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Íconos. Revista de Ciencias Sociales

versión On-line ISSN 1390-8065versión impresa ISSN 1390-1249

Íconos  no.60 Quito ene./abr. 2018

https://doi.org/10.17141/iconos.60.2018.2896 

RESEÑA

Foucault, lector de Nietzsche

Alejandro Obregón Hilario** 

1* Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú

Cortez Jiménez, David. Foucault, lector de Nietzsche. Quito: FLACSO Ecuador, 2015. 258p. 1


En el presente libro, David Cortez Jiménez analiza la manera en la que Michel Foucault recurre a Friedrich Nietzsche sosteniendo como tesis principal que ambos pensadores se enmarcan dentro de la tradición crítica de la Ilustración y que la obra de Foucault es una “historia de pensamiento crítico”. Convencido que ambos apuestan por una construcción histórica de subjetividades libres, Cortez plantea como estrategia metodológica reconstruir el “debate acerca de la subjetividad y la verdad en la perspectiva de ambos autores desde los conceptos de arqueología, genealogía y subjetivación elaborados por el segundo [Nietzsche]” (p. 1).

La arqueología, afirma Cortez Jiménez, es un tipo de investigación inspirada en Nietzsche (p. 3). Contra las modernas filosofías de la conciencia, el autor pretende desmontar el sujeto fundante y justificador de estas filosofías. Para Foucault, el anuncio de Zaratustra sobre la muerte de Dios conlleva otro acontecimiento en clave nihilista: la muerte del sujeto. Como bien lo indica Cortez Jiménez, no se trata de la eliminación histórica del hombre, sino del “cuestionamiento del tipo de verdad y conocimiento propio de la modernidad que fijó los rasgos de humanidad según los patrones de la tradición cristiano-platónica” (p. 4).

Este método se caracteriza por descubrir la presencia de las discontinuidades en las pequeñas historias, en lugar de la búsqueda de una teleología del sentido. En este punto, se observa un distanciamiento con el historicismo. Aparte de las tesis histórico-filosóficas de Hegel, Cortez señala la influencia de Platón en la tradición que concibe la historia como recuerdo; es decir, “como aquello que de una u otra manera pretende sustraerse al movimiento histórico” (p. 4).

Asimismo, la perspectiva de la arqueología mira con desconfianza la referencia de las ciencias humanas a un sujeto fundante. Por ende, Foucault retoma la crítica de Nietzsche a la dicotomía del saber moderno y que reside en la relación sujeto-objeto. El autor de Vigilar y castigar2 desea mostrar las limitaciones de la lógica circular en donde el sujeto se conoce a sí mismo basando su saber en sí. Esta perspectiva dialéctica “tendrá influencia en el idealismo decimonónico y, de la misma manera, con el marxismo, la fenomenología y sus combinaciones contemporáneas” (p. 4).

Si la arqueología se caracteriza por su carácter descriptivo liberada de toda consideración antropológica, la genealogía se caracteriza por explicar aquello que la primera solo puede describir. Esto se debe a que la genealogía recurre al concepto de poder desarrollado por Foucault y que debe mucho a Nietzsche. Cortez Jiménez afirma que hay tres tesis del autor de Así hablo Zaratustra3 que “permean el concepto de poder de Foucault: por una parte, la voluntad de poder (…); por otro lado, la perspectiva nietzscheana de la voluntad de verdad y, finalmente, la perspectiva histórico-metódica de la genealogía” (p. 5). Visto desde este punto, podemos decir que Foucault continúa el proyecto de Nietzsche: la producción de verdad como proceso histórico y vinculado directamente tanto al poder como a sus mecanismos.

Ambas perspectivas de análisis, señala el autor, “nos aproximan a una dimensión de la subjetividad, pero sin que sea abordado el tema de la representación de la propia subjetividad” (p. 7). Aquí aparece el término subjetivación, empleado para la “explicación genealógica de las condiciones de poder, que hicieron posible el surgimiento de discursos de verdad sobre el sí mismo (p. 7). Ahora, en estas investigaciones realizadas por Foucault en el análisis de la constitución de los discursos sobre sí mismo, podemos notar la presencia de Nietzsche.

Según Cortez Jiménez, en primer lugar existe una correspondencia entre estas investigaciones y la perspectiva genealógica, ya que ambas tratan sobre la historia efectiva de la moral occidental. Esta investigación también conlleva responder a la pregunta sobre quiénes somos en realidad, debido a que “la tradición cristiano-platónica subordinó la pregunta por el hombre a otras explicaciones” (p. 8). Pero no se trata solo de una investigación que muestra el rol histórico del platonismo y el cristianismo en la elaboración de los discursos de verdad sobre sí mismo; se trata también de asumir el “proyecto de creación de un individuo soberano y del superhombre” (p. 9). De esta manera, el tema de la constitución del sí mismo en el ejercicio de su libertad, planteado por Nietzsche, será retomado por Foucault en la estética de la existencia.

Al final de la introducción, el autor hace explícita la presencia de Nietzsche en la obra de Foucault desde tres puntos de vista. Primero, Nietzsche critica una concepción de verdad que tiene sus raíces en Platón. Foucault retoma esta crítica y la articula en la forma de una crítica histórica que debate con las formas de humanismo acuñadas por el racionalismo y el idealismo, tributarias del legado cristiano-platónico. En segundo lugar, según el autor, “dicha crítica histórica sobre el carácter de la verdad y del conocimiento de la modernidad es impulsada inicialmente por Nietzsche con el instrumental teórico que le ofrece la arqueología y reaparece, más tarde, en las herramientas de análisis que Foucault pone en juego, para debatir con las corrientes de su época” (p. 9). Finalmente, y la más importante a mi parecer, la tesis de que tanto en Nietzsche como Foucault no se trata de un antimodernismo; esto debido a que la crítica de ambos va dirigida a cierta tradición moderna de la subjetividad.

La estructura de Foucault, lector de Nietzsche comprende dos partes. En la primera, se analiza la perspectiva foucaultiana en torno a la función autor, obra y lector; asimismo, se reconstruye una línea de lecturas sobre Nietzsche en Alemania y Francia. En “Autor, obra y lector” (p. 15-28), Cortez Jiménez analiza la función autor desde la tesis sobre la muerte del autor. Asimismo señala las principales influencias en Foucault en el campo de la lingüística, así como las divergencias del pensador francés con algunos contemporáneos suyos, especialmente con Jean Paul Sartre. “Nietzsche en Alemania y Foucault” (p. 31-47) y “Nietzsche en Francia y Foucault” (p. 47-67) abordan las lecturas que tienen diversos contemporáneos de Foucault sobre Nietzsche. Entre ellos están Martin Heidegger, Max Horkheimer, Theodor Adorno y Jürgen Habermas. Lo mismo para el país natal de Foucault. Aparecen las figuras de Georges Bataille, Maurice lanchot, Pierre Klossowski, Gilles Deleuze y Jacques Derrida. Esta parte culmina con un análisis de la relación Nietzsche-Foucault con el programa ilustrado que proyecta individuos como sujetos libres.

En la segunda parte, el autor analiza cronológicamente las obras de Foucault para acercarse a la presencia de Nietzsche en ellas; finaliza esta parte con un análisis del concepto “biopolítica” en Nietzsche y Foucault desde las lecciones que brindó este último. ¿Cómo recurre Foucault a la obra de Nietzsche? Lo hace resumiendo su trabajo como una Historia crítica del pensamiento; se trata de un análisis de las condiciones en las que se han formado o modificado ciertas relaciones entre el sujeto y el objeto.4 Cortez ve bien el papel que toma la crítica de la finitud en Foucault, quien -sirviéndose de Kant y Nietzsche- se enmarca dentro de cierta tradición moderna. Esta labor está presente desde los primeros escritos; por ejemplo, en Una lectura de Kant5 que Foucault realizó como complemento de su tesis doctoral.

Por otra parte, en Las palabras y las cosas,6 Foucault analiza la triple raíz de la finitud: la vida, el trabajo y el lenguaje. Éstas han producido el surgimiento del ser humano como soberano y finito del saber moderno. La reflexión kantiana como “analítica de la finitud” se presenta nuevamente en la obra en tanto que estudio de la sujeción del sujeto por aquellos tres semitrascendentales mencionados.7 Sin embargo, es Nietzsche el encargado de “despertar” a Foucault, ya no de un dogmatismo, sino de un sueño antropológico.

Efectivamente Foucault se desagrega del humanismo y sus consecuencias. Si en la Ilustración de la época de Kant veíamos ciertas ambigüedades entre Aufklarung8 con las tendencias humanistas, se trata ahora de oponer la ontología del presente contra el humanismo. El motivo, bien lo señala Cortez: una limitación del problema de la libertad a una determinada concepción del sujeto; lo que conlleva renunciar a la ontología del presente como la búsqueda permanente de posibilidades históricas de construcción de libertad (p. 73).

En esta crítica al humanismo, Foucault encuentra su alianza definitiva con Nietzsche. Según Cortez, el autor plantea su ontología del presente como un ejercicio de genealogía que toma de Nietzsche. Esta ontología no será trascendental ni buscará la constitución de una metafísica; sino que, en tanto genealógica, será la construcción permanente del sujeto como ser histórico libre. Foucault ha optado, como señala él mismo, por una línea de la tradición inaugurada por Kant que se diferencia a la optada como filosofía analítica de la verdad en general. En conclusión, el pensador francés sigue la línea de la ontología crítica inaugurada por Kant en sus obras menores, no sin antes radicalizarlas desde el pensamiento de Nietzsche.

En el capítulo “Biopolítica en Nietzsche y Foucault”, el autor da crédito a otros estudiosos de la relación Nietzsche-Foucault que se han cuestionado por ejemplo: el impasse de la analítica del poder y el replanteamiento de la “hipótesis Nietzsche” (Lemke); entre otras lecturas como las de Castro-Gómez, y Hardt y Negri. Por ende, Cortez Jiménez no problematiza en el libro sobre estas cuestiones ya abordadas.9 No obstante, se apoya en la propuesta de Roberto Esposito para mostrar el vínculo entre vida y poder con la relación Nietzsche-Foucault. Por otra parte, no deja de ser interesante el recurso a Nietzsche en el análisis del cristianismo y la instauración del “poder pastoral”. Sabiendo Foucault que debía ir más allá del modelo bélico, su deuda con Nietzsche no deja de percibirse en la “analítica de la gubernamentalidad”.

El libro finaliza presentando dos anexos. El primero, titulado “Revisión de la literatura”, es una exposición de la bibliografía secundaria sobre Nietzsche y Foucault. El segundo, titulado “Nietzsche, Francia y la latinidad”, presenta los textos de Nietzsche con la finalidad de situarlo fuera de las representaciones nacionalistas de cultura. En conclusión, el libro muestra que Foucault recurre diferenciadamente a las tesis de Nietzsche. Como el primero dijo alguna vez: yo a las gentes que amo, las incorporo. Se trata justamente de eso, de deformar el pensamiento de Nietzsche. Por eso, Cortez Jiménez concluye que este recurso no es posible identificar en la obra de Nietzsche como una sola tesis ni como un grupo de ellas. Se “podría hablar de una perspectiva que en las obras de Foucault aparece como un recurso a Nietzsche para la elaboración de tesis propias” (p. 217-218).

1Agradezco a Joel Rojas Huaynates, amigo y estudiante de la Maestría en Filosofía y Pensamiento Social de FLACSO Ecuador por hacer posible la obtención del libro reseñado.

2Michel Foucault. 2012. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Madrid: Biblioteca Nueva.

3Friedrich Nietzsche. 1995. Así habló Zaratustra: un libro para todos y para nadie. Madrid: Alianza.

4Michel Foucault. 1984. “Foucault”. En Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales. Barcelona: Paidós, 363-368.

5Michael Foucault. 2009. Una lectura de Kant: introducción a la antropología en sentido pragmático. Buenos Aires: Siglo XXI.

6Michel Foucault. 1978. Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. México: Siglo XXI.

7Julián Sauquillo. 2001. Para leer a Foucault. Madrid: Alianza, 48.

8Ilustración.

9En vano es demeritar o criticar el trabajo de Cortez Jiménez tras la ausencia de estos abordajes.

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