlapanecos, nahuas y amuzgos.1

La Montaña, la región en donde ha nacido uno de los segmentos más jóvenes del proletariado migrante mexicano en Nueva York, presenta uno de los indicadores de pobreza y desigualdad social más altos del país. En 2005, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social de México (CONEVAL), Guerrero tenía la segunda tasa más alta en el Índice de Rezago Social. En el mismo año, de acuerdo con el PNUD, el municipio de Metlatónoc fue clasificado como el más pobre del país y fue ubicado entre los 10 municipios con el Índice de Desarrollo Humano más bajo (0,3800) en México.

Los datos del PNUD (2005) arrojan evidencia de aquello referido como “la ne cesidad”. Exhiben la brecha educativa entre los municipios de la Montaña y el resto del país. Mientras que el índice de educación en México fue de 0,8190; el municipio de Alcozauca -“expulsor” de jornaleros al noroeste de México- tuvo el índice más bajo de la región (0,4634). La ciudad de Tlapa (0,6804) estaba muy por debajo de los índices estatales y nacionales. En 2010, los datos de CONEVAL mostraron los niveles más altos de privación social y económica en la región. En Alcozauca, con una población total de 16 237 habitantes, el 76,1% de sus habitantes se encontraba en “pobreza alimentaria”. La desigualdad social en la región se profundizó al iniciar el siglo XXI.

De acuerdo con el CONEVAL, en 2010 el 84,89% de la población de la Montaña (293 048 habitantes) vivía en la pobreza, y de este total, el 55,51% (191 614) vivía en pobreza extrema. 146 509 de sus habitantes (42,4%) carecían de servicios de salud; 317 054 (91,8%) no contaban con seguridad social, y 182 471 (52,8%) no tenían alimentación adecuada. El municipio de Tlapa presentó el nivel más alto de pobreza absoluta, con 76,65% de sus habitantes viviendo en la pobreza. En el municipio de Cochoapa el Grande, con población mayoritariamente mixteca, el 87,1% de la po blación total (15 041) no tenía acceso a los servicios de salud.

A partir de esta caracterización de la pobreza y la desigualdad en la Montaña, es posible preguntarse ¿hasta qué grado “la necesidad” describe no solo el precario ac ceso a los medios de satisfacción social, sino también la formación de un proletario migrante? “La necesidad” es un lenguaje de clase que describe la experiencia histórica de los habitantes de la Montaña de Guerrero, explica la relación entre desigualdad y migración, y da cuenta de la historia de la migración laboral de la región como pro ducto de la desposesión material de sus habitantes.

La Montaña, una región habitada mayoritariamente por población indígena, ha funcionado como un espacio de abasto de fuerza de trabajo indígena para posibilitar el desarrollo y la acumulación del capital en otras regiones de México desde la década de 1940. “¡Oh, problema intrincado para México! Se está quedando solo. Los mejo res elementos se vienen [a Estados Unidos]”, escribía Alfonso Fabila (1991, 63), el llamado “Apóstol del indio” en la década de 1920, al ser testigo de la migración ma siva de México a Estados Unidos. Tres décadas después, cuando recorre la región de la Montaña con César Tejeda, no puede imaginar que al final del siglo, la Montaña se transformaría en una región de abasto de fuerza de trabajo indígena para la economía de Estados Unidos.2

La función de la región de la Montaña3 como un espacio de abasto de fuerza de trabajo -fundamentalmente indígena- se remonta a la década de 1940, cuando la región comenzó a proveer de trabajadores para el desarrollo de enclaves urbanos, turísticos, industriales y agrícolas en el estado de Guerrero y México. Durante las décadas de 1940 y 1950, la Montaña abasteció de trabajadores al enclave turístico de Acapulco, en el sur del estado, lo cual llevó a la formación de colonias de migrantes mixtecos y nahuas de la región, provenientes de los municipios de Xalpatláhuac, Copanatoyac, Xalpa y Tlapa (Canabal 2001). En el mismo período, la región pro veyó de jornaleros para las plantaciones de café en los municipios de Atoyac de Álvarez y Coyuca de Benítez (Región de la Costa Grande). Durante la década de 1950, Fabila y Tejeda (1955) proporcionaron las primeras evidencias etnográficas de la existencia de una migración laboral regional interna y de la formación de un mercado regional de trabajo indígena en la Montaña. De acuerdo con los autores, su formación posiblemente fue producto de conflictos agrarios en el municipio de Alcozauca, en el suroriente de la región. Por ejemplo, Sánchez Serrano (2001) ha propuesto que estos conflictos estuvieron relacionados con disputas por la tenencia de la tierra y la delimitación territorial de las tierras comunales y ejidales creadas durante la década de 1940. Posteriormente, en la década de 1960, la Montaña abasteció de jornaleros a las plantaciones del estado de Morelos, así como de tra bajadores durante el proceso de industrialización en la ciudad de México (Canabal 2001; Dehouve 1976).

Durante la década de 1970, se consolidó el proceso iniciado desde la segunda mitad del siglo XX: la expansión del trabajo asalariado en la región y la conforma ción de una división espacial y étnica del trabajo en el que la Montaña cumplió la función de suministrar fuerza de trabajo indígena temporal para el mercado laboral estatal, regional y nacional. La región, transformada en una reserva de trabajadores temporales, surtió de brazos para las plantaciones de caña de azúcar y los campos de tomate durante los meses de agosto a noviembre y de enero a febrero, respectiva mente, en el estado de Morelos. Se le impuso la función de proveer de trabajadores a las fauces de la agricultura comercial del estado y del centro del país; de abastecer trabajadores en las plantaciones y cuyo salario sería destinado fundamentalmente para el consumo familiar. En el mismo período, las haciendas de la Montaña re clutaron trabajadores asalariados para el cultivo y cosecha de caña de azúcar, maíz y legumbres.

Durante la segunda mitad del siglo XX, Tlapa funcionó como espacio de reclu tamiento y abasto de fuerza de trabajo temporal para el desarrollo comercial de las plantaciones dentro y fuera de la región, así como en el sector agroindustrial del país. Se forjó una relación de dependencia y subordinación espacial, étnica y de clase frente al mercado y el trabajo asalariado, que contribuyó a perpetuar las diferencias de clase entre una pequeña burguesía comercial asentada en Tlapa y una masa de migrantes trabajadores temporales indígenas de la región.4

Infancia del proletariado indígena de la Montaña en Nueva York

La infancia, o los primeros días del proletariado indígena de la Montaña de Guerrero que migró a Nueva York, estuvo dispersa durante la década de 1980 en los campos de agroexportadores del noroeste mexicano. Con el paso de los años, los antiguos jorna leros de la pizca del tomate en Sinaloa se transformarán, al cruzar la frontera Méxi co-Estados Unidos, en trabajadores de limpieza, en los restaurantes o la construcción. El tomate no será su único cultivo en Sinaloa; en esos campos también cultivarán su dependencia al salario y al trabajo asalariado. En los campos del noroeste mexicano no solo se celebran las bodas entre el jornal y el trabajo indígena, sino también el nacimiento del futuro proletariado indígena en Nueva York, en su forma de trabajo infantil indígena. Sandro recuerda:

Mi madre dice que fui a Sinaloa la primera vez cuando era bebé. Mi padre y mi madre si guieron yendo juntos hasta que nació mi tercer hermano. Entonces mi familia comenzó a ir a Sinaloa cuando yo era un niño. Creo que yo tenía cinco años cuando ellos fueron por última vez. Esa fue la última vez porque no encontraron vida trabajando como escla vos. Al principio fueron todos juntos, pero luego, cuando nacieron mis otros hermanos, no pudieron irse juntos, así que mi padre viajó solo (Sandro 2010, entrevista).

El semiproletariado indígena en los campos de Sinaloa fue integrado por familias cuya subsistencia en la Montaña dependía del producto de la agricultura de temporal y del excedente agrícola intercambiado en los mercados locales. Amelia, migrante mixteca de Alcozauca en Nueva York, recuerda:

Mis padres son campesinos, ellos cosechan maíz y fríjol. Ese es su trabajo, cuando ellos terminan la cosecha en noviembre, ya no tienen nada que hacer; nos llevaban a Cu liacán, Sinaloa, para la cosecha de tomate, chile, pepino y a juntar dinero, regresando en abril, marzo o mayo para empezar la cosecha en junio. [En la Montaña] no hay trabajo, algunos tenían sus animales y de ahí viene el dinero, pero no era suficiente. La manera de buscar un poquito más de dinero era ir a Culiacán a trabajar. A veces nos alcanzaba porque mi papá sembraba mucho, pero a veces no vendía y era para nosotros. Cuando vendía, llenaba dos costales y los llevaba a Alcozauca o los llevaba a Tlapa. Íbamos a trabajar a Culiacán, el campo se llama Santa Aurora. Iban hombres, mujeres y niños. Me iba llorando porque no quería ir (Amelia 2010, entrevista).

Durante la década de 1980, se consolidó la migración laboral indígena a los estados de Sinaloa y Baja California en México; y a California en Estados Unidos (Barrón Pérez 2006; Canabal 2001). Aunque si bien, para algunos autores, la incorporación de fuerza de trabajo infantil puede interpretarse como resultado de la escasez de fuer za de trabajo (Barrón, en Canabal 2001), también puede plantearse que, durante ese período, el salario del jornalero cayó al grado de ser insuficiente para la reproducción de las familias y éstas debían recurrir al trabajo infantil.

Para la década de 1990, el sector agroindustrial reclutaba masivamente trabajadores indígenas de la Montaña. De acuerdo con la oficina de Jornaleros Agrícolas del Progra ma Nacional de Solidaridad (en Canabal 2008), en 1996 trabajaban 80 mil jornaleros en Culiacán, Sinaloa, de los cuales 30 mil eran originarios de Guerrero. De ese total, el 70% provenía de la región de la Montaña, siendo cinco municipios los principales expulsores: Chilapa, Tlapa, Alcozauca, Metlatónoc y Ahuacuotzingo (Canabal 2008). Para esa misma década, otros autores (Rangel Lozano 2001; la 2011) señalan que los principales municipios de expulsión de fuerza de trabajo indígena fueron: Ahuacuot zingo, Alcozauca, Atlajamalcingo del Monte, Atlixtac, Copalillo, Copanatoyac, Chila pa, Huamuxtitlán, Malinaltepec, Metlatónoc, Olinalá, Tlapa, Xalpatláhuac y Zitlala.

En el año 2000, los jornaleros guerrerenses representaban una de las fuerzas labo rales más importantes en los estados de Morelos, Nayarit, Baja California, Baja Cali fornia Sur, Sinaloa y Sonora. De 1994 a 2006, la migración jornalera de la Montaña de Guerrero pasó de 13 358 migrantes a 34 602. Para 2006, los cinco principales mu nicipios expulsores de trabajadores jornaleros eran Metlatónoc (7092); Tlapa (5263); Atlixtac (1298); Copanatoyac (1089), y Alcozauca (684) (Canabal 2008).

Al mismo tiempo que se consolidó la función de la Montaña para abastecer de trabajadores indígenas para el mercado global de la agricultura de exportación, la re gión también comenzó a proveer de trabajadores migrantes al mercado transnacional de América del Norte, si bien en sus orígenes la composición étnica de la migración de la Montaña a Nueva York fue predominantemente mestiza. Así, durante la década de 1980 la migración internacional provino de los municipios de la subregión de la Cañada (Huamuxtitlán, Xochihuehuetlán y Alpoyeca); Tlapa (Hernández Corchado 2014); y los municipios localizados al norte de la región y conectados con el corredor migratorio del suroeste de Puebla (Atlixco, Tulcingo, Chinantla, Piaxtla y Tecomatlán), los cuales desde la década de 1970 también abastecieron de trabajadores, en su mayoría indocumentados. Para el año 2000, de acuerdo con el XII Censo general de población y vivienda (en Villela 2011), Huamuxtitlán, Tlapa de Comonfort y Alpoyeca fueron los tres principales municipios expulsores de trabajadores migrantes a Estados Unidos.

Una caracterización del semiproletariado indígena de la Montaña de Guerrero

En la historia de la proletarización indígena de la Montaña, la migración temporal al noroeste mexicano representa la infancia de un proletariado indígena transnacional en Nueva York. El proletariado migrante indígena en esa ciudad se caracteriza his tóricamente por: 1) abastecer las necesidades de fuerza de trabajo agrícola desde la década de 1970 en el sector agroexportador del noroeste mexicano; 2) integrarse por indígenas y campesinos de autosubsistencia que en la década de 1980 se transforma ron en pequeños productores de amapola para los carteles de la droga; 3) provenir de jornaleros transformados en productores de amapola que sufrieron la represión militar y fueron forzados por las circunstancias a migrar nuevamente como peones al noroeste mexicano o a Estados Unidos como trabajadores indocumentados; 4) formar parte de un proletariado indígena explotado y discriminado.

Un primer aspecto característico de este segmento del proletariado agrícola que abastece los mercados laborales locales, regionales y nacionales, y que precede a la formación de un proletariado indígena transnacional en Nueva York, se define por su dependencia de la agricultura de subsistencia, la compra-venta del excedente en el mercado local y por su emigración temporal como jornaleros dentro o fuera de la región. La historia del semiproletariado en general es la historia de trabajadores agrí colas cuyo ingreso depende progresivamente del trabajo asalariado (Paré 1988). Sin embargo, es su singularidad étnica lo que lo diferencia del resto del semiproletariado agrícola en México. Su unidad y vínculo con grupos étnicos de origen -como ha señalado Bate (1984)- le permiten, como proletario de origen campesino e indígena, su reproducción como fuerza de trabajo barata al transferirse parte de los costos de su reproducción social a la familia o al grupo. Una segunda característica es su incor poración a la esfera de la ilegalidad de la economía, como productores de amapola para los carteles de la droga.5 La penetración de la producción de drogas en la región ofreció a los mixtecos la posibilidad de sobrevivir y evitar el trabajo jornalero de los campos del noroeste mexicano. El cultivo de amapola apareció en las pequeñas par celas de los antiguos jornaleros mixtecos. En una región empobrecida, la producción de una mercancía ilegal, la amapola -o “maíz bola” como se conoce al cultivo en la región- se convirtió en el medio de subsistencia para sus habitantes e impedir su pro letarización como jornaleros en Sinaloa.6 Así lo recuerda Othón, migrante mixteco en Nueva York, originario del municipio de Alcozauca:

Según me cuenta mi mamá, cuando yo era un bebé, mis papás fueron juntos a Sina loa. Pero desde que nació el tercer hermano ya no. Conocieron otro tipo de negocios porque en ese entonces, más antes, no había muchas oportunidades allá. La última vez que yo me acuerdo que fui con ellos [a Sinaloa], yo tenía como siete años. Ya cuando regresaron a Guerrero, conocieron la siembra de la amapola. No sé cómo consiguieron eso porque empezaron a sembrar y de eso tuvieron el dinero, y ya no tenían que salir a Sinaloa. Entonces se dedicaban a eso un buen tiempo y ya después empezaron a llegar los del Ejército para quemarla, para destruir todo. Entonces, desde ahí, como que ya no les dio más… No hubo de otra más que salir otra vez (Othón 2010, entrevista).

Desde el final de la década de 1980, la entrada a la ilegalidad de los pequeños cam pesinos mixtecos como productores de “maíz bola” estuvo asociada con una caída de las condiciones de vida entre los jornaleros en el noroeste de México. Por ejemplo, autores como Hernández Trujillo (2006) reportan que en 2002, el ingreso del 64,6% de los trabajadores en el municipio de Culiacán, Sinaloa -punto de destino de la migración de la Montaña- era de dos salarios.

Asimismo, distintos autores (Alonso 1997; Obregón, en Alonso 1997) han pre sentado evidencia del déficit en la producción agrícola de maíz para autoconsumo en las comunidades indígenas de la región. Dichos autores han estimado que las familias de la región debían comprar entre mil y 1200 kilogramos de maíz anualmente en los mercados locales para complementar la producción de autoconsumo. Sandro descri be así las dificultades que sorteaban este tipo de familias cuya subsistencia dependía de la agricultura de temporal y el salario como jornalero:

[Migramos] por no tener qué comer, por no tener trabajo. Allá [en la Montaña] solo hay cosecha de temporal, y cuando se acaba el maíz, tenemos que comprarlo, porque no alcanza para todo el tiempo y no hay trabajo. No se puede ganar dinero, no es como en la ciudad, que hay trabajo. No existe trabajo y uno empieza a preocuparse para sobrevivir con su familia. Es una vida más dura (Sandro 2010, entrevista).

En estas condiciones, el cultivo de amapola suplantó el cultivo de maíz.7 Si la des igualdad social abrió los caminos para expulsar miles de migrantes temporales de la Montaña, también abrió los surcos para el cultivo de amapola y satisfacer “la necesi dad” que el maíz y el salario jornalero no podían ofrecer. La economía formal y legal de la cual dependía la supervivencia de un semiproletariado no daba para comer. La incorporación de antiguos jornaleros o campesinos de subsistencia a la ilegalidad -como productores de amapola- era funcional: 1) para reclutar y abastecer de peque ños productores a un creciente mercado de estupefacientes; 2) funcional para obtener la reproducción de una masa de trabajadores indígenas cada vez más empobrecidos y cuya salvación momentánea era su entrada a los surcos de la ilegalidad. Si bien en la literatura sobre el tema en México (Bartra 1974; Paré 1988; Pozas y Horcasitas 1971) la proletarización del campesinado y su descomposición se ha explicado como el pro ducto de la penetración del capital en el campo, en la historia contemporánea de la proletarización de los trabajadores indígenas de la Montaña se observa al Estado des truir, mediante la intervención militar, los cultivos de amapola y con ello las salidas extralegales para escapar de vivir permanentemente de un jornal. Con la destrucción de un cultivo cuya renta permite la permanencia en la región y la reproducción de una fuerza de trabajo que los cultivos comerciales legales no permiten, la interven ción del Estado hizo uso efectivo de sus métodos coercitivos.

Al arrasar los plantíos de amapola en la Montaña y destruir un cultivo altamente rentable, contribuía a plantar y cultivar las semillas de la agricultura comercial inte grando a los trabajadores indígenas como grupo subordinado al mercado global de la agricultura de exportación y la migración transnacional. En esta historia, las nociones de “trabajo libre” y “libre concurrencia de los trabajadores en el mercado” se muestran como una ficción ideológica que encubre la violencia extraeconómica y la coerción del Estado con la que deja a la intemperie al naciente proletariado indígena de la Montaña. La estructura de un modelo de desarrollo agrícola desigual combinado que garantiza el abasto de trabajadores agrícolas y la destrucción en la década de 1990 de las estructuras nacionales y estatales que permitían la reproducción del pequeño campesinado en la región dan forma a la experiencia de clase de miles de trabajadores indígenas que migran temporal o permanentemente de la región como jornaleros o migrantes indocumentados a Estados Unidos.

Un último aspecto en esta historia de proletarización es la discriminación de los trabajadores indígenas que migran dentro y fuera de la región. El abastecimiento permanente de trabajadores indígenas es facilitado por una discriminación que nor maliza y legitima la explotación de los trabajadores indígenas. Esta se expresa tanto en los barrios de Tlapa que se han formado como resultado de la migración indígena de la Montaña, así como a quienes migran cada año al noroeste del país.8 Por ejemplo, la discriminación a la población indígena se expresa desde la nomenclatura usada por los habitantes de Tlapa para referirse peyorativamente al barrio de San Antonio como el barrio de “guancos”; o bien se expresa durante el reclutamiento de trabajadores indígenas de la Montaña, quienes se desplazan a Tlapa para migrar como jornaleros. El testimonio de un migrante en Nueva York y originario de Tlapa describe los gritos que se escuchaban año a año en las calles de su infancia y cuando los enganchadores llegaban al centro de la ciudad para reclutar la mano de obra necesaria para el desa rrollo del agro-exportador: “¿Quieren chambear cabrones?” Era la voz de los engan chadores, una vieja voz de mando en la historia de las relaciones entre la ciudad y la Montaña, la voz de mando sobre aquellos que dependen del jornal para satisfacer “la necesidad”. El retrato del trabajador asalariado indígena de Tlapa una vez “engan chado” para migrar al noroeste de México es, de acuerdo con mis entrevistas, el de hombres y mujeres recibiendo el trato de animales, transportados “como animales”. Familias enteras con niños y ancianos durmiendo en la calle entre la basura y espe rando partir a Sinaloa por “la necesidad”.

Comentarios finales

Aquí se han esbozado algunas etapas y características de la proletarización que prece dió a la formación de un proletariado indígena de la región de la Montaña en Nueva York, como un nuevo segmento del proletariado mexicano en Estados Unidos que proviene de la destrucción de las antiguas relaciones sociales en la región desde la década de 1940, de la disgregación de las estructuras económicas, sociales, culturales y regionales previas. Pero su origen también se encuentra en la descomposición de formas de trabajo asalariadas como jornaleros y que, por sus condiciones de súper explotación, son consideradas por los propios mixtecos en Nueva York como pare cidas al esclavismo (Hernández Corchado 2018). Esta percepción sobre su posición como trabajadores esclavos dentro de los márgenes del Estado nación mexicano abre la posibilidad de analizar lo que Guerrero (1983) ha definido como la posición del indígena y el proletariado indígena como un simple objeto de la historia; es decir, su función dentro de la formación del Estado nación contemporáneo como un recurso para el desarrollo de la agricultura comercial y de exportación en México. Por otra parte, su incorporación como trabajadores asalariados es una expresión del control de las condiciones de reproducción social a las que los grupos étnicos son sometidos. Su proletarización debe ser vista como un proceso económico y político.

Por otro lado, conviene recalcar que su integración en nuevas formas de pro ducción y trabajo como migrantes indocumentados proviene de su integración y descomposición como productores agrícolas para los carteles de la droga en la región y en donde la renta de la tierra proviene de la ilegalidad. Sin embargo, y dicho lo an terior, esto no supone reducir la formación de un proletariado indígena transnacional de la Montaña de Guerrero como resultado de un proceso evolutivo lineal de mer cantilización del trabajo en la región. Al contrario, distintas formas de proletarización en la región coexisten como expresiones de distintas manifestaciones del desarrollo desigual de la acumulación capitalista tanto local, regional, nacional y transnacional.9 Como lo han advertido Kasmir y Carbonella (2008), pensar en términos de tipolo gías reduce la posibilidad de examinar la fluidez de las relaciones y las experiencias de clase, en este caso de la variedad de modalidades (y formaciones) de trabajo asalariado en la Montaña. Así, no podemos contraponer al trabajador agrícola migrante en el noroeste de México con un proletariado indígena transnacional, como categorías opuestas y excluyentes.

Ambos forman parte de la estructura y relaciones de clase de la Montaña. Como parte de este proceso, se producen nuevas jerarquías dentro del proletariado indíge na: ya sea como jornalero, trabajador indocumentado o productor de amapola. El proletariado indígena se reclasifica en función de su total proletarización fuera de la región, o bien por su relación con un segmento del lumpen-criminal y por pasar a la esfera de la ilegalidad como productor de amapola. Surgen nuevas relaciones sociales a partir de las cuales se reclasifican, o categorizan grupos previos, y en donde la for mación de distintos tipos de proletarios y formas de proletarización en la Montaña es el producto de un proceso cíclico y permanente de desposesión.

Si bien ambos tipos de proletariado comparten un origen histórico, geográfico, económico y social, su heterogeneidad como clase es producto de un proceso univer sal de homogeneización y en donde ambos tipos son integrados bajo formas particu lares no solo de comercialización de su fuerza de trabajo, sino de subordinación a las dos respectivas sociedades nacionales a las que se integran como proletarios: México y Estados Unidos. Por otra parte, ambos tipos de proletariado en la región son ex presión de la posición económica y política subordinada de la región de la Montaña como abastecedora de fuerza de trabajo indígena para el sector agroindustrial o el mercado de trabajo migrante indocumentado en Estados Unidos. Su función como una “región de refugio” y por ende como región de emigración -como lo notaban Pozas y Horcasitas (1971) para las regiones densamente pobladas por indígenas- se perpetúa y refuerza más allá de desaparecer. Esto también nos debe llevar a repensar su estudio desde un ángulo que analice sus imbricaciones como parte de un proceso global pero diferenciado y que nos permita superar los particularismos que se mani fiestan en la existencia de dos grandes literaturas sobre el tema: migración indígena jornalera y migración indígena a Estados Unidos.

En este artículo se ha elaborado una aproximación al primer momento en la for mación o nacimiento de un proletariado indígena transnacional de la región de la Montaña y en donde el Estado mexicano, desde la década de 1970, actuó como par tero de un proletariado agrícola migrante al allanar el desarrollo de una agricultura capitalista que promovió la formación de nuevos latifundios y el dominio de una agricultura de exportación integrada en una nueva división global del trabajo (San doval 1982). Las regiones de agricultura de subsistencia -como la Montaña- fueron integradas en esta nueva división del trabajo para el mercado mundial. Es en estos campos para la agricultura de exportación promovida por el Estado donde se encuen tran los orígenes del proletariado indígena en Nueva York.

Examinar la historia de la proletarización indígena de la Montaña debe situarse dentro de un proceso más amplio de reconfiguración de las relaciones y la estruc tura de clase en México. Como ha señalado Sandoval (2007), cuando se analiza la historia de la migración mexicana a Estados Unidos, a menudo se pasa por alto que la migración de millones de trabajadores es el producto de grandes proyectos polí ticos de clase. La migración masiva de pequeños campesinos indígenas de la Mon taña a Nueva York no puede entenderse sin la destrucción de la estructura estatal burocrática para asignar subsidios y créditos a los productores agrícolas entre 1987 y 1993 durante el Gobierno de Francisco Ruíz Massieu (Bartra 2000). A escala nacional, el desmantelamiento del sistema bancario rural, como señaló Binford (2013), significó una reducción en el apoyo técnico y económico del Gobierno a los pequeños productores, lo que a su vez permitió la expansión de la agricultura comercial con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, el crecimiento de las importaciones agrícolas de Estados Unidos y la caída de los precios agrícolas. Con la implementación de políticas de libre mercado, la clase dominante mexicana partía del supuesto que los pequeños campesinos -el semiproletariado indígena- eran un segmento no funcional, o bien, que estos for maban parte de una reserva de mano de obra barata que era posible capitalizar bajo la idea de una complementariedad e integración económica entre México y Estados Unidos, proporcionando trabajadores indocumentados sin derechos políticos ni laborales (Sandoval 2007).

Examinar la historia de este proletariado nos lleva a confrontar críticamente las nociones de desarrollo económico o complementariedad económica, presentadas como categorías científicas y empleadas por la clase dominante mexicana para en tronizar la agricultura comercial de exportación conectada con el mercado global como un modelo de modernización. Desarrollo sostenido en la súper explotación de trabajadores indígenas, cuya “necesidad” ha sido permanentemente insatisfecha durante décadas por medio de lo que Stavenhagen (1970, 246) llamó una “fría e impersonal relación monetaria” en los campos de cultivo. Desde esos campos donde ese proletariado fue forzado a nacer, debemos confrontar teórica y políticamente su historia y sus contradicciones, pues es éste el único camino posible para confrontar nuestro presente.

Bibliografía

Alonso, Matías. 1997. La agricultura indígena en la Montaña de Guerrero. México: Plaza y Valdés. [ Links ]

Barrón Pérez, María Antonieta. 2006. “Jornada de trabajo, ahorro y remesas de los jornaleros agrícolas migrantes en las diversas regiones hortícolas de México, Ca nadá y España”. Análisis Económico 21 (46): 95-116. [ Links ]

Bartra, Armando. 2000. Crónicas del sur. Utopías campesinas en Guerrero. México: ERA. [ Links ]

Bartra, Roger. 1974. “Estructura agraria y clases sociales en México”. México: ERA / Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. [ Links ]

Bate, Luis. 1984. Cultura, clases y cuestión étnica nacional. México: Juan Pablos. [ Links ]

Binford, Leigh. 2013. Tomorrow We’re All Going to the Harvest. Austin: University of Texas Press. [ Links ]

Binford, Leigh. 1996. The Mozote Massacre: Anthropology and Human Rights. Tucson: University of Arizona Press. [ Links ]

Canabal, Beatriz. 2008. Hacia todos los lugares… Migración jornalera indígena de la Montaña de Guerrero. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimil co / Secretaría de Asuntos Indígenas del Gobierno de Guerrero / Universidad Intercultural de los Pueblos del Sur / Centro de Investigaciones y Estudios Supe riores en Antropología Social. [ Links ]

Canabal, Beatriz, ed. 2001. Los caminos de la Montaña. Formas de reproducción social en la Montaña de Guerrero. México: Universidad Autónoma Metropolitana / Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social / Miguel Ángel Porrúa. [ Links ]

CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social). 2010. Pobreza a nivel de municipio 2010. Acceso el 14 de julio de 2010. http://www.coneval.gob.mx/Medicion/Paginas/Medición/Medicion-de-la-pobreza-municipal-2010.AspxLinks ]

CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social). 2005. Mapas de pobreza por ingresos y rezago social. México: CONEVAL. [ Links ]

Dehouve, Daniele. 1976. El tequio de los santos y la competencia entre los mercaderes. México: Instituto Nacional Indigenista. [ Links ]

Fabila, Alfonso. 1991. “El problema de la emigración de obreros y campesinos mexi canos”. En Migración México-Estados Unidos. Años veinte, editado por Jorge Du rand, 35-64. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. [ Links ]

Fabila, Alonso y César Tejeda. 1955. Manuscrito: problemas de los indios nahuas, mix tecos y tlapanecos de la Sierra Madre del Sur en el estado de Guerrero. México. [ Links ]

Flores, José Joaquín. 2001. “Espacialidad social y lucha por los poderes locales en la Montaña de Guerrero”. En Los caminos de la Montaña. Formas de reproducción social en la Montaña de Guerrero, coordinado por Beatriz Canabal, 123-156. Mé xico: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social / Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco / Miguel Ángel Porrúa. [ Links ]

Fox, Jonathan y Gaspar Rivera-Salgado. 2004. Indigenous Mexican Migrants in the United States. San Diego: Center for US-Mexican Studies / Center for Comparative Immigration Studies. [ Links ]

García, Mario. 1994. Memories of Chicano History. The Life and Narrative of Bert Corona. Berkeley: University of California Press. [ Links ]

Guerrero, Francisco Javier. 1983. “El anticapitalismo reaccionario en la antropolo gía”. Nueva Antropología 5 (20): 31-51. [ Links ]

Gutiérrez, Maribel. 1998. Violencia en Guerrero. México: La Jornada Ediciones. [ Links ]

Hernández Corchado, Rodolfo. 2018. “From the Montaña to the City: A History of Proletarianization of Mixteco Indigenous from Guerrero, Mexico in New York City”. Dialectical Anthropology 42 (2): 179-191. [ Links ]

Hernández Corchado, Rodolfo. 2014. “My People is a People on Its Knees. Mexican Labor Migration From the Montaña Region and the Formation of a Working Class in New York City”. Tesis doctoral en el Departamento de Antropología. Nueva York: Graduate Center of the City University of New York. [ Links ]

Hernández Trujillo, José Manuel. 2006. “De la miseria a la pobreza” (análisis de las migraciones internas indígenas en México). Análisis Económico 21 (46): 209-235. [ Links ]

Hewitt, Cynthia. 1988. Imágenes del campo: la interpretación del México rural. Méxi co: El Colegio de México. [ Links ]

Kasmir, Sharryn y August Carbonella. 2008. “Dispossession and the Anthropology of Labor”. Critique of Anthropology 28 (1): 5-25. [ Links ]

Kearney, Michael y Carole Nagengast. 1989. Anthropological Perspectives on Transna tional Communities in Rural California. Davis: Working Group on Farm Labor and Rural Poverty, California Institute for Rural Studies. [ Links ]

Paré, Luisa. 1991. “El debate sobre el problema agrario en los setenta y ochenta”. Nueva Antropología 11 (39): 9-26. [ Links ]

Paré, Luisa. 1988. El proletariado agrícola en México. ¿Campesinos sin tierra o proletarios agrícolas? México: Siglo XXI. [ Links ]

París, Dolores. 2008. “Estratificación laboral, migración transnacional y etnicidad”. En Migración, fronteras e identidades étnicas transnacionales, editado por Laura Ve lasco, 234-266. México: El Colegio de la Frontera Norte / Miguel Ángel Porrúa. [ Links ]

Pozas, Ricardo e Isabel Horcasitas. 1971. Los indios en las clases sociales de México. México: Siglo XXI . [ Links ]

PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). 2005. Informe sobre desarrollo humano de los pueblos indígenas en México. El reto de la desigualdad de oportunidades. México: PNUD. [ Links ]

Rangel Lozano, Claudia. 2001. En nuestro pueblo no mandan ustedes, manda el pueblo. Disidencia, cambio religioso y conflicto en la Montaña de Guerrero. México: Universidad Autónoma de Guerrero / Plaza y Valdés. [ Links ]

Roseberry, William. 1983. “From Peasant Studies to Proletarianization Studies”. Studies in Comparative International Development 18 (1-2): 69-89. [ Links ]

Sánchez Saldaña, Kim. 2001. “Acerca de enganchadores, cabos, capitanes y otros agentes de intermediación laboral en la agricultura”. Estudios Agrarios 7 (17): 61- 104. [ Links ]

Sánchez Serrano, Evangelina. 2001. “Los espacios territoriales en la Montaña de Guerrero”. En Los caminos de la Montaña. Formas de reproducción social en la Montaña de Guerrero, editado por Beatriz Canabal, 157-196. México: Universidad Autónoma Metropolitana / Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social / Miguel Ángel Porrúa. [ Links ]

Sandoval, Juan Manuel. 2007. Manuscrito: las políticas neoliberales del Gobierno mexicano para la migración laboral en el marco del Tratado de Libre Comercio en América del Norte: 1994-2006. México: Dirección de Etnología y Antropología Social / Instituto Nacional de Antropología e Historia. [ Links ]

Sandoval, Juan Manuel. 1982. “The Development of Capitalism in Mexican Agriculture. Its Impact on the Humid Tropics: The Case of the Yohaltun Project in the Southeastern State of Campeche, Mexico”. Tesis doctoral en el Departamento de Antropología. Los Ángeles: University of California. [ Links ]

Sierra, Teresa y Orlando Aragón. 2013. “Los pueblos indígenas y los desafíos del derecho en contextos neoliberales: entre el uso estratégico, el despojo y la crimi nalización”. Revista de Estudos & Pesquisas Sobre as Américas 7 (2): 3-10. [ Links ]

Stavenhagen, Rodolfo, ed. 1970. Agrarian Problems and Peasant Movements in Latin America. Nueva York: Anchor Books. [ Links ]

Stephen, Lynn. 2007. Transborder Lives. Indigenous Oaxacans in Mexico, California, and Oregon. Durham: Duke University Press. [ Links ]

Velasco, Laura. 2008. “La subversión de la dicotomía indígena-mestizo: identidades indígenas y migración hacia la frontera México-Estados Unidos”. En Migración, fronteras e identidades étnicas transnacionales, editado por Laura Velasco, 141-167. México: El Colegio de la Frontera Norte / Miguel Ángel Porrúa. [ Links ]

Velasco, Laura. 2002. El regreso de la comunidad: migración indígena y agentes étnicos. Los mixtecos en la frontera México-Estados Unidos. México: El Colegio de México / El Colegio de la Frontera Norte. [ Links ]

Villela, Samuel. 2011. “De la Montaña a Manhattan: procesos migratorios en la mixteca nahua tlapaneca de Guerrero”. En Movilidad migratoria de la población indígena de México 1. Las comunidades multilocales y los nuevos espacios de interac ción social, editado por Margarita Nolasco y Miguel Rubio, 189-264. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia. [ Links ]

Weber, Devra. 2008. “Un pasado no visto: perspectivas históricas sobre la migración binacional de pueblos indígenas”. En Migración, fronteras e identidades étnicas transnacionales, editado por Laura Velasco, 119-140. México: El Colegio de la Frontera Norte / Miguel Ángel Porrúa. [ Links ]

Entrevista a Amelia, migrante mixteca originaria del municipio de Alcozauca, 2010. [ Links ]

Entrevista a Othón, migrante mixteco originario del municipio de Alcozauca, 2010. [ Links ]

Entrevista a Sandro, migrante mixteco originario del municipio de Alcozauca, 2010. [ Links ]

* Agradezco a los dos lectores anónimos que con sus comentarios me ayudaron a repensar este artículo.

1La región de la Montaña es una de las siete regiones económicas en Guerrero: Costa Grande; Costa Chica; Acapulco; Zona Centro; Zona Norte, y Tierra Caliente. Los 19 municipios que la conforman son: Alcozauca; Alpoyeca; Atlajamalcingo del Monte; Atlixtac; Copanatoyac; Cualác; Huamuxtitlán; Malinaltepec; Metlatónoc; Olinalá; Tlacoapa; Tlalixtaquilla de Maldonado; Tlapa; Xalpatlá huac; Xochihuehuetlán; Zapotitlán Tablas; Acatepec; Cochoapa el Grande, e Iliatenco.

2Como producto de esa investigación etnográfica en la región, Fabila y Tejeda redactaron, en 1995, el Manuscrito: problemas de los indios nahuas, mixtecos y tlapanecos de la Sierra Madre del sur en el estado de Guerrero.

3Para 2005, la población de la región era de 319 393 (10,2% de la población del estado). La Montaña es una región predominante mente rural (281 418 habitantes viven en zonas rurales) y la ciudad de Tlapa de Comonfort, con 37 975 habitantes, registraba la única población urbana en la región (CONEVAL 2010).

4Esta dependencia también adquiría una expresión racial, el dominio de los comerciantes españoles y mestizos de Tlapa y la subordi nación de indígenas mixtecos, nahuas y tlapanecos. Los primeros actuando como intermediarios entre la Montaña indígena y el país (Dehouve 1976).

5La historia de la penetración del cultivo de amapola en la Montaña en el contexto de la proletarización a Nueva York la examino en Hernández Corchado 2014 y 2018.

6En 1999, el Ejército mexicano destruyó aproximadamente 7681 hectáreas de amapola en Guerrero. Un año antes, en 1998, el 48% de todos los sembradíos de amapola destruidos por el Ejército se encontraban en Guerrero, siendo el estado el principal productor de amapola de México con el 30% de la producción nacional. Para destruir las zonas de cultivo, la Secretaría de la Defensa desplegó per manentemente 3 mil soldados. Una de las consecuencias del despliegue del Ejército fueron las acusaciones en su contra por violaciones a los derechos humanos (Gutiérrez 1998).

7De acuerdo con Rangel Lozano (2001), el precio del kilo de amapola puede variar por zona en la Montaña. Por ejemplo, en Malinal tepec se llega a vender en 20 mil pesos, mientras que en Metlatónoc alcanza entre 4 y 5 mil pesos.

8 Canabal (2001) señala que los habitantes de la región utilizan una variedad de frases como marcadores geográficos, económicos y raciales. Por ejemplo, la Montaña es el lugar de la “población empobrecida” o donde habitan los marginados, los indios.

9Siguiendo la discusión de Roseberry (1983) al tratar el problema de la proletarización y la diferenciación entre campesino y proletario, pensar en una tipología del proletariado en la región puede llevar a simplificar la complejidad del proceso si pensamos que incluso den tro de una misma unidad doméstica coexisten individuos que trabajan como jornaleros en el noroeste de México, junto con migrantes indocumentados en Nueva York.

Recibido: 14 de Mayo de 2018; Aprobado: 24 de Octubre de 2018

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons