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Íconos. Revista de Ciencias Sociales

versión On-line ISSN 1390-8065versión impresa ISSN 1390-1249

Íconos  no.60 Quito ene./abr. 2018

https://doi.org/10.17141/iconos.60.2018.2711 

RESEÑA

El tren de Lenin. Los orígenes de la revolución rusa

Óscar Murillo Ramírez** 

1* Universidad Nacional de Colombia

Merridale, Catherine. El tren de Lenin. Los orígenes de la revolución rusa. Barcelona: Crítica, 2017. 349p.


Aquel lunes 3 de abril de 1917, día de Pascua en la Rusia ortodoxa, Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) era esperado en la estación de Finlandia de Petrogrado -hoy San Petersburgo- por un numeroso grupo de seguidores activados para la recepción por los comités bolcheviques en las fábricas, los marineros de Kronstadt y hasta una banda militar. Todo un escenario dispuesto para contrarrestar las versiones que señalaban al líder en el exilio como un auxiliador de la causa alemana en la Gran Guerra Mundial iniciada en 1914.

Para entonces, la Rusia zarista había llegado a su fin y Alemania promovía movimientos insurgentes para desestabilizar a franceses e ingleses. El propósito de la historiadora Catherine Merridale es reconstruir el viaje realizado por Lenin desde Zúrich con la precisión propia de los archivos que reposan en museos ferroviarios y las rutas realmente existentes para 1917, así como problematizar las versiones oficiales creadas años después de aquel “viaje que cambió el mundo”. La autora desarrolla en 11 capítulos desde las variables propias de la situación europea y rusa de aquellos años, la experiencia de Lenin al frente del grupo que retornó del exilio, hasta la suerte que corrieron sus compañeros de viaje años después de alcanzado el poder por los bolcheviques.

El período 1916-1917 se caracterizó por tener el invierno más fuerte desde el inicio de la guerra y extender la penuria obrera para la consecución de productos básicos. El efecto, un rechazo general a la emperatriz y la participación rusa en la Triple Entente,1 con el consecuente aumento de las protestas que transitaban de las reivindicaciones económicas a las políticas. A esto se sumó una debilidad del régimen zarista que devino de la parálisis institucional ocasionada por el propio zar Nicolás II, ante rumores de conspiración interna y una carencia de servicios secretos unificados. La consecuencia: élites dividas entre un pequeño grupo cortesano en el poder y una gran mayoría que entre el radicalismo y la reacción se oponía. La inviabilidad del régimen zarista es lo que se delimita como cuadro de conjunto en el capítulo primero.

Ante la incapacidad de infiltrar el oriente europeo tras su expulsión diplomática, la estrategia desplegada por Alemania fue alentar descontentos sociales a nivel nacional. El factor externo de la guerra para Rusia se encuentra contenido en un capítulo que precisa el papel germano en el marco de las acciones bolcheviques para el retorno de Lenin. Para marzo de 1915, los alemanes decidieron apoyar la iniciativa propuesta por Parvus (Alexandr Lázarevich, 1869-1924), editor de Iskra,2 de unificar la oposición rusa en el exilio, algo que no logró nunca dadas las diferencias existentes en el movimiento socialdemócrata ruso desde 1903.

Aunque el trabajo de Merridale es rico en fuentes diplomáticas y memorias de los personajes que vivieron de primera mano el período 1915-1917, una característica notable del texto es el bajo tono de la propia voz del exiliado que lideró el retorno a Rusia. Es un trabajo sobre el viaje de Lenin en el que él mismo tiene pocas apariciones directas. Justamente la relación entre Lenin y Parvus podría haberse desplegado un tanto más, considerando que el primero concebía al segundo como un “(…) renegado que lame la bota de Hindenburg”3 desde 1915 y que, en consecuencia, “(…) no cabe en absoluto hablar de relaciones políticas o de cualquiera otra índole entre Parvus y nosotros”.4 Esto hacía prácticamente imposible la unificación opositora.

Esta condición precisamente se desarrolla en los capítulos subsiguientes. Aquellos años fueron de una intensa e implacable lucha ideológica, en particular frente a la actitud sobre la guerra en el seno de la Segunda Internacional,5 la cual transitó del rechazo a cualquier guerra de tipo anexionista en el Congreso de Stuttgart en 1907 al patriotismo desatado una vez iniciada la confrontación en 1914. Al pacifismo de la izquierda europea que se oponía a la guerra o el “defensismo revolucionario” que rechazaba la guerra anexionista pero validaba la defensa ante el ataque alemán y el “socialchovinismo” que consideraba legítima la defensa de la patria, Lenin opuso desde 1914 la necesidad de transformar “(…) la actual guerra imperialista en guerra civil”,6 dado el carácter de la primera que, en su criterio, constituía una “(…) guerra por el reparto del mundo, por la partición y el nuevo reparto de las colonias, de las “esferas de influencia” del capital financiero”.7

El trabajo de Merridale señala las dificultades que enfrentó Lenin por aquellos años dada la creciente desconexión práctica con la militancia bolchevique, el cierre de Pravda8 y múltiples detenciones y exilios. No obstante, sin la dirección bolchevique, se produjo la revolución que inició el 27 de febrero de 1917 con la sublevación de los soldados que se negaron a enfrentar por la fuerza las movilizaciones populares y obreras, así como la instalación del Sóviet de Petrogrado, una forma de poder creada durante la revolución de 1905 que constituía un consejo de diputados obreros elegidos entre las bases. El creciente descontento, tanto popular como de una parte importante de las élites, devino en el acuerdo entre la Duma y el Sóviet9 para la instalación de un gobierno provisional, lo cual se produjo el 2 de marzo de 1917 y cuyo carácter sería transitorio en tanto se convocaba la elección de una asamblea constituyente.

Una de las particularidades de la Revolución de febrero-marzo de 1917 fue el surgimiento de un poder dual. De una parte se encontraba el gobierno provisional con el control formal de las instituciones y la burocracia y, de otra, el Sóviet de diputados obreros y soldados que “(…) disfruta de todos los elementos esenciales del poder efectivo, pues las tropas, los ferrocarriles, el correo y el telégrafo están en sus manos”, señalaba el entonces ministro de guerra Aleksandr Guchkov (p. 136). Para Lenin, ésta era la peculiaridad más significativa de la revolución rusa de febrero-marzo, de la cual se derivaba la táctica política a seguir. En su lectura, el Sóviet constituía un tipo de poder similar al de la Comuna de París,10 cuyas particularidades eran la iniciativa o conquista directa del poder por las masas, la sustitución de la Policía y el Ejército por una fuerza armada popular y una burocracia desbordada por la acción directa del pueblo.11

La existencia del Sóviet desató, no obstante, contradicciones en el seno del movimiento revolucionario y exiliado ruso. De una parte había quienes consideraban los hechos de febrero-marzo como el inicio de una revolución democrático-burguesa y, en consecuencia, no apta para avanzar hacia el socialismo de lo cual se desprendía la defensa de la legalidad y apoyo al gobierno provisional por parte del Sóviet. En otra orilla, bajo la dirección de Lenin, defendían el carácter revolucionario de este órgano de poder. En la argumentación de Merridale, esta concepción del Sóviet es lo novedoso de Lenin.

Visto así, la capacidad de Lenin no residió tanto en indicar la justeza del llamado bolche-vique12 “Pan, paz, tierra” -consigna ya incorporada en este aparataje ideológico-, como en asumir el liderazgo político en un período en el que se carecía de éste y en sintetizar la acción política en la consigna: “Todo el poder a los Sóviets”. Justamente esa ausencia de liderazgo es lo que la autora analiza en el capítulo siete. El problema, para entonces, residía en dos factores: de una parte, el Sóviet no era de mayoría bolchevique y ello se tradujo en la aprobación de una resolución que llamaba a una paz sin anexiones ni indemnizaciones y no a una guerra civil como prefería Lenin y; de otra parte, una ausencia de criterio unificado entre los mismos bolcheviques que se expresaba en opiniones dispersas y sin línea unificada en el periódico Pravda.

Merridale de manera narrativa y analítica describe los principales acontecimientos durante el viaje de Lenin y los avatares tanto políticos como anecdóticos propios del recorrido en los capítulos octavo y noveno. En esa reconstrucción, la autora hace la pesquisa sobre aquellos aspectos que, tal como se señaló al inicio, hicieron de Lenin un líder considerado espía alemán por el gobierno provisional. En regla, éste buscó deslindar campos de manera permanente: aunque se benefició del interés alemán por desestabilizar al régimen ruso y, en consecuencia, alejarlo como un actor de la Gran Guerra, siempre denunció su rol imperialista y lo poco benéfico que resultaba para éstos una revolución de carácter proletaria y campesina que podría extenderse por toda Europa.

El 4 de abril en Kshesinskaya,13 el discurso pronunciado por Lenin decantaba las tesis y su método basado en el análisis de clase sobre la guerra y la revolución: no apoyo al gobierno provisional ni coalición con facciones de la socialdemocracia, carácter imperialista de la guerra y, por sobre todo, definición de la singularidad histórica del momento que suponía el paso de la revolución democrático-burguesa a una de tipo proletaria y campesina que se resolvería a través de una guerra civil que acabaría con el doble poder y daría la conducción del Estado tipo comuna que concebía Lenin a los Sóviets.14

El éxito de Lenin, señala la autora, radicó en una férrea voluntad para defender sus ideas, las cuales tuvieron eco entre los sectores más populares. Las masas se levantaron en febrero para hacer una revolución por paz, empleo y pan, lo que una vez desaparecido el régimen zarista, y ante cierto margen de libertad política, tomó el primer lugar en las reivindicaciones generales agudizadas por la persistencia de la crisis. A esto se sumó la “nota diplomática” a través de la cual el ministro de Relaciones Exteriores Miliukov revivió la guerra anexionista desatando la desconfianza sobre el Consejo de Ministros, junto con la realización de la VII Conferencia del POSDR en la cual las tesis de Lenin ganaron terreno, saliendo aprobadas gran parte de estas.

Los dos capítulos finales se dedican a las investigaciones para detener a Lenin por considerarlo espía alemán y lo que sería el futuro de los compañeros de viaje una vez alcanzado el poder a finales de 1917. Para agosto de ese año, el Ministerio Público declaró a Lenin y Zinóviev culpables de espionaje al servicio de la causa alemana, lo que se sumaba a las redadas realizadas de Pravda para capturar a Trostky y al propio Lenin, quien ya había huido con rumbo a Finlandia desde el 10 de julio al considerar que “(…) en el momento actual no hay garantía alguna de justicia en Rusia [en donde] es imposible hablar hoy de legalidad alguna”.15

Para entonces, la condición de judío, refugiado o disidente político eran fácilmente asociadas con espionaje, de acuerdo con lo expuesto por Merridale. En 1956, George Kennan16 publicó un artículo en el cual sostenía que la documentación usada por Edgar Sisson,17 quien compró información durante los años de la revolución, era falsa. En este debate, la autora prefiere inclinarse por la tesis de Kennan dada la experiencia diplomática de éste y la baja probabilidad de que temas tan sensibles como la financiación de conspiraciones en el extranjero se registraran a través de documentación pública, aunque reconoce que el viaje emprendido por Lenin en aquel tren sellado fue una especie de “gana-gana”: neutralizar a Rusia antes de que el régimen propuesto por Lenin sea viable, lo cual era el objetivo de los alemanes. Aspecto que Lenin supo capitalizar a su favor para retornar del exilio y convertir el bolchevismo en una alternativa para la toma revolucionaria del poder político.

Una lectura posible que se desprende del análisis de aquellos años, aunque ello no se encuentre señalado por la autora, indicaría que el éxito de Lenin radicó en la acertada adecuación a las contingencias propias de los acontecimientos que marcaron los años 1914-1917. Ello se explica porque la táctica política estuvo definida por la “(…) única base sólida que ha de tener: los hechos”,18 antes que en preceptos teóricos generales, aun cuando él siempre tuviera un filtro de clases sociales para la realización de sus análisis, condición clave que permitió a Lenin asumir el liderazgo en un período tan convulso. La traducción del texto de Catherine Merridale (Lenin on the Train 2016), en el centenario de la Revolución rusa de 1917, constituye un aporte valioso para el público hispanohablante, lo cual permite matizar las versiones oficiales y ampliar la comprensión del lugar histórico de este viaje trascendental en tiempos de la Gran Guerra.

1Pacto firmado en 1907, el cual estuvo conformado por la alianza franco-rusa, la Entente Cordiale franco-británica de 1904 y el acuerdo ruso-británico de 1907.

2Iskra fue un periódico político de los emigrantes socialistas de Rusia. La primera edición fue publicada en Leipzig (Alemania) en 1900. Otras ediciones fueron publicadas en Múnich (Alemania), Londres (Reino Unido) y Ginebra (Suiza).

3Paul von Hindenburg fue un militar, estadista y político alemán que dirigió en gran parte la política de Alemania durante la segunda mitad de la Primera Guerra Mundial y ejerció como presidente de Alemania desde 1925 hasta su muerte en 1934.

4V. I. Lenin. 1981. “Carta a la redacción de Novaya Zhizn”. Obras escogidas 2. Moscú: Progreso, 198.

5La Segunda Internacional fue una organización formada en 1889 por los partidos socialistas y laboristas que deseaban coordinar su actividad.

6V. I. Lenin. 1981. “La guerra y la socialdemocracia de Rusia”. Obras escogidas 1. Moscú: Progreso, 667.

7V. I. Lenin. 1972. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Pekín: Ediciones Lenguas Extranjeras, 4.

8Pravda es el nombre de un periódico fundado en la antigua Unión Soviética, que fue la publicación oficial del Partido Comunista entre 1918 y 1991.

9La Duma es una asamblea representativa de la Rusia moderna y de la historia rusa. Por su parte, el Sóviet es una asamblea, convocatoria, concilio o consejo obrero de trabajadores.

10Fue un breve movimiento insurreccional que gobernó la ciudad de París del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, instaurando un proyecto político popular autogestionario.

11V. I. Lenin. 1981. “La dualidad de poderes”. Obras escogidas 2. Moscú: Progreso, 38-40.

12Grupo político radicalizado dentro del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), dirigido por Lenin.

13Durante la primavera y el verano de 1917, en Kshesinskaya se situó el cuartel general de los bolcheviques.

14Esta conferencia conocida como las Tesis de abril fue publicada posteriormente en Pravda. V. I. Lenin. 1981. “Las tareas del proletariado en la presente revolución”. Obras escogidas 2. Moscú: Editorial Progreso, 33-37.

15V. I. Lenin. 1981. “Carta a la redacción de Proletarskoie Dielo”. Obras escogidas 2. Moscú: Progreso, 200.

16Diplomático, politólogo e historiador estadounidense. Conocido por su defensa de la política de contención de la expansión soviética durante el período de la Guerra Fría.

17En febrero y marzo de 1918, Edgar Sisson compró una serie de documentos y fotografías sobre Rusia pretendiendo demostrar que los líderes del Gobierno bolchevique eran pagados por agentes del Estado Mayor Alemán.

18V. I. Lenin. 1981. “Cartas desde lejos. Primera carta. La primera etapa de la revolución”. Obras escogidas 2. Moscú: Progreso, 29.

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